martes, 19 de octubre de 2021

PLENITUD EXISTENCIAL Y PSICOTERAPIA FORMATIVA, por David Alberto Campos Vargas


PLENITUD EXISTENCIAL Y PSICOTERAPIA FORMATIVA


David Alberto Campos Vargas, MD*


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La plenitud existencial es el objetivo principal de la Psicoterapia Formativa. Hacia ella apuntan todos los demás objetivos en este modelo psicoterapéutico: la apertura a lo sagrado y trascendente, la formación de una personalidad bien integrada y ecualizada, la redefinición de las percepciones y los conceptos sobre la totalidad de las cosas, la incorporación de aprendizajes significativos, la praxis filosófica, la mejoría en las relaciones, la conjunción armónica de todas las dimensiones del psiquismo, el uso de diversas maniobras para potenciar el coeficiente emocional, el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, la construcción de una cosmovisión nueva, la forja de un psiquismo creativo y vigoroso, la mejoría de las distintas habilidades intrapersonales e interpersonales, el uso de la filosofía y de la fe, la optimización del funcionamiento psíquico, el fortalecimiento de los valores y las actitudes coherentes con la bondad, la verdad y la justicia, el crecimiento en el amor hacia sí mismos y hacia los demás, la realización personal, el logro de la felicidad auténtica y el desarrollo de las diversas potencialidades de cada paciente son, en últimas, escalones conducentes hacia la vida plena.

El enfoque formativo de este modelo psicoterapéutico puede verse en varios aspectos; tal vez el principal sea el máximo desarrollo de la persona: la oportunidad de planearse, construirse, edificarse, completarse, perfeccionarse y madurar. Es decir: formarse, de tal modo que la existencia valga realmente la pena. Y esto en ambos miembros de la diada terapéutica, porque en la psicoterapia formativa se construyen, se edifican, se completan, se perfeccionan y maduran tanto el terapeuta como el paciente (o la pareja, la familia o el grupo, si se trata, respectivamente, de psicoterapia de pareja, de familia o de grupo).

El paciente y el psicoterapeuta formativo están caminados a la plenitud de la existencia, porque miran alto y quieren llegar lejos. Creen en que pueden convertir sus sueños en realidad. Asumen que sí se pueden lograr la felicidad y la realización personales. Y, gracias a la fuerza y la confianza que se despliegan al tener el gozo de caminar por la vida de la mano del Señor, consultante y tratante saben que se puede tener plenitud. Consideran válida, fecunda y deseable la consecución de una existencia plena.

En términos prácticos, la plenitud existencial se podría entender como la sumatoria de la felicidad y la realización personal. La felicidad es el sentimiento de dicha, gozo y satisfacción por el hecho de ser y estar en el mundo, sin que importen variables externas como la aprobación de los demás, el reconocimiento social, el dinero que se gane, los títulos que se ostenten o la posición de poder que se obtenga. La realización personal es la satisfacción de haber alcanzado las metas y de haber gratificado los deseos derivados de las motivaciones propias, en un marco moralmente bueno de crecimiento y madurez (no hay autorrealización si sólo se obtienen resultados, pero no se forman una personalidad y un carácter realmente bondadosos).  

La vida plena es una vida de gozo, disfrute, bienestar, autoaceptación y sensación de logro, obtenida éticamente. Como el hombre está llamado a ser feliz y a realizarse como persona, es un hecho que todos los seres humanos tenemos el derecho y el deber de alcanzar la plenitud de nuestra existencia. Podemos alcanzar la ventura y el agrado de conseguir lo que anhelamos actuando en coherencia con los valores universales (amor, bondad, honradez, paz, verdad, justicia, responsabilidad y solidaridad).   


2


Las dimensiones de la felicidad son la formación completa, la integración armónica del psiquismo, la maduración, los logros en el ciclo vital y la salud mental. 

Formarse integralmente es construirse de forma continua y permanente y lograr la mayor calidad posible en cada uno de los aspectos del psiquismo. Integrarse armónicamente es equilibrar, de forma organizada, eficiente y benéfica, todos los estratos (conscientes, preconscientes e inconscientes), ámbitos (cognición, afecto, volición, inteligencia, temperamento, carácter, procesos mentales) y funciones de la mente. La maduración es la sana adquisición de capacidades y habilidades psicológicas que permiten alcanzar más fácil la dicha y favorecen la supervivencia (como sostener la atención y el esfuerzo, decidir rápida e inteligentemente en aras de salvar la vida, preservar el desempeño físico y mental, pensar y razonar con claridad, dominarse, juzgar la realidad atinadamente, resistir a las sugestiones e influencias exteriores potencialmente nocivas, recordar información relevante, vencer los propios temores, gestionar las propias emociones, evitar hábitos perjudiciales, proceder con calma y prudencia, adaptarse a los cambios, manejar los impulsos, perseverar y mantener la motivación a pesar de los obstáculos, sentir autoconfianza y tener en cuenta el valor propio). Los logros en el ciclo vital son los descritos por Erikson para cada etapa de la vida (confianza, autonomía, iniciativa, laboriosidad, identidad, intimidad, generatividad, integridad), a los que me gusta añadir el empoderamiento del adulto joven, justo antes de conseguir su generatividad. Y la salud mental es la concatenación armónica de bienestar emocional, psicológico, social, afectivo y espiritual que permite afrontar las vicisitudes del ser-en-el-mundo con fe, optimismo, eficiencia, lucidez, integridad, alegría, resiliencia, constancia, sabiduría y entusiasmo.

