jueves, 20 de febrero de 2020

PSICOTERAPIA FORMATIVA EN EL ADOLESCENTE, por David Alberto Campos Vargas


PSICOTERAPIA FORMATIVA EN EL ADOLESCENTE


David Alberto Campos Vargas





Introducción


El adolescente lucha por abrirse campo en medio de un mundo que con frecuencia le es hostil o lo considera menos importante de lo que en realidad es. A menudo recibe todo tipo de calumnias y valoraciones negativas, que muchas veces expresan prejuicios profundamente arraigados en el inconsciente colectivo.

A lo largo de los siglos, al adolescente se le ha tratado de encasillar  en un rol de minusvalía, inseguridad, irresponsabilidad y/o haraganería. Se le ha visto como un ser en estado de moratoria, incompleto, vago, pusilánime e indeciso. Nada más injusto. 

Desconociendo sus aspectos más luminosos (solidaridad, sentido de equipo, capacidad de sacrificio, compromiso social, espíritu emprendedor, idealismo) y, en cambio, magnificando sus facetas más oscuras (inconstancia, dispersión, inconsistencia, fragilidad yoica, inestabilidad afectiva), en casi todas las sociedades contemporáneas el desdén hacia los adolescentes se presenta en diversos escenarios. A nivel institucional (empresas, colegios, universidades) los viejos intentan someterlos, y, si se encuentran en posición de subalternos, se niegan a reconocer sus capacidades y con frecuencia tratan de boicotear sus directrices. En el cine y la literatura de mala calidad (epítomes de la cultura light que tiene idiotizada a buena parte de la población en el siglo XXI), es reiterativo el cliché de los adolescentes bobalicones e insensatos que viven en medio de juergas, orgías y conductas temerarias.  En todo el orbe, aún predomina la idea de que el líder debe ser una persona vetusta, y efectivamente el joven, así sepa dirigir y esté lleno de buenas ideas ideas, tiende a ser descartado (pues se tiene el prejuicio de que es incapaz e incompetente para puestos de liderazgo). Para rematar, numerosas figuras de la farándula (los grandes influenciadores de esta época)  divulgan una imagen muy retorcida de los adolescentes, presentándolos como poco más que bestias instintivas, peligrosas e insaciables. 

De otro lado, las psicoterapias tradicionales se suelen quedar cortas en el abordaje del adolescente, e incurren en el error de verlos como “niños que están aprendiendo a ser grandes”, o peor aún, “adultos incompletos”.

A muchos prejuiciosos les sorprendería saber que grandes obras de la literatura, la música y el arte  han sido creadas entre los 12 y los 20 años de edad. O que la Historia ofrece numerosos casos de adolescentes y adultos jóvenes que han sido formidables gobernantes. 

La verdad es que el adolescente merece mucho más respeto. No es, en modo alguno, ese sujeto atolondrado, flojo y lleno de falencias que algunos creen que es. Tampoco es un niño atormentado por los cambios corporales que vivencia, como a menudo se le caricaturiza. 

El adolescente no es un niño crecido ni un adulto pequeño. Constituye un ontos especial, con unas características que exigen al psicoterapeuta formativo consideraciones técnicas especiales.


¿Qué desea un adolescente?


El adolescente desea especialmente tres cosas en su vida: ser valorado en su justa medida, ser respetado en su identidad y sus orientaciones, y sentirse amado. Veamos cómo:

a. El adolescente quiere ser valorado, quiere ser tenido en cuenta. Quiere que lo escuchen, que no menosprecien sus ideas ni sus iniciativas. Quiere superar la incómoda experiencia (que por desgracia vive a menudo) de ser tenido en menos por sus mayores.

Tengamos en cuenta que a nivel jurídico el adolescente ni siquiera es reconocido como ciudadano en muchos países del mundo (en los que la mayoría de edad se adquiere a los 21 años o después), o es tenido por ciudadano de segunda categoría, con derecho a voto pero con impedimentos para ser candidato a cargos públicos.

Recordemos, además, que al adolescente se le discrimina con frecuencia (sobretodo si es varón, pues el sexismo totalitarista del siglo XXI pretende achacarle al sexo masculino toda la culpa de lo malo que sucede en el mundo), se le ridiculiza (especialmente cuando se muestra crítico frente a las estructuras de poder establecidas y ejercidas por adultos), y se le excluye de reuniones de carácter religioso, cultural o comunitario, precisamente por el difundido prejuicio de que “no sabe comportarse”.

El adolescente necesita recibir, especialmente de sus padres y de sus otras figuras de autoridad, las debidas felicitaciones cuando hace las cosas bien. A veces los adultos tienden a olvidarse de esto. Están muy prestos a impulsar y felicitar al niño, aplaudiéndole sus logros… pero con el adolescente se restringen afectivamente, se vuelven demasiado parcos, mezquinos en encomios y/o palabras de ánimo. Tanto a nivel familiar como en el ámbito académico, dejan de elogiarlo y estimularlo. La triste contrapartida es que sí están listos a criticarlo, señalarle sus defectos y regañarlo. Como si de alguna manera asumieran que no pueden validar y acompañar al adolescente, sino fungir como objetos perseguidores.

b. Ser respetado en su identidad y sus orientaciones. Como día a día va cohesionando su self, va avanzando en su proceso de individuación y va definiendo su forma de ser en el mundo, el adolescente es ante todo alguien que está aclarando (aclarándose a sí mismo, y aclarándole al mundo) quién es. En este orden de ideas, poco ayudan los que se mofan de sus intentos de independencia, o los que miran con sorna o desprecio la forma en la que escoge ciertos referentes, ciertas figuras de identificación y ciertas creencias que le están dando justamente el terreno para definirse.

El adolescente es un buscador. Y para edificar su psiquismo, toma aquellas herramientas que el mundo le ofrece. Muchas veces cae en el juego de la cultura hegemónica de la época en la que vive, e incurre en la paradoja de volverse una persona muy poco original pretendiendo alcanzar la originalidad (por ejemplo, cuando se deja atrapar y queda inmerso en la superficialidad y la banalidad propias de la cultura light de la neoposmodernidad que estamos viviendo). Pero, también en muchas ocasiones, el adolescente consigue una identidad y una autonomía propias, y llega a ser único y diferente. Y lo triste es que es ahí cuando con más virulencia sus mayores lo atacan sin misericordia.

c. Sentirse amado. El adolescente, tanto como el niño, el adulto o el anciano, necesita amar y sentir el amor del prójimo. En la adolescencia todas las pulsiones, y de manera especial las que están al servicio de la vida, se hacen sentir poderosamente. El Eros busca expresión y gratificación, y dirige la conducta de forma notable.

Lo curioso es que muchos adultos, influenciados por concepciones erróneas acerca de la adolescencia, la crianza y la educación, hacen todo lo contrario: se distancian afectivamente del adolescente, dejan de lado la ternura y el cariño, se hacen fríos o tiránicos. Por la difundida (y claramente falsa) idea de que la dulzura y las manifestaciones de amor “ablandan” o “tuercen” al adolescente, muchos padres se niegan a sí mismos el placer de manifestar el cariño a ese hijo o a ese familiar que tanto aman. Y, de paso, le producen un daño inmenso.

También, por pura ignorancia, muchos adultos insensatos le dan al adolescente el mensaje (erróneo a todas luces) de que sólo se es en la medida en que se le niegue el ser al prójimo, y que la identidad se hace de forma egoísta y en solitario, compitiendo como una fiera agresiva e ignorando las necesidades del resto de los seres humanos. Con ello, sólo crean trastornados muy poco aptos para la vida en sociedad, egoístas y caóticos, muy proclives a las patologías de la personalidad. 


¿Qué es un adolescente?


El adolescente es una persona que se organiza progresivamente. No desde la carencia, ni desde la ineptitud, sino desde la potencialidad.

Me explico: el adolescente no es un aprendiz de persona humana, es una persona con todas las partes listas para ser ensambladas. Los recursos ya están ahí. Deben ser puestos en marcha.

Usando un concepto aristotélico, puede afirmarse que el adolescente es un ser en potencia. En consecuencia, la psicoterapia debe ser catalizadora, movilizadora, para que dicho ser en potencia se estructure.

El adolescente tiene el sustrato. Requiere, tanto en la psicoterapia como en la vida cotidiana (especialmente en la relación con los individuos que son para él unas figuras significativas, como son los profesores, los padres, los amigos y los héroes personales), encontrar verdaderos catalizadores de esa obra que está forjando: su personalidad, su identidad, su vocación, su sentido de vida.

El adolescente merece una buena psicoterapia, no sólo como un camino creativo y expresivo para quitarse de encima temores y vivencias desagradables, sino también como oportunidad para aclarar dudas relacionadas consigo mismo y el mundo en el que vive, y, sobretodo, para encontrar una sólida cimentación de su existencia. 


Objetivos terapéuticos


Las metas de la psicoterapia formativa (sentido de vida, plenitud existencial, reflexión filosófica, redefinición de sí mismo y del entorno, potenciación de aspectos espirituales y trascendentes, formación, integración armónica, cohesión del self, praxis, aprendizaje, adquisición de nuevos significados y nuevas estrategias de afrontamiento) deben aterrizarse a la especialísima condición del adolescente, situación que requiere de parte del terapeuta prudencia, paciencia y respeto infinitos.

La psicoterapia con el adolescente no puede convertirse en una lucha estéril. Por eso hay que evitar los enfoques demasiado dados a la confrontación y al debate. Tampoco puede ser una mera catarsis, o un simple ejercicio de asociación libre: se trata de una persona que requiere un direccionamiento y unos parámetros claros de qué es lo bueno, lo bello y lo deseable, y qué no. La consejería, la clarificación y el señalamiento, maniobrados con tacto y prudencia, son tan importantes como la interpretación. 

Ahora bien, el terapeuta debe evitar la tentación de hacer de la consejería un ejercicio de adoctrinamiento del adolescente. Respetando la libertad y el criterio del paciente, sólo tiene que mostrarle con sutileza qué es lo adecuado y qué es lo inadecuado, qué es lo sensato y qué es lo insensato a la hora de vivir. 

El adolescente está buscando un sentido a su existencia. Es una realidad en estructuración, un ser que se afirma y consolida en la medida en que se descubre. Por eso la psicoterapia debe darle las herramientas para hacer de su vida una vida interesante, fecunda y genuina, con total claridad con respecto a lo que es bueno y es ético hacer y asumir.

La familia nuclear puede estar presente durante la primera sesión. Esto por un lado disminuye la ansiedad derivada de muchos temores (del paciente y de los propios familiares) relacionados con el desconocimiento de la terapia, y por el otro posibilita tener una variedad de miradas con respecto a la situación del paciente y del sistema familiar. Varios autores de corrientes psicoanalíticas creen que esto es incorrecto porque supuestamente “contamina” o “sesga” al tratante. Lo que yo he visto es todo lo contrario: al entablar también un buen vínculo con la familia, el terapeuta tiene ya otros campos para actuar (y es evidente que la mejoría del sistema familiar se traduce en una mejoría del paciente, y que la mejoría del paciente se traduce en una mejoría del sistema familiar); otro aspecto positivo es que se involucra a los allegados y se les convierte en una verdadera red de apoyo para el adolescente. El sesgo, en vez de aumentar, disminuye, pues no se limita el proceso a una sola versión de los hechos, sino que engloba múltiples aspectos a tratar.

En la medida que transcurre la psicoterapia formativa, el terapeuta puede volver a citar a los familiares cuando las circunstancias le indiquen que es conveniente hacerlo: situaciones de matoneo escolar, conflictos con algún profesor, dificultades en el rendimiento académico o acoso en el ámbito educativo, entre otros. También cuando la familia requiera de una intervención (que deberá ser breve, pero eficaz), o cuando los padres soliciten un encuentro. 

Con respecto a la última situación, el adolescente y su familia deberán tener en cuenta, siempre, que él es el paciente y el protagonista de la psicoterapia. Su confianza en su doctor no puede verse boicoteada por la vivencia de que hay “canales alternos de comunicación”. Por eso es clave que los padres entiendan su rol (de apoyadores y acompañantes) y no traten de reunirse en privado o contactar de forma secreta al tratante. Lo que deseen saber, o lo que deseen decir, debe ser trabajado en compañía del adolescente, que es la piedra angular del proceso. 

Aún cuando existan “secretos familiares” (que las propias familias consideran más feos de lo que realmente son), es necesario recordar que dichos “secretos” enferman, perturban al sistema, y entorpecen el desarrollo de una personalidad sana en el paciente. Todo debe ser sacado a la luz, para ser minuciosamente trabajado, introyectado, asimilado, metabolizado, elaborado y aprendido apropiadamente. Eso sí, el terapeuta tiene que proceder con cautela y profesionalismo. Si eventualmente fueran necesarios varios encuentros para lograrlo, deberá concertarse con la familia que asista con el paciente cada tres o cuatro sesiones. De este modo, no se interrumpe la continuidad de lo trabajado con el paciente, y se evita darle la idea de que el “secreto familiar” o la ansiedad de sus padres priman sobre su proceso.   

Como siempre, son muy importantes la empatía, la transparencia, la franqueza y el respeto por el paciente. Nada de mentiras, ni de actitudes fingidas, ni de acartonamientos, ni de impostaciones. También debe evitarse exagerar con el “buen humor”: el adolescente no necesita un bufón que lo haga reír, sino un experto que lo estimule en su camino de crecimiento personal.

Es tremendamente útil el empoderamiento del paciente, que debe ir de la mano con la diferenciación, la individuación y la concreción de una identidad bien forjada, armónica y ecualizada. 

Cuanto mejor sepa el adolescente quién es, qué talentos tiene y qué desea en la vida, mayores serán sus posibilidades de plenitud existencial. Asimismo, tendrá mayores oportunidades para escapar de los peligros que el entorno le presente (conductas de riesgo, acoso, abuso y otras formas de maltrato, explotación laboral, vanidad, superficialidad, competitividad malsana, consumo de estupefacientes, discriminación, exclusión, frialdad afectiva, etcétera).

También he visto que la cimentación de la autoestima y el entrenamiento en habilidades sociales ayudan a prevenir muchas situaciones desfavorables para el adolescente. Para ello, el psicoterapeuta no debe quedarse con un solo modelo conceptual (ni siquiera basta con el de la psicoterapia formativa), sino que debe integrar con lucidez distintas perspectivas: por ejemplo, a la par que se busca una redefinición y una transformación de la personalidad pueden buscarse el ensanchamiento del Yo, el reprocesamiento a través de EMDR de algunas situaciones vivenciadas como traumáticas por el paciente, y la desensibilización progresiva en los escenarios que detonen su angustia. 

La psicoterapia con el adolescente también incluye la promoción de conductas y hábitos de vida saludables, así como la detección temprana de factores de riesgo. Bien hace el psiquiatra que recuerda lo que aprendió en el pregrado de Medicina. Gracias a eso puede brindar al adolescente una atención completa, dentro de esa integralidad a la que está llamado todo especialista. 

El adolescente debe adquirir dos cualidades básicas de las personas mentalmente sanas: tolerancia a la frustración y capacidad de espera. Con ellas, soportará las distintas dificultades de la vida con pericia, eficiencia y optimismo: las afrontará con madurez, sin caer en terrenos escabrosos como la adicción o la ideación suicida.


Encuadre con el paciente adolescente


El adolescente necesita de un encuadre firme, más no asfixiante. Precisamente porque el adolescente añora límites, ideales y normas claros, la psicoterapia debe ofrecerle la belleza de algo bien estructurado. 

No puede haber lugar para el desorden, ni para la pérdida de límites, porque el sí mismo del paciente exige justamente un equilibrio tranquilizador, un orden reconfortante. En medio de su vivencia de cambio, el adolescente agradece mucho que algo sea estable, predecible y duradero.

Sé que en esta época tan desordenada la firmeza en el encuadre es mal vista por muchos, y hasta criticada. Pero insisto en que es sumamente benéfica en la psicoterapia con el adolescente: tal como el juego en el niño, puede erigirse en una situación organizadora del self, y en un espacio transicional valioso, en el que el adolescente entra para encontrar un equilibrio que no suele ofrecerle su entorno.

El tiempo de cada sesión no puede ser tan prolongado. A lo largo de mi carrera me he ido percatando que una sesión de una hora puede ser a veces insuficiente, pero una sesión de dos horas también llega a agotar al adolescente. Un tiempo prudencial de hora y media permite alcanzar los objetivos de cada sesión, y al mismo tiempo conservar el dinamismo y la frescura que el adolescente exige.

El diván puede ser bastante útil, así el adolescente por lo general se resista a usarlo al inicio. Tal resistencia debe ser respetuosamente comprendida. El terapeuta debe entender ciertas fantasías inconscientes (de dominación, de sometimiento, de acceso sexual, de agresión) que son verdaderos temores en muchos adolescentes. Tampoco puede asumir un rol que los familiares del adolescente por lo general escenifican, y caer en el error de enfadarse y obligarlo. Eso sería una torpeza. He visto que el paciente termina por aceptar la sugerencia de acostarse en el diván al cabo de dos o tres sesiones, cuando ya ha podido vislumbrar en el psicoterapeuta una figura adulta digna de confianza.

Mientras se llega al punto anterior, el diálogo cara a cara o con las sillas dispuestas en forma de L es el primer paso. Como el adolescente a veces puede sentirse intimidado o escrutado por la mirada del terapeuta, darle momentos de “descanso” (mirando a otra parte, durante unos segundos) es usualmente útil.

Algunos adolescentes (especialmente los que han tenido experiencias de abuso o maltrato) pueden sentirse francamente intimidados con la situación terapéutica: a ellos les viene bien permitirles, cada cierto tiempo, expresarse en el silencio, en el dibujo, en el juego, en la música, en la creación literaria. Eso sí, no debe cometerse el error de dejar prolongar el silencio más allá de uno o dos minutos, porque este tipo de adolescentes también tiende a vivirlo como agresivo u opresivo. 

Con respecto al secreto profesional, hay que advertirle al adolescente, desde la primera sesión, que se romperá en el caso en que su integridad personal (o la de un tercero) se encuentre en peligro: ideas de muerte o suicidio estructuradas, consumo de psicotóxicos o fantasías de homicidio estructuradas. El adolescente también debe saber que en los dos primeros escenarios sólo se enterarán sus padres o acudientes, y en el tercero, además, la persona que corre peligro y las autoridades pertinentes (para que se pueda prevenir a tiempo un desenlace funesto).  


Recomendaciones finales


El buen psicoterapeuta debe desempeñar con prudencia su trabajo, siendo discreto y respetuoso, a toda hora, con la información que el adolescente tiene la gentileza de compartirle. El apoyo y el direccionamiento deben ser tan sutiles que el adolescente sienta que su espontaneidad y su libertad son preservadas. Y debe tener una vida espiritual lo suficientemente fuerte como para poder lidiar con los sujetos que tratan de violar la confidencialidad de la historia del paciente (sobretodo cuando ese adolescente se ha convertido en una persona de cierta notoriedad), con la las mezquindades de algunos colegas (que creen que sólo ellos saben tratar este tipo de pacientes), y con las dinámicas patológicas de algunas familias e instituciones educativas.


David Alberto Campos Vargas (Colombia, 1982) 

viernes, 7 de febrero de 2020

HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA, por David Alberto Campos Vargas



HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA


David Alberto Campos Vargas, MD*


PREHISTORIA

 

1. Línea del Tiempo: 2.500.000 a.C. – 10.000 a.C.

 

2. Contexto

 

Alrededor del 14.000.000 a.C. algunos primates empezaron a combinar su vida en los árboles con la bipedestación. El Ramapithecus (que se extinguió en el 8.000.000 a.C.) ya lograba mantenerse bastante tiempo en posición erguida, y formaba familias y manadas. El Australopithecus (que ya era claramente un homínido, pues su posición habitual era la erecta, y tenía una capacidad craneana paulatinamente mayor) se fue haciendo cada vez más ágil con sus manos, aprendió a comunicarse con múltiples fonemas de complejidad creciente y desarrolló su corteza cerebral como ningún otro homínido.

Hacia el 5.000.000 a.C. el clima se enfrió notablemente y se extinguieron muchos de los grandes mamíferos, por lo que el Australopithecus tuvo que expandirse y mejorar sus técnicas de caza (y, por tanto, de comunicación). Asimismo, su infancia y su niñez se fueron haciendo más y más largas (pues sus crías nacían cada vez más inmaduras), con lo que fue prolongándose progresivamente su tiempo de curiosidad y aprendizaje activo.

Hacia el 2.500.000 a.C. apareció de entre los Australopithecus el ser humano propiamente dicho: el Homo habilis, capaz de mantener el deseo de conocer su entorno durante toda la vida. Con dicha capacidad, desarrolló un neocórtex similar al del hombre actual, habilidad para tallar la piedra (y, con ello, de representar sus pensamientos, produciendo arte), aptitud para crear herramientas (produciendo elementos para cortar, punzar, trinchar y raspar), gran inteligencia y una especial facultad para el lenguaje.

Hacia el 2.000.000 a.C. surgió el Homo erectus, con cerebro aún más grande y mayor inteligencia. Todo parece indicar que Australopithecus, Homo habilis y Homo erectus se conocieron e interactuaron. Pero las duras condiciones de vida provocadas por el frío intenso y el congelamiento de casi todo el planeta, la escasez de frutos y animales para la caza, y la lucha por el territorio que no estaba cubierto de hielo todo el año pusieron en competencia a estas tres líneas de homínidos.

Las glaciaciones, el hambre y el desplazamiento acabaron con el Australopithecus hacia el 1.000.000 a.C., y con el Homo habilis hacia el 800.000 a.C. Fue fundamental para la supervivencia del Homo erectus el haber aprendido a valerse del fuego (que le dio calor para hacerle frente al clima adverso, protección frente a los felinos prehistóricos que lo devoraban y la posibilidad de alimentarse de diversos animales que no podía digerir en estado crudo), y el organizarse estratégicamente para la caza y la guerra.

Hacia el final de la tercera glaciación, el Homo erectus ya poblaba África, Asia y buena parte de Europa. Había aprendido a construir cabañas y es probable que ya tuviera rudimentos de autoconciencia y de vida religiosa. La población humana mundial ascendía a un millón de habitantes. Ya por ese entonces habían surgido dos líneas de humanos, a partir del Homo erectus: el Homo neandertalis (aparecido alrededor del 200.000 a.C.) y el Homo sapiens (hacia el 100.000 a.C.).

Cuando ocurrió la extinción del Homo erectus (cerca del 90.000 a.C.) había una cultura neandertal claramente definida. El Homo neandertalis ya establecía vínculos familiares muy fuertes, sabía sonreír, fabricaba flechas, tenía pensamiento abstracto y realizaba ritos funerarios.

Entre el 40.000 a.C. y el 30.000 a.C. el Homo sapiens superó claramente al Homo neandertalis, con la creación de arte cada vez más complejo (incisiones y marcas decorativas en huesos, conchas y piedras; pinturas de cabezas de animales y humanos; huellas de manos pintadas; representaciones de animales y figuras antropomórficas de cuerpo entero; estatuillas y bajorrelieves), un lenguaje articulado sofisticado que permitía conceptualizar al aludir (nominar) a seres y situaciones de forma unívoca y en cualquier contexto, un pensamiento lógico-abstracto y  una organización social que incluía la agricultura y la domesticación de algunos animales. Por esa época, el Homo sapiens se asentó en Australia y otras islas del Pacífico.

El Homo sapiens y el Homo neandertalis se aliaron y cruzaron en varias ocasiones; en otras, combatieron (y el Homo neandertalis, pese a ser más robusto y fuerte, no pudo frente a la sofisticación bélica del Homo sapiens). Hacia el 27.000 a.C. el Homo neandertalis había prácticamente desaparecido.

Alrededor del 25.000 a.C. los Homo sapiens eran los únicos hombres que poblaban la Tierra. Ya habían empezado a llegar a América. En ese entonces, la población humana global alcanzó la cifra de 5.000.000.

Hacia el 19.000 a.C. surgieron los primeros asentamientos urbanos, en Egipto, Palestina y Mesopotamia. Tres grandes ríos (el Nilo, el Tigris y el Éufrates) delimitaban la zona más fértil del mundo conocido hasta entonces. Aún el norte de África era rico en flora y fauna, pues no había empezado el proceso de desertificación que daría origen al Sahara.

Todo parece indicar que hacia el 15.000 a.C. el Homo sapiens aprendió a moler el grano de trigo, y a preparar hogazas de pan poniendo la masa al fuego. Asimismo, encontró que encerrar y retener a los animales para su consumo progresivo era más inteligente que darles muerte enseguida, y aunque siguió habiendo periodos de hambruna, fueron menos severos y provocaron menos muertes que en siglos anteriores.

   

3. Representantes

 

Como aún no había escritura (por eso no había empezado la Historia propiamente dicha), no han llegado a nuestros días los nombres de quienes trataron de entender el psiquismo humano en ese entonces. Lo cierto es que la cosmovisión mágico-arcaica dominaba, y el chamanismo era el abordaje universal e imperante.

La enfermedad mental no se entendía como en la actualidad, sino en función de las creencias mágicas cotidianas: un estado alterado a causa de la violación de un tabú, la posesión o la influencia de un espíritu malévolo o el antecedente de haber irrespetado al espíritu del ancestro tribal.  

Los chamanes o hechiceros eran personas que tenían una supuesta comunicación con el más allá, con el mundo de los espíritus, y sus comunidades los consideraban capaces de viajar entre el mundo sensible y el suprasensible, “diagnosticar” (en estado de trance) y “corregir” (también en estado de trance) el problema. La “terapéutica” se efectuaba a través de rituales que incluían danzas, música, consumo de psicotrópicos, invocación de espíritus benignos o chantaje a los espíritus malignos (ofreciéndoles cosas a cambio: comida, licor, orgías, sacrificios humanos, etcétera).

Aunque esas concepciones irracionales, mágicas y animistas se consideraron aparentemente “superadas” por algunos historiadores y eruditos (que, hay que decirlo abiertamente, estaban llenos de sesgos positivistas y reduccionistas derivados del enfoque “científico” moderno), y que muchos de los chamanes de antaño se han extinguido (como los druidas de las islas británicas, los hechiceros mayas y aztecas, los adivinos babilónicos o los escribas egipcios), lo cierto es que este enfoque aún se mantiene en todo el orbe, especialmente en sociedades poco “occidentalizadas” y centradas aún en cosmovisiones en las que los rituales exóticos, el consumo de sustancias psicoactivas “para entrar en trance” y el éxtasis tribal logrado a partir de bacanales, sacrificios (en esta época, con frecuencia más simbólicos que reales) y borracheras, son aún considerados los mejores caminos para tratar los padecimientos psíquicos. 

 

 

EDAD ANTIGUA

 

1. Línea del Tiempo: 10.000 a.C. – 600 a.C.

 

2. Contexto

 

El Homo sapiens se hizo sedentario y siguió multiplicándose (ya habían 8.000.000 de hombres). Los primeros asentamientos urbanos propiamente dichos (en el norte de África y en la llamada “media luna fértil” del Medio Oriente) consistían en cabañas circulares hechas de piedra, adobe y madera. Se cosechaban trigo y cebada silvestres.

Hacia el 9.000 a.C. ya Jericó (a orillas del río Jordán, en la actual Palestina), Ur (a orillas del río Éufrates, en el actual Irak), Lisboa (en la desembocadura del río Tajo en el océano Atlántico, en el actual Portugal), Benarés (a orillas del río Ganges, en la actual India) y Luoyang (en la actual China) eran ciudades propiamente dichas. La agricultura y la ganadería proliferaron.

Hacia el 8.500 a.C. se habían domesticado el buey y el carnero, y hacia el 7.500 a.C., el cerdo y la cabra. Se había desarrollado la cerámica, y las vasijas de barro sustituyeron a los pesados recipientes de piedra. De otro lado, la piedra tallada fue cambiada por piedra pulimentada (lo que, junto a la aparición de sociedades agrícolas y ganaderas, marcó el paso del Paleolítico al Neolítico).

Desde el 7.000 a.C. se cultivó trigo en Jericó, y arroz en China e India. Las cabañas circulares fueron remplazadas por casas de planta rectangular, varias habitaciones y paredes y suelos recubiertos de arcilla. Se organizaron los primeros ejércitos en las aldeas, con una función de autodefensa (para repeler los ataques de los grupos nómadas que aún quedaban, o de ejércitos de otras aldeas).

En el 6.500 a.C. se inventaron la hoz y la azada, y se empezaron a usar presas y canales para almacenar y distribuir el agua. Las ciudades de Ur, Uruk, Nippur y Nínive, en Mesopotamia (actual Irak) continuaron creciendo. Los comerciantes de Ur llegaron a recorrer por mar las costas de Arabia.

Hacia el 6.000 a.C. se empezaron a hacer casas, santuarios y palacios usando piedras pulidas y ladrillos, y a fundir el cobre para fabricar adornos y objetos. En Centroamérica (en los actuales México y Guatemala) y el valle del Indo (actual Pakistán) empezaron también diversos asentamientos agrícolas.   

Entre el 5.000 y el 4.000 a.C. hubo un auge de la cultura megalítica (caracterizada por la construcción de grandes monumentos de piedra) en África, Asia y Europa; la población humana alcanzó los 50.000.000 y en Suramérica (en los actuales Perú y Ecuador) se inventó un nuevo tipo de cerámica y se empezó a tejer fibras vegetales. Por esas mismas fechas empezaron los cultivos organizados de arroz a lo largo del río Amarillo, en la actual China, y los comerciantes empezaron a recorrer los mares Egeo y Mediterráneo.

El ganado, el oro, la plata, el cobre, las piedras preciosas, los cereales, la sal y algunos productos manufacturados se comerciaban entre los actuales Egipto, Palestina, Israel, Irak, Irán y Arabia. Frente al nuevo auge económico, se necesitaron símbolos que representaran los productos circulantes. Los sumerios fueron los primeros en desarrollar un sistema de escritura, hacia el 3.500 a.C. Consistía, inicialmente, en pictogramas (representaciones gráficas, imágenes) que significaban sustantivos de uso frecuente. Alrededor del 3.100 a.C. dicho sistema se desarrolló para expresar conceptos más abstractos, y se hizo escritura cuneiforme.

Pronto los egipcios desarrollaron su escritura jeroglífica (que, como el sumerio, tenía elementos tanto ideográficos como fonéticos), y una religión bastante elaborada, con la que trataron de responder a las eternas preguntas filosóficas (¿qué es el hombre?, ¿cuál es su origen?, ¿con qué se encuentra después de la muerte?; ¿qué es el cosmos?, ¿cómo funciona?, ¿de dónde surgió?). 

Por la misma fecha, en México se construían casas semisubterráneas y se desarrollaba un sistema descriptivo de los astros visibles desde la Tierra, muy similar al zodiaco de los sumerios. Mientras tanto, en la India, se desarrollaba la religión védica (de la que tomaría posteriormente muchos elementos la religión hinduista), y al sur de los montes Zagros se formaba la ciudad-Estado de Elam, cuyo idioma, el elamita, perduraría hasta el siglo XI d.C. Elam controló casi todas las rutas comerciales entre China, India, Arabia, las costas del Golfo Pérsico y Sumeria.

A su vez, la ciudad fenicia de Biblos (actual Jubayl, Líbano) se convirtió en un enclave estratégico entre el mundo griego, Egipto, Palestina, Israel y Sumeria. Famosa por su madera y su papiro (del que se hacían los rollos de papiro, los libros de la Antigüedad), sigue siendo hasta hoy la ciudad más antigua habitada ininterrumpidamente.

Hacia el 3.000 a.C. los sumerios desarrollaron el carro con ruedas, el rodillo cilíndrico, el año dividido en 12 meses de 30 días y la hora dividida en 60 segundos. También desarrollaron el bronce, logrado con la aleación de cobre y estaño. Las ciudades-Estado sumerias (Assur, Eridú, Kish, Lagash, Mari, Nínive, Nippur, Umma, Ur, Uruk) se hicieron cada vez más sofisticadas en lo militar. 

Los fenicios poblaron la isla de Creta y la hicieron protagónica en el comercio del Mediterráneo. Los egipcios, a su vez, empezaron a importar lapislázuli de Somalia, cedro del Líbano e incienso y resinas de Arabia, y construyeron pirámides, monumentos (como la Esfinge, con cuerpo de león y una cabeza humana que representaba al faraón Kefrén) y palacios cada vez más ostentosos.

Alrededor del 2.800 a.C. los sumerios empezaron a usar su escritura con fines históricos y literarios (de hecho, uno de sus antiguos reyes, Gilgamesh, fue convertido en un personaje de leyenda); los egipcios empezarían a hacerlo en el 2.100 a.C., y los indios ocho siglos después.

En 2.300 a.C. surgió el primer imperio. La ciudad de Acad fue ganando influencia, y sometiendo militarmente a las ciudades-Estado vecinas. El imperio acadio terminó por quedarse con toda Sumeria y parte de las costas fenicias. Ese mismo año también fue el periodo de esplendor de la civilización del Indo: sus principales ciudades (como Harappa y Mohenjo-Daro) tenían casas rectangulares de ladrillo, calles empedradas, instalaciones sanitarias, canales, piscinas y almacenes.

Hacia el 2.193 a.C. los guti (una tribu proveniente de los montes Zagros) invadieron Acad. Los otros pueblos (sumerios, elamitas, semitas), hastiados de la férrea represión de los acadios, se les unieron. La destrucción de Acad fue completa. Mientras tanto, Tebas fue ganando importancia y pronto se convirtió en la capital del reino reunificado de Egipto.

Hacia el 2.000 a.C. los amorreos ocuparon Mesopotamia y prácticamente se expandieron tanto como el imperio acadio. Sin embargo, su dominio fue más económico que militar. Las ciudades más prósperas de la región fueron Assur, Babilonia, Eridú, Eshnunna, Isin, Kish, Lagash, Larsa, Mari, Nippur, Susa, Umma, Ur y Uruk.

Para el 1.990 a.C. se dio la edad de Oro de la civilización egipcia. De ese periodo datan los primeros textos de ficción no relacionados con ninguna mitología, compilaciones de refranes y proverbios, libros de aritmética y geometría, y hasta textos sobre el arte de gobernar (como el escrito por Amenemhat I). Entretanto, se domesticó el caballo y los hititas se asentaron en Anatolia. Aunque Tebas siguió siendo una urbe importante, la capital pasó a ser Lisht. Es probable que por esa época Abraham, nacido en Ur, se estableciera en Canaán; su descendencia sería el pueblo hebreo.

Hacia 1.850 a.C. la ciudad de Babel empezó a descollar. La ciudad de Biblos y la isla de Creta conservaron su importancia comercial, y aparecieron en escena Beerseba, Betel, Hebrón, Salem (que posteriormente se llamaría Jerusalén) y Siquem.

En 1.750 a.C. la cultura cretense tuvo su apogeo. En México y Perú continuaron los avances, con una agricultura cada vez más desarrollada. En China, la ciudad de Erlitou dominó gran parte del valle del río Amarillo.

Para el 1.720 a.C. se hicieron fuertes los hurritas (llamados hicsos por los egipcios y surabitas por los babilonios), procedentes de la actual frontera entre Turquía y Armenia, quienes se establecieron en las ciudades de Alepo, Alalakh, Arrapha (cerca de la actual Kirkurk), Kizzuwadna y Mitani. Los hurritas hicieron incursiones en Canaán, la península del Sinaí y Egipto. Como usaron el caballo como arma de guerra (convirtiéndolo en animal de tiro, para sus carruajes), pudieron obtener una notoria superioridad militar. Así llegaron a dominar el Bajo Egipto (su territorio más septentrional), el Sinaí y Canaán. La capital de su reino fue Tanis, en el delta del Nilo.

Hacia 1.700 a.C. los hititas se apoderaron de casi toda la península de Anatolia (actual Turquía), adaptaron la escritura cuneiforme a su lengua y se hicieron fuertes en la ciudad de Kussara. Por esa misma época los griegos aprovecharon que Creta había sido asolada por un terremoto y se hicieron independientes.

En 1.610 a.C. la ciudad-Estado de Hattusa se convirtió en un reino que prácticamente se anexionó al reino hitita del oeste de Anatolia y a las ciudades hurritas del norte de Siria. Babilonia, en pugna con sus vecinos hititas, hurritas y casitas (pueblos seminómadas procedentes de los montes Zagros), terminó por caer en el 1.595 a.C. Mientras tanto, los egipcios procedentes de Tebas (en el Alto Egipto) se repusieron y derrotaron a los hicsos (hurritas) tanto en el norte de África como en Palestina. Sin embargo, las ciudades hurritas de Mittani (que ocupó el área de la antigua Sumeria) y Kadesh (en Canaán) siguieron siendo fuertes.

De otro lado, la civilización del Indo fue asolada por los arios (persas que se autodenominaban “arya” o nobles, del actual Irán), quienes terminaron imponiéndose a los pueblos originales (a quienes llamaron despectivamente “dasia” o negros) y destruyeron Harappa y Mohenjo-Daro. La civilización del Indo, que había iniciado en el 3.000 a.C. y ya había empezado su declive en 1.900 a.C., llegó a su fin. Los invasores usaron el hierro, desconocido en la India, dentro de su armamento, y también los carros de guerra tirados por caballos, sembrando a su paso caos y destrucción. Impusieron su lengua (el sánscrito), su sistema social jerárquico (racista y con clases sociales o castas rígidamente delimitadas) y sus creencias religiosas (el brahmanismo, que luego daría lugar al hinduismo).

Entre el 1.400 a.C. y el 1.300 a.C. las ciudades griegas del Peloponeso, con Micenas a la cabeza, tomaron el control de Cnosos (capital de Creta) e iniciaron su dominio en los mares Egeo y Mediterráneo. Entretanto, los hebreos fueron formando los reinos de Amón, Edom y Moab.

En el 1.300 se logró producir el acero, a partir de la mezcla de hierro con carbón. Dicho material permitió fabricar armas, escudos y corazas que dieron una ventaja militar enorme a los pueblos que primero dominaron las técnicas de fundición del hierro, como los hititas, los aqueos (habitantes de Acaya) y los argivos (de la ciudad de Argos). Estos dos últimos se lanzaron a la conquista del oeste de Anatolia. Una de las ciudades más importantes que doblegaron estos griegos del Peloponeso fue Ilión (Troya). La guerra de Troya, que pudo haber durado de 1.194 a.C. a 1.184 a.C. según Eratóstenes, o que pudo haber consistido en una larga serie de asedios que inició en 1.250 a.C. (según Heródoto), significó un gran triunfo para los griegos. Algunos de sus hechos y personajes llegaron por tradición oral hasta el poeta Homero (siglo VIII a.C.), quien los inmortalizó en la Iliada y la Odisea.

Un numeroso grupo de hebreos residentes en el Imperio Nuevo egipcio, durante el reinado del faraón Ramsés II, fue comandado por Moisés en la búsqueda de la reintegración con sus parientes lejanos de Amón, Edom y Moab. Todo indica que estos israelitas empezaron a ser mal tratados por su condición de extranjeros, y fueron esclavizados o al menos obligados a servir de obreros en la erección de numerosos monumentos y nuevas urbes (como Pithom o Ramesés). Moisés entonces se encargó de abogar por ellos ante el faraón, y después, tras las reiteradas negativas de Ramsés II, sacarlos de Egipto y buscarles una patria nueva.  

Después de Moisés, Josué lideró a dichos israelitas fugitivos. Terminaron por asentarse en Canaán. La toma de Jericó (hacia 1.240 a.C.) fue una buena muestra de la pericia militar de Josué, quien reclutó además buena cantidad de pastores seminómadas de la región.      

Entre el 1.200 a.C. y el 1.180 a.C. surgió en México la cultura olmeca, que destacó por su sofisticado arte sacro (que comprendió estatuas, altares monolíticos, estelas con bajorrelieves y representaciones de deidades zoomorfas) y por sus conocimientos astronómicos. Mientras tanto, la cultura micénica se doblegó frente a los invasores dorios (que, sin embargo, terminaron mezclándose con aqueos y acayos, asimilándose además a la cultura griega.) Algunos marineros griegos y cretenses se establecieron en Palestina. Como se autodenominaban “peleset”, sus vecinos hebreos e hititas los llamaron “filisteos”. Establecieron cinco ciudades-Estado: Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y Gaza.

Hacia 1.100 a.C. los jonios, empujados por los dorios, migraron de la Grecia continental hacia las islas del mar Egeo. Numerosas tribus indoeuropeas invadieron la península itálica. Por su parte, los escitas se asentaron entre el río Danubio y Siberia. En la península de Yucatán, en la actual Guatemala, surgieron los mayas (que terminarían asimilando a los olmecas y convirtiéndose en sofisticados matemáticos y astrónomos, aunque también en amigos de sacrificios sangrientos para “aplacar la ira” de sus dioses).

En 1.010 a.C., David logró unificar y ordenar varias aldeas hebreas alrededor de la ciudad de Hebrón, y se hizo rey de Judá. Después de varias campañas contra filisteos y cananeos, se anexionó casi todo el territorio de Canaán y buena parte de Palestina. Para 1.006, después de integrar a la totalidad de las tribus israelitas, y aprovechando que el reino de Israel estaba sin rey (las fuerzas de Saúl y Jonatán habían sido aniquiladas por los filisteos en la batalla del monte Gilboa, un año antes), maniobró militar y diplomáticamente para hacerse también rey de Israel. Dotado de gran capacidad organizativa, estratégica y administrativa, David logró aprovechar la caótica situación de sus vecinos egipcios y se anexionó toda la península del Sinaí. Hacia 990 a.C. se las arregló para derrotar a los jebuseos y tomar Jerusalén (de gran importancia estratégica, pues estaba en medio de la bisagra compuesta por los reinos de Israel y Judá). Así consiguió tener un reino unificado con una capital más central, y proseguir su expansión. Venció sucesivamente a los amalecitas, amonitas, edomitas, filisteos, moabitas y sirios, y presionó lo suficiente a los fenicios como para hacerlos pactar con él y pagarle tributo, con lo que en 980 a.C. ya dominaba ciudades como Aroer, Ascalón, Beerseba, Berotai, Damasco, Elat, Gat, Gaza, Gebal (Biblos), Hamat, Jaffa, Jericó, Jerusalén (la antigua Salem), Kadesh, Meguido, Petra, Sela, Sidón, Tadmor, Tamar, Tiro y Titsah.

A su muerte (966 a.C.) David había organizado la liturgia hebrea, desarrollado un sistema de escritura (con el que escribió numerosos salmos, y gracias al cual se pusieron por escrito todas las narraciones que se habían transmitido por vía oral de generación en generación, y que constituirían el Pentateuco o Torá) y trasladado el Arca de la Alianza a Jerusalén. Su hijo Salomón (988 a.C. – 928 a.C.) consolidó su reino (para algunos historiadores llegó a ser un imperio, pues se extendió del Valle Torrencial egipcio hasta el río Éufrates mesopotámico), y tuvo embajadas en Saba (actual Yemen) e India.

Salomón construyó el Templo de Jerusalén según los planos de David, y destacó también como pensador y literato. Escribió algunos de los textos más valiosos de la literatura antigua (Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Proverbios) y destacó por su sabiduría y pacifismo. Sin embargo, su descendencia no estuvo a su altura, y muy pronto el reino de Israel o imperio davídico se dividió.

Alrededor del 900 a.C. los celtas se extendieron por Europa occidental (llegando incluso a la isla de Erie o Irlanda), Ying Zheng (conocido también como Qin Shihuang) formó el estado de Qin (origen de la palabra “China”) y empezó a unificar numerosos pueblos asiáticos en su país, el imperio asirio inició su época dorada (gracias a un ejército muy bien adiestrado y completamente equipado con caballos grandes y armas de hierro) y se fundó la ciudad de Shomron (Samaria), que llegaría a convertirse en la capital de Israel (ya completamente separado, hasta en términos religiosos, del reino de Judá).

Hacia el 830 a.C. el imperio asirio era dueño de casi todo Medio Oriente. Egipto, Fenicia, Israel, Judá y Siria continuaron en decadencia. Surgió la cultura zapoteca (alrededor del actual Veracruz, en México). Los celtas, que habían estado en contacto con los arios iraníes en la India, regresaron y se extendieron por toda Europa, esparciendo algunos aspectos de la cultura aria (indoeuropea) por dicho continente.

Para el 800 a.C., estas ciudades fueron ganando protagonismo en el contexto del mar Mediterráneo: Atenas, Calcis, Cartago (una colonia fenicia en el norte de África), Corinto, Éfeso (en las costas de la actual Turquía), Esparta y Megara. En la península itálica, los habitantes de Lacio o latinos (probablemente arios o indoeuropeos, es decir, descendientes de persas, aunque no se descarta que también se hubieran mezclado con descendientes de Eneas, uno de los pocos supervivientes de la guerra de Troya) y los etruscos (descendientes de fenicios y otros grupos de Anatolia) conformaban los principales grupos demográficos.

En el 776 a.C. se celebraron los primeros Juegos Olímpicos, en la ciudad de Olimpia (Grecia). En el 753 a.C. latinos y sabinos fundaron Roma (la tradición atribuye dicha fundación a Rómulo y Remo, supuestos descendientes de Eneas). Fue el periodo de mayor prosperidad de Frigia, en el Asia Menor, coincidiendo con el reinado de Midas (tal vez su riqueza originó la leyenda de que este rey transformaba lo que tocaba en oro).

Hacia el 722 a.C. cayó Samaria, desapareció el reino de Israel y cientos de miles de judíos fueron deportados. Sin embargo, mantuvieron su culto a Yahvé y su identidad religiosa, aunque racialmente se mezclaron con asirios, caldeos y babilonios. Homero y Hesíodo (el autor de Los trabajos y los días) destacaron con su obra poética: el primero con su estilo épico y grandilocuente, y el segundo con su estilo reflexivo y sensible. Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, diseñó un nuevo calendario, legisló y organizó Roma.

En el aspecto religioso, casi todas las sociedades fueron politeístas, con excepción de los egipcios seguidores del faraón Akenatón (Amenhotep, llamado también Amenofis IV), que trató de imponer (con muy poco éxito) el culto al “dios” Sol (Atón) y del pueblo israelita, monoteísta desde su patriarca Abraham (que había nacido en Ur, Sumeria, actual Irak, y muerto en Mamré, cerca de Hebrón, en la actual Israel).  

 

3. Representantes

 

Ánguira, Kanua, Vasishta, Vishua Mitra, Atri, Bhrigu, Kashiapa, Grisamada, Agastia y Bharatas (siglos XX a.C. al X a.C.) fueron místicos del brahmanismo, y escribieron acerca de la primacía del alma (inmortal) sobre el cuerpo (cambiante y perecedero), la importancia de someter los apetitos a los valores, el entrenamiento mental y la conexión con los aspectos trascendentes del ser.

 

Salomón (965 a.C. – 928 a.C.) insistió en que el buen vivir radicaba en ser prudente, racional y ecuánime. Propuso la identificación y la gestión de las propias emociones, la modificación de los hábitos y la búsqueda de la sabiduría como caminos para alcanzar la paz espiritual.

 

Vyasa (¿siglo VIII a.C.?) retomó historias y textos del brahmanismo y el hinduismo, recalcando la necesidad de cultivar el alma y fortalecer la voluntad por encima de las necesidades corporales.

 

 

EDAD CLÁSICA

 

1. Línea del Tiempo: 600 a.C. – 476 d.C.

 

2. Contexto

 

En el reino de Lidia (las actuales provincias turcas de Esmirna y Manisa) se acuñaron las primeras monedas. Nabucodonosor II forjó el imperio caldeo (llamado también nuevo imperio babilónico) e hizo de Babilonia una ciudad-Estado culta y cosmopolita (en donde estudió Tales de Mileto, el padre de la Filosofía). Mientras tanto, al sur del mar de Aral, surgió Zoroastro (Zaratustra), fundador del zoroastrismo o mazdeísmo, al que pronto se convirtieron casi todos los habitantes del imperio medo (actual Irán).

Alrededor del 590 a.C. las fuerzas de Nabucodonosor II invadieron Jerusalén y sometieron al reino de Judá. Muchos judíos fueron deportados, iniciando así el llamado exilio en Babilonia. El sabio Solón abolió la esclavitud y organizó el primer intento de democracia en Atenas. En la India, prosperaron ciudades como Kapilavattu, Vaisali y Girivraja.  

Hacia el 570 a.C. el poeta Tespis inició un nuevo género: el teatro. Atenas se convirtió en la ciudad más bella y culta del Mediterráneo. Se instituyeron los Juegos Panhelénicos. Después de Tales de Mileto (que insistió en usar la razón para llegar a la verdad y conocer el universo) vinieron los llamados filósofos físicos, que a imitación suya indagaron la Naturaleza y el arjé u origen del mundo (Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras, Empédocles, Heráclito, Parménides).

En el 550 a.C. Ciro II, cabeza del imperio persa, se anexionó el imperio medo y prácticamente fue dueño de todo Medio Oriente. Sometió también a lidios (546 a.C.) y caldeos (538 a.C.), y arrebató a los griegos sus posesiones en las costas de Asia Menor. Muchos judíos agradecieron a Ciro II el que les permitiera retornar a Jerusalén y reconstruirla. Las ricas ciudades de Babilonia, Ecbatana y Susa, los accesos a los mares Aral, Caspio, Mediterráneo, Negro, y el Golfo Pérsico (extensión del Océano índico), fueron dominados por Ciro, al que empezó a llamársele “el Grande”.

Alrededor del 500 a.C. dos místicos, Kapila y Vardhamana (posteriormente llamado Mahavira), fundaron dos corrientes religiosas: la samkhya y el jainismo. Ambas invitaban a desidentificarse con el cuerpo y el mundo material, a dejar de lado todo lo que fuera apasionamiento o sensibilidad, a respetar la vida en todas sus manifestaciones, a llevar una vida casta y a reducir al mínimo las propias posesiones.  

