jueves, 20 de mayo de 2021

FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR EN PACIENTES HIPERTENSOS EN UN HOSPITAL NIVEL UNO


FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR EN PACIENTES HIPERTENSOS

EN UN HOSPITAL NIVEL UNO


García Mendoza M.A, Quintero Moreno C.E, Reyes Quintana C.D


RESUMEN


Objetivos: Analizar factores de riesgos presentes en los pacientes hipertensos que asistieron al programa de enfermedades crónicas en el Hospital Rubén Cruz Vélez durante el período 2015-2016, en el municipio de Tuluá – Valle del Cauca. Metodología: Estudio descriptivo observacional de corte trasversal, desarrollado con 350 pacientes pertenecientes al control de crónicos del hospital Rubén Cruz Vélez, en el municipio de Tuluá- valle del cauca. Los datos fueron recolectados a través de encuestas y la revisión del carnet de control. Resultados: en la población encuestada se encontró una edad media de 62,7 años; de estos 76% de los hipertensos eran mujeres, 98% mestizos y 87,42% refirieron vivir en zona urbana. Entre los factores de riesgo presentes en dicha población, se encontró que el 32,9% eran sedentarios, 68,83% tenían un IMC elevado, 30,28% no estaban en metas de la presión arterial. Asociado se observó que el 78,6% sufrían de dislipidemia, de los cuales el 70% usaba algún tipo de medicación para su control, mientras que el 29,4% eran diabéticos. 67,4% de los pacientes tenían historia familiar en primera línea de HTA. 

Conclusiones: la mayoría de la población hipertensa encuestada pertenece a una población longeva de predominio femenino. Entre los factores de riesgo más destacados, cabe mencionar que nos encontramos frente a una población sedentaria, con un IMC fuera de las metas, con un alto consumo de harinas y fritos semanales. Se encontró un aumento entre la asociación de hipertensión arterial, dislipidemia y diabetes mellitus.

Palabras clave: Hipertensión Arterial Primaria, Factores de Riesgo, Promoción y Prevención, Sedentarismo, Obesidad, Estrés.


SUMMARY


Objectives: analyze risk factors in hypertensive patients who attended the chronic disease program in the Rubén Cruz Velez Hospital during the period 2015-2016 in the municipality of Tuluá, Valle del Cauca, Colombia. Methodology: observational and descriptive crosssectional study developed with 350 patients belonging to the chronic disease program in the Rubén Cruz Velez Hospital in the municipality of Tuluá, Valle del Cauca. The data were collected through surveys and control cards. Outcomes: in the population surveyed it was found a middle age of 62,7 years, of these 76% of hypertensive patients were women, 98% were mestizos and 87,42% referred to live in the urban area. Between the present risk factors in that population it was found that 48,6% were sedentary, 68,83% had a high BMI, 30,28% weren’t on blood pressure goals. Associated was observed that 78,6% suffered from dyslipidemia of which 70% used some type of medication for their control, while 29,4% were diabetic. 67, 4% of patients had a family story in the first line of hypertension. 

Conclusions: the majority of the hypertensive population surveyed belonged to a long-lived female population. Among the most important risk factors it is worth mentioning that we are facing a sedentary population, with BMI out of the goals, with high consumption the flours and fried weekly. It was found an increased the association between arterial hypertension, dyslipidemia and mellitus diabetes.

Keywords: Primary Hypertension, Risk Factor's, Promotion and prevention, sedentary lifestyle, Obesity, Stress.


INTRODUCCIÓN 


La hipertensión arterial (HTA) es un síndrome multifactorial de origen genético muy fácil de diagnosticar, pero de difícil control en el mundo. Se define como: un nivel mantenido de la presión arterial (PA) sistólica y diastólica igual o superior a 140/90 mmHg, respectivamente, tomada en condiciones apropiadas en por lo menos tres lecturas de preferencia en tres días diferentes o cuando la PA inicial sea muy elevada y/o cuando el paciente presente cifras normales bajo tratamiento antihipertensivo. 

A finales del siglo XX y de la mano con eventos tan importantes e influyentes como la globalización, la importancia acerca del conocimiento de la Hipertensión Arterial (HTA), su fisiopatología, así como su historia natural ha ido creciendo radicalmente, esto debido a que ésta constituye uno de los principales y en algunas otras situaciones, el principal factor de riesgo para entidades que en la actualidad son las causales de mayor morbimortalidad a nivel mundial, tales como: La enfermedad coronaria, el infarto agudo de miocardio (IAM), los eventos cerebrovasculares (ECV), la aterosclerosis, etc. Debido al potencial patogénico previamente comentado, es de vital importancia su diagnóstico precoz, lo cual es un verdadero reto clínico, debido a que muchas veces debuta con alguna de las complicaciones micro o macrovasculares asociadas a la misma, por lo que identificar los posibles individuos susceptibles o expuestos a factores de riesgo ya identificados es fundamental, para prevenir un aumento de la carga a la salud y al nivel socioeconómico que actualmente representa; esto se refuerza grandemente en el hecho de que identificando y posteriormente modificando los factores de riesgo asociados al desarrollo de la HTA, el curso de la enfermedad puede tomar un giro positivo de gran impacto en los sectores previamente mencionados y en muchos otros implicados. 

En aquellos que ya conviven con la enfermedad, el control de las cifras tensionales sumado a la modificación en los hábitos alimenticios y estilo de vida saludable, se encuentran relacionados con una mejor calidad y expectativa de vida más alta


METODOLOGÍA


DISEÑO DEL ESTUDIO 

Estudio observacional, descriptivo, de corte transversal. 


POBLACIÓN Y MUESTRA 

Pacientes con hipertensión crónica primaria, mayores de edad, pertenecientes al programa de Promoción y Prevención de enfermedades crónicas del Hospital Rubén Cruz Vélez, desde agosto hasta noviembre de 2016. De un total de 5600 pacientes se encuestaron 350 pacientes hipertensos de dicho programa. 


UNIDAD DE ANÁLISIS

A través de una encuesta relacionadas con los factores de riesgos y el estilo de vida aplicada a la población de hipertensos seleccionada y revisión del carnet de control entregado por el programa al paciente. 


CRITERIOS DE INCLUSIÓN 

Pacientes con hipertensión mayores de edad, pacientes quienes iniciaron controles o asistieron a controles de su enfermedad durante el año 2015 o antes, pacientes con complicaciones atribuibles a la hipertensión, pero controlada. 


CRITERIOS DE EXCLUSIÓN 

Pacientes con diagnóstico de hipertensión arterial secundaria o con alguna complicación grave (ictus, IMA, parálisis de algún tipo, etc.), paciente con déficit cognitivo, pacientes menores de edad. 


INSTRUMENTOS Y VALIDACIÓN DE LOS INSTRUMENTOS 

Se utilizaron equipos de la institución objeto de estudio (tallímetro, balanza médica, cinta métrica, tensiómetro) que estaban debidamente certificados y estandarizados según las normas. 


TÉCNICAS DE RECOLECCIÓN 

La información se recolectó a través de encuestas que fueron realizadas a los pacientes hipertensos que asistieron a controles para el manejo de su enfermedad durante el período 2015 – 2016 y la revisión del carnet de control entregado por el programa al paciente. 


TRATAMIENTO DE LA INFORMACIÓN 

Los datos recolectados a través de las encuestas de los pacientes que participaron en el proyecto, fueron tabularon en el programa de SPSS Statistics, en una base de datos, en la cual se ordenó cada una de las variables estudiadas. 


PROCEDIMIENTO 

Se realizó una entrevista con pacientes hipertensos del programa de enfermedades crónicas del Hospital Rubén Cruz Vélez de (Tuluá, Valle). Una vez informado el paciente, se aplicó un formato tipo encuesta para registro de la información personal, factores de riesgos cardiovasculares asociados con el estilo de vida. Se indago a los pacientes hipertensos sobre si se utilizaba medicamentos, para sus comorbilidades asociadas afines a este estudio y se verificó dicha información en el carnet de control. 


VARIABLES 

Edad, sexo, raza, área de vivienda, ocupación, estado civil, estrato socioeconómico, nivel educativo, cifra de tensión arterial, número de controles en el último año, índice de masa corporal, perímetro abdominal, peso, familiares con hipertensión arterial, dislipidemia tabaquismo, sedentarismo, veces y horas que realiza actividad física, dieta, estrés. 


RESULTADOS 


Se pudo observar con base a la población encuestada que la ésta se encontraba en un rango de edad que iba desde los 26 años hasta los 90 años, con una media de 62,7 años y una desviación estándar de 11 años, lo cual da a concluir que estamos frente a una población longeva. Con base a la educación que abarcaba desde la primaria hasta estudios universitarios, se encontró que 232 pacientes solo habían realizado la primaria, 75 la secundaria o bachillerado, 34 no habían realizado ninguna clase de estudio, a lo que respeta a las carreras técnicos y universitarias, fueron 5 y 4 los pacientes quienes informaron haber recibido este tipo de estudio, respectivamente. De los 316 pacientes que recibieron algún tipo de educación, solo 141 (40,3%) expresaron haber completado la clase de estudio que realizo, frente a 209 (59,7%) quienes no terminaron el mismo.

