sábado, 3 de marzo de 2018

PSICOTERAPIA FORMATIVA DE GRUPO, por David Alberto Campos Vargas


PSICOTERAPIA FORMATIVA DE GRUPO

David Alberto Campos Vargas, MD*


Introducción


La psicoterapia formativa también puede hacerse en un formato de grupo. Sus objetivos, alcances y herramientas son los mismos, aunque el esquema general varía atendiendo a las peculiaridades propias de este tipo de psicoterapia.

Mi experiencia con la psicoterapia formativa de grupo se remonta a 2015, cuando empecé a trabajar con pacientes que estaban en proceso de rehabilitación de drogodependencia en Fenacorsol. Posteriormente, en 2016, inicié a trabajarla también con los pacientes del Hospital Mental de Filandia, y desde finales de 2017 la realizo también con miembros de la Sociedad de Psicoterapia Formativa.

Quiero compartirles de manera breve y concisa en qué consiste, qué pretende y cómo es que se han estandarizado los esquemas de intervención hasta el momento. Por supuesto, lo hago con toda la humildad que da el tener consciencia de que la psicoterapia formativa apenas está consolidándose en eventos científicos internacionales, y que, sin duda alguna, aunque se conservará la estructura básica, podrán venir algunas modificaciones con el tiempo.


¿Qué es la Psicoterapia Formativa?


La psicoterapia formativa nació como abordaje psicoterapéutico; en la actualidad puede pensarse como método, como filosofía, como escuela y como institución.

Es un tipo de psicoterapia que he ido forjando y definiendo desde hace algunos años, producto de una década y media de atender pacientes en la consulta privada, aprendiendo de ellos y con ellos, leyendo a los grandes maestros de la psiquiatría y la psicoterapia, y tomando ideas de los buenos profesores que he ido conociendo a lo largo de mi carrera.

Las características propias de la psicoterapia formativa pueden resumirse en estos conceptos: plenitud, sentido de vida, realización existencial, transformación, trascendencia, integración, armonización, cohesión, ecualización, transmutación, sinergia, empatía, aprendizajes significativos, praxis, ética, diálogo y forja del carácter; en todos ellos, está siempre presente el concepto de formación. Esa bildung que es construcción, estructuración, organización, moldeamiento de la personalidad alrededor de lo bueno y de lo bello. Y, ante todo, certeza de que en todo paciente está la posibilidad de cambio: su forma de ser y de existir siempre puede ser otra. Cambio de forma. O consolidación y fortalecimiento de una forma apropiada, pero endeble o mal cohesionada.

Como filosofía, la psicoterapia formativa está encaminada a lograr la plenitud existencial, busca que paciente y terapeuta logren una redefinición de sí mismos, de sus conceptos y de sus relaciones (una cosmovisión nueva), y alienta a que ambos, paciente y terapeuta, logren ser unas buenas personas (éticas, responsables, solidarias, comprometidas, virtuosas, reconectadas con Dios y con sus aspectos más profundos, sublimes y trascendentes…en conclusión, bien formadas).

Como escuela, aparte de constituir un cuerpo doctrinal sólido, basado en la experiencia clínica, la psicoterapia formativa promueve la capacitación y el estímulo de todos los psicoterapeutas que vayan más allá de la mera mejoría sintomática y busquen realmente impactar positivamente en las familias, las comunidades y las naciones, formando pacientes (y, a su vez, dejándose formar por ellos) en los más altos ideales de bondad, belleza, moralidad y virtud.

En su aspecto institucional, ya se constituyó la Sociedad de Psicoterapia Formativa en 2017, que agrupa hasta el momento a psicoterapeutas colombianos, españoles y alemanes, con miras a una expansión progresiva hacia otras latitudes. Dicha Sociedad está concebida como una verdadera red de cooperación científica y académica entre los distintos psicoterapeutas adscritos al modelo. La primera capacitación de psicoterapeutas formativos empezó a finales de 2017, y el primer Congreso de Psicoterapia Formativa se llevó a cabo el 24 de febrero de 2018.


¿Cómo es un psicoterapeuta formativo?


En la Sociedad de Psicoterapia Formativa existen unos Estatutos, un Código de Ética, unas capacitaciones y una disciplina encaminados a lograr la máxima coherencia entre cada profesional en concreto y el ideal de buen terapeuta.