Casi al mismo tiempo, en China, Confucio enseñó una filosofía basada en el comportamiento honrado, solidario y altruista, y Lao - Tsé fundó el taoísmo (para el cual la quietud, la contemplación y el dejar fluir la existencia en un estado de imperturbabilidad e inacción constituían la clave para descubrir la verdadera esencia de todo). Y en India, Siddhartha Gautama estableció el budismo (enseñando en que la superación de todo deseo era la liberación de todo sufrimiento).

Darío I se convirtió en líder del imperio persa y permitió a los judíos construir el segundo Templo de Jerusalén. Asimismo, extendió su dominio hasta Tracia y la desembocadura del río Danubio. El rey Amintas II de Macedonia reconoció el poderío persa y aceptó hacerse sátrapa (virrey) de Darío. A cambio se evitó una invasión y conservó su cargo. El imperio persa de Darío I abarcó el vasto territorio comprendido entre Libia e India.

Hacia el 480 a.C. ya el dramaturgo Esquilo, el poeta Píndaro, el filósofo Pitágoras y el escultor Fidias eran ya famosos. Atenas estaba a punto de tener su apogeo. En Persia, Jerjes I (hijo de Darío I) sofocó las rebeliones de Egipto y Babilonia. Y Cartago, comandada por Amílcar, arrebató completamente Sicilia a los griegos.

En el 460 a.C. Esparta, Cartago y Atenas fueron las ciudades preponderantes en el contexto Mediterráneo. Desde ese año y hasta el 430 a.C. se dio la llamada “Edad de Oro Ateniense”; gobernada por el prudente Pericles, motivada a pensar por los filósofos Arquelao de Mileto, Sócrates (padre de la Antropología y del método mayéutico), Leucipo y Demócrito (padres de la teoría atómica), dispuesta a aprender del pasado con Heródoto (padre de la Historia) y engalanada con multitud de escultores y vates.  Autores como Zenón de Elea, Meliso, Protágoras, Pródico y Sófocles, y artistas como Geladas, Policleto y Mirón empezaron a ser célebres.

Sin embargo, la peste (que acabó con Pericles) y la guerra del Peloponeso (430 a.C. – 404 a.C.) causaron un desastre político y económico en Atenas. Sin embargo, aún hubo talento ateniense de sobra. Los dramas de Eurípides, las comedias de Aristófanes, las innovaciones arquitectónicas de Ictino y Calícrates, los relatos magistrales del historiador Tucídides, la sutileza de Gorgias y Aristipo, y el talento y la clarividencia de Platón (fundador de la Academia y padre del Idealismo) siguieron haciendo de dicha urbe el epicentro cultural del mundo.

Entre el 404 a.C. y el 371 a.C. Esparta emergió como la ciudad-Estado griega dominante. Sin embargo, sus costumbres y su militarismo expansionista causarían su colapso. Después de la batalla de Leuctra y la posterior disolución de la Liga del Peloponeso, empezó el declive espartano. De otro lado, los pensadores atenienses continuaron produciendo. Antístenes, Critias, Jenofonte, Querefón, Euclides, Critón (todos discípulos, como Platón, de Sócrates), Diógenes de Sinope, Filipo de Opuncio, Hermodoro, Eudoxo y Heráclidas (formados por Platón) fueron algunos de los más destacados.

Hacia el 354 a.C. Roma había doblegado a las demás ciudades del Lacio y se había convertido en cabeza de la Liga Latina. El reino de Qin, mientras tanto, empezaba a ser el más importante del Lejano Oriente. Los sármatas fueron desplazando y absorbiendo a los escitas. Filipo II, rey de Macedonia, introdujo nuevas tácticas de guerra y fortaleció su ejército, lanzándose a la conquista de los Balcanes.

Cuatro de los discípulos más brillantes de Platón, Espeusipo (quien quedaría al frente de la Academia), Tírtamo (conocido también como Teofrasto), Lisímaco y Aristóteles (padre del Realismo y creador de la Lógica), tomaron la batuta a nivel intelectual. El budismo empezó a fraccionarse en distintas corrientes. Nakbé, Tikal, Kaminaljuyú, Takalik Abaj, Chocolá y Komchén fueron ciudades mayas florecientes.

En la batalla de Queronea (338 a.C.) Filipo II derrotó la coalición entre Tebas y Atenas instigada por el orador Demóstenes (famoso por sus Filípicas). Al año siguiente, todas las ciudades griegas estaban bajo el dominio de Macedonia. Sin embargo, Filipo fue asesinado. Le sucedió su hijo, Alejandro III, que sería llamado Alejandro Magno por sus conquistas: en su vertiginosa y breve vida, llegó a someter a ilirios, persas, fenicios, palestinos, judíos, egipcios, sirios, partos, bactrianos, gedrosios y algunos poblados indios, a veces usando la fuerza bruta, y otras veces la diplomacia. Se hizo coronar faraón en Egipto, trató de mezclar griegos con persas, fue el primer occidental que navegó por el océano Índico y al parecer fue envenenado cuando planeaba una campaña contra Cartago. A la muerte de Alejandro III el imperio macedonio o alejandrino se dividió en provincias de sus lugartenientes (los diádocos).

El explorador, matemático, astrónomo y geógrafo Pitias, en el 325 a.C., partiendo de la colonia griega de Massalia (actual Marsella), cruzó el estrecho de Gibraltar, exploró las costas de los territorios que hoy hacen parte de Portugal, España y Francia, llegó a Inglaterra, se aventuró a navegar hasta Islandia, retornó a Irlanda, pasó de nuevo a Inglaterra, recorrió las islas Shettland y la península de Jutlandia y alcanzó Trondheim (Noruega). De ahí regresó a las costas de la actual Alemania a través del mar Báltico, comerció con los gutones (godos) y los aesti (estonios), y regresó a su ciudad. Además de los relatos de su viaje, acuñó el término Hispania y describió el carácter peninsular de Iberia, explicó las mareas (y su relación con la Luna), estudió los icebergs, dividió la Tierra en paralelos, calculó con bastante precisión la ubicación del Polo Norte y documentó fenómenos como el sol de medianoche y las auroras boreales.

En Oriente, los filósofos Zisi y Mencio desarrollaron el confucianismo. En el mundo griego, Zenón de Citio fundó el estoicismo, y poco después, Epicuro también formó una escuela. En la India, el rey Chandragupta abdicó y se hizo seguidor del místico jaimista Bhadrabahu.

En 300 a.C. la república de Roma (que había reemplazado desde el 510 a.C. a la monarquía que se remontaba a Rómulo y Numa Pompilio, sus primeros reyes) seguía ganando territorio y había desplazado a samnitas, etruscos y galos. El Senado se encargaba de legislar, los magistrados hacían lo jurídico y los cónsules tomaban las decisiones político-militares; en caso de grave crisis o guerra los senadores podían nombrar un dictador.

Al fallecer Teofrasto (287 a.C.) la dirección del Liceo fundado por Aristóteles pasó a manos de Estratón (el físico que explicó por primera vez el vacío, la caída de los cuerpos y las palancas); la biblioteca de Alejandría siguió creciendo y acogiendo a grandes pensadores y científicos, como Euclides (325 a.C. – 265 a.C.), el padre de la geometría.    

Aristarco de Samos (310 a.C. – 230 a.C.) calculó que el diámetro del Sol era bastante mayor que el de la Tierra, y que, por ende, era muy poco probable que orbitara alrededor de ella. En China, Qu Yuan se consagró como poeta. Ya casi la totalidad de la península itálica estaba en manos de Roma. Egipto fue la región más próspera del mundo helenístico, y Ptolomeo II financió la traducción del Antiguo Testamento al griego, con la ayuda de 70 sabios griegos y judíos. Dicha versión (llamada de Los Setenta) tuvo mucha influencia en su época, pues el Antiguo Testamento estaba originalmente escrito en hebreo y la realidad era que casi la totalidad de los judíos conocía solamente el arameo.

En 256 a.C. el rey de Qin fue reconocido como autoridad suprema en toda China. Asoka difundió el budismo fuera de las fronteras de la India. Alejandría siguió siendo la metrópoli más culta. Eratóstenes de Cirene, siendo ya director de la biblioteca de Alejandría, calculó el radio de la Tierra. Otros habitantes ilustres de dicha ciudad fueron Apolonio de Perga (que destacó por su estudio de los objetos cónicos) y Ctesibio de Alejandría (que inventó distintas máquinas movidas por energía hidráulica, como el reloj de agua). Otro formidable científico de esta época fue Arquímedes de Siracusa (287 a.C. – 212 a.C.).    

Para el 238 a.C. Roma le había arrebatado a Cartago territorios como Cerdeña, Córcega y Sicilia. Al norte de Qin (China) los Hsiung-nu (hunos) causaron tantos estragos que se empezó la construcción de la Gran Muralla. Tito Maccio Plauto destacó como autor dramático.

Hacia el 200 a.C. los romanos habían derrotado a los macedonios (penetrando en los Balcanes), habían doblegado a cartagineses (convirtiéndose en dueños del norte de África) y habían desplazado a galos y germanos (ocupando Europa central). Y en el 190 a.C. habían sometido también a hispanos, celtíberos y lusitanos en la península ibérica. Quinto Ennio destacó por sus dramas y poemas, y Marco Porcio Catón por su labor como historiador y compilador de tradiciones. Gracias a escritores como ellos, el latín empezó a imponerse como lengua literaria.

La helenización de Judea, empezada por Alejandro Magno y continuada por el imperio seléucida, se hizo francamente intolerable cuando Antíoco IV saqueó el Templo de Jerusalén y construyó un gimnasio. En dicho contexto surgieron las revueltas de los Macabeos (el sacerdote judío Matatías, y sus hijos Judas, Juan, Simón, Eleazar y Jonatán). La pericia militar de Judas Macabeo y sus hermanos les permitió vencer en varias ocasiones al ejército seléucida, pero fueron finalmente derrotados y asesinados en el 160 a.C. Mientras tanto, Polibio de Megalópolis (200 a.C. – 118 a.C.) se convirtió en el primero en escribir una Historia Universal, a la que añadió interesantes comentarios políticos. También destacaron los escritores Cayo Lucilio (autor de numerosas sátiras) y Publio Terencio (dramaturgo).

Siendo el 145 a.C., Cartago fue arrasada por Roma al finalizar la tercera Guerra Púnica, y ya no hubo quién disputara la autoridad a los romanos. El poeta Sima Xiangru destacó en China. El imperio parto sustituyó al imperio seléucida. En Hispania, el valeroso Viriato, a quien nunca pudieron doblegar distintas legiones romanas, fue convertido en rey. Roma optó por dejarlo tranquilo, siempre y cuando fuera “amigo de los romanos”.    

El matemático y astrónomo Hiparco de Nicea (190 a.C. – 110 a.C.) inició la trigonometría, realizó un minucioso catálogo de los cuerpos estelares (clasificándolos por su brillo) y describió los equinoccios. Sang Hongyang fue el primero en promulgar que el Estado debería intervenir en la economía de cada nación, fijando los precios para las mercancías y coordinando su transporte, con miras a evitar tanto la sobreproducción como la escasez.

Hacia el 100 a.C. ya se había establecido la ruta de la seda entre China y Occidente. Junto a la república de Roma y al imperio parto, este reino era una de las tres grandes potencias mundiales. Sima Qian fue el primer historiador chino. Lucio Licinio Lúculo hizo una biblioteca pública y escribió una historia de las guerras en el Asia Menor. Tito Lucrecio Caro, filósofo y poeta, escribió una obra colosal (Sobre la naturaleza de las cosas), en la que abordó el universo desde una perspectiva racional y científica. El astrónomo Sosígenes realizó un nuevo calendario de 365 días. Salustio Crispo escribió numerosos relatos históricos, con un estilo similar al de Tucídides. Los romanos más sobresalientes fueron Cayo Julio César (100 a.C. – 44 a.C.) y Marco Tulio Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.), ambos letrados, grandes oradores, excelentes historiadores y hábiles políticos. Cicerón destacó además como filósofo ecléctico y sutil analista social. Espartaco, un pastor tracio que había sido vendido como esclavo a la escuela de gladiadores, lideró una interesante revuelta popular.

Luego aparecieron los más formidables poetas en lengua latina, Publio Virgilio Marón (autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas), Lucio Vario Rufo (que escribió la tragedia Tiestes), Plocio Tucca (poeta épico y filósofo), Quinto Horacio Flaco (autor de las Sátiras, las Odas y las Epístolas) y Publio Ovidio Nasón (creador de Las Metamorfosis y Arte de amar). Tito Livio destacó como historiador.

Roma logró dominar buena parte del mundo antiguo gracias a la fuerza de su ejército. El joven y ambicioso Cayo Octavio, con la ayuda del prudente Cayo Mecenas (su consejero político, y notable promotor de artistas y escritores) y del aguerrido Marco Vipsanio Agripa (su más brillante general) venció a sus rivales y concentró todo el poder; el Senado le otorgó posteriormente el título de César y de Augusto. De esta manera, la república de Roma se convirtió en imperio romano.

Durante el reinado del césar Octavio Augusto sucedió un acontecimiento central: el nacimiento de Jesucristo en Belén (Judea). De hecho, los acontecimientos ubicados en la línea del tiempo se dividen en antes de Cristo (a.C.) y después de Cristo (d.C.). Jesús, el Mesías, figura cumbre y protagonista principal de la Historia, creció en Nazaret y predicó en Judea y Galilea, y fue crucificado en Jerusalén.

Los seguidores de Jesucristo dieron a conocer Su Evangelio en todas las latitudes. A Simón, a quien Él mismo llamó Pedro (la piedra en la que edificaría Su Iglesia), le encargó la dirección de los otros doce discípulos más allegados. San Pedro predicó en Judea, fue figura principalísima (de hecho, el primer Papa u obispo de Roma) en los albores del cristianismo y quiso morir crucificado de cabeza porque se consideró indigno de morir como el Señor. San Juan (Su discípulo amado) vivió más de cien años, evangelizó en Judea, Asia Menor y Grecia, fue obispo en Éfeso y escribió un Evangelio de gran envergadura teológica, el libro del Apocalipsis y tres Cartas (todos ellos parte del Nuevo Testamento en la Biblia). San Mateo, otro de Sus Doce, redactó también un Evangelio y difundió Su mensaje en Judea, Siria, Antioquía, Persia y Etiopía, donde fue martirizado. San Andrés, hermano de san Pedro, cristianizó Judea y Asia Menor, fue obispo de Bizancio y murió crucificado en Patras (Acaya). Santiago el Mayor, hermano de san Juan, fue decapitado en Jerusalén después de pregonar la Buena Nueva en Hispania y Judea. San Bartolomé (también llamado Natanael) hizo misión en Armenia e India. Santiago el Menor (llamado también Joven) escribió una Carta contenida en el Nuevo Testamento y predicó en Egipto y Palestina. San Felipe convirtió a miles en Frigia y Escitia y murió como mártir en Hierápolis. San Judas Tadeo misionó en Galilea y Persia, y escribió una Carta que hace también parte de la Biblia. San Simón el Zelote predicó en Samaria, el norte de África y las islas británicas, antes de ser crucificado cuando era obispo de Jerusalén. Santo Tomás catequizó a partos, medos, persas, hircanios e indios, antes de ser asesinado en la costa de Coromandel. San Matías (que reemplazó a Judas Iscariote, el traidor) fue difusor del cristianismo en Etiopía y Medio Oriente.

San Pablo fue fundamental en el crecimiento de la Iglesia. Sus numerosos viajes (por Judea, Galilea, Samaria, Palestina, Fenicia, Cilicia, Capadocia, Galacia, Bitinia, Lisia, Frigia, Siria, Antioquía, Asia Menor, Macedonia, Acaya, Creta, Sicilia, Italia, y al parecer también Hispania y Galia), sus Cartas (de notable profundidad filosófica y moral) y su amor a Cristo hicieron del cristianismo una realidad plenamente católica (universal). Sus amigos san Timoteo y san Bernabé también fueron unos apóstoles formidables.

San Marcos (secretario personal de san Pedro) y san Lucas (un médico convertido por san Pablo) fueron los autores de los otros dos Evangelios contenidos en las Sagradas Escrituras. San Lucas también escribió los Hechos de los Apóstoles y fue el primero en pintar a la Virgen (a la que alcanzó a conocer personalmente).   

Lucio Anneo Séneca regresó a Roma procedente de Alejandría, y pronto se hizo un nombre como notable orador y filósofo estoico. Los chinos se aliaron con los hunos (quienes colaboraron con su poderosa caballería) para extenderse por el resto de Asia. Sobresalieron los historiadores Lucio Plutarco (que además era filósofo y pedagogo), Flavio Josefo y Claudio (que llegó a ser emperador tras el asesinato de Calígula), quienes además de Aulo Persio Flaco, Marco Fabio Quintiliano, Cayo Petronio, Plinio el Viejo y Dionisio Aeropagita, fueron los escritores más sobresalientes de esta época. 

Para el 100 d.C. el cristianismo se había difundido por todo el imperio romano, Arabia y parte de la India. El budismo seguía extendiéndose por los territorios de las actuales China y Corea. Después de todo tipo de intrigas palaciegas y dinastías de corta duración, el prudente y pacífico senador Marco Coceyo Nerva fue convertido en emperador de Roma. La represión y las persecuciones contra los cristianos (que habían sido preocupantes durante el reinado de Nerón, y francamente brutales bajo el yugo de Domiciano) se atenuaron. Marco Anneo Lucano, Publio Cornelio Tácito, Dión Crisóstomo, Cayo Musonio Rufo, Marco Valerio Marcial, Décimo Junio Juvenal, Epicteto, Flavio Arriano, Dioscórides, Herón de Alejandría (el primero en inventar una máquina movida por vapor), Gayo Suetonio Tranquilo y Plinio el Joven destacaron por su producción intelectual.  

Al inicio del siglo II d.C. el emperador Trajano (el sucesor elegido por el sensato Nerva) había ensanchado al máximo los límites del poderío romano. El imperio kusana incluía los actuales Afganistán, Pakistán e India. Los partos se debilitaron en luchas intestinas. Menandro, Cerinto y Carpócrates de Alejandría mezclaron filosofía platónica con cristianismo. Teotihuacán emergió como una ciudad-Estado totalmente planificada, y mantuvo un comercio activo con pueblos mayas y zapotecas.

En el continente europeo sólo estaban por fuera del imperio romano los caledonios (habitantes de la actual Escocia), los lombardos, algunos germanos (en el norte de la actual Alemania), los escandinavos, los lapones, los fineses, los godos (asentados, para ese entonces, en el territorio correspondiente a la actual Polonia), los baltos (ancestros de estonios, letones y lituanos), los sármatas (en la actual Rusia), los eslavos, los roxolanos, los alanos y los escitas.

El emperador Adriano se preocupó por el bienestar de sus súbditos. Se rodeó de excelentes asesores, recorrió todas las provincias, buscó una política exterior pacífica y se interesó en la literatura, la filosofía y el arte. La lectura del filósofo cristiano Justino lo convenció de mantener una postura tolerante con el cristianismo.

A su muerte, Adriano fue sucedido por el honrado y benévolo Antonino Pío. Este emperador concedió generosamente la ciudadanía romana, fue paternal con los pobres y los huérfanos y continuó la política de tolerancia hacia el catolicismo. Basílides de Alejandría y Valentín, filósofos cristianos, destacaron en esa época. También el pensador y escritor Lucio Apuleyo, y el científico Claudio Ptolomeo.

En el 161 d.C. accedió al trono Marco Aurelio, un filósofo estoico, lector voraz de Zenón de Citio y Epicteto. Aunque trató de gobernar con moderación y justicia, fue inclemente con los cristianos y tomó desatinadas decisiones, como nombrar césar a su disoluto y arrogante hijo Cómodo, quien retornó a las acusaciones anónimas y las condenas caprichosas. San Policarpo, Galeno, san Potino de Lyon, san Aniceto, san Sotero, san Eleuterio, san Ireneo de Lyon, el general y poeta chino Cao Cao, Tertuliano, Diógenes Laercio, san Panteno de Alejandría, Tito Flavio Clemente, Dion Casio, Yehuda ha-Nasi y Clemente de Alejandría sobresalieron en el campo de las ideas.

En el 210 d.C. el imperio parto (que había recogido los despojos del imperio persa) se convirtió en imperio sasánida. San Ceferino, Orígenes de Alejandría, san Hipólito de Roma, san Urbano de Roma y otros padres de la Iglesia llevaron la batuta en el terreno intelectual. El cristianismo siguió expandiéndose por África, Asia y Europa. Diversas invasiones de tribus germanas y galas pusieron en evidencia la fragilidad cada vez mayor del mundo romano. La lista de Papas de la Iglesia ya sumaba 15 nombres (san Pedro, san Lino, san Cleto, san Clemente I, san Evaristo, san Alejandro I, san Sixto I, san Telésforo, san Higinio, san Pío I, san Aniceto, san Sotero, san Eleuterio, san Víctor I y san Ceferino). El imperio romano continuó en declive.     

Mani (216 d.C. – 277 d.C.) mezcló las ideas de Zoroastro con algunos elementos del budismo y del cristianismo, creando el maniqueísmo. Mientras tanto, Plotino se erigió como el máximo representante del neoplatonismo. Las cosas volvieron a ponerse feas para los cristianos, con las persecuciones de los brutales Decio y Valeriano. Hubo cientos de mártires (entre ellos san Fabián de Roma, san Cipriano, san Lucio, santa Felicidad, santa Perpetua, los hermanos santos Pablo y Juliana, san Geminiano, santa Lucía). Ostrogodos, visigodos, alamanes, germanos y francos aceleraron el desgaste del imperio romano, que ya no vivía sino del recuerdo del vasto territorio regido por Trajano y Antonino Pío.

Los cristianos se negaban a formar parte del ejército, tanto por su pacifismo como por su negativa a rendirle culto al emperador. Por eso continuaron siendo perseguidos fieramente. No obstante, los eximios teólogos y filósofos de la primera etapa de la Patrística continuaron su fecunda actividad literaria y apologética. Destacó especialmente Dionisio el Grande, obispo de Alejandría. En China, el genial Liu Hui escribió un formidable libro de matemáticas aplicadas a la ingeniería, la economía y el comercio, que incluyó no sólo fundamentos de aritmética, geometría, arquitectura y física, sino también el cómo calcular raíces cuadradas y raíces cúbicas. Liu Hui le asignó al número pi el valor de 3,14.

Hacia el 280 d.C. san Antonio Abad fue el primer monje. Se retiró al desierto al concluir que ese era el camino más apropiado para llevar una vida ascética y cercana a Cristo, tal vez apesadumbrado del caos político y social que le tocó vivir: la corrupción, la violencia y la depravación se habían vuelto cotidianos. Se fracturó la unidad del imperio romano (con una zona occidental de habla latina y concentrada en Roma y Milán, y una zona oriental de habla griega que giraba en torno a Bizancio) y los emperadores empezaron a ignorar completamente al Senado a la hora de tomar todas sus decisiones.

Los mazdeístas ortodoxos persiguieron tanto a maniqueos como a gnósticos y cristianos. Muchos de estos últimos encontraron refugio en Armenia. Ahí, el rey Tirídates II quedó fascinado con la doctrina de la Iglesia y se convirtió en el primer gobernante cristiano. En América inició el periodo clásico de la cultura maya. En el 304 d.C. el emperador Diocleciano empezó la más salvaje de las persecuciones que habrían de padecer los seguidores de Jesucristo. El Papa san Marcelino fue martirizado, los cristianos fueron expulsados de sus empleos, se quemaron Biblias y textos de los padres de la Iglesia, se incendiaron y derrumbaron iglesias y hasta se llegó a fomentar el asesinato de cristianos por parte de sus vecinos.

Para el 311 d.C. los hunos penetraron en China y apresaron al emperador. La casa imperial tuvo que refugiarse en el sur. El tamaño de China se redujo ostensiblemente. Un año después, envuelto el imperio romano en una guerra civil, Constantino (aspirante a emperador de Occidente) vio en el cielo una cruz y unas palabras que decían “Bajo este signo vencerás”. Dejó de menospreciar a los cristianos, mandó pintar cruces en los escudos de sus soldados y se lanzó contra Magencio en la batalla del puente Milvio. Al obtener la victoria, Constantino erigió la catedral de Letrán. En el 313 d.C., Constantino (en calidad de emperador de Occidente) y Licinio (como emperador de Oriente) promulgaron el Edicto de Milán, que establecía la tolerancia religiosa en todo el imperio.

Bajo el gobierno de los Papas san Milcíades y san Silvestre I se organizó el clero, se construyeron las primeras basílicas y se dio una nueva oleada de conversos. Uno de los seguidores de san Antonio Abad, llamado san Pacomio, fundó el primer monasterio propiamente dicho, con una regla escrita y un superior al que debían obediencia el resto de monjes. Su idea pronto fue imitada por muchos anacoretas. Después de derrotar a Licinio en las batallas de Adrianópolis y Cisópolis, Constantino reunificó el imperio romano bajo su mando. Y aunque era mitraísta, continuó velando porque no volvieran a violar los derechos de los cristianos (a quienes les atribuía su buena suerte). Al desaparecer el imperio kusana, la India se dividió en pequeños reinos.  

El primer concilio ecuménico (325 d.C.) se realizó en Nicea. A él asistieron casi 300 obispos de todo el orbe. Allí se dictaminó como definitivo el dogma de la divinidad de Jesucristo, Dios encarnado, de la misma esencia del Padre. Así coronaron con éxito todas las luchas de san Atanasio de Alejandría (295 d.C. – 373 d.C.), firme defensor del trinitarismo, contra distintas facciones heréticas que opinaban que Jesús había sido un simple hombre.

Santa Elena, madre de Constantino, patrocinó varios viajes a Medio Oriente. En ellos se recuperaron algunas reliquias, como la Vera Cruz (en la que fue crucificado Cristo), la corona de espinas y la escalinata por la que el Señor subió al monte Calvario. Las reliquias verdaderas pronto obraron todo tipo de prodigios (a diferencia de las falsas, comercializadas por embaucadores). El imperio gupta abarcó parte de la India y Nepal. El imperio sasánida siguió dominando Persia y Mesopotamia.

Cuando Constantino I murió (algunas tradiciones mencionan que por fin se hizo bautizar y se convirtió, en su agonía), la nueva capital del imperio reunificado era la refinada y cosmopolita Constantinopla. San Frumencio, discípulo de san Atanasio, fundó diversas comunidades cristianas en Abisinia (Etiopía) y Arabia.

Hacia el 360 d.C. casi todos los habitantes del imperio romano eran cristianos, bien fuera pertenecientes al cristianismo original (catolicismo) o a alguna de sus sectas (gnosticismo, novacianismo, arrianismo, donatismo). Los ritos, los templos y los sacrificios paganos se fueron acabando paulatinamente, al igual que los combates y espectáculos sangrientos en el circo. El emperador Juliano el Apóstata trató de reinyectarle fuerza al paganismo, pero a su muerte (en una escaramuza contra los persas) la antigua religión politeísta de Grecia y Roma desapareció.   

Gracias al rey Hermanarico, el reino ostrogodo se convirtió en imperio, ocupando todos los territorios comprendidos entre el mar Negro y el mar Báltico. Los reinos del sur de la India florecieron gracias a su comercio con Arabia. Los hunos comenzaron a migrar masivamente hacia occidente, empujando a otras tribus bárbaras. El desastre romano estaba prácticamente consumado. Sólo los pensadores cristianos (san Osio de Córdoba, san Atanasio de Alejandría, san Basilio Magno, San Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo, san Gregorio de Nisa, san Cirilo de Alejandría, san Jerónimo de Estridón, san Ambrosio de Milán, san Agustín de Hipona) mantuvieron viva la tradición filosófica de Occidente.

 

3. Representantes

 

Alcmeón de Crotona (siglo VI a.C.) señaló por primera vez que las funciones psíquicas residían en el cerebro, y que el alma era inmortal.

 

Hipócrates de Cos (460 a.C. – 370 a.C.) es considerado el padre de la Medicina, y fue el primero en considerar el origen somático de los fenómenos psíquicos. Postuló cuatro tipos de personalidad (sanguíneo, melancólico, flemático y colérico), y sugirió que dependían del predominio de uno de los humores (sustancias corporales) en cada sujeto: sangre en la personalidad sanguínea (alegre, optimista, segura y cariñosa), bilis negra en la personalidad melancólica (triste, compasiva, sensible, con gran tendencia a lo artístico), flema en la personalidad flemática (analítica, fría, racional, calculadora) y bilis amarilla en la personalidad colérica (apasionada, enérgica, vigorosa y fácilmente irascible). Dichos humores, creyó, correspondían a los elementos que el filósofo Empédocles había señalado como materias primas de todo lo existente: aire (sangre), fuego (bilis amarilla), tierra (bilis negra) y agua (flema).

 

Platón (427 a.C. – 347 a.C.) fue el primero en hablar de un alma (psique) a cargo de las funciones cognitivas de la persona; consideró que dicha alma era tripartita.

 

Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) estudió al hombre como animal social y político, y profundizó en los procesos gnoseológicos y epistemológicos del alma humana; definió también cómo debería transcurrir correctamente el pensamiento (leyes de la Lógica).

 

Teofrasto (371 a.C. – 287 a.C.) se lanzó a establecer el primer intento de tipología del carácter.

 

Asclepíades de Bitinia (129 a.C. – 40 a.C.) recomendó para los enfermos mentales un régimen ambulatorio con baños, masajes, ejercicio y alimentación saludable.

 

Aulo Cornelio Celso (25 a.C. – 50 d.C.) trató de sistematizar los trastornos psíquicos conocidos hasta el momento.

 

Areteo de Capadocia (siglos I – II d.C.) fue el primero en describir el Episodio Depresivo Grave y el Trastorno Afectivo Bipolar.

 

Galeno (129 d.C. – 216 d.C.) amplió el modelo de los humores de Hipócrates; también destacó como neuroanatomista.

 

 

EDAD MEDIA

 

1. Línea del Tiempo: 476 d.C. – 1453 d.C.

 

2. Contexto

 

San Agustín de Hipona, un hombre de gran inteligencia y cultura, fue el puente intelectual entre el mundo grecorromano y el medieval. Sus numerosos textos (La vida feliz, Soliloquios, La inmortalidad del alma, Confesiones, La dialéctica, La música, Retractaciones, La Ciudad de Dios, Del libre albedrío, El maestro, Utilidad de la fe, La Trinidad, La fe y las obras, Naturaleza y origen del alma, La continencia, La paciencia, El combate cristiano, Sermones, Comentarios a las Sagradas Escrituras, La bondad del matrimonio, Manual de fe, esperanza y caridad, Doctrina cristiana, Contra la mentira, El matrimonio y la concupiscencia, etcétera) fueron ampliamente difundidos y comentados. También descollaron Ancio Manlio Boecio (autor de La consolación de la filosofía, De los silogismos, Fundamentos de aritmética, Fundamentos de música y Comentarios a Aristóteles y Cicerón) y Aurelio Magno Casiodoro (que escribió Epístolas, Historia de los godos, Ortografía, Del alma, De las instituciones divinas y humanas).

En Irlanda, los descendientes de Connacht Niall (los O’Neil) se afianzaron en los reinos de Connacht, Meath y Ulster (pertenecientes a la actual Irlanda). El declive de Teotihuacán coincidió con el auge de la cultura zapoteca. En China destacó el poeta y filósofo Tao Qian (Tao Yuanming). Alanos, vándalos, suevos, ostrogodos, visigodos, hérulos, germanos, alamanes, jutos, anglos, britanos, sajones, pictos, escotos, burgundios, francos, galos, baltos, eslavos, búlgaros, hunos y vándalos terminaron de despedazar lo que quedaba del imperio romano.

Papas, obispos y diáconos lograron convertir paulatinamente a los llamados pueblos bárbaros, si bien es cierto que al comienzo la tuvieron difícil, porque la mayoría de las tribus germánicas eran arrianas (negaban la divinidad de Jesucristo, uno de los dogmas fundamentales del catolicismo). Mientras tanto, en Asia, los mismos hunos que se habían retirado gracias a la firme personalidad del Papa san León Magno (que parlamentó con Atila y lo convenció de no destruir lo que quedaba de Roma), sumieron en el caos al imperio sasánida y llegaron a invadir parte de la India.   

Rómulo Augusto (llamado burlonamente con el diminutivo Augústulo por sus mismos ciudadanos), el último emperador, fue depuesto por el hérulo Odoacro, el conquistador final de Roma. San Gelasio I estableció una clara diferenciación entre los Evangelios canónicos y los apócrifos (a través del decreto gelasiano), fue enfático en afirmar la autoridad del papado y defendió la independencia de la Iglesia de la intromisión de reyes y emperadores (estableciendo que las autoridades civiles no tenían ningún poder para intervenir en los asuntos religiosos).

El sacerdote maniqueo Mazdak propugnó por un estilo de vida comunista y ascético. Casi la totalidad de los cristianos de Egipto, Palestina, Siria, Persia, Mesopotamia, Arabia, Yemen, India y Malasia) se hicieron nestorianos (herejes que sostenían que en Cristo coexistían dos naturalezas radicalmente distintas, una divina y otra humana, que correspondían a dos personas distintas). Liu Xie escribió el primer tratado de crítica y estudios literarios (Dragón clavado en el corazón de la Literatura). San Benito de Nursia fundó la primera comunidad monástica europea (la orden benedictina).

Anastasio I, Justino y Justiniano fueron unos eficientes timoneles del Imperio Romano de Oriente, con capital en Constantinopla. El jurista Triboniano redactó el llamado Código de Justiniano, constituido por 4.562 leyes, que prácticamente fue la principal referencia legal durante toda la Edad Media. Los reinos de Funán y Champa (que incluían territorios de los actuales Vietnam y Camboya) florecieron y fueron un puente comercial entre los reinos de Chenla (en los actuales Laos, Camboya y Birmania), China e India. El sabio Dionisio el Exiguo determinó la fecha aproximada del nacimiento de Jesucristo.

Los arquitectos Isidoro de Mileto y Antemio de Trales engalanaron más aún a Constantinopla. Su obra magna fue la basílica de la Divina Sabiduría (Santa Sofía). Japón asimiló poco a poco la cultura china, a través de Corea. Belisario, el hábil general de Justiniano, anexionó Egipto, parte de Italia y parte de Europa central al imperio bizantino. Hacia el 550 d.C. cerró la Academia de Atenas (fundada por Platón), pero sus filósofos encontraron protección en Constantinopla y otras ciudades griegas.

Los britanos se asentaron en el oeste de Inglaterra. Los jutos, en Kent. Los sajones crearon los reinos de Essex (East Seaxe, sajones del este), Sussex (South Seaxe, sajones del sur) y Wessex (West Seaxe, sajones del oeste). Los anglos formaron los reinos de Anglia oriental, Deira y Bernicia. Sobresalió en estas tierras la figura de Ambrosio Aureliano (también llamado Arturo), un britano romano que logró mantener a raya a los invasores sajones y reinó con sabiduría, justicia y piedad cristiana. Es altamente probable que este personaje sea el sustrato histórico de la leyenda del rey Arturo. San Columbano completó la tarea de san Patricio y pronto Irlanda fue totalmente cristianizada. Por la misma época, los turcos (antiguos tributarios del reino de Yuan Yuan, al norte de China) fueron llegando a Asia Menor.

Hacia el 570 d.C. falleció san Gildosio el Sabio, autor de la primera Historia de Inglaterra. El filósofo Aurelio Magno Casiodoro, antiguo discípulo de Boecio, se hizo monje benedictino en su ancianidad. Promovió la copia de libros antiguos en la orden de san Benito, por lo que las bibliotecas de los monasterios benedictinos conservaron casi la totalidad de la literatura clásica (que, de otro modo, se hubiera perdido irreparablemente). San David de Menevia evangelizó las costas del oeste de Inglaterra (y es hoy el santo patrono del País de Gales).

Para el 590 ya el imperio turco estuvo firmemente establecido. San Leandro de Sevilla consiguió la conversión de los visigodos. Él, y su hermano san Isidoro de Sevilla, fueron los eruditos y escritores de más lustre en la Hispania de su época. Ese año se reunificó China. Mahendravarman I unió casi todo el sur de India, y destacó como poeta y dramaturgo. El enérgico Papa san Gregorio I fue sumamente prolífico como escritor y teólogo, reorganizó administrativamente a la Iglesia, y alimentó a la población necesitada de Roma durante todo su pontificado.

Alrededor del 610 d.C. Mahoma (un rico comerciante de La Meca, ciudad árabe que conectaba las rutas comerciales entre Oriente y Occidente) dijo haber escuchado en sueños al arcángel Gabriel y fundó su propia religión. Llamó a Dios Alá, probablemente por influencia de los judíos residentes en Arabia, que lo llamaban Alaha, y se dedicó a establecer su doctrina, una mezcla de judaísmo, cristianismo y mazdeísmo muy apropiada para la cultura predominante en su ciudad. A quienes se burlaron y rieron de él los combatió con tenacidad, y hacia el 615 d.C. ya tenía decenas de seguidores (que se llamaron a sí mismos musulmanes: “aquellos que entregan su alma a Alá”). Las guerras entre los francos inspiraron la Canción de los Nibelungos (siendo Sigfrido el personaje inspirado en Sigeberto I, y Gunther el basado en Gontran, rey de los burgundios). Por ese entonces, san Agustín de Canterbury logró la conversión de jutos y anglos en Inglaterra.

Con sus nueve matrimonios (realizados con finalidades políticas, para extender su religión), y su fama de hombre creyente y estricto en el cumplimiento de su deber, Mahoma siguió atrayendo simpatizantes. La ciudad de Yatrib (posteriormente llamada Medina) los acogió. El líder y su séquito, seguros de que estaban completando la misión de Abraham, expulsaron las comunidades judías y árabes judaizadas que existían allí. Como no sabía leer ni escribir, Mahoma tomó lo que había escuchado por tradición oral y lo que había imaginado y meditado, y expuso sus principios fundamentales: monoteísmo extremo (“No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta”), fatalismo o predestinación (“Todo está escrito”), yihad o “guerra santa” (“Matad a los no musulmanes dondequiera que los encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes!”), recompensa a los devotos (“Los justos tendrán paz eterna en el paraíso, un lugar lleno de ríos de agua, leche y vino, rodeados de bellas vírgenes”), castigo a los impíos (“A los pecadores les espera el fuego eterno”), ángeles buenos (jinns), ángeles malos (mensajeros de Iblis, el demonio), preceptos (dar limosna, ayunar y abstenerse de relaciones sexuales en Ramadán, rezar cinco veces al día, lavarse la cara, las manos y los pies con agua o arena antes de cada oración) y prohibiciones específicas (pintar o esculpir a cualquier ser viviente, tomar alcohol, comer cerdo).

Desde Medina, Mahoma y sus seguidores atacaron La Meca y la ocuparon. A todos los hombres que no se convirtieron al Islam los asesinaron, y vendieron a las mujeres y los niños como esclavos. Algunos preceptos se fueron modificando. Al principio los musulmanes debían orar mirando hacia Jerusalén, pero como los judíos se mofaron de él, Mahoma decretó después que debían hacerlo mirando hacia La Meca. Asimismo, declaró que los árabes podían matar no sólo a extranjeros, sino también a otros árabes, si no aceptaban volverse musulmanes.

Para el 630 d.C. los musulmanes vencieron a los beduinos y siguieron expandiéndose. Mahoma fue coronado “rey de los árabes” y envió embajadas a los monarcas vecinos. Después de atacar varias caravanas y extender su religión con el asesinato de judíos, cristianos y árabes no musulmanes, Mahoma falleció. Se rumoró que había sido envenenado por una judía. Lo sucedió su suegro Abu Bakr, el primer califa (sucesor). Sus dichos fueron recopilados por Zhaid ibn Thabit, configurando el Corán.

Abu Bakr se apoderó de toda la península arábiga y arrasó con todos los “infieles”. Gracias a su pericia militar, pronto tomó también Damasco. Y además contó con un ejército de fanáticos, muy convencidos de la idea de un paraíso lleno de jovencitas que podía ganarse matando a quienes tuvieran distintas creencias, y, sobretodo, muy interesados en quedarse con el botín de las propiedades que invadían. En el 637 d.C. ocupó Jerusalén, y luego Ctesifonte. El general Amr ibn al-As empezó las incursiones de los guerreros musulmanes en Egipto, sometiendo la ciudad de Pelusia (640 d.C.).

Poco antes de morir, el emperador bizantino Heraclio decretó que el griego era el idioma oficial de su imperio, y dejó que los musulmanes se apoderaran de todo Egipto. Asimismo, permitió el uso de la barba a sus clérigos, con lo que se fue acentuando la diferencia entre el catolicismo occidental y oriental.

En 642 d.C. Amr ibn al-As, esta vez dirigido por el califa Umar I, tomó Alejandría. Umar sentenció, a propósito de los libros de la biblioteca de dicha ciudad: “Si coinciden con el Corán, son innecesarios. Si lo contradicen, son perniciosos”. Y ordenó su destrucción. El imperio sasánida se derrumbó frente a los ataques de las huestes de Alá. Al ser asesinado Umar I en Medina, el nuevo califa pasó a ser Utmán. La expansión del Islam fue lograda expulsando o pasando a cuchillo a judíos, mazdeístas, budistas, maniqueos y cristianos. Los botines de guerra permitían además a cada musulmán hacerse rico con facilidad, por lo que muchos se convirtieron, gustosamente, en mahometanos. La lengua árabe sustituyó muy pronto al griego y al persa en el norte de África y Medio Oriente.

Para el 650 d.C. las ciudades mayas habían formado una confederación. Tenían un sistema teocrático, con una casta sacerdotal y una nobleza hereditarias. Rendían culto a diversas deidades, muchas de ellas zoomorfas, y ya para ese entonces tenían conocimientos astronómicos y matemáticos bastante sofisticados: tenían dos calendarios (uno solar, más preciso aún que el calendario usado en ese entonces en Europa, y uno ritual), y predecían con eficacia los eclipses (solares y lunares) y las fases de la Luna y de Venus. Sin embargo, continuaban con los sacrificios humanos. 

En 656 d.C. la flota musulmana tomó la isla de Rodas y destruyó la flota bizantina en una serie de reñidísimas batallas. Mas su victoria no fue completa. El emperador Constante II pudo regresar a Constantinopla y las fuerzas de Utmán I tuvieron que volver a las costas de Asia Menor a rehacerse. Un golpe de suerte salvó de nuevo al imperio bizantino cuando ya Utmán se disponía a atacar nuevamente: fue acusado de enriquecimiento desaforado y nepotismo. Era algo cierto. La austeridad y el rigor de Mahoma habían sido olvidados. Se produjo una guerra civil al interior del mundo islámico. Utmán I fue asesinado. La facción de musulmanes que apoyaba a Alí, uno de los yernos de Mahoma, se enfrentó a la que simpatizaba con Muawiya. Al final, ambos fueron considerados califas por sus respectivos bandos, y el Islam empezó a dividirse.

Cansados de los enfrentamientos, algunos musulmanes urdieron asesinar a ambos pretendientes al trono. Alí resultó asesinado, pero no Muawiya. Sin embargo, Hasán, el hijo de Alí, fue respaldado por sus partidarios. Muawiya, prudentemente, vio que era imposible reunificar bajo su dominio a todos los mahometanos, y se fortaleció en Damasco (donde fundó el califato omeya). Mientras tanto, la Iglesia empezó la fundación de numerosos hospitales y escuelas catedralicias y monásticas (que luego se transformarían en universidades). San Teodoro de Tarso, enviado a Canterbury por el Papa san Vitaliano (el mismo que había autorizado el uso del órgano en la liturgia), realizó una impecable labor pastoral, administrativa y cultural (la copia y la difusión de textos grecorromanos se vieron intensificadas, así como la alfabetización y la escolarización) en Inglaterra, Escocia e Irlanda. Cadmon, monje de la abadía benedictina de Whitby, fue el primer poeta en lengua inglesa.

Después del 680 d.C. se había formado el primer imperio búlgaro, China había conquistado buena parte de Corea pero había perdido terreno frente al Tíbet, Ilteris Kagan había reunificado el imperio turco inicial (en Turkestán, en las estepas de Asia central) y el califa Yazid I, hijo de Muwaya, había vencido a Husayn, el hijo menor de Alí.

Alrededor del 710 d.C. se estableció la cultura mixteca en México, los francos se consolidaron como la nación más poderosa de Europa occidental, y los musulmanes llegaron hasta la India en oriente y hasta Hispania (a la que llamaron Al-Andalus) en Occidente y erigieron bellas mezquitas (con la supervisión de arquitectos bizantinos) en La Meca, Medina y Damasco. Los partidarios de Alí en la comunidad islámica empezaron a llamarse “chiítas” (chiat-u-Ali).

Los reinos de Bactriana, Samarcanda y Ferganá (actual Uzbekistán) tuvieron que pedirle ayuda a Xuangzong, emperador de China, para (a duras penas) contener a los guerreros mahometanos. En Hispania, Pelayo se rebeló contra el dominio islámico y fundó el reino de Asturias. Se negó a pagar tributo a los musulmanes e instó a los ibéricos a defender su fe católica. El emir Al-Samh, designado por el califa Sulayman, prefirió entonces enfilar hacia los montes Pirineos, con miras a entrar en el reino de los francos. Sometió a su paso a todos los reinos visigodos, excepto el de Teodomiro.

Para el 730 d.C. había fallecido el califa Umar II, un hombre piadoso y honrado con el que el califato omeya había llegado a su apogeo. Su primo y sucesor, Yazid II, no fue tan eficiente ni tan virtuoso. Cuando Al-Samh murió tratando de someter por la fuerza al ducado franco de Aquitania (gobernado por Eudes), en la batalla de Toulouse (Tolosa), Yazid nombró emir interino de Al-Andalus a uno de sus lugartenientes, Abd-al Rahmán, que intentó otra invasión. En un choque dramático que definiría la suerte de los europeos (la batalla de Poitiers, el 732 d.C.), los musulmanes fueron detenidos por el ejército de Carlos Martel, abuelo de Carlomagno. 

San Bonifacio convirtió a gran cantidad de europeos en los territorios correspondientes en la actualidad a Alemania y Holanda. Fue el primero en hacer un árbol de Navidad. San Beda el Venerable (672 d.C. – 735 d.C.), un erudito monje benedictino que era filósofo, teólogo, lingüista y traductor, se consagró como historiador al publicar la Historia Eclesiástica de Inglaterra. Eudes aceptó la anexión de Aquitania al reino franco comandado por Carlos Martel (que a la muerte del rey Thierry IV no encontró necesario hallarle sucesor, con lo cual se acabó la dinastía merovingia y empezó la dinastía carolingia).

Si Pelagio, Teodomiro y Carlos Martel frenaron el avance del Islam en el occidente europeo, la heroica Constantinopla y su emperador León III lo hicieron en reiteradas ocasiones en el oriente. Al mismo tiempo, los malos manejos de los funcionarios del califato, la desigualdad social y las altas cargas tributarias motivaron diversas revueltas entre los musulmanes. Los chiítas intentaron nuevamente deponer al califa omeya (al que consideraban descendiente de un usurpador) para entronizar a Zaid ibn Alí, nieto de Husayn. No tuvieron éxito, pero de dichos seguidores surgió otra secta del mahometanismo: los zaidíes.

Entre el 740 d.C. y el 770 d.C. la poesía china tuvo su cenit; destacaron especialmente los vates Li Bo y Du Fu. Pipino el Breve sucedió a su padre Carlos Martel, y se hizo coronar rey de los francos. En el campo teológico destacó san Juan Damasceno. Surgió la facción de los abasíes entre los musulmanes; desconocían al califa omeya y aseveraban ser descendientes de al-Abbas, tío de Mahoma. Uno de ellos, Abul-Abbás, venció al califa Marwán II e instauró una nueva dinastía: el califato abasí. El reino del Tíbet tuvo su época de esplendor en el reinado del ilustrado Khri-srong-Ide-btsan, aconsejado por el sabio Padma Sanbhava. El reino de Asturias llegó a abarcar todo el norte de la península ibérica.

Carlomagno, hijo de Pipino el Breve, fue el monarca más destacado de la dinastía carolingia. Laborioso, íntegro, devoto y valiente, situó la capital en Aquisgrán y logró unir bajo su mando a un vasto territorio (que incluía territorios francos, germanos y lombardos). Donó al Papa un territorio alrededor de Roma, que configuraría los Estados Pontificios. El beato Alcuino de York (matemático, filósofo, teólogo, poeta, gramático y pedagogo) fue una de las mentes más luminosas de este tiempo. Alcuino inventó las letras minúsculas y emprendió una amplia reforma educativa impulsada por Carlomagno. También sobresalieron los escritores Pablo Diácono, Pedro de Pisa y Teodulfo de Orleans.   

Con el califa Harún al-Rashid (Aarón el Justo) llegó la etapa de mayor prosperidad para Bagdad (que había eclipsado completamente a Ctesifonte); hizo una administración atinada y se rodeó de buenos consejeros, promoviendo también el arte y la literatura. Mientras tanto, los marineros escandinavos dedicados a la piratería y el pillaje, autodenominados vikingos (guerreros), empezaron a azotar las islas británicas. Heiankyo (actual Kyoto) se convirtió en la capital del Japón.

En la medida en la que Carlomagno vencía a sajones, ávaros y bretones, extendía sus zonas de influencia (ya había un imperio carolingio propiamente dicho) y se convertía en el protagonista indiscutible del escenario europeo. El imperio romano de Occidente había dejado de existir, pero frente a un líder de tantas cualidades y tan fuerte personalidad, y un imperio bizantino arrogante y cada vez más distante de Europa, hasta el Papa quiso coronarlo emperador occidental. Y así fue como Roma tuvo nuevamente un emperador que pudo hacerle contrapeso al de Constantinopla.

Ibrahim ibn-al-Alglab quiso hacer una dinastía propia (pasaron a llamarse los aglabíes) y los actuales territorios de Argelia y Túnez se apartaron definitivamente del califato. Al imperio bizantino se le empezó a llamar imperio griego en Occidente (lo cual significaba que los europeos ya no estaban dispuestos a considerar su emperador al de Constantinopla, sino a Carlomagno). El imperio carolingio o franco, reviviscencia del imperio romano occidental, llevó la batuta de las naciones europeas de ahí en adelante.

