miércoles, 12 de abril de 2023

DESNUTRICIÓN INFANTIL Y SU INTERACCIÓN CON CARACTERÍSTICAS DE APEGO Y PATRONES CULTURALES , por Lodys Loreth López Mosquera, Faudy Jholey Puerta Londoño y Aura María Gil Villa


DESNUTRICIÓN INFANTIL Y SU INTERACCIÓN CON CARACTERÍSTICAS DE APEGO Y PATRONES CULTURALES 


Lodys Loreth López Mosquera, Faudy Jholey Puerta Londoño, Aura María Gil Villa



Resumen


Se ha descrito que la desnutrición infantil es el resultado de eventos biológicos y socioeconómicos que influyen en el desarrollo del niño; sin embargo, es importante resaltar el papel del cuidador y la manera de vincularse o asumir su papel dentro de las prácticas alimentarias propias y las aprehendidas en su entorno, y cómo ello influye positiva o negativamente en la patogenia de la desnutrición infantil. Por esta razón, con la presente revisión de tema se pretende abordar diferentes temáticas que permitan demostrar la posible influencia que tienen las características de apego, patrones culturales y su interacción con la desnutrición. datos y fuentes bibliográficas como Pubmed, Scielo, Medigrafic, UptoDate, Realdyc, Clinicalkey, Medline y DOAJ. 

Resultados: Las prácticas culturales maternas inciden en la forma como éstas asumen la enfermedad de sus hijos; algunas reconocen el deterioro de salud y otras, por sus características vinculares actúan negligentes o sobreprotectoras, sin reconocer integralmente las necesidades de sus hijos. 


Palabras clave: conducta alimentaria, niño, cultura, relaciones madre-hijo.


Introducción


La desnutrición se define como el resultado de una ingesta inadecuada de alimentos, de una absorción y/o uso biológico deficiente de los nutrientes consumidos. (De Onís, Onyango, Borghi, Siyam, Amani, Nashida, Siekmann, 2006) (Urke,, Torill, Mittelmark, 2011). La desnutrición se clasifica según su etiología, tipología, grados y tiempo de evolución. 

La desnutrición según etiología, se divide en:  1-primaria, por carencia nutritiva y/o psicoafectiva; 2-secundaria, resultado de una enfermedad de base y a un aprovechamiento inadecuado de nutrientes (Papp Paz, Campos Cavada, 2010). 

Por su parte, la desnutrición según su tipología se divide en 3 tipos: 

1-Marasmo: Pérdida de masa muscular y agotamiento de las reservas de grasa corporal (De Onís, Onyango, Borghi, Siyam, Amani, Nashida, Siekmann, 2006). Se caracteriza por piel delgada- seca, debilidad, apatía, irritabilidad(Moneta, 2014). 

2- Kwashiorkor: Se caracteriza por atrofia muscular, grasa corporal normal o aumentada y edema periférico (anasarca)(De Onís, Onyango, Borghi, Siyam, Amani, Nashida, Siekmann, 2006); frecuente en niños con deficiencia de proteínas, especialmente albúmina. 

3-Mixto: (Marasmo- Kwashiorkor) (Desnutrición edematosa) características de ambos tipos, por inadecuada ingesta dietética o por una enfermedad infecciosa común de la niñez(Klish, Nichols, 2015). La transición entre marasmo-kwashiorkor se asocia particularmente a alta morbilidad y mortalidad (Ramirez Prada, Delgado, Hidalgo Patiño, Pérez Navero, Gil Campos, 2011). 

A partir de 1970, la desnutrición empieza a difundirse como enfermedad pediátrica y fue incluida desde 1978 por los organismos internacionales en la atención primaria de la salud. El sector salud percibía la desnutrición como multi-causal y compleja, donde interactuaban factores socioeconómicos, culturales y psicológicos, asumiendo como  principal causa la falta de recursos económicos suficientes para una dieta equilibrada, unido a “desajustes familiares e individuales” (Uribe Gil, López Alcaraz, 2007). 

En esta revisión se resaltarán otras causas que influyen sobre la desnutrición como las características de apego, la relación padre-madre-hijo y los patrones culturales, donde también se describen factores como la atención biomédica y sus interacciones en el desarrollo de la desnutrición infantil y como ello favorece o no la salud de ese niño.