La Psicoterapia Formativa, en la medida en que está orientada a la plenitud existencial (tanto del paciente como del terapeuta), apunta a sus dos componentes: la realización personal y la felicidad (compuesta, a su vez, por la formación integral, integración armónica de los aspectos inconscientes, preconscientes y conscientes del psiquismo, la maduración, los logros en el ciclo vital y la salud mental).


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La salud mental no solamente radica en la ausencia de enfermedad psiquiátrica. De hecho, el mundo está lleno de personas francamente trastornadas que no tienen un diagnóstico psiquiátrico específico (en buena medida, porque les genera pavor el simple hecho de consultar al especialista que podría evidenciar sus aspectos disfuncionales). Y también es evidente que no todas las relaciones, cogniciones o conductas insanas están catalogadas en ningún manual diagnóstico. Ser mentalmente saludable es sentirse y estar realmente bien, así como realizar, concretar y construir todo lo que las capacidades, las aspiraciones, los valores y los talentos propios permitan posibilitar en la realidad objetiva. 

Muchas personas mentalmente enfermas no van al psiquiatra, ni toman medicación psiquiátrica ni están en tratamiento psicoterapéutico, y se la pasan causando estragos en ellas y en los demás; en cambio, he conocido muchos pacientes psiquiátricos mentalmente muy saludables. Es más: podría afirmarse, sin vacilación, que quienes asisten a psicoterapia tienen más salud mental que los que no. También podría decirse que los que van con regularidad al psiquiatra y tienen algún tipo de tratamiento psiquiátrico (psicoterapéutico, psicofarmacológico o de otro tipo), así tengan un diagnóstico encima, suelen tener más salud mental que aquellos que nunca han ido. 

Salud mental no es, en últimas, “no haber pisado nunca el consultorio de un psiquiatra”, sino lograr ser una persona inteligente y madura, capaz de gestionar y sacar el máximo provecho de sus emociones, relaciones, cogniciones y decisiones.


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Todos los seres humanos merecemos tener una vida plena.  Dios quiere que tengamos plenitud. Estamos diseñados para ella. Nuestro organismo propende a ella. Así como la felicidad es un legítimo derecho (y no sólo su búsqueda, como han defendido quienes solapadamente asumen que las desigualdades, las discriminaciones y otros tipos de injusticia social son inevitables), lo es también la plenitud de la existencia. Es bueno, deseable, justo, necesario y además alcanzable el objetivo de que todos los seres humanos podamos vivir una vida de calidad, digna de ser vivida. De esa premisa parte la Psicoterapia Formativa.

El interrogante sobre cómo llevar una vida de plenitud no es ninguna novedad. Desde Platón y Aristóteles gran cantidad de filósofos, sociólogos, médicos psiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas han hecho sus propuestas. Como lo he mencionado en otros textos, creo que no conviene atrincherarse en una posición, una teoría o una visión de la vida en particular. Lo más sabio es prudente aprender y aplicar todo aquello que pueda resultar beneficioso para el paciente y el terapeuta. No hay un solo modelo de psicoterapia que pueda ufanarse de ser perfecto o infalible. Incluso la Psicoterapia Formativa, pese a su mirada transdisciplinaria y su intención holística e integradora, tiene también sus limitaciones, y no todos los escenarios son óptimos para ejercerla (por ejemplo, no se puede usar con pacientes con demencia avanzada o discapacidad cognitiva severa).

