SALUD MENTAL Y CALIDAD DE VIDA
David Alberto Campos Vargas*
El hombre está llamado a ser feliz, a realizarse como persona: a alcanzar su plenitud existencial. Es bueno y justo, en consecuencia, que todos los seres humanos podamos vivir una vida de calidad, digna de ser vivida.
La salud mental es, en ese orden de ideas, una de las metas fundamentales, y un derecho que tenemos todos los seres humanos. Basado en mi experiencia como psiquiatra, filósofo y psicoterapeuta, he llegado a entender la salud mental como la concatenación armónica de: a) gozar de bienestar emocional, psicológico, social, afectivo y espiritual; b) afrontar las vicisitudes del ser-en-el-mundo con fe, optimismo, eficiencia, lucidez, integridad, alegría, resiliencia, constancia, sabiduría y entusiasmo; c) realizar, concretar y construir todo lo que las capacidades, las aspiraciones, los valores y los talentos propios permitan posibilitar en la realidad objetiva; d) lograr una personalidad bien formada, integrada y ecualizada, inteligente y madura; e) gestionar y sacar el máximo provecho de sus emociones, relaciones, cogniciones y decisiones.
¿Y cómo se consigue lo anteriormente expuesto? Grandes pensadores y terapeutas de todas las épocas se lo han planteado, y creo que es prudente aprender y aplicar aquello que de sus modelos y teorías pueda ser sensato y benéfico. Pero no podemos quedarnos ahí. La reciente investigación en neurociencias, medicina y psicoterapia nos está dando luces interesantes y novedosas, y confío en que todo lo que se está estudiando pueda arrojarnos nuevas ideas y permitirnos nuevos caminos.
Como expongo en Fundamentos de Psicoterapia Formativa, la evidencia científica actual nos muestra que podemos lograr salud mental con vida espiritual genuina, actividad física constante, gratitud, flexibilidad cognitiva, autoconocimiento, determinación y coraje para transformar las cosas que se pueden cambiar, aceptación de lo que no puede ser cambiado (porque ya pasó o porque no está en nuestras manos modificarlo), buenas relaciones (con Dios, con nosotros mismos y con los demás), aprendizaje de todos los hechos de la vida, actividad recreativa y lúdica frecuente, uso diario de espacios para la creación (actividades como escribir, dibujar, componer, diseñar, diagramar, colorear, programar, coser, esculpir o cocinar, entre muchas otras), tener metas significativas y agradables, disfrutar de todos los placeres de la vida (incluso los que la sociedad materialista y mercantilista considera “pequeños”), dar prioridad a lo que llene el alma y satisfaga las aspiraciones más profundas, ayudar a los demás, poder amar y ser amados, valorarnos y estimarnos independientemente de la opinión o la calificación externa, trabajar en lo que podamos sentirnos más felices, tener tiempo de calidad para disfrutar con nuestros seres queridos, poder ser originales e innovadores en todo lo que emprendamos, saber pedir ayuda cuando lo necesitemos, y comunicarnos con asertividad, amabilidad y respeto.
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David Alberto Campos Vargas
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