Desnutrición infantil 


Se llama desnutrido a un niño que tiene un consumo deficiente de alimentos y una ingesta energética inferior a los requerimientos básicos durante periodos prolongados. Se habla de desnutrición de primer grado cuando el niño ha perdido desde el 15% hasta el 25% de peso, con respecto al peso que le corresponde tener para su edad determinada; de desnutrición de segundo grado cuando la périda de peso fuctúa entre el 25 y el 40%; y de desnutrición de tercer grado a la pérdida de peso mayor del 40% con respecto a lo esperado para la edad (Gómez, 2003).


Desnutrición en niños en América


En todo el mundo, la MPE (malnutrición proteico-energética) severa, es la principal causa de muerte entre los niños menores de cinco años de edad (Klish, Nichols, 2015).

En el contexto latinoamericano, Centroamérica presenta los mayores índices de desnutrición crónica (déficit de talla parala edad): 18,6% de los niños. Sudamérica con 11,5% y el Caribe con 6,7%(Papp Paz, Campos Cavada, 2010). Guatemala representa la mayor prevalencia de desnutrición crónica infantil (48%), seguido por Haití y Honduras, ambos con 30%. Sin embargo, en los últimos 20 años han descendido los casos de desnutrición. (FAO, 2013). 

Para el  2006 la Unicef  subraya que en Latinoamérica, la desnutrición es mayor en niños de zonas rurales: entre 1.5 y 3.7 veces más alta que la un niño que vive en  zona urbana; y se cuadriplica en niños indígenas(Bachelete, 2006)(Papp Paz, Campos Cavada, 2010).


Desnutrición de los niños en Colombia 


Colombia enfrenta una transición nutricional en la que persisten los problemas de desnutrición mientras aumenta el problema de sobrepeso y obesidad (Neufeld, Pinzón,  Tolentino, 2010). Hasta el año 2011 la tasa de mortalidad por desnutrición en menores de cinco años más alta del país la tuvo el departamento de Guainía: por cada 100.000 menores se produjo aproximadamente una muerte(Ministerio de Salud y Protección Social, 2014).

Los registros notificados por el SIVIGILA (Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Publica) de mortalidad por y asociada a desnutrición en la semana epidemiológica 42 de 2014, arrojan que el departamento de Guajira representa el porcentaje más alto en Colombia, con 15.4% (Martínez Durán, 2015). En los reportes de niños menores de 1 año, el mayor porcentaje también se da en la Guajira, con un 14.2%.

Para la semana epidemiológica 13 de 2015 se reportaron los casos de mortalidad por desnutrición. El 46,5% de las muertes son en menores de un año; la mayor mortalidad se registra a los 2 meses de vida(De la Hoz Restrepo, 2014). El 53,5% de las muertes pertenecen al grupo de edad de 1 a 4 años y la mayor mortalidad se registra a los 12, 15, 16 y 17 meses de edad.


Desnutrición de los niños en Antioquia 


En 1998 los reportes de mortalidad por desnutrición fue 13,4%; en 1999 11,4%; el año 2000 se presentaron 557 casos. En el año 2007, el reporte fue de 6,8%. Entre el año 2010-2011 fueron 2.33 casos por 100.000 menores de 5 años para un total de 12 defunciones. (Toro, Cardona, 2013). 

En el municipio de Medellín, en cuanto a la morbilidad, el porcentaje de niños valorados entre 0 y 5 años por desnutrición crónica (Talla Baja para la edad) para el año 2005 fue 12%. En el año 2010, 8,5% (Gaviria Correa, 2012)(Profamilia, 2010; Toro, Cardona, 2013). A partir del año 2009, las cifras han permanecido por debajo del 5%. A pesar de ello la desnutrición sigue siendo una preocupación para el sistema de salud.  Por ello la implementación de programas como Maná, donde se busca mejorar la calidad de la alimentación, sigue siendo un factor determinante.


                                              Materiales y Métodos

  

Tipo de estudio: descriptivo, donde se incluyen madres con hijos que padezcan desnutrición de 0 a 5 años, excluyendo las madres con hijos que padezcan desnutrición mayores de esta edad y las madres con hijos sanos en este rango de edad.