De los 350 encuestados, 93,4% (n=327) asistieron a 3 o más controles durante un año, los cuales se realizaban cada 2 meses por auxiliares de enfermería y el medico correspondiente del programa, 5,4% (n=19) pacientes manifestaron no recordar la cantidad de veces que asistieron a control, 0,85% (n=3) pacientes asistieron únicamente a 2 controles, y 0,28% (n=1) paciente estuvo en control en una oportunidad durante un año. Teniendo en cuenta factores de riesgo modificables encontrados en la población de los 350 hipertensos a los cuales se realizó la encuesta, se encontraron: 6% (n=21) fumadores, 6,8% (n=24) fumadores pasivos, 4% (n=14) ingieren alcohol, 32,8% (n=115) sedentarios y el 22,6% (n=79) manifestaron padecer estrés diariamente. Con los datos obtenidos, se encontró en relación al sexo asociado al control de la presión arterial, que mujeres 77,64% (n=191) se encontraban más cerca de las metas que los hombres 22,35% (n=55). Analizando la misma variable con respecto a la educación que había recibido el paciente, se observó que la mayoría de los que se encontraban entre las metas solo habían realizado la primaria 65,4% (n= 161), seguidos por los que habían realizado la secundaria 22,7% (n= 56) y los que no habían recibido ningún tipo de educación 8,5% (n= 21). A pesar de los resultados, cabe mencionar que debe tenerse en cuenta que la mayoría de participantes a los que se les realizo la encuesta, solo habían estudiado la primaria 66,28% (n= 232) y este sea el motivo por el cual, el control de presión y el mayor número de pacientes en este grupo se encuentre relacionado. No se encontró relación entre el tipo de trabajo que realizaba el paciente, el tener asociado dislipidemia, diabetes mellitus, con el control de la presión arterial. Entre las asistencias al control anual y el control de la presión arterial, se pudo observar que de aquellos pacientes que asistieron en 3 o más oportunidades 93,4% (n=327), 70,0% (n=229) se encontraban en los rangos adecuados de presión arterial tanto sistólica como diastólica; respecto a aquellos que no recordaban 5,8% (n=19), 3,97% (n=13) se estaban en las metas de presión y 0,30% (n=1) entre los que solo asistieron en dos oportunidades en el año 0,85% (n=3).

El 93.4% (n=327) de los encuestados, asistieron a 3 o más controles durante un año y de estos el 70% (n=229) se encontraban dentro de los rangos adecuados para la presión sistólica como para diastólica. Estos datos sugieren que, a mayor número de controles, más interés demuestran los pacientes para llegar a unas cifras metas de tensión arterial para la enfermedad. Se encontró que el 70% (n=245) de los pacientes que refirieron en alguna ocasión haber sido educado acerca de su enfermedad; el 25.3% (n=62) se les instruyó sobre la alimentación que debía llevar, 4.89% (n=12) sobre la realización de ejercicio únicamente, 5.12% (n=12) sobre la toma del medicamento, 20% (n=49) la suma de un buen habito alimenticio junto a la realización de alguna actividad física, y 43.6% (n=107) los tres tipos de educación. Del 100% (n=235) de los pacientes que realizaban actividad física se encontró que la 77,44% (n=182) caminaban. Esto demuestra que las intervenciones del personal de enfermería logran cambios en la calidad de vida de los pacientes hipertensos a través de la adherencia al tratamiento farmacológico y no farmacológico, motivando y aumentando el autocuidado y la promoción de estilos de vida saludables como se evidenció en un estudio mexicano publicado en el 2010.


DISCUSIÓN 


El análisis de factores de riesgo cardiovasculares en pacientes hipertensos en un hospital nivel uno de Tuluá (Colombia), es un ejercicio útil para el profesional de la salud en el control de la tensión arterial. De acuerdo a los resultados obtenidos de los 350 pacientes hipertensos a los cuales se les realizo la encuesta, en su mayoría fueron mujeres; 76% (n=266), frente a 24% (n=84) hombres, con una media de edad de 67,2 años. Esta edad se encuentra dentro de los rangos de edad establecidos en un estudio de pacientes hipertensos que se realizó en México cuyas edades están comprendidas entre los 29 y 69 años.

Un estudio realizado en Brasil en el año 2010, encontró que la enfermedad afecta a más de 30 millones de personas, de los cuales, el 36% son hombres y el 30% mujeres. Datos contrarios a los encontrados en el estudio, de los cuales había un predominio del sexo femenino del 76% (n= 266), frente al 24% de los hombres (n=84).7 Teniendo en cuenta factores de riesgo modificables encontrados en la población de hipertensos a los cuales se realizó la encuesta, se encontró que el sedentarismo se presentó en el 48.6% (n=170) de los pacientes. Estos resultados son similares al estudio realizado en noviembre de 2015 por la asociación brasileña de enfermería, en la cual se reportó una prevalencia de sedentarismo del 55.8% de los pacientes.

Haciendo alusión a los hábitos alimenticios que llevaban los pacientes por semana, 93.4% (n=327) afirmaron consumir frutas, de estos pacientes 45.7% (n=160) lo hacían más de 4 veces por semana y 12.6% (n=44) solo una vez a la semana. De todos los encuestados, 96.5% (n=338) consumían alguna clase de verdura y de estos últimos 49.7% (n=174) manifestaron hacerlo 4 o más veces por semana, Al preguntarles sobre el consumo de harinas y fritos, se encontraron 82.5% (n=289) consumidores de estos, de los cuales 38.9% (n=136) lo hacían en 4 o más oportunidades a la semana; Esto pone de manifiesto que se está reforzando la alimentación sana que incluye frutas y verduras y una disminución de comidas chatarras contenedoras de sales y grasas, las cuales no permiten tener unas cifras arteriales optimas tal como lo demuestra un estudio en África subsahariana. Teniendo en cuenta la importancia de los estilos de vida, tanto para el control de la presión arterial como para el mejoramiento de la calidad de vida y el control del peso, un estudio descriptivo transversal, realizado en Colombia en la ciudad de Medellín para el año 2011, en un grupo de 100 estudiantes universitarios, con edades comprendidas los 20 a los 40 años, mostro que 18% de los mismos tenia sobrepeso, mientras que el 2% eran obesos. En la investigación se encontró que el 37,7% presentaban sobrepeso (n=132) y el 30,43% (n=109) algún grado de obesidad. De igual forma, es importante tener en cuenta que la edad media de los pacientes incluidos en la investigación, supera por muchos años a la población de dicho estudio, lo cual puede influir en los hallazgos. Con respecto a otras comorbilidades diferentes a la hipertensión, se encontró que del 100% de pacientes encuestados, 78.6% tenían dislipidemia, de los cuales 89% usaban algún tipo de medicamento para su control, 29.1% eran diabéticos y de estos 35.3% utilizaban insulina para controlar su enfermedad (Tabla 3). Respecto a los factores de riesgo cardiovasculares encontrados en este estudio comparado con un estudio realizado en china en el año 2016, se encontró que la prevalencia de dislipidemia en ese estudio es de 49.3%, y de diabéticos 4.3%, lo cual podría explicar la inferioridad de estos resultados, la alta muestra poblacional encontrada en dicho estudio en comparación con el de la muestra utilizada en esta investigación, de igual forma los estilos de alimentación que lleva dicha población, con respecto a Latinoamérica, y con mayor especificidad los hipertensos que fueron encuestados en la investigación

Para el año 2012, en un estudio de casos y controles realizado en Brasil, conformado por un grupo de pacientes quienes padecían diabetes mellitus 2 (grupo T2) frente al grupo control (grupo T1) que no tenían la enfermedad, se midió el ritmo cardiaco mediante electrocardiografía ambulatoria, junto con los niveles séricos de aldosterona. En dicha investigación se encontró que el grupo de pacientes T2, tenía una alteración en los niveles de aldosterona frente al grupo T1 (26.0±11.5 vs. 16.9±7.0 ng/dL – p=0.021) respectivamente. Teniendo en cuenta que dicha hormona tiene una fuerte acción simpática, lo cual genera un incremento en el ritmo cardiaco, con sus consecuentes complicaciones, es importante resaltar la asociación encontrada en los hipertensos, junto a la diabetes mellitus, ya que en la población estudiada se encontró que el 29,14% padecían dicha enfermedad.

Con base al estrés como una de las enfermedades de la actualidad, 68.2% afirmaron sufrirla, y de estos 33% pacientes referían presentarla todos los días. Según un estudio llevado a cabo en el año 2015, durante los meses de enero y junio en Colombia, y publicado por la revista CES de psicología, los pacientes que están recurrentemente deprimidos presentan mayor riesgo de morbilidad y mortalidad en comparación con los no depresivos.

Se recomienda que todo el personal de salud debe estar alerta ante la evidencia o sospecha de cuadros de estrés presentados en los pacientes hipertensos ya que este factor condiciona un aumento en la probabilidad de morbilidad y mortalidad en estos pacientes. 

Es de vital importancia hacer énfasis en la enfermedad no solo en la población afectada, sino también en la familia de dichos pacientes, debido a que se encontró una alta relación entre la presencia de hipertensión arterial y los antecedentes de familiares con esta, ya que el 67,4% de los hipertensos (n=), tenía algún familiar, mamá, papá o hermanos con la enfermedad.


CONCLUSIONES 


La mayoría de los hipertensos, quienes participaron en el estudio, pertenecían a una población longeva, con una media de edad que superaba los 60 años, además del predominio de sexo femenino. A Pesar de que gran parte de la población estudiada realizaba algún tipo de actividad física a la semana, se encontró que aproximadamente un tercio de la misma era sedentaria, lo cual implica un factor de riesgo para el desarrollo de múltiples enfermedades. Con respecto a estos pacientes sedentarios, se observó que una tercera parte de ellos se encontraba fuera de las cifras tensionales ideales para dicha población. Por otra parte, con base al tipo de alimentación referida por parte de los hipertensos, se halló un aumento en el consumo de harinas y grasas en 4 o más ocasiones semanales, lo cual correspondía a casi la mitad de la población en estudio, influyendo en el no control de metas de presión arterial, junto con otros riesgos cardiovasculares, que podrían presentarse por el mismo. Se encontró una estrecha relación entre la hipertensión arterial primaria y la presencia de comorbilidades tales como; dislipidemia, hipertensión y estrés. De los cuales, la primera patología se presentó en más de un tercio de los hipertensos. Teniendo en cuenta los valores aceptados del IMC según la OMS15 , más de la mitad de la población estudiada tenía valores por encima del rango normal aceptado, de los cuales una tercera parte de estos padecía de sobrepeso. 