Hasta el momento, he evidenciado que estas variables nos permiten vivir en plenitud: 1) tener fe en un Dios amoroso y omnipotente que nos acompaña, nos protege, nos guía y está listo a socorrernos; 2) darnos el gusto de un contacto constante y estrecho con la Naturaleza; 3) llevar una vida religiosa (vida de relación con Dios) activa y genuina; 4) ser agradecidos; 5) realizar actividad física permanente; 6) lograr una relación conyugal satisfactoria, enriquecedora y estable; 7) alcanzar un buen nivel de versatilidad y flexibilidad cognitiva; 8) confiar en nosotros mismos; 9) lograr el mayor autoconocimiento posible; 10) alcanzar una constante serenidad de espíritu; 11) tener determinación y coraje para transformar las cosas que se pueden cambiar; 12) aceptar radicalmente lo que no puede ser cambiado (porque ya pasó o porque no está en nuestras manos modificarlo);  13) ser capaces de autodirigirnos y decidir con autonomía; 14) aprender de todos los hechos de la vida; 15) gestionar nuestras emociones; 16) darnos actividad recreativa y lúdica frecuentemente; 17) disponer a diario de espacios para la creación (actividades como escribir, dibujar, componer, diseñar, diagramar, colorear, programar, coser, esculpir, cocinar, decorar, crear coreografías, fotografiar, filmar, entre muchas otras); 18) impulsarnos a alcanzar metas significativas y agradables; 19) tener una vivienda digna, bonita y confortable; 20) diseñar planes, objetivos y metas que no dependan de los otros, sino del propio esfuerzo; 21) sentir que esos planes, objetivos y metas se van haciendo realidad; 22) consumir alimentos sabrosos y saludables; 23)  disfrutar de todos los placeres de la vida (incluso los que la sociedad materialista y mercantilista considera “pequeños”); 24) poder amar sinceramente; 25) dar prioridad a lo que llene el alma y satisfaga las aspiraciones más profundas; 26) ayudar a los demás; 27) valorarnos y estimarnos independientemente de la opinión o la calificación externa; 28) alegrarnos por cada triunfo (sea “grande” o “pequeño”); 29) pasar tiempo de calidad con la pareja, la familia y los amigos; 30) trabajar en lo que genere más felicidad y satisfacción vital; 31) reconocernos todos los logros, cualidades y buenas acciones; 32) poder ser originales e innovadores en las cosas que emprendamos; 33) tener el apoyo de personas incondicionales; 34) saber pedir ayuda cada vez que sea necesario; 34) sentirnos bien con nuestro desempeño intelectual, emocional, físico y conductual, independientemente de las expectativas ajenas; 35) dormir bien; 36) comunicarnos con asertividad, amabilidad y respeto; 37) sentir que vivimos en una comunidad segura, próspera y estable, en la que las libertades, la propiedad y todos nuestros demás derechos están garantizados; 38) sentirnos útiles, capaces y eficientes; 39) reírnos a menudo y tener buen sentido del humor; 40) perdonar y olvidar rápidamente aquello que hayamos vivido como una afrenta, un insulto o una agresión; 41) poder entretenernos y sentirnos a gusto con facilidad; 42) soportar estar solos con tranquilidad; 43) amarnos y alegrarnos por ser tal como somos; 44) aceptar los procesos de envejecimiento, enfermedad y acercamiento a la muerte; 45) conocer y comprender la condición humana; 46) tener misericordia; 47) encajar los golpes de la vida con entereza y sosiego, sabiendo que las dificultades son transitorias y que tarde o temprano tendrán resolución; 48) rechazar todo lo que sea violento o desesperanzador; 49) rodearnos de personas honestas, responsables, fieles, trabajadoras y ecuánimes, tanto en la vida pública como en la vida privada (tanto en el ámbito laboral como en el hogar); 50) alejarnos de quienes son dados a intrigas, maledicencias, burlas, trampas, discusiones y peleas; 51) tener una vida sexual satisfactoria; 52) aprovechar inteligentemente los recursos (materiales e inmateriales) disponibles; 53) sacar tiempo para el descanso, varias veces al día; 54) aprender a diferenciar entre dolor y sufrimiento, y sufrir lo menos posible; 55) alejarnos de toda sustancia tóxica o deletérea, así sea legal (como el tabaco o el alcohol); 56) aceptarnos y entendernos, con todas nuestras luces y sombras; 57) atrevernos a volar alto y a intentar conseguir lo que consideramos benéfico, provechoso y edificante (que no nos quede luego el arrepentimiento de no haberlo intentado); 58) tener un trabajo agradable y bien remunerado que no nos ocupe más de 1/3 de nuestro tiempo de vigilia; 59) poder elaborar conflictos y sanar heridas del pasado; 60) darnos el gusto de corregir nuestros propios errores, mejorar como personas y perfeccionarnos; 61) centrarnos en cómo sacar partido de lo que hacemos mejor, en vez de enfocarnos exclusivamente en nuestros déficits.


 


El nombre que escogí para mi modelo terapéutico es el que consideré más atinado para describirlo, tanto en su conceptualización como en su método y su finalidad. Si alguien me pidiera una definición de la Psicoterapia Formativa, le diría que es un estilo de psicoterapia que busca la formación de buenas personas en todos sus participantes (psicoterapeuta, paciente, pareja, familia, grupo) con el objetivo de hacerlos seres realizados y felices, es decir, hombres y mujeres existencialmente plenos.  

Entiendo por formación la estructuración equilibrada del ser. De ahí que la personalidad, la identidad, la libertad y el logro de la autonomía sean tópicos nucleares de mi método. Estoy convencido de que forjando identidades y personalidades sanas, ecualizadas, bondadosas y funcionales se logra la meta de formar personas completas, integrales, orientadas al mejoramiento continuo. Y parto de la base de que el proceso psicoterapéutico beneficia a ambos miembros de la diada terapéutica: si el proceso es exitoso, tanto el paciente (o la pareja, o la familia, o el grupo, según sea el escenario) como el psicoterapeuta serán cada vez más amorosos, responsables, honestos, virtuosos, creativos, espontáneos, seguros de sí mismos, solidarios y encaminados a la plenitud. 

Creo también que la formación integral permite el ensamblaje coherente y estable de todas esferas del psiquismo: el desarrollo todas y cada una de las dimensiones del ser humano (ética, mental, espiritual, cognitiva, afectiva, simbólica, comunicativa, estética, lingüística, biológica, social, cultural, sexual, artística, cinestésica-sensorial, intrapersonal, interpersonal, ecológica) de forma armoniosa, organizada y útil.

Gracias a dicha formación integral se alcanza la aspiración de totalidad y completitud que está presente en la inmensa mayoría de los seres humanos, y se posibilitan, junto con las condiciones anteriormente mencionadas, la integración de los distintos aspectos (inconscientes, preconscientes, conscientes) de la personalidad, la maduración, los logros en el ciclo vital y la salud mental. Es decir, se facilitan distintos escenarios compatibles con la felicidad y, en consecuencia, con la plenitud existencial.

Obviamente, la idea que cada persona tiene sobre ser feliz y realizarse, la visión que cada ser humano tiene sobre vivir en plenitud es única. No hay un solo cerebro (ni una sola mente, ni un solo espíritu) 100% idéntico a otro; por lo tanto, es de esperarse que cada individuo tenga su propia versión de vida plena. El psicoterapeuta formativo ha de respetar esas singularidades. Los elementos universales (relativos al equilibrio psíquico, la ecualización, la madurez, la adquisición de los logros correspondientes dentro del ciclo vital, la salud mental) son perfectamente compatibles con los elementos individuales (lo que cada quien necesite para sentirse realizado y pleno).