Se revisaron 53 textos publicados desde el año 2004 a 2023, obtenidos de diferentes bases de datos.


Características del apego madre-hijo teorías de apego


Durante el desarrollo psico-evolutivo del niño, el apego es lo primero que se constituye dentro de la relación madre-hijo, el cual es determinante en el desarrollo de la personalidad y salud mental del niño (Uicab-Pool, Ferriani Carvalho y Gomes, Pelcastre-Villafuerte, 2009).Posteriormente se forma el vínculo afectivo el cual le permite al niño asegurar una organización interna estable. Al principio la meta es física y poco a poco es sustituida por componentes psicológicos “sentir la cercanía” del cuidador(Uribe- Urizar, 2012). 

El apego se concibe como un mecanismo pre- programado que activa todo una gama de comportamientos posibilitando la vinculación bebé-madre cuyo objetivo biológico es el de proveer la proximidad, protección y seguridad de parte del cuidador y que permitirá al niño la exploración de lo desconocido como también le genera un marco de confianza en el otro y en la vida (Uribe- Urizar, 2012). 


Teoría de René Spitz 


Los niños que no experimentan una buena relación con su madre durante el primer año de vida, tiende a manifestar trastornos en su desarrollo físico y psíquico, debido a que la presencia de la madre actúa como un estímulo para las respuestas del infante, lo cual favorece en la estructuración del yo del niño. El cuidado materno es indispensable en el comienzo de la vida, sin él, el pequeño ser no podría existir y crecer sanamente (Restrepo Vásquez, 2012).


Teoría de John Bowlby


La formación del vínculo depende de un cuidador constante y atento que pueda comunicarse con el bebé de pocos meses y no solo se preocupe de cubrir sus necesidades de limpieza o alimentación. Esta necesidad de atención permanente sugiere una entrega casi total por parte de la madre o el cuidador (Moneta, 2014). La naturaleza del vínculo es el resultado de un conjunto de pautas de conductas características, que se desarrollan en el entorno corriente durante los primeros meses de vida  y que tienen el efecto de mantener al niño en una proximidad más o menos estrecha con su figura materna(Oliva Delgado, 2004). 

En la creación del apego, el contacto físico positivo (ejemplo: abrazar, besar, mecer, etc.), causan respuestas neuroquímicas específicas en el cerebro que llevan a la organización normal de los sistemas cerebrales responsables del apego (Torrado, Silva, Pirachicán, 2012). Un apego saludable en la madre, es construido a partir de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia, ello provee una base sólida para futuras relaciones saludables en el niño. Las formas de apego son promovidas por las condiciones familiares. Al niño vincularse con una madre ansiosa, inconstante e imprevisible, puede perturbarse gravemente al momento de la estructuración de su personalidad(Moreno- Zavaleta y Granada- Echeverri, 2013)(Carmona-Fonseca, Correa, 2014).


Teoría de Winnicott


La relación del niño con su madre es el nexo más importante que tiene lugar durante la primera infancia. Es la madre quien lo alimenta y lo asea, la que le abriga y le presta las atenciones que constituyen la respuesta frente a sus primeras necesidades de bienestar(Betancourt, Rodríguez, y Gempeler, 2007). El padre aporta la determinación de la estabilidad emotiva de la madre y la ayuda a mantenerse en el estado de euforia que constituye el mejor clima moral para el desarrollo del niño(Betancourt et al., 2007). La presencia de la pareja de la madre y el apoyo familiar son factores protectores  que favorecen positivamente una relación satisfactoria en el binomio madre-hijo, sin embargo en la medida que la adolescente o adulta aumenta el número de hijos y se deteriora el nivel socioeconómico, esto conlleva a mayor morbimortalidad materno infantil, desnutrición, malos cuidados hacia los niños y mal control pediátrico(Carmona-Fonseca, Correa, 2014) (Uribe Gil, López Alcaraz, 2007).