¿Qué es un buen terapeuta? Es el terapeuta empático, moralmente intachable, bueno en el sentido más filosófico de la palabra; conoce y comprende a su paciente, y logra establecer un vínculo sincero; es honesto; sus gestos y actitudes, lejos de ser hipócritas o impostados, son genuinos y creíbles; vibra con su paciente, entra fácilmente en sintonía; disfruta lo que hace; se esfuerza por ir acrecentando cada día su bagaje cultural y psicoterapéutico, estudia y se actualiza constantemente;  se entrega, no es mezquino con su saber ni con su tiempo; está atento a lo que hace, quiere ser útil, busca ejecutar la maniobra que le sea más benéfica al paciente en cada momento de la sesión; trasciende lo puramente individual y tiene en cuenta lo familiar, comunitario y colectivo; tiene una fuerte vida espiritual; es juicioso y sensato en su acontecer cotidiano; sabe cuándo debe ser intuitivo y cuándo debe ceñirse a la técnica, y se mueve entre ambos polos con flexibilidad; sabe vivir bien, tiene experiencia de vida; es capaz de reconocer en el otro a un prójimo que hay que cuidar (vive una ética del cuidado y del cariño); busca conectar con dicho prójimo de forma respetuosa, responsable y adecuada; es transmutador y catalizador, es agente de cambio; transmite con claridad y precisión lo que está pensando; sabe escuchar; reconoce el valor de su trabajo, y en consecuencia ejerce su labor con toda la nobleza y toda la altura posibles; se alía con las partes sanas del paciente, y le permite reflexionar, razonar, pensar y repensarlo todo; tiene claro quién es y busca hacer de sí mismo el mejor instrumento para el tratamiento del paciente; sólo efectúa acciones que fomenten la formación y el desarrollo integral de su paciente, en el marco de una legítima alianza terapéutica; sabe que en la psicoterapia se da un crecimiento mutuo; está abierto a nuevos aprendizajes, libre de dogmatismos; ejerce, además de su función sanadora, una función pedagógica; es facilitador y motivador, y entiende que el proceso puede ser placentero o al menos agradable (no asume que la psicoterapia ha de ser siempre dolorosa o difícil); permite un espacio seguro para que el paciente pueda ser lo más sincero y espontáneo posible. 


¿Cuáles son las metas de la psicoterapia formativa de grupo?


De manera esquemática, pueden presentarse de este modo:

1. Consecución de la plenitud existencial, la felicidad, el verdadero sentido de la vida.

2. Conexión con Dios.

3. Fortalecimiento de la dimensión trascendente y religiosa.

4. Constitución de un proceso pedagógico y formativo, una oportunidad para hacer mejores personas tanto a los pacientes como al terapeuta.

5. Logro de aprendizajes significativos.

6. Encuentro, en compañía de los pacientes, de una cosmovisión nueva.

7. Reflexión, pensamiento, argumentación encaminada a la forja de una personalidad equilibrada y virtuosa en cada uno de los pacientes, y en el grupo como totalidad.

8. Logro de una nueva perspectiva existencial, una forma de ser y existir en el mundo distinta a la que se llevaba antes de empezar el proceso: una nueva filosofía de vida para el grupo.

9. Redefinición completa y conjunción armónica de todas las dimensiones del grupo.

10. Logro de un sano equilibrio entre las distintas facetas y tendencias del sí mismo en cada paciente (self integrado y ecualizado) y en el grupo (que tiene una personalidad propia, y que está llamado a ser una construcción bien ensamblada, funcional y estructurada).

11. Praxis. El grupo debe llegar, a partir del conocimiento, a la transformación. Tiene que lleva al terreno real y concreto todo lo logrado en el proceso.

12. Optimización de los aspectos relacionales y contextuales de los miembros del grupo (inclusión de las parejas y las familias).


Otras consideraciones en la psicoterapia formativa de grupo


La integralidad debe darse en lo teórico y lo técnico: se deben usar diversas miradas y herramientas según cada momento vivido en la sesión. El dinamismo de los grupos es enorme, y exige al psicoterapeuta desenvolverse con versatilidad y eficiencia.

Cada grupo es un mundo nuevo. El buen psicoterapeuta debe tener la mente abierta a la hora de abordarlo, y echar mano de distintos enfoques y distintas maniobras, de distintas escuelas, buscando el beneficio de  sus pacientes. La terapia debe adaptarse a las necesidades del grupo.

La sinergia entre el grupo y el psicoterapeuta es innegable. El grupo influye en el terapeuta, así como el terapeuta influye en el grupo. Son equipo, se compenetran, complementan y ayudan.

El psicoterapeuta ha de ser un instrumento terapéutico que se dona y se convierte en catalizador del cambio (la transformación) en el grupo y en cada uno de los miembros del mismo.

No se requiere una parafernalia o de un lugar especial para la ejecución de la psicoterapia formativa de grupo. Basta un espacio limpio y seguro, sin contaminación visual o auditiva. Hasta el día de hoy, he obtenido buenos resultados trabajando con grupos de entre diez y veinticinco integrantes, en sitios al aire libre o en auditorios o salones. Una treintena de sillas (ojalá cómodas y ergonómicas) es el único mobiliario requerido, aunque no es algo indispensable si se trata de una locación campestre.