¿Cómo se logra la formación en la Psicoterapia Formativa? Gracias a la sinergia paciente-terapeuta (el proceso de crecimiento/mejoramiento vivido por ambos), la alianza terapéutica (el compromiso a apoyarse y complementarse, con miras a lograr los objetivos tanto generales como individuales), los momentos de enseñanza y aprendizaje vividos y consolidados en todos los procesos pedagógicos (el psicoterapéutico, el educativo formal-institucional y el educativo no formal-familiar-social, en la inmersión en la cultura, y en todas las relaciones que el hombre establece a lo largo de su existencia).  

¿Qué se pretende con dicha formación? La construcción de una persona humana integral, triunfadora, coherente, completa, cálida, genuina, amorosa, eficiente, auténtica, espontánea, capaz de gestionar sus emociones y sus relaciones, fecunda, capaz de aceptar y abrazar todas las vivencias de manera creativa y funcional, saludable, alegremente productiva, llena de capacidades y habilidades conducentes a la felicidad (y, por ende, a la plenitud).


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Con respecto a la maduración, hay que tener en cuenta que el concepto abarca mucho más que el crecimiento orgánico o corporal. Es el logro del desarrollo total, de la mejor versión de nosotros mismos en cada momento de la vida. Y no hay que esperar a ser ancianos. De hecho, envejecimiento y madurez no van necesariamente juntos. He visto gente francamente vieja, por no decir decrépita, sumamente inmadura. Y personas muy jóvenes, a veces púberes, sorprendentemente maduras.

Podemos ser maduros en cada etapa de la vida (niñez, adolescencia, juventud, adultez y ancianidad), en la medida que: a) seamos pacientes; b) guiemos nuestros actos por el principio de realidad y no por el principio de placer; c) toleremos las frustraciones del día a día, manteniendo la motivación y la esperanza; d) logremos diferir pequeñas gratificaciones inmediatas o de corto plazo, en aras de conseguir gratificaciones mayores a largo plazo; e) mantengamos la lucidez y el juicio crítico en todos los momentos de la vida; f) sepamos alejarnos de las malas compañías (individuos o grupos que promuevan nuestras conductas o tendencias autodestructivas, perversas o sociopáticas); g) podamos discernir con claridad; h) preveamos las consecuencias de nuestras cogniciones y conductas; i) elijamos las opciones más inteligentes, prácticas y virtuosas en las diversas encrucijadas que enfrentemos; j) seamos cada vez más prudentes y sabios a la hora de tomar decisiones; k) asumamos la plena responsabilidad de nuestra vida (y, en consecuencia, de nuestros pensamientos, emociones y actos); l) aprendamos a reaccionar de manera ecuánime y mesurada; m) conozcamos nuestros límites y calculemos razonablemente qué, cómo, cuándo y en qué medida podemos lanzarnos a realizar una acción (sin arriesgarnos estúpidamente, pero sin estancarnos en una actitud pusilánime y derrotista); n) seamos resistentes, resilientes y optimistas, aún en medio de las mayores adversidades; ñ) aprendamos a aprender de todas las personas y de todos los acontecimientos de la existencia; o) mantengamos nuestra individualidad, nuestra fibra moral y nuestra autonomía, sin dejarnos chantajear, manipular o desdibujar por ningún tipo de presión externa; p) actuemos responsable y coherentemente (atendiendo a nuestros principios y valores); q) tengamos una capacidad de esfuerzo y una fuerza de voluntad suficientemente bien desarrolladas; r) entendamos que los demás no están para satisfacer nuestras expectativas, y que nosotros no estamos para satisfacer las expectativas de los demás; s) respetemos y nos hagamos respetar con asertividad y gentileza; t) aprendamos a escuchar y extraer las lecciones, enseñanzas y moralejas de la experiencia ajena (incluyendo la consignada en los libros de Historia); u) hagamos de nuestras experiencias dolorosas una oportunidad para fortalecernos y crecer emocionalmente, en lugar de amargarnos, traumatizarnos o endurecernos. 

La maduración y la formación van juntas, tomadas de la mano, a la hora de lograr la felicidad y la anhelada plenitud. Por eso a veces sus metas se traslapan y complementan. Entretanto, los logros en el ciclo vital fueron en buena medida establecidos por uno de los gigantes de la Psicología: Erik Erikson (1902-1994): confianza, autonomía, iniciativa, laboriosidad, responsabilidad, generatividad e integración. Pero ahí no se queda todo. Como señalé arriba, me gusta añadir a la lista de Erikson el logro del empoderamiento del adulto joven: el que se pueda abrir camino en el mundo social y laboral como un protagonista, con una filosofía y un estilo de vida, unas creencias políticas y religiosas claras (no sujetas a modas ni presiones de grupo) y una cosmovisión bien definida (y al mismo tiempo flexible, abierta a los cambios que impliquen mejoría). 


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Para redondear estas miradas a la existencia plena, vale la pena hablar también de la realización personal. La Psicoterapia Formativa la entiende como la satisfacción de haber conseguido aquello a lo que se aspiraba: una vida digna, coherente con los valores y las metas que se han trazado dentro del proyecto de vida, en la que se puede decir que hacemos lo que estábamos llamados a hacer. 

El elemento vocacional es fundamental. Una persona realizada es aquella que supo qué quería y en ese orden de ideas se preparó y bregó para alcanzarlo, y que, una vez ganando, supo conservarlo. Se quiso hacer y se hizo. Y la realización incluye también la sensación de satisfacción (y el sano orgullo derivado) por haber alcanzado aquello que se anhelaba.

Algunos teóricos se han centrado tanto en la felicidad que se han olvidado de la autorrealización. Y ambas son indispensables para hablar de plenitud. Esto explicaría el hecho, tan frecuente en la práctica clínica, de que existan personas que pueden ser felices sin llegar a realizarse plenamente, y que haya otras que logran realizar sus sueños y, sin embargo, no alcanzan la felicidad.   