La ausencia de la relación materno-filial se llama privación materna. Un niño sufre privación cuando vive en el mismo hogar de su madre y ésta es incapaz de proporcionarle el cuidado amoroso que necesita o cuando siendo adoptado la madre es inadecuada. Por tanto en la relación madre-hijo debe establecerse una auténtica concordancia entre las demandas reales del niño y la capacidad de la madre para responder a esas demandas(Repetur Safrany, Quezada Len, 2005). (Browniee, Savage-King, Henderson, 2010)(Betancourt et al., 2007). 


Interacción de las prácticas culturales 


Prácticas culturales – alimentación 


Las prácticas de alimentación para los niños pequeños son determinadas del ambiente inmediato, del sistema de creencias, actitudes y tradiciones de la familia que por el grado de acceso a los diferentes alimentos.  Si bien, la escasez de recursos imposibilita la adopción de ciertas prácticas necesarias para un buen cuidado y nutrición de los niños pequeños (Delgado, Calvache, Silva del Cairo, 2006). La pobreza hace vulnerables social y biológicamente a la familia y al individuo; una de sus consecuencias biológicas es la baja estatura de la población infantil y la desnutrición que hace a los niños mucho más vulnerables a cualquier tipo de enfermedad (Rey del Castro Alarco, 2009).

No es solo la falta de recursos la que conlleva a la desnutrición en los niños, sino que es un problema más complejo, por ejemplo, puede tenerse el recurso, pero muchas veces se desconoce su utilización o la forma de utilizarlo. Si los alimentos están muy diluidos, no se alimenta con la frecuencia necesaria o si las raciones son inadecuadas llevan al deterioro de la salud del infante. Tanto los alimentos como las prácticas alimentarias  necesitan apoyo para convertirse en  buenas prácticas de alimentación (Restrepo, 2007). El cual puede variar de familia en familia, o también está muy condicionado a las prácticas culturales o a las prioridades que cada familia tiene de acuerdo a su nivel de satisfacción de necesidades, asociadas al concepto de percepción  que permite al organismo, a través de los sentidos, recibir y elaborar las informaciones provenientes del exterior y convertirlas en totalidades organizadas y dotadas de significado para el sujeto (Betancourt et al., 2007).  

Los cuidadores de niños desnutridos suelen ser menos responsivos, pocos hábiles e inconsistentes para detectar las necesidades básicas del niño(Delgado, Calvache, Silva del cairo, 2006). Se observa que la desnutrición es una enfermedad poco visible, primero porque no es vista como una enfermedad, aunque presente deterioro físico, por ello el niño no es el centro de atención al momento de deteriorarse. La enfermedad se torna para la madre en una situación en donde nada tolera y no se permite al niño el mínimo aplazamiento de sus deseos, lo cual se relaciona con las costumbres alimentarias de la primera infancia de la madre(Agudo, Jones, Berti, y Macías, 2010)(Herkovits, 2012).


Prácticas culturales – lactancia materna


La lactancia materna es la medida más efectiva y menos costosa para evitar desnutrición durante los primeros meses de vida (Alzate Meza, Arango, Castaño Castrillón, Muñoz Salazar, Ocampo Muñoz, Rengifo Calderón, Tovar Orozco, y Vallejo-Chávez, 2011). La ausencia o insuficiencia de lactancia materna exclusiva (seis meses) expone al niño o niña a ingerir alimentos que no satisfacen los requerimientos nutricionales de esa etapa de desarrollo (Ortiz-Anderlluchi, Peña Quintana, Albino Beñacar y Mönckeberg Barros, Serra-Majem, 2006). La leche materna es considerada el mejor alimento que se le puede brindar a los recién nacidos gracias a su adecuada composición para el ritmo de crecimiento y el desarrollo sensorial y cognitivo del infante (Orlate, 2003).  

La lactancia materna, además de proporcionar al niño un alimento completo y adecuado para su edad, también proporciona al niño seguridad afectiva. La lactancia materna constituye por tanto una relación estrecha entre el afecto y la nutrición. El amor materno en la infancia es tan crucial para la salud mental como lo son las vitaminas y las proteínas en la salud física (Browniee, Savage-King, Henderson, 2010). 