En Lejano Oriente destacaron el monje, poeta y filósofo Saicho (llamado póstumamente Dengyo Daishi, fundador de la escuela Tendai), el poeta, artista, erudito y teólogo Kukai (posteriormente conocido como Kobo Daishi, padre de la secta budista shingon), y los poetas Bai Juyi, Li Po y Du Fu (llamado también Du Shaoling). Con el dux Agnello Partecipazio se empezó a construir sobre pilares de piedra en Venecia.

A la muerte de Harún al Rashid estalló una violenta guerra civil por la disputa entre sus dos hijos (al-Mamún y al-Amín) y sus partidarios, lo cual alivió la presión del Islam sobre el imperio griego o bizantino. Grandes escritores en lengua árabe fueron Ibn al-Anaf, Bashar ibn Burd, Abu ibn Hani al-Hakani, Abu Atahiyya y Sari al-Ghawani. Yabir ibn Hayyan destacó como químico, y Abu ibn Musa al-Jwarizmi brilló en el terreno de las matemáticas (con aportes como la difusión de la numeración arábiga, las reglas del cálculo algebraico, los algoritmos y la teoría de las ecuaciones de segundo grado).

A la muerte de Carlomagno, lo sucedió Luis el Piadoso (Ludovico Pío), un hombre íntegro y pacífico. Entre su imperio y el del emperador de Constantinopla se formó el imperio búlgaro. El rey Alfonso II de Asturias repelió dos incursiones mahometanas. San Ascario de Amiens (llamado Oscar por los escandinavos a los que evangelizó) destacó como teólogo y escritor. Empezaron a hacerse frecuentes los sarracenos (piratas musulmanes) a lo largo y ancho del Mediterráneo. Apareció la secta de los mutazilíes (que sostenían que el Corán era una obra humana, y no un texto de inspiración divina, por lo que tenía imperfecciones y anacronismos que podían ser revisados y criticados).

Para el 840 d.C. los vikingos habían fundado Dublín y habían arrasado con las tradiciones celtas en Irlanda. El eslavo Mojmir fundó el reino de Moravia. Polanos, silingos y vislanos constituyeron Polonia. Una década más tarde, el científico cordobés Abbas ibn Firnas descubrió cómo hacer cristales, y la técnica china de fabricación de papel fue conocida en al-Andalus. En la batalla de Monte Clavijo, la aparición del apóstol Santiago (en el cielo, montando un caballo blanco) inspiró a los cristianos comandados por Ordoño I de Asturias, quienes vencieron a los moros (como se les llamaba a los musulmanes en la península ibérica).

El conde Rodrigo de Castilla unió sus fuerzas a las de Ordoño I y pudo sacar a los islámicos de Cáceres y Madrid. Como entre los jázaros (usuales aliados de Constantinopla) había cundido el Islam, los monjes san Cirilo y san Metodio fueron enviados a predicar entre ellos. En el este europeo, unas tribus eslavas se fueron agrupando en torno a una tribu varega que se autodenominaba rus y seguía a Riurik. Pronto, esos eslavos empezaron a ser conocidos como rusos. San Remberto de Bremen, discípulo y biógrafo de san Ascario, continuó convirtiendo escandinavos al cristianismo.     

Alrededor del 870 d.C. Yaqub al-Saffar se separó del califato abasí; así iniciaron los safáridas en Sistán (actual Afganistán). A su vez, Ahmad ibn-Tulún fundó su dinastía (los tulúnidas) y Egipto se desmembró también de Bagdad. Algunos clanes eslavos formaron el reino de Croacia en territorio que antaño era bizantino. Samán Judat también hizo reino aparte (los samánidas), con lo que el califato de los abasíes quedo limitado a Arabia y Mesopotamia.

Alfonso III de Asturias fue llamado el Magno, tras derrotar a varios ejércitos musulmanes enviados desde Córdoba y organizar eficientemente a su pueblo. Oleg fundó el principado de Kiev, que se convirtió en puente entre los rusos y los griegos. En Japón brilló el poeta y estadista Sugawara no Michizane. El rey Alfredo de Inglaterra extendió su reino al vencer en varias ocasiones a noruegos y daneses; fue también un sabio legislador, fundó escuelas para alfabetizar a los ingleses y al final de su vida también brilló como traductor y escritor.

Entre el 900 d.C. y el 920 d.C. hubo gran inestabilidad social y anarquía en casi todo el mundo civilizado. Los mayas se acabaron, al parecer por la conjunción de cambio climático, tendencia al monocultivo (por una dieta centrada casi exclusivamente en el maíz) e incapacidad para adaptar sus métodos agrícolas a los periodos de sequía. Los estados pontificios quedaron casi a la deriva, pues se sucedieron Papas enfermizos, débiles de carácter, controlados por la nobleza y de brevísima duración (fue la denominada noche oscura del Papado). Los sarracenos sembraron el pánico en el Mediterráneo. El legado de Carlomagno se diluyó y el imperio franco (carolingio) se disolvió. El imperio bizantino (o romano oriental) se redujo ostensiblemente. El mundo islámico también entró en crisis, y se fragmentó en diversos emiratos. China y el Tíbet se sumieron el caos.

Sin embargo, algunos esfuerzos individuales permitieron que la ciencia y la cultura continuaran avanzando. El matemático y astrónomo Al-Battani hizo numerosos aportes: desarrolló la trigonometría, calculó el año solar con precisión, determinó el momento del equinoccio, corrigió algunos hallazgos de Claudio Ptolomeo y encontró que el apogeo solar no es constante. El médico y filósofo Al-Razi describió numerosas enfermedades (la neumonía, la escarlatina, la viruela y la depresión), fue el padre de la psicoterapia y promulgó el uso de la musicoterapia y los masajes en el tratamiento de diversas dolencias. Ki no Tsurayuki compiló gran cantidad de poemas tradicionales japoneses.

Desde el 920 d.C. hubo cierta recuperación de Constantinopla, así como del reino de Bulgaria (que empezó a llamar zar, equivalente a césar, a su rey). La abadía benedictina de Cluny se convirtió en un centro de traducción, copia y difusión literaria de primer orden. El califato de Córdoba recuperó su esplendor con Abd al-Rahmán III; sin embargo, a nivel estratégico siguió perdiendo terreno frente a los reinos católicos. El imperio tolteca alcanzó su apogeo.

Otón el Grande (912 d.C. – 973 d.C.), aunque inferior a Carlomagno en visión y en piedad, le dio un segundo aire al sacro imperio romano-germánico, su versión del imperio carolingio. Las antiguas ciudades mayas de Chichén Itzá y Uxmal fueron ocupadas por los chontales y los uxmales, respectivamente. Hubo una fusión de culturas que acentuó el carácter militarista y la tendencia a los sacrificios humanos, pero al mismo tiempo permitió el florecimiento de construcciones monumentales en piedra. En Egipto, un nuevo cambio de dinastía llevó a la construcción de la ciudad de al-Qahira (El Cairo). Dinh bo Linh logró la independencia definitiva de los vietnamitas con respecto a los chinos; su reino dejó su nombre chino (Annam) y empezó a llamarse Dai-Viet. San Dunstan de Canterbury sobresalió por sus reformas a los monasterios y actividad misionera.

Para el primer milenio después de Cristo, el sacro imperio romano-germánico se había dividido en reinos y ducados, y Kiev se había convertido en una ciudad cristiana. El intrépido Erik Thorvaldsson (apodado el Rojo) había explorado Islandia y descubierto Groenlandia. Todo parece indicar que la primera brújula se inventó en China después de las observaciones del ingeniero Chen Koua, que también fabricó imanes artificiales. El Papa Silvestre II, un formidable erudito (filósofo, teólogo, matemático, ingeniero, músico, inventor y astrónomo), sobresalió por devolverle al Papado su independencia y su grandeza espiritual y moral. Además de sus obras filosóficas (como Sobre lo racional o Sobre el cuerpo y la sangre de Cristo), destacó por la descripción del movimiento pendular, la creación de un reloj de ruedas dentadas, la invención de la primera calculadora, la modificación del monocordio y la introducción del sistema decimal y del número cero en Europa.

Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, exploró las costas de Norteamérica. Tras la desaparición de la cultura chavín alcanzaron su apogeo las culturas tiahuanaco (que empezó alrededor del lago Titicaca y llegó a conformar un imperio andino, y de la que quedan todavía misteriosos túneles y monolitos), huari (que se asentó alrededor de Ayacucho y destacó por sus pictogramas, tapices y tejidos), mochica (que edificó pirámides y templos de ladrillo, acueductos y canales de regadío) y nazca (famosa por sus enormes figuras geométricas y zoomórficas, formadas por piedrecillas y sólo visibles desde el aire). De la mezcla de las culturas maya y tolteca en Yucatán, emergió una civilización poderosa, que llegó a comerciar con la mayoría de indígenas de Centroamérica y el Caribe (sus piraguas llegaban incluso a las actuales Cuba, Jamaica y Panamá), y que usaba granos de cacao como moneda. Sus principales urbes fueron Mayapán, Chichén Itzá y Uxmal. Dichos aborígenes vivieron en un estado de guerra permanente con sus vecinos y esclavizaron (tanto para usarlos como mano de obra gratuita como para emplearlos en sangrientos rituales) a los pueblos que sometieron. En África alcanzaron su máxima extensión los reinos de Tekrur (actual Senegal) y Ghana. En Irlanda, el rey Brian Boru empezó a repeler a los escandinavos y desplazó del poder a la dinastía O’Neall. Sus sucesores dinásticos fueron los O’Brien.  

San Fulberto de Chartres destacó como astrónomo además de teólogo y filósofo; difundió el uso del astrolabio e insistió en que los miembros de la Iglesia debían ser completamente independientes de los gobernantes de turno. El poeta Firdusi popularizó de nuevo el persa. Yaroslav el Sabio hizo progresar al reino de Kiev, que pasó a ser cristiano ortodoxo. Debilitados por luchas internas, los musulmanes de la península ibérica fueron cada vez más acorralados por los monarcas y condes cristianos. Los buenos oficios de Basilio II y Constantino VIII devolvieron a Constantinopla su esplendor; León el Diácono escribió una monumental Historia de dicha ciudad.

Para 1.030, Canuto el Grande unificó todos los territorios escandinavos y parte de Inglaterra bajo el dominio danés. Al-Andalus se dividió en taifas, y perdió cada vez más terreno frente a los distintos reinos españoles. Destacó el médico y erudito Avicena. San Esteban de Hungría organizó y administró su país con tanta honestidad y eficiencia que los húngaros tuvieron prácticamente el mismo orden político hasta el siglo XVIII. Los turcos selyúcidas se fueron fortaleciendo progresivamente.

En China continuaron dándose adelantos. Bi Sheng inventó la imprenta de tipos móviles, con lo que permitió una mayor difusión del conocimiento. Empezaron a imprimirse tratados y enciclopedias. Sobresalieron el poeta, filósofo y estadista Wang Anshi, el polímata Shen Kuo y el historiador y ensayista Ouyang Xiu. Empezó la ocupación normanda del sur de Italia. Guido d’Arezzo se consagró como tratadista de la música. El vigoroso Papa León IX, aconsejado por los sabios san Pedro Damián, Humberto de Silva y san Hildebrando di Soana (que llegó a ser el Papa san Gregorio VII), fue enfático en condenar la intromisión de los poderes temporales (emperadores, reyes, militares, aristócratas) en los asuntos eclesiásticos. Asimismo, junto a los monjes de la abadía de Cluny, lideró un movimiento de reforma de la Iglesia a gran escala.

La Iglesia sufrió su primer gran cisma (Cisma de Oriente) en 1054, cuando los jerarcas bizantinos (especialmente el Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario), movidos por el segundo periodo de esplendor del imperio romano oriental, desconocieron la autoridad del Papa León IX y negaron de forma definitiva que el Espíritu Santo proviniera tanto del Padre como del Hijo. Con ello, los cristianos de habla griega empezaron a llamarse a sí mismos ortodoxos, para diferenciarse de los cristianos originales (católicos).

En la década de 1060 los almorávides se fortalecieron en el noroeste de África; fundaron Marrakech y se expandieron por el territorio correspondiente a Marruecos en la actualidad. El imperio de Ghana, un poco más al sur, llegó a la cúspide con su líder Tunka Bassi. La batalla de Hastings determinó que Inglaterra pasara del dominio danés al dominio normando. En la península ibérica sobresalió el filólogo y lexicógrafo andaluz Ibn Sida, y empezó sus correrías el castellano Rodrigo Díaz de Vivar (conocido también como el Cid Campeador), un hombre íntegro, devoto y arrojado, famoso por ganar todas las batallas que luchó, posteriormente inmortalizado en el Cantar del mío Cid.

El sajón Hereward, cuyos padres habían sido asesinados por los normandos comandados por Guillermo el Conquistador, se convirtió en un fugitivo y lideró un ejército de hombres que, al amparo de los bosques de Ely, desestabilizaban el gobierno atracando a sus funcionarios (y tenían fama de justos porque repartían su botín con los campesinos pobres). La historia de Hereward inspiró la leyenda de Robin Hood. Ummar Jayyam destacó como poeta, matemático y astrónomo. El Papa san Gregorio VII zanjó definitivamente el conflicto de las investiduras con sus decretos, en los que prohibió bajo pena de excomunión a los reyes y señores feudales que se atrevieran a nombrar obispos o abades o a dar cualquier investidura eclesiástica, y condenó todo tipo de intervenciones de la nobleza en sínodos o elecciones episcopales.

A partir de las escuelas públicas patrocinadas por catedrales y monasterios (escuelas catedralicias y monásticas) surgieron los primeros colegios y universidades. Del redescubrimiento de Aristóteles y la combinación de los textos de Platón y los aportes de los Padres de la Iglesia surgió la filosofía escolástica. El sabio san Anselmo de Canterbury fue el primero de los escolásticos. San Bruno de Colonia fundó la orden contemplativa de los cartujos, y san Roberto de Molesmes organizó la orden cisterciense.  

En Norteamérica, algunas de las tribus de cazadores-recolectores empezaron a asentarse. En Centroamérica continuaron floreciendo los reinos tolteca, maya, mixteca y zapoteca. En Perú, el declive del imperio huari dio paso al ascenso del reino chimú. En Europa, los trovadores y juglares dieron máximo brillo a la poesía caballeresca. La Canción de Rolando, que exaltaba a Carlomagno y su ideal de cristiandad, adquirió su forma definitiva. Todo parece indicar que su autor fue Turoldo d’Envermeu, obispo de Bayeux.  

Hacia el 1100 el sultán turco empezó a tener más importancia que el califa abasí. El obispo compostelano Diego Gelmírez ordenó erigir una magnífica catedral, digna de albergar los restos del apóstol Santiago el Mayor, y pronto empezaron las peregrinaciones (estableciéndose el famoso Camino de Santiago). San Esteban Harding, Pedro Abelardo, san Norberto de Magdeburgo, Pedro el Venerable y san Bernardo de Claraval destacaron como filósofos y teólogos escolásticos. Mesopotamia empezó a llamarse Irak. El rey de Georgia David III el Constructor expandió al máximo sus dominios, conquistando Ani (que era la capital armenia) y Tbilisi (que pertenecía al imperio turco); destacó como gobernante ecuánime y hábil administrador. El fanático Muhammad ibn Tumart fundó su propio reino (el almohade) con base en los montes Atlas (Marruecos); sus seguidores eran tan fundamentalistas que incluso mataban a sus correligionarios almorávides. El abad Suger de Saint-Dennis, teólogo, historiador y arquitecto, dio un impulso definitivo al arte gótico.

Godofredo de Monmouth y Guillermo de Malmesmury destacaron como historiadores. El supuesto interés por “recuperar Tierra Santa” sirvió de excusa para que numerosos reyes, príncipes, señores feudales, comerciantes, militares, nobles venidos a menos y aventureros se lanzaran a una frenética rapiña, las tristemente célebres Cruzadas. No cabe duda que hubo algunos cruzados devotos y bienintencionados, pero en líneas generales, fueron sujetos movidos por el ánimo de lucro y el afán de vanagloria, sin ninguna motivación religiosa. Luminarias como Pedro Lombardo, Jean de Salisbury y Adelardo de Bath enriquecieron el horizonte filosófico y científico occidental. El traductor Robert de Chester permitió la difusión de textos de matemáticos, ingenieros y pensadores árabes en Europa.

Santo Tomás Beckett (1118 – 1170), ex canciller y arzobispo de Canterbury, murió defendiendo la independencia de la Iglesia frente al rey y la nobleza. Por estas fechas empezaron a asentarse en México los aztecas, venidos del norte. Juan de Salisbury, Abentofail, san Norberto de Xanten, Maimónides y Averroes destacaron como filósofos y teólogos. Robert Wace y Chrétien de Troyes brillaron en lo literario.  En Japón, el erudito Yukinaga recopiló los poemas épico-históricos que hasta el momento habían pasado oralmente de generación en generación; fue así como surgió el Heike monogatari (Cantar de Heike). San Vicelino evangelizó a los eslavos y san Meinhard a los livonios (letones).

Para 1200 Saxo Grammaticus se había consagrado como historiador de los daneses. Los poetas Lamberto Le Tort, Alejandre de Bernay y Pedro de Saint Cloud contribuyeron a darle forma definitiva al francés. Manco Cápac fundó Cuzco e inauguró la dinastía incaica. El obispo Alberto de Buxhövden fundó la ciudad de Riga. El pisano Leonardo Fibonacci publicó un interesante tratado lleno de curiosidades matemáticas. San Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán fundaron dos órdenes religiosas que serían fundamentales para la cultura occidental: franciscanos y dominicanos.

San Francisco de Asís (1181 – 1226) fue extendiendo su obra apostólica y caritativa. Sus discípulos (entre los que destacaron el beato Bernardo de Quintavalle, santa Clara de Asís, fray Pedro de Catania, fray Egidio de Asís, fray Rufino de Asís y el beato Felipe Longo) fueron cada vez más numerosos. San Francisco insistía en el amor a Dios y a Su creación (por eso se llevaba sorprendentemente bien con todo tipo de animales, incluso fieras), la humildad, el servicio, la pobreza y la vida de contemplación y penitencia. Santo Domingo de Guzmán (1170 – 1221), hombre virtuoso y de mente portentosa, había estudiado en la primera universidad que hubo en España (los Estudios Generales de Palencia) y luego se había lanzado a atraer intelectuales de fe sólida para su orden. El abogado y filósofo Raimundo de Peñafort, el escritor Jordán de Sajonia, el científico Alberto de Lauingen (san Alberto Magno), el teólogo Juan de San Juliano y el sabio santo Tomás de Aquino fueron los más brillantes de esos primeros frailes de la orden de santo Domingo, centrada en la oración, el estudio y la predicación.

El kan Timuyin de Mongolia, de carácter sanguinario y belicoso, ávido de conquistas, se lanzó a dominar Eurasia. Fue llamado Gengis Kan (“máximo gobernante universal”). Sus hordas vivían del saqueo, y dejaban a su paso llanto y desolación. El escritor y teólogo Stephen Langton, arzobispo de Canterbury y una de las mentes más lúcidas de su tiempo, fue el artífice de la Carta Magna de 1215, por la cual se limitaban los poderes del monarca y se le exigía respetar algunos derechos fundamentales de sus súbditos. Fue un logro formidable, pues hasta ese entonces los reyes solían cometer todo tipo de abusos y atropellos, y para rematar, creían que podían hacerlo por un supuesto derecho divino.

La década siguiente los aztecas sometieron pueblos vecinos, Godofredo de Estrasburgo culminó Tristán e Isolda (un extenso poema que inspiraría otras obras a lo largo del Medioevo y el Renacimiento), murió el historiador y poeta Jean Bodel, el rey Alfonso IX fundó la Universidad de Salamanca y san Pedro Nolasco recibió apoyo papal para sus frailes mercedarios. Los guerreros de Gengis Kan siguieron haciendo estragos, esta vez en el mundo musulmán.

En 1240 el imperio almohade ya se había desmoronado. Córdoba, que había sido capital de al-Andalus, fue recuperada por los cristianos. El rey Jaime I dio a la liberada Valencia un código civil (los Fueros Valencianos). Los mongoles arrasaron con Kiev y continuaron expandiéndose. Novgorod, Pskov y Smolensk fueron las únicas ciudades rusas que se libraron de las hordas mongolas. Jordán de Nemore publicó un tratado de aritmética en el que por primera vez se incluían números imaginarios. Guillermo de Lorris empezó el extenso Libro de la Rosa, completado por Jean de Meung.

San Alberto de Lauingen, llamado el Grande (1193 – 1280) fue un polímata grandioso que indagó en prácticamente todos los campos del saber. Sus clases en la Universidad de Paris (que a la sazón era el centro del saber occidental) se atiborraban de tantos asistentes que tuvo que empezar a darlas al aire libre. La reconquista española continuó, y para 1250 sólo quedaban ejércitos invasores en los pequeños reinos musulmanes de Granada, Murcia y Niebla. Fray Juan del Plano Carpini escribió una interesante Historia de los Mongoles. El doctor Pedro Juliano, sacerdote, filósofo y médico, fue convertido en Papa en 1277.

Dos colosos descollaron en el panorama científico después de san Alberto Magno: fray Roger Bacon y santo Tomás de Aquino. Dos mentes preclaras y eruditas. El primero, padre del método inductivo, y el segundo, el pensador más importante de toda la Edad Media (y uno de los más insignes de todos los tiempos). Para ese entonces, los mongoles ya habían sometido al Tíbet, a Irán, a Irak y a parte de la India. Los mamelucos (soldados de élite del sultán, la mayoría turcos y eslavos) habían ganado importancia dentro del Islam. El padre Robert de Sorbon había fundado una escuela de teología en Paris, que no tardó en convertirse en una prestigiosa Universidad (la Sorbona). Guillermo de Moerbeke se consagró como el mejor traductor de Aristóteles al latín. El escritor Adam de la Halle triunfó como poeta y dramaturgo. Fray Pedro Olivo insistió en la pobreza y el desprendimiento como verdadero camino a Cristo, y brilló como teólogo y director espiritual. Teobaldo I el Trovador destacó como rey y poeta. El rey Alfonso X el Sabio publicó una Crónica de España y una Historia Universal.

Hacia 1290 el sacerdote y poeta Gonzalo de Berceo se consolidó como el vate más sobresaliente de España. El beato Raimundo Lulio destacó como filósofo, teólogo, poeta y viajero; intentó encontrar elementos de conciliación entre mahometanos y cristianos. El ingeniero Pedro de Maricourt fundamentó las bases del método experimental, complementando las ideas de Bacon. Guido Cavalcanti, Rinaldo de Aquino (hermano del sabio santo Tomás), Guido Orlandi, Gianni Alfani y Guido Guinizelli fueron los primeros en escribir poemas ya no en latín, sino en lengua romance. Nasir al-Din al-Tusi escribió unos sobresalientes tratados de astronomía, trigonometría, filosofía y medicina. Los mongoles se apoderaron de China.

Hacia 1300 ya había muerto Kublai Kan (el quinto y último kan), que nunca pudo someter Dai-Viet pero mostró gran eficiencia como gobernante del vasto imperio mongol (el segundo más grande de todos los tiempos, detrás del británico), así como una curiosa apertura hacia el cristianismo (de hecho, envió con los Polo un mensaje al Papa, pidiéndole misioneros). Bernat Escrivá escribió una historia de Pedro III de Aragón y sus antepasados. Ibn al-Nafis, médico de El Cairo, describió la circulación pulmonar y técnicas quirúrgicas avanzadas para su época. El rey Dionisio de Portugal, erudito y aficionado a componer trovas, fundó la Universidad de Lisboa.

Aunque no hay más pruebas históricas que relatos y canciones sobre su existencia, es posible que las revueltas campesinas suizas hayan tenido como cabecilla a un tal Guillermo Tell. Ballestero de oficio, valiente y decidido, Tell defendió la libertad de su gente frente a los abusos de los funcionarios de Alberto de Habsburgo. Trovadores y bardos lo habrían de convertir en un personaje legendario del folclor centroeuropeo. Fue uno de los líderes de los habitantes del cantón de Uri que se opusieron a los atropellos de los bailíos (jueces) de la dinastía Habsburgo, aunque también hay que decir que muchas de sus “proezas” son adaptaciones de las aventuras narradas en la Gesta Danorum de Saxo Grammaticus. De otro lado, Rustichello de Pisa se hizo famoso gracias a su Libro de las maravillas (o Libro del Millón), basado en los viajes y los años en la corte de Kublai Kan del veneciano Marco Polo (a quien conoció y escuchó en la cárcel de Génova).

Italia siguió produciendo vates de enorme talento. Destacaron Lappo Gianni, Cino de Pistoia, Dino Frescobaldi y el llamado padre de la lengua italiana, el genial Dante Alighieri (autor de tres grandes obras maestras: Vida Nueva, Banquete y Divina Comedia). Raimundo Lulio fue torturado y asesinado por fanáticos musulmanes. El escocés William Wallace lideró la lucha de su pueblo contra el dominio de los ingleses. Los tepanecas (con capital en Azcapotzalco) florecieron. Mayapán siguió siendo la principal ciudad maya. Chanchán continuó siendo la capital del reino Chimú en Suramérica. Yekuno Amlak gobernó eficientemente el reino de Abisinia. Kamal al-Farisi escribió un excelente tratado de óptica, donde por primera vez se dio una explicación científica certera del por qué se producen arcoiris.

Continuaron floreciendo las universidades, así como las catedrales y abadías de estilo gótico. Descollaron los pintores Giovanni Cimabue, Duccio de Buoninsegna y Giotto Bondone, y los escultores Nicola y Giovanni Pisano. Lisboa, Toledo, Barcelona, Paris, Lyon, Roma, Florencia, Milán, Brujas, Londres, Hamburgo y Novgorod fueron las principales urbes europeas (básicamente, por su importancia cultural, política y comercial). El imperio mongol se desintegró. Jean de Joinville terminó su biografía del rey san Luis IX de Francia. En filosofía brilló fray Guillermo de Ockham.

Los descendientes del turco Osmán I empezaron a acrecentar el imperio turco otomano, aprovechando que el imperio bizantino se caía a pedazos y que el imperio mongol se había fragmentado. El padre Juan Ruiz (más conocido como Arcipreste de Hita) y don Juan Manuel de Escalona hicieron carrera con sus libros sapienciales en castellano. El filósofo y poeta Francesco Petrarca creó el Humanismo Cristiano (un movimiento que aunaba valores católicos y grecolatinos), al que no tardaron en unirse figuras cimeras de la literatura en italiano, como Giovanni Boccaccio. San Sergio de Radonezh, futuro patrono de Rusia, predicó la vida sencilla, casta y de oración. Entre sus discípulos estuvo el monje Eusebio el Sabio.

Para 1350 la peste negra o bubónica (provocada por la bacteria Yersinia pestis) se había diseminado por buena parte de Asia (donde se originó, alrededor de 1346) y Europa. Segó la vida de casi 200 millones de personas. El padre Guillermo de Machaut, músico y poeta, creó formas musicales como el canon, el motete, la balada y el rondó. Eustacio Deschamps continuó su legado, y se hizo célebre también como crítico musical y literario. Santa Catalina de Siena logró convencer al Papa de salir de Aviñón y regresar a Roma, que fue restablecida plenamente como sede pontificia en 1377. Godofredo de Chaucer inauguró la literatura en inglés, y Nicolás de Oresme escribió un tratado sobre la moneda, la inflación y la devaluación. San Vicente Ferrer sobresalió como filósofo, teólogo y director espiritual. Bernat Metge destacó como teólogo y poeta. Fray Francesc Eiximenis se lanzó a realizar la primera Enciclopedia. En la medida en que el imperio chichimeca se debilitaba, tomaban fuerza aztecas y tepanecas. 

Los portugueses, liderados por Juan I el Grande, lograron su independencia de España en 1385, tras vencer en las batallas de Trancoso y Aljubarrota. Los turcos otomanos, que ya se habían apoderado de buena parte de Bulgaria y de toda Anatolia, continuaron su avance por los Balcanes. El cerco sobre Constantinopla, la capital del agonizante imperio bizantino, se fue cerrando. En Corea hubo un cambio dinástico y Seúl se convirtió en su ciudad principal.

En 1393 fue asesinado san Juan Nepomuceno en Praga. Shi Naian y Luo Guanzhong escribieron Al borde del agua, una novela histórica y psicológica. El inglés de escritores como Godofredo Chaucer y William Langland ya había reemplazado por completo al francés normando en Inglaterra. El padre Jean Froissart escribió una crónica del siglo XIV. Manuel Chrysoloras y Juan Argyropoulos continuaron con la difusión y el redescrubrimiento de la cultura griega iniciados por el humanismo cristiano. Escultores y artistas como Lorenzo Ghiberti y Filippo Brunelleschi empezaron a descollar. Ruy González de Clavijo escribió Embajada a Tamerlán, basado en su encuentro con dicho líder militar de origen turco-mongol (que fue el último de los grandes conquistadores nómadas).

Ya en 1405 había sucedido a Tamerlán su hijo Sha Ruj, que no era un guerrero sino un sofisticado y erudito artista y escritor. Al mismo tiempo en Italia el movimiento humanista y el renovado interés por la antigüedad estaba consolidándose como un movimiento de largo alcance: el Renacimiento. Donato di Niccolo Betto Bardi (conocido mundialmente como Donatello) y Giovanni di Banco, discípulos de Ghiberti, fueron unos portentosos escultores. En Cataluña sobresalió el poeta Jaume March. El sacerdote, teólogo y geógrafo Pierre d’Ailly publicó un atlas universal llamado Imago Mundi.

Al poco tiempo, Mehmet I se proclamó único sultán del imperio otomano. Los teólogos Jan Huss, Jean de Gerson y Pierre d’Ailly fueron las figuras del Concilio de Constanza (1413); fue una verdadera estupidez y una exageración la condena a muerte de Huss (por la que habría de pedir perdón, en el siglo XX, el Papa san Juan Pablo II). El formidable Francesco Brunelleschi descubrió las leyes de la perspectiva y las aplicó en sus creaciones artísticas. El pintor Lorenzo Monaco fue pasando del estilo gótico al renacentista. Enrique el Navegante empezó sus andanzas, con lo que Portugal se consolidó como potencia marítima.

Los hermanos Paul, Herman y Jean de Limburgo sobresalieron como pintores miniaturistas del gótico tardío y como iniciadores del renacimiento en la llamada escuela flamenca, junto a Jan van Eyck. Los marineros Joao Gonzalves Zarco y Tristao Vaz continuaron las exploraciones portuguesas. Enrique de Villena, fray Antoni Canals, el obispo Jan Bucka, el historiador Leonado Bruni, Jaume de Olesa, Ignacio López de Mendoza y Jordi de Sant Jordi sobresalieron en el campo de las letras. Ulug Bed Salah Musa Pasha y Qadi Zada brillaron como matemáticos.       

Hacia 1440 brillaron como pintores y escultores renacentistas Michelozzo di Bartolomeo Michelozzi (discípulo de Donatello), Tommaso de Cristoforo Fini, Masaccio, Zanobi Strozzi, Hubert van Eyck, Robert Campin, Rogier van der Weyden y el monje dominico Fra Angelico. En la literatura se hicieron un nombre Ausias March, Carlos de Orleans, Alain Chartier, Francesco Filelfo, Jorge de Trebosinda, Gianfrancesco Bracciolini, Palla Strozzi, Niccolo de Niccoli y Tommaso Parentucelli. El filósofo Lorenzo Valla destacó como continuador del humanismo cristiano. En música, Gilles Binchois y Guillaume Dufay incursionaron en el contrapunto. Gonzalvo Velho Cabral puso a las islas Azores dicho nombre por la cantidad de halcones que ahí encontró.

En 1453 los turcos otomanos terminaron de acabar con el imperio romano de oriente. La toma de Constantinopla por parte de los guerreros del sultán Mehmet II marcó el final de la Edad Media. Los saqueos, la destrucción de íconos bizantinos y la pérdida de reliquias (o su apresurado traslado a Europa) fueron el pródromo de la rápida islamización que seguiría. La ciudad comenzó a llamarse Estambul y se convirtió en la capital del imperio otomano. En América, el imperio tepaneca también cayó, subyugado por el imperio azteca.

La Edad Media dejó este legado: profundo desarrollo de la filosofía y la teología, surgimiento de las universidades y colegios (a partir de las escuelas catedralicias y monásticas), arte gótico, florecimiento de muchas ciudades europeas, surgimiento de los burgueses (habitantes de las ciudades) y aparición de asociaciones gremiales y comerciales. Tal vez sea la Divina Comedia, de Dante Aligheri, la obra literaria más consumada de este período (y, para algunos, de todas las épocas).

 

3. Representantes  

 

San Agustín de Hipona (354 – 430) fue el primero en escribir un texto autobiográfico usando la técnica de la introspección; asimismo, se destacó por sus conceptualizaciones en torno a los hábitos de conducta, el libre albedrío y la voluntad, el alma humana y sus emociones, y el dominio de las pasiones.

 

San Benito de Nursia (480 – 547) propuso un estilo de vida Cristocéntrico, en el que la existencia apacible es el resultado de la oración, el trabajo, la humildad, las obras de caridad y la obediencia al Evangelio.

 

Muhammad ibn Zakariya al-Razi (854 – 925) fue el primero en hablar de psicoterapia. Insistió en la importancia de la consejería y el uso de la música y los baños relajantes.

 

San Alberto Magno (1193 – 1280) destacó por señalar que el asiento del alma humana era el cerebro. Marcó un hito al señalar que la investigación científica y el acercamiento a las ciencias naturales eran perfectamente compatibles con la espiritualidad cristiana. Fue uno de los primeros en hablar de aferencias y eferencias en el sistema nervioso.

 

Giovanni de Fidanza, más conocido como san Buenaventura (1217 – 1274), escribió acerca de la importancia de la fe, la modestia, el amor y la contemplación para tener una vida plena.

 

Santo Tomás de Aquino (1224 – 1274) estableció que el fin último del hombre es la felicidad, y que la vida contemplativa era el grado de felicidad más perfecta. Sostuvo que las normas morales y jurídicas debían basarse en la naturaleza humana (iusnaturalismo), y que el hombre era un ser social llamado a participar en comunidad. Planteó, siete siglos antes que el Psicoanálisis, que el ser humano tenía instintos, a los que definió como tendencias enraizadas en su naturaleza, que provocaban una línea de conducta orientada a un fin específico. Defendió, en consecuencia, una Ética de los Fines, en la que la conducta debía regirse por los fines (objetivos) más deseables, como la felicidad, el conocimiento de la verdad, la justicia y el bien común. Consideró que todos los seres humanos tenían la obligación moral de buscar el bien y la verdad, evitar el mal y respetar las exigencias de la justicia. Definió al hombre como una sustancia de materia (cuerpo) y forma (alma) en la que ambas funcionan como una unidad (hilemorfismo), influenciándose mutuamente; sólo con la muerte se disociarían, pues el alma es inmortal y el cuerpo sí se descompone. Describió el primer caso de Delirium (síndrome confusional de origen orgánico), en el que quedó patente que lo corporal podía afectar lo psíquico. También definió procesos cognitivos como sensación, percepción, abstracción, imaginación y representación.

 

El siervo de Dios Joan Gilabert Jofré (1350 – 1417) difundió en España el buen trato hacia los pacientes psiquiátricos, procurándoles tratamiento médico y condiciones dignas de alimentación y residencia; el hospital que fundó (1409) es el asilo mental más antiguo de Occidente.

 

 

EDAD MODERNA

 

1. Línea del Tiempo: 1453 - 1789

 

2. Contexto

 

León Bautista Alberti fue el primer teórico en compilar y abordar los distintos representantes y estilos del arte renacentista. Paulo Ucello, Filippo Lippi, Domenico Veneziano, Piero della Francesca y Alessio Baldovinetti estuvieron a la cabeza de los grandes pintores de su época. En literatura sobresalieron Alfonso Martínez de Toledo (conocido como Arcipreste de Talavera), Joanot Martorell, el rey Duarte de Portugal, el cardenal Juan Bessarion, Jorge Gemisto Pletón, Marsilio Ficino, Cosme de Médicis, Vespasiano da Vesticci y Nicolás de Cusa (el filósofo más importante de su generación). Johannes Gutenberg fue el primer europeo en construir una imprenta de tipos móviles. Itzcoatl y Moctezuma Ilhuicamina, aconsejados por el sabio Tlacaelel, llevaron al imperio azteca a su apogeo.

Como Francia e Inglaterra se arruinaron por la Guerra de los Cien Años, Portugal y España quedaron como los reinos más aventajados económicamente. Esto, y su situación geográfica (de cara al océano Atlántico), contribuyó a que buscaran nuevas rutas comerciales con Lejano Oriente (puesto que la caída de Constantinopla había cerrado las vías habituales de intercambio). El reino de Abisinia, que se había mantenido cristiano pese a los asedios de los mahometanos, pasó del cristianismo ortodoxo al cristianismo católico. El inca Pachacuti llevó a su imperio a su máximo brillo.  

El navegante portugués Nuno Tristao llegó a Cabo Blanco, donde finalizaba el desierto del Sahara, y de ahí pasó a explorar Mauritania y Gambia. Los teólogos más destacados fueron el beato Tomás de Kempis (autor de la célebre Imitación de Cristo), san Juan de Capistrano y Petr Chelcicky. Lucca della Robbia, con su empleo de la terracota vidriada, revolucionó las artes plásticas al poder pintar las esculturas. Konrad Witz empezó a usar el claroscuro además de la ya conocida perspectiva.

Hacia 1460 descollaron los escultores Francesco Squarcione y su hijastro Andrea Mantegna, y el pintor Jacopo Bellini. En Brujas, Petrus Christus continuó el legado de Jan van Eyck. En las letras brillaron Antoine de la Sale, Arnoul Greban, el marqués de Santillana, Juan de Mena, Rodrigo Manrique, Pedro Manrique (hijo del anterior), Juan de Valladolid, el obispo James Kennedy y el Papa Pío II (nacido Ennea Silvio Piccolomini), que además era geógrafo, filósofo e historiador. El marinero Alvise de Ca’da Mosto descubrió Cabo Verde. Los matemáticos, físicos y astrónomos Georg von Puerbach y Johann Müller continuaron impulsando el progreso científico. Después de Johannes Gutenberg continuaron su obra Peter Schöffer y Johan Fust, y en cuestión de un lustro proliferaron los talleres de impresores, especialmente en las ciudades de Maguncia y Estrasburgo.

Después llegaron los viajes de Pedro de Sintra por la costa africana, y su descubrimiento de Guinea (todo lo situado al sur del río Senegal), y la invasión del Mehmet II a Bosnia (sólo el ducado de Herzegovina pudo resistirle) y su declaración de guerra a venecianos y húngaros. El imperio inca seguía extendiéndose hacia el norte, conquistando los cacicazgos chanca y chimú. El arzobispo Adolfo de Nassau estimuló la creación de más imprentas de tipos móviles, y los impresores ambulantes Conrad Schweinheim y Arnold Pannartz llegaron al monasterio de Subiaco, cerca de Roma, donde produjeron los primeros libros impresos en Italia. Grandes artistas como Andrea di Cione, Giuliano Verrocchi, Pietro Vannucci y Paolo dal Pozzo Toscanelli (que además era matemático, médico y astrónomo) continuaron dando impulso al Renacimiento. En el ámbito literario, Joanot Martorell y su seguidor Martí Joan de Galba terminaron la novela de caballería Tirant lo Blanc.

Alrededor de 1470 las exploraciones de la costa africana estuvieron a cargo de Fernao Gomes, Joao Santarem, Fernando Poo, Lopo Gonzalves y Pedro Escobar. El genial Leonardo da Vinci, el latinista Gasparín de Bérgamo, el arzobispo Alonso de Fonseca, el gramático Elio Antonio de Nebrija, el poeta Mateo Maria Boiardo, el historiador Jan Dlugosz, el matemático y médico Fernao Martins (que basándose en las observaciones de Eratóstenes y los astrónomos medievales sostuvo que la Tierra era esférica), el arquitecto Donato di Pascuccio d’Antonio (más conocido como Bramante), el escultor Andrea della Robbia, los humanistas Aldo Manuzio y Pico della Mirandola, los pintores Sandro Boticelli, Lorenzo di Credi, Hugo van der Goes, Cosimo Roselli, Domenico Bigordi, Luca Signorelli, Domenico Ghirlandaio y Bernardino di Betto, configuraron el clímax del Renacimiento. 

Continuaron las exploraciones, a cargo de Diogo de Azambuja, Bartolomé Dias (descubridor del Cabo de la Buena Esperanza), Diogo Cao, Pedro de Corvila, Alfonso de Paiva y Cristóbal Colón (que estuvo en Irlanda e Islandia, donde pudo escuchar las historias sobre los descubrimientos de Leif Erikson). A este último no le hicieron caso en Portugal cuando les propuso llegar a la India navegando hacia el oeste, pero sí en España, donde en el monasterio franciscano de La Rábida fray Juan Pérez y sus compañeros lo escucharon fascinados. Pronto el almirante Colón se entrevistaría con el duque de Medinaceli, Luis de la Cerda, y con los reyes de Aragón y Castilla. Los tarascos les dieron dificultades a los aztecas, que seguían empeñados en acrecentar sus dominios. El doctor Nicolás Chuquet, aficionado a las matemáticas, revolucionó el álgebra al introducir los números exponenciales. Michael Wogelmut y su discípulo Alberto Durero empezaron a descollar en el mundo del arte.

En la última década del siglo XV, destacó el artista Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel). Los exploradores Alonso Fernández de Lugo, Martín Alfonso Yáñez Pinzón (furibundo partidario de Colón), Francisco Yáñez Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón, Rodrigo de Escobedo (quien sería el escribano de la famosa expedición), Pedro Gutiérrez, Rodrigo Sánchez de Segovia y Rodrigo de Triana, al mando de Cristóbal Colón, lograron la hazaña de llegar a la isla de Guanahani, en las Bahamas, el 12 de octubre de 1492. Los tres meses siguientes recorrieron también las islas de Cobba (Cuba), Tortuga y Haití (actuales Haití y República Dominicana), a la que llamaron La Española, donde se fundó el fuerte Navidad.

Colón fue recibido como un héroe por los reyes de España. En 1493 emprendió un segundo viaje, en el que llegó a las islas Deseada, Maire-Galante, Guadalupe, Vírgenes, San Juan Bautista (actual Puerto Rico) y retornó a La Española. Allí encontró el fuerte Navidad destruido, y muertos a todos los que se habían quedado ahí hacía un año, por lo que buscó un lugar más seguro para un nuevo emplazamiento, al que denominó La Isabela. Después exploró Jamaica. Mientras tanto, el monje Luca Pacioli publicó un libro pionero en el campo de la contabilidad, Rafael Sanzio empezó a brillar en el arte, Gaspar Torelle publicó un tratado sobre la sífilis, Nicolás Copérnico empezó a compaginar sus estudios de Leyes con Astronomía en la Universidad de Bolonia (gracias al estímulo del matemático Domenico Maria Novara) y Giovanni Caboto, al servicio de la Corona inglesa, descubrió Terranova en Norteamérica.

Después de la proeza de Vasco de Gama, que fue capaz de llegar a Calcuta navegando hacia el este, Cristóbal Colón emprendió un tercer viaje. Ahí fue cuando descubrió las islas Trinidad, Tobago, Margarita, Dominica, Granada y San Vicente, se preguntó por primera vez si no estaría en otro continente (pues recorrió las costas de Venezuela, y describió la desembocadura del río Orinoco) y regresó a La Española (Haití y República Dominicana). Mientras tanto, en Florencia se vivió una peculiar contienda entre los teólogos Francisco de Puglia y Girolamo Savonarola (un fanático, virtuoso pero de posiciones tan severas que llegaban a ser heréticas). Antonio Tebaldi empezó a triunfar como poeta en italiano.

Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio zarparon en una expedición a “las Indias”, a las que Vespucio no tardó en reconocer, definitivamente, como un nuevo continente (que terminaría llamándose América en su honor). Pedro Alonso Niño y los hermanos Juan y Cristóbal Guerra también llegaron a América. Vicente Yáñez Pinzón capitaneó otra expedición, y llegó a Santa María de la Consolación. Después Diego de Lepe exploró las costas suramericanas correspondientes al actual Brasil. Pedro Alvares Cabral también llegó a tierras brasileras, y no dudó en reclamarlas para el reino de Portugal. Otro portugués, Gaspar Corte-Real, retomó la ruta de Caboto y llegó también a Norteamérica. Bartolomeu Dias descubrió Madagascar. Rodrigo de Bastidas exploró la costa caribe de Colombia y Venezuela.

Hacia 1500 ya eran figuras destacadas en el mundo científico el matemático Scipione dal Ferro y el astrónomo Nicolás Copérnico. Fernando de Rojas escribió La Celestina y los relojeros de Nuremberg empezaron a producir relojes portátiles. Erasmo de Rotterdam, santo Tomás Moro y Juan Colet continuaron portando el estandarte humanista. Vasco Nuñez de Balboa, lugarteniente de Rodrigo de Bastidas, exploró el Darién y el istmo de Panamá, y describió el océano Pacífico. Américo Vespucio y Joao da Nova Castella recorrieron Brasil y concluyeron, tajantemente, que no se trataba de una isla. Gaspar Corte-Real, en un segundo viaje, llegó a la península de Labrador, donde capturó indígenas para llevarlos como esclavos a Portugal. Su barco no regresó.

La segunda oleada de exploradores y aventureros de América traería a personajes tan crueles y codiciosos como Hernán Cortés o Francisco Pizarro, aunque también a varones ilustres y justos como fray Bartolomé de Las Casas, valiente defensor de los derechos de los nativos. Cuando un violento huracán destruyó la ciudad de Santo Domingo, el gobernador Nicolás de Ovando ordenó su reconstrucción siguiendo el esquema de cuadrícula (que sería la impronta de las urbes fundadas por los conquistadores españoles en América). Cristóbal Colón emprendió un cuarto viaje, en el que pasó por las islas de Martinica y Santa Lucía, recorrió las tierras de Honduras y Veragua y fundó Santa María de Belén, para después encontrarse con las Islas Caimán y llegar a Cuba.

Hacia 1510 brillaron los escritores Ludovico Ariosto, Pietro Bembo, Johannes Reuchlin, Benedetto Gareth, Nicolás Maquiavelo y Garci Rodríguez de Montalvo, y los pintores Giorgio da Castelfranco y Tiziano Vecellio. El geógrafo Martin Waldseemüller publicó su Cosmographiae introductio, y fue el primero en llamar América a las “Indias Occidentales”, en homenaje a Vespucio. Francisco de Almeida se apropió de Calcuta y Colombo en la India, y Alfonso de Albuquerque, de Madagascar y parte de las costas del Golfo Pérsico. Sebastiano Caboto volvió a realizar el viaje que antaño había hecho con su padre Juan, y recorrió la costa atlántica de los Estados Unidos. Fray Antonio de Montesinos defendió la dignidad y el valor de la vida de los indígenas, y participó en la redacción de las Leyes de Burgos, que reconocía a los americanos como hombres libres. Sin embargo, la norma se ignoró y la realidad fue cada vez más fea: conquistadores y encomenderos españoles y portugueses trataron cada vez con mayor rudeza a los aborígenes.

Juan Díaz de Solís recorrió las costas brasileras y uruguayas, halló el río Paraná y tuvo un desafortunado encuentro con los charrúas. Diego de Velázquez, gobernador de Cuba, llegó a la península de Yucatán. Los pintores Hans Holbein el Viejo y el Joven continuaron el legado de Durero en Alemania. El obispo Johann Burchard escribió una Crónica Vaticana. Ulrico Zuinglio y Martín Lutero se apartaron de la Iglesia y emprendieron la reforma protestante. Hubo otros teólogos que hicieron su reforma desde adentro, fieles al cristianismo católico, como Gian Pietro Carafa, Cayetano de Thiene, Tomasso de Vio, Johann Eck, Guillaume Briconnet, fray Silvestre Mazzolini y Erasmo de Rotterdam. Juan Ponce de León, gobernador de Borinquem (actual Puerto Rico) e incansable buscador de la supuesta fuente de la eterna juventud, recorrió el norte de México y la Florida.

En poco tiempo, el protestantismo se dividió en sectas cada vez más numerosas y variopintas. Thomas Münzer, Andreas Karlstadt, Phillip Schwarzerd, Guillaume Farel, Martin Kuhkorn, Olaus Petri, Jan Bakker, Jacques Lefevre d’Espalet, Juan Calvino, Johannes Hausschein y Enrique VIII de Inglaterra fundaron sus propias iglesias, según sus caprichosas interpretaciones de la Biblia y los textos de Lutero y Zuinglio.  La épica vuelta al mundo de Fernando de Magallanes culminó con el propio Magallanes muerto (y casi toda su tripulación) pero con un puñado de sobrevivientes, entre ellos Sebastián Elcano, que fueron agasajados por el rey de España. La hipótesis de Colón (se podía llegar a la India navegando hacia occidente) fue demostrada. La Tierra se podía circunnavegar, y era, efectivamente, esférica. Sobresalieron los intelectuales Juan Luis Vives, Girolamo Cardano, Pietro Bembo, Gonzalo Fernández de Oviedo, Paracelso, Baltasar de Castiglione, Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús y escribió unos Ejercicios Espirituales memorables.