AGRADECIMIENTO 


Agradecimiento especial a las instituciones: Hospital Rubén Cruz Vélez y Hospital San Bernabé de Bugalagrande por brindarnos el apoyo institucional necesario para llevar a cabo nuestra investigación. De igual forma a la Médica y epidemióloga Lina Montoya por guiarnos en nuestra investigación además, de agradecer su paciencia, tiempo, dedicación y su conducta intachable. A la Unidad Central del Valle, por ser la institución que nos ha ido formando como profesionales.


BIBLIOGRAFIA 


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5. Venícios de Oliveira Lopes M, Maciel Diniz C, Gomes Guedes N, Guedes Martins L C, Magalhães de Oliveira Carvalho P, Sedentary lifestyle in individuals with hypertension. Revista Brasileira de Enfermagem, 2015

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9. Boer-Martins, L, Figueiredo V, Demacq C, Martins L, Faria A, Moraes C et al . Leptin and aldosterone in sympathetic activity in resistant hypertension with or without type 2 diabetes. Arq. Bras. Cardiol, 2012

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11. Cardona-Arias JA, Arroyave Martinez EY. Prevalencia de hipertensión arterial en universitarios, Medellín. Curare. 2014


Unidad Central Del Valle Del Cauca, grupo de investigación medicina UCEVA

martes, 18 de mayo de 2021

CONSEJOS PARA UN PSICOTERAPEUTA FORMATIVO, por David Alberto Campos Vargas


CONSEJOS PARA UN PSICOTERAPEUTA FORMATIVO


David Alberto Campos Vargas, MD


Escribo esto buscando que mis colegas de la Sociedad de Psicoterapia Formativa tengan herramientas útiles para que puedan llevar a cabo su misión con todo el amor, con toda la entrega y con toda la fuerza de la fe, pues son instrumentos de Dios en su labor.

Me interesa que puedan crecer y ayudar a crecer, madurar y ayudar a madurar, dentro de esa hermosa sinergia que caracteriza la psicoterapia formativa, desempeñándose con generosidad y eficiencia, sin sobresaltos ni desgastes innecesarios. 

Ser psicoterapeuta formativo es asumir varios compromisos: con Dios (entender que sólo Él lo puede todo, que con Él se hace mucho, y que sin Él se hace muy poco; llevar una vida compatible con el Evangelio; huir del pecado y propender hacia la propia mejoría; proceder ética y correctamente siempre; cultivar el espíritu), consigo mismo (cuidarse, amarse de verdad, darse a diario múltiples espacios para el descanso y el restablecimiento de la homeostasis psíquica), con su pareja (fidelidad, cariño, apoyo, comprensión, respeto, amorosa paciencia), con su familia (acompañamiento, tolerancia, ejemplo de vida honesta y bien encaminada), con su comunidad y con la humanidad en general (defender la vida, proceder con justicia, ser testimonio vivo del amor del Señor, tender puentes de paz y concordia).    

Estas recomendaciones parten de mi corazón. La mayoría son cosecha propia, pero algunas pertenecen a otros; las he leído (en textos de Sigmund Freud, Carl Gustav Jung, Otto Fenichel, Donald Winnicott, Horacio Echegoyen, Wilfred Bion, Michael Balint, Franz Alexander, Joseph Sandler, Vicente Caballo, Héctor Fiorini o Henry Pinsker) o las he escuchado (de Javier Auli, de Ulises Santaella, de José Garciandía, de Ricardo De la Espriella, de Daniela Zuluaga, de Lyda Lozano) y me han hecho mucho bien (como persona y como psicoterapeuta). 

Siempre que un estudiante o egresado tenga una duda sobre cómo proceder en su trabajo podrá remitirse a estas recomendaciones, que nos definen como psicoterapeutas formativos y nos ayudan a lograr los objetivos de la psicoterapia formativa.


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1. Nos formamos y nos dejamos formar. El proceso es bidireccional y sinérgico. Por eso la humildad, la grandeza de espíritu y la bondad son indispensables para hacer psicoterapia formativa.

2. Procuramos, todos los días, espacio y tiempo para el crecimiento personal (oración, meditación, reflexión, diálogo conyugal, lecturas edificantes, deporte, vida sacramental activa, actividades lúdicas y de integración familiar: todo lo que haga presente el amor de Dios en nuestras vidas). 

Si no hay crecimiento personal constante, los pacientes también se estancan. Ellos perciben, de forma sutil pero elocuente, cuál es el estado real y actual de nuestra psique. En la psicoterapia formativa, cuanto más cerca estemos de Dios (y, en consecuencia, cuanto más equilibrado y pleno esté nuestro psiquismo), más facilitaremos los avances del paciente (o la pareja, o la familia, o la comunidad terapéutica) hacia las metas de plenitud, felicidad, realización existencial, sabiduría y madurez. 

3. Escuchamos plenamente a nuestros pacientes. No es una simple escucha activa o atenta, no es una mera atención libremente flotante. Es la conjunción completa con ellos. Sentimos con ellos. Vibramos con ellos.

4. Sabemos ser coequiperos de nuestros pacientes. Avanzamos con humildad y fe en el Señor. Formamos y nos formamos. Permitimos que el proceso terapéutico forme. 

No somos un producto terminado. ¡Qué arrogante es el terapeuta que se cree perfecto y considera que no puede aprender, ni cambiar, ni reconstruirse!

5. Buscamos lo que Dios quiere para el hombre: felicidad, plenitud, paz, realización vital. Por eso le apuntamos a la formación de una personalidad sana, en nuestro(s) paciente(s) y en nosotros mismos. 

6. Somos empáticos. Nos conectamos. Hacemos una alianza sincera. Establecemos vínculos genuinos, y para siempre. Buscamos conocer, comprender, ayudar y dar salud a quien(es) nos consulta(n). 

7. Anhelamos ser buenas personas, con todos y en todo lugar. El psicoterapeuta es exitoso en la medida en que es bondadoso.

8. Somos honestos y espontáneos. Rechazamos el acartonamiento, las respuestas estereotipadas, los silencios prolongados y todas aquellas actitudes que atentan contra la relación médico-paciente y que algunos psiquiatras tratan de justificar bajo una pretendida "neutralidad" que sólo genera desconcierto y estrés en el consultante.

9. Nuestra neutralidad es real y terapéutica. Consiste en la apertura amable, respetuosa y cálida a todas las manifestaciones del psiquismo del paciente. No juzgamos, no discriminamos, no encasillamos y no reducimos al paciente a una determinada categoría nosográfica.

10. Comprendemos que los factores biológicos que otros consideran "determinantes" y los llevan a asumir posturas y creencias machistas y/o hembristas ("los hombres son más dados al espíritu de lucha", "los hombres son más atrevidos", "los hombres son más trabajadores", "sólo las mujeres son capaces de hacer varias cosas al mismo tiempo", "las mujeres son más ordenadas", "las mujeres son más responsables", "las mujeres son mucho menos agresivas que los hombres", "los hombres viven más necesitados de sexo", "las hormonas masculinas producen violencia", "las hormonas femeninas dan sociabilidad", etcétera) son simples variables que pueden tener o no ciertos grados de importancia en cada individuo en particular, pero en modo alguno permiten hacer generalizaciones machihembristas. 

11. Comprendemos que algunos factores psicológicos que otros consideran "determinantes" y los llevan a asumir posturas y creencias discriminatorias ("los hijos que crecen en hogares con liderazgo masculino tienden a ser más reprimidos", "los hijos que crecen en hogares con liderazgo femenino tienden a ser más flojos", "los hijos criados por parejas homosexuales inevitablemente serán homosexuales", "los hogares constituidos por parejas heterosexuales tienen más riesgo de homofobia", "los niños son siempre más apegados las madres", "las niñas son siempre más apegadas a los padres". "las familias basadas en un matrimonio heterosexual tienden a ser más tradicionalistas", etcétera) son simples variables que pueden tener o no ciertos grados de importancia en cada individuo en particular, pero en modo alguno permiten hacer erróneas universalizaciones.

12. Comprendemos que algunos factores culturales que otros consideran "determinantes" y los llevan a asumir muy deleznables creencias xenofóbicas, clasistas y racistas ("los anglosajones siempre son mezquinos y tacaños", "las naciones germánicas son dominantes y belicosas", "los latinoamericanos están hechos para el baile y el deporte", "los mediterráneos son unos sibaritas", "los escandinavos son aburridos y depresivos", "los norteamericanos son materialistas y egoístas", "los musulmanes son fanáticos y peligrosos", "los orientales tienen son pervertidos y maliciosos", "los isleños son perezosos y negligentes", "los indios son sucios y descuidados", "los africanos son primitivos y violentos", etcétera) son meras variables que pueden tener o no ciertos grados de importancia en cada individuo en particular, y en modo alguno son argumentos filosófica o científicamente válidos para etiquetar un grupo poblacional.

13. Inspiramos confianza, porque somos personas intachables, coherentes con nuestra fe.

14. Valoramos la singularidad, apreciamos la diferencia y somos tolerantes, porque vivimos a plenitud los valores cristianos y entendemos que cada ser humano es una creatura de Dios.

15. Defendemos la verdad y la franqueza; nuestros gestos y actitudes, lejos de ser hipócritas o impostados, son genuinos y creíbles.