Según   OMS  (Organización Mundial de la Salud) y  UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) una Alimentación infantil óptima, consiste en lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida (180 días) (Uribe- Urizar, 2012). Si la técnica de lactancia es adecuada, esta cubre las necesidades de nutrientes y energía para la mayor parte de los niños. Iniciar la alimentación complementaria, a partir de los 6 meses de edad, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años de edad o más(Restrepo, 2007).

La leche materna está compuesta en un 88% de agua lo que suple la sed del bebe.  Los alimentos complementarios frecuentemente son introducidos demasiado temprano o demasiado tarde y son, en general, nutricionalmente inadecuados e inseguros(Morillo y Montero, 2010).  El período entre el nacimiento y los dos años de edad es una ventana de tiempo crítica para la promoción del crecimiento, la salud y el desarrollo óptimos, pues ésta es la edad pico en la que ocurren fallas de crecimiento, deficiencias de ciertos micronutrientes y enfermedades comunes de la niñez. 

Las familias tienen pocos conocimientos sobre la ventaja de alimentar desde el inicio a los niños. Con frecuencia las madres perciben que tienen problemas en la producción de suficiente leche. Es por esto que la mayoría terminan de manera precoz la lactancia materna exclusiva e introducen líquidos u otros alimentos demasiado pronto, de uno a cuatro meses de edad, en la dieta del infante (Cattáneo, 2002). 

Existen varias razones para no iniciar la lactancia en el tiempo oportuno y el abandono de la lactancia exclusiva antes de que el lactante cumpla seis meses de edad(Leal Soliguera, 2007). Una de ellas es la percepción que no puede producir leche en el momento del nacimiento y no es lo suficiente para permanecer con lactancia materna exclusiva hasta el tiempo apropiado(Cattáneo, 2002). Mientras otras madres consideran que dar lactancia materna inmediatamente después del parto causa dolor de estómago a los niños/as (Cattáneo, 2002).


Prácticas culturales - alimentación complementaria


La introducción de otros alimentos en la dieta distintos de la leche materna o de fórmula se realiza alrededor de los 6 meses de edad, ya que la introducción antes de los 4 meses se asociaría a un riesgo aumentado de enfermedades autoinmunes y alergia alimentaria, y retrasarla más allá de los 7 meses no tendría efecto protector (Ribes Koninckx, Dalmau Serra, Moreno Villares,  Díaz Martín, Castillejo de Villasante, Planco Allue, 2012).

La alimentación complementaria tiene como objetivo satisfacer las necesidades nutricionales del niño que no alcanzan a ser cubiertas con la leche materna exclusiva, en el aporte de energía y algunos micronutrientes, esta se hace progresivamente hasta alcanzar una alimentación normal integrada a la alimentación familiar; en la que hace una transición desde la alimentación láctea a otros alimentos, siendo este  el momento ideal para generar hábitos de alimentación adecuados y estimular el desarrollo psico-emocional que promueve un crecimiento óptimo (Kliegman, 2014). La alimentación complementaria óptima está relacionada no sólo con el qué se come, sino también con el cómo, cuándo, dónde y quién alimenta al niño(Toro, Cardona, 2013). 

Las prácticas de alimentación inadecuadas durante los primeros dos años de vida tienen consecuencias negativas inmediatas,  Durante el período de la alimentación complementaria, los niños se encuentran en un riesgo elevado de desnutrición y tendrán consecuencias como carencias nutricionales y retraso en el crecimiento(Rey del castro Alarco, 2009)(Rytter, Heilskov & Briend, Friis, 2014).Esto implica que todos los responsables del cuidado inviertan tiempo y recursos para favorecer el óptimo crecimiento y desarrollo de los niños(Uribe Gil, López Alcaraz, 2007). La acción de cuidar se convierte por tanto, en un fenómeno social, es decir, en el que el cuidado no es atribuible solo a la madre natural sino a todos los individuos que de una u otra manera están involucrados en la vida de los niños y niñas pequeños(Uribe Gil, López Alcaraz, 2007)(Orlate, 2003).