Las sectas luteranas, anabaptistas y zuinglianas siguieron dividiéndose a su vez, y enemistándose entre ellas. Juan de Leiden, Mathurin Cordier, Melchor Wolmar, Jan Matthijszoon y Menno Simonsz fundaron sus propias iglesias, a veces con unas diferencias demasiado marcadas con el cristianismo original (negación de la transubstanciación, desprecio por los sacramentos distintos al bautismo, apología de la poligamia e iconoclastia). No tardó en morir Martín Lutero. Quienes sostienen que fue suicidio se basan en que era un hombre severamente trastornado, hipersensible e emocionalmente inestable, de convicciones cambiantes, derrumbado por la muerte de su hija Magdalena y desmoralizado por el uso político que les dieron los aristócratas del norte de Alemania a él y a su movimiento reformista. Los que sospechan homicidio señalan que esos mismos nobles “protestantes” ya no lo necesitaban para oponerse al emperador Carlos V y al Papa León X, y que ya veían con malos ojos sus simpatías por las revueltas campesinas. Los que insisten en una muerte natural exponen sus múltiples achaques, su obesidad, su angina recurrente, su fatiga crónica y los atracones de comida que padecía. Lo cierto es que después de la muerte de Lutero, su amigo íntimo Felipe Melanchton trató de reacercar a sus adeptos al catolicismo. Pero ya la brecha era muy profunda, y el protestantismo continuó por la via de la atomización.

Después de 1546, Melanchton se dedicó más a la pedagogía y a la fundación de escuelas que a las controversias teológicas. El doctor, filósofo, teólogo, traductor y humanista Miguel Servet fue asesinado por Calvino y sus fanáticos. Las órdenes fundadas por san Antonio María Zaccaría continuaron creciendo. El marinero francés Jacques Cartier inició la exploración de lo que se convertiría en Canadá. Destacaron también los escritores Guillaume Budé y Francisco Rabelais, los pensadores fray Diego de Astudillo, fray Luis de Granada, fray Bartolomé de Carranza, fray Francisco de Vitoria (padre del derecho internacional) y Vicente de Valverde (el primer obispo de Sudamérica), los matemáticos Nicolás Tartaglia y Scipione del Ferro, los poetas Clement Marot y Bernardo Tasso, el aventurero y cronista Nicolás de Federmann, el dramaturgo Gil Vicente y el geógrafo Regnier Gemma Frisius.

Los primeros jesuitas (san Pedro Fabro, san Francisco Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Simón Rodríguez, Nicolás de Bobadilla, Claudio Le Jay, Pascasio Broët, Juan Codure, Diego de Hoces y san Francisco de Borja) siguieron a san Ignacio de Loyola en su fervor misionero y su personalidad decidida, pero no tardaron en hacerse odiar por su autonomía y su cercanía a los excluidos y menesterosos. Gerardus Mercator, antiguo colaborador de Frisius, publicó el primer mapamundi con lo que se conocía de América. El franciscano fray Marcos de Niza, explorador y arqueólogo, descubrió restos (viviendas construidas en acantilados, cerámicas y símbolos que hasta el día de hoy permanecen sin descifrar) de la cultura anasazi en Norteamérica. Thomas Cranmer terminó de darle forma a la iglesia anglicana, fundada por Enrique VIII para poderse divorciar sin el consentimiento del Papa. George Joachim Rheticus y Johann Schöner difundieron el trabajo de Copérnico. Ludovico Ferrari, discípulo de Cardano, encontró un método similar a los de Tartaglia y del Ferro para resolver las ecuaciones de cuarto grado. Benvenuto Cellini empezó a brillar en el terreno artístico.

En 1563 terminó el Concilio de Trento, que definió puntos dogmáticos de la Iglesia frente a las corrientes protestantes, tales como: presencia real de Cristo en la Eucaristía, conservación de los siete sacramentos instituidos por Jesús, justificación tanto por fe como por buenas obras, libre albedrío (y no predestinación), trinitarismo, veneración a la Virgen y a los santos, confirmación de la obligatoriedad del celibato a sacerdotes y religiosos (que venía desde el Concilio de Elvira, alrededor del 303 d.C.), condena del nepotismo y la simonía, prohibición de la venta de indulgencias y obediencia al Papa como máxima autoridad cristiana en la Tierra, y dictó también normas para la fundación de seminarios. Diego Laínez y Alfonso Salmerón fueron fundamentales en dicho Concilio. La cultura occidental se nutrió de los aportes de los humanistas Petrus Ramus, Jacques Amyot, Jacques Peletier y Pierre de Ronsard, los médicos Andrés Vesalio y Ambrosio Paré, los poetas Henry Howard, Margarita de Navarra, Joachim du Bellay y Luis de Camoes, el geógrafo Sebastiano Caboto (que publicó un mapamundi actualizado) y el pintor Jacopo Robusti (conocido también como Tintoretto).

El arquitecto, pintor, escultor e historiador Giorgio Vasari escribió su formidable Vidas de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos, libro en el que acuñó el término manierismo para referirse al estilo renacentista tardío, cuyos representantes fueron Jacopo Carrucci, Rosso Fiorentino, Domenico Beccafumi, Agnolo Tori (Bronzino), Giulio Romano, Sebastiano del Piombo, Antonio Allegri da Correggio, Girolamo Francesco Maria Mazzola (Parmigianino), Bartolomeo Ammannati, Giovanni Angelo Montorsoli, Baccio Bandinelli y Giovanni da Bologna. Solimán I el Magnífico consolidó al Imperio Otomano como la mayor potencia musulmana. España y Portugal, con sus conquistas en América, se convirtieron en los países más ricos de Europa.

Orlando di Lasso y Giovanni Pierluigi da Palestrina revolucionaron la música, incursionando en la polifonía. Los literatos Etienne Jodelle, Jean Bastier, Pontus de Tyard, Jacques Peletier y Rémi Belleau configuraron la llamada Pléyade de poetas. En el campo intelectual también descollaron el filósofo Sebastien Castellion, los doctores Jean Fernel (que también era matemático y astrónomo), Gabriel Falopio y Michel de Notre-Dame (este último, más que por las ambiguas “profecías” contenidas en sus Centurias, por sus eficaces tratamientos contra la peste negra), los escritores fray Luis de Granada, san Juan de la Cruz, san Juan de Ávila, santa Teresa de Ávila, Thomas Sackville, Jacques Grévin, Thomas Norton y fray Luis de León, el erudito sultán Humayún de Delhi, el humanista Francisco Sánchez de las Brozas, el cardenal san Carlos Borromeo, el astrónomo Tycho Brahe y los teólogos Pedro de Soto, fray Bartolomé Carranza, John Knox, Melchor Cano y Reginald Pole.

Europa siguió avanzando a ritmo acelerado. Torquato Tasso, hijo de Bernardo Tasso, hizo poesía de gran calidad. Los arquitectos Juan Bautista de Toledo, Giambattista Castello y Juan de Herrera diseñaron el palacio de El Escorial. George Gascoigne escribió la primera comedia en inglés. Jean Bodin publicó un interesante tratado de economía. Gerardus Mercator actualizó su mapamundi. Domenikos Theotokópoulos, conocido como el Greco, no tardó en convertirse en el pintor más sobresaliente. En matemáticas brilló Francisco Viete. Otros escritores destacados fueron Robert Garnier, Luis Zapata, Pedro Mejía, Antonio de Torquemada, Juan López de Hoyos y Alonso de Ercilla (autor de La Araucana).

Un veterano de la batalla de Lepanto (1571) llamado Miguel de Cervantes Saavedra se hizo célebre con la publicación de su novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. El dramaturgo Jean de la Taille, los historiadores Juan Polo de Ondegardo, Raphael Holinshed y Pedro Sarmiento de Gamboa, el pintor Paolo Caliari, el filósofo Michel de Montaigne, el teólogo santo Toribio de Mogrovejo y los poetas Phillipe Desportes, John Lily, Edmund Spenser, Diego Hurtado, Fernando de Herrera, Johann Fischart, Cristóbal de Castillejo, Ambrosio Montesino y Luis de Góngora y Argote fueron la crema y nata de la cultura europea a finales del siglo XVI. Como el rey Felipe II de España fue también rey de Portugal, el imperio español incluyó todas las colonias portuguesas (Azores, Cabo Verde, Guinea, Congo, Angola, El Cabo, Madagascar, las costas del Golfo Pérsico y la India, Malaca, Java, Macao y Nueva Guinea) y se convirtió en el más pujante de su época.

El culto humanista Jean Dinemandi ingresó a La Pléyade. Los escritores Félix Lope de Vega y Carpio (que después de enviudar se hizo sacerdote, y con su libro Rimas Sacras se superó a sí mismo y se convirtió en una de las mayores glorias de la literatura universal), Francisco de Quevedo y Villegas, William Shakespeare (considerado con Pedro Calderón de la Barca el mejor dramaturgo de todos los tiempos) y Baltasar Gracián se convirtieron, junto a Miguel de Cervantes (que después del Quijote había confirmado su maestría con sus inmortales Novelas Ejemplares), en las estrellas más rutilantes de un siglo particularmente fecundo en el ámbito literario. Junto a ellos también destacaron Mateo Alemán, Thomas Middleton, Ben Jonson, Philip Sidney, Thomas Kyd, George Peel, Cristopher Marlowe, Robert Greene, Thomas Heywood, Ginés Pérez de Hita, George Chapman, Teodoro de Aubigné, Pontus de Tyard, John Webster, Pedro de Espinosa, Francisco Beaumont, Mathurin Regnier, John Fletcher, Thomas Dekker, Cyril Tourneur, Juan Ruiz de Alarcón, Tirso de Molina, John Marston, san Juan Bautista de la Concepción, los hermanos Bartolomé y Leonardo de Argensola, Francisco de Rioja, Rodrigo Caro, Baltasar del Alcázar, Bernardo de Balbuena, Francisco Hernández Blasco, Juan de Tassis y Peralta, Gabriel Bocángel y Unzueta, Bernardino de Rebolledo, Francisco de Malherbe, Guillén de Castro y Juan de Jáuregui.

El llamado “siglo de oro” también tuvo a los filósofos Giordano Bruno, Francis Bacon y Hugo Grocio, a los teólogos san Felipe Neri, san Francisco de Sales, Franz Gomar, Jacob Harmensz, Miguel de Molinos y Pierre de Bérulle, a los traductores Thomas Shelton y Cesar Oudin, a los pintores Michelangelo Merisi (Caravaggio), Rómulo Cincinnato, Francisco Pacheco, Diego Velázquez y Pedro Pablo Rubens, el ingeniero Simon Stevin, los matemáticos Paolo Serpi, John Neper, Edward Wright y Henry Briggs, los físicos y astrónomos Galileo Galilei, Johannes Kepler y Prazio Grassi, el historiador Inca Garcilaso de la Vega, el geógrafo Samuel Champlain, los exploradores Henry Hudson, William Baffin y Robert Bylot, los compositores Claudio Monteverdi, Giovanni Gabrielli, Gregor Aichinger, Elias Ammerbach, Thoinot Arbeau, Thomas Ashwell, Jacques Arcadelt, Hugh Aston y Pierre Attai, y los fabricantes de instrumentos musicales Andrea, Girolamo y Antonio Amati. El jesuita Mateo Ricci, misionero en China, se convirtió en un excelente sinólogo y geógrafo, y trató de inculturar el Evangelio a la realidad de dicho país. Fray Domingo de Salazar defendió los derechos de los nativos de Filipinas que eran torturados por conquistadores y encomenderos, y escribió Memorial de cosas que en estas islas pasan, una interesante denuncia de las barbaridades que los colonos españoles hacían.

Por un incidente en Bohemia (la llamada “defenestración de Praga”, en la que unos funcionarios partidarios del catolicismo salieron despedidos por una ventana), que fue creciendo hasta involucrar una verdadera lucha entre reinos católicos y protestantes (la Guerra de los Treinta Años), los europeos dieron ocasión a los otomanos para unas nuevas intentonas de invasión. Para ese entonces se habían sumado a la movida cultural del siglo XVII los escritores Pedro Calderón de la Barca, Matías y Diego Duque, William Alexander, Teófilo de Viau, Joseph Pellicer de Salas y Tovar, Francisco Mainard, Robert Burton, Luis Vélez de Guevara, Honorato de Bueil, Antonio Mira de Amescua, Agustín Moreto y Cavana, Pierre Corneille, Francisco de Rojas Zorrilla, Luis Quiñones de Benavente y Antonio de Solís, los historiadores Pedro Páez, Alonso de Contreras, Pedro Gaitán, Antonio de Herrera y Tordesillas, fray Jerónimo de Pasamonte, Domingo de Toral, sor Juana Inés de la Cruz, Miguel de Castro, Fernando Fernández de Valenzuela, Diego Suárez Corvín, Juan de Castellanos (autor del poema más extenso jamás escrito en lengua española: Elegías de varones ilustres de Indias), Juan Rodríguez Freyle y Hernando Domínguez Camargo, y los filósofos Marino Mersenne (también un formidable matemático), Roger Williams, Thomas Hobbes y René Descartes (genio y polímata), los científicos Pierre Gassendi, Gerolamo Fabrizio d’Acquapendente, Gilles Roberval, Bonaventura Cavalieri, William Harvey, Evangelista Torricelli, Jan Baptist van Helmont y Pierre de Fermat, los músicos Carlo Farina y Biagio Marini, y los pintores Frans Hals, Phillipe de Champaigne, Anton van Dyck y Rembrandt Harmenszoon van Rijn.

La Guerra de los Treinta Años, manipulada hábilmente por los estadistas franceses Armand Jean du Plessis (cardenal-duque de Richelieu) y Jules Raymond Mazarin (cardenal Mazarino), terminó por minar el poder del imperio español; la nueva potencia mundial fue Francia, y el francés terminó siendo el idioma de la diplomacia.

El intento del arzobispo de Canterbury de imponer el anglicanismo en Escocia (país con gran cantidad de presbiterianos y católicos) condujo a ahondar la ya importante fisura entre ambas naciones. Oliver Cromwell y Thomas Fairfax, hastiados del engreimiento y la ineptitud política del rey Carlos I de Inglaterra y Escocia, lideraron al ejército del Parlamento y concretaron una revolución que terminó (temporalmente) con la monarquía.

Tristemente, la revolución de puritanos (el ejército de “cabezas redondas”) dirigida por Cromwell, que supuestamente defendía la libertad, desembocó en una dictadura espantosa; él mismo demostró ser un fanático religioso sanguinario, gobernó haciendo caso omiso de los parlamentarios y demás grupos antimonárquicos, disolvió el Parlamento y masacró a miles de irlandeses (por “rebeldes y católicos”) y escoceses (porque no eran todos puritanos), obviamente después de destituir a Fairfax por negarse a atacar a estos últimos. Se hizo llamar Lord Protector y designó a su hijo Richard su sucesor (a su otro hijo, Henry, ya lo había hecho gobernador de Irlanda). Finalmente, en 1660 regresó el exiliado Carlos II a continuar con la monarquía “oficial”.

La segunda mitad del siglo XVII tuvo como protagonistas al matemático, filósofo e inventor Blas Pascal, al mecánico e ingeniero Otto von Guericke, a los matemáticos John Wallis, Christopher Wren y Samuel Fermat (hijo de Pierre), al inventor Christiaan Huygens, a los científicos John Wilkins, Robert Hooke, Giovanni Domenico Cassini, Robert Boyle, Edme Mariotte, Olaüs Römer, Vincenzo Viviani, los hermanos Thomas y Erasmus Bartholin, Marcelo Malpighi, Anton van Leeuwenhoeke, Denis Papin y Jacob Bernoulli, a los filósofos Pierre Nicole, Baruch Spinoza, Jacques Bossuet, Bernard de Fontenelle, Jean de La Bruyere, Nicolás de Malebranche, John Locke y Gottfried Wilhelm Leibniz(también teólogo, matemático y físico), al explorador Abel Tasman, al astrónomo Edmund Halley, a los dramaturgos Jean-Baptiste Poquelin (más conocido como Moliére) y Jean Racine, a los poetas John Milton, Andrew Marvell y John Dryden, a los novelistas Hans Jacob von Grimmelshausen y Daniel Defoe, a los cuentistas Jean de La Fontaine y Charles Perrault, a los gramáticos Antoine Arnauld y Claude Lancelot, a los músicos Jean-Baptiste Lully, Alessandro Scarlatti, Giuseppe Torelli, Arcangelo Corelli, Johann Pachelbel, Henry Purcell y Dietrich Buxtehude, al físico Isaac Newton, al estadista Jean Colbert, al historiador Richard Simon y a los pintores Johannes Vermeer, Charles Le Brun, Pierre Mignard, Antoine Coypel y Jacinto Rigaud.

El nuevo siglo vio la consolidación de las monarquías absolutistas, el paso del barroco al clasicismo en todas las manifestaciones artísticas, y el encumbramiento de las filosofías racionalistas. En cuanto a la fabricación de instrumentos musicales, el organista Gottfried Silbermann inventó el piano y Antonio Stradivarius introdujo interesantes innovaciones en el diseño de los violines. Sobresalieron compositores como Tomasso Albinoni, Domenico Scarlatti, Francisco Cuperin, Jean Phillipe Rameau, Antonio Vivaldi, George Phillip Telemann, Georg Friedrich Händel, Johann Neidhardt y Johann Sebastian Bach. En el campo literario se inmortalizaron Pedro Solís y Valenzuela, Jonathan Swift, Francisco Alvarez de Velasco, Joseph Addison, Antoine Galland, Francisca Josefa del Castillo, Richard Steele, Alexander Pope, Pierre de Chamblain de Marivaux, Antonio Caballero y Góngora, Pietro Traspassi, Ludvig Holberg y el padre Benito Jerónimo Feijoo. En el ámbito científico destacaron Daniel Gabriel Fahrenheit, Thomas Newcomen, Nicolaus Bernoulli, Thomas Savery, Friedrich Hoffmann, René Ferchault de Réaumur, Daniel Bernoulli, Leonhard Euler, Charles-Francis de Cisternay du Fay y Carl von Linneo. Y en el terreno intelectual, los más destacados fueron George Berkeley, Pasquier Quesnel, Charles-Luis de Secondat (barón de Montesquieu), Jean Le Rond D’Alembert, Francisco María Arouet (Voltaire), Benjamin Franklin, Ephraim Chambers y Christian von Wolff.

En la medida en que transcurrió el siglo XVIII, los que idolatraban la razón empezaron a autodenominarse “ilustrados”, y a considerar que todo lo pasado era “oscurantista”, desconociendo los logros culturales y científicos de los siglos anteriores. Dentro de esta corriente, conocida como iluminismo, además de los enciclopedistas franceses (Denis Diderot, Louis Daubenton, Paul Henri d’Holbach, Louis de Jaucourt, Paul Barthez, Jacques Blondel, Jean le Rond d’Alembert, André Le Breton, Jean-Jacques Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Jacques Turgot, Nicolas Beauzée, Francisco Quesnay, Charles Pinot Duclos, Etienne-Maurice Falconet, Johann Samuel Formey, Jean de La Chapelle, Urbain de Vandenesse, Pierre Willermoz, Paul Landois, Louis Guillaume Le Monnier, Charles y Jean-Baptiste Le Roy, Claude Yvon, Paul Malouin, Jean Marmontel, Joseph Menuret, Kazimierz Oginski, Jean-Michel Papillon, Antoine Allut, Didier de Vaugondy, Jean Romilly, Pierre Tarin, Jean de Saint-Lambert, Vincent Toussaint, Gabriel Venel, Theodore Tronchin y Claude Watelet) cabe destacar a los intelectuales Carlos de Sigüenza y Góngora, José Celestino Mutis, Francisco Javier Clavijero, Manuel Abad y Queipo, John Peter Zenger, Thomas Jefferson, Manuel del Socorro Rodríguez, José Ángel Manrique, Antonio Nariño, José Miguel Montalvo, Gotthold Lessing, Johann Herder, Christian Ehrmann, Francisco de Miranda, Gaspar Melchor de Jovellanos, Samuel Johnson, Antioj Kantemir, Thomas Abbt, Ignacy Krasicki, Rafael de Amat, Jose de Santa Rita Durao, Horace Walpole, José Cadalso, Félix María Samaniego, Tomás de Iriarte, Lorenzo Hervás, Friedrich von Gentz, Jan Potocki, Thomas Paine, Immanuel Kant y Antonio Eximeno.

Durante el siglo XVIII hubo un crecimiento económico general en Europa Occidental. La población aumentó gracias a las mejores condiciones de vida. En esta situación, los pensadores buscaron la base de la riqueza de los estados. Surgieron entonces dos grandes teorías económicas: la fisiocracia (defendida por Francisco Quesnay), que consideraba que la tierra era la única fuente de riqueza y lo fundamental era el desarrollo de la agricultura, y el liberalismo (liderada por Adam Smith y John Locke), que se oponía a la intervención del estado en la economía y defendía las libertades de producción, circulación y venta, así como el derecho de propiedad individual. 

En el mundo artístico brillaron los músicos Giovanni Battista Pergolesi, Karl Friedrich, Carl Phillip Emanuel Bach, George Friedrich Händel, Johann Christian Bach, Cristoph Willibald Gluck, Giovanni Battista Sammartini, Domenico Cimarosa, Carl von Ditters, Wilhelm Friedemann Bach, Johann Schobert, Leopold Mozart, Frantisek Richter, Christian Neefe, Vicente Martín y Soler, Johann Cristoph Friedrich Bach, Antonio Sacchini, Johann Stamitz, Niccolo Piccinni, Luigi Boccherini, Christian Cannabich, Carl Stamitz, Ferdinando Carulli, Michael Haydn, Antonio Salieri, Johann Albrechtsberger, Franz Joseph Haydn, Luigi Cherubini, Johann Hummel, Muzio Clementi, Wolfgang Amadeus Mozart, Wilhelm Friedrich Ernst Bach, Franz Xaver Sussmayr, Gaspare Spontini, Andrea Luchesi, Fernando Sor, Domenico Dragonetti, Franz Danzi, Juan de Arriaga, Ignace Pleyel, Carl Maria von Weber y Giovanni Paisiello, los pintores Jacopo Amigoni, Sebastiano Conca, Giovanni Pannini, Adam Mányoki, Jean Fragonard, George Knapton, Jean Liotard, Alexei Antropov, Andrea Appiani, Francesco Solimena, Francois Boucher, Pierre Gobert, Dimitri Levitsky, Anton Losenko, Marie Bouliard, Miguel Mateo Maldonado y Cabrera, Joshua Reynolds, Hubert Robert, Adolf Vertmüller, Vigée Le Brun, Antoine Pesne y Jean Lagrenée, y los escultores Johann Pinsel, Bernardo de Legarda, Luka Mislej, Giovanni y Pietro Baratta, Giuseppe Bernardi, Luigi Acquisti, Pietro Balestra, Antonio Canova, Giovanni Battista Foggini, Pierre Monnot, Domenico Vaccaro, José Gricci, Gaetano Gandolfi, Antonio Corradini y Pierre Legros.

Dos consecuencias de la Ilustración fueron las guerras de emancipación en Norteamérica y la Revolución Francesa. Los deseos de independencia de las Trece Colonias estadounidenses fueron avivados por las medidas impositivas y monopolistas de los ingleses. En 1775, con el incidente de Lexington, comenzó la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Se reunió un Congreso Continental como gobierno provisional. El 4 de julio de 1776, el Congreso Continental firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, redactada por Thomas Jefferson y firmada, entre otros, por George Washington y Benjamin Franklin.

Gracias a las victorias en Saratoga (1777) y Yorktown (1781), el ejército liderado por Washington provocó la rendición definitiva del general británico Charles Cornwallis. En 1783 se firmó el Tratado de París, que puso fin a la contienda. Esta es considerada la primera de las revoluciones liberales burguesas (remoquete puesto por académicos marxistas, para quienes todo lo que no es comunista es burgués), y fue inspiración para los líderes de las guerras de independencia libradas en Latinoamérica dos décadas más tarde.

La Edad Moderna cerró con la revolución francesa iniciada en 1789. Dicha revolución provocó el colapso del llamado antiguo régimen (caracterizado por la sociedad estamental y la monarquía absoluta) en Francia, y su debilitamiento en todo Occidente. La sociedad estamental consistía en tener grupos sociales con un estatus jurídico que les otorgaba privilegios. Existían estamentos como la nobleza (ocupaba los cargos de gobierno y no pagaba impuestos) y el clero (clase terrateniente con amplia influencia en las decisiones del gobierno).

Diversas razones provocaron la revuelta: a) descontento social (la burguesía educada quería terminar con los privilegios de los nobles, y reclamaba el derecho a ocupar cargos públicos; los campesinos querían suprimir los trabajos obligatorios que debían realizar a los aristócratas); b) crisis económica (malas cosechas, carestía, desempleo, gastos generados por la participación de Francia en la guerra de independencia de los Estados Unidos y en otros conflictos bélicos a lo largo del siglo XVIII); c) influencia de la Ilustración (ideas de igualdad entre ciudadanos, soberanía popular, obsolescencia de la monarquía absoluta y necesidad de la división de poderes) y d) la ineptitud del monarca y sus “nobles” para gobernar.

 

3. Representantes

 

San Ignacio de Loyola (1496 – 1556) amplió los horizontes de la introspección y la representación mental, conceptualizando el deseo de cambio y la toma de conciencia; escribió unos Ejercicios Espirituales sumamente útiles para quienes desean transformarse y encontrar paz interior.

 

Antonio de Montesinos (1475 – 1540) insistió en que los nativos americanos eran plenamente humanos, y debían gozar de los mismos derechos de los conquistadores europeos, en una época (la Conquista) en la que muchos consideraban inferiores a los amerindios.

 

Juan Luis Vives (1492 - 1540) estudió las emociones, el juicio, el raciocinio, la percepción, la memoria y el aprendizaje. Después de entrevistar a cientos de personas, encontró una relación entre el afecto que exhibían y ciertas palabras que tendían a usar más que las demás. Estuvo a favor de integrar Medicina y Psicología. Escribió también un ensayo en el que argumentó que el Estado debía ayudar a la Iglesia a cuidar y sostener a los enfermos mentales y a las personas pobres y desempleadas, esbozando la primera ley en salud mental (adoptada por la ciudad de Brujas en 1557). También fue un defensor de la educación de los niños.

 

Teofrasto de Hohenheim, más conocido como Paracelso (1493 – 1541), además de ser el padre de la Toxicología, insistió en la observación y la palpación para establecer adecuados diagnósticos, y entendió la salud como un equilibrio entre el microcosmos (el paciente) y el macrocosmos (la naturaleza). Fue el primero en sugerir que ciertas fantasías o ideas pueden influir en la salud física.

 

San Juan de Dios (1495 – 1550) humanizó la atención a los pacientes psiquiátricos. Insistió en que merecían un trato amoroso, caritativo y profesional.

 

Jean Francois Fernel (1497 – 1558) fue el padre de la Fisiología; estableció definitivamente al cerebro como el asiento de la actividad mental, y postuló que entre más grande y complejo fuera el cerebro de un organismo, mayor sería el rango de sus habilidades.

 

San Juan de Ávila (1500 – 1569) dejó a la posteridad textos sublimes, en los que propone el camino del autoconocimiento y la autoobservación como posibilidades para la mejoría de la personalidad.

 

El siervo de Dios Bernardino Álvarez Herrera (1512 – 1584) fundó la Orden de san Hipólito, dedicada a los enfermos mentales, y fundó el primer hospital psiquiátrico de América, el de San Juan de Ulúa (1567). Destacó por su calidez y entrega como enfermero.  

 

Santa Teresa de Ávila (1515 – 1582) legó unas interesantes descripciones de sus procesos mentales cuando tenía éxtasis místicos y transverberaciones.

 

Johann Weyer (1515 – 1588) describió la irritabilidad y la agresividad en algunos pacientes bipolares, y se burló de quienes creían poseídos o embrujados a los pacientes mentales que no lo estaban, delimitando unos criterios específicos para diferenciar una enfermedad psiquiátrica de una posesión demoniaca verdadera.

 

San Juan de la Cruz (1542 – 1591) escribió sobre la forma en que el psiquismo se fortalece y entusiasma al vivir una buena relación con Dios.

 

Miguel de Cervantes Saavedra (1547 – 1616) describió de manera magistral la Demencia Senil en su novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

 

San José de Calasanz (1557 – 1648) fue el primero en interesarse en la educación de los niños. Fundó numerosos colegios gratuitos, y legó un modelo pedagógico basado en la motivación y el apoyo afectuoso. 

 

William Shakespeare (1564 – 1616) realizó magistrales descripciones de los delirios celotípicos (llamados Síndrome de Otelo en honor a Otelo, uno de los dramas que escribió), los trastornos narcisísticos, los trastornos sociopáticos, los trastornos histriónicos y, en general, la conducta humana típica, con todas sus grandezas y miserias, en su prolífica obra.

 

San Martín de Porres (1579 – 1639) destacó por su compromiso con los pobres y excluidos (especialmente los enfermos mentales) en la sociedad colonial en la que le tocó vivir.

 

San Pedro Claver (1580 – 1654) fue célebre por su compromiso con los enfermos mentales, dando un ejemplo de atención cariñosa y servicial. También defendió la dignidad de las personas de raza negra, condenando la esclavitud y apoyando la educación y la integración social de los afrodescendientes.

 

René Descartes (1596 – 1650) fue el primero en describir el acto reflejo, definió las funciones superiores, sostuvo la existencia de ideas innatas, postuló la actividad eléctrica en los nervios (idea que corroboraría experimentalmente Galvani en 1790), estudió la glándula pineal y estudió las emociones.

 

Thomas Willis (1621 – 1675) estudió la circulación cerebral, especialmente el polígono vascular que lleva su nombre, y sugirió una relación entre las anomalías cerebrales y/o nerviosas y los desórdenes anímicos.

 

Thomas Sydenham (1624 – 1689) investigó las secuelas de las encefalitis; entre ellas, la corea que lleva su nombre. También realizó los primeros estudios histológicos cerebrales y explicó la Histeria como un trastorno derivado del inadecuado funcionamiento cerebral, y no de las anomalías uterinas como antes se pensaba.

 

John Locke (1632 – 1704) describió cómo se estructuraba el conocimiento humano, descartando la posibilidad de la existencia de ideas innatas y postulando que la mente del recién nacido era una tabula rasa, un tablero en blanco, que iba llenando de ideas y conceptos a partir de la experiencia sensorial. Por ello es considerado el padre del Empirismo. Asimismo, estudió fenómenos sociales y políticos y escribió acerca de la democracia, la libertad humana, la noción de propiedad privada y otros derechos individuales.

 

San Juan Bautista de La Salle (1651 – 1719) fue un pedagogo y fundador de escuelas consagrado, plenamente convencido de que la educación era un buen antídoto contra la corrupción y la delincuencia.

 

William Battie (1703 – 1776) insistió en que a los pacientes de los hospitales psiquiátricos debía dárseles buena comida, aire fresco, instalaciones limpias, aire fresco, visitas de familiares y amigos, psicoterapia (llamada en ese entonces Tratamiento Moral) y terapia ocupacional. Postuló que no todos los trastornos psiquiátricos eran incurables. 

 

William Cullen (1710 – 1791) postuló que la depresión, la irritabilidad y la hipersensibilidad eran consecuencias de alteraciones en los nervios (por exceso o por deficiencia de excitabilidad), acuñando el término neurosis para describir un amplio rango de padecimientos neurológicos y mentales. Categorizó dichas neurosis en neurosis comatosas, neurosis adinámicas, neurosis espásticas y neurosis vesánicas.

 

David Hume (1711 – 1776) consideró que todo conocimiento descansa en la sensopercepción, en lo que se experimenta a través de los sentidos, al sostener (como Locke) que las ideas se creaban siempre a partir de la experiencia sensible.

 

Immanuel Kant (1724 – 1804) aclaró que el estudio del alma humana jamás podría reducirse a las ciencias naturales, dada la imposibilidad de cuantificar todos los procesos psíquicos. De otro lado, estableció la existencia tanto de ideas innatas como de ideas adquiridas, situándose a medio camino entre el racionalismo y el empirismo. También aclaró que los procesos mentales humanos estaban limitados de forma innata por los juicios sintéticos y a priori (el marco a través del cual la mente categoriza e integra los datos de la experiencia sensible). Advirtió que el mundo nouménico o de las cosas-en-sí no puede ser conocido directamente, porque tan pronto es percibido por la mente humana pasa a formar parte del mundo fenoménico (interno), pues la mente humana crea la realidad en la medida en que la percibe, interpretando la experiencia sensible dentro de sus juicios sintéticos a priori.   

 

John Moore (1761 – 1809) describió de manera perspicaz la personalidad de los personajes que conoció (como Alexander Hamilton, Napoleón Bonaparte, William Pitt, Charles James Fox, Vicente Osorio Moscoso) y la psicología de masas detrás de los eventos más relevantes (la Revolución Francesa, el Consulado, el Imperio Napoleónico, la invasión de la península ibérica por parte del ejército francés) de los que pudo ser que testigo directo.

 

Philippe Pinel (1745 – 1826) fue el padre de la Psiquiatría propiamente dicha (en tanto especialidad médica), velando porque los hospitales mentales alcanzaran altos niveles de profesionalismo, rigor científico y calidad en la atención. También escribió sobre temas de salud pública, y se esmeró en que al paciente psiquiátrico se le tratara con respeto y amorosa diligencia.

 

Benjamin Rush (1746 – 1813) fue un discípulo de Cullen que trató de implementar en los Estados Unidos las políticas de atención humanizada que difundió Pinel en Francia.

 

Joseph Adams (1756 – 1818) propuso que algunas enfermedades mentales podrían ser hereditarias, y describió los síntomas cognitivos en el hipotiroidismo congénito no tratado.

 

 

EDAD CONTEMPORÁNEA

 

1. Línea del Tiempo: 1789 – 1945

 

2. Contexto

 

Francia era el centro de la vida cultural occidental cuando estalló la revolución. De ahí que la tormenta que vivió tuviera repercusiones en todo el mundo. Después de un inicio relativamente acorde con el ideario ilustrado y de pasar por una etapa de monarquía constitucional (de 1789 a 1791), vino la creación de la primera república francesa (1792 - 1794) a partir de la Convención Nacional elegida por sufragio universal. Pero el ímpetu popular provocó que el proceso se saliera de su cauce. Se desató el Terror. El rencor, el deseo de venganza, el narcisismo y el fanatismo político provocaron la muerte de al menos 17.000 personas (los datos extraoficiales hablan de 41.000); fueron guillotinados personajes como el químico Antoine Lavoisier, el enciclopedista Antoine Allut, el astrónomo Jean Bailly, el abogado George-Jacques Danton, el historiador y poeta Barnabé Farmian Durosoy, los beatos Guillermo Repin, Ana María Erraux, Marie Lhuillier, Constanza de Jesús y Marie Lievin, los escritores Jacques Pierre Brissot, André Marie Chenier, Phillipe Fabre d’Eglantine, Camille Desmoulins, Louis Quentin de Richebourg y Jacques Cazotte, el teólogo Claude Fauchet, la pintora Anne-Rosalie Filleul, el profesor y periodista Louis-David Collenot d’Angrement, la cantante Marie de Grandmaison, los carmelitas mártires de Compiegne, y los arquitectos Pierre Moreau-Desproux y Richard Mique. Al final, los propios líderes sedientos de sangre (Jean-Paul Marat, Maximilien Robespierre y Louis de Saint Just) también terminaron muertos en esa vorágine de odio. Luego vino la creación del Directorio y el retorno de la alta burguesía al poder (1794-1799). Se crearon dos cámaras legislativas y se estableció un sufragio no universal. Preocupadas por la suerte de los monarcas y aristócratas franceses, las casas reales del resto de Europa le declararon la guerra a Francia. En ese clima de dificultades ascendió Napoleón Bonaparte, un inteligente y carismático general de origen corso.

Envalentonado por sus victorias contra las fuerzas monárquicas europeas, en 1799 Napoleón dio un golpe de Estado que terminó con el Directorio y estableció el Consulado. En 1804 se destapó completamente y se hizo proclamar emperador. Su imperio duro diez años. Napoleón logró el apoyo de la burguesía comercial e industrial y de las clases populares urbanas y campesinas. Sus medidas económicas favorecieron en gran parte a estos sectores, debido a que protegió la industria, entregó la propiedad de la tierra a los campesinos y estableció salarios elevados. Asimismo, su Código Civil fue un adelanto en materia legislativa. En el ámbito filosófico y literario destacaron los representantes del movimiento Sturm und Drang (Johann Georg Hamman, Jacob Michael Reinhold Lenz, Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Maximilian Klinger, Heinrich Leopold Wagner, Johann Anton Leisewitz, Friedrich Schiller, Johann Heinse, Justus Möser, Gottfried August Bürger, Abel Seyler y Heinrich von Gerstenberg).

Mientras tanto, en las colonias españolas de América se vivió un frenesí emancipador. Antonio Nariño tradujo los Derechos del Hombre y el Ciudadano de Thomas Paine, y se convirtió, junto con Francisco Miranda (veterano de la guerra de independencia de los Estados Unidos y de las guerras napoleónicas), en el precursor de la Independencia en Suramérica. En Centroamérica, el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla agitó también las masas. En 1808 algunas ciudades de América Latina hicieron juntas y cabildos abiertos y se amotinaron contra las autoridades españolas. Aunque dichas revueltas sólo pretendían un cambio de gobierno, y darles participación política a los criollos (blancos nacidos en América, que no podían acceder a los cargos públicos), y no una verdadera rebelión contra el monarca Carlos IV, la invasión de Napoleón a España dio la ocasión perfecta para que los ecos de la ilustración francesa (igualitarista y antimonárquica) y el ejemplo de los Estados Unidos provocaran un verdadero furor independentista. 

Se organizaron Juntas de Gobierno en 1808 en La Habana (destacándose Francisco de Arango y Parreño y Salvador José Muro y Salazar), Ciudad de México (liderada por fray Melchor de Talamantes, Francisco Primo de Verdad y José Joaquín de Iturrigaray), Montevideo (alentada por Francisco Javier de Elio, José Manuel Pérez y fray Francisco Carvallo) y Caracas (con José Félix Ribas, Francisco Rodríguez del Toro, José Tovar Ponte, Luis López Méndez y Mariano Montilla a la cabeza). Para ese entonces, el mundo cultural estaba virando del neoclasicismo al romanticismo, sobresaliendo en el campo musical Ludwig van Beethoven, Niccolo Paganini y Franz Schubert, en el artístico Louis David, Eugene Delacroix, William Turner, John Constable, George Stubbs, Theodore Géricault, Phillip Otto Runge, Orest Kiprenski, Juan Luna, Caspar David Friedrich y Francisco José de Goya, en el literario William Blake, John Keats, George Gordon Byron, José Joaquín Fernández de Lizardi y Percy Bysshe Shelley, y en el filosófico Friedrich Herbart y Johann Gottlieb Fichte.

Aprovechando que José Bonaparte fue convertido en rey de España, en 1809 se organizaron Juntas de Gobierno en Buenos Aires (comandada por Martín Álzaga), Chuquisaca (conducida por Bernardo José de Monteagudo y Jaime de Zudáñez), La Paz (dirigida por Pedro Murillo), Quito (protagonizada por Juan Pío Montúfar) y Lima (encabezada por Juan Sánchez Silva, Antonio María Pardo y los hermanos Mateo y Remigio Silva). Para ese entonces, destacaron como escritores Leandro Fernández de Moratín, Etienne de Senancour, Alberto Lista y Aragón, Joseph Blaise de Chénier, María Gálvez, Ugo Foscolo, Etienne de Jouy, Anne-Louise Germaine Necker, René de Chateaubriand y José Joaquín de Olmedo.

En 1810 se dieron Juntas de Gobierno en Caracas (con José de las Llamozas, Martín Tovar Ponte, Feliciano Palacios y Blanco, Nicolás de Castro, José Tomás Santana, Casiano Bezares, Dionisio Palacios, José María Blanco, Fernando Key Muñoz, los hermanos José Félix y Francisco José Ribas, Juan Pablo Ayala, José Cortés de Madariaga, José Félix Sosa, Juan Germán Roscio, Juan de Ascanio, Isidoro Antonio López, los hermanos José Vicente y Simón Bolívar, José Rafael Revenga, José Hilario Mora, Francisco Rodríguez del Toro, Telésforo Orea, Vicente Salias y Andrés Bello), en Cumaná (donde brilló la familia Sucre, heroicamente comprometida con la independencia), en San Carlos (dirigida por José Cortés Madariaga y Rafael Monasterios), en Guayana (conducida por José Tomás de Heres y Juan Crisóstomo Roscio), en Barinas (animada por Miguel del Pumar y Cristóbal Mendoza), en Cartagena de Indias (liderada por Jose María García de Toledo), en Buenos Aires (que tuvo por protagonistas a Cornelio Saavedra, Mariano Moreno y Manuel Belgrano), en Santiago de Chile (alentada por Juan Antonio Ovalle, José Antonio de Rojas y Bernardo de Vera), Mendoza (encabezada por Isidro Sáenz y Bernardo Ortiz), Santiago de Cali (comandada por Joaquín de Caycedo y Cuero) y Santafé de Bogotá (protagonizada por Camilo Torres Tenorio, Antonio Nariño Álvarez, Francisco José de Caldas, Luis de Rubio, José María Carbonell, Francisco y Antonio Morales, José Joaquín Camacho y José Acevedo y Gómez). Los haitianos Francois Dominique Tossant Louverture, Jean-Jacques Dessalines y Alexandre Pétion ya habían dado el ejemplo al aprovechar la crisis del gobierno francés, a finales del siglo XVIII e inicios del XIX.

En el mundo intelectual despuntaron Friedrich Schelling, Samuel Coleridge, William Wordsworth, George von Hardenberg (mejor conocido como Novalis), Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Bernard Bolzano, William Godwin y Alexander von Humboldt, y en el científico, Carl Friedrich Gauss, Robert Fulton, Heinrich Olbers, Giuseppe Piazzi, Jean-Baptiste Lamarck, André Ampere, Thomas Young, John Dalton, Jacob Berzelius, William Wollastorn, Smithson Tennant, Richard Trevithick, Karl Harding, Albrecht Winzer, Friedrich Sedtürner y Humphry Davy.

Acosado continuamente por los defensores de las monarquías europeas (y por ello, enemigos naturales de la revolución francesa y del imperio francés), Napoleón Bonaparte tuvo en ello un pretexto para hacer la guerra y llegó a conquistar gran parte de Europa, pero al final fue derrotado por una coalición europea en 1814 y desterrado a la isla de Elba. En 1815 regresó a Paris y fue aclamado nuevamente emperador, pero su segundo gobierno duró solo cien días, al ser definitivamente vencido por ingleses y prusianos en la batalla de Waterloo.

Tras la derrota de Napoleón, los reyes europeos decidieron recuperar la autoridad de las monarquías en Europa y América. Sin embargo, dicha Restauración triunfó apenas parcialmente. Los esfuerzos de los líderes e ideólogos de la emancipación americana (como Andrés Bello, Simón Rodríguez, Antonio Nariño, Francisco de Miranda y Simón Bolívar), el empoderamiento (político y económico) de la burguesía, las transformaciones económicas y sociales derivadas de la creciente industrialización, el desprestigio de los valores y las jerarquías del Antiguo Régimen, y la popularización de las ideas liberales y democráticas, hicieron que el mundo cambiara inevitablemente. Incluso Napoleón fue considerado un tirano, porque había traicionado los ideales de la revolución francesa y había terminado comportándose como un monarca ordinario. Muchas naciones europeas conservaron sus reyes, pero ya estos tuvieron un poder mucho más limitado.

Continuó con fuerza el romanticismo, con figuras como Víctor Hugo, Alfonso de Lamartine, José Zorrilla, Gustavo Adolfo Bécquer, José de Espronceda, Aleksandr Pushkin, Giacomo Leopardi, Vasili Zhukovsky, Joseph von Eichendorff, Edgar Allan Poe, Mary Shelley (viuda de Percy Shelley), Walter Scott, Heinrich Heine, Mariano José de Larra, Alfred de Vigny, Alessandro Manzoni, Achim von Arnim, Clemens Brentano, Alfred de Musset, Emily Brontë, Friedrich Schlegel, Adam Mickiewicz, Gertrudis Gómez, Juliusz Slowacki, Robert Burns, Antonio de Castro, Karel Hynek Mácha, Fiodor Tiutchev, Erik Stagnelius, Adam Oehlenschläger, Paul Verlaine, Zigmunt Krasinski, Henry Wadsworth Longfellow, Arthur Rimbaud, Robert Southey, Juan Antonio Pérez Bonalde, Charles Baudelaire y Mihai Eminescu en el mundo de las letras. Los músicos Frederic Chopin, Franz Liszt, Hector Berlioz, Robert y Clara Schumann, Felix Mendelssohn, Gioachino Rossini, Giacomo Mayerbeer, Vincenzo Bellini, John Field, Carl Otto Nicolai y Heinrich Marschner tomaron la senda abierta por Beethoven y Schubert. Dentro de los artistas románticos cabe mencionar a Francisco Hayez, Iván Aivazovsky, Christen Kobke, Vasili Tropinin, Gustave Doré, Camille Corot, Johann Heinrich Füsli, Thomas Gainsborough, Carl Spitzweg, Lawrence Alma-Tadema, Karl Briulov, Raden Saleh, John Martin, Samuel Palmer, Thomas Lawrence, Johann Christian Dahl, Francois Rude, Antoine-Louis Barye, Teophile Bra, Antoine Wiertz. Antoine-Jean Gros y Jean Auguste Dominique Ingres.  

La Restauración se vivió en América Latina con una ofensiva militar española que hizo trizas los nacientes gobiernos republicanos. En España se le llamó “pacificación” a lo que en realidad fue una sangrienta represalia. Muchos patriotas fueron asesinados por los realistas, como Miguel Hidalgo y Costilla, José Mariano Jiménez, José María Morelos, Francisco José de Caldas, Camilo Torres, Antonio Baraya, José Ramón de Leyva, José María Cabal, Policarpa Salavarrieta, los hermanos Vicente y Pedro de Sucre (hijos de don Vicente y hermanos de Antonio José), José Félix Ribas, Maria Antonia Santos, José María Arrubla, Miguel de Pombo, Jorge Tadeo Lozano, José Joaquín Camacho, Custodio García Rovira y José María Carbonell. Otros encarcelados o enviados al exilio, como Francisco de Miranda, Antonio Arboleda, Lino de Pombo y Antonio Nariño. Los logros de las juntas de gobierno surgidas entre 1808 y 1811 estuvieron a punto de perderse. Sin embargo, Simón Bolívar, Jose Antonio Anzoátegui, Santiago Mariño, Antonio José de Sucre, Vicente de Sucre y Urbaneja, Carlos Soublette, Francisco de Paula Santander, José de San Martín, José Miguel y Luis Carrera, Manuel Rodríguez, Bernardo O’Higgins y José Gervasio Artigas continuaron su lucha por la independencia.

Venciendo todo tipo de dificultades, el Libertador logró la definitiva independencia de los territorios que hoy corresponden a Colombia, Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. También redactó las constituciones que dieron forma a La Gran Colombia (que incluyó los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) y a la propia Bolivia (llamada así en su honor, y presidida por su colaborador y amigo Antonio José de Sucre, el mariscal de Ayacucho), y convocó al primer intento de unión de las repúblicas de América, el Congreso Anfictiónico de Panamá. Su vida, breve pero intensa, encarnó la idea del héroe romántico, y entre cartas, proclamas, ensayos y batallas se convirtió en leyenda.

Otra victoria de Bolívar fue la diplomática, a la hora de movilizar a otros libertadores de América (como Bernardo O’Higgins, Alexandre Petion y Agustín de Itúrbide) y a los intelectuales y líderes de las nacientes repúblicas americanas (como José Faustino Sánchez Carrión, Pedro I de Brasil, John Quincy Adams, Richard Anderson, Manuel Lorenzo de Vidaurre, José Domínguez, Manuel Pérez de Tudela, Antonio Larrazábal y Pedro Gual) hacia la conciencia de una necesidad de unión confederada entre los pueblos de América Latina. Su ideario (llamado Sueño Bolivariano) sentó las bases para lo que posteriormente sería la Organización de Estados Americanos, e instituyó perennemente la determinación de los países de América a no permitir nuevas injerencias o intentos de reconquista por parte de las potencias europeas.

Otro fenómeno que tomó fuerza en el siglo XIX fue la revolución industrial, una transformación que condujo al mundo de una economía agrícola tradicional a una economía fabril de producción a gran escala, usando máquinas para producir bienes en cantidad cada vez mayor. Inglaterra fue el primer abanderado de dicho proceso; luego se sumaron los demás países de Europa occidental (aunque España, Irlanda, Islandia y Portugal lo hicieron más lentamente), Estados Unidos y Japón. Aumentó la fabricación de bienes elaborados por máquinas y la economía dejó de centrarse en los sectores primarios (ganadería, agricultura, minería), el número de productos industriales creció de forma espectacular, hubo mejoras técnicas y avances tecnológicos, y se crearon empresas por doquier. Pero también hubo un aspecto horrible: el de la explotación del hombre por el hombre llevada a niveles incompatibles con la dignidad humana. Jornadas laborales extenuantes, trabajo infantil, garantías laborales casi nulas y salarios miserables, que aumentaron la brecha entre el proletariado y las clases acomodadas. Frente a esa triste realidad, surgieron voces sensatas y ecuánimes como las de Robert Owen (padre del cooperativismo), William King, Henri de Saint-Simon, Charles Fourier, Pillipe Buchez, Pierre-Joseph Proudhon, Louis Blanc y san Juan Bosco, hombres buenos y justos que lastimosamente los socialistas posteriores minusvaloraron.

En la lucha contra el racismo destacaron Túpac Amaru, Jacques Pierre Brissot (que abanderó la lucha contra la trata de africanos y fundó la Sociedad de Amigos de los Negros), Alexandre Pétion, Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio López Rayón, Manuel de Salas y Corbalán, Jorge Luis Sánchez, José Miguel Infante, Ramón Freire, Antonio Arboleda y Arrachea, José Miguel de la Calle, Frederic Douglass, José Félix de Restrepo, Pedro Arrubla, José Antonio Benítez, Dred Scott, Abraham Lincoln, Ramón Castilla, Harriet Tubman, José Hilario López, Manuel Murillo Toro, Julio Vizcarrondo, William Lloyd Garrison y José Antonio Saco.