16. Entramos en sintonía con nuestro(s) paciente(s), sin distingos ni excepciones. Toda persona que consulte, sin importar su sexo, su raza, su nacionalidad, su filiación política, sus creencias religiosas, su estilo de vida o su orientación sexual, sabe que en la psicoterapia formativa se encuentra a salvo y es bienvenida.

17. No nos tomamos las cosas personales. Muchos colegas están de acuerdo con nuestro modelo y nos remiten aquellos pacientes que deseen madurar, perfeccionarse, ser felices y plenos, trascender y dejar legado. Pero unos pocos colegas ni siquiera entienden nuestro modelo, o no se toman la molestia de estudiarlo, pero se tornan hostiles tan pronto escuchan hablar de Dios, de valores o de vida cristiana. Frente a ellos, tenemos la opción compasiva de entender que las calumnias que salen de sus bocas obedecen a lo trastornado de su psiquismo y lo perturbado de su corazón.

Las personas siempre van a hacer y decir cosas. Está en su naturaleza. Pero la clave está en saber que somos nosotros quienes decidimos o no asumir cuanta cretinada se diga sobre nuestro modelo. De las almas mediocres, mundanas, dañadas, pervertidas o malignas, brotan las críticas contra un estilo de psicoterapia que es profundamente espiritual. Si dicen sandeces, bobadas o falsedades, ¿para qué tomárselas en serio?. No vale la pena sufrir por lo que ni siquiera es cierto. No es útil ni práctico perder el tiempo con gente obtusa, o quemarse en discusiones estériles. La verdad brilla con luz propia.

En vez de cargar con la indignación, la tristeza, la rabia, el malestar o el dolor que esas calumnias o esas críticas destructivas provocan, el psicoterapeuta formativo continúa victorioso y seguro de sí mismo, de la mano del Señor, sabiendo que por cada envidioso que abra la boca para decir necedades hay mil familias agradecidas por la eficiencia y los excelentes resultados.

Estamos seguros de lo que somos y lo que hacemos. Somos excelentes y hacemos las cosas de manera profesional e impecable. No tiene sentido distraernos en afirmaciones falsas y sin fundamento. En cambio, cada elogio y cada felicitación, cada paciente recuperado, cada matrimonio salvado, cada proceso bien conducido, nos deberán llenar de satisfacción. Esa es la dicha del deber cumplido, y cumplido con amor y legítimo deseo de ayudar.     

18. Disfrutamos lo que hacemos. Lo gozamos. Nacimos para ser psicoterapeutas. Elevamos nuestro oficio a nivel de arte. 

19. Identificamos nuestros impulsos de acción (todo lo que nos motiva a obrar, a hacer), y tenemos la ventaja de ser reflexivos e inteligentes, y por ello analizamos si actuar ese impulso de acción es lo indicado para ese momento específico de la sesión o esa situación específica del proceso; si lo es, procedemos. Si no lo es, evitamos realizarlo.

20. Procuramos acrecentar cada día nuestro bagaje cultural y psicoterapéutico; por eso, a diario, estudiamos aquello que nos hace cada vez más idóneos como terapeutas, nos abrimos a las distintas manifestaciones artísticas y literarias, consolidamos y expandimos nuestros saberes, ensanchamos aquellos conocimientos que nos permiten servir mejor y con eficiencia a nuestros consultantes.

21. Mantenemos nuestra orientación holística. Todos los autores, todas las escuelas y todos los modelos de psicoterapia pueden ser de utilidad en algún momento del proceso. Atrincherarse en determinadas directrices teóricas o técnicas suele ser contraproducente; el paciente necesita resultados. Debemos ofrecerle alivio, felicidad, compañía y crecimiento, no ortodoxia ni miopía conceptual.

22. Entendemos que cada cosa tiene su tiempo. Sin atolondramientos ni premuras, con espíritu reflexivo y sereno, iremos dándole a cada sesión (esto es, dándole al paciente y dándonos a nosotros mismos) lo que es pertinente y necesario, con visión de conjunto y a largo plazo, pero sin incurrir en prisas ni osadías técnicas inadecuadas.

23. Participamos inteligentemente y activamente en cada momento de la sesión, realizando lo que de verdad funciona y viene al caso, con precisión y contundencia.

24. Frente a las dificultades, nos entregamos a Dios y Su misericordia; pedimos al Espíritu Santo Sus dones y nos refugiamos en la oración, la meditación de las Sagradas Escrituras y la lectura atenta de los sermones y otras obras de quienes mejor han entendido el mensaje de Cristo. También pedimos ayuda a personas que por su probidad, su talante, su sabiduría y su calidad humana puedan ofrecernos algunas luces complementarias que nos ayuden a resolver de la mejor manera cada problema que se presente.

25. Mantenemos la calma en todas las circunstancias. A través de la conciencia plena, la serenidad que da el sentirse del lado del Bien, la confianza en el Señor y la interpretación lúcida de cada situación, procedemos de manera táctica y certera, paso a paso, conservándonos tranquilos y ecuánimes.

26. Somos generosos con nuestras habilidades y con nuestro tiempo. Por eso damos lo mejor de nosotros mismos con todos nuestros pacientes, sin sesgos, sin favoritismos. Por eso nuestras sesiones no se limitan a los 45, 60 o 110 minutos de otros modelos. Si el paciente necesita más, es justo y necesario darle más. 

27. Frente a la estulticia, el narcisismo, las triquiñuelas, los prejuicios y las intrigas de quienes tienen alguna posición de poder, entendemos que a Dios es al único al que hay que mantener contento. Ni un gerente, ni una junta directiva, ni un coordinador científico, ni mucho menos una autoridad civil o militar, podrán inmiscuirse en nuestra sublime labor. Y mucho menos pretender que reproduzcamos en nuestro quehacer ese sistema de jerarquías ridículas en el que los poderosos se mueven. Atendemos a todos los pacientes con la misma calidez y amabilidad. Brindamos un servicio de la más alta calidad a todo el mundo, pues nuestro apostolado no tiene color político, ni obedece a ninguna estratificación social.

28. Hacemos psicoterapia de primera calidad, con amor y como un acto de servicio cristiano. Es justo recibir una adecuada retribución económica, pero lo principal es agradar a Dios sirviendo al prójimo de la mejor manera posible.

29. Entendemos que no vale la pena reaccionar ante las provocaciones o las transferencias negativas de manera precipitada, irracional o inapropiadamente contratransferencial. 

Sabemos que conviene hacer un alto en el camino. Pausada y razonablemente, evaluamos la situación asumiendo que en el otro no hay mala intención, ni deseo real de agredir, sino necesidades, fantasías y hasta temores inconscientes que vale la pena comprender. Serenamente, entendemos que un impasse, una situación incómoda, un estancamiento o una sesión "tensa" son parte del proceso psicoterapéutico. Nos encomendamos al Todopoderoso, ponemos todo en Sus manos. Si el paciente decide abandonar el tratamiento, proseguimos el acompañamiento a la distancia (que suele consistir en oraciones pidiendo por su salud y su tranquilidad), captando que necesita un tiempo para despejar sus dudas, gestionar sus emociones y reflexionar. Si el paciente regresa (como sucede muchas veces), lo recibimos de forma respetuosa y deferente. 

30. Estamos atentos a lo que hacemos. Somos cuidadosos con cada detalle. Le ponemos todo el corazón a nuestro trabajo. Nos entregamos de lleno, porque amamos lo que hacemos (y sabemos que nuestra obra es del agrado del Señor). 

31. Escuchamos y observamos sin hacer juicios de valor, y hablamos con claridad, precisión, asertividad y dulzura. Ejecutamos la maniobra que le resulte más benéfica al paciente en cada momento de la sesión, después de considerar todas las opciones (de todas las escuelas y todos los autores, porque somos lo suficientemente sensatos como para saber que en un solo sitio no están todas las respuestas). 

32. Reconocemos las cosas positivas que la gente hace. Y las que nosotros hacemos. Fomentamos la autoestima en todos. Y la caridad empieza por casa.

33.  Tenemos en cuenta que no hace falta fanfarronear ni presumir. Lo que los pacientes hablan de nosotros es nuestra mejor publicidad. 

34. Trascendemos lo puramente individual y tenemos en cuenta lo familiar, comunitario y colectivo en la vida del paciente. Por eso tendemos puentes y entablamos relación con distintos miembros dentro de cada uno de los sistemas en los que nuestros pacientes se desenvuelven.

35. No menospreciamos la virtualidad. Entendemos que la telemedicina, la telepsiquiatría y todas las modalidades de consulta remota representan una verdadera salvación en tiempos de pandemia, y les resultan apetecibles a muchas personas (porque no hay costos de desplazamiento, no hay posibilidad de "perder la cita por no llegar a tiempo", se puede hablar con varios familiares en una misma sesión y se superan las brechas geográficas).

36. Llevamos una vida virtuosa, ética, fuertemente espiritual y profundamente religiosa.

37. Tenemos en cuenta el contexto, las raíces y el camino que ha recorrido cada paciente. Por eso podemos entenderlo (y entender lo que dice, lo que pregunta, lo que calla, lo que evita, lo que le place comentar, lo que actúa, lo que no se atreve a hacer, etcétera). 

38. Vivimos con sensatez, disciplina y buen juicio. Sabemos que los vicios, las tonterías y las adicciones nos quitan un tiempo valiosísimo que podemos invertir en nuestro crecimiento personal.

39. Entendemos que aunque casi nunca es posible controlar las respuestas conductuales de los demás, sí podemos controlar nuestras respuestas. 