La realización da respuesta a los interrogantes por el sentido de la vida, multiplica las ganas de seguir asumiendo retos y responsabilidades, da valor a la existencia y permite evolucionar y crecer. Es vital para el ser humano, ya que va de la mano tanto con la pulsión erótica como con la pulsión tanática y el instinto de supervivencia, y resulta ser una de las fuerzas impulsoras y motivadoras más poderosas.

La idea es que tanto el paciente (la pareja/la familia/el grupo) como el psicoterapeuta formativo sean felices y realizados, para que sean plenos. Y que irradien, dondequiera que vayan, esa plenitud. Podrán inspirar a muchas otras personas. Este es un mundo que necesita muchísima más gente plena.



Referencias


Acosta Vera, J.M. (2006). Marketing personal: el camino al éxito. Madrid: ESIC Editorial.

Acosta Vera, J.M. (2015). Inteligencia emocional. Madrid: ESIC Editorial.

Bradberry, T. y Greaves, J. (2009). Inteligencia emocional 2.0. Cota: Penguin Random House.

Erikson, E. (2000). El ciclo vital completado. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica. 

Erikson, E. (1983). Infancia y sociedad. Buenos Aires: Horme-Paidós.

Erikson, E. (1974). Identidad, Juventud y Crisis. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Erikson, E. (1972). Sociedad y Adolescencia. Buenos Aires: Editorial Paidós. 

Goleman, D. (2018). Inteligencia emocional en la empresa. Cota: Penguin Random House.

Seligman, M. (2018). El circuito de la esperanza. Barcelona: Ediciones B.

Seligman, M. (2021). La auténtica felicidad. Barcelona: Ediciones B.

Warner, J. (2015). Inteligencia emocional. Perfil de competencias. Madrid: Ramón Areces.


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David Alberto Campos Vargas 

Médico y Cirujano, Pontificia Universidad Javeriana

Especialista en Psiquiatría, Pontificia Universidad Javeriana

Neuropsicólogo, Universidad de Valparaíso

Neuropsiquiatra, Universidad Católica de Chile

Filósofo, Universidad Santo Tomás de Aquino

Teólogo, Obispado Castrense de Colombia


Cómo citar este artículo: Campos Vargas, D.A. (2021) Plenitud Existencial y Psicoterapia Formativa. Revista Virtual de Psicoterapia Formativa, octubre de 2021.


domingo, 17 de octubre de 2021

DELTA-9-TETRAHIDROCANNABINOL (Δ9-THC) EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA


DELTA-9-TETRAHIDROCANNABINOL (Δ9-THC) EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS DE COLOMBIA


Ana Ximena Murillo Mosquera, Gregorio Enrique Mora Arbeláez, Juan Camilo Londoño Martinez, Luis Montes Rios, Daniela López Quirama


El Δ9-THC es el principal componente toxico de la Cannabis Sativa, la cual tiene más de 100 compuestos cannabinoides aparte de este, los cuales también tienen funciones en el SNC. La C. Sativa es de origen asiático, y se ha usado para diferentes fines como religiosos, recreativos y medicinales.  Su uso data desde hace más de 10.000 años en Taiwán, por vía oral, y su inhalación desde hace 5.000 años en Rumania y China durante rituales de diversa índole. Los asirios fueron los que descubrieron sus propiedades psicoactivas y las usaron para rituales religiosos. También los taros, griegos y musulmanes tienen registros de este uso (8).

La C. Sativa se comenzó a ilegalizar a comienzos del siglo XX, primero en Sudáfrica, Reino Unido; Luego la Convención Internacional del Opio en 1925 en La Haya la prohibió. En Estados Unidos se comenzó a prohibir desde 1096, pero fue hasta 1937 que se dictó la prohibición en una ley. Actualmente la legalización de la C. Sativa está viviendo una especie de auge, desde que en 2012 los estados de Washington y Colorado de Estados Unidos las legalizaran con fines medicinales. En Uruguay se legalizó en 2014, y en Colombia bajo el decreto presidencial 2467 del 22 de diciembre de 2015 se aprobaría su uso medicinal(10,11).

Este compuesto fue aislado por primera vez en los años 1960, y a partir de esto comenzó toda su investigación, que ayudo a encontrar dos receptores el CB1 y el CB2, y cannabinoides endógenos como la anandamina y el 2-araquinilglicerol, dando lugar al sistema cannabinoide endógeno (SCE), el cual cumple funciones fisiológicas en el sistema nervioso y en el sistema inmune. En el sistema nervioso encontramos que los receptores CB1 inhiben la sinapsis; esto lo hace activando una proteína G inhibitoria que causara una disminución de calcio y un aumento de potasio intracelular, causando una hiperpolarización la célula, y de esta forma evitando la salida del neurotransmisores de la neurona presináptica, como acetilcolina, noradrenalina, dopamina, GABA,  glutamato y aspartato, por lo cual inhibe la cognición, la memoria, altera las funciones motoras e inhibe la ruta del dolor en la medula espinal. También los podemos encontrar en las neuronas del corazón, vejiga urinaria e intestinos. Los receptores CB2 se encuentran en el sistema inmune principalmente en linfocitos B y macrófagos, donde son inmunomoduladores, pero en su expresión continua causan estados de inmunosupresión(8, 9,12). 

Los efectos del Δ9-THC ejerce sus efectos casi instantáneamente cuando es inhalada, y se demora de 30 a 60 minutos si es ingerida, dentro del organismo esta tiene un efecto de primer paso, por medio del CYP2C9, el que la metaboliza en 11-OH-THC y este después en 11-nor-9-carboxi-THC ambos metabolitos activos, que luego sufrirá glucoronidoconjugación, para ser eliminado en 28-56 horas; sin embargo, en consumidores crónicos se pueden encontrar este compuesto hasta 6 semanas después(8,12).