Con la llamada primera revolución industrial (1790-1850) surgió el capitalismo industrial. Y con la llamada segunda revolución industrial (1850-1900) se consolidó el capitalismo financiero. James Watt, Edmund Cartwright, Joseph Niépce, Nicolas Cugnot, James Hargreaves, Andrew Meikle, Samuel Crompton y Eli Whitney dieron paso a inventores de la talla de George Stephenson, Aloys Senefelder, Louis Daguerre, William Murdoch, Jean Joseph Lenoir, William Austin Burt, Samuel Morse, Charles Goodyear, Elisha Graves Otis, Henry Bessemer, William Sturgeon, Nicolaus Otto, James Nasmyth, Joseph Aspdin, Christopher Sholes, Cyrus McCormick, Richard March Hoe, Robert Stephenson, Antonio Meucci, Alexander Graham Bell, Thomas Alva Edison y Werner von Siemens. La revolución industrial tuvo estas consecuencias: aceleración de la urbanización, especialización laboral y división del trabajo, sustitución de pequeños talleres (domésticos y artesanales) por grandes empresas, aparición de nuevas máquinas y herramientas de trabajo, cambios en la estructura socio-económica (con el surgimiento de capitalistas cada vez más ricos y obreros cada vez más pauperizados).

Con el poeta y periodista Rubén Darío (1867 – 1916) las letras latinoamericanas se pusieron definitivamente a la vanguardia. Su movimiento, el modernismo, tuvo un impacto enorme. Otros escritores destacados (e influenciados por él) fueron: José Asunción Silva, Guillermo Valencia, Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Antonio Machado, José Martí (que también jugó un papel clave en la independencia de Cuba), Manuel Gutiérrez Nájera, Julián del Casal, Julio Herrera y Reissig, Carlos Pezoa Véliz, Clemente Palma, Manuel Reina, Delmira Agustini, José Santos Chocano, Manuel González Prada, Francisco Villaespesa, Enrique Gómez Carrillo, Eduardo Marquina, Rafael Núñez, Salvador Rueda, Medardo Ángel Silva, Abraham Valdelomar, Ramón del Valle-Inclán, Ventura García Calderón, Rafael Ángel Troyo, Alberto Álvarez de Cienfuegos, Luis Urbina, Manuel de Jesús Galván, Guillaume Apollinaire, Aurora Cáceres, Pío Baroja, Porfirio Barba Jacob, José Martínez Ruiz (Azorín), Tomás Morales Castellano, Gabriela Mistral, Ricardo Gullón, Fernando Fortún, Manuel Díaz Rodríguez, Ernesto Noboa, Salvador Rueda, José Enrique Rodó, Eduardo Marquina, José Juan Tablada, Ricardo Jaimes Freyre, Alonso Quesada y César Vallejo.

El capitalismo de los siglos XIX y XX se caracterizó por la búsqueda ilimitada de ganancias, la producción en masa, la integración de la economía mundial a través del comercio y la inversión de capitales, el desarrollo constante de la tecnología, la propiedad privada de los medios de producción, la libertad económica casi absoluta, el trabajo asalariado y los acuerdos entre industriales para establecer precios comunes. Empresarios como Henry Ford fueron íconos del empuje occidental hacia la industrialización acelerada.

La industrialización fue uno de los factores que impulsó una nueva expansión colonialista: el imperialismo. De ese modo, países como Inglaterra (que llegó a ser el núcleo del imperio más vasto de la Historia), Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Estados Unidos y Japón se “repartieron” infamemente buena parte de África, Asia, Oceanía y el Caribe. Los objetivos de estos países industrializados en esta nueva conquista de colonias fueron: la búsqueda de nuevos mercados para sus productos; la necesidad de usar otras naciones para la inversión de sus capitales y la obtención de materias primas; la consecución de lugares a los que pudiera emigrar su población excedente (verdaderos “puntos estratégicos” para la guerra que estaban esperando, así de manera hipócrita negaran esta competencia tóxica ante la comunidad internacional); y el acaparamiento de mano de obra barata, recursos naturales y vías comerciales.

Dicho afán imperialista hizo que se crearan agencias y redes de espionaje, que iniciara una loca carrera armamentista y que cundiera la paranoia en los gobiernos de las potencias mundiales. El imperialismo ocasionó la esclavización y la muerte de millares de africanos y asiáticos, la destrucción de las culturas nativas y la imposición, muchas veces brutal, de valores, creencias, sistemas políticos, productos culturales y dinámicas económicas ajenos a las poblaciones autóctonas. Fue un saqueo literal, una usurpación de territorios encaminada a satisfacer la codicia de los países más ricos, a costa de la vulneración de la soberanía y el sufrimiento de los países explotados.

El progreso material de las potencias imperialistas favoreció que se diera un clima de beligerancia y autosuficiencia que empeoró la ya enfermiza competencia entre las potencias occidentales. Todo esto constituiría el caldo de cultivo para las tragedias del siglo XX.

Por fortuna, no todo fue neocolonialismo. Floreció también el modernismo en las artes, con genios como Alfons Mucha, Gustav Klimt, Charles Rennie Mackintosh, Henri de Toulousse-Lautrec, Hector Guimard, Aubrey Beardsley, Stanislaw Wyspianski, Echo Chernik, Louis Majorelle, Georg Jensen, Koloman Moser y Mijaíl Vruber. Destacaron literatos como Ángel Ganivet, Benito Pérez Galdós, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez, Oscar Wilde, Ramiro de Maeztu, Manuel Gómez-Moreno, Charles Dickens, Mark Twain, Carlos Arniches, Walt Whitman, Vicente Blasco Ibáñez, James Joyce, José María Gabriel y Galán, George Bernard Shaw, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Robert Louis Stevenson, Arthur Conan Doyle, Julio Verne, Bram Stoker, Manuel Machado, Jack London, Thomas Hardy, José Vasconcelos y George Orwell. El ambiente intelectual estuvo animado por autores como Vincenzo Gioberti, Lucas Alamán, Andrés Bello (que en su ancianidad se convirtió en un verdadero faro intelectual para Latinoamérica), Eugenio María de Hostos, los hermanos Jan y Jedrzej Sniadecki, Francesco Bonatelli, Ludwig Feuerbach, Rudolf Goldscheid, Theodor Gomperz, Ernst Reinhold, Kazimierz Twardowski, Augusto Comte, Carlo Ravizza, Esteban Echeverría, Jerzy Zulawski, Soren Kierkegaard, Francesco De Sanctis, Arthur Schopenhauer, August von Cieszkowski, Karl Marx, beato Antonio Rosmini, Georg Simmel, Friedrich Engels, Domingo Faustino Sarmiento, Friedrich Nietzsche, Henri Bergson, John Stuart Mill, Juan Bautista Alberdi, Carl von Rokitansky, Augusto Vera, Rudolf Steiner, Benito Juárez, Friedrich Büchner, Gabino Barreda, Bruno Bauer, Ferdinand Tönnies y Theodor Ziehen.

Desgraciadamente, como los europeos estaban coronando una etapa de progreso y prosperidad (que les dio la falsa idea de ser los “modelos” para el resto del mundo, “destinados” a “civilizar” a quienes consideraban inferiores), la conflagración se hizo inminente. La arrogancia, el racismo, un absurdo sentido de la propia importancia, el militarismo y el nacionalismo llevados a extremos ridículos llevaron a las naciones europeas industrializadas (Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia) o en procura de industrializarse (Rusia, Imperio Austro-Húngaro) a creerse con el derecho de repartirse el mundo y a amenazar a sus rivales, en un juego imperialista de mezquindades y ausencia de escrúpulos que condujo a la formación de alianzas militares y bloques rivales (la llamada “paz armada”), tensa situación que obviamente desembocó en la Primera Guerra Mundial.

Dicha contienda fue una carnicería que duró entre 1914 y 1918.  Veintiocho de los países beligerantes, llamados "aliados" (entre las que se encontraban el imperio británico y el francés, Rusia, Italia y Estados Unidos), lucharon contra la coalición de los llamados "imperios centrales" (imperio alemán, imperio austro-húngaro, imperio otomano). La causa inmediata del inicio de la guerra fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo en Sarajevo. No obstante, las causas profundas fueron el nacionalismo, el imperialismo (la competencia neocolonialista), el conflicto de intereses políticos y económicos de las potencias occidentales, el expansionismo militar y la carrera armamentista, y el antecedente de guerras locales que habían dejado “asuntos pendientes” entre estos países europeos.

Dentro de los 21 millones de muertos en dicha guerra estuvieron los pintores Henri Gaudier y Franz Marc, los escritores Charles Pierre Péguy, Wilfred Owen, William Hope, Henri Alban Fournier, Rupert Brooke, Leslie Coulson, Edward Thomas, William Noel Hodgson e Isaac Rosenberg, el músico Enrique Granados, y los atletas Jean Bouin, Lucien Mazan, Leon Hourlier, Octave Lapize, Roland Garros, Leon Comes, Walter Tull y Francois Faber. Intelectuales como Stefan Zweig, Heinrich Mann, Jean Norton Cru y Romain Rolland se opusieron vehementemente a la lucha, pero no fueron escuchados.  

Las consecuencias de dicha salvajada (en la que, con un altísimo costo en todos los sentidos, triunfaron los aliados) fueron la firma del Tratado de Versalles (que impuso durísimas condiciones a las potencias vencidas, incluyendo costosas indemnizaciones, pérdida de territorios continentales y de ultramar, y drásticas condiciones en términos militares… que fueron caldo de cultivo para el surgimiento del nacionalsocialismo y otros movimientos extremistas), la pérdida de millones de combatientes y civiles, la desaparición de viejas y poderosas dinastías europeas (y un debilitamiento general de todas las monarquías y todas las naciones de dicho continente), el desmembramiento y desaparición de los imperios otomano y austro-húngaro, el afianzamiento de los Estados Unidos como nueva gran potencia, la aparición de regímenes democráticos en los países derrotados y la proliferación de partidos socialistas y comunistas en Europa (que deseaban emular la revolución encabezada por Vladimir Lenin en Rusia).

Después vino el periodo de entreguerras (1918 – 1939), en el que sobresalieron las vanguardias tanto en el arte como en la literatura: el surrealismo de  André Bretón y Salvador Dalí, el futurismo de Filippo Marinetti, el creacionismo de Vicente Huidobro, el dadaísmo de Tristán Tzara y Hugo Ball, el ultraísmo de Jorge Luis Borges, el realismo mágico de Alejo Carpentier, William Faulkner y Miguel Ángel Asturias, el impresionismo de Pierre Renoir, Edouard Manet y Camille Pisarro, y el cubismo de Pablo Picasso, Juan Gris y George Braque. Escritores como Franz Kafka, Henry James, Thomas Mann, Fernando Pessoa, Thomas Stearns Eliot, Joseph Conrad y Constantino Cavafis también dejaron una huella imborrable. En filosofía fueron trascendentales los aportes a la lógica de Bertrand Russell y Alfred Whitehead, la fenomenología de Edmund Husserl, Karl Jaspers y Martin Heidegger, el vitalismo de Miguel de Unamuno, Oswald Spengler y Wilhelm Dilthey, el perspectivismo de José Ortega y Gasset, la filosofía analítica de John Austin, George Edward Moore y Friedrich Ludwig Frege, el neopositivismo de Rudolpf Carnap y Otto Neurath y la filosofía del lenguaje de Ludwig Wittgenstein y Mijaíl Bajtín.

Hubo un crecimiento económico sin precedentes en Estados Unidos y Japón (en América Latina varios países también vivieron una relativa bonanza), mientras que las naciones europeas que habían participado en la Primera Guerra Mundial debieron afrontar una grave situación económica y recurrir a préstamos internacionales. El crecimiento económico condujo paradójicamente a la crisis más grave que ha tenido el capitalismo: la Gran Depresión. Esta crisis económica duró de 1929 a 1932 y afectó muy profundamente a Estados Unidos, Italia y Alemania (donde contribuyó también al resurgimiento de tendencias nacionalistas y militaristas).

Desgraciadamente, en las décadas de 1920 y 1930 se pusieron de moda tres ideologías totalitarias: el fascismo, el nacionalsocialismo y el comunismo. Dichas espantosas corrientes concebían al Estado como valor absoluto, no contemplaban las libertades individuales ni la división de poderes, violaban sistemáticamente el Estado de Derecho y tenían la noción de un liderazgo único, centralizado y absoluto, teñido de mesianismo. Sujetos mediocres como Benito Mussolini, Francisco Franco, Adolfo Hitler y José Stalin fueron, en sus respectivos países, idealizados e idolatrados (y quienes se les opusieron terminaron encarcelados o condenados a muerte).

La Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) superó todos los conflictos anteriores en brutalidad, estupidez y sevicia. Se extendió hasta afectar a la mayoría de las naciones del planeta y mostró lo peor de la condición humana, por los ataques lanzados por ambos bandos contra la población civil y el genocidio y otras violaciones al derecho internacional cometidos especialmente por Alemania (que se ensañó en el exterminio de judíos, eslavos, gitanos, disidentes, católicos, socialistas, demócratas, disidentes, discapacitados y pacientes neurológicos y psiquiátricos) y la Unión Soviética (que hizo salvajadas contra ucranianos, letones, polacos, checos y alemanes), pero también por Inglaterra (que bombardeó inmisericordemente objetivos civiles en Alemania) y Estados Unidos (que lanzó bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki).

Diversos factores condujeron a dicha hecatombe: a) el fracaso de los esfuerzos de paz (Sociedad de Naciones, Conferencia de Washington,  Tratados de Locarno, Pacto de París); b) el revanchismo de las naciones derrotadas en la Primera Guerra; c) la doctrina nacionalista del “espacio vital” y los intereses imperialistas de Alemania, Italia, Japón e Inglaterra; d) el militarismo y el armamentismo, que habían vuelto a ponerse de moda; e) la política de anexión de supuestos territorios “arios” (un pretexto burdo, sin fundamento étnico real), con la que Alemania invadió Austria, Checoslovaquia y Polonia y f) la mezquindad y la estrechez de miras de los estadistas de los países beligerantes, que pusieron por encima de la Humanidad sus pequeños y obtusos intereses. La causa inmediata del estallido de la guerra fue justamente el ataque alemán a Polonia, el 1º de septiembre de 1939.

Hasta 1942 las potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón) habían alcanzado su apogeo y dominaban la mayor parte de Europa y África en Occidente, y en Oriente parte de China, Indochina, Birmania, Filipinas e Indonesia. Pero a partir de ese año sufrieron una serie de derrotas (Stalingrado, primera y segunda batallas de El Alamein), y la balanza se fue inclinando en contra de Hitler y sus secuaces. La superioridad material de los aliados y el poderío industrial de Estados Unidos, además de los movimientos de resistencia de los pueblos invadidos por los alemanes. Dentro de los héroes de la resistencia al nazismo estuvieron los integrantes de la Francia Libre liderada por Charles de Gaulle, la Resistencia Francesa de Jean Moulin, Pierre Meunier, Robert Chambeiron, Pierre Villon, Alexandre Parodi, Roger Coquoin, Jacques Lecompte-Boinet, Charles Laurent, Pascal Copeau, Jacques-Henri Simon, Claude Bourdet, Eugene Claudius-Petit y Georges Bidault, los partisanos yugoslavos comandados por Josip Broz Tito, Alexander Rankovic, Svetozar Vukmanovic, Vladimir Bakaric, Ivan Milutinovic, Milovan Dilas y Edvard Kardelij, el Armia Krajowa polaco dirigido por Tadeusz Komorowski, Stefan Rowecki, Leopold Okulicki, August Fieldorf y Antoni Chrusciel, los partisanos italianos de Ivanoe Bonomi, Alcide De Gasperi, Pietro Nenni, Palmiro Togliatti, Ugo La Malfa y Ferruccio Parri, y los ejércitos griegos de Napoleón Servas y Demetrios Psaros.

En 1943 fue liberada Italia. En 1944 se realizó el desembarco más grande de la historia (Normandía, Día D) y se concretó la liberación de Francia. En 1945 los aliados invadieron Alemania. Algunos jerarcas nazis se suicidaron, otros se entregaron y la mayoría fueron capturados. Con la rendición alemana, firmada por Karl Dönitz, los esfuerzos de Estados Unidos y Australia estuvieron encaminados a acabar con el imperio japonés.

Vale destacar el coraje de personas como el objetor de conciencia beato Franz Jägerstatter, el geógrafo Albrecht Haushofer, el economista Rudolf Hilferding, el pedagogo Janusz Korczak, el pintor Bruno Schultz, el director de cine Vladislav Vancura, los teólogos san Maximiliano Kolbe, santa Edith Stein, beato Titus Brandsma, Dietrich Bonhoeffer, beato Johannes Prassek, Paul Schneider, beato Jacobo Gapp, beato Omelian Kovch y beato Bernhard Lichtenberg, los filósofos Karl Jaspers y Walter Benjamin, los sacerdotes Alfred Delp, beato Clemens August von Galen, beato Rupert Mayer, Jean Bernard y beato Richard Henkes, los periodistas Felix Fechenbach, Anton de Kom, Mijaíl Koltsov, Milena Jesenska, Erich Mühsam, Yevgueni Petrov y Julius Fucik, los escritores Isaak Bábel, André Malraux, Itzhak Katzenelson, Jakob van Hoddis, Max Jacob, Boris Pasternak, Tadeusz Boy-Zelenski, Bruno Frank, Carl Einstein, Arnold Zweig, Alfred Döblin, René Schikele, Franz Blei, Stefan Zweg, los hermanos Thomas y Heinrich Mann (y el hijo de este, Klaus Mann), Irene Nemirovsky, Mijaíl Bulgakov, Friedrich Reck-Malleczewen, Mordechaj Gebirtig, Jean-Paul Sartre, Franz Hessel, Else Ury, David Vogel, Berthold Brecht, Anna Ajmátova, Theodor Wolff, Walter Lindenbaum, Fritz Löhner-Beda, Paul Kornfeld, Adam Kuckhoff, Alfred Andersch y Boris Pilniak. Todos ellos se enfrentaron a los regímenes totalitarios de esos años trágicos.

En la matanza de la Segunda Guerra Mundial se perdieron más de 60 millones de vidas humanas. Gran Bretaña, Francia, Japón y Alemania dejaron de ser grandes potencias. Hubo un casi completo aniquilamiento de la población masculina en muchos países de Europa. La crisis de identidad, la sensación de desolación, el deseo de trascendencia frente a la cruda realidad y el hastío que dejó la guerra, especialmente en los europeos, se puede rastrear en las obras de autores como Albert Camus, Friedrich Dürrenmatt, Camilo José Cela, Nicola Abbagnano, Miguel Delibes, Hermann Hesse, Emil Cioran, Albert Caraco y Vasili Grossman. La derrota y la reconfiguración personal y nacional fueron exploradas por Osamu Dazai, Günter Grass, Heinrich Böll, Günter Eich, Martin Walser, Johannes Konrad Bobrowski y Yukio Mishima.

El mundo de la posguerra fue organizado por Winston Churchill (Inglaterra), Franklin Delano Roosevelt (Estados Unidos) y José Stalin (Unión Soviética) en las reuniones de Casablanca y Yalta, y confirmado en la conferencia de Postdam por José Stalin, Clement Atlee y Harry Truman (Roosevelt, cinco veces elegido presidente, había fallecido, y Churchill había perdido las elecciones de 1945). Dicho nuevo orden mundial mostró dos claras superpotencias: Estados Unidos (con un régimen democrático y liberal, organizado como República bipartidista) y la Unión Soviética (con un régimen comunista, manejado con puño de hierro por Stalin).

 

3. Representantes

 

James Parkinson (1755 – 1824) escribió sobre salud pública y fue un abanderado de la protección legal de los pacientes mentalmente enfermos. Asimismo, describió la Parálisis Agitante (condición a la que Charcot denominaría Enfermedad de Parkinson), consistente en enlentecimiento motor (bradicinesia), rigidez muscular, postura encorvada, anteropulsión, temblor distal (que inicia usualmente en una de las manos), pérdida del balanceo de los brazos, marcha festinante, facies en máscara, micrografía y habla suave e incomprensible. 

 

Johan Cristian Reil (1759 – 1813) acuñó el término Psiquiatría (1808) para referirse a la especialidad médica centrada en los desórdenes nerviosos con sintomatología psicológica. Describió el área de la corteza cerebral que lleva su nombre (ínsula de Reil), así como el fascículo arqueado. 

 

Johann Christian August Heinroth (1773 – 1843) fue el primero en hablar de enfermedades psicosomáticas para referirse a aquellas enfermedades físicas detonadas por factores psíquicos (usualmente emocionales) y a la naturaleza psicosomática propia del ser humano, en la que cuerpo y alma se influencian mutuamente. Se adelantó a Freud al describir que la mente humana tenía Uberuns (conciencia moral), Ego y Fleish (instintos básicos).

 

Jean-Étienne Dominique Esquirol (1772 – 1840) fue un estudiante de Pinel que buscó, tal como su maestro, mejorar las condiciones de los hospitales psiquiátricos. También señaló que ciertos padecimientos mentales no generaban locura o alteración de la razón, sino solamente alteración en las emociones.

 

Johann Friedrich Herbart (1776 – 1841) discípulo de Kant, fundó la Pedagogía y remarcó que esta disciplina debe permitir a cada persona no solamente su formación académica, sino también el desarrollo de sus potencialidades, su estructuración moral (en valores como la libertad, la benevolencia, el civismo, la justicia y la equidad), el encuentro de su vocación, el despertar de su conciencia social y su direccionamiento hacia la responsabilidad social (y las consecuentes contribuciones sociales que pueda hacer).

 

San Marcelino José Champagnat Chirat (1789 – 1840) impulsó la educación de los jóvenes campesinos y de escasos recursos, creando un modelo pedagógico en el que el amor y la paciencia son fundamentales.

 

John Conolly (1794 – 1866) reformó muchas prácticas de los hospitales psiquiátricos que subsistían desde hacía siglos, procurando disminuir al mínimo el uso de la fuerza, las inmovilizaciones y otras medidas coercitivas.

 

San Antonio María Claret (1804 – 1870) defendió la escolarización de los niños como una estrategia eficaz para mejorar las condiciones de vida de ellos y sus familias. Igual que Calasanz, Champagnat y Bosco, destacó como fundador de instituciones educativas.

 

Robert Gardiner Hill (1811 – 1878) abolió el uso del encadenamiento en los asilos psiquiátricos, y procuró introducir la consejería moral y en hábitos de vida saludable en el tratamiento.

 

San Juan Bosco (1815 – 1888) fue un gran educador y protector de la juventud. Además de fundar colegios e institutos para ofrecer educación, vivienda, comida y trabajo a jóvenes excluidos y necesitados, ideó un método aún vigente en pedagogía, el Sistema Preventivo. Dicho modelo busca, por medio del acercamiento permanente y amable con los estudiantes, prevenir antes que castigar, además de forjar en ellos un sentido de autonomía, laboriosidad, responsabilidad y emprendimiento, en un marco ético definido (“buenos cristianos y honestos ciudadanos”).

 

Wilhelm Griesinger (1817 – 1868) definió que los trastornos mentales, igual que el resto de enfermedades, tenían una etiología, un pródromo, una fisiopatología y una terapéutica definibles. Postuló que las patologías psiquiátricas tenían su origen en las anomalías cerebrales, y que cuando no se evidenciaban patologías anatómicas era porque había trastornos fisiológicos. Señaló el papel de la represión de las emociones como una de las causas de los trastornos mentales. Trabajó por la mejoría de las condiciones de los hospitales psiquiátricos en Alemania. También introdujo los peritajes médico-legales de los criminales, iniciando el concepto de inimputabilidad por enfermedad mental grave.

 

John Charles Bucknill (1817 – 1897) insistió en que la enfermedad mental era consecuencia de disturbios cerebrales, por lo que requería manejo farmacológico y psicoterapéutico. Abogó, igual que su mentor Conolly, por los derechos civiles de los pacientes psiquiátricos, y por el uso de medicación en vez de medidas restrictivas o inmovilizaciones para los pacientes.

 

Hermann Ludwig von Helmholtz (1821 – 1894) midió la velocidad del impulso nervioso y exploró la fisiología de la audición y la visión. Encontró que la realidad psicológica y la realidad física no eran idénticas.

 

Paul Pierre Broca (1824 – 1880) demostró que los pacientes con afasia presentaban lesiones en un área (región ventroposterior, tercera circunvolución) de la corteza frontal que ahora lleva su nombre. También contribuyó a la Antropología Física, encontrando que, más allá de la raza o la nacionalidad, las personas suelen tener su área de producción del lenguaje en la misma localización (tercera circunvolución frontal del hemisferio izquierdo).

 

Jean Martin Charcot (1825 – 1893) fue el padre de la Neurología moderna, estableció el Examen Neurológico como una indagación clínica sistemática dentro del Examen Físico, profundizó en el tratamiento de las neurosis (para las que empleaba la hipnosis, especialmente en los pacientes histéricos), describió la Esclerosis Lateral Amiotrófica y fue profesor de ilustres neurocientíficos, tales como Joseph Babinski, William James, Sigmund Freud, Pierre Janet, Albert Londe, Pierre Marie, Charles-Joseph Bouchard, Georges Gilles de la Tourette, Alfred Binet, Jean Leguirec y Albert Pitres.

 

Daniel Hack Tuke (1827 – 1895) escribió, junto con Bucknill, un Manual de Psicología Médica, y junto con Charcot, el Diccionario de Psicología Médica. Su bisabuelo (William Tuke), su abuelo (Henry Tuke), su padre (Samuel Tuke) y su hermano mayor (James Tuke) lo precedieron en la dirección del hospital mental de El Retiro, en la ciudad de York (Inglaterra), pionero en la instauración del Tratamiento Moral como apoyo psicoterapéutico.

 

Karl Ludwig Kahlbaum (1828 – 1899) describió la diastrefia (un subtipo de paranoia), la catatonía (síndrome psicomotor caracterizado por la permanencia por largo tiempo en posiciones y posturas antianatómicas típico de algunos pacientes esquizofrénicos, asociado también a negativismo, oposición, catalepsia, rigidez, flexibilidad cérea, estereotipias gestuales y furor catatónico), la ciclotimia, la distimia, la Esquizofrenia Catatónica y el Trastorno Depresivo Recurrente.

 

Wilhelm Maximilian Wundt (1832 – 1920) abordó el psiquismo humano con lo que él entendía por rigor científico, en un laboratorio especialmente diseñado para medir y cuantificar las respuestas corporales frente a determinados estímulos. Fue el primero en llamarse a sí mismo psicólogo, y en sus escritos delimitó claramente a la Psicología como una disciplina independiente de la Medicina, la Biología y la Filosofía. Investigó sobre anatomía, fisiología, neurofisiología, neuropsiquiatría, óptica, tiempos de reacción (lo que él llamó Cronometría Mental), e histología. Fundó la Psicología Experimental. Se le reconoce como uno de los padres de la Psicología Moderna, al lado de William James y Eugen Bleuler.

 

Cesare Lombroso (1835 – 1909) fue uno de los pioneros de la Criminología, y el padre de la Criminología Antropológica, postulando que ciertos delincuentes no se hacían sino que nacían, y que podían ser identificados por lo que él denominó atavismos criminales (varones de cráneo y rostro asimétricos, arcos ciliares grandes, orejas grandes, prognatismo, brazos muy largos), idea en la actualidad muy discutible, pues la evidencia ha mostrado que también las mujeres y los varones de apariencia armónica pueden verse involucrados en conductas delictivas. Siguen vigentes, en cambio, sus observaciones acerca de los factores sociales asociados con el crimen (deprivación afectiva, hogares sin padre, pobreza, desempleo, discriminación, baja escolaridad, condiciones de insalubres de vivienda) y de cómo algunas personas con epilepsia o retraso mental podían tener dificultad para controlar sus impulsos y, sin tratamiento psiquiátrico, incurrir en conductas delictivas ocasionales.

 

Franz Brentano (1838 – 1917) realizó estudios sobre la conciencia y la intencionalidad (a la que consideró una de las características centrales del fenómeno psíquico). Distinguió seres vivos de seres inertes según el criterio de intencionalidad, de la que carecen los segundos. Al establecer las diferencias entre Psicología Genética y Psicología Descriptiva, y al postular su Teoría de la Percepción (según la cual lo percibido no es lo real, sino lo que la mente se representa de esa realidad), sentó las bases para la Fenomenología de Husserl. Definió también el Objeto Intencional (aquél hacia el que se dirigen los deseos humanos, y que provoca unos procesos cognitivos y motores que se perciben como conducta).

 

San Benito Menni (1841 - 1914) se esforzó por superar los estigmas y la exclusión de las que seguían siendo víctimas los pacientes mentales. Junto a las venerables María Josefa Recio (1846 - 1883) y María Angustias Giménez Vera (1849 - 1897) fundó las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, cuyo carisma es la atención en Psiquiatría.

 

William James (1842 – 1910) fundó el Pragmatismo y la Psicología Funcional, basándose en lo que denominó empirismo radical. Sus investigaciones versaron sobre los instintos, las sensaciones, las emociones, la estética, la espiritualidad, la telepatía, la identidad y la voluntad. Dividió el Self en material, social, espiritual y yoico (al que llamó Ego Puro). Es considerado, junto a Wilhelm Wundt y Eugen Bleuler, el padre de la Psicología Moderna.

 

Josef Breuer (1842 – 1925) fue el creador del método catártico en psicoterapia. Escribió, junto a su discípulo Sigmund Freud, los primeros reportes de caso de pacientes histriónicas manejadas a través de la terapia hablada.

 

Ewald Hecker (1843 – 1909), discípulo y amigo de Kahlbaum, describió junto a él la Esquizofrenia Hebefrénica.

 

Carl Wernicke (1848 – 1905) describió algunas secuelas neuropsiquiátricas de las encefalopatías; la encefalopatía que lleva su nombre es la causada por la depleción de las reservas de vitamina B, particularmente la B1 (tiamina), se suele presentar con oftalmoplejia, ataxia y confusión mental, y mejora y resuelve (muchas veces por completo) con la reposición nutricional de tiamina. De otro lado, describió la afasia que lleva su nombre (también llamada afasia receptiva o sensorial), en la que se conservan la fluidez verbal y la escritura, pero éstas, frecuentemente, ilógicas o carentes de sentido, con una alteración en la comprensión de lo que se lee o escucha. Los pacientes con afasia de este tipo por lo general tienen afectada el giro superior del lóbulo temporal del hemisferio dominante (el cual es el hemisferio izquierdo en la mayoría de los sujetos). 

 

Sergei Korsakoff (1854 – 1900) introdujo los conceptos de Paranoia, Psicosis Alcohólica y Polineuropatía Alcohólica. Describió el síndrome amnésico asociado a deficiencia de tiamina (vitamina B1) que lleva su nombre.

 

George Stanley Hall (1846 – 1924) investigó sobre el desarrollo del niño, en el que vio el reflejo de la evolución humana, desde lo que él consideró el predominio de los instintos y la barbarie de los primeros años, hasta la adquisición de la cultura y la civilización de la entrada a la adultez. Advirtió también que el marcado individualismo, el materialismo hedonista y la insolidaridad de la sociedad estadounidense iban a traer grandes dificultades a dicho país. 

 

Ivan Petrovich Pavlov (1849 – 1936) postuló los principios del Condicionamiento Clásico (en el que se da la asociación entre un estímulo condicionado y uno incondicionado), que tuvo tenido una gran influencia en las terapias conductistas y en la desensibilización sistemática.

 

Arnold Pick (1851 – 1924) estudió las amnesias y los Síndromes de Demencia, categorizando un tipo de deterioro cognitivo asociado a la enfermedad que lleva su nombre, consistente en una degeneración de los lóbulos frontales y parietales, con la consiguiente sintomatología (dificultad para el habla que puede llegar a la afasia no fluente, dificultad para el pensamiento que puede llegar a la incapacidad para argumentar y pensar racionalmente, marcado cambio en la conducta con gran alteración del funcionamiento previo, pérdida del tacto social, comportamiento errático, ansiedad y temores irracionales, desinhibición social, y en ocasiones hostilidad y franca agresividad), que puede terminar en una franca Demencia Semántica.

 

Santiago Ramón y Cajal (1852 – 1934) fue el padre de la Neurociencia. Describió la fisiología retiniana, los distintos tipos de neuronas, los conos neuronales, la transmisión del impulso nervioso, las hendiduras sinápticas, las espinas dendríticas, y las células intersticiales que llevan su nombre.

 

Emil Kräpelin (1856 – 1926) creó la Psicofarmacología y la Psiquiatría Genética, fue un abanderado de la Psiquiatría Biológica y dio un gran empuje a la Psiquiatría Clínica al categorizar y ordenar los trastornos mentales descritos hasta el momento. Denominó varios trastornos mentales usando epónimos (homenajeando a quienes habían sido los primeros en estudiar determinadas dolencias), desarrolló la Psicopatología al dar un abordaje semiológico y sindromático de las enfermedades, y estableció claramente la diferencia entre las dos Psicosis mayores: la Esquizofrenia (a la que llamó Demencia Precoz) y el Trastorno Afectivo Bipolar (al que llamó Psicosis Maniaco-Depresiva). Estudió los Trastornos del Humor y clasificó los distintos Episodios Depresivos. Basándose en las descripciones de Lombroso, creó el diagnóstico de Trastorno Psicopático de la Personalidad para aquellos criminales que no tenían un sentido moral ni sentían remordimiento alguno, y que disfrutaban engañando, robando, dañando y haciendo sufrir al prójimo. Vivió convencido de que, algún día, se encontrarían patrones genéticos específicos y biomarcadores para facilitar el diagnóstico de los padecimientos mentales.

 

Enrico Ferri (1856 - 1929), escritor, criminalista y sociólogo que había estudiado con Lombroso, postuló que en todos los delitos había una condición psicológica o una enfermedad psiquiátrica subyacente.

 

Sigmund Freud (1856 – 1939) fue el padre del Psicoanálisis, una terapia hablada basada en la asociación libre y la exploración del inconsciente. Explorando junto a Breuer distintos abordajes para el tratamiento de la Histeria, postuló que el origen de las neurosis histéricas estaba en la represión sexual (tanto en la propia vida sexual insatisfecha, como en el deseo de olvidar o reprimir ciertos impulsos o recuerdos egodistónicos). Definió ideas clave como transferencia, contratransferencia, resistencia, pulsión, libido, equivalente somático, símbolo, funciones yoicas, mecanismos de defensa (que describió casi en su totalidad), envidia del pene, fijación, gratificación y frustración.

Cuando Jung describió los complejos, propuso el Complejo de Edipo (el deseo de aniquilar al padre del mismo sexo, y de entablar relaciones sexuales con el progenitor del sexo opuesto) como una realidad universal. Tomó el concepto platónico del alma tripartita para proponer su modelo topográfico del psiquismo, que concibió con tres estratos: Consciente (el de más fácil acceso, pero también el más pequeño, que abarca todos los datos de los que el sujeto se está percatando fácilmente en ese instante), preconsciente (al que se llega tras un ejercicio de introspección simple, y abarca aquellos contenidos de los que el sujeto no es consciente en el momento, pero podría darse cuenta fácilmente) e Inconsciente (la zona más profunda, y también más grande, en la que se encuentran todos aquellos elementos de los que el sujeto sólo puede tener pistas o trazas a través de sus sueños, sus actos fallidos, sus producciones artísticas y, en general, en sus actividades más creativas y libres, además, claro está, de un tratamiento psicoanalítico). Ya antes había propuesto el modelo telescópico (que ponía a la psique como un agente central, organizador de todas las aferencias o estímulos, y ejecutor de todas las eferencias o descargas), y después, al final de su vida, añadió el modelo estructural, en el que describió al psiquismo como una entidad dividida en tres estructuras: Superyo (la conciencia moral, lo que se establece como “el deber ser de las cosas”, la normatividad, las exigencias personales, sociales y jurídicas que limitan la libertad en aras de conseguir la adecuación social), Ello (el aspecto más animal e instintivo de la personalidad, guiado por el principio del placer, siempre buscando satisfacción y descarga pulsional) y Yo (el mediador entre las exigencias del Superyo y las exigencias del Ello, favorecedor de la adaptación al entorno y la supervivencia, guiado por el principio de realidad).

En sus trabajos antropológicos, hipotetizó que las sociedades primitivas se organizaron alrededor de la prohibición (el tabú) del incesto y la culpa por el asesinato del patriarca original (fundador de la tribu e instaurador original de dicha prohibición, que sería luego representado en el tótem) a manos de sus propios descendientes. Postuló que los instintos más fuertes en el hombre eran el Eros (sexo) y el Tánatos (agresión). Estableció también las Etapas del Desarrollo Psicosexual (Oral, Anal, Fálico-Edípica, Latencia, Sexualidad Adulta) y dio los criterios para diferenciar la sexualidad sana (madura) de la sexualidad patológica (infantil, polimorfoperversa).       

 

Alfred Binet (1857 – 1911) realizó investigaciones sobre automatismo psíquico, psicodesarrollo y aprendizaje, y desarrolló con Théodore Simon (1872 – 1961) el primer test de inteligencia.

 

Eugen Bleuler (1857 – 1939) destacó por su acercamiento integral a los pacientes mentales, acuñó el término Esquizofrenia y sugirió, atinadamente, que era un síndrome que incluía varios subtipos. Asimismo, describió la ambivalencia, la alogia, la abulia, el aplanamiento afectivo, el autismo, y la alteración de la vivencia subjetiva de la personalidad (despersonalización) como síntomas patognomónicos de la misma. Fue partidario de favorecer la rápida reintegración de los pacientes a sus familias, trabajos y comunidades, como estrategia para prevenir la institucionalización. Estudió el sentimiento de culpa como trasfondo de los Trastornos de Ansiedad, y describió los rápidos cambios que experimentan los pacientes limítrofes en cuanto a sus seres queridos (pasando del amor al odio con facilidad). También fue el primero en escribir con precisión acerca del Trastorno Mental Secundario a Lesión/Disfunción Cerebral y del Delirium.

 

Julius Wagner Ritter von Jauregg (1857 – 1940) investigó las psicosis debidas a patología tiroidea, describió las consecuencias psiquiátricas del hipotiroidismo congénito y postuló un tratamiento del bocio consistente en administración de yodo. Tras observar que los pacientes con parálisis general progresiva asociada a neurosífilis mejoraban con los cuadros febriles, creó la piroterapia (el uso de los cuadros febriles como tratamiento) y la malarioterapia (el uso del paludismo para el tratamiento de las parálisis generales).

 

Domingo Felipe Cabred (1859 – 1929) realizó aportes a la psiquiatría forense y la criminalística, señaló los efectos neurodegenerativos del alcohol y sostuvo que los enfermos mentales que hubieran cometido delitos no debían ir a las cárceles sino a hospicios psiquiátricos. También creó el primer hospital mental de puertas abiertas de Latinoamérica.  

 

Pierre Marie Felix Janet (1859 – 1947) fue considerado, junto a William James y Wilhelm Wundt, uno de los padres de la Psicología. Estudió el fenómeno de la transferencia (al que llamó “pasión magnética”), la conciencia, el movimiento y la voluntad (definiendo Psicastenia y Adinamia), las obsesiones, los síndromes confusionales, la disociación ideo-afectiva, la jerarquía de las funciones superiores (señalando, atinadamente, a la conciencia como el fundamento del funcionamiento mental), el sonambulismo, la doble personalidad, los síntomas histéricos, los automatismos motores y el psicodesarrollo.

Estableció el Análisis Psicológico como psicoterapia, diferente del Psicoanálisis (de hecho, antecediendo al Psicoanálisis), aunque partiendo del mismo punto de partida: el psiquismo no consciente (aunque en vez de usar el término Inconsciente que usó Freud, habló de Subconsciente). Investigó sobre el Sentimiento de Incompletud, citado por Adler como una de las características del Complejo de Inferioridad. A diferencia de Freud, que postuló la represión sexual como el origen de las neurosis, sostuvo que ellas se debían a fallas en la integración y a la regresión a tendencias más arcaicas del psicodesarrollo (idea que tomaría prestada Freud para hablar de la regresión).

 

James McKeen Cattell (1860 – 1944) estudió con Wundt y fue un psicólogo funcionalista, centrado en las actividades de la mente, que hizo aportes al estudio de la personalidad y se interesó en las diferencias individuales en las funciones cognitivas, para cuya detección diseñó test de inteligencia.

 

James Mark Baldwin (1861 – 1934) aplicó la Teoría Evolucionista a la Psicología y a la Filosofía de la Mente, explorando conceptos como el de la selección natural funcional y la epigenética. Sostuvo que los factores ambientales podían mitigar, reforzar o detonar la expresión de algunos genes. También postuló que ciertas prácticas culturales pueden ser internalizadas a tal punto que se terminan convirtiendo en instintivas, como la prohibición del incesto. A esto se le llamó después Efecto Baldwin (o Evolución Baldwiniana).  

 

Hugo Munsterberg (1863 – 1916) aplicó los test de inteligencia a las actividades de selección de empleados.

 

Alois Alzheimer (1864 – 1915) descubrió los ovillos neurofibrilares presentes en los cerebros de los pacientes que habían muerto con diagnóstico de Demencia Senil (Fischer describió las placas de amiloide), e hizo hincapié en el deterioro lento, progresivo e irreversible de las funciones cognitivas, especialmente la memoria, que experimentaron dichos pacientes. Dicha enfermedad hoy lleva su nombre, gracias a su colega Kräpelin. Estuvo también interesado en la sintomatología psiquiátrica de los tumores cerebrales y las epilepsias. 

 

George Walther Groddeck (1866 – 1934) fue el padre de la Medicina Psicosomática, insistió en la necesidad de abordar a los pacientes de forma integral (considerando sus aspectos emocionales como algo tan relevante como sus antecedentes patológicos o quirúrgicos) y señaló que los conflictos inconscientes alteran hasta la fisiología del organismo.

 

Adolf Meyer (1866 – 1950) fue el padre de la Ergasiología, una propuesta que enlazaba los factores biológicos, psicológicos y sociales a la hora de definir las enfermedades mentales. Toda su vida luchó por el reconocimiento de la Salud Mental como un todo derivado tanto de los genes como del cerebro, la crianza, el ambiente y la cultura. Asimismo, sus abordajes terapéuticos fueron siempre integrales. Apoyó el uso de la Terapia Ocupacional, de la Psicoterapia de Grupo y de las actividades comunitarias dentro de los planes de tratamiento de los pacientes psiquiátricos.

 

Christfried Jakob (1866 – 1956) consideró al cerebro humano un producto histórico, a través de un proceso que denominó Encefalogonía Biológica (la evolución del córtex cerebral, desde las células neuroepiteliales de los celentéreos hasta la neocorteza de los mamíferos más evolucionados); también postuló la función cronotrópica cerebral (la concatenación de gnosias y praxias que permiten la elaboración de la experiencia y la construcción de objetos internos).

 

Henry Herbert Goddard (1866 – 1957) tradujo al inglés el test de Binet y difundió el uso de pruebas de inteligencia para la selección de personal; realizó estudios sobre retraso mental y defendió la limitación de la responsabilidad penal en los pacientes con inteligencia inferior al promedio.

 

Edward Bradford Titchener (1867 - 1927), discípulo de Wundt, fue un abanderado de la Psicología Experimental y el Estructuralismo (centrado en los contenidos de la mente).

 

Lightner Witmer (1867 – 1958), discípulo de Wundt y Cattell, acuñó el término Psicología Clínica para la rama de la Psicología más relacionada con la Psiquiatría, encargada de usar los hallazgos de otras ramas de la Psicología en el tratamiento de las personas, buscando su salud mental.

 

Alfred Adler (1870 – 1937) fue el padre de la Psicología Individual, un modelo antropológico, sociológico y psicoterapéutico. Trabajó en conceptos como psicodesarrollo, personalidad, autoestima, adicción, sentimiento de culpa, sentimiento de inferioridad y sentimiento de superioridad. Procuró que trabajadores sociales, líderes políticos, profesores y familiares de los pacientes se interesaran en conocer y asimilar los fundamentos de la Psiquiatría, para que pudieran cooperar eficazmente en el tratamiento de los enfermos mentales. Introdujo en la psicoterapia la definición de metas y objetivos, el método mayéutico de Sócrates y la interpretación del síntoma. Describió el mecanismo de defensa llamado Compensación (el desarrollo de habilidades intelectuales o morales para reforzar una autoestima amenazada por una lesión orgánica o un defecto corporal), el Complejo de Inferioridad (dado por la carencia o el defecto físico, la exclusión social o la sensación de haber sido humillado o maltratado) y el Complejo de Superioridad (que desarrollan quienes han tenido previamente un complejo de inferioridad, pero han compensado sus taras o defectos con el desarrollo de otras habilidades y un estilo arrogante y engreído que creen que los protege de la crítica o la desaprobación).

Adler señaló los problemas psicológicos derivados de nacer en determinado orden (el neuroticismo y el excesivo sentimiento de responsabilidad en los hermanos mayores, que los hace más proclives a la enfermedad mental; la tendencia a la rebeldía de los hermanos medios; el riesgo de inacción e infantilismo en los hermanos menores), las ventajas de la religiosidad y la actividad creativa para la salud mental, la necesidad de una educación personalizada y la necesidad de abordajes pragmáticos y razonables en los pacientes con adicciones. Estableció también una Tipología del Carácter, con estas categorías: Necesitados (personas sensibles, buscadoras de ayuda y apoyo externos, psíquicamente vulnerables, faltas de energía y dependientes), Evitativos (personas a las que no les gusta fracasar o ser derrotadas, y pretenden ser exitosas sin arriesgarse nunca, por lo que suelen ser pasivas y poco sociables, y tener carreras mediocres), Dominantes (personas egoístas, ávidas de poder, manipuladoras, maquiavélicas y desconsideradas, tendientes a la sociopatía y a buscar puestos de mando) y Socialmente Útiles (optimistas, activas, enérgicas, solidarias, espirituales, generosas y dadas a hacer el bien a la comunidad).

 

María Montessori (1870 – 1952) ideó un método educativo aún vigente, influenciado por Pestalozzi, que promueve la exploración sensorial, la libertad curricular, el aprendizaje activo, la manipulación y el contacto con el entorno. Anticipándose a Lorenz y Chomsky, encontró que la actividad espontánea de los niños (muchas veces independiente de lo que les proponga el entorno) revelaba una programación interna de desarrollo. En consecuencia, concluyó que las labores del educador eran: remover los obstáculos al desarrollo natural del infante, promover y estimular el florecimiento de sus potencialidades, y presentar escenarios prácticos para integrar los nuevos conocimientos.

 

Walter Bradford Cannon (1875 – 1945) describió el Sistema Nervioso Autónomo y aplicó sus hallazgos fisiológicos a la conducta humana, postulando junto a Phillip Bard (1898 – 1977) la Teoría Biopsicológica de las Emociones.

 

Joseph Hersey Pratt (1872 – 1956) fue un pionero de la Psicoterapia de Grupo, estableciendo una terapia de grupo psicoeducativa, encaminada a aportar a sus miembros (que eran pacientes tuberculosos) información sobre la enfermedad y el tratamiento, y apoyo en los momentos de desánimo.

 

Sandor Ferenczi (1873 – 1933) introdujo modificaciones en el tratamiento psicoanalítico, dando una participación más activa al terapeuta (permitiéndole salir de la neutralidad y la abstinencia freudianas) con el objetivo de animar, señalar, aconsejar, confrontar, clarificar o motivar al paciente. Instituyó una técnica llamada Activación Conductual. Profundizó en el estudio de las transferencias, la empatía y los Trastornos del Desarrollo (sugiriendo que muchos de ellos se debían a sobreestimulación o deprivación sensorial, falta de empatía, confusión de roles y fallas en la comunicación).

 

Franz Karl Heinrich Wilmanns (1873 – 1945) fundó la Escuela de Psicopatología de Heidelberg, y contribuyó con sus observaciones a la modernización de la semiología psiquiátrica.

 

Edward Lee Thorndike (1874 – 1949) fue uno de los pioneros de la Psicología Comparativa, la Psicología del Aprendizaje y la Psicología de la Educación. Ideó pruebas de inteligencia y exámenes de selección de trabajadores.

 

Antonio Caetano Egas Moniz (1874 – 1955) desarrolló la angiografía cerebral, la leucotomía (que hoy en día sólo se utiliza en muy contados casos de epilepsias refractarias al manejo farmacológico), el tratamiento quirúrgico de los tumores cerebrales y la fisiopatología de la conducta sexual.

 

Nicholas Trigant Burrow (1875 – 1950) fundamentó la Psicoterapia Analítica de Grupo, centrada en la expresión emocional, e inventó el concepto de Neurodinamismo.

 

Carl Gustav Jung (1875 – 1961) fundó la Psicología Analítica, describió los principios de Individuación (la evolución, que dura toda la vida, hacia la diferenciación entre la conciencia propia y los contenidos del inconsciente personal y del inconsciente colectivo), Integración (captación, en la conciencia, de elementos que antes eran inconscientes, seguida de un ensanchamiento del Yo y del surgimiento de una personalidad más sana, en la que los opuestos quedan conectados) y Maduración (descubrimiento progresivo de las propias tendencias, y de la manera en que pueden ponerse al servicio de un autoconocimiento y de un fortalecimiento yoico cada vez mayores). Desarrolló, junto con el físico Wolfgang Pauli, el concepto de Sincronicidad (la relación o el paralelismo no causal entre distintos eventos, que producen una sumatoria de eventos llamativos que van más allá, estadísticamente, del puro azar).