40. Sabemos decir las cosas. Pensamos antes de abrir la boca. Pero no somos una especie de oráculo solemne y parco, sino que somos personas que empatizan y vibran con el paciente. Por eso, si el paciente lo necesita, podemos ser prolijos y animados en nuestra conversación.

41. Nos movemos con flexibilidad e inteligencia entre la intuición y la técnica, entre el sentir y el pensar, entre la espontaneidad y el encuadre.

42. Nos reconocemos humanos (y, por ende, falibles e imperfectos). Pedimos perdón cuando nos equivocamos, sin creer que nos estamos "humillando" por eso. Esa facilidad para captar que no somos perfectos nos permite estar siempre atentos a corregir los pequeños errores que podamos cometer en consulta, y nos ayuda a crecer como profesionales. 

43. Sabemos vivir bien, porque tenemos experiencia de vida.

44. Entendemos que hay dos mandatos esenciales: amar a Dios y amar al prójimo.

45. Aprendemos de nosotros mismos (de nuestro organismo, del funcionamiento de nuestro psiquismo, de nuestros sueños y otras manifestaciones del inconsciente personal y colectivo, de nuestra cultura, de nuestro entorno, de nuestra historia, de todo lo que nuestras emociones vienen a comunicarnos).

46. Podemos sentir, pensar y actuar con discernimiento, buen juicio y lucidez, porque gracias a nuestra constante vida de oración podemos cosechar a diario los frutos del Espírito Santo.

47. No nos tragamos los prejuicios y los falsos "modelos de éxito" que la sociedad trata de inocularnos, como la falsa creencia de que todo está en "llenarse la barriga" y "hacer plata".

48. Reconocemos en el otro a un prójimo que debemos cuidar, y con el que debemos conectarnos de forma respetuosa, responsable y adecuada.  

49. Somos conscientes de que existen situaciones inevitables, dadas por el entorno (a muchas personas les cuesta entender el valor de la psicoterapia, o su utilidad, especialmente si son poco educadas, materialistas y chabacanas en su comprensión de la vida y las relaciones humanas), la cultura (que hasta distorsiona la comprensión de la enfermedad psíquica) y las otras variables que caracterizan la sociedad en la que nos desenvolvemos.  

50. Transmutamos y catalizamos. Somos agentes de transformación y cambio.

51. Trabajamos con nuestra mente sabia, con los elementos más adaptativos y sanos de nuestro psiquismo. Por eso es que nuestros pacientes también despliegan los aspectos más luminosos de su espíritu.

52. Reconocemos cuán valiosa es la psicoterapia formativa; por eso realizamos nuestra labor con toda la nobleza y toda la altura posibles.

53. Somos pacíficos y propendemos por el bien común. Entendemos que este planeta sería un mejor lugar para vivir si todas las personas se trataran con gentileza y cariño. Por eso evitamos sectarismos, regionalismos, nacionalismos y torbellinos políticos. Por eso somos objetores de conciencia en caso de guerra, y apoyamos a los objetores de conciencia que se rehúsan a cometer homicidios que el sistema trata de maquillar y presentar como deseables siendo en realidad abominables, como el aborto.

54. Nos aliamos con las partes sanas del paciente, cualquiera que sea su diagnóstico. Por eso les permitimos a nuestros consultantes reflexionar, razonar y decidir por sí mismos. A veces orientamos, recomendamos o aconsejamos, pero siempre brindamos libertad de acción a nuestros pacientes. 

55. Tenemos claro quiénes somos (cuál es nuestra historia, cuáles son nuestras inclinaciones y apetencias, cuáles son nuestras fortalezas y nuestras oportunidades de mejora, cuáles son nuestras luces y nuestras sombras) y buscamos hacer de todo eso una buena caja de herramientas, para beneficio del paciente. Buscamos hacer de nosotros mismos unos instrumentos útiles a nuestros consultantes.

56. Sólo efectuamos acciones que fomenten la formación y el desarrollo integral de quienes acuden a nuestro consultorio, en el marco de una apropiada alianza terapéutica.

57. Resignificamos las cosas, rescatando lo bueno, lo positivo y lo hermoso de cada experiencia. Tenemos esperanza aprendida.

58. Somos serenos y seguros de nosotros mismos. Por eso sacamos partido y provecho hasta de las experiencias más duras o difíciles.

59. Disfrutamos la vida. Entendemos que es un maravilloso regalo de Dios. Damos gracias por estar vivos, y alentamos a los demás a que disfruten de sus vidas.

60. Sabemos que en la psicoterapia formativa se da un crecimiento mutuo. Tanto el consultante como el consultado pueden convertirse, con cada encuentro, en mejores seres humanos. Por eso asistimos a cada sesión sin temores ni armaduras. Moldeamos y permitimos que nos moldeen. Salimos más frescos, más sabios, más maduros de cada sesión. 

61. Estamos siempre abiertos a nuevos aprendizajes, somos libres y hacemos ciencia. Por eso huimos de la esclerosis del dogmatismo, y estamos siempre dispuestos a repensar y reevaluar todas las cosas (incluso nuestras hipótesis diagnósticas). Entendemos que hay una evolutividad, un constante cambio en nuestros pacientes (y en nosotros mismos).

62. Somos sanadores y también somos maestros. Tenemos una función pedagógica. Y un liderazgo social innegable. Somos agentes de cambio.

63. Nos mantenemos fieles a nuestra esencia. La zozobra, el pesimismo, la neurosis colectiva, el descontento y las demás influencias externas jamás nos determinan. Nuestra mente está fija en Dios, fuente eterna de Bondad y Belleza. La fealdad y la maldad de quienes están lejos de Él nunca podrán contaminarnos.

64. Somos facilitadores y motivadores.

65. Estamos convencidos de que el proceso psicoterapéutico puede ser francamente placentero, o al menos agradable. El autoconocimiento no tiene que implicar, forzosamente, displacer o duelo, como algunos teóricos sostienen.

66. Brindamos un espacio seguro a nuestros pacientes. Inspiramos confianza, porque somos de fiar. La coherencia con la que vivimos los valores del Evangelio hace que los pacientes puedan desnudar su alma con absoluta seguridad.

67. De antemano sabemos situaciones que escapan a nuestra previsión y buen juicio. Cosas que no están en nuestros planes, y que en un primer momento irrumpen con toda la violencia de la sorpresa y la impredecibilidad. Entendemos que dichas situaciones hacen parte de la vida. Y también sabemos que hay que hacerles frente, con fortaleza, fe y determinación. 

68. Cultivamos la bondad. Nuestro corazón es un corazón bondadoso y compasivo, que rezuma misericordia. Por eso nuestros pacientes nos buscan. Y por eso se mejoran, y hacen más plena su vida. 

69. Podemos reírnos de nosotros mismos. Somos humanos y asumimos nuestra condición humana con naturalidad y cordialidad. El hecho de apuntar bien alto y tener la vista en el Reino de los Cielos no es óbice para tener los pies bien puestos en la tierra.

70. Comprendemos a la gente con cariño. Estamos para iluminar, para ayudar, para dar armonía. No juzgamos, apoyamos. No nos querellamos, amamos. 

71.  Si el paciente desea una consulta presencial y no hay ningún impedimento (ni pandemia, ni lejanía geográfica), se la brindamos en un espacio seguro, íntimo, tranquilo, rodeado de zonas verdes. Un lugar acogedor, lo menos "médico" posible (quien busca psicoterapia formativa no está buscando pasillos atestados de enfermos, ni profesionales afanados, ni ruido, ni olores penetrantes, ni escenas hospitalarias), con unas condiciones de confort y estética acordes con el equilibrio y la plenitud a los que aspira. 

72. Entendemos el crecimiento como maduración, como transformación (personal, conyugal, familiar, grupal, comunitaria, colectiva). Con cada sesión de psicoterapia formativa, nosotros y los pacientes avanzamos hacia una forma de ser más llena de amor, más misericordiosa, más amable, más solidaria y libre. Cada encuentro nos permite estar un paso más cerca de nuestras metas, ser más plenos y resolver los problemas de forma creativa, eficiente, divertida y serena.

73. Sabemos que muchas personas cargan con grandes lastres (maltrato, abandono, deprivación social, inhibición afectiva, pobre acceso a la alta cultura, cogniciones negativas, repertorios conductuales limitados y estereotipados, violencia, patrones de interacción maladaptativos, etcétera), y andan por ahí causando estragos, dañando a otros y dañándose ellas mismas, multiplicando el sufrimiento del mundo. 

Si llegan como pacientes, podrán aprender, elaborar, modificar, sanar (o al menos aliviar) y cambiar muchos aspectos de sus vidas; tantos, que podrán llegar a ser personas distintas (lograrán una redefinición, una reestructuración y una ecualización de su personalidad). Y podremos aprender de ellos, y caminar junto a ellos, con la ayuda del Señor, hacia la cura y la transmutación. 

Si no aceptan nuestro apoyo, ni el de otros terapeutas, podremos al menos orar por ellos. Evitaremos ser leña de su fuego. Jamás permitiremos que nos agredan, pero tampoco nos engancharemos en disputas estériles con ellos. Somos como vehículos que se cruzan: dejaremos que pasen y se pierdan en el horizonte, no ensuciaremos nuestro espíritu respondiendo con agresión sus agresiones, no cargaremos los horrores y demonios que ellos están acostumbrados a cargar. Los perdonaremos, pediremos a Dios que se apiade de ellos, los dejaremos ir y los olvidaremos, fieles a nuestros valores.

74. Agradecemos los esfuerzos de nuestros ancestros y valoramos la tradición y los aspectos positivos del legado de quienes nos precedieron. Pero no estamos anclados al pasado. Nos gusta mejorar lo que los grandes de antaño nos dejaron. Nos sentimos llamados a innovar y abrir nuevos horizontes. En el ámbito de la Psicología, la Psiquiatría y la Psicoterapia (y en ningún ramo del saber humano) no está dicha la última palabra (y es posible que nunca llegue a estarlo). 