Contenidos de la psicoterapia formativa de grupo


Como he sostenido en otros ensayos y artículos, es deseable equilibrar lo espontáneo con lo esquemático, lo lúdico con lo solemne, lo intuitivo con lo racional. Obviamente el terapeuta ha de llegar a cada encuentro con una idea previa de lo que espera encontrar en dicha sesión, y ha de efectuar, antes de la misma, unas adecuadas preparación y planeación. Pero ellas no pueden ser camisa de fuerza. Si en algún momento aparece algo novedoso o inesperado que pueda ser utilizado para beneficio del grupo, el guión puede cambiar.

La clave está en ser sensatamente flexible, y vibrar con el grupo de tal forma que los asuntos a tratar en la sesión vayan surgiendo sin acartonamientos, sin sacrificar la espontaneidad ni el dinamismo propio de lo inconsciente que va aflorando en el momento menos pensado. Al mismo tiempo, recomendaría asegurarse que con el grupo se van a tener por lo menos doce encuentros, para cumplir a cabalidad los ítems a desarrollar a lo largo del proceso.

Me he percatado que con grupos de drogodependientes en proceso de rehabilitación conviene enfocarse en el autocuidado, el rescate de las funciones yoicas, el fortalecimiento de habilidades sociales y comunicativas, la religión (entendida como religazón con lo divino), la adquisición de la capacidad de espera, la recuperación de las redes de apoyo social y familiar, la identificación y la transformación clara de los factores que provocaron el consumo o la recaída, la forja de una personalidad fuerte y disciplinada, el saneamiento de las amistades, la recuperación a nivel académico y ocupacional, el uso adecuado del tiempo libre y la adquisición de una devoción y una piedad robustas. 

Con grupos de pacientes crónicos, he visto pertinente trabajar la introspección y la conciencia de enfermedad, la construcción de redes de soporte emocional, la adherencia al tratamiento, la plena reinserción laboral, la reestructuración de la personalidad, la espiritualidad en la vida cotidiana, el rescate de los valores y las capacidades que favorecen la adaptación, la expansión del círculo social, la psicoeducación, el fortalecimiento de la fe, la identificación de síntomas de alarma y el favorecimiento de los aspectos sanos del psiquismo.

Con los miembros de la Sociedad de Psicoterapia Formativa he ido descubriendo que un formato estilo Balint puede complementarse con el redescubrimiento de Dios y de la vida espiritual (frecuentemente ahogada por docentes obtusos en las Facultades de Medicina y Psicología), la instauración de un estilo de vida ético, equilibrado y prudente, el trabajo en la escucha activa y otras herramientas de comunicación, la capacitación constante en habilidades y técnicas terapéuticas, el logro del insight y la formación filosófica.

Por supuesto, todos los puntos anteriores, en esos grupos y en otros grupos terapéuticos (incluyendo familiares y cuidadores) tienen que estar en consonancia con las metas de la psicoterapia formativa, para lograr un proceso finamente ensamblado y eficaz.

Recomiendo a los psicoterapeutas hacer una buena oración (que ojalá incluya tanto meditación como plegaria), a solas, antes de cada sesión, y el ofrecimiento de la misma al Señor, que sabrá guiar y organizar todo a favor del crecimiento personal del grupo. También, al terminar el encuentro, una breve oración de agradecimiento (por lo general, a los pacientes les gusta mucho hacer la oración de la Paz compuesta por san Francisco de Asís).     
  

Conclusión


La psicoterapia formativa de grupo tiene múltiples aplicaciones y utilidades, y puede ser usada en diferentes escenarios clínicos. Teniendo en cuenta la necesidad de ofrecer una psicoterapia estructurada, completa e integral a diversos grupos de pacientes, resulta un modelo útil, práctico y eficiente, ampliamente versátil y de bajo costo.  



*
Médico cirujano - Pontificia Universidad Javeriana.
Especialista en Psiquiatría - Pontificia Universidad Javeriana
Neuropsicólogo - Universidad de Valparaíso
Neuropsiquiatra - Universidad Católica de Chile
Filósofo - Universidad Santo Tomás de Aquino
Magíster en Filosofía y pensamiento político – Universidad Santo Tomás 
Estudiante de Teología – Obispado Castrense de Colombia
       






No hay comentarios:

Publicar un comentario

EN BUSCA DE UN LENGUAJE VERDADERAMENTE INCLUSIVO E INCLUYENTE, por David Alberto Campos Vargas

EN BUSCA DE UN LENGUAJE VERDADERAMENTE INCLUSIVO E INCLUYENTE   David Alberto Campos Vargas, MD*   Introducción   Felizmente, y ...