Definió los Arquetipos (ideas ancestrales, derivadas de fenómenos y vivencias milenarias, que como especie los seres humanos fueron introyectando hasta hacerlas parte de su acervo evolutivo y de su forma de ser, presentes en el Inconsciente Colectivo y expresadas en todo tipo de manifestaciones culturales, desde mitos y relatos hasta símbolos e ideogramas que se repiten en diversas culturas y sociedades), las Imágenes Arquetípicas (símbolos universales que representan arquetipos del inconsciente colectivo, presentes en la iconografía y el arte religioso), los Complejos (conjunto de elementos inconscientes, adquiridos por experiencias vividas en la infancia, que influyen en la personalidad), el Inconsciente Colectivo (en el que se archivan las más intensas o frecuentes experiencias psíquicas que ha tenido la Humanidad a lo largo de su evolución), el Inconsciente Personal (acopio de las experiencias psíquicas que ha tenido el individuo a lo largo de su vida), el Self (la imagen arquetípica que conduce a la unión del sistema psíquico consciente con el sistema psíquico inconsciente, y que configura, en consecuencia, lo que se es), la Sombra (los aspectos reprimidos y desconocidos de la personalidad), el Ego (el centro del campo de conciencia, que permite al hombre la sensación de existencia, identidad y realidad), el Anima (la contraparte sexual del psiquismo masculino consciente, de naturaleza femenina, a la que el varón debe conocer para lograr una personalidad equilibrada), el Animus (la contraparte sexual del psiquismo femenino consciente, de naturaleza masculina, a la que la mujer debe conocer para lograr una personalidad equilibrada), las Personas (elementos de la personalidad que aparecen por razones de adaptación o conveniencia personal, las máscaras que el sujeto se pone en determinadas situaciones) y la Personalidad (la forma en la que el sujeto se relaciona con los demás, la máscara que más suele usar, en diversas situaciones). Entendió a los sexos masculino y femenino como dos realidades complementarias, igual de valiosas, que en armonía y unión (lo que llamó boda alquímica) producen la Conjunción de los Opuestos (la unidad, la totalidad); por dicho motivo, los hombres tienen mucho que aprender de las mujeres, y las mujeres tienen mucho que aprender de los hombres.

En cuanto a la personalidad, Jung presentó cuatro funciones psicológicas básicas: pensar, sentir, intuir y percibir. En cada sujeto, destacan peculiarmente una o varias de estas funciones. En cuanto al carácter, consideró que existían dos grandes categorías: Extraversión (interés en el mundo externo, toma de decisiones según su impacto en la realidad externa, acciones llevadas a cabo según lo que los demás pensarían de ellas, ética construida según la opinión mayoritaria, sugestionabilidad, influenciabilidad, necesidad de hacerse notar por los demás) e Introversión (interés por el mundo interno, atención enfocada en los propios sentimientos y pensamientos, orientación de la conducta según los propios ideales y no según la opinión de la mayoría, acciones coherentes con los propios valores, toma de decisiones según su preferencia, creatividad, dificultades para acomodarse al entorno). A partir de las funciones psicológicas básicas y de los dos tipos de carácter fundamentales, se producen ocho tipos de personalidad: Reflexivo Extravertido (racional, objetivo, regido por principios inamovibles que trata de imponer a los demás), Reflexivo Introvertido (intelectual, imaginativo, creativo, con frecuencia desconectado del mundo exterior), Sentimental Extravertido (con gran habilidad para entender a los otros y establecer relaciones sociales, buen comunicador y empático), Sentimental Introvertido (dado a ayudar a los demás, silencioso, a gusto cuando pasa desapercibido), Perceptivo Extravertido (buscador de nuevas experiencias, es alegre y vivaz, se aburre fácilmente, ansía el placer y la estimulación constantemente), Perceptivo Introvertido (artístico, vive con intensidad sus experiencias sensoriales, da gran valor al color, la forma y la textura de las cosas), Intuitivo Extravertido (aventurero, emprendedor, activo, inquieto, con frecuencia en conflicto con una sociedad que percibe carente de dinamismo), Intuitivo Introvertido (imaginativo, soñador, idealista, dado a experiencias místicas).

Jung fue partidario de utilizar la religión a favor de los pacientes, como una forma de darle propósito y sentido a sus vidas. Fue un gran conocedor tanto de la tradición judeocristiana como del taoísmo, el hinduismo, el budismo, el taoísmo y el gnosticismo, aunque él mismo fuese un panteísta. Siempre estuvo convencido de la necesidad de unir oración, meditación, interpretación de los sueños, psicoterapia, baile y actividades artísticas (siendo precursor de la Arteterapia) al tratamiento psiquiátrico básico. Con su énfasis en la espiritualidad, influyó en la filosofía de Alcohólicos Anónimos. También destacó por sus estudios en Historia del Arte, Mitología, Antropología, Literatura, Alquimia, Sociología, Mecánica Cuántica y Parapsicología.

 

Oskar Fischer (1876 – 1942) describió las placas seniles como patognomónicas de la Demencia Senil, junto con los ovillos neurofibrilares que el propio Alzheimer había encontrado.

 

Karl Abraham (1877 – 1925) construyó, junto con Sigmund Freud, las subetapas de la etapa Oral del desarrollo psicosexual: incorporativa (con deseo de absorber y nutrirse del seno materno, de características introyectivas, durante el primer año de vida) y canibalística (con voracidad y deseo de morder, agredir y destruir al seno materno, entre el primer y el segundo año de vida).

 

Lewis Terman (1877 – 1956) fue un pionero de la Psicología Educativa; estudió la inteligencia y diseñó pruebas para medirla.

 

Ugo Cerletti (1877 – 1963) y Lucio Bini (1908 – 1964) encontraron que la terapia electroconvulsiva podía ser útil en pacientes con trastorno depresivo mayor, esquizofrenia o trastorno afectivo bipolar en crisis.

 

John Broadus Watson (1878 – 1958) fundó el Conductismo como escuela psicológica y antropológica, y estableció los principios de la Terapia Conductual. Consideró que sólo eran válidos los datos puramente objetivos y experimentales, como en las ciencias naturales. En ese orden de ideas, no estableció diferencias entre el psiquismo humano y el psiquismo de otros mamíferos, y buscó un esquema universal de respuesta animal. El conductismo puso su énfasis en la conducta externa, objetivamente captable y mensurable, y sostuvo que sólo el análisis de las conductas y las reacciones podría dar una idea clara de cómo funciona el psiquismo. Insistió en que la Psicología no debía enfocarse en la mente, ni en la consciencia, ni mucho menos en lo inconsciente, sino en las conductas observables.

Encontró que cuando se repetían los mismos estímulos, se solía repetir la misma respuesta (o una acción motora, o un recuerdo). Por eso en su terapia el objetivo central era encontrar la conducta no deseada (que entendía como respuesta conductual) y disminuir, inhibir y en lo posible suprimir dicha respuesta, modificando los estímulos que la provocaban. Describió el lenguaje como un hábito manipulativo (que usa los órganos fonatorios como instrumentos) e imitativo (se aprende escuchando a otro), y a las palabras como simples sustitutos de objetos y situaciones. La lectura, asimismo, sería un aprender a articular determinados sonidos frente a ciertas letras, de forma imitativa, tal como lo hace quien enseña al niño a leer. Y estos primeros ejercicios lingüísticos serían para el niño sus primeros recuerdos, la base de su memoria.

También se interesó en el estudio de las emociones (y sus condicionamientos), a las que estudió meras respuestas físicas. Con respecto al miedo, hipotetizó que sólo dos estímulos evocadores de miedo eran no condicionados: el ruido súbito y la sensación de caída por pérdida del soporte físico. Ambos provocaban llanto, incremento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, cierre ocular y sobresalto. Los otros miedos serían aprendidos (condicionados). En cuanto a la rabia, postuló que era una respuesta innata a la sensación de constreñimiento corporal. Las situaciones que provocan rabia en animales y personas serían entonces aquellas que se asociaran con las sensaciones corporales de restricción y compresión. El amor como tal no existiría, sino las respuestas de placer frente a estímulos sensitivos como las caricias y las cosquillas; el ser humano aprendería a querer, para Watson, en la medida en que asociara dichos estímulos con determinado rostro. Al final de su vida incursionó en la publicidad y el neuromercadeo, llamando la atención de los potenciales consumidores con estrategias que apelaban a los instintos más fuertes.

 

Kurt Goldstein (1878 – 1965) describió el principio de Autoactualización (idea que influiría enormemente en Maslow y Rogers), la fuerza que mueve a los seres humanos a buscar siempre más, a crecer y aprender, para desarrollar plenamente sus potencialidades. Encontró que los pacientes esquizofrénicos presentaban un daño severo en su capacidad de abstracción, similar al de los pacientes con trauma cerebral severo, pero hipotetizó que en el caso de los primeros tal deterioro cognitivo sería un mecanismo protector frente a la tremenda angustia que resultaría de ser plenamente consciente de tener la enfermedad. También se esforzó en rehabilitar a los pacientes que tenían traumas de guerra (muchos de ellos, soldados sobrevivientes de las dos espantosas Guerras Mundiales), utilizando un abordaje novedoso para su época: un equipo interdisciplinario (conformado por psiquiatras, ortopedistas, neurólogos, fisiatras, kinesiólogos, pedagogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y psicólogos) y enfocado en la recuperación de las habilidades cognitivas y la capacidad de trabajo, que tuvo gran éxito.

 

Alfred Ernest Jones (1879 – 1958) describió el narcisismo fálico y realizó estudios sobre sexualidad infantil.

 

Max Eitingon (1881 – 1943) escribió sobre el desarrollo psicosexual, las personalidades geniales y los parámetros para el entrenamiento de los futuros psicoanalistas.

 

Hanns Sachs (1881 – 1947) describió la actividad artística como una sublimación de los sentimientos de culpa, la configuración del superyó femenino y la relación entre las personalidades trastornadas y el antecedente de identificaciones fugaces inestables en la infancia.

 

Pierre Teilhard de Chardin (1881 – 1955) sostuvo que la educación (a la que entendía como vehículo para la cultura) era necesaria para la evolución del ser humano, pues le permitía acceder a productos culturales (como conocimientos y tecnologías) que de otra manera, por sí mismo, tal vez no llegaría nunca a descubrir. Asimismo, gracias a esos saberes previos podía crear nuevas herramientas o postular nuevas hipótesis sobre sí mismo o el mundo. También asumió el Universo como un todo interconectado, con un sentido finalístico determinado por su Creador, que al final de su evolución natural (que incluiría, además de cambios físicos como la encefalización, cambios mentales y espirituales) culminaría en un supuesto Punto Omega en el que el ser humano llegaría a una conciencia plena, en sintonía con Dios y en armonía con todo lo creado.

 

Ludwig Binswanger (1881 – 1966) fue el padre de la Psicología Evolutiva, escribió sobre la realización humana (una necesidad y una meta), el existir como algo que trasciende al estar, la enfermedad mental (a la que consideró una confluencia de distintas alteraciones a nivel corporal, emocional y relacional, así como en la percepción del espacio y el tiempo), el ser-en-el-mundo, la necesidad de analizar en profundidad el contenido manifiesto de los sueños (más allá del énfasis dado por Freud y Jung al contenido latente de los mismos), y la importancia del mutuo reconocimiento y el diálogo reflexivo en la psicoterapia.

 

Pío del Río Hortega (1882 – 1945) descubrió la microglía (también llamada “células de Hortega”) y describió en profundidad las células de la glía (microglía, astrocitos, oligodendrocitos). 

 

Melanie Klein (1882 – 1960) estableció la Teoría de las Relaciones Objetales. Sugirió que la angustia existencial preverbal de la infancia catalizaría la formación del inconsciente y permitiría que el niño dividiera su mundo en objetos buenos y objetos malos (siendo el objeto la imagen mental que el hombre hace de los seres, vivos o no); el predominio de objetos buenos y de gratificaciones en la infancia produciría personas sanas, el predominio de objetos malos y de frustraciones sería el antecedente de los trastornos mentales. Introdujo innovaciones técnicas al psicoanálisis (uso de plastilina y juguetes con los niños, interacciones más constantes entre paciente y terapeuta), sostuvo que el Tánatos (Pulsión de Muerte) era más fuerte que el Eros (Pulsión de Vida) y que consistía no sólo en la agresión, sino en la tendencia de todos los seres vivos hacia la desintegración, lo entrópico y lo inorgánico.

Postuló que la relación entre el niño y la madre era la más importante de todas, y que determinaría el comportamiento social (las relaciones objetales) de ese sujeto en su adultez. También, que la primera relación no se establecería con el rostro de la madre, sino con el pecho materno. El pecho bueno (gratificador) estaría presente para alimentar y calmar la ansiedad. El pecho malo (no gratificador) se ausentaría, pese a los reclamos del bebé. Al crecer, el bebé notaría que no se trata sólo de un pecho, sino de todo un objeto: la madre (una buena madre si gratificó más de lo que frustró, una mala madre si ocurrió al contrario). Este paso del objeto parcial (pecho) al objeto total (madre) le permite al niño asimilar que todo objeto tiene cualidades y defectos; dicho aprendizaje continuaría dándose a lo largo de toda la vida (por ejemplo, al entender que aún quienes se aman pueden a veces herirse, o que una persona buena puede tener aspectos desagradables en su personalidad).  

Observó que los niños de más de dos años trataban de satisfacer a sus madres mostrándoles las habilidades que iban adquiriendo progresivamente en su desarrollo, tratando de hacerlas sonreír o enternecerse, pues descubrían que provocar en ellas reacciones amorosas era más útil que hacer berrinches o lloriqueos. Descubrió que los niños aparentemente fáciles de criar (extremadamente dóciles e indiferentes, apáticos, conformistas) se solían convertir en adultos muy neuróticos, ansiosos, con intereses muy restringidos, perezosos, pusilánimes, tímidos e inhibidos socialmente. A propósito de las primeras relaciones objetales, creyó que las personas con predominio del Eros asumían ante la vida lo que ella llamó Posición Depresiva (realista, en la que se percibiría a todos los objetos como objetos totales, con sus bondades y sus defectos); por el contrario, las personas con predominio del Tánatos mostrarían en su existencia una Posición Esquizo-Paranoide (desconfiada, enfocada sólo en los aspectos negativos, las taras y las falsedades de los objetos). También sostuvo que el Complejo de Edipo jamás se resolvía y que por eso discurría a lo largo de toda la vida la configuración del Superyo.

 

Karl Ritter von Frisch (1886 - 1982) estudió sobre ciertas conductas innatas en los animales, como el deseo de exploración (que en el hombre se sofisticó al convertirse en deseo epistemofílico) y el movimiento ritual y organizado en el marco de ciertas conductas encaminadas a la supervivencia.

 

Linus Cody Marsh (1883 – 1949) ideó una Psicoterapia de Grupo usando conceptos de Freud, Moreno, Lazell, Le Bon y McDougall y estrategias espirituales del cristianismo católico para favorecer la catarsis y la autoestima de los pacientes, y allanarles la adaptación al ambiente hospitalario e inspirarles un estado de ánimo feliz a pesar de las adversidades. Además, indicó tareas complementarias (lecturas, trabajos en casa, ejercicios, testimonios, juegos de roles y conferencias) y fue un promotor de los encuentros comunitarios para favorecer la integración entre los pacientes, el personal sanitario y la ciudadanía.

 

Karl Jaspers (1883 – 1969) fue partidario de unir Fenomenología y Psiquiatría, argumentando que la mejor manera de llegar a un diagnóstico certero era la de realizar una descripción concienzuda, descriptiva y sindromática del cuadro clínico del paciente. Ideó el Método Biográfico (animar a los pacientes a que escribieran diarios, relatos autobiográficos, reflexiones y notas acerca de cómo se sentían) y abogó por un acercamiento humano y racional al enfermo mental.

Diferenció entre el Contenido (el fenómeno que está experimentando el paciente) y la Forma (los detalles de cómo se presenta dicho fenómeno), la Explicación (lo que trataba de hacer el Psicoanálisis, frente al que tuvo siempre reservas) y la Comprensión (la aproximación detallada y sin sesgos teóricos de los signos y los síntomas del paciente), la Medición (pretensión del Conductismo, del que también fue escéptico) y la Aprehensión (más acorde con las ciencias humanas como la Psiquiatría, en la que nada es completamente exacto, ni objetivable, ni predecible), y fue claro en la categorización de las enfermedades acorde con su sintomatología, estableciendo una Psicopatología exhaustivamente semiológica que definió toda la nosografía psiquiátrica de las décadas posteriores.

Aclaró en qué consistían las alucinaciones (percepciones sin objeto ubicadas fuera del cuerpo del paciente, siempre patológicas y distorsionadoras de la personalidad) y cuáles eran sus subtipos (encontrando que las más frecuentes eran las auditivas, seguidas por las visuales), las pseudoalucinaciones (que cumplían los mismos criterios clínicos de las alucinaciones, pero que el paciente experimentaba dentro de su cuerpo) y las alucinosis (percepciones sin objeto reversibles, usualmente debidas a intoxicación o lesión orgánica, que no modifican la personalidad), y estableció los criterios diagnósticos del Delirio (idea errónea, sólo creída por el paciente, sin respaldo en el mundo objetivo, no explicable por la pertenencia a un grupo cultural, irreal, incomprensible, irracional, irreductible, irreversible, inmodificable). También delimitó los conceptos de Idea Fija (cuya recurrencia es de corta duración), Idea Sobrevalorada (con amplio respaldo afectivo, asociada con una fanática adhesión), Idea Obsesiva (egodistónica, intrusiva, generalmente asociada a compulsiones y rituales), Idea Deliroide (a medio camino entre la obsesiva y la delirante) e Idea Delirante (Delirio), a la que dividió en Primaria (con un origen interno en el paciente, no asociada a ninguna vivencia o estímulo externo) y Secundaria (derivada de una vivencia o un estímulo externo, por ejemplo, una alucinación).

Definió Situación Límite (vivencia coyuntural conmocionante e inevitable, vivida como un desgarro, paradójica en cuanto a que parece no tener salida pero contiene en sí misma la solución), Angustia (sensación de opresión toráxica asociada a la ansiedad), Ansiedad (estado mental caracterizado por una emoción desagradable o egodistónica de gran inquietud, malestar e inseguridad) y Angustia Existencial (la surgida ante las situaciones límite que escenifican el marco de la vida espiritual del hombre). Insistió en que las atrocidades del nazismo, y de los sistemas totalitarios en general, no podían ser olvidadas (para no ser repetidas), dado que la naturaleza humana era muy proclive a la barbarie. Encontró también que ante a las limitaciones de la vida, la desesperación y la angustia existencial, la fe y la trascendencia pueden asegurar una libertad sin límites y una auténtica existencia. La vida religiosa, según Jaspers, permite ir más allá del tiempo y el espacio.

 

Hermann Rorschach (1884 – 1922) acuñó el término Psicodiagnóstico, comparó pinturas de pacientes neuróticos con pinturas de pacientes psicóticos y se interesó en las relaciones entre arte y psiquiatría. Su prueba proyectiva de inspiración psicoanalítica (llamada Test de Rorschach en su honor) es aún muy utilizada para evaluar la personalidad. 

 

Otto Rank (1884 – 1939) propuso que la relación terapéutica debe permitir al paciente pensar más creativamente, disfrutar más el aquí y el ahora, desaprender pensamientos autodestructivos y sentirse más a gusto con lo que es. Consideró las neurosis como patrones destructivos derivados del estancamiento de la creatividad. Investigó acerca de la personalidad de los artistas, el psicoanálisis del arte, el aprender-haciendo, las restricciones sociales a la vida creativa (y el cómo superarlas), los mitos sobre héroes y el trauma del nacimiento.

 

Luis López de Mesa (1884 – 1967) estudió la importancia de los factores culturales y de crianza en la personalidad de los individuos, señalando que en ciertas regiones o países se estimulaban más ciertas actitudes o conductas que otras (y que ello producía las diferencias de comportamiento, y aún de temperamento, vistas en distintos grupos culturales pertenecientes a la misma raza y a la misma nación). 

 

Karen Horney (1885 – 1952) destacó por situar el origen de la neurosis en la indiferencia parental, lo que genera en el niño un sentimiento de falta de calidez y lo lleva a desarrollar unos patrones anómalos de comportamiento (a los que llamó Necesidades Neuróticas): necesidad de afecto y aprobación, necesidad de alguien (o algo, como un gobernante, un partido político o un movimiento social) que le solucione los problemas, necesidad de reconocimiento y prestigio, necesidad de admiración, necesidad de poder, necesidad de dominio, necesidad de manipulación (querer usar a los demás), necesidad de éxito personal, necesidad de perfección (con pavor al fracaso).

 

Hans Prinzhorn (1886 – 1933) fue el padre de la Arteterapia, indagó sobre los procesos de creación artística en los enfermos mentales, y amplió la colección (iniciada por Kräpelin) de pinturas realizadas por pacientes de diversos hospitales psiquiátricos alemanes.

 

Frederic Charles Bartlett (1886 – 1969) fue el precursor de la Psicología Cognitiva. Estudió exhaustivamente las funciones superiores, en especial la memoria y el pensamiento. Abordó la religión como experiencia, creencia y acción. También investigó fenómenos sociales como los ritos de iniciación, la psicología de masas y la propaganda política. En su Teoría de la Memoria sostuvo que los recuerdos no son procesos mentales productivos, sino procesos mentales reconstructivos que mezclan los datos reales con esquemas mentales propios del sujeto (y, en consecuencia, distorsionados por su cultura, sus ideales, sus valores, su estado emocional y sus intereses).

 

Max Wertheimer (1880 - 1943), Kurt Koffka (1886 - 1941), Wolfgang Kohler (1887 - 1967) y Kurt Lewin (1890 - 1947) estructuraron la Psicología de la Gestalt con sus aportes a los campos de la percepción y el aprendizaje. Sostuvieron el principio de que “el todo es más que la suma de las partes”: estudiar el todo de la experiencia es más fecundo que estudiar aspectos aislados de la experiencia, pues la mente usualmente procesa información simultáneamente, mucho más que secuencialmente.

 

Gregorio Marañón y Posadillo (1887 – 1960) inventó la Psicohistoria como un intento de acercamiento clínico a los grandes personajes de la Historia, concluyendo que los líderes políticos en realidad no actúan movidos por las ideas, sino por motivaciones egoístas, emociones e instintos.

 

Kurt Schneider (1887 - 1967) estableció la diferencia entre Depresión Endógena (de origen biológico) y Depresión Reactiva (secundaria a una pérdida o dificultad existencial), definió el Trastorno Delirante Crónico y estableció las diferencias entre la psicosis esquizofrénica y otras psicosis. Encontró los síntomas de primer rango de la Esquizofrenia: alucinaciones auditivas complejas (consistentes en voces que repiten los pensamientos del paciente, o que hablan entre ellas sobre los pensamientos, las emociones o la conducta del paciente, o que discuten entre ellas los pensamientos del paciente antes de que ocurran), la experiencia subjetiva de ideas o pensamientos ajenos insertados en el propio pensamiento (inserción de pensamiento), la experiencia subjetiva de que el propio pensamiento puede ser escuchado por los demás (radiodifusión del pensamiento), la experiencia subjetiva de que los propios pensamientos son robados por otra persona o entidad (robo de pensamiento), la experiencia subjetiva de que los pensamientos, las emociones, las sensaciones corporales y aún los movimientos son generados por una persona o entidad ajena (experiencias de pasividad), la presencia de ideas delirantes primarias (tal como las definió Jaspers, el otro eminente investigador de la Escuela de Heidelberg) y la percepción delirante (la creencia de que la percepción normal tiene un significado especial, oculto a los demás).

Ahondó en la caracterización de los síntomas positivos (delirios, alucinaciones) y los síntomas negativos (aplanamiento afectivo, anhedonia, deterioro cognitivo, hipobulia o abulia, aislamiento social) de la Esquizofrenia. Definió con claridad el Trastorno de Personalidad Psicopático, Sociopático o Antisocial: inmoralidad o amoralidad, desprecio por el prójimo, desdén por las leyes y las normas, ausencia de culpa o remordimiento frente a los delitos cometidos, incapacidad para sentir compasión o misericordia, impulsividad y conservación del juicio de la realidad (con lo que se distanció de Bleuler, que consideró a la psicopatía un tipo de psicosis).  

 

René Árpád Spitz (1887 – 1974) encontró que la deprivación afectiva provocaba marasmo y muerte en los neonatos, así los hospitales y las Unidades de Cuidado Neonatal tuvieran profesionales idóneos y contaran con instalaciones y tecnología de primera calidad. Con un método experimental, y apoyándose en cámaras de video, comparó niños con sus madres presentes, recibiendo caricias y otros cuidados maternos permanentemente, con niños huérfanos o abandonados que sólo interactuaban con el personal sanitario unos pocos segundos. Encontró que los primeros se recuperaban más rápidamente y se volvían más fuertes y vigorosos, mientras que aquellos carentes de afecto primero lloraban inconsolable y ruidosamente, tratando de atraer la atención de los adultos, luego exhibían movimientos cefálicos de balanceo y a final caían en un estado de apatía e indiferencia que los llevaba a la muerte. Llamó a este fenómeno Depresión Anaclítica (Hospitalismo en su grado más extremo), y propuso que era debido a la sensación de pérdida del objeto amado (la madre), puesto que al asignarles a estos niños enfermeras entrenadas para interactuar amorosamente con ellos no sólo se evitaba su muerte, sino que también se lograban sorprendentes recuperaciones. También notó que había un período crítico de tres a cinco meses, a partir del cual la deprivación afectiva resultaba en un deterioro rápido y usualmente fatal.

En otros estudios, halló que las fallas en la nutrición y el afecto afectaban a los niños abandonados por sus madres, disminuyendo su inteligencia y su iniciativa. En cambio, niños bien nutridos y tratados con cariño por sus cuidadores en los orfanatos desarrollaban bien sus funciones cognitivas. A raíz de esto, y de sus estudios sobre depresión anaclítica, fomentó en hospitales, orfanatos y hogares de paso el trato afectuoso y el contacto físico amable, el entrenamiento de médicos y enfermeros en patrones de comunicación amorosa (que incluían que se alimentara directamente a los bebés, cargándolos y hablándoles), el uso de fórmulas nutricionales completas y de juegos y decoración adecuada en las habitaciones de cuidados neonatales y pediátricos.

Spitz también contribuyó a una mayor comprensión del psicodesarrollo, describiendo unos Organizadores Psíquicos universales: la sonrisa del tercer mes de edad (todo niño sano responde con una sonrisa a cualquier persona que le sonría, incluso al dibujo de un rostro humano), la angustia frente a los extraños del octavo mes (que demuestra que ya identifica plenamente a sus padres y familiares más cercanos) y la comunicación semántica, específicamente la aparición del NO, entre los nueve y los doce meses (que protege al bebé,  ayudándolo a poner límites). Alrededor de dichos organizadores se desarrollan las Etapas del Desarrollo Afectivo: Pre-Objetal (0 a 3 meses; el niño no sabe diferenciar su cuerpo de otros seres externos; termina con la aparición del primer organizador), Objeto Precursor (3 a 7 meses; identifica ya al rostro materno como algo diferente de él; termina con el surgimiento el segundo organizador) y Objeto Real (8 a 12 meses; ya diferencia a la madre como un ser que lo alimenta, lo ama y lo protege, y empieza a sentir el temor de perderla; termina con el uso del no, el tercer organizador).    

 

Ernst Kretschmer (1888 – 1964) describió el Estado Vegetativo Persistente (llamado Síndrome de Kretschmer en su honor), los temperamentos Hiperestésico (sensible, hiperreactivo) y Anestésico (frío, hiporreactivo), y los Tipos de Carácter Asténico (delgado, pequeño, débil, de poco peso, tendiente a la esquizofrenia, la esquizoidia y la esquizotipia), Atlético (musculoso, grande, débil, de peso medio, irascible) y Pícnico (gordo, circular, con sobrepeso, tendiente a la ciclotimia y la bipolaridad).

 

Theodor Reik (1888 – 1969), tras atender muchos hombres aterrorizados y devastados tras su reclutamiento obligatorio durante la Primera Guerra Mundial, investigó la neurosis de guerra inicialmente descrita por su maestro Freud, describiendo las reviviscencias y la hipervigilancia (dos criterios semiológicos para el diagnóstico del Trastorno por Estrés Postraumático, como se le conoce en la actualidad a dicha patología). Después abordó síntomas como el tartamudeo y el rubor como expresión y al mismo tiempo autocastigo de impulsos inconscientes reprimidos, la culpa, el masoquismo y las lesiones autoinfligidas (a las que consideró una “victoria a través de la derrota, al permitirle al paciente mostrar algo de fuerza emocional y de capacidad para provocar culpa en sus familias). 

 

William Ronald Dodds Fairbairn (1889 – 1964) consideró que la libido estaba en busca de objeto (y no en busca de placer, como creían muchos de sus contemporáneos), y que los primeros objetos investidos de libido por el niño son sus padres. La relación con ellos determinará en el futuro la forma en la que se relacione con el resto de la gente. Si los padres son mentalmente sanos, se orientará con realismo hacia los demás (que serán objetos reales), buscando contactos genuinos. Si los padres son patológicos y no satisfacen las necesidades del niño, se relacionará de forma poco realista (más influenciada por sus objetos internos que por la realidad) con los demás (que serán objetos no reales, fantaseados y distorsionados), vivenciados como Objetos Malos o Rechazadores. Postuló que el Yo del infante se disociaría frente a las actitudes inadecuadas de los padres (abuso, maltrato, indiferencia o abandono), y que se acostumbraría a disociarse, incluso en la edad adulta, ante situaciones estresantes.

En la génesis del Trastorno Esquizoide, Fairbairn señaló la vivencia de un mundo hostil y aburrido (en el niño carente de afecto y/o expuesto a ataques) concurrente con un mundo interior rico, tranquilo y poblado de objetos internos agradables o al menos más manejables. Eso, y cierta actitud de omnipotencia ante el mundo, daría la tendencia esquizoide a vivir aislado de los demás y sumido en su mundo. También estudió el Trastorno por Estrés Postraumático.

 

Edward Lazell utilizó entre 1918 y 1921 la Psicoterapia de Grupo para pacientes psicóticos y con Trastorno por Estrés Postraumático que regresaban de la carnicería y los horrores de la Primera Guerra Mundial, brindando un modelo que brindaba consejos sensatos, apoyaba en las crisis, y permitía que los pacientes se identificaran unos con otros de manera espontánea y amable.

 

Jakob Levy Moreno (1889 – 1974) creó el Psicodrama, un modelo terapéutico que busca despertar la creatividad, la espontaneidad y el empoderamiento de los pacientes, realizable en formato individual o grupal. Desarrolló conceptos como Encuentro Terapéutico (confluencia de voluntades en busca de un objetivo común: la salud mental, vivida como superación de barreras, atascos e inhibiciones emocionales), Análisis de la Red de Apoyo Social (lazos comunitarios que sirven de soporte genuino a la persona), Sociograma (esquemas gráficos de las redes sociales de cada sujeto) y Sociometría (cuantificación de las interacciones sociales entre el paciente y sus redes de apoyo). Además, muchas de las técnicas ideadas por él (silla vacía, monólogo, tienda mágica, autopresentación, autorrealización, doble múltiple, espejo, juego de roles, inversión de roles, proyección al futuro, técnica onírica, expresión total, psicodrama analítico, paciente in absentia, improvisación espontánea, dramatización de cuentos de hadas) son ampliamente utilizadas por miles de psicoterapeutas de distintas escuelas alrededor del mundo.     

 

Franz Gabriel Alexander (1891 – 1964) fue uno de los fundadores de la Psiquiatría de Enlace, e hizo valiosos aportes a la Medicina Psicosomática y la Criminología Psicoanalítica. Describió cómo puede estructurarse un Superyo corruptible (estricto en las minucias y flojo en lo esencial, con una falsa moral automática), y cómo dicha peculiaridad era muy frecuente en personas aparentemente honorables y cumplidoras de la ley (apegadas a la ley de forma farisaica, pero dispuestas a acomodar la moral según lo que les conviene), trabajó en la relación entre el Complejo de Castración (al final de la Etapa Fálico-Edípica) en la formación del Carácter (al que concibió como un resultado de la relación entre natura y nurtura, entre biología y educación, entre fuerzas dinámicas internas y ambiento social y crianza), definió el Carácter Neurótico (movido por lo inconsciente, frecuentemente irracional y desfasado de las necesidades reales de la persona) y estableció el Paso al Acto (Acting Out) como un conjunto de acciones neuróticas encadenadas que no se adaptan a la realidad pero cumplen la función de aliviar tensiones inconscientes. 

Hizo hincapié en la relación entre el psiquismo y el resto del organismo, señalando que muchas enfermedades corporales se asocian (como causas, como consecuencias y como comorbilidades frecuentes) con enfermedades mentales: hipotiroidismo con trastornos depresivos, hipertiroidismo con trastornos de ansiedad, síndrome de intestino irritable y úlcera gastroduodenal con el trastorno obsesivo de personalidad, obesidad con trastorno afectivo bipolar y trastornos del control de los impulsos, cefaleas y lumbagos tanto con trastornos depresivos como ansiosos, hipertensión arterial esencial con personalidades obsesiva y narcisista, psoriasis y urticaria con personalidades ansiosas, alopecia en parches con estrés, tendencia a desarrollar cáncer con rencores y odios, etcétera.

Siguiendo a Freud y Groddeck, trató de contribuir al tratamiento de las enfermedades orgánicas con una psicoterapia psicoanalítica que desarrolló especialmente para el ámbito hospitalario, siendo con ello uno de los pioneros de la Psicoterapia de Apoyo. Se dio cuenta que dicha terapia tenía que ser más corta, focalizada en los aspectos actuales (la vivencia de la enfermedad) y centrada en el alivio del dolor, el rescate de la autoestima y la adecuada adaptación del paciente a su nueva realidad (el diagnóstico, el tratamiento, las posibles deformidades o secuelas, los reajustes laborales y familiares). Consideró que todas las psicoterapias bien hechas eran experiencias emocionalmente correctivas, pues permitían al paciente entender y superar sus taras y afrentar con nuevas herramientas las situaciones difíciles que lo habían hecho sufrir en el pasado.

En equipo con Freud y Ferenczi definió los conceptos de Adaptación Autoplástica (el sujeto trata de cambiar y ajustarse él mismo, modificando su ambiente interno) y Adaptación Aloplástica (el sujeto trata de cambiar la situación, modificando el ambiente externo) como dos formas en las que el organismo reacciona frente a las situaciones estresantes. En esa misma vía, Alexander trató de dilucidar los sutiles mecanismos por medio de los cuales la persona experimenta adaptaciones de ambos tipos en el continuo salud-enfermedad, adelantándose varias décadas a la Psiconeuroinmunoendocrinología. 

 

Herbert Stack Sullivan (1892 – 1949) fue el padre de la Psicoterapia Interpersonal. En este modelo las relaciones interpersonales y las influencias culturales, políticas, económicas y sociales tienen tanto peso como las tendencias genéticas, los instintos y los conflictos no resueltos. Insistió en que los psiquiatras debían prestar tanta atención a las interacciones como a los fenómenos intrapsíquicos, porque la soledad y la ausencia de relaciones significativas eran las más dolorosas de las experiencias humanas. Postuló que el Self se desarrollaba en la niñez y se fortalecía a lo largo de la vida gracias a las relaciones humanas cálidas y aseguradoras, las afirmaciones positivas y los actos que le mostraran al psiquismo sus capacidades y aumentaran la autoestima. También creyó que en las relaciones humanas existían Interacciones Sanas, alimentadoras del Self, e Interacciones Paratáxicas (rígidas, patológicas, en ocasiones hostiles, limitadas a un esquema de acción-reacción). Estas últimas producirían Distorsiones Paratáxicas, alteraciones en la percepción y la evaluación de los demás (teñidas de desconfianza y enmarcadas en patrones patológicos de interacción). Se aventuró a efectuar tratamientos psicoanalíticos en pacientes esquizofrénicos, con resultados mixtos (les fue mejor a los pacientes con alto funcionamiento y sin marcado deterioro cognitivo).  

 

Siegfried Bernfeld (1892 – 1953) fue un pionero en la atención psicológica y pedagógica a la población infantil víctima del desplazamiento forzado durante la Primera Guerra Mundial, y estudió las aplicaciones del psicoanálisis a la pedagogía, la pulsión de muerte y los detonantes sociales de la neurosis. También describió cinco distintos tipos de interpretación en el proceso analítico: intencional, funcional, diagnóstica, de traducción simbólica y existencial.   

 

James Wenceslas Papez (1883 - 1958) describió el circuito cerebral que forma parte del sistema límbico y está relacionado con el control y la expresión de las emociones, retomando los trabajos de Broca.  

 

Honorio Ramón Delgado Espinoza (1892 – 1969) escribió sobre la necesidad de rehumanizar la ciencia, la ecología, la formación espiritual del individuo, la semiología psiquiátrica y la personalidad y sus trastornos. Estudió sobre los desórdenes cognitivos de los pacientes esquizofrénicos, señalando su atelesis (ausencia de actividad finalística) y la escisión entre su Yo y sus contenidos de conciencia. 

 

Friedrich Salomon Perls (1893 – 1970) creó la Terapia Gestalt, encaminada a que el paciente identifique, asuma y viva intensamente el presente, el momento actual (con sus sensaciones, percepciones, reacciones corporales y respuestas conductuales), se conecte consigo mismo y se disponga a una apertura libre, desinhibida y amable hacia los demás. Lo que aprendió de Goldstein, Reich, Moreno y Smuts lo condensó en un abordaje psicoterapéutico espontáneo, fresco y muy singular, que enfatiza la responsabilidad personal, la autorregulación y la búsqueda honesta de la realización personal.

 

Henry Alexander Murray (1893 – 1988) desarrolló la Personología, una teoría sobre el desarrollo de la personalidad basada en las necesidades y las presiones (lo instintivo y lo social). Para él, el sujeto responde dinámicamente a los distintos estímulos de su ambiente, su personalidad no es fija (puede cambiar y progresar, pues sigue desarrollándose a lo largo de la vida) y siempre estará inmerso en un ciclo de búsqueda de novedad y excitación (en el que se suceden indefinidamente la tensión psicológica y los actos destinados a relajar dicha tensión). Desarrolló el Test de Apercepción Temática (TAT).

 

Karl Augustus Menninger (1893 - 1990) fundó la primera clínica psicoanalítica del mundo, fue crítico con el sistema carcelario estadounidense de su época (abogando por mayores posibilidades de reeducación y readaptación de los presos) y estudió nuevas posibilidades de psicoterapia breve de orientación psicodinámica.

 

Alfred Charles Kinsey (1894 – 1956) fundó la Sexología e hizo de ella una disciplina científica y respetable. Contradijo la idea de Freud de que el orgasmo vaginal era superior al orgasmo clitoridiano, concibió la homosexualidad pura y la heterosexualidad pura como dos polos de un mismo espectro en el que caben todo tipo de variaciones, y encontró que muchas mujeres eran frígidas por culpa de una educación prejuiciosa que les inculcaba el miedo a los hombres y al sexo.

 

Heinz Hartmann (1894 - 1970) fue uno de los fundadores de la Psicología del Yo, enfatizó en que muchas de las funciones yoicas podían mantenerse aún a salvo en las psicosis esquizofrénicas, y que por ello se podía hacer en esos pacientes un tipo de psicoterapia enfocada en la adaptación, la mejoría de las relaciones interpersonales y la recuperación de la funcionalidad y la autoestima.

 

Gregorio Bermann (1894 – 1972) analizó los factores sociales, antropológicos y económicos subyacentes a los trastornos psiquiátricos, reconceptualizó la psiquiatría social y describió las peculiaridades de los adolescentes y adultos jóvenes en Occidente.

 

William Griffith Wilson (1895 – 1971) y Robert Holbrook Smith (1879 – 1950) fundaron Alcohólicos Anónimos, un modelo de comunidad terapéutica de apoyo que sigue siendo exitoso en la actualidad.

 

Adrian Keith Graham Hill (1895 – 1977) creó la Arteterapia, alentando a los enfermos mentales a sentirse mejor (y, a veces, sanarse) con el uso de la pintura y la escultura.

 

Anna Freud (1895 – 1982), hija de Sigmund Freud, describió el ascetismo como mecanismo de defensa; realizó investigaciones en psiquiatría infantil y fue una gran difusora de la obra de su padre.

 

Lev Vigotsky (1896 – 1934), con su Teoría Sociocultural, estableció que la adquisición del lenguaje y el psicodesarrollo en general sucedían gracias a la interacción social, en la que el sujeto lo recibía todo de parte de la cultura en la que nacía: lengua, valores, criterios morales, normas de conducta y otros productos culturales. El individuo, así concebido, era un mero producto social, y la sociedad podía absorberlo, modelarlo y disponer de él a su antojo. Por tal motivo, la doctrina de Vigotsky fue considerada la única escuela psicológica válida en la Unión Soviética, mientras esta duró (1922-1991).

 

Michael Balint (1896 - 1970) fue el padre de la Psicoterapia Focal, describió a la madre como el primer objeto de amor y señaló que buena parte de los abandonos e impases en los procesos terapéuticos se daban porque el terapeuta no captaba las peticiones silenciosas (las necesidades no verbalizadas) del analizado. Junto con su esposa Enid Balint (1903 - 1994) creó un tipo de psicoterapia de grupo para el personal de salud (Grupo Balint), muy útil para prevenir el desgaste clínico y mejorar el clima laboral.

 

Donald Woods Winnicott (1896 – 1971) estudió las Funciones Maternas (nutrición, sostén, acicalamiento, satisfacción de necesidades y otros cuidados maternos), a las que definió como el fundamento del vínculo madre-bebé, y de la salud mental posterior. Señaló las cualidades de la buena madre (capaz de entregarse a su hijo sin egoísmo, estableciéndolo como su prioridad vital, y al mismo tiempo lo suficientemente sensata como para no excluir al padre, aceptando la sana triangulación), insistiendo en que no había madres perfectas, pero que bastaba ser una madre suficientemente buena (sin narcisismos patológicos, fiel a su deber, dispuesta a hacer sacrificios en aras del bienestar de su hijo). Hizo una interesante analogía entre el maternaje y la psicoterapia: el terapeuta, como una buena madre, debe ser paciente y cuidar, sostener en los momentos difíciles, identificar las necesidades del paciente y satisfacerlas, soportar algunas de sus inmadureces y niñadas, saber cuándo intervenir (con una interpretación) en el momento justo.

Con respecto a las conductas disociales menores de la infancia (robos de juguetes u objetos de escaso valor material, oposicionismo, desafío a las figuras de autoridad), identificó que la mayoría de ellas eran una petición de ayuda: o es un niño deprimido y/o excluido pidiendo a gritos atención, o es un niño en una situación de ruptura y dolor psíquicos (necesitado de un ambiente seguro y del genuino interés por parte de los adultos). Eso sí, tuvo la claridad suficiente como para señalar ciertas conductas como francamente psicopáticas (robos mayores, daños a la propiedad privada, maltrato y crueldad con animales u otros niños, mentiras graves y delitos cometidos con plena consciencia de la inmoralidad del acto). Hipotetizó que los niños y adolescentes delincuentes desaparecerían el día en que en el mundo no hubiera matrimonios rotos, ni familias fragmentadas, ni situaciones socio-económicas difíciles (desempleo de los padres, falta de vivienda propia, desnutrición, escasez de oportunidades), ni limitaciones o discriminaciones en el sistema educativo.

Determinó que una de los logros más importantes de la niñez era el de llegar a ser, a sentirse alguien real. Ser, más que hacer o tener. Sobre dicho sentimiento se estructura el Verdadero Self, que permite conservar la identidad y la coherencia de valores, e interactuar de forma asertiva, espontánea y genuina desde que se es pequeño (en el juego compartido con otros niños) y, obviamente, en el resto de interacciones sociales de la adultez. Por el contrario, si el niño no logra la sensación de ser y existir realmente, y sufre la tragedia de ser definido por lo que tiene o hace, crece creyendo que es más importante poseer o hacer que ser, y terminará estructurando un Falso Self: su vida terminará siendo una falsa actuación en la que no tendrá ni ideas ni criterios propios, una farsa en la que tratará de quedar bien con todos pero no amará a nadie, una constante hipocresía en la que la sensación de futilidad y vacío existencial terminará por estructurar una personalidad corruptible, camaleónica, mentirosa, de valores y posturas fácilmente cambiables, impredecible e infeliz.            

Winnicott siempre fue un convencido de que el juego era clave para el bienestar emocional y la estructuración del psiquismo: jugando se aprende, se hacen amigos, se va definiendo la propia identidad (en la interacción con el mundo y con los otros). El juego es una especie de Espacio Transicional que permite volver al gozo de las primeras semanas de vida junto a una madre suficientemente buena. Y gracias al juego, en la adultez, la vida sigue siendo interesante y sabrosa, real, digna de ser vivida. Sostuvo que el hombre sano nunca para de jugar: la creación literaria o artística, los viajes, el buen humor, el deporte, la exploración y el deseo de conocer la naturaleza son tipos de juego adulto (maduro, sano y deseable). En cambio, el sujeto enfermo deja de jugar, se niega a conocer, se vuelve acartonado y aburrido, ve la vida pasar por la ventana mientras está esclavo de sus rutinas. 

Descubrió que los niños sanos tendían a preferir ciertos juguetes (blandos, abrigadores, manipulables, usualmente felpudos) que funcionan como Objetos Transicionales (recreadores de los primeros momentos de la relación entre el niño y su madre, y por lo tanto, reaseguradores y tranquilizadores), mientras que los niños psicóticos (especialmente aquellos del espectro autista) prefieren juguetes duros, fríos y metálicos, con los que no juegan en realidad (los Objetos Autísticos). También usó el juego en su técnica psicoanalítica: animaba a sus pacientes a pintar, garabatear y colorear, consciente del aspecto proyectivo de la expresión artística. Describió que los niños eran más propensos a revelar sus fantasías, conflictos y experiencias traumáticas a través de juguetes y dibujos (y no tanto verbalmente).

 

Jean Piaget (1896 – 1980) creó la Epistemología Genética y fue el padre del Constructivismo como teoría del conocimiento. Después de trabajar con Binet y Simon, se dio cuenta que los niños tendían a contestar sistemáticamente de la misma manera a ciertas preguntas del test de inteligencia en determinados rangos de edad, de lo que concluyó que en cada momento de su psicodesarrollo el niño tenía cierta forma de razonar y representarse el mundo. Describió los procesos de asimilación (introyección de datos, incorporación de conocimientos nuevos) y acomodación (organización de dichos conocimientos dentro de la estructura de conocimientos previos, que a su vez produce una modificación de dicha estructura), y señaló que el conocer es un espiral en ascenso, lleno de nuevas asimilaciones y acomodaciones, proceso de nunca acabar que permite al mismo tiempo madurar mentalmente y profundizar en el dominio del mundo.

Siguiendo a Kant, indicó que el hombre conoce (y organiza sus conocimientos) a través de esquemas (grupos de conceptos en los que se combinan representaciones, escenarios y secuencias, categorizados de manera innata). Dichos esquemas se van complejizando en la medida en que transcurre el psicodesarrollo (por lo que las estructuras cognitivas van evolucionando con el paso del tiempo), iniciando como Esquemas Conductuales (patrones organizados de conducta que responden a ciertos objetos y experiencias), Esquemas Simbólicos (codificación de objetos en imágenes o códigos verbales, que los convierten en símbolos mentales) y Esquemas Operacionales (actividad mental en la que se concatenan los datos, símbolos y saberes para producir nuevos conocimientos y solucionar problemas de complejidad creciente).

También postuló cuatro Estadíos del Conocimiento: Sensoriomotor (0 a 2 años), en el que el niño es egocéntrico (no es capaz de percibir el punto de vista del otro), adquiere reacciones circulares primarias y secundarias y conoce el mundo a través de sus sentidos y su conducta motora; Preoperacional (2 a 7 años), en el que aún no puede manipular mentalmente la información ni acceder a la lógica concreta pero ya tiene internalizados ciertos esquemas mentales simples (que puede combinar y recombinar), entiende el concepto de permanencia de objeto, coordina reacciones circulares terciarias, tiene un pensamiento mágico e intuitivo, es capaz de armar conceptos y ya accede a la función simbólica (es capaz de imaginar, representar, recordar y pintar distintos seres en su mente, sin tenerlos a la vista); Operacional Concreto (7 a 11 años), en el que puede hacer operaciones complejas mentalmente, pensar lógicamente y entender conceptos como el de reversibilidad o irreversibilidad, y realizar categorizaciones y clasificaciones sofisticadas; Operacional Abstracto o De Operaciones Formales (de los 12 años en adelante), cuando ya desarrolla el pensamiento abstracto, forma esquemas complejos, hace metacogniciones, es capaz de entender la lógica aristotélica y la lógica matemática, y puede resolver problemas de complejidad cada vez mayor (en la medida en que va madurando).

 

Otto Fenichel (1897 - 1946) estudió las vicisitudes del tratamiento psicoanalítico, la sexualidad femenina, el Complejo de Edipo y el Complejo de Electra, el sentimiento de triunfo (con el que la persona logra remover ciertas ansiedades e inhibiciones neuróticas) y el trofeo (un derivado superyoico que simboliza el reconocimiento parental).

 

Wilhelm Reich (1897 – 1957) fue partidario de conocer el hogar y la familia del paciente, y encontró que muchas de las neurosis estaban asociadas con la pobreza, la violencia y los estilos de crianza tiránicos. Estudió sobre la formación del carácter, los trastornos de personalidad, la psicología de masas, los sistemas totalitarios y la interacción entre vida psíquica y realidad sociopolítica. Acuñó el término Revolución Sexual, y fue uno de sus principales promotores.