75. Entendemos claramente, así esta época enferma trate de inculcarnos otra cosa, que el valor del prójimo no depende de su nivel socioeconómico, ni de su preparación académica, ni de su inteligencia. 

76. Somos conscientes de que todas las personas tienen la misma dignidad, la misma importancia ante el Señor. Cada vida humana es valiosísima. No hay pacientes "VIP", ni "especiales", ni "recomendados". Todos y cada uno de nuestros pacientes merecen que entreguemos lo mejor de nosotros mismos en cada intervención.

77. Cuando atendemos parejas o familias, tenemos claro que el amor es incondicional (que quien ponga condiciones para amar, no sabe lo que es el amor), que el amor verdadero sigue existiendo a pesar de los daños y las heridas, que el amor es generoso, que el amor es leal y paciente, que el amor es comprensivo y no juzga, que el amor es servicial y respetuoso, que el amor está siempre presto a perdonar y olvidar las afrentas, que el amor es incompatible con la soberbia o la desconfianza, que el amor es contrario al egoísmo, que en el amor no caben las luchas ni los rencores, que no hay manera de sostener un hogar sin amor, y que cuando el otro menos merece amor es cuando más lo necesita.

78. Nos damos espacios de sano esparcimiento, relajación y descanso. Viajamos. Dormimos bien. Nos alimentamos adecuadamente. Nos gratificamos de manera agradable a los ojos de Dios.

79. Buscamos integrar, unir, amigar, conciliar y hacer la paz, dondequiera que estemos. Somos asertivos y amorosos, porque comprendemos que la polarización del pensamiento (y los subsiguientes discursos y comportamientos polarizados) son masivos, provocan emociones demasiado intensas y desgastantes, alejan de la homeostasis, trastornan (así sea momentáneamente) el psiquismo, siembran discordia y resentimiento, esparcen odio y multiplican el sufrimiento.

80. Comprendemos que hay que darle al paciente (y al prójimo en general) momentos para que gestione sus emociones, capte contenidos complejos, piense de nuevo las cosas, y digiera y metabolice elementos generadores de conflicto. En esos momentos sólo es prudente hablar o intervenir para apoyar, validar y dar sostén. 

Muchos modelos enseñan que hay que resolver los problemas a toda costa y deprisa, generando dolor y ansiedad, como si se tratase de hacer una incisión un absceso. La experiencia nos ha demostrado que esa vía no es atinada ni prudente, y ni siquiera necesaria. Hay que darle tiempo al paciente. 

Como procedemos con calma y de manera cariñosa, pausadamente, nuestros consultantes logran hacer introspección e insight de manera mucho menos dolorosa que en otros métodos; incluso, la mayoría de las veces, lo disfrutan bastante. El conocimiento es una experiencia placentera.           


David Alberto Campos Vargas

Médico y cirujano - Pontificia Universidad Javeriana

Especialista en Psiquiatría - Pontificia Universidad Javeriana

Neuropsicólogo - Universidad de Valparaíso

Neuropsiquiatra - Pontificia Universidad Católica de Chile

Filósofo - Universidad Santo Tomás de Aquino

Psicoterapeuta - Sociedad de Psicoterapia Formativa


Cómo citar este artículo: Campos Vargas, D.A. (2021) Consejos para un psicoterapeuta formativo. Revista Virtual de Psicoterapia Formativa, Mayo de 2021.

lunes, 10 de mayo de 2021

CLAVES PARA EL DIAGNÓSTICO DE LA ADICCIÓN A LA PORNOGRAFÍA

 

CLAVES PARA EL DIAGNÓSTICO DE LA ADICCIÓN A LA PORNOGRAFÍA


David Alberto Campos Vargas, MD


La representación de personas desnudas y/o teniendo relaciones sexuales es casi tan antigua como el hombre. La historia del arte está llena de representaciones de este tipo; algunas obras son incluso explícitas con respecto al sexo. Katsushika Hokusai, Yanagawa Shigenobu, Peter Fendi, Egon Schiele y Jeff Koons fueron algunos de los artistas que tuvieron a bien explorar dichos terrenos. Y burdeles, casas de recreo y otras locaciones de dudosa reputación fueron decorados, desde la Antigüedad, con frescos, grabados, tallas, esculturas y dibujos claramente pornográficos.

La palabra deriva del griego πόρνη (pórnē, 'prostituta'), y significaría, en líneas generales, "descripción o ilustración de la prostitución". Las primeras fotografías de intencionalidad erótica aparecieron a mediados del siglo XIX. Las primeras revistas pornográficas surgieron entre 1900 y 1910, y tuvieron un marcado tinte anatómico-naturista. Entre 1965 y 1979 el material pornográfico impreso y cinematográfico se multiplicó como plaga, de la mano de fenómenos sociales como el feminismo y el hippismo. En la década de 1980 la sociedad se ha volvió cada más tolerante con dichos contenidos, al asimilarlos al concepto de revolución/liberación sexual. En la década de 1990 la pornografía se disparó, favorecida por la adquisición de computadores en casi todos los hogares de clase media o alta. 

Con el siglo XXI y la neoposmodernidad se ha dado una profusión de material pornográfico nunca antes vista. La banalización de la cultura, la facilidad para el acceso a internet, el éxito de la estética materialista norteamericana, la aparición de las tabletas y los teléfonos inteligentes, el descenso en las horas dedicadas a la lectura, el establecimiento de los postulados de la liberación sexual como mandatos sociales inapelables y la cultura light han llevado la pornografía a niveles insospechados, francamente preocupantes. Hoy por hoy, es casi imposible no tener al menos una exposición accidental mensual a dichos contenidos cuando se navega en el ciberespacio (lo cual es sumamente grave, porque casi todos los niños realizan sus deberes escolares explorando en la red, y son innecesaria y deletéreamente expuestos a contenidos que ni siquiera tienen la capacidad de metabolizar y asimilar adecuadamente en su psiquismo).

Las tres últimas generaciones han sido literalmente machacadas por la pornografía. Por lo que he observado en mi consulta, antivalores y parafilias se han "normalizado" por culpa dicha industria. En la actualidad, muchos adolescentes creen que el fetichismo, el voyerismo, el sexo grupal o el sadomasoquismo son aceptables dentro de la conducta sexual esperable. He visto casos severos de disfunción eréctil, dispareunia y anorgasmia achacables a la sobreexposición a material pornográfico. Y tengo la intuición de que casi la totalidad de los adultos jóvenes han sido "educados" sexualmente en la cosificación y la devaluación del prójimo, los modelos patológicos de masculinidad y feminidad (a menudo francamente machistas o hembristas), el tono perverso y la escisión amor/sexo presentados y promovidos por la pornografía. 

Diagnostiqué por primera vez un caso de adicción a la pornografía en 2004, cuando todavía muchos académicos cuestionaban la misma validez de la categoría nosográfica. Los estudios de la década pasada sugerían que alrededor de un 4% de las personas que se exponían a contenidos pornográficos terminaban siendo adictas. Me atrevería a decir con la situación global de pandemia y las vicisitudes sociales asociadas a ella (crisis económica, aumento del desempleo, periodos de cuarentena, deprivación socio-afectiva, conductas de desinhibición sexual post-confinamiento), veremos que la cifra podrá estar rondando el 10% para el 2030. 

Para orientar a las personas que tienen la duda de si son o no adictas a la pornografía, me di a la tarea de recopilar estos elementos orientadores que pueden tener en cuenta antes de llegar a su primera sesión conmigo. Aunque a nivel fenomenológico la adicción a la pornografía puede tener varias similitudes con la adicción al sexo, me he percatado que dichos escenarios clínicos no necesariamente se traslapan. De hecho, las claves para el diagnóstico de la adicción a la pornografía son algo diferentes de aquellas que orientan hacia la adicción al sexo. Y es que una persona puede ser adicta al sexo y adicta a la pornografía, o adicta al sexo pero no adicta a la pornografía, o adicta a la pornografía pero no adicta al sexo; por eso debemos proceder con mucha precisión a la hora de lanzar una impresión diagnóstica. 

Espero que estos ítems sean de utilidad a quien los consulte; no hacen un diagnóstico en sí mismos, pero pueden ayudarle al paciente a ir teniendo una idea de su situación antes de la entrevista clínica. O pueden indicarle algún signo de alarma al que los lea por pura casualidad.

Estas pautas no son un test o cuestionario típico, sino una serie de frases que cada persona debe ir pensando, asimilando y contrastando sin tapujos con su propia situación. Son o no ciertas o verdaderas para cada tipo de persona que las lea; constituyen un atisbo al propio psiquismo, un vistazo que orienta y permite irse haciendo una idea de cómo andan las cosas. El que las lea debe revisar y responder con toda la honestidad posible. 

Son ítems de alta sensibilidad diagnóstica. Ayudan tanto al paciente como al tratante. El paciente, al leer cada uno de ellos, puede ir anotando al lado V si el ítem es cierto o verdadero (si corresponde a su propia vivencia) o F si es falso (si no corresponde a su experiencia vital), con absoluta sinceridad. Al final, debe revisar sus respuestas. Cuantas más V pueda sumar, más probable será el diagnóstico de adicción a la pornografía.  


ÍTEMS ORIENTADORES

Responda o señale de manera franca y honesta V o F, teniendo en cuenta lo que usted ha vivido o fantaseado, y no lo que usted imagine suponga que su pareja o los demás puedan pensar de usted. 