Prácticas culturales - sistema biomédico


En el siglo XXI la percepción del sector salud no está muy desligada a la conceptualización acerca de la multi-causalidad de la desnutrición. Sin embargo a pesar de ello, hoy día  el problema de la desnutrición siempre es analizado mediante cifras y a las alteraciones clínicas de los niños, mas no hay una conciencia médica que lleve a la contextualización(O´Donnell, Grippo, 2004), las creencias culturales y las características vinculares que se establecen al interior de la relación madre-hijo, factores que se relacionan con el desarrollo de la desnutrición(Fernández Mayor, 2015). 

En los últimos años el sistema biomédico prioriza en una atención limitada solo a la desnutrición aguda, la diarrea, pero se excluye al sujeto que adolece, la disponibilidad de alimentos con los que cuenta el sistema familiar y  las creencias culturales que muchas veces es la que orienta sobre qué hacer y por el otro lado aparece el sistema biomédico que les indica, les culpabiliza y responsabilizan sobre la enfermedad de sus hijos- hijas(Fernández Mayor, 2015). Esto implica un discrepancia entre el sistema biomédico y la madre, se genera así un desencuentro intercultural en el que confluyen el lenguaje y las diferencias entre las prácticas médicas: sistema tradicional y el occidental(Colomb, 2009).

Sin embargo, en la actualidad, el sistema médico reconoce que existen fallas en la detección y manejo de la desnutrición relacionada a aspectos como la desarticulación de las prácticas culturales en las que interacciona él bebe con su madre(Orlate, 2003); otros factores que intervienen son la no realización de controles antropométricos de manera rutinaria y generalizada; no continuidad en la atención, muchas de estas se pierden y con ello el conocimiento de la evolución de ese niño; poca relación médico-paciente asociada a una pobre escucha, inespecificidad para abordar las problemáticas del crecimiento y del desarrollo, muchas veces por falta de insumos básicos, subestimación de la problemática reflejada en la inexistencia de un código específico destinado al registro del estado nutricional de los niños atendidos(Orlate, 2003)(Kouam, Delisle, Ebbing, Israël, Salpéteur & Ait Aïssa , Ridde, 2014)(Herkovits, 2012). 

Los profesionales de la salud pueden desempeñar un rol crítico para brindar apoyo, influenciando las decisiones relacionadas con las prácticas alimentarias de las madres y las familias, es importante que los profesionales de salud tengan conocimientos y habilidades básicas para ofrecer una apropiada orientación y consejería, que ayuden a resolver problemas de alimentación de los niños(Agudo, Jones et al., 2010)(O´Donnell,  Grippo, 2004). 


Prácticas culturales y el rol de la madre 


La madre, tiene dificultad para reconocer el papel tan importante que juega su figura dentro de su cultura y sociedad para ser vista como madre, asumir su rol y establecer un vínculo psico-afectivo con su hijo, de ser quien le provee nutrición física, afecto, acercamiento y reconocimiento social(Cattáneo, 2002). Lo cual está ligado a su representación materna, auto-concepto y/o percepción que la madre adolescente o adulta ha internalizado acerca de sí, de su personalidad y la forma como se ve así misma dentro de sus diferentes roles (mujer, adolescente, madre, esposa, hija, hermana, estudiante, trabajadora)(Uribe Gil, López Alcaraz, 2007)(Orzuza Maris, 2011). Ante la repetición de estímulos como el caso del deterioro de sus hijos algunas han perdido la capacidad de asombrarse y de motivarse al observar que su hijo está enfermo que las necesita y que tienen un apego ansioso.  Sus indiferencias al observar que esto es común, llegan a un estado de saturación como si hubiesen perdido la capacidad de respuesta (Amugsi,  Mittelmark y Lartey, 2013). Donde muchas veces los más pequeños se quedan a cargo de hermanos preadolescentes, la tarea es asumida con serias deficiencias higiénicas y dietéticas( Restrepo Vásquez, 2014).  La conducta de las madres de los niños desnutridos se caracteriza por una menor receptividad y reciprocidad en los contactos con sus hijos, muchas veces es asociado a la configuración familiar la cual es disgregada y poca contención para el cuidado de estos(Restrepo Vásquez, 2012) (Betancourt et al., 2007).