 

Wilfred Ruprecht Bion (1897 - 1979) estudió exhaustivamente el fenómeno de Contratransferencia y describió los conceptos de Contaminación (el acercamiento prejuicioso y sesgado al paciente y al proceso analítico, derivado de otras fuentes de información distintas del psicoanalista), Aparato de Pensar Pensamientos (estructura mental encargada de asimilar la información del entorno, muchas veces caótica y difícil de elaborar, y convertirla en ideas, categorías y conceptos organizados y más sencillos de manejar), Función de Ensueño o Reverie (capacidad para entender e identificar qué es lo que necesita el bebé en un momento dado, típica de las buenas madres, que permite interpretar adecuadamente sus señales, tales como ciertos tipos de llanto; asimismo, capacidad del terapeuta para organizar los elementos dispersos y desorganizados del paciente, y habilidad para devolvérselos mejor digeridos, más claros y más manejables por parte de su psiquismo), Elementos Beta (ideas, sentimientos, gestos, gritos, lloriqueos y otros productos psíquicos del paciente, que éste arroja al analista durante la sesión, a la espera de la debida elaboración y digestión de su parte, y de la retroalimentación respectiva), Elementos Alfa (los mismos elementos beta que el psicoterapeuta devuelve al paciente, debidamente organizados y metabolizados, verbalmente codificados, listos para ser pensados), Emergencia de la Verdad (el encuentro con la realidad pura, objetiva, libre de prejuicios, que permite el autoconocimiento y el crecimiento), Función Alfa (uno de los aspectos de la Función de Reverie del terapeuta, consistente en cambiar las experiencias psíquicas, somáticas o afectivas del paciente que funcionan como elementos proto-mentales, a palabras y conceptos claros y trabajables, que ya son elementos mentales), Conocimiento o Función K (la capacidad de aprender de la experiencia, propia o ajena, que incluye aceptar las interpretaciones del analista que pueden ser un conocimiento útil), Ataque al Vínculo (vicisitudes, acciones o actitudes del paciente que ponen en riesgo la relación y la alianza terapéuticas) y Función -K (todo lo que impida aprender de la experiencia, propia o ajena, y que se puede ver como una devaluación de la persona o del conocimiento del terapeuta).

En cuanto a su experiencia como terapeuta de grupo, Bion definió la triada relacional L (Love, Amor), H (Hate, Odio) y K (Knowledge, Conocimiento), siendo las dos primeras las clases de relaciones que constituyen los escenarios más usuales (y más básicos) de las transferencias y contratransferencias. La tercera clase de relación (K) permite la Función K (el aprendizaje) en el grupo, que asume con madurez que el analista no es para amar ni odiar, sino para trabajar, y que de su experiencia de vida, y de la psicoterapia en sí, se puede extraer conocimiento útil. En cambio, las situaciones como la Reversión de la Perspectiva (la incapacidad para ver determinado problema desde otros puntos de vista distintos al propio, una severa rigidez del pensamiento que imposibilita el abordaje racional de la situación) provocan un escenario –K. También describió la Proyección de Grupo (todo lo que un miembro del grupo diga o haga ilumina lo que dicho miembro piensa del grupo, y su propia personalidad), la Desindividuación (fenómeno de los grupos consistente en la evasión inconsciente y la fusión con la masa, con los consiguientes fenómenos de negación, difusión de identidad y anonimato), la Elección del Líder de Grupo (señalando la triste tendencia de los seres humanos a seguir a los líderes con características histriónicas malignas, narcisísticas, paranoides y/o psicopáticas), el Trabajo de Grupo (en el que todos los miembros del grupo llegan a lo que vinieron, buscando conocimiento y mejoría), los Supuestos Básicos del Grupo (Dependencia, Lucha o Huída, Emparejamiento) y la Identificación Proyectiva (en la que un miembro del grupo asume pensamientos, fantasías o actitudes de otro miembro, y que son parte del self de ese otro miembro proyectadas para dañarlo, poseerlo y/o controlarlo).

 

Margaret Mahler (1897 – 1985) estudió la Psicosis Simbiótica Infantil, a la que definió como una perturbación muy grave de la individuación en la que el niño regresa a esa especie de simbiosis que tenía con su madre antes de los cuatro o cinco meses de vida, no la diferencia como un objeto externo, se siente fusionado a ella y la trata como una prolongación de su yo. También postuló la Teoría de Separación-Individuación con respecto al psicodesarrollo infantil, describiendo una Fase Autística Normal (primeras semanas de vida) en la que el niño estaría absorto en sí mismo, una Fase Simbiótica Normal (hasta los cinco meses) en la que el niño no tiene aún sentido de individualidad y se percibe unido a su madre, y una Fase de Separación-Individuación (de los cinco meses a los dos años) en la que se empieza a percibir como individuo, se diferencia claramente de las otras personas y empieza a explorar el mundo (y que, de fallar, genera individuos incapaces de mantener su identidad individual en la adultez).

 

Mario Montessori (1898 – 1982) continuó el legado de Maria Montessori, de quien fue hijo y estrecho colaborador; realizó grandes aportes a la psicopedagogía y sostuvo la existencia de ciertas conductas humanas universales e innatas, como la de organizar y categorizar las cosas de su entorno. 

 

Henry Ey (1900 - 1977) fue neurólogo, psiquiatra, filósofo y psicoanalista. Fue el padre de la Psicología Organodinámica, buscando unificar Neurología, Psiquiatría Biológica, Psicodinamia y Psicología. Destacó como semiólogo y psicopatólogo. Organizó el primer Congreso Mundial de Psiquiatría.

 

Erich Seligmann Fromm (1900 -1980) fundó la Psicología Política y realizó aportes en la definición del amor, la libertad, la creatividad, las necesidades básicas, las orientaciones del carácter, la alienación y los peligros de los sistemas políticos autoritarios.

 

Harry James Samuel Guntrip (1901 – 1975) señaló que en el Trastorno Esquizoide de la Personalidad habría una regresión del yo, una sensación de vacío en el ambiente (en contraste con el deleite en el propio mundo, que se vive como rico y variado), una falta de energía y una incapacidad para establecer relaciones humanas significativas.

 

Milton Hyland Erickson (1901 – 1980) destacó por la manera ingeniosa y creativa con que abordó a sus pacientes, apuntando siempre a la solución estratégica de sus problemas y a cambios duraderos en sus formas de afrontar la vida. Para muchos, fue el psicoterapeuta más original y efectivo de todos los tiempos. Mezclando estrategias hipnoterapéuticas, cognitivistas y lingüísticas, y sobre una base teórica (teórica, no técnica) psicoanalítica, estableció un modelo de terapia directo, cálido, novedoso en sus intervenciones (ordalía, ilusión de las alternativas, metáforas, parábolas, empoderamiento, sugestión, confrontación, actuación, prescripción del síntoma, amplificación de la desviación, siembra de ideas, uso de la paradoja, trabajo de campo) y en el uso de técnicas descritas por otros (Moreno, Perls, White) pero modificadas por él para enfatizar lo positivo, sacudir los pensamientos y hábitos maladaptativos, y provocar una reformulación de las ideas y una reorganización de la conducta.  

 

Jacques Lacan (1901 - 1981), representante del Postestructuralismo, aportó al Psicoanálisis conceptos como el de Estadío del Espejo (periodo de la infancia formativo de la función del Yo, en el que a partir de la experiencia visual y emocional de mirarse al espejo se establece una relación libidinal con la propia imagen corporal reflejada), la Función Paterna (educar, enseñar las normas y dar a conocer el mundo al infante, además de protegerlos a él y a la madre), la Ley del Padre (el sentido de lo lícito y lo ilícito, de lo bueno y de lo malo, que el padre inculca en el niño ayudándole en la conformación de su Superyo), el Otro (la formación de la alteridad y de la capacidad de reconocer al prójimo, dada por la triangulación Padre-Madre-Hijo y por la presentación del mundo efectuada por el padre), el Orden Simbólico (el universo lingüístico de significados y significantes que el ser humano va adquiriendo desde que empieza a vivir), el Imaginario (las fantasías y los relatos, muchas veces imaginarios, que hacen parte de la sociedad), lo Real (lo ontológicamente absoluto), el Deseo (que implica un reconocimiento por parte del otro y una subversión del sujeto, en la que el otro es visto como deseable en la medida en que es deseable también por otros) y la Castración (todo lo que mutila y constriñe al psiquismo, desde las primeras normas hasta la muerte, que él consideró la gran castración). Investigó también en torno a los instintos, el narcisismo, los mecanismos de defensa (añadiendo a ellos la forclusión) y la homosexualidad. En cuanto a la práctica psicoanalítica, postuló el tiempo variable de la sesión y el aprovechamiento de los momentos críticos durante la cita.

 

Leon Joseph Saul (1901 - 1983) introdujo varias innovaciones dentro del psicoanálisis, con modificaciones en el encuadre clásico tales como las visitas domiciliarias y el apoyo telefónico. También desarrolló cuestionarios para medir el funcionamiento yoico, y un interesante modelo de aproximación biológica al comportamiento humano.

 

Alexander Luria (1902 – 1977) fue el padre de la Neuropsicología y la Psicosemántica. Describió las funciones corticales, los principales síndromes neuropsicológicos y los abordajes clínicos para localizar la lesión cerebral subyacente a cada síntoma. Muchas de sus pruebas siguen siendo utilizadas. 

 

Carl Rogers (1902 - 1987) forjó la Terapia Centrada en el Cliente, un tipo de psicoterapia humanista basada en estos principios: todo individuo vive en un mundo en constante cambio, reacciona según lo que experimenta y percibe del mundo (y que se convierte en su realidad), diferencia su self en la medida en que se va diferenciando de dicho entorno, aprende a evaluar a los demás y a interactuar con ellos, se encamina a buscar, actualizar o adquirir nuevas experiencias (para conservarse y para mejorar), de eso que experimenta en el mundo puede simbolizar algunos datos (y organizarlos en relación con su self) mientras que a otros los ignora (si no son significativos) y a otros les niega la simbolización (o les asigna una simbolización distorsionada, al ser significativos pero inconsistentes con la estructura del self), establece una escala de valores y la mayoría de sus conductas son consistentes con los valores de su self.

El ajuste psicológico es la asimilación (simbolización y organización) de las experiencias tanto viscerales como sensoriales en un nivel simbólico coherentemente relacionado con el self. El desajuste psicológico se produce cuando las experiencias viscerales o sensoriales significativas son consideradas incompatibles con los valores (y, por tanto, por el self), y se les niega la simbolización y la organización, con lo que adquieren una connotación generadora de tensión y conflicto. El individuo sano es capaz de aceptar, simbolizar y comprender aún ese tipo de experiencias desagradables, así nunca las incorpore a su self. De otro lado, en la medida en que la estructura del self va nutriéndose y creciendo con la incorporación de nuevas experiencias simbolizadas, va reemplazando sus antiguos valores por unos nuevos, o los va ampliando, en un proceso de re-evaluación y re-conocimiento indefinidos. 

Con respecto al desarrollo de la personalidad, Rogers estableció principios en vez de estadíos; consideró que el principal suceso del psicodesarrollo era el logro del self bien estructurado (el paso del self indiferenciado al self plenamente diferenciado). Quienes se desenvuelven en un ambiente lleno de experiencias positivas no condicionadas tienen la oportunidad de actualizar (y diferenciar) plenamente su self. Quienes lo hagan en un ambiente de experiencias positivas condicionadas se acostumbrarán a actualizar su self (y sentirse bien) solamente si se sienten dignos de ello. A quienes les va peor es a aquellos que crecen en un ambiente de experiencias negativas, en quienes hay gran riesgo de una pobre diferenciación del self.

En cuanto a la salud mental, postuló el concepto de Persona Plenamente Funcional: continuamente en busca de desarrollar su potencial, abierta a la experiencia, con un estilo relacional maduro, dispuesta a vivir plenamente cada momento, congruente, adaptable, espontánea, tolerante, sincera, sin prejuicios ni bloqueos mentales, espiritual, libre en sus elecciones, creativa, dispuesta a aprender y a recibir críticas constructivas, respetuosa de las normas sociales pero no cohibida por ellas, lista para disfrutar todo lo que venga de la vida (el amor y el desamor, el placer y el dolor, el miedo y el coraje, etcétera). En cambio, la Persona Disfuncional destaca por su hipocresía, su rigidez, su incongruencia, su incapacidad para vivir la vida tal como es, la brecha entre sus ideales y su conducta. El extremo de dicha disfunción estaría escenificado en la enfermedad mental, la irracionalidad, la desorganización psíquica y la violencia.

Rogers también destacó por su compromiso con la defensa de las libertades individuales y los ideales democráticos; criticó duramente las dictaduras (como la soviética, de la que siempre fue un detractor) y los sistemas totalitarios que se disfrazan de democracias, a los que consideró contrarias al desarrollo de una sana personalidad. 

 

Erik Homburger Erikson (1902 - 1994) fue uno de los fundadores de la Psicología del Yo, e investigó acerca de las crisis de identidad y los momentos coyunturales de las distintas etapas de la vida, desarrollando una bien cimentada Teoría del Desarrollo Psicológico. Según su modelo, el hombre estructura su psiquismo en la medida en que se desenvuelve en relación con su entorno, crece, aprende, asume nuevos roles y responsabilidades y va definiendo su identidad.

En la infancia temprana, entre los 0 y 18 meses, el conflicto básico se da entre confianza y desconfianza. Una buena madre se asegura de cuidar, nutrir y dar muestras constantes de ternura al bebé, con lo que en él irá cimentándose la sensación de que puede confiar en el otro. Una mala madre, en cambio, le transmitirá que el mundo es inconsistente e impredecible, y provocará que no pueda entablar relaciones de confianza en el prójimo.

En la infancia tardía, de los 18 meses a los 3 años de edad, el conflicto está entre la autonomía y la duda, y entre la autonomía y la vergüenza. Unos buenos padres se aseguran de apoyarlo en sus primeras muestras de independencia, y de facilitarle las sensaciones de logro y autoeficacia cada vez que haga las cosas bien por sí mismo. Unos malos padres, por el contrario, lo harán dudar de sus capacidades y lo harán sentir incompetente y necesitado de ayuda en todo.

En la edad preescolar (3-5 años) el conflicto es iniciativa versus culpa. El niño interactúa con otros niños de su edad y crea sus primeros juegos y actividades grupales. Si los padres son buenos, le permitirán tomar decisiones, y él desarrollará confianza en su habilidad para liderar a otros. Si no lo son, no lo dejarán tomar decisiones, y el niño sentirá culpa cuando quiera tomarlas, y preferirá ser un seguidor en lugar de un líder.

En la edad escolar (6-11 años) se da un conflicto entre la laboriosidad y la inferioridad. El niño está comparándose con otros niños, tanto en las reuniones familiares como en el vecindario o el colegio, y capta la disparidad en las habilidades y los talentos. Un buen profesor (o un buen padre) se asegura de que ningún niño se sienta inferior, ayudándole a encontrar aquellas situaciones en las que puede sobresalir, y direccionando adecuadamente aquellas cualidades con las que puede destacar. Un mal profesor (o un mal padre) insistirá en sus errores e incapacidades, cuestionará las actividades que emprenda, y lo hará sentirse menos que los demás.   

En la adolescencia (12-18 años) el conflicto será identidad contra confusión de roles. El adolescente se pregunta sobre sí mismo, qué hará en la vida, cuál es su lugar en el mundo. Empezará a definir sus creencias, metas y valores. Un buen profesor (y un buen padre) le permitirá explorar, conocer y dar sus primeros pasos hacia la singularidad de su carácter. Un mal profesor (y un mal padre) le impondrá sus puntos de vista y le prohibirá dar muestras de independencia, ridiculizará sus intentos de diferenciación, o peor aún, lo empujará hacia la confusión de roles (o no le ayudará a despejar sus dudas al respecto) y el adolescente no tendrá claro si es hombre o mujer, si es creyente o ateo, si es de cierta confesión o de otra, si simpatiza por un movimiento político o por otro, si se identifica con cierta persona o con otra, si quiere imitar a tal ídolo juvenil o a tal otro, etcétera, y al final terminará siendo un sujeto sin identidad, sin autonomía y sin criterio, sugestionable y cambiante, fácilmente arrastrable por la presión de grupo y muy probable víctima de los manipuladores (que lo usarán como idiota útil).

En la adultez temprana (18-40 años) el conflicto será intimidad versus aislamiento. El adulto sano debe aprender a amar, y realizar las acciones pertinentes (invitar a salir a quien desea, cortejar, establecer un noviazgo serio, comprometerse y casarse). De su capacidad para formar relaciones sanas con otras personas, podrá intimar y establecer un vínculo verdadero. Por el contrario, el adulto que no pudo obtener los logros de los anteriores estadíos, será muy temeroso a la hora de generar lazos con los demás, no se atreverá a manifestarle su amor a alguien, o peor, no aprenderá a amar: se relacionará de manera hostil y/o egoísta, sin pensar en las necesidades de su pareja, maltratando y dañando a quienes encuentre a su paso.

En la adultez intermedia (40-65 años) habrá conflicto entre generatividad y estancamiento. El adulto sano trabajará con gusto en lo que eligió, buscará aprender y perfeccionarse en su profesión, contribuirá a la sociedad con sus habilidades, disfrutará de su matrimonio y su familia, vivirá la vida con un propósito. El adulto patológico, por el contrario, será infeliz, mediocre e improductivo en su carrera, se encerrará en sí mismo, será incapaz de sacar adelante su matrimonio y su familia, y vivirá con la sensación de ser un inútil.

En la madurez (65 años en adelante) el conflicto será entre la integridad y la desesperación. El adulto sano vivirá optimista y lleno de esperanza, aceptará las dificultades inevitables y aprovechará las cosas buenas de la vejez, recordará con gusto las victorias y se reirá de las derrotas, buscará dejar un legado a las siguientes generaciones, disfrutará de sus amigos y familiares, conservará la calma frente a la realidad del paso de la vida terrena a la vida eterna. El enfermo, en cambio, derrochará pesimismo y desesperanza, se entristecerá por los cambios inherentes al envejecimiento, rumiará rencores y buscará pleitos con todo el mundo, será incapaz de dejar un legado, será un desastre en su vida familiar, y se sentirá aterrado ante la cercanía de la muerte.   

 

David John Impastato (1903 – 1986) y Renato Almansi (1909 – 2000) demostraron clínicamente y a gran escala la utilidad de aplicar choques eléctricos a los cerebros que se mantenían estancados en la sintomatología psiquiátrica activa, corroborando las observaciones de Cerletti y Bini. Sin embargo, los abusos y atropellos cometidos utilizando dicha técnica (incluso en torturas perpetradas por regímenes tiránicos alrededor del mundo) sembraron bastantes dudas sobre ella en el ámbito académico. En la actualidad, dicho tratamiento sólo es ético cuando se hayan agotado previamente todas las estrategias farmacológicas y psicoterapéuticas, se cumplan los criterios clínicos que lo indiquen y se realice con anestesia y miorrelajación con supervisión de un anestesiólogo en un pabellón quirúrgico bien equipado. 

 

Konrad Zacharias Lorenz (1903 - 1989) fue, junto a Nikolaas Tinbergen y Karl von Frisch, el fundador de la Etología. Describió ciertos aprendizajes ocurridos en un periodo crítico de la vida, detrás de los cuales hay una base instintiva (innata): las improntas. Señaló que la mayoría de las improntas tienen que ver con el apego. Desarrolló la idea de que existen patrones de acción fijos, también de naturaleza innata, que se traducen en mecanismos instintivos de conducta. Encontró también que los estímulos supernormales (por ejemplo, de un tamaño mayor que el natural) tienden a disparar dichos patrones de acción más poderosamente que los estímulos naturales de dichos comportamientos.    

 

Bruno Bettelheim (1903 – 1990) realizó aportes a la psicoterapia de los niños (insistiendo en un abordaje horizontal, respetuoso, franco y comprensivo), describió el antecedente de madres emocionalmente frías e inexpresivas en los niños autistas, escribió sobre el comportamiento de los individuos y los grupos en situaciones extremas (basado en su experiencia como prisionero en un campo de concentración) y realizó un interesante análisis de los cuentos de hadas europeos.

 

Henri Caffarel (1903 – 1996) trabajó toda su vida con matrimonios y familias, dando diversas estrategias para fortalecer la comunicación (diálogo conyugal) y superar los diversos obstáculos a los que se enfrentan los esposos a lo largo de sus ciclos vitales personal y familiar.

 

Gregory Bateson (1904 – 1980) desarrolló la Teoría Sistémica y estableció la teoría del doble vínculo para explicar el cómo se hacen esquizofrénicas las personas que ya traen una tendencia biológica. Dicho doble vínculo consiste en un patrón patológico de comunicación al interior de ciertos sistemas familiares: el futuro paciente recibe, cuando es niño, mensajes contradictorios (o mensajes cargados de ironía y excesivas posibilidades de interpretación) que le generan estrés y conflicto.

 

Burrhus Frederic Skinner (1904 – 1990) fue uno de los representantes del Conductismo Radical, en el que se asumen todos los actos humanos como simples respuestas conductuales y se niega la existencia de conceptos como el libre albedrío. Describió conceptos como Refuerzo Positivo, Refuerzo Negativo y Condicionamiento Operante. Insistió en la necesidad de ofrecer a los pacientes con adicciones otro tipo de ambientes distintos a los asociados al consumo (ámbitos en los que el paciente estaba ya condicionado a consumir, pues en ellos abundaban los estímulos detonantes de dicha conducta). Sobresalió además como inventor, con artefactos como la Cámara de Condicionamiento Operante (llamada también Caja de Skinner), la Cuna de Aire (con la que buscaba dar a los bebés un ambiente con temperatura y humedad controladas, y a las madres un mueble fácil de limpiar) y la Máquina de Enseñanza con preguntas y respuestas acerca de su modelo terapéutico.

 

Angel Garma Zubizarreta (1904 – 1993), discípulo de Eitingon y Reik, estudió la transferencia y los procesos subyacentes a la sanación en el tratamiento analítico, los orígenes sociales de la neurosis y el sadomasoquismo en la conducta. 

 

Emmanuel Mounier (1905 – 1950) creó el Personalismo como escuela filosófica y psicológica abanderada de la solidaridad y el pacifismo, cuyo objetivo es el testimonio del amor cristiano (más allá de la fama o el éxito material).    

 

George Alexander Kelly (1905 – 1967) fue el padre de la Psicología Cognitiva Clínica y el creador de la Teoría Constructivista de la Personalidad, en la que definió que los sujetos eran como eran a partir de sus constructos o esquemas (percepciones, formas de ver la vida y el mundo).

 

Viktor Emil Frankl (1905 – 1997) fundó la Logoterapia y el Análisis Existencial; el concepto clave en su modelo fue el del sentido de la vida. Creyó que la búsqueda de sentido era la principal fuerza motivadora en el hombre, y que la ausencia de sentido era un factor de riesgo para los trastornos mentales, especialmente las adicciones y los trastornos depresivos.

Se basó en la voluntad de significado expuesta por Kierkegaard, en oposición a la voluntad de poder expuesta por Nietzsche y la voluntad de placer respaldada por Freud. Estableció estos principios de la logoterapia: la búsqueda de sentido es el instinto más fuerte; la vida puede tener sentido y significado en todas las circunstancias, aún en las más difíciles y/o miserables; es lícito, válido y posible vivir una vida con sentido; toda persona tiene libertad para encontrar sentido en la actividad que le plazca, siempre y cuando sea ética y responsable.

Con respecto a la cultura occidental, Frankl señaló que lo ganado en cuanto a Libertad no había sido suficiente, porque aún faltaba mucho con respecto a la Responsabilidad. La libertad irresponsable, desde su punto de vista, había degenerado en arbitrariedad, hedonismo, indiferencia y caos. Como superviviente de los campos de exterminio nazis, insistió en que ningún sistema político o económico tenía derecho a desconocer los derechos del individuo. Asimismo, fue crítico de los regímenes de izquierda, que además de asfixiar la individualidad trataban de aniquilar uno de los mayores dones de la especie humana: su espiritualidad.

Definió la Neurosis Noogénica como la sensación de vacuidad y ausencia de significación asociada a aburrimiento, apatía y estancamiento vital, producto de la frustración existencial que se produce en el hombre cuando desconoce o reprime su dimensión nooética (religiosa), y encontró que su prevalencia había aumentado desde el auge de las distintas doctrinas ateas de finales del siglo XIX.

 

Enrique Pichon-Riviere (1907 – 1977) creó la terapia de grupo llamada Grupo Operativo, en la que aunó los conceptos de homeostasis, cibernética y dialéctica.

 

Nikolaas Tinbergen (1907 - 1988) estudió los comportamientos de organización, elicitación y jerarquización social entre animales. Observó que en los animales aterrorizados se daban las mismas posturas catatónicas descritas por Kahlbaum, y que el estrés provocaba hipersexualidad, hipercinesia, agresividad y comportamientos estereotipados. Encontró que en los mamíferos superiores, incluidos los humanos, la sobreestimulación sensorial en la infancia puede causar Trastornos de Ansiedad y Trastornos por Déficit de Atención.

 

John Bowlby (1907 – 1990) se interesó en el desarrollo del niño y estructuró una Teoría del Apego desde una perspectiva biológica, etológica y evolutiva. Definió conceptos como Base Segura (el lugar, no necesariamente físico, al que se regresa cuando hay necesidad de protección y apoyo, y en el que se encuentran los padres, las figuras de apego primordiales, que cuidan, ayudan y nutren), Cuidados Paternos (las conductas desplegadas por los buenos madres, y que garantizan la supervivencia y la salud mental del bebé), Estabilidad y Labilidad Ambiental (cada especie tiene su carga genética y su diseño, y se estresa y enferma, o se fortalece y sana, en determinados ambientes), Vínculo (lazo entre el niño y sus padres, innato e instintivo), Ansiedad de Separación (la experiencia angustiosa de verse separado de sus cuidadores a una edad en la que aún el psiquismo no es capaz de soportarlo), Patrón de Apego (estado de seguridad, ansiedad o temor de la persona en sus relaciones con los demás, determinado en gran parte por la accesibilidad y capacidad de respuesta de sus principales figuras de afecto), Apego Seguro (vínculo sereno, efectivo y gratificante con los padres, que permite tolerar después la distancia y otros tipos de separación), Apego Inseguro (vínculo ansioso, inestable y dañino, que forma adultos con graves problemas para relacionarse de forma madura) y Modelos Internalizados (patrones de apego introyectados por el niño en su interacción con sus padres, que luego guiarán sus sentimientos, pensamientos y expectativas a la hora de establecer relaciones de pareja y otros tipos de interacciones).

Para clasificar los distintos tipos de apego, Bowlby diseñó la Situación Extraña, una coyuntura artificialmente creada para analizar el comportamiento del niño. Si hubo un apego seguro entre él y sus padres, mantendrá la calma y desplegará estrategias racionales para resolver dicha situación. Si hubo un apego ansioso, se desmoronará emocionalmente, o se aterrorizará. También encontró que en quienes se comportan de forma agresiva y sociopática existen serios trastornos del apego, que en la interacción entre los padres y los hijos es más importante la calidad que la cantidad del tiempo compartido, y que el proceso de apego no es específico para determinado sexo: los niños se apegan a un cuidador amoroso, responsable o sensible, sea hombre o mujer, sea su padre o su madre (en los hogares sanos, son ellos dos unas adecuadas figuras de apego, y generan un apego seguro).    

 

Arnaldo Rascovsky (1907 - 1995) estudió el filicidio y las distintas formas de violencia perpetradas contra el niño y el adolescente, educó a los padres de familia con respecto a las adecuadas formas de crianza, postuló una teoría del psiquismo fetal e indagó en los fenómenos de la guerra, el servicio militar y el aborto como derivados culturales del impulso filicida universal.

 

Jean Delay (1907 – 1987), Henri Laborit (1914 – 1995) y Pierre Deniker (1917 – 1998) marcaron una época, al realizar estudios clínicos y establecer la clorpromazina (un neuroléptico típico) como el primer tratamiento farmacológico eficaz de las psicosis esquizofrénicas. Con ello, dieron inicio a la Psicofarmacología propiamente dicha.

 

Abraham Harold Maslow (1908 – 1960) postuló una jerarquía de necesidades (llamada hoy Pirámide de Maslow) según la cual la salud mental dependería de ir en ascenso, satisfaciendo primero las necesidades instintivas y llegando al final a las más sublimes (el autoconocimiento y la trascendencia). También fue el padre de la Psicología Humanista, centrada en el valor intrínseco de la persona humana, los aspectos positivos de la personalidad, el aquí y el ahora, la toma de responsabilidad del paciente con respecto a sus actos y la búsqueda del autoconocimiento y el crecimiento personal. De ese modo, la psicoterapia dejó de centrarse en los aspectos negativos y patológicos para centrarse en los aspectos positivos y saludables de los consultantes.

 

Maurice Merleau-Ponty (1908 – 1961) realizó aportes a la Fenomenología y la Semiología Psiquiátrica con sus estudios sobre la conciencia, la corporalidad y la percepción. Consideró al cuerpo como la encarnación de la subjetividad intencional, primera instancia a través de la cual el hombre conoce el mundo.

 

Alexander Mitscherlich (1908 – 1982) desarrolló la medicina psicosomática y también sobresalió como historiador del arte, pero su principal aporte estuvo en el análisis de los médicos que se prestaron a realizar torturas y experimentos claramente inmorales con prisioneros de los campos de concentración nazis. Con respecto a los motivos de la mayoría de la sociedad alemana para seguir dócilmente los malvados designios de Hitler, encontró que el nacionalismo, la soberbia de creerse un pueblo superior, la tendencia a obedecer ciegamente a los superiores, la escasa hospitalidad con el foráneo, la rígida disciplina y la incapacidad para sentir culpa o remordimiento fueron la perdición para su país.

 

Rita Levi-Montalcini (1909 – 2012) investigó las neuropatías periféricas y la relación entre los fenómenos inflamatorios y la neurodegeneración, y descubrió, junto a Stanley Cohen (1922 - 2020), el Factor de Crecimiento Neuronal.

 

Eric Berne (1910 – 1970) fue el padre del Análisis Transaccional, y sostuvo que la terapia psicoanalítica, más que hacer consciente lo inconsciente, debía conocer las transacciones sociales del paciente. Utilizó la escritura de guiones y otras técnicas narrativas para que el paciente pudiera identificar sus formas insanas de interacción. Aplicó la Teoría del Juego a las relaciones humanas, encontrando que muchas personas establecen relaciones patológicas tipo Juego de Suma Cero en las que una parte gana todo a expensas de la otra (que pierde todo), o tipo Juego de Todos Ganan en las que el paciente, aunque aparentemente se beneficia, en realidad se cohíbe socialmente y se perpetúa en su rol de enfermo. Señaló que las personas interactúan en tres modalidades o facetas de la personalidad a las que llamó Estados del Ego: Padre (Estado Heteropsíquico, en el que no se tiene un criterio propio y se funciona según lo aprendido de los padres), Niño (Estado Arqueopsíquico, en el que se actúa infantilmente, con gran libertad aunque también de forma inmadura y atolondrada) y Adulto (Estado Neopsíquico, en el que se adquieren una autonomía, una madurez y una racionalidad adaptativas).    

 

Joseph Gaither Pratt (1910 – 1979) fue un psicólogo interesado en estudiar científica y cuantitativamente fenómenos tales como la percepción extrasensorial, la telepatía y la psicoquinesis.

 

Otto Allen Will (1910 – 1993) fue un abanderado del uso de las comunidades terapéuticas de apoyo, la psicoterapia de grupo y la psicoterapia individual en pacientes esquizofrénicos y bipolares, siguiendo el modelo Interpersonal de su maestro Sullivan.

 

David Rapaport (1911 – 1960) desarrolló la Psicología del Yo. Postuló que la personalidad del individuo explica tanto su comportamiento como sus respuestas en las distintas pruebas psicométricas. Fue el primero en hablar de estilos cognitivos, estilos de afrontamiento y percepción subliminal.

 

Julián De Ajuriaguerra Ochandiano (1911 - 1993) fue un estudioso de la interacción entre los factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales implicados en el psiquismo de los niños.

 

Heinz Kohut (1913 – 1981) fue el gran teórico del Trastorno Narcisista de la Personalidad. Definió conceptos como empatía (participación afectiva del terapeuta en la realidad personal del paciente, dada por la capacidad de sentir las sensaciones que el otro está sintiendo), narcisismo sano (autoestima saludable con aceptación de los propios defectos, el proceso natural de envejecimiento y la realidad de la muerte), transferencia narcisista (situación en la que el paciente intenta inconscientemente rivalizar con el terapeuta, o imitarlo, o ser superior a él, al sentirse amenazado al revelar asuntos que considera no son coherentes con la imagen grandiosa que se ha construido de sí mismo) y narcisismo patológico (comportarse de manera egoísta y desconsiderada, ser incapaz de reconocer los propios errores, interactuar con las personas sólo en términos de dominancia y jerarquía, asumir que se es digno de tener privilegios y un trato especial, creerse más talentoso o más importante o más valioso de lo que realmente se es, sentirse superior a todos los demás, sentir celos del éxito ajeno, explotar y manipular a los otros de forma sistemática, tener baja autoestima pero aparentar una personalidad arrolladora y situarse en posiciones de mando para disimular el sentimiento de incapacidad).

Al desarrollar la Psicología del Self, rechazó el modelo estructural (Superyo, Yo, Ello) de Freud y propuso que las diferencias entre dichas estructuras no eran más que tres modalidades funcionales del propio Self (al que consideró, en consecuencia, un Self tripartito), evidenciables en la relación con los demás. En vez de focalizarse en los instintos, los conflictos internos o los contenidos inconscientes, Kohut insistió en el aspecto relacional de la vida psíquica, postulando que si los psicoanalistas querían sanar de verdad, debían enfocarse más en las vicisitudes relacionales de sus consultantes. También realizó estudios sobre psicoanálisis aplicado y se opuso a la Guerra de Vietnam (1955–1975). 

 

Adam Limentani (1913 – 1994) buscó conciliar los modelos psicoanalíticos freudiano y kleiniano, y lanzó una teoría de la experiencia infantil.

 

Roger Wolcott Sperry (1913 – 1994) describió la importancia del cuerpo calloso y los fenómenos de lateralización y especialización de las funciones cerebrales

 

Albert Ellis (1913 – 2007) desarrolló la Terapia Racional Emotiva, precursora de la Terapia Cognitivo-Conductual. Abogó por un estilo de psicoterapia activo y directivo, presto a detectar y corregir las creencias del paciente que lo llevan al sufrimiento o al autosabotaje. También sostuvo que buena parte de los errores y las malas decisiones que toman las personas se deben a la irracionalidad, la rigidez y el pobre concepto de sí mismas, y que la terapia debía hacerlas más racionales, flexibles y seguras.

 

Elias Hull Porter (1914  - 1987) desarrolló las ideas de Fromm y Rogers, buscando aproximaciones no directivas y una actitud empática del terapeuta para favorecer la construcción del pensamiento en psicoterapia. Creó la Teoría de la Conciencia Relacional, según la cual la conducta está determinada por la suma de motivaciones, oposiciones, fortalezas, debilidades, relaciones, experiencias, cogniciones, conciencia situacional y habilidades comunicativas. También hizo aportes a la psicología organizacional y a la evaluación psicológica y psicométrica.

 

Joseph Wolpe (1915 – 1997) formuló el principio de Inhibición Recíproca (complementariedad tensión-distensión simultánea entre dos reacciones psicológicas) y determinó que la respuesta ansiosa frente a ciertos estímulos puede ser rivalizada e inhibida por una nueva respuesta antagónica, como la relajación. Propuso el método de Desensibilización Sistemática para el tratamiento de las fobias.

 

William Masters (1915 - 2001) y Virginia Johnson (1925 - 2013) hicieron un abordaje de laboratorio de la sexualidad humana, describiendo las fases del Ciclo de Respuesta Sexual Humana (Excitación, Meseta, Orgasmo y Resolución) y teorizando acerca del diagnóstico y el tratamiento de las disfunciones sexuales.

 

Jerome Seymour Bruner (1915 – 2016) brilló por sus aportes a la psicología cognitiva y la psicología de la educación, haciendo hincapié en la necesidad de empoderar a los estudiantes y hacerlos protagonistas de sus procesos de aprendizaje (sacándolos de su rol pasivo tradicional). Insistió en que aprender era conceptualizar caracterizar con el fin de simplificar la interacción con la realidad y facilitar la acción sobre ella. Dicha conceptualización iba unida, según él, a procesos de categorización, selección de información, simplificación de realidades, asociación, comparación, generación de proposiciones, y generación y verificación de hipótesis. Tal como Piaget, entendió que los saberes se iban construyendo progresivamente, en un proceso dinámico de creación de nuevas categorías y modificación de categorías preexistentes. E igual que Kant, señaló que la estructura cognitiva previa del aprendiz moldeaba en cierta medida sus nuevos conocimientos: postuló que los modelos mentales (a los que llamó Esquemas) organizaban las nuevas experiencias y contextualizaban cada actualización de la información.

 

Virginia Satir (1916 – 1988) fue una de las pioneras de la psicoterapia familiar, abordando dichos sistemas como un microcosmos necesitado de patrones pacíficos y claros de comunicación. Ayudó a cientos de familias en proceso de reconstrucción.

 

Hans Jürgen Eysenck (1916 – 1997) estableció que las diferencias interraciales en los resultados de las pruebas de inteligencia aplicadas de forma no científica en Inglaterra y Estados Unidos a inicios del siglo XX se debían a factores ambientales (muchas eran pruebas diseñadas para personas anglosajonas blancas de clase alta, y tenían ítems que no entendían bien las personas de otros grupos sociales) y no a situaciones reales de inferioridad o superioridad racial. Encontró que las personalidades del grupo C tendían a desarrollar cáncer, y señaló abiertamente que el cigarrillo era cancerígeno en una época en la que la industria tabacalera hacía sobornos para que las autoridades políticas no consideraran el tabaquismo como un problema de salud pública. Creó una Teoría Dimensional de la Personalidad, en la que los niveles de Extraversión (grado de desinhibición, impulsividad y vitalidad), Neuroticismo (grado de inestabilidad emocional y tendencia a la depresión y la ansiedad) y Psicoticismo (grado de extravagancia y vulnerabilidad a las psicosis), determinan los distintos tipos. Asimismo, consideró los rasgos genéticos como fundamentos o unidades básicas de la personalidad, aunque tampoco negó la influencia de los padres, la crianza y el ambiente social. 

 

Francis Crick (1916 - 2004) destacó como investigador y genetista al inicio de su carrera (fue, junto a James Watson, el que postuló la estructura en doble hélice de la molécula ADN humano). Estableció que muchos de los padecimientos mentales tenían, además de causas sociales, culturales, biográficos y de crianza, un origen genético. Al final de su vida realizó importantes aportes en el campo de la Filosofía de la Mente, la Epistemología y la Neurofilosofía.

 

Mauricio Goldenberg (1916 - 2006) desarrolló un modelo interdisciplinario de psiquiatría comunitaria adaptado a las realidades culturales latinoamericanas, en el que se integraban conceptos psicoanalíticos y sistémicos.

 

Thomas Gordon (1918 – 2002) investigó las estrategias de comunicación y resolución de conflictos que permitían mejorar las relaciones entre padres e hijos. Usando la escucha activa de su maestro Rogers, y con una filosofía de evitar cualquier tipo de coerción y permitir ganar a ambas partes en conflicto, creó una estrategia (el Método Gordon) que luego fue muy usada en todo tipo de negociaciones. También fundó una de las primeras Escuelas de Padres, el Entrenamiento en Efectividad Parental.

 

Henri Tajfel (1919 – 1982) sobresalió por sus investigaciones sobre los aspectos cognitivos de los prejuicios y la identidad social, que según él nacían de la tendencia humana a categorizar y asignar identidades según dichas categorías. Junto a John Turner (1947 - 2011) desarrolló la Teoría de la Identidad Social (la tendencia humana a agruparse, de forma innata, según categorías y clases sociales que conforman grupos excluyentes, construyendo una parte de su identidad sobre la base de su membrecía, y de sus barreras frente a quienes consideran “ajenos” o no pertenecientes a su colectividad).

 

Leon Festinger (1919 - 1989) describió la Disonancia Cognitiva (sentir tensión, disconfort y malestar cuando se tienen cogniciones en conflicto, o cuando la persona está teniendo un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias) y la respuesta usual frente a ella (generar nuevas ideas y creencias con el objetivo de reducir el conflicto, con lo cual se reduce la disonancia y se logra un sistema de ideas más coherente entre las distintas cogniciones y conductas).

 

Ricardo Horacio Etchegoyen (1919 – 2016) fue un estudioso de la teoría y la técnica del Psicoanálisis, la homosexualidad femenina, las perversiones de la transferencia y los estilos de interpretación.

 

San Juan Pablo II (nacido Karol Wojtyla, 1920 - 2005) aportó conceptos sociológicos y filosóficos claves para entender al ser humano en la neoposmodernidad: Cultura de la Vida (pacifismo, tolerancia, caridad y amor por el prójimo), Cultura de la Muerte (terrorismo, belicismo, intolerancia, abortismo), Amor Responsable (solidario, respetuoso, favorecedor del crecimiento personal), Objetalización del Otro (instrumentalización del prójimo: usarlo para luego desecharlo, acercarse a él sólo con fines egoístas), Antropología Cristiana (ver al hombre como criatura encaminada a Dios y a los más nobles ideales) y Teología del Cuerpo (rescate del cuerpo como posibilidad de ser y estar en el mundo, con una dignidad que le es propia).

 

George Armitage Miller (1920 – 2012) encontró la capacidad de procesamiento de información promedio en los seres humanos (5 a 9 bloques de información) y acuñó el término “memoria de trabajo” para el tipo de memoria que va íntimamente ligado con la atención (y por ende, con el lóbulo frontal).

 

León Grinberg (1921 – 2007) describió la Contraidentificación Proyectiva (fenómeno contratransferencial del analista acaecido por una identificación proyectiva masiva que supera las barreras sanas de su psiquismo, consistente en que el terapeuta termina actuando como si fuera alguien completamente ajeno, respondiendo a la propia identificación proyectiva provocada por el paciente excesivamente perturbado), y aclaró que este fenómeno sólo podía ser establecido si varios tratantes experimentaban la misma respuesta contratransferencial con dicho paciente. 

 

Paul Watzlawick (1921 - 2007), representante del Constructivismo Radical y de la Teoría de la Comunicación, realizó numerosos aportes a la Psicoterapia de Pareja y la Psicoterapia de Familia como miembro del Grupo de Palo Alto (California). Describió cómo interactuaban los miembros de numerosas familias enfermas, encontrando que suele haber muchos errores en la comunicación, por varias causas (no se escuchan atentamente, no hablan el mismo lenguaje, no tienen el mismo punto de vista sobre determinados términos, no retroalimentan lo comunicado), y cómo estos patrones alterados de comunicación influyen negativamente en el psicodesarrollo, generando diversas patologías mentales.

También evidenció que el paciente psiquiátrico es muchas veces el síntoma de una familia disfuncional, y que a veces juega un rol funcional en la homeostasis familiar (actuando de chivo expiatorio de todos los trastornos al interior del sistema). Estableció, junto con Janet Beavin Bavelas (n. 1940) y Donald de Ávila Jackson (1920 – 1968), los Cinco Axiomas Básicos de la Comunicación: toda conducta es una forma de comunicación, toda comunicación tiene una metacomunicación (comunica más de lo simplemente manifiesto en el discurso, y permite nuevas comunicaciones acerca de lo comunicado), la naturaleza de una relación depende de los acentos y las interpretaciones que ambos miembros de la relación den a lo comunicado, la comunicación incluye modalidades digital y analógica, la comunicación entre humanos es siempre o simétrica (si es entre iguales) o complementaria (si hay diferencias de jerarquía o poder).

 

Aaron Temkin Beck (n. 1921) creó la Terapia Cognitiva y la Terapia Cognitivo-Conductual, dos modelos de psicoterapia sumamente eficaces en el tratamiento de los Trastornos Depresivos, los Trastornos de Ansiedad, los Trastornos de la Conducta Alimentaria y los Trastornos del Control de los Impulsos. En su trabajo con pacientes depresivos, encontró que ellos necesitan consejería y apoyo activo de parte del terapeuta, algo diferente del enfoque psicoanalítico freudiano. Definió conceptos como cognición negativa, pensamiento automático, creencia central y reestructuración cognitiva. También desarrolló las escalas autoaplicadas para depresión y ansiedad que llevan su nombre.

 

José Bleger (1922 – 1972) fue el primero en hablar de Simbiosis, a la que definió como una estrecha interdependencia entre dos personas (no necesariamente la madre y el niño) en la que ambas unen las partes más inmaduras de su psiquismo, se conciben como una unidad fusionada, se inhiben mutuamente y se alían para funcionar de forma casi psicótica.

 

Stanley Schachter (1922 – 1997), un autor e investigador prolífico, hizo grandes contribuciones a la psicología social y la psicología cognitiva. Describió fenómenos comunicativos al interior de los grupos como la construcción de la identidad, el liderazgo, la persuasión, la presión, la transmisión de rumores y la cohesión. En cuanto a la obesidad, encontró que por lo general se asociaba a deseos insatisfechos de inclusión y compañía, autoimagen distorsionada y dificultad para satisfacerse. Con respecto al comportamiento criminal, evidenció que los delincuentes neuróticos solían tener buen pronóstico y podían cambiar y corregir el rumbo de sus vidas, mientras que los psicópatas (antisociales) tenían la tendencia a reincidir y a no sentir remordimiento ni deseo de cambio.

Después de acompañar a cientos de familias, dedujo ciertas problemáticas asociadas al orden de nacimiento de los hijos: a) los hermanos mayores tendían a asumir un rol de adultos más temprano, tendían más a los trastornos depresivos y solían sentirse muy presionados en cuanto al logro del éxito económico y social; b) los hermanos de la mitad corrían el riesgo de estancarse, tener poca iniciativa y no lograr una identidad definida; c) los hermanos menores podían prolongar demasiado su adolescencia, ser más promiscuos que el resto, quedarse solteros por el miedo a asumir compromisos a largo plazo y desarrollar más fácilmente algunas adicciones.  

Con gran coraje intelectual demostró el enorme poder adictivo de la nicotina y describió la dependencia al tabaco y al cigarrillo magistralmente, en una época en la que la industria tabacalera negaba dicha adicción, y no se amilanó frente a los diversos ataques que dichas empresas urdieron contra él y su obra. También señaló el síndrome de abstinencia que enfrentaban quienes trataban de dejar de fumar, e ideó algunas estrategias para superarlo. Asimismo, estudió cómo las compañías solían manipular y engañar al consumidor, y cómo funcionaban los mercados y se tomaban decisiones económicas de forma claramente emocional. 

Junto a Jerome Everett Singer (1934 – 2010), Schachter postuló la Teoría de los Dos Factores de las Emociones. En dicha teoría, toda emoción implica cierto grado de activación fisiológica y determinada atribución (etiqueta) cognitiva. Las respuestas del organismo no serían siempre provocadas por determinadas cogniciones (resultado de la evaluación cognitiva de la situación), sino que las cogniciones serían también el resultado de las interpretaciones que las personas hacen de las respuestas de su cuerpo. La intensidad de las emociones sería baja, media o alta. La cualidad de las emociones estaría dada por el tipo de emoción (alegría, ira, miedo, tristeza) o por la combinación de ellas.

 

Jay Douglas Haley (1923 – 2007), discípulo de Erickson, desarrolló la Psicoterapia Estratégica y sobresalió como terapeuta de matrimonios y familias. En su modelo el terapeuta toma directa responsabilidad del proceso, y no teme influir en el consultante; de hecho, esclarece problemas bien delimitados y despliega una estrategia específica para cada uno de ellos. Partidario de las terapias breves, señaló estas claves para una intervención exitosa: identificación de problemas solucionables, definición de metas (a corto, mediano y largo plazo), diseño de intervenciones para lograr dichos objetivos, evaluación de las respuestas y de los resultados.

 

Robert Boleslaw Zajonc (1923 – 2008) descubrió el Efecto de la Simple Exposición (las personas suelen sentir simpatía o atracción por aquellas a las que conocen, así no sean las idóneas: las personas suelen querer más fácil a quienes más veces han visto, por ese simple hecho), la Facilitación Social (la gente suele mejorar su desempeño y a desplegar mejor su talento en presencia de otros), el principio de que las preferencias no necesitan inferencias (los seres humanos tienden a hacer juicios de manera afectiva, mucho más frecuentemente que de manera cognitiva) y el hecho de que las expresiones faciales que denotan alegría producen, en efecto, el fortalecimiento de emociones positivas.

 

Humberto Roselli Quijano (1923 - 2009) estuvo muy interesado en la psiquiatría social y trató de utilizar terapias de orientación psicodinámica en población vulnerable.

 

Arvid Carlsson (1923 - 2018) investigó los sistemas dopaminérgicos y permitió el avance del tratamiento de la enfermedad de Parkinson.

 

Franco Basaglia (1924 – 1980) reformuló los conceptos de salud mental y tratamiento psiquiátrico, fundó la Psiquiatría Democrática y luchó contra la discriminación de los pacientes mentales.

 

Roger William Brown (1925 - 1997) encontró que muchas conductas eran controladas por eventos y estímulos externos sin relación con la conciencia. Posteriormente investigó en psicolingüística.

 

Ernest Barratt (1925 – 2005) fue un experto en trastornos del control de los impulsos, que ideó la Escala de Impulsividad que lleva su nombre.

 

Bert Hellinger (1925 – 2019) desarrolló el método llamado Constelaciones Familiares. Dicha terapia busca revelar dinámicas ocultas que se han heredado y han pasado desapercibidas de generación en generación en las familias, causando bloqueos, temores y otros problemas emocionales, con el fin de ayudar a que el paciente y todo su sistema familiar se reinventen y logren una vida mejor. 

 

Albert Bandura (n. 1925) hizo grandes contribuciones en los campos de la teoría cognitiva, la psicoterapia y la sociología. Fue el padre de la Teoría del Aprendizaje Social y definió conceptos como autoeficacia, autorregulación, aprendizaje observacional y determinismo recíproco.

 

Juan Antonio Vallejo Nájera (1926 - 1990) investigó sobre las neurosis infantiles, la depresión, la crisis de la familia y otros grandes problemas psicológicos de su tiempo. También cultivó la psicohistoria.