1. El estrés y las dificultades aumentan mi necesidad de consumir material pornográfico.

2. No soporto la idea de estar un día entero sin poder ver pornografía.

3. He fantaseado con participar en una película pornográfica.

4. Prefiero ver pornografía a realizar otras actividades recreativas o lúdicas.

5. Casi todas las cosas me hacen pensar en términos de pornografía.

6. Tengo la sensación de consumir más pornografía de lo que habitualmente hace el resto de la gente.

7. Prefiero ver pornografía a cualquier tipo de actividad cultural o académica.

8. He visto pornografía en pareja, al menos una vez en la vida.

9. He visto pornografía en grupo, al menos una vez en la vida.

10. Cuando ingreso a sitios pornográficos en internet, busco contenidos cada vez más exóticos o extravagantes.

11. He inducido a alguien a ver pornografía al menos una vez en la vida.

12. He inducido a alguien a hacer pornografía al menos una vez en la vida.

13. He buscado pornografía en lugares donde podría meterme en problemas por ello (por ejemplo en el trabajo, en un computador de uso público o en casa ajena).

14. He tenido sexo o me he masturbado viendo pornografía al menos una vez en la vida.

15. El apetito sexual por mi pareja (o el interés de buscarme una pareja) ha descendido últimamente, mientras que mi interés en contenidos pornográficos es cada vez mayor.

16. Siento que la pornografía me ha hecho perder tiempo o dinero. 

17. La pornografía me ha hecho perder amigos.

18. La pornografía me ha hecho perder mi pareja al menos una vez en la vida.

19. Siento que algunas personas se han alejado de mí debido a mi gusto por la pornografía.

20. Rara vez puedo masturbarme sin recurrir a la pornografía.

21. Siento que jamás podré dejar la pornografía.

22. Podría identificar por su nombre a por lo menos tres estrellas de la industria pornográfica.

23. Conozco al menos cinco categorías de cine pornográfico.

24. Considero que consumir pornografía es una conducta completamente sana.

25. Tengo ideas sobrevaloradas, recurrentes o permanentes relacionadas con la pornografía.

26. Me fascina ver gente desnuda o teniendo sexo.

27. Me he trasnochado/amanecido viendo pornografía, al menos una vez en la vida.

28. Ver porno y masturbarme son los dos grandes placeres de mi vida.

29. Veo habitualmente "pornografía dura" (permeada de parafilias, o estilo gonzo, o cargada de escenas de sexo anal, orgías, ballbusting, anilingus o fisting).

30. Conozco al menos tres sitios pornográficos en internet.

31. Alguna vez en la vida he compartido material pornográfico en redes sociales.

32. Necesito consumir pornografía para empezar bien el día.

33. Consumo pornografía en horario laboral o académico, como si nada.

34. Adquiero material pornográfico con regularidad.

35. Estuve expuesto a materiales pornográficos en mi niñez.

36. Necesito ver pornografía varias veces al día.

37. Cuando tengo ganas de ver porno, usualmente siento que debe ser ya mismo (de inmediato).

38. Me gusta la pornografía con escenas de prácticas sexuales no convencionales, tales como incesto, orgías, pedofilia, voyerismo, exhibicionismo, escoptofilia, necrofilia, zoofilia, sitofilia, cancaneo, froterismo, urolagnia, urofilia, misofilia, coprofilia, sadomasoquismo o fetichismo.

39. Cuando interactúo con alguien que me parece atractivo, suelo imaginar cómo se vería actuando en una película pornográfica.

40. Cuando me siento excitado(a), siento que debo consumir pornografía cuanto antes, pase lo que pase, a toda costa.

41. Siento que no puedo controlar mi impulso de ver pornografía.

42. Ver porno es, en mí, una necesidad imperiosa e ineludible.

43. La necesidad de ver pornografía me ha traído problemas (bien sea en mi vida marital, en mi vida familiar, en mi desempeño escolar, en mi desempeño laboral o en mi vida social).

44. Mi pareja considera que la cantidad, la calidad o la frecuencia de pornografía que necesito para estar satisfecho(a) es excesiva.

45. Me he sentido mal por la frecuencia con que accedo a sitios de pornografía en la red, o por lo grotesco o extravagante de los contenidos consultados, al menos una vez en la vida.

46. Me daría mucha vergüenza que la gente se enterara del tipo de pornografía que consumo.

47. He intentado dejar de consumir pornografía al menos una vez en la vida, sin éxito.

48. Tengo que borrar el historial de navegación de mi computador o mi teléfono inteligente cada vez que otra persona los vaya a utilizar, por temor a que se percaten de mi consumo de pornografía.

49. Creo que la pornografía es el motor de mi vida.

50. A veces veo pornografía porque sí (sin saber muy bien por qué, sin siquiera tener ganas de hacerlo).

51. Me gustaría casarme con una estrella porno.

52. Tengo la sensación de haber perdido o estar perdiendo mucho tiempo valioso consultando material pornográfico.

53. Guardo/almaceno pornografía en mi computador.

54. Colecciono revistas o películas pornográficas.

55. Cuando veo a alguien que me parece sexualmente atractivo, siento deseos de consumir pornografía.

56. Eventualmente vendería mi casa o mi auto si con ese dinero pudiera acostarme con mi estrella porno favorita.

57. Considero normales o al menos tolerables prácticas sexuales como: hablarle de manera sucia o grosera a mi pareja, dominar a mi pareja, tratar con rudeza los órganos sexuales de mi pareja,  hacer sangrar a mi pareja, amordazar a mi pareja, tratar a mi pareja como si fuera un animal o un(a) esclavo(a), producirle equimosis (moretones, cardenales) a mi pareja, amarrar/esposar/inmovilizar a mi pareja, compartir mi pareja con otra persona, acceder sexualmente a mi pareja sin su consentimiento, eyacular siempre en el rostro de mi pareja/hacer que mi pareja eyacule siempre en mi rostro, arruinarle el orgasmo a mi pareja o introducirle a mi pareja objetos o partes del cuerpo que no están hechos para ello.

58. Veo pornografía para sentirme menos triste o melancólico(a).

59. Veo pornografía para sentirme menos ansioso(a) o angustiado(a).

60. Veo pornografía para sentirme menos solo(a).

61. Mi pareja (o alguna ex pareja) ha manifestado preocupación o incomodidad por mi consumo de pornografía, al menos una vez en la vida.

62. Algún familiar o amigo ha manifestado preocupación o incomodidad por mi consumo de pornografía, al menos una vez en la vida. 

63. Creo que todo lo que uno encuentra en el mundo de la pornografía es divertido, informativo o útil para la vida.

64. Siento que mi asunto con el porno se me sale de las manos.

65. A menudo recurro a la pornografía para aliviar la sensación de malestar que me da el no acceder a ella, más que para buscar mi placer.

66. He tenido algún tipo de conducta sexual problemática en mi niñez o mi adolescencia.

67. Adquiero juguetes sexuales con regularidad.

68. Puedo tener sexo sin involucrarme afectivamente.

69. Me sentido defraudado(a) por el aspecto físico de mi pareja cuando lo he comparado con el de mi estrella porno favorita, al menos una vez en la vida. 

70. Creo que la pornografía es un elemento fundamental en las relaciones de pareja.

71. Me gusta ver pornografía mientras tengo relaciones sexuales.

72. No puedo dejar de consumir pornografía, a pesar de las consecuencias negativas que ha traído a mi vida.

73. Pensar en pornografía (bien sea recordando escenas, o imaginándolas, o planificando cómo y cuándo verla) consume gran parte de mi tiempo y mi energía psíquica.

74. Con frecuencia me sucede que cuando estoy hablando con alguien lo desvisto con la mirada.

75. Cuando voy por la calle o estoy en un sitio público, me quedo observando a quien me parece sexualmente atractivo.

76. Si alguien me llama la atención, trato de establecer contacto físico de inmediato.

77. Al menos una vez en la vida, algún familiar, amigo o conocido se ha preocupado por mi comportamiento sexual.

78. Creo que es completamente normal tener sexo en la primera cita.

79. Al menos una vez en la vida, alguna pareja o algún conocido se ha quejado de mi conducta sexual.

80. Así nunca haya buscado ayuda profesional para entender y gestionar mejor mi comportamiento sexual, a veces siento que debería buscarla.

81. Me avergonzaría que los demás averiguaran/conocieran mis fantasías sexuales.

82. Me avergonzaría que los demás averiguaran/conocieran mis comportamientos sexuales.

83. He herido emocionalmente a alguien debido a mi conducta sexual, al menos una vez en la vida.

84. Siento que he podido meterme en problemas legales o exponerme a sanciones sexuales debido a mi comportamiento sexual, al menos una vez en la vida.

85. Siento que hay días o temporadas en las que estoy demasiado "caliente", "cachondo(a)", "guarro(a)" o "ganoso(a)", y eso para mí significa ir a ver porno.

86. Me he esforzado intentando parar una conducta sexual que considero potencialmente inadecuada o riesgosa, sin lograrlo.

87. Oculto deliberadamente algunas facetas de mi conducta sexual a mi pareja.

88. Si siento ganas de ver pornografía y no lo consigo, me pongo irritable, ansioso(a) o triste.

89. Consumo pornografía de manera compulsiva, varias veces al día, incluso en lugares inapropiados o situaciones potencialmente embarazosas.

90. A veces me he sentido depravado(a), degradado(a) o perverso(a) debido a mis fantasías o conductas sexuales. 

91. Uso con frecuencia la masturbación mientras veo pornografía para escapar de mis problemas o "relajarme" en un día estresante.