Consumo de marihuana en estudiantes universitarios


En Colombia, en el año 2014 el Ministerio de salud y Protección Social encontró que el 11,5% de los colombianos la habían consumido alguna vez en su vida, teniendo una prevalencia del 18% en hombres y del 6% en mujeres, y con un consumo en el último año del 3,3%. El Ministerio también en el año 2009 el realizó un estudio sobre prevalencia del consumo de drogas en 10 universidades del país, en el que se observó que el consumo de marihuana fue del 26,4 %, ubicándose la C. Sativa como el psicotóxico de más alto consumo en relación a todas las sustancias interrogadas(1)

El consumo de marihuana en la comunidad de jóvenes universitarios colombianos es preocupante. Con relación al contexto andino las cifras de consumo en Colombia son más altas, en torno a un 12 %, mientras que en Bolivia, Ecuador y Perú́ son de 2 %, 5 %, y 3 % respectivamente(2). 

Los reportes de estudios en la población joven universitaria a nivel nacional y mundial, muestran la marihuana como “la droga ilegal más consumida por los jóvenes”(3) . En la investigación realizada durante el año 2009 en la Universidad del Tolima, que tuvo una muestra de 700 estudiantes de diferentes Facultades se encontró que 187 (27%) consumían marihuana y 513 (73%) no la consumían. En cuanto a edad, el grupo que concentró el mayor índice de consumo de marihuana fue el de 18 a 21 años (59 %), seguido por el grupo de 22 a 25 años (24 %); el menor porcentaje de consumo lo tuvo el grupo de 15 a 17 años (17 %). Lo anterior es similar a lo que se presenta en Chile y otros países andinos en donde el consumo de esta sustancia se concentra fundamentalmente entre las personas jóvenes al final de la adolescencia(4,5).

Las cifras de consumo de marihuana encontradas en la Universidad del Tolima concuerdan con otros estudios realizados en la población de universitarios del país, que han arrojado cifras de consumo entre el 10 y el 14%(6). En cuanto al consumo de marihuana por facultades y programas, en este estudio se encontró que la prevalencia en los programas de Medicina fue del 7%.


¿Por qué es importante estudiar esto, especialmente en estudiantes de Medicina?


La medicina basada en la evidencia nos muestra como el cannabis no es una droga inocua, tiene consecuencias muy negativas en la salud. Se desconoce el estado actual sobre este consumo en estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad del Quindío. El estudio de la universidad del Tolima nos muestra como el consumo de esta sustancia en el ámbito universitario está alrededor del 12% en Colombia. El estudio también reveló que en cuanto al consumo de marihuana por facultades y programas, los mayores porcentajes los obtuvieron los estudiantes de los programas de Topografía y Arquitectura (10,7 %), Educación Física (9,6 %), Enfermería (9,1 %), Licenciatura en Matemáticas y Ciencias Naturales (8,6 %), Inglés (8%) y Economía (8 %). El consumo en Medicina (7 %) se relacionó en este estudio con los altos niveles de exigencia académica, y los consumidores relataron que utilizaban la marihuana como una supuesta solución a esta exigencia. Lo anterior es preocupante, porque el estudiante de Medicina debe cuidar su organismo, propender por su buen estado de salud y encontrar verdaderas soluciones frente a estresores como la alta exigencia académica, y el consumo de marihuana, lejos de ser útil, trae nefastas consecuencias(4,6).

El consumo podría tener más consecuencias negativas que positivas en cuanto a salud y calidad de vida en los adolescentes y jóvenes, por la susceptibilidad neuronal de esta etapa de crecimiento. Además puede ser negativo en cuanto al deterioro cognitivo que la marihuana acarrea: el 7,0 % de los universitarios consumidores refieren sentir rechazo al estudio, menos motivación, bajas notas y pérdida de semestres académicos por su consumo. La marihuana también se ha visto implicada en la prolongación de la estancia en la universidad, la deserción estudiantil, el incumplimiento de horarios y actividades académicas, la implicación en riñas y actividades antisociales, y la disminución de las oportunidades de progreso educativo y laboral(4,13).

Además cabe resaltar la poca información que poseen los consumidores de esta sustancia sobre las consecuencias del consumo de marihuana en el organismo: el 55,5 % está informado a medias y el 44,5 % poco informado. Respecto a la fuente de esa información, un 44,1 %, proviene de amigos, un 8,9 %, de padres, un 14 %, de profesores, un 28,9 % de medios masivos de comunicación y un 4,1 % de otros medios. Es decir, quienes deberían informar (los médicos) no lo están haciendo. Y quienes deberían consultarlos, tampoco lo están haciendo. Urge que médicos y estudiantes de Medicina estudien, conozcan las consecuencias del consumo, se empoderen y asuman el papel protagónico que les corresponde como educadores y abanderados sociales de la salud, adquieran herramientas para la comunicación eficiente y formen conciencia social para evitar el consumo de esta droga(4,32).

El consumo de marihuana se ha convertido además en la actividad nociva más frecuente dentro del campus universitario, en el marco de diversas redes de microtráfico, en diversas universidades colombianas. Pese a ser tan dañina, la desinformación ha contribuido a que la marihuana sea la sustancia que más se consume y más fácil se consigue dentro de las universidades(14).