La acción de cuidar se convierte por tanto, en un fenómeno social, es decir, en el que el cuidado no es atribuible solo a la madre natural sino a todos los individuos que de una u otra manera están involucrados en la vida de los niños y niñas pequeños(Colomb, 2009). Esto implica que todos los responsables del cuidado inviertan tiempo y recursos para favorecer el óptimo crecimiento y desarrollo de los niños(Fernández Mayor, 2015)(Uicab-Pool,  Ferriani -Carvalho y Gomes, Pelcastre-Villafuerte, 2009). 

El uso de medicina popular por parte de las madres aparece sobredimensionada y se le atribuye un carácter intrínseco, sin embargo en la práctica clínica el uso de este tipo de medicina es más de arraigo cultural y lo verdaderamente importante para el profesional como para la madre es reconocer “que muchas cosas que toman son tóxicas”, incluso los chicos corren riesgo de vida en los primeros meses de vida (Rodriguez-Martín et al., 2010)(Orlate, 2003). El “respeto” de los profesionales hacia dichas prácticas está condicionado a su uso complementario y subalterno respecto de la medicina científica, lo que recomiendan y advierten es que mientras no interfiera con la salud del niño se puede alternar con la consulta del médico, por más que en la consulta se le diga que no, al curandero lo van a seguir llevándolo(Orlate, 2003)(Herkovits, 2012).


Discusión y resultados


La formación del vínculo madre- hijo se establece desde lo intrauterino. En un primer momento la madre y el bebé estuvieron unidos en un mismo cuerpo; después del parto la madre debe renunciar al sentimiento de que ella y el niño son la misma cosa. El cuidado materno es indispensable en el comienzo de la vida, sin él, el pequeño ser no podría existir y crecer sanamente(Restrepo Vásquez, 2012). 

Fuera del útero el vínculo se inicia a establecer a partir de la lactancia materna. La cual además de proporcionarle un alimento completo, también le provee seguridad afectiva, siendo un factor protector para el desarrollo físico y emocional del niño(Browniee, Savage-King,  Henderson, 2010)(Alzate-meza, Arango et al., 2011). Así mismo la alimentación complementaria suple aquellas necesidades nutricionales requeridas desde los 6 meses de edad hasta el desarrollo ulterior, lo que generará hábitos de alimentación adecuados. La alimentación no debe ser un campo de batalla debe ser un escenario que promueva un crecimiento óptimo (Kliegman, 2014). 

La alimentación entonces se convierte en un medio entre la madre-niño, cuidador-niño, el padre-niño y familia-niño, para el establecimiento del vínculo inicialmente y luego el apego, este último se hace efectivo, cuando la madre logra suplir y responder adecuadamente a las necesidades físicas y emocionales de sus niños. Cuando esto no ocurre, sea porque la madre o los cuidadores del niño (padre, familia) adoptan comportamientos negligentes o por que traen inherente desde su infancia un apego inseguro o ambivalente, se convierte en una relación privada de afecto, en un no reconocimiento de las demandas del bebé frente aquello que lo aqueja, como consecuencia muchos de estos niños en la adultez tendrán carencias nutricionales, motrices y cognitivas; en cuanto a lo emocional sus formas de vinculación estarán entre la inseguridad, la evitación y ambivalencia. 

Desde el ámbito biomédico, hoy día la atención frente a la desnutrición  presenta un gran desencuentro intercultural; debido, a que gran parte del equipo biomédico desliga el papel inherente de  la cultura en el proceso de salud-enfermedad, en el que se desenvuelven las familias de los niños desnutridos(Juárez, 2006),  asociado al aumento de la incidencia de morbilidad, entre casos nuevos o reiterativos, porque  muchas veces el equipo biomédico atribuye como única etiología la falta de recursos económicos de la familia, sin embargo  no es solo la falta de recursos lo que desencadena la desnutrición sino también la forma como se preparan los alimentos, cantidad y momento de iniciarlos; basado en muchas ocasiones en tradiciones familiares y culturales(Restrepo, 2007).

Esas prácticas culturales han llevado a que la madre y su entorno familiar estén en un ir y venir entre el rezandero y el médico, buscando alternativas de curación frente al deterioro de salud que ha dejado la desnutrición en sus niños-niñas. “Los tratamientos populares pueden ser aceptados por la medicina mientras no interfieran con ella”. En la medida en que no retrasen los diagnósticos o interfieran con el tratamiento médico indicado o dañen la salud (Olarte, 2003; Herkovits, 2012).