92. Me han dicho que soy muy lanzado(a) o atrevido(a) al menos una vez en la vida.

93. Siento que mis fantasías sexuales me dominan.

94. Siento que mi deseo sexual me subyuga/controla.

95. Con frecuencia necesito ver pornografía tan pronto me despierto.

96. Me siento insatisfecho(a) sexualmente, porque en mis relaciones no hago todo lo que veo en el cine pornográfico.

97. Alguna vez en la vida he tenido la sensación de que la pornografía interfiere en mi vida cotidiana. 

98. Alguna vez en la vida he tenido la sensación de que la pornografía me estanca o no me permite desplegar todo mi potencial/todas mis capacidades. 

99. Mi conducta sexual me ha traído consecuencias negativas (como lesiones, enfermedades, incumplimientos académicos o laborales, rupturas afectivas).

100. Los demás me parecen demasiado mojigatos y acartonados en su conducta sexual.

101. Me parece que los monogámicos (fieles) son sujetos neuróticos y aburridos.

102. A veces puedo ser excesivamente coqueto(a) o seductor(a) con desconocidos.

103. Me parece lo más natural del mundo que la gente vea pornografía a diario.

104. Suelo saludar a los demás de manera sensual/teñida de erotismo.

105. Estoy tan habituado(a) a ver pornografía que debo buscar contenidos cada vez más extremos o pasados para poder excitarme.

106. Alguna vez en la vida he intercambiado material pornográfico con amigos o compañeros de trabajo.

107. Alguna vez en la vida he realizado sexting.

108. A veces me he sentido tan urgido(a)/necesitado(a) de ver pornografía, que lo he realizado a hurtadillas teniendo al lado (o cerca) a mi pareja, a un familiar, a un compañero de trabajo o de estudio, a un profesor, a un amigo o a un tercero que me conoce.

109. Estoy de acuerdo con aquello de que "en tiempo de guerra todo hueco es trinchera", "hay que probarlo todo en la vida" o "una vez al año no hace daño", en el terreno de lo erótico.

110. Suelo asistir a reuniones sociales esperando tener un encuentro sexual.

111. Me excita ver o escuchar las relaciones sexuales de otros.

112. Alguna vez he visto pornografía bajo efectos de sustancias psicoactivas (incluyendo alcohol).

113. Con frecuencia pienso en otra(s) persona(s) cuando tengo relaciones sexuales, y esa otra persona suele ser un actor o una actriz porno. 

114. Al menos una vez en al vida alguien me ha dicho que soy una persona infiel o promiscua.

115. La ropa interior me provoca siempre pensamientos sexuales.

116. Tiendo a usar ropa ajustada o reveladora para que me observen con deseo.

117. He tenido sexo sin protección al menos una vez en la vida.

118. He tenido relaciones sexuales pasajeras, "de una noche".

119. Me he grabado o he grabado a otros teniendo sexo.

120. He tenido relaciones sexuales en mi lugar de trabajo.

121. He tenido relaciones sexuales en mi lugar de estudio.

122. He tenido relaciones sexuales en situaciones inadecuadas (un velorio, una calamidad doméstica, un retiro espiritual, un viaje de avión, etcétera).

123. Casi siempre me masturbo mientras consumo pornografía.

124. He asistido a un club o a una fiesta swinger al menos una vez en la vida.

125. Tengo el temor de que mis fantasías sexuales o mi conducta sexual puedan llegar a arruinarme la vida.

126. Me excita la idea de tener relaciones sexuales con un superior (jefe, supervisor, profesor, coordinador, doctor, empleador, arrendador) o con un subalterno (empleado, estudiante, paciente, servidor, arrendatario).

127. Me siento bien viendo grabaciones de mis propias relaciones sexuales.

128. He realizado sexo oral o he masturbado a dos o más personas al mismo tiempo, al menos una vez en la vida.

129. Cuando me siento a hablar con alguien, la pornografía es uno de mis temas recurrentes. 

130. Al menos una vez en la vida he obligado, coaccionado o al menos impulsado a mi pareja a hacer algo que le disgusta o desagrada, para cumplir una fantasía sexual que formé después de ver una escena pornográfica.

131. Pienso constantemente en utilizar juguetes sexuales en mis relaciones.

132. A menudo fantaseo con involucrarme en situaciones sexuales extremas, exóticas o salidas de lo normal.

133. Al menos una vez en la vida he tenido sexo, o al menos flirteado (coqueteado) con alguien casado.

134. Si me ofrecen sexo no considero inmoral acceder, así yo y/o esa persona esté (estemos) emparejado(s).

135. Al menos una vez en la vida he hecho algo que me disgusta o desagrada, por imitar/reproducir algo que vi en un video pornográfico. 

136. Consumir pornografía es mi manera favorita de aliviar presiones académicas o laborales.

137. Creo que la pornografía es preferible a las relaciones sexuales reales, porque no hay que esforzarse mayor cosa, ni exponerse a sufrimientos, y todo resulta mucho más rápido. Todo está a un clic.

138. A veces veo pornografía de manera compulsiva, sin sentirme lleno(a) en realidad.

139. Alguna vez en la vida he tenido la sensación de que mi conducta sexual es desmesurada, desmedida o se aleja de la normalidad.

140. He realizado alguna actividad sexual en contra de la ley, al menos una vez en la vida.

141. Suelo ver porno para "calmar los nervios" (reducir sintomatología ansiosa) o "subir el ánimo" (reducir sintomatología depresiva) o para poder sentirme en éxtasis ("entrar en trance", "alcanzar el nirvana", "ver estrellas").

142. Si no veo pornografía, no me siento vivo(a).

143. Prefiero la pornografía a las relaciones interpersonales reales, porque está exenta de malentendidos, complicaciones, diferencias y pereques. 

144Mi conducta sexual/mi asunto con la pornografía podría afectar mi reputación.

145. Tengo la sensación de que podría ver porno un día entero, sin parar. 

146. Necesito cada vez mayor variedad en mis actividades sexuales.

147. Me cuesta tener una erección o lubricarme si antes de una relación sexual no he visto pornografía.

148. Sin pornografía, la vida me parece desagradable, aburrida e insoportable.

149. Me gustaría realizar en mi vida de pareja todo lo que encuentro cuando consumo pornografía. 

150. Me parecen de mente cerrada los que no incorporan disfraces, vibradores, esposas, látigos, sogas, arneses, bolas chinas, anillos peneanos y otros artefactos en sus relaciones sexuales.

151. Pienso que la pornografía me trae mejores sensaciones que el sexo real, y no me exige compromisos ni me expone a riesgos.

152. Cada vez tengo que dedicarle más y más tiempo a la pornografía para poder excitarme.

153. Cuando me he prometido dejar de ver pornografía, sólo lo he conseguido por un corto periodo de tiempo.

154. He dejado de ir a clase o faltado a un examen o incumplido una cita por quedarme consumiendo pornografía, alguna vez en la vida.

155. He notado que la pornografía ha causado problemas en mi vida sexual.

156. He notado que la pornografía ha impedido sacar lo mejor de mí. 

157. He intentado, sin éxito, reducir la cantidad de porno que veo a diario.

158. Creo que consultando material pornográfico logro balancear o equilibrar mis emociones.

159. Continuamente planeo cuándo ver pornografía.

160. Gasto más de media hora al día visitando sitios pornográficos en la red.

161. Me he suscrito a alguna página web u otro servicio de pornografía, al menos una vez en la vida.

162. He participado en chats o redes de pornografía. 

163. Tengo un alias/un nombre de usuario/un apodo para entrar a sitios pornográficos en la red.

164. He actuado en alguna producción pornográfica (así sea un video casero o amateur), al menos una vez en la vida.

165. Tengo un blog, un perfil de redes sociales o un sitio web personal que contiene pornogafía.

166. Veo porno cuando quiero premiarme o recompensarme por haber alcanzado una meta/finalizado un trabajo/superado una situación difícil o estresante.

167. Buscando novedades en el mundo de la pornografía, me he expuesto a dar mi nombre, mi número de identificación o mi número de teléfono.

168. Tengo contactos en la industria pornográfica.

169. Me he encontrado cara a cara con un(a) modelo webcam y nos hemos reconocido. 

170. En mi computador tengo marcadas como favoritas varias páginas pornográficas.  

171. He pasado por situaciones incómodas, vergonzosas o bochornosas al ser sorprendido(a) viendo pornografía.

172. Pienso que quienes critican la pornografía o la tildan de patológica son unos reprimidos/neuróticos/ultraconservadores.

173. Tengo un autógrafo u otro recuerdo de alguna estrella porno.

174. Creo que lo que presenta la pornografía es el deber ser de las relaciones sexuales: libres, descomplicadas, abiertas a todo, sin ataduras. 

175. Tengo en mi casa o mi lugar de trabajo un afiche o un calendario con fotos de personas desnudas o teniendo sexo.



BIBLIOGRAFÍA


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Gola, M. (2016). Decreased LPP for sexual images in problematic pornography users may be consistent with addiction models. Everything depends on the model. (Commentary on Prause, Steele, Staley, Sabatinelli, & Hajcak, 2015). Biological Psychology, 117. 

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Velasco, A. y Gil, V. (2017). La adicción a la pornografía: causas y consecuencias. Drugs and Addictive Behavior, 2(1), 122-130



David Alberto Campos Vargas

Médico y cirujano - Pontificia Universidad Javeriana

Especialista en Psiquiatría - Pontificia Universidad Javeriana

Neuropsicólogo - Universidad de Valparaíso

Neuropsiquiatra - Pontificia Universidad Católica de Chile

Filósofo - Universidad Santo Tomás de Aquino

Psicoterapeuta - Sociedad de Psicoterapia Formativa


Cómo citar este artículo: Campos Vargas, D.A. (2021) Claves para el diagnóstico de la adicción a la pornografía. Revista Virtual de Psicoterapia Formativa, Mayo de 2021. 

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