Razones por las que se consume marihuana


En la literatura revisada se encontró que entre las principales razones por las cuales las personas están propensas a probar o consumir cannabis son: presión social, disfunción familiar, la facilidad en el entorno de conseguir SPA, problemas emocionales, trastornos depresivos, consumo por parte de los padres y consumo de sustancias “gatillo” como el alcohol y el tabaco. También se han tenido en cuenta la influencia de ciertos factores genéticos y neurobiológicos(21). 

La transición de primaria a bachillerato puede llegar a ser un periodo crítico en los escolares, puesto que se enfrentan a nuevos cambios, en especial el inicio de la adolescencia, ya que la expectativa social es la aceptación de sus pares. Lo paradójico es que la tarea evolutiva de lograr y consolidar una identidad puede verse afectada por situaciones como el inicio del consumo de sustancias psicotóxicas(22). Es importante tener presente que con la prevención de consumo de sustancias legales como el alcohol y el tabaco también se reduce la frecuencia del consumo de sustancias ilegales. La mayoría de los adolescentes que consumen sustancias ilegales se iniciaron primero con sustancias legales como alcohol y cigarrillo(26).

También es muy importante investigar tempranamente síntomas emocionales en adolescentes que consumen sustancias legales e ilegales. El consumo de sustancias como la marihuana en adolescentes ha mostrado una fuerte y consistente asociación con trastornos psicóticos, brotes de esquizofrenia, trastornos depresivos y otros trastornos mentales(23,25). Igualmente, los adolescentes con problemas emocionales asociados a consumo de marihuana presentan un menor rendimiento académico, mayor deserción escolar y, en general, un peor pronóstico a corto y largo plazo(24). 

En cuanto a las variables que se asociaron significativamente con el consumo de sustancias, se destaca la presencia de disfunción familiar. El hecho de que haya disfunción familiar aumenta el riesgo de consumo de los escolares; además, algunos estudios han encontrado que, si alguno de los padres es consumidor de sustancias psicotóxicas, se incrementa el riesgo de consumo en sus hijos(27). Otro factor relacionado con el consumo de sustancias es estar rodeado de amigos que consumen (OR = 3,12; IC95%, 2,49-10,38), ya que los amigos más cercanos, parejas y grupos pequeños se convierten en una influencia dominante que determina el consumo de sustancias psicotóxicas(28).

El consumo de psicotóxicos afecta todos los ámbitos del desarrollo humano, incluidos la salud, la economía y la funcionalidad familiar; si uno de los padres consume este tipo de sustancias, el riesgo de disfunción familiar se incrementa drásticamente, y, a su vez, el riesgo de que los hijos también consuman sustancias psicoactivas, riesgo tan grande que está incluso por encima de variables como la presencia de “jíbaros” o expendedores de drogas en el barrio o el consumo de drogas por parte de compañeros de colegio o de universidad(29). 

El uso de sustancias psicotóxicas genera un conjunto de problemas conductuales y, a su vez, tener trastornos de la conducta predispone a consumirlas; se ha encontrado que una mayor presencia de conductas desviadas de las normas de comportamiento social típicas dela edad es un potente predictor del consumo de drogas, así como tener relaciones con amigos conflictivos/disociales, carecer de apoyo psicoterapéutico ante las crisis de la vida, tener una pobre vida espiritual o presentar conductas de insolidaridad o daño al prójimo (30,31,32).


Efectos neurológicos, psiquiátricos y físicos del consumo de cannabinoides


La estimulación de los receptores CB1 por la marihuana afecta el sistema cannabinoide endógeno produciendo efectos como: reducción de la coordinación, torpeza en ejecución de actividades motoras finas, somnolencia, alteración de la percepción y la concentración, afectación del desempeño intelectual y alteración del sentido del espacio y el tiempo. Por otra parte, el consumo puede producir alucinaciones, delirios, deterioro de la memoria, desorientación, despersonalización, desrrealización, deterioro cognoscitivo, hipobulia o abulia, pérdida de la motivación y del sentido de la vida. Incluso se han dado casos de aparición de esquizofrenia y trastorno esquizofreniforme, y no necesariamente por consumo en altas dosis de forma repetida y prolongada, sino también por un consumo único o en dosis bajas(8,33). 

Diferentes estudios hechos en personas y animales muestran que la exposición a marihuana puede ocasionar cambios dañinos a largo plazo en el cerebro. Por ejemplo, en ratas se han observado cambios cognitivos importantes asociados a cambios estructurales en el hipocampo(15). Por otra parte, se han observado también cambios en el sistema de gratificación, lo que indica que puede inducir efectos reforzantes en las personas que consumen. Esto podría explicar el hecho de que se pueda desarrollar dependencia a esta sustancia. De hecho, el cese del consumo crónico de marihuana produce algunos signos de abstinencia como irritabilidad, insomnio, anorexia y heteroagresividad. Se ha demostrado que el consumo repetido de Δ9-THC da lugar a una disminución de los efectos subjetivos asociados al consumo y que el desarrollo de tolerancia a los efectos del Δ9-THC en humanos está directamente relacionado con la cantidad de Δ9-THC consumida; de acuerdo con lo anterior, se observa un mayor grado de tolerancia en los grandes consumidores. Además de que el consumo de cannabis facilita el consumo de otras sustancias psicotóxicas, el consumo temprano (infancia y adolescencia) se asocia con un incremento en el riesgo de desarrollar una enfermedad psiquiátrica franca, especialmente trastornos psicóticos, sobre todo en individuos vulnerables (8,32,33). 