 

Elisabeth Kübler-Ross (1926 – 2004) estudió el fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte, recopilando evidencia de una realidad espiritual ultraterrena. También describió las Fases del Duelo: Negación (no aceptar la realidad dolorosa, como el diagnóstico de una enfermedad grave), Ira (sentir y expresar rabia ante la situación), Negociación (jugar a hacer trueques con la vida, para sentir que se puede tener algún control), Depresión (percatarse de la inevitabilidad del suceso) y Aceptación (reorganizar los esquemas mentales para adaptarse de forma realista y madura a la experiencia).   

 

Lawrence Kohlberg (1927 - 1987) exploró conceptos como el de razonamiento moral (la capacidad de reflexionar acerca de la bondad o maldad, la significación, los alcances y las consecuencias de determinados actos), dilema moral (la situación que plantea una encrucijada ética) y el psicodesarrollo. Definió los Estadíos del Desarrollo Moral, que van desde la Moral Preconvencional (actuar por temor al castigo, o buscando ganancias) a la Moral Convencional (actuar sólo por apego a la ley o la norma), y de ahí a la Moral Posconvencional (actuar según principios éticos universales). 

 

Harold Irwin Kaplan (1927 - 1998) se empeñó en sistematizar y sintetizar, para la difusión a públicos más amplios, los principales aportes en el terreno de la psiquiatría clínica.   

 

Joseph Sandler (1927 – 1998) concilió las corrientes psicoanalíticas ortodoxa, objetalista y del Yo, estudió la responsabilidad del rol del analista, concibió la psicoterapia como un acercamiento entre las partes luminosas (o aceptables) y las partes oscuras (o inaceptables) de la personalidad, y enfatizó la importancia de la sensación de seguridad en la configuración del narcisismo primario y en el fortalecimiento de la alianza terapéutica.

 

André Green (1927 – 2012) escribió sobre psicoanálisis post-freudiano, crítica literaria, estética, análisis social, patologías límite, estructuras no neuróticas de la personalidad, técnica psicoanalítica contemporánea, complejo de castración en mujeres, psicología del adolescente y pulsión de muerte.

 

Santiago Martínez-Fornés (1927 - 2016), discípulo de Marañón, destacó por su abordaje clínico de las pacientes con anorexia nerviosa y bulimia, y por sus textos de psicoeducación.

 

Luis Alejandro Cárdenas Reyes (1927 – 2016) aportó a la psiquiatría forense y a la educación médica, sobresaliendo además en la implementación del modelo de “puertas abiertas” y “hospital día” en las instituciones en las que trabajó.

 

Endel Tulving (n. 1927) diferenció los dos subtipos de memoria declarativa: memoria semántica (almacenamiento de conocimientos no autobiográficos y cultura general) y memoria episódica (datos relacionados con la propia experiencia o memoria autobiográfica).

 

Gerald Klerman (1928 – 1992), basado en la teoría interpersonal de Sullivan, diseñó un modelo psicoterapéutico de inspiración psicoanalítica breve, eficaz y orientado a conseguir objetivos claros y medibles, llamado Terapia Interpersonal. Junto a Myrna Weissman (n. 1935) usó dicho tratamiento en pacientes depresivos, focalizándose en cuatro aspectos clínicos de los trastornos depresivos: duelo, conflictos interpersonales, transiciones de rol y déficits relacionales.

 

Robert Paul Abelson (1928 – 2005) realizó aportes en el campo de la ciencia política, la cognición social, el comportamiento de los electores y la psicología organizacional.

 

Javier Mariátegui Chiappe (1928 – 2008) destacó por sus trabajos en psicopatología, epidemiología y políticas públicas en salud mental.

 

Jimmie Coker Holland (1928 - 2017) fundó la Psicooncología, como una disciplina que permitió dar apoyo psicoterapéutico específico a los pacientes con cáncer.   

 

Humberto Augusto Maturana Romesín (n. 1928) trabajó desde la biología y las ciencias cognitivas para ampliar conceptos como autopoyesis, cibernética, cognición e inteligencia artificial. También propuso estrategias educativas para formar personas más tolerantes, racionales y pacíficas.

 

Otto Kernberg (n. 1928) fue una autoridad mundial en la conceptualización y el tratamiento psicoanalítico del Trastorno Límite de Personalidad. Integró la Psicología del Yo con las teorías de Klein y Bion, produciendo una interesante Teoría de las Relaciones Objetales.

 

Noah Chomsky (n. 1928) fue uno de los pioneros de la biolingüística y el nativismo lingüistico (que sostienen que el lenguaje y sus estructuras son hereditarios, biológica e inevitablemente presentes en el hombre, y que no dependen del aprendizaje ni de las interacciones con otros). Postuló la Teoría de la Gramática Transformativa, la Teoría de la Gramática Generativa y la Teoría de la Gramática Universal. Fue especialmente crítico con el conductismo de Skinner, y con el empirismo de Locke y Hume, al encontrar que ciertas cualidades humanas no dependen de estímulos externos. 

 

Robert Coles (n. 1929), influenciado por Erikson, se interesó en las estrategias pedagógicas y sociales para superar el racismo e incrementar la sensibilidad social y el deseo de ayudar al prójimo tanto en niños como en adultos.

 

Eric Kandel (n. 1929) demostró que la psicoterapia producía cambios a corto y largo término en las redes neuronales, encontrando que en los procesos de aprendizaje (como la terapia) se producen cambios a nivel eléctrico, bioquímico (producción de AMP cíclico, un segundo mensajero), molecular (producción de proteincinasa A, regulación de distintos sistemas de neurotransmisión) y sináptico (con cambios tanto cuantitativos como cualitativos, en el número y en la forma de las sinapsis) que permiten que los datos codificados como memoria a corto plazo pasen a ser datos de memoria a largo plazo.

 

Walter Mischel (1930 – 2018) se destacó en el estudio de la personalidad y la psicología social.

 

David Graham Cooper (1931 – 1986), Ronald David Laing (1927 – 1989) y Thomas Stephen Szasz (1920 – 2012) abogaron por una comprensión de la sintomatología psiquiátrica como descripciones válidas de la experiencia vivida y no solamente como señal de enfermedad mental, dentro de un movimiento erróneamente llamado Antipsiquiatría.

 

Richard Alan Gardner (1931 - 2003) describió el Síndrome de Alienación Parental (conductas distintivas de los niños manipulados psicológicamente por uno de sus progenitores para actuar en contra del otro, incluso afirmando calumnias, en el marco de una disputa legal por su custodia).

 

William Meissner (1931 – 2010) fue el creador de la Teoterapia, basándose en los ejercicios espirituales y otras enseñanzas de san Ignacio de Loyola.

 

Stanley Keleman (1931 – 2018) fue un pionero de la Psicoterapia Corporal, una aproximación terapéutica basada en la conexión entre musculatura voluntaria, postura corporal y conflicto emocional, en la que usaba el movimiento y la corrección del sistema músculo-esquelético como vías para la adquisición de la salud mental. Describió conceptos como el de anatomía emocional, modelo somático-cortical y estado físico-emocional.  

 

Stanislav Grof (n. 1931) postuló la Psicología Transpersonal, después de estudiar los estados alterados de conciencia (por ejemplo, las experiencias religiosas) como oportunidades para la exploración, el conocimiento de sí mismo y del mundo, la sanación, la maduración y el crecimiento psíquico.

 

Irvin Yalom (n. 1931) desarrolló la Psicología Existencial a partir de lo que él consideró las cuatro situaciones ineludibles de la condición humana: soledad, ausencia de significado, mortalidad y libertad.

 

Arnold Allan Lazarus (1932 – 2013) creó la Terapia Multimodal, con la que abordó la vida humana como una interacción de diversas modalidades y dimensiones (sensación, afecto, cognición, imaginación, biología, relaciones interpersonales, conducta), a partir de un Cuestionario Multimodal también diseñado por él.  

 

Gordon Bower (1932 – 2020) fue un psicólogo cognitivista que investigó acerca de la memoria humana, las emociones, y la modificación de la conducta. Destacó por su Teoría del Aprendizaje.

 

Stanley Milgram (1933 – 1984) estudió los mecanismos de obediencia de la gente frente a figuras de autoridad, encontrando que las sociedades en las que las personas se acostumbran a obedecer sin cuestionar a sus líderes son propensas a cometer actos inhumanos por el simple hecho de recibir órdenes.

 

Oliver Wolf Sacks (1933 - 2015) fue un neurólogo, historiador y escritor que recreó de forma novelada algunos de sus reportes de caso, para difundir las neurociencias y poner al alcance de las masas conceptos neuropsicológicos y neuropsiquiátricos.

 

David McNeill (n.1933) investigó las relaciones entre lenguaje verbal, lenguaje no verbal y pensamiento.

 

Phillip George Zimbardo (n. 1933) describió cómo la personalidad juega un rol en cuanto a qué tan violento o sumiso es un sujeto en circunstancias estresantes, y estableció que no es tan simple diferenciar entre buenas y malas personas, puesto que todos los hombres pueden optar por actuar de uno u otro modo en una situación extrema. Llamó Efecto Lucifer al modo en que una persona buena puede terminar portándose mal, o irracionalmente, o autodestructivamente, o estúpidamente, cuando está inmersa en situaciones límite (en las que se ven desafiadas la propia identidad, la estabilidad, la personalidad y aún la moralidad). Identificó siete procesos sociales favorecedores del Efecto Lucifer: empezar a hacer maldades que se consideran “menores” o “sin importancia”, deshumanizar al prójimo, sentirse anónimo (tener la sensación de desindividuación del self), experimentar la difusión de la propia responsabilidad (escudándose en el grupo), obedecer ciegamente las figuras de autoridad, someterse a las normas del grupo de forma conformista y acrítica, y ser pasivo (o inactivo, o indiferente) frente a los actos de maldad. Frente a dicha realidad, estudió la forma en la que se podrían promover el heroísmo y la solidaridad en la vida cotidiana. Al final de sus días, investigó sobre la percepción del tiempo y el Síndrome de Intensidad Social (la forma en que la cultura militar re-socializa, re-programa y altera la forma en la que los soldados se relacionan con los demás).

 

Daniel Stern (1934 – 2012) estudió el neurodesarrollo y el psicodesarrollo del niño, el maternaje y el aprendizaje, enlazando Psicoanálisis y Neurociencias. Profundizó en el concepto de self dado por Jung y ampliado por Winnicott y Kohut, explicando de qué manera un desarrollo adecuado permite el paso del self pobremente cohesionado al self bien integrado y cohesionado (que es el hallazgo en las personas mentalmente sanas y equilibradas). Resaltó que las experiencias vividas entre el segundo y el séptimo mes permiten al infante ir creando la sensación subjetiva de sí mismo (self nuclear), en la interacción con los padres (que actúan como reguladores de ese self nuclear del infante); después del segundo año, gracias al lenguaje, el infante ya empezará a crear un self narrativo (una representación mental de sí mismo); de ahí en adelante, en la interacción social, aprendiendo, imitando e introyectando, el niño ya tendrá los primordios de un self cohesionado (que seguirá cohesionándose en la medida en que establezcan relaciones sanas y fructíferas, y amplíen el repertorio de habilidades e interacciones), base de la identidad y del sentido autobiográfico.

 

Marshall Bertram Rosenberg (1934 – 2015), discípulo de Rogers, desarrolló la Comunicación No Violenta, un método para resolver problemas de manera pacífica en diversas situaciones de tensión social.

 

Paul Ekman (n. 1934) se hizo famoso por el estudio de la relación entre las emociones y las expresiones faciales.

 

Daniel Kahneman (n. 1934) profundizó en la psicología de la toma de decisiones, así como las conductas de las personas en el terreno de la Economía.

 

Rodolfo Llinás (n. 1934) estudió la electrofisiología del cerebelo, el tálamo, las cortezas entorrinal y cerebral, el hipocampo y la médula espinal. Describió la inhibición dendrítica en las motoneuronas, la organización funcional de los circuitos neuronales en la corteza cerebelosa, los canales de calcio de las células de Purkinje, los microdominios de calcio en las zonas presinápticas activas, la magnetoencefalografía en la investigación clínica y las oscilaciones del potencial de membrana en la oliva inferior, el tálamo y la corteza entorrinal. Fue también el padre del término Disrritmia Talamo-Cortical y de la Ley de Llinás (la no intercambiabilidad de neuronas). 

 

Hartmut Radebold (n. 1935) postuló un modelo de psicoterapia psicoanalítica para la tercera edad.

 

Frederic King Goodwin (1936 – 2020) describió la Depresión Estacional (relacionada con el invierno) y fue un defensor del uso de la terapia lumínica en su tratamiento. También lideró iniciativas sociales para prevenir la violencia juvenil y fue un notable divulgador científico.

 

Johannes Kipp (n. 1936) estudió las posibilidades de la psicoterapia de grupo en pacientes jubilados, viudos o enfrentados a enfermedades crónicas no transmisibles.

 

Otto Dörr Zegers (n. 1936) investigó las relaciones entre el psicoanálisis, la cultura y el arte, y describió la importancia de la figura paterna en la consolidación de las familias sanas.

 

Giovanni Battista Cassano (n. 1936) sobresalió por sus estudios sobre distimia y trastornos depresivos recurrentes.

 

Amos Nathan Tversky (1937 – 1996) contribuyó a la Psicología Matemática y la Psicología Cognitiva en los campos de los sesgos cognitivos y la percepción del riesgo.

 

Giacomo Rizzolatti (n. 1937) descubrió las neuronas en espejo y estableció la importancia que tienen en la empatía.

 

Timothy Gallwey (n. 1938) y John Whitmore (1937 – 2017) estructuraron el Coaching Humanista, influenciado por Rogers y Maslow, poniendo énfasis en el desarrollo de las propias potencialidades, la asertividad y la propia capacidad de elección.

 

Mikhail Litvak (1938 – 2020) creó el Aikido Psicológico, un abordaje psicoterapéutico que permite a las personas empoderarse y entender mejor la naturaleza de la vida.

 

Timothy Crow (n. 1938) fue un experto en Esquizofrenia, que encontró dos subtipos tipos de este síndrome: el tipo I (Crow I) presenta un predominio de síntomas positivos (delirios, alucinaciones), aparece de forma aguda (brote psicótico), responde bien a los neurolépticos típicos (como el haloperidol), se exacerba con la administración de anfetaminas, presenta hiperdopaminergia en circuitos mesolímbico y mesocortical, no afecta la inteligencia, no presenta alteraciones estructurales (tomografía y resonancia magnética cerebrales sin ensanchamiento ventricular ni otros signos de reducción cortical) y tiene buen pronóstico (permitiendo un funcionamiento adecuado del paciente tan pronto se controlan los síntomas); el tipo II (Crow II) tiene predominio de síntomas negativos (aplanamiento afectivo, apatía, abulia, anhedonia, enlentecimiento cognitivo), la respuesta a neurolépticos típicos es pobre, la respuesta a anfetaminas es escasa, hay pérdida neuronal y daño estructural (evidenciables en neuroimágenes), tiende a estancarse en un estado crónico, afecta la inteligencia y las funciones cognitivas, y tiene un mal pronóstico (empeora el funcionamiento del paciente). También encontró que los pacientes esquizofrénicos tienen una asimetría cerebral muy marcada, y presentan menor dominancia del hemisferio izquierdo para el lenguaje.

 

Gary Chapman (n.1938) aportó a la psicoterapia de pareja y la consejería matrimonial con su modelo de los Lenguajes del Amor, y realizó una interesante integración entre religión y psicología.

 

Nancy Coover Andreasen (n. 1938) estudió la Esquizofrenia, y concluyó que la presencia de síntomas negativos estaba asociada a mayor deterioro cognitivo y efectos más devastadores en la funcionalidad del paciente, respaldando la teoría de Crow. Postuló que los síntomas positivos de la esquizofrenia (delirios y alucinaciones) son una exageración del funcionamiento cerebral, mientras que los síntomas negativos representan una disminución del funcionamiento cerebral: la alogia expresa el deterioro de la habilidad de pensar y hablar fluidamente, el aplanamiento afectivo muestra la pérdida de la habilidad de expresar emociones, la abulia refleja el entorpecimiento de la habilidad para iniciar actividades con propósito (dirigidas a metas), y la anhedonia es la consecuencia del daño de la habilidad para experimentar emociones. Creó también escalas para medir síntomas positivos y síntomas negativos en pacientes esquizofrénicos. 

 

Simón Brainsky Lerer (1939 – 2005) destacó por sus textos de psicoanálisis aplicado, en los que interpretó desde una óptica freudiana obras literarias, musicales, pictóricas y cinematográficas.

 

Héctor Juan Fiorini (n. 1939) estudió la posibilidad de terapias breves de orientación psicoanalítica, e integró Psicología, Antropología y Epistemología.

 

Michael Gazzaniga (n. 1939) investigó la lateralización de las funciones cerebrales, y de qué manera se produce la comunicación interhemisférica.

 

James William Fowler (1940 – 2015), basándose en los trabajos de Piaget, Kohlberg y Meissner, estudió el desarrollo de la fe y la madurez espiritual en el hombre.

 

Richard Eugene Nisbett (n. 1941) contribuyó al entendimiento de la cognición social, la identificación con determinada cultura o clase y el envejecimiento.

 

Norbert Müller (n. 1942) investigó los mecanismos inflamatorios e inmunológicos en la patogénesis de los trastornos depresivos, los trastornos ansiosos y la esquizofrenia.

 

Martin Seligman (n. 1942) fue el padre de la Psicología Positiva y un defensor de la búsqueda de bienestar en la atención psicoterapéutica. También postuló el concepto de Desesperanza Aprendida (comportamiento adquirido por quienes padecen repetidamente la exposición a estímulos aversivos, que después de cierto tiempo quedan en cierta situación de indefensión, victimización, estancamiento emocional y pusilanimidad, con la sensación de no poder hacer nada para salir de la situación dolorosa).

 

Allen Frances (n. 1942) trató de dar precisión fenomenológica al diagnóstico clínico psiquiátrico, buscando la objetividad por encima de los juicios subjetivos, y señaló la tendencia al sobrediagnóstico y la patologización de muchas conductas normales.

 

Paul Churchland (n. 1942) y Patricia Churchland (n. 1943) realizaron sus investigaciones en Filosofía Analítica, Filosofía de la Mente y Neurofilosofía, buscando la unificación de los conceptos Mente y Cuerpo. Estudiaron el psiquismo desde una perspectiva materialista, cientifista y reduccionista que denominaron “Materialismo Eliminativo”, para el que no cabían ideas como conciencia, pensamiento o libre albedrío.

 

Lee David Ross (n. 1942) y su colaborador Mark Lepper (n. 1944) desarrollaron el concepto de Error Fundamental de Atribución (consistente en sobreestimar las explicaciones de la conducta del prójimo en términos de personalidad y disposiciones, mientras de otro lado se subestiman los factores contextuales y ambientales que lo llevan a actuar así), así como los distintos tipos de sesgos y “cortocircuitos” en la toma de decisiones. 

 

Vincent Lenhardt (n. 1942) fusionó análisis transaccional y coaching, y acuñó el término de Inteligencia Colectiva.

 

Simon LeVay (n. 1943) realizó estudios sobre la relación entre ciertas estructuras cerebrales y la orientación sexual, evidenciando que además de factores psicológicos, culturales y de crianza, también había elementos biológicos que influían en la conducta sexual. Encontró que uno de estos elementos era el conglomerado de núcleos (cuatro en total) de la región intersticial del hipotálamo anterior. La conformación de los núcleos de los varones homosexuales se asemejaba a la de las mujeres heterosexuales (con el núcleo número 3 de menor tamaño), determinando biológicamente la atracción hacia el sexo masculino. En cambio, en los varones heterosexuales describió la presencia de los cuatro núcleos y el núcleo número 3 con un tamaño mayor que en las mujeres y los homosexuales, lo que sería el sustrato biológico de la atracción de los varones heterosexuales hacia las mujeres.

 

Howard Gardner (n. 1943) propuso la existencia de Inteligencias Múltiples, es decir, ocho tipos distintos de inteligencia (lingüístico-verbal, lógico-matemática, viso-espacial, musical, corporal-cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista), en oposición a la concepción tradicional de inteligencia, que la define como una función cognitiva única y evidenciable en diversas actividades humanas.

 

David Elliot Orlinsky (n. 1943) creó el Modelo Genérico de Psicoterapia, en el que establece que toda terapia debe tener estas dimensiones: formal (contrato terapéutico), técnico (operaciones terapéuticas), interpersonal (vínculo terapéutico), intrapersonal (la relación del paciente consigo mismo), clínico (impactos dentro de la sesión) y temporal (proceso secuencial) del tratamiento psicoterapéutico.

 

Martin Shirran (n. 1943) desarrolló variantes de la hipnosis (Terapia de Pausar el Botón, Banda Gástrica Mental) para el manejo de pacientes con ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria.

 

Luis Rojas Marcos (n. 1943) destacó como experto en políticas públicas en Salud Mental.

 

Jon Kabat-Zinn (n. 1944) desarrolló la Atención Plena (Mindfulness) como psicoterapia para ayudar a las personas a disminuir el estrés, la ansiedad y el dolor. Posteriormente investigó sobre otras aplicaciones de la Atención Plena (aumento de la productividad, mejoría de las funciones cognitivas, tratamiento complementario de la hipertensión arterial esencial) y los beneficios de la oración diaria.  

 

Brian Weiss (n. 1944) aportó técnicas de relajación, meditación e hipnosis, en el contexto de su controvertida Terapia de Regresión.

 

Hagop Souren Akiskal (n. 1944) estudió en profundidad los Trastornos del Humor. Encontró relaciones entre la enfermedad bipolar y los trastornos de personalidad, el consumo de sustancias psicotóxicas, las depresiones refractarias, las depresiones atípicas y los trastornos de ansiedad, estableciendo distintas categorías dentro del Espectro Bipolar. 

 

Armando Sharovsky (n. 1944), en concordancia con los trabajos de Shirran, ideó un tipo de hipnosis para el tratamiento de la obesidad.

 

Hernán Santacruz Oleas (n. 1944) trabajó en terapia de grupo de orientación psicoanalítica, especialmente en atención a víctimas de desastres naturales y traumas generados por secuestro y otras formas de violencia.

 

Julio Vallejo Ruiloba (1945 – 2019) estableció que el tratamiento de la depresión no podía ser único, ya que cada subtipo de depresión requiere de cierto abordaje terapéutico específico. En este campo, encontró que el uso de antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoaminooxidasa eran excelentes para las depresiones endógenas y atípicas, y que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina eran más útiles en las depresiones reactivas. También realizó estudios para esclarecer la naturaleza del Trastorno Obsesivo Compulsivo.

 

Anselm Grün (n. 1945), integrando Psicología Analítica y Consejería Espiritual, realizó invaluables aportes en el campo de la psicoterapia individual y de pareja.

 

Ariel Liberman Isod (n. 1945) y Augusto Abello Blanco (n. 1.946), inspirados en Winnicott, desarrollaron la Psicoterapia Relacional y la psicoterapia de grupo de inspiración relacional y objetalista.

 

Alvin Rosenfeld (n. 1945), discípulo de Bettelheim, fue uno de los primeros clínicos en alertar sobre la alta prevalencia de abuso sexual entre los niños que desarrollaron trastornos psiquiátricos en su adolescencia o adultez. También escribió acerca de las familias sobreprotectoras y sobrecontroladoras, y sobre los efectos devastadores del cine violento y de terror en el psiquismo infantil.

 

Rafael Echeverría (n. 1945) y Julio Olalla Mayor (n. 1951) estructuraron el Coaching Ontológico, basado en el uso del lenguaje.

 

Richard Allan Schweder (n. 1945) estudió la correlación entre psicología, cultura y evolución, fue un defensor del pluralismo cultural y criticó la tendencia humana a considerar inferior al prójimo que es simplemente distinto.

 

 

POSMODERNIDAD

 

1. Línea del Tiempo: 1945 – Presente

 

2. Contexto

 

La desconfianza mutua entre rusos y estadounidenses aumentó cuando ambas partes rompieron los acuerdos firmados (José Stalin no cumplió el compromiso de permitir la realización de elecciones libres en los países de Europa Oriental que cayeron bajo el dominio soviético, y Harry Truman se negó a enviar indemnizaciones desde Alemania para ayudar a la reconstrucción de la Unión Soviética). El tirano ruso, que ya se había consolidado como un gobernante aún más asesino que Hitler, dio un discurso en 1946 declarando la guerra ideológica a Occidente.

En 1947 el presidente de los Estados Unidos propuso enviar ayuda a las fuerzas anticomunistas de Grecia y Turquía, y creó un consenso público por el cual los estadounidenses estarían dispuestos a combatir en un supuesto conflicto contra los rusos. Cuando Stalin respondió aumentando su control sobre la parte de Europa que tenía atenazada (lo que incluyó el asesinato de miles de letones, lituanos, polacos, ucranianos y checos que habían sido héroes de la resistencia contra el nazismo), Truman ayudó a crear una alianza militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y a establecer una Alemania Occidental independiente (que se convirtió en la República Federal de Alemania).

La respuesta soviética fue el Pacto de Varsovia, por el cual todos los países del bloque comunista se comprometían a ayudarse militarmente. La tensión aumentó en los años 1949 y 1950, cuando los soviéticos llevaron a cabo su primera explosión de una bomba atómica y firmaron una alianza con Mao Tse Tung y sus seguidores comunistas, que habían terminado quedándose con toda la zona continental del país (forzando a los leales a Chiang Kai-shek a refugiarse en Taiwán, que desde ese entonces existe como una república independiente). Estados Unidos se negó a reconocer al cruel régimen de Mao, que era aún más brutal y sanguinario que el de los soviéticos (de hecho, ha sido ha sido la dictadura más asesina de toda la Historia hasta el momento, con 78 millones de muertos).

En Japón, entonces bajo control estadounidense, se aceleró el desarrollo económico para hacerle contrapeso a la China totalitaria. La disciplina, la capacidad de trabajo y el sentido del deber de los japoneses hicieron que se produjera una recuperación portentosa en dicho país. Winston Churchill, que había profetizado el incumplimiento de los acuerdos por la dictadura comunista, la polarización Este-Oeste y la creación del telón de acero, volvió al poder en 1951. Desenmascaró entonces la política expansionista de Stalin y sus secuaces, que aduciendo “internacionalismo del movimiento obrero” estaban violando sistemáticamente fronteras nacionales en Asia y Europa.

Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma (alma grande) Gandhi, hizo un hito en la historia al encabezar una revolución pacífica y lograr la independencia de la India (subyugada por Inglaterra) sin un disparo. Su apuesta por la “no-violencia” y su estrategia (desobediencia civil y resistencia pacífica) dejaron una huella imborrable. Fue una tragedia su asesinato a manos de un fanático en 1948.

Como después de la Segunda Guerra Mundial las potencias coloniales quedaron tan debilitadas, la independencia progresiva de los países africanos y asiáticos fue inevitable. Tal como lo había soñado el escritor, diplomático, agente secreto y aventurero Thomas Edward Lawrence (conocido también como Lawrence de Arabia), que no vivió para verlo, muchas de las naciones árabes que después de 1919 se habían librado del imperio turco otomano sólo para caer en las garras de Inglaterra y Francia, pudieron al fin tener la oportunidad de ser completamente autónomas.

En 1953 Egipto obtuvo su independencia y se organizó como República, gracias a los buenos oficios de Muhamad Naguib y Gamal Abdel Nasser. En 1956 lo hizo Sudán. De ahí en adelante, y con cierta tendencia (las naciones de mayoría musulmana y del Norte del Africa a la vanguardia), todo el continente lo logró. En unos pocos países se dieron movimientos nacionales populares que llegaron al poder de manera limpia y no fueron derrocados por golpes de Estado militares; lastimosamente, en la mayoría se libraron cruentas guerras civiles y miles de casos de violación a los derechos humanos. Aún hoy ocurren tragedias, la mayoría de las veces las causas son la intolerancia religiosa, el terrorismo islámico y el tribalismo.

En Lejano Oriente se dio un proceso similar. En la década de 1950 casi todas las colonias británicas adquirieron su independencia; las francesas, en la década de 1960. Muchos de los países antaño colonizados son ahora potencias económicas, a excepción de los que vivieron bajo dictaduras comunistas (como Camboya durante el genocida régimen de los Jemeres Rojos) o están aún sometidas a ellas (como Corea del Norte). China es un caso curioso, pues pasó a ser una dictadura mixta (comunista en lo político pero capitalista en el plano económico).

Aconsejado por el diplomático George Kennan, Harry Truman desplegó la doctrina de contención, que partía de la base de que la Unión Soviética y su gobierno comunista intentaban expandirse a países que eran capitalistas (como efectivamente sucedió en Europa del Este), y proponía que para evitarlo lo único que se podía hacer era contener el comunismo dentro de las fronteras de los países que eran comunistas en ese momento. También con el fin de evitar el desempleo y la pobreza (caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos socialistas, fascistas y comunistas), Truman apoyó el Plan Marshall (European Recovery Plan, ERP) ideado por George Marshall, George Kennan y William Clayton, consistente en una significativa ayuda económica en pro de la reconstrucción europea, especialmente de Alemania, buscando paliar las condiciones sociales adversas.

Hubo otras estrategias anticomunistas menos inteligentes. El macartismo (periodo comprendido entre 1947 y 1954), que debió su nombre al furibundo senador republicano Joseph McCarthy, fue una paranoia que se diseminó por los Estados Unidos, provocando la persecución (y, muchas veces, la ruina) de individuos y organizaciones acusados (la mayoría de las veces injustamente) de simpatizar con el comunismo. Y la doctrina Eisenhower o doctrina de represalias masivas, elaborada por el general Dwight Eisenhower (artífice de los desembarcos en el norte de Africa y en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial, y presidente de los Estados Unidos de 1953 a 1961) y su asesor John Dulles, que postulaba el uso disuasivo de las armas nucleares y la intervención en cualquier parte del mundo donde se notase influencia soviética. También a Eisenhower le corresponde el dudoso honor de ser el primero en enunciar la teoría de dominó (si un país en una determinada región se hacía comunista, los demás que conformaban la región también acabarían cayendo bajo el influjo comunista: no se perdería sólo un país, sino toda una región…por lo cual era necesario intervenir militarmente dondequiera que hubiera movimientos comunistas o simpatías pro-soviéticas).

Medio Oriente se convirtió en una de las zonas de mayor valor estratégico mundial (por su abundancia de petróleo), y también en un foco de conflictos, en especial a partir de la creación del Estado de Israel en 1948. Los palestinos, con apoyo del mundo árabe en general, nunca se convencieron completamente de la necesidad que tenía la nación hebrea de un lugar concreto para vivir. Aunque la verdad es que los judíos vivieron muchas persecuciones fuera de su tierra (dado que el antisemitismo no fue un fenómeno exclusivo de la Alemania nazi), y ambos pueblos podrían compartir el territorio, desdichadamente continúan enzarzados en un triste conflicto. A partir de la crisis del petróleo (1973 - 1974) generada a raíz del intento de manipulación de los países árabes a Estados Unidos y Europa occidental (varios productores petroleros del Golfo Pérsico acordaron no exportarles crudo, en represalia por la derrota sufrida por Egipto y Siria frente a Israel, en la llamada guerra del Yom Kippur), y especialmente después de varios desastres ecológicos, se evidenció la necesidad de buscar otras fuentes de energía (menos contaminantes y menos dependientes de los vaivenes políticos y militares). 

Con el paso de apenas dos décadas, el mundo terminaría alineándose con una las dos superpotencias (Estados Unidos o Rusia), según su tradición cultural, su ubicación geográfica y sus simpatías políticas. Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwán, Japón, Israel y Europa Occidental se afianzarían como aliados del “coloso del Norte”; Cuba y otras dictaduras comunistas, las naciones musulmanas y los países brutalmente invadidos por los rusos (como Polonia, Hungría y Checoslovaquia) harían parte de la órbita soviética. El resto de países (en especial los latinoamericanos, y países emergentes como la India) buscarían llamarse a sí mismos “No Alineados”, pero esto no demostraría sino ser otra falacia retórica. De hecho, Centro y Suramérica (en especial naciones como México, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, Colombia y Perú) han sido siempre un enclave estratégico para los intereses geopolíticos de los Estados Unidos de América, y la Cuba de Fidel Castro, una marioneta de la Unión Soviética.

Guerra Fría (1946 - 1991) fue el nombre dado a esas tensas relaciones entre el bloque de Estados Unidos y el de la Unión Soviética. Las hostilidades veladas, el espionaje y el contraespionaje estuvieron a la orden del día. Se le llamó así (los primeros en hacerlo fueron el escritor George Orwell, el periodista Walter Lippman y el politólogo Bernard Baruch) porque los Estados Unidos y la Unión Soviética nunca se enfrentaron directamente desde el punto de vista militar (afortunadamente, pues por su arsenal nuclear tenían la capacidad de provocar la aniquilación de la humanidad, evento frente al que alertaron pensadores como Karl Jaspers, Bertrand Russell y Jean Paul Sartre).

El enfrentamiento bélico/estratégico ruso-estadounidense se hizo indirectamente, a través de movimientos revolucionarios, contrarrevolucionarios y guerrillas bajo la influencia de un bloque o el otro. Los conflictos más destacados fueron el Bloqueo de Berlín (1948 - 1949), la guerra de Corea (1950 - 1953), la crisis del Canal de Suez (1956), la construcción del Muro de Berlín (1961), la crisis de los misiles en Cuba (1962), la guerra de Vietnam (1959 - 1975), la ya mencionada guerra del Yom Kippur (1973) y la invasión rusa a Afganistán (1979 - 1989).

En medio de dicha rivalidad se dio el “boom” latinoamericano: frente a una cultura europea agotada por las guerras y en plena crisis de identidad, la intelectualidad de América Latina que ya se había asomado al panorama cultural con Rubén Darío un siglo antes pudo al fin hablarle al mundo sin timidez y con claridad. Destacaron filósofos como José Vasconcelos Calderón, Augusto Salazar Bondy, Samuel Ramos, Enrique Dussel, Emilio Uranga, Jorge Portilla, Luis Villoro, Mario Bunge, Juan Carlos Scannone, Mario Casalla, Carlos Cullen, Joaquín Sánchez McGregor, Alberto Caturelli, Ernesto Mayz Vallenilla, Osvaldo Adelmo Ardiles, Rodolfo Kusch, Horacio Cerruti, Félix Schwartzmann, Antenor Orrego, Victor Raúl Haya de la Torre, Arturo Andrés Roig, Abelardo Villegas, Edmundo O’Gorman, Orlando Fals Borda, Julio de Zan, Alejandro Korn, Francisco Romero, Leopoldo Zea, Fernando González Ochoa, Francisco Luna Arroyo, Jaime Rubio Angulo, Arturo Ardao, Yamandú Acosta, Joao Cruz Costa, Roberto Salazar Ramos, Luis José González, Bolívar Echeverría, Raúl Betancourt, Santiago Castro Gómez, Juan Luis Segundo y Eudoro Rodríguez Albarracín, teólogos como Camilo Torres Restrepo, san Alberto Hurtado Cruchaga, Gustavo Gutiérrez Merino, Hélder Cámara, Lucio Gera, Héctor Mandrioni, Jerónimo Podestá, Carmelo Juan Giaquinta, Carlos Mugica Echagüe, Alejandro Alberto Mayol, Jorge Luis Brunetti, Héctor Botán, Rubén Dri, Jorge Adur, Domingo Antonio Bresci, Miguel Ramondetti, Paulo Evaristo Arns, Joaquín López, Rafael Yacuzzi, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes, Luis Angel Farinello, Alberto Devoto, Guillermo Bolatti, Enrique Angelelli, beato Carlos de Dios Murias, Leonardo Boff, Jaime Francisco de Nevares, Vicente Zaspe, Gerardo Valencia Cano, Rafael Tello, Hugo Assmann, Segundo Galilea, Adolfo Tortolo y Juan José Gerardi, pedagogos como Paulo Freire, Fernando Cardenal y Humberto Maturana, y escritores como Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Adolfo Bioy, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, José Donoso, Luis Harss, Mario Vargas Llosa, Jorge Amado, Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Arturo Uslar Pietri, Miguel Angel Asturias, Augusto Monterroso, Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes Macías, Guillermo Cabrera Infante, Ernesto Cardenal y José Lezama Lima.

La Guerra Fría se acabó por la derrota económica y política y el posterior desmantelamiento de la Unión Soviética en 1991. El monstruo soviético demostró ser, al final de su existencia, un tigre de papel. El buen tino de su líder, Mijaíl Gorbachov, consistió en adelantarse a los hechos y evitar un derrumbe todavía más dramático del que ocurrió. Gorbachov introdujo los conceptos de reforma (perestroika) y apertura (glasnost) y se esforzó decididamente en hacer posible una distensión genuina entre Occidente y Oriente. Sus acercamientos con el gobierno de Ronald Reagan (que, en línea con la paranoia anticomunista típica de su país, había destinado buena parte del presupuesto estadounidense a establecer satélites y sistemas de defensa espaciales, en lo que se denominó proyecto Guerra de las Galaxias), con el Papa san Juan Pablo II y con los integrantes de la OTAN hicieron que la transición se lograra sin un derramamiento de sangre.

Aunque para finales del siglo XX la mayor parte de las colonias africanas y asiáticas habían ganado su independencia, aún queda mucho por hacer, pues varias islas del Caribe y del Pacífico todavía hacen parte de Holanda, Inglaterra y Estados Unidos. Se mantienen sin resolver los asuntos de las islas Malvinas y Gibraltar. Gran cantidad de naciones que estaban bajo el dominio europeo quedaron en relación de dependencia económica con sus antiguos opresores.

En cuanto a la segregación racial, basada en las falacias de la superioridad de la raza blanca y de la cultura europea, vale la pena recordar que la lucha continúa. Aún hay mucho racismo, y aunque los afrodescendientes, los mestizos y los orientales pueden alcanzar hoy la misma calidad de vida de los caucásicos (blancos), son todavía numerosos los techos de cristal y las sutiles discriminaciones que impiden una real igualdad de condiciones. La lucha por los derechos de las minorías fue liderada en el siglo XX por John Herrera, César Estrada Chávez, Martin Luther King, Malik El-Shabazz (Malcolm X), Héctor Flores, Dolores Huerta, Rodolfo Gonzales, Luis Rodríguez, Ernesto Galarza, Oscar Zeta Acosta, Thurgood Marshall, Gary Soto, Jesse Louis Jackson, Rolando Hinojosa, Harry Gamboa, Ella Baker, Chinua Achebe, Nelson Mandela, Desmond Tutu y Maynard Jackson, entre otros.

Gracias a la crítica de muchos intelectuales (muchos de ellos hechos prisioneros, asesinados o exiliados simplemente por no plegarse ante el régimen), la desaceleración económica, la progresiva toma de conciencia con respecto a la imposibilidad de seguir compitiendo con los Estados Unidos y la censura de buena parte de la opinión pública mundial, la Unión Soviética y el mito de las bondades del socialismo habían empezado a derrumbarse a mediados de la década de 1980. Se produjeron entonces las revoluciones de 1989 (llamadas “el Otoño de las Naciones” por producirse en el otoño de dicho año), en las que los países de Europa central y oriental (a las que el yugo soviético les había impuesto un estilo socialista de gobierno, y un estilo de vida asfixiante) se liberaron. El deseo ciudadano de libertad y democracia pudo más que la tiranía de los partidos comunistas de estos pueblos. Bastante impopular por su corrupción, el gobierno de la República Democrática Alemana cayó en 1989 y los propios ciudadanos alemanes empezaron a tumbar de a pedacitos el Muro de Berlín (acto cargado de un tremendo simbolismo, pues dicho muro fue el ícono de la Guerra Fría). La reunificación alemana se completó en 1990, gracias a los buenos oficios de Helmut Kohl. Entre 1989 y 1990 los polacos Tadeusz Mazowiecki y Lech Walesa (con el apoyo del omnipresente san Juan Pablo II), líderes del movimiento Solidaridad, fueron los primeros presidentes de una Polonia libre. Jozsef Antall en Hungría y el escritor Vaclav Havel en Checoslovaquia hicieron lo propio. En Bulgaria accedió al poder el reformista Petar Mladenov. En Rumania, un pueblo cansado de atropellos tumbó y ajustició a los tiranos comunistas (los esposos Ceausescu); Ion Iliescu, Dumitru Mazilu y Petre Roman lideraron la transición hacia la democracia. En 1991 el propio Gorbachov firmó la fragmentación de la Unión Soviética en 15 repúblicas independientes, y se quedó sin cargo. Boris Yeltsin asumió la presidencia de Rusia.

El fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS fue una certeza cuando las recién liberadas naciones de Europa Oriental eligieron gobiernos democráticos, los berlineses terminaron de echar abajo el infame muro que los dividía y entró en vigor la reunificación de Alemania, se detuvo la carrera armamentista entre Rusia y Estados Unidos y cesó la competencia ideológica entre Este y Oeste. Todo ello ocurrió durante la primera mitad de la década de 1990.

Durante este periodo destacaron las obras de los filósofos estructuralistas y deconstruccionistas, y en general los partidarios de las sociedades abiertas (antitotalitarias) como Karl Popper, Milton Friedman, Friedrich von Hayek, Isaiah Berlin, Raymond Aron, Jean Revel, Mario Vargas Llosa y Hernando de Soto. El neoliberalismo estuvo en boga y muchos países del Tercer Mundo le apostaron a la apertura económica y la globalización (definida por Marshall McLuhan, Rüdiger Safranski y Francis Fukuyama como un verdadero cambio de paradigma mundial).

El comienzo del siglo XXI vivió una acelerada transformación en todos los ámbitos, y se caracterizó por: a) mundialización de las relaciones entre los pueblos, b) gran progreso científico y técnico, c) revolución de las comunicaciones, d) crisis planetaria en términos ecológicos, e) democratización del acceso a la información (a través de Internet), f) homogenización de la cultura y g) universalización de las democracias liberales occidentales (acelerada por el intervencionismo estadounidense, como en Irak y Afganistán).

Dentro de los pensadores de los albores del siglo XXI cabe señalar a Jean-Luc Nancy, Jürgen Habermas, Thomas Pikkety, Yanis Varoufakis, Paul Krugman, John Gray, Niall Ferguson, Emmanuel Saez, Carmelo Zammit, Kwasi Wiredu, Gabriel Zucman, Cornel West, Ngugui wa Thiong’o, Miguel Angel Giusti, Anthony Downs, Kojin Karatani, Sidney Tarrow, Byung Chul Han, Martín Hopenhayn, Antonio Negri y Yukiari Segawa.

La soberanía de los Estados se ha venido debilitando para darle paso al individuo libre y cosmopolita que no se deja limitar por fronteras nacionales. Europa aprendió la lección y le apuesta todavía a la cooperación y la integración socio-económica y política. Estados Unidos cedió su liderazgo en lo económico frente a China, Japón y la Unión Europea. En el llamado Tercer Mundo, algunos países le apostaron a la industrialización y el comercio exterior mientras otros siguen un camino mixto entre la demagogia y la socialdemocracia.

 

3. Representantes

 

Francisco Javier Varela García (1946 - 2001) creó la Neurofenomenología, uniendo la neurofisiología (como realidad biológica) con la fenomenología (como método intuitivo de conocimiento), postulando que el funcionamiento nervioso produce la conciencia y la subjetividad. También postuló, junto con Thompson y Rosch, los conceptos de enactivismo (la cognición aparece en la interacción entre un organismo activo y su entorno) y enacción (la manera como un organismo vivo, dotado de subjetividad, pasa de la percepción a la producción de acciones que encajan adecuadamente con los requerimientos de cada situación). Introdujo también, con Maturana, el concepto de autopoyesis (la capacidad de un sistema, vivo o inerte, para mantenerse y reproducirse). 

 

Jaime Ramiro Vengoechea Oquendo (1946 - 2019) fue un difusor de la psicoeneuroinmunoendocrinología en América Latina, y realizó aportes en los campos de la psicofarmacología y la psiquiatría comunitaria.

 

Deepak Chopra (n. 1946), a pesar de sus controvertidas y a veces poco científicas afirmaciones, dejó un extenso material, muy útil para la meditación, la autohipnosis y la imaginación guiada.

 

Andreas Marneros (n. 1946) sobresalió por sus investigaciones de los trastornos psicóticos, las situaciones de inimputabilidad en esquizofrénicos y la fenomenología de los trastornos bipolares, esquizofreniformes y esquizoafectivos.

 

Alain Cardon (n. 1946) y Ángel Lope (n. 1949) fundamentaron el Coaching Sistémico, influenciados por Bateson y Hellinger.

 

James Rundell (n. 1947) y Michael Wise (n. 1949) fueron expertos en Psiquiatría de Enlace y Medicina Psicosomática, y contribuyeron a la difusión de dicha subespecialidad en todo el mundo.

 

Terrence Sejnowski (n. 1947) destacó por sus estudios sobre memoria y aprendizaje, y encontró, junto a Fred Gage (n. 1950), que un ambiente enriquecido (distintos contextos, diferentes estímulos, interrelación con otras personas) y el ejercicio favorecen a las neuronas (alargando su vida y fortaleciendo sus sinapsis).

 

Joseph Paul Forgas (n. 1947) creó el Modelo de Infusión del Afecto, en el que explicó de qué manera las emociones y los afectos influían en cada individuo a la hora de procesar la información, juzgar las situaciones y tomar decisiones. Encontró que en situaciones de alta exigencia de procesamiento cognitivo (escenarios difíciles, imprevistos y complejos), paradójicamente, las respuestas eran más determinadas por el estado del humor que por el raciocinio.

 

Michael White (1948 – 2008) y David Epston (n. 1944) crearon la Terapia Narrativa, un tipo de psicoterapia en el que la narrativa juega un papel central, siendo el terapeuta un colaborador con el paciente en el proceso de enriquecimiento y ensanchamiento de sus narrativas (que incluyen con frecuencia acontecimientos de la vida felices, no incluidos dentro de la historia problemática). Animaron a sus pacientes a externalizar sus dificultades, a identificar que el problema era el problema y no las personas, a fortalecer puntos fuertes (atributos positivos), y a realizar descripciones vívidas de su existencia.

 

Francine Shapiro (1948 – 2019) ideó el método de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (Eye Movement Desensitization and Reprocessing, EMDR) para ayudar a pacientes con experiencias traumáticas, estresores vitales, adicciones y cuadros depresivos o ansiosos. Influyó en Ignacio Jarero, Julieta Aristizábal, Lyda Marcela Lozano, Cristina Bluthgen y Pablo Beccaria.

 

Alain Prochiantz (n. 1948) realizó aportes a la neurobiología, especialmente en el campo de la morfogénesis y la diferenciación celular de las neuronas.

 

Bruce Rousanville (1949 – 2011) dio fundamentación epidemiológica al modelo de Psicoterapia Interpersonal ideado por Klerman, y lo aplicó al tratamiento de las drogodependencias.

 

Charles Nemeroff (n. 1949) fue un experto psicofarmacólogo y autor de textos educativos en su disciplina; su trabajo aclaró conceptos como depresión resistente, depresión refractaria y depresión bipolar.

 

Slavoj Zizek (n. 1949) aplicó el psicoanálisis lacaniano a la realidad política del siglo XXI, usando las categorías de lo real, lo simbólico y lo imaginario para abordar fenómenos como el anticapitalismo, el fundamentalismo y el neomarxismo.

 

Maurice Corcos (n. 1950) realizó aportes en los campos de la psiquiatría infantil, la terapia familiar, las conductas suicidas y los trastornos de la conducta alimentaria en los adolescentes.

 

Guillermo Fabián Dorado (n. 1950) realizó estudios en psicofarmacología y abordaje integral de adicciones.

 

Richard Wayne Bandler (n. 1950) creó la Programación Neurolingüística junto a John Thomas Grinder (n. 1940). También acuñó los términos Ingeniería del Diseño Humano y Reprocesamiento Neurohipnótico. En todos esos modelos, se acercó a los patrones más frecuentes de conducta humana, con la intención de conocerlos y modificarlos (usando lo que llamó la gramática transformacional).

 

Keith James Holyoak (n. 1950) trabajó en los mecanismos de cognición, juicio y raciocinio humanos. Estableció que la analogía (transferencia de información y significado de una situación particular a otra) era uno de los mecanismos de inferencia más útiles a la hora de construir conocimiento, tanto en niños como en adultos, y uno de los primeros en deteriorarse en caso de injuria cerebral. 

 

Francisco Javier Lopera Restrepo (n. 1951) investigó sobre la influencia de la genética en la enfermedad de Alzheimer, la relación entre estrés y trastornos depresivos y ansiosos en los cuidadores de los pacientes dementes, la demencia tipo Alzheimer con agregación familiar en poblaciones tendientes a la endogamia genética, la importancia de las zonas verdes en la salud mental y los factores protectores de la memoria y las demás capacidades cognitivas en la población general.

 

Thomas Roland Insel (n. 1951) describió las interacciones sociales en sociedades individualistas y sociedades colectivistas.

 

Vilayanur Ramachandran (n. 1951) fue un experto en neurociencias, teórico de la Neurología Comportamental y la Psicofísica. Sus estudios sobre el Síndrome de Miembro Fantasma le permitieron crear la Terapia del Espejo en pacientes amputados o con secuelas de accidente cerebrovascular.

 

Tomás Ortiz Alonso (n. 1951) hizo aportes en neuropsicología, neuropsiquiatría y psicopedagogía, desarrollando unos ingeniosos Programas Neuroeducativos para activar las que llamó autopistas neuronales de aprendizaje. 

 

Harold Alan Pincus (n. 1951) estuvo muy interesado en la clasificación nosográfica y psicopatológica, y fue un abanderado de la descripción fenomenológica exhaustiva de los trastornos psiquiátricos para lograr la máxima precisión diagnóstica. También lideró iniciativas para acercar a los médicos generales y de otras especialidades a la Psiquiatría, y para mejorar la calidad de los servicios de psicoterapia y psicofarmacología en las instituciones psiquiátricas