Cuando un niño está desnutrido no da espera, debido a las consecuencias físicas, cognitivas y emocionales que ello deja en sus vidas, su atención demanda una respuesta oportuna y rápida(Sobrino, Gutiérrez, Cunha,  Dávila, Alarcon, 2014). Es importante que tanto el equipo biomédico como la familia, logren sensibilizarse frente a la multicausalidad en la que se mueve la desnutrición, si ello se reconoce se podrá hacer intervenciones más adecuadas y oportunas, habrá menos casos de morbimortalidad infantil por desnutrición y mínimas implicaciones en el desarrollo ulterior de los infantes.

Como se ha señalado desde el campo de la psiquiatría y la psicoterapia (Campos Vargas, 2022), una adecuada función paterna resulta fundamental para el bienestar de la madre y del niño, incluso en términos nutricionales. Un buen esposo que es también un buen padre sabe ejercer un liderazgo positivo y benéfico para su esposa y su familia: logra transmitir seguridad y confianza, es ecuánime y amoroso, despliega ternura y cariño, provee no solamente de bienes materiales, sino también de recursos psicológicos y espirituales. De ahí que en las sociedades en las que no se valora el rol masculino, o se asume erróneamente que “los hombres no son necesarios para garantizar la salud de los hijos”, exista mayor riesgo de desnutrición materno-infantil, así como de trastornos de personalidad (especialmente sociopático y fronterizo), trastornos de la conducta, algunos trastornos del espectro autista y dependencia de psicotóxicos. Esto, por supuesto, no es algo que funcione como un sino trágico (Campos Vargas, 2023): puede subsanarse a través de un proceso bien estructurado de transformación y mejoramiento personal que incluya optimización de redes de apoyo, espiritualidad, psicoterapia, ampliación de las interacciones sociales positivas, acceso a la alta cultura, actividades creativas y lúdicas, actividad física y crecimiento en inteligencia emocional (Campos Vargas, 2023).   


1.Médica General. Facultad de Ciencias de la Salud. Corporación Universitaria Remington. Medellín-Colombia. Correo electrónico: loe8761@hotmail.com

2.Médica General. Facultad de Ciencias de la Salud. Corporación Universitaria Remington. Medellín-Colombia. Correo electrónico: faudy019@hotmail.com 

3. Docente investigadora. Grupo de Investigaciones Biomédicas Uniremington. Facultad de Ciencias de la Salud. Corporación Universitaria Remington. Medellín-Colombia. Correo electrónico: aura.gil@uniremington.edu.co


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Agudo, Y. C., Jones, A. D., Berti, P. R., y Macías, S. L. (2010). Lactancia materna, alimentación complementaria y malnutrición infantil en los Andes de Bolivia. Archivos Latinoamericanos de Nutrición, 60(1), 7–14.

Alzate Meza, M. C., Arango, C., Castaño Castrillón, J.J., Muñoz Salazar, G., Ocampo Muñoz, N A., Rengifo Calderón, S. V., Tovar Orozco, L. M., y Vallejo Chávez, S. H. (2011). Lactancia materna como factor protector para enfermedades prevalentes en niños hasta de 5 años de edad en algunas instituciones educativas de Colombia en 2009. Estudio de corte transversal. Revista Colombiana de Obstetricia y Ginecología, 62(1), 57–63.     

Amugsi, D.A. Mittelmark, M., y Lartey, A. (2013). An analysis of socio-demographic patterns in child malnutrition trends using Ghana demographic and health survey data in the period 1993-2008. BMC Public Health, 13(1), 960.

Bachelet, M. (2006). Desnutrición infantil en América Latina y el Caribe. Desafíos. Boletin de La Infancia Y Adolescencia Sobre El Avance de Los Objetivos Del Desarrollo Del Milenio.

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Cómo citar este artículo: Gil Villa, A.M., López Mosquera, L.L., y Puerta Londoño, F.J. (2023). Desnutrición infantil y su interacción con características de apego y patrones culturales. Revista de Psicoterapia Formativa. Abril de 2023


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