Entre otros efectos del consumo de la marihuana se menciona en la literatura que el riesgo de tener un infarto es 5 veces mayor tras una hora del consumo de la marihuana(16); también que durante su consumo hay aumento de la hipotensión ortostática(17). Otros efectos ocurren a nivel respiratorio, ya que el fumar marihuana irrita el aparato respiratorio y el humo de contiene tóxicos que pueden causar reacciones inflamatorias. Las personas que fuman marihuana a largo plazo presentan mayor riesgo de desarrollar bronquitis crónica(18). Al fumarla también se puede afectar la actividad inmunológica, lo que crea una   mayor predisposición a neumonías(19). Por último, uno de los efectos más documentados es que hay un incremento del riesgo de presentar una forma agresiva de cáncer de testículo: el tumor de células germinativas no seminomatoso(20).


Bibliografía


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31. Campos Vargas, D.A. Fundamentos de Psicoterapia Formativa. SPF Ediciones, 2020

32. Campos Vargas, D.A. Psicoterapia Formativa en Tiempos de Crisis. SPF Ediciones, 2021

33. Swaab, D. Somos nuestro cerebro. Plataforma Editorial, 2019



Cómo citar este artículo: Murillo Mosquera, A.X., Mora Arbeláez G.E., Londoño Martínez, J.C., Montes Ríos, L., López Quirama, D (2021) Delta-9-tetrahidrocannabinol en estudiantes universitarios de Colombia. Revista Virtual de Psicoterapia Formativa, Octubre de 2021.

sábado, 2 de octubre de 2021

SALUD MENTAL Y CALIDAD DE VIDA, por David Alberto Campos Vargas


SALUD MENTAL Y CALIDAD DE VIDA


David Alberto Campos Vargas*


El hombre está llamado a ser feliz, a realizarse como persona: a alcanzar su plenitud existencial. Es bueno y justo, en consecuencia, que todos los seres humanos podamos vivir una vida de calidad, digna de ser vivida.

La salud mental es, en ese orden de ideas, una de las metas fundamentales, y un derecho que tenemos todos los seres humanos. Basado en mi experiencia como psiquiatra, filósofo y psicoterapeuta, he llegado a entender la salud mental como la concatenación armónica de: a) gozar de bienestar emocional, psicológico, social, afectivo y espiritual; b) afrontar las vicisitudes del ser-en-el-mundo con fe, optimismo, eficiencia, lucidez, integridad, alegría, resiliencia, constancia, sabiduría y entusiasmo; c) realizar, concretar y construir todo lo que las capacidades, las aspiraciones, los valores y los talentos propios permitan posibilitar en la realidad objetiva; d) lograr una personalidad bien formada, integrada y ecualizada, inteligente y madura; e) gestionar y sacar el máximo provecho de sus emociones, relaciones, cogniciones y decisiones.

¿Y cómo se consigue lo anteriormente expuesto? Grandes pensadores y terapeutas de todas las épocas se lo han planteado, y creo que es prudente aprender y aplicar aquello que de sus modelos y teorías pueda ser sensato y benéfico. Pero no podemos quedarnos ahí. La reciente investigación en neurociencias, medicina y psicoterapia nos está dando luces interesantes y novedosas, y confío en que todo lo que se está estudiando pueda arrojarnos nuevas ideas y permitirnos nuevos caminos. 

Como expongo en Fundamentos de Psicoterapia Formativa, la evidencia científica actual nos muestra que podemos lograr salud mental con vida espiritual genuina, actividad física constante, gratitud, flexibilidad cognitiva, autoconocimiento, determinación y coraje para transformar las cosas que se pueden cambiar, aceptación de lo que no puede ser cambiado (porque ya pasó o porque no está en nuestras manos modificarlo), buenas relaciones (con Dios, con nosotros mismos y con los demás), aprendizaje de todos los hechos de la vida, actividad recreativa y lúdica frecuente, uso diario de espacios para la creación (actividades como escribir, dibujar, componer, diseñar, diagramar, colorear, programar, coser, esculpir o cocinar, entre muchas otras), tener metas significativas y agradables, disfrutar de todos los placeres de la vida (incluso los que la sociedad materialista y mercantilista considera “pequeños”), dar prioridad a lo que llene el alma y satisfaga las aspiraciones más profundas, ayudar a los demás, poder amar y ser amados, valorarnos y estimarnos independientemente de la opinión o la calificación externa, trabajar en lo que podamos sentirnos más felices, tener tiempo de calidad para disfrutar con nuestros seres queridos, poder ser originales e innovadores en todo lo que emprendamos, saber pedir ayuda cuando lo necesitemos, y comunicarnos con asertividad, amabilidad y respeto.  

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David Alberto Campos Vargas



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 


Campos Vargas, D.A. (2020). Fundamentos de Psicoterapia Formativa. Armenia: SPF Ediciones.

Campos Vargas, D.A. (2021). Psicoterapia Formativa en Tiempos de Crisis. Armenia: SPF Ediciones. 

Freeman, H., Katschnig, H., Sartorius, N. (2000). Calidad de vida en los Trastornos Mentales. Barcelona: Masson.

Gonzalo, L.M. (2005). Ejercicio y calidad de vida: claves para mantener la salud mental y física. Pamplona: Ediciones EUNSA.


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David Alberto Campos Vargas 


Médico y Cirujano, Pontificia Universidad Javeriana

Especialista en Psiquiatría, Pontificia Universidad Javeriana

Neuropsicólogo, Universidad de Valparaíso

Neuropsiquiatra, Universidad Católica de Chile

Filósofo, Universidad Santo Tomás de Aquino

Teólogo, Obispado Castrense de Colombia



Cómo citar este artículo: Campos Vargas, D.A. (2021) Salud mental y Calidad de Vida. Revista Virtual de Psicoterapia Formativa, Octubre de 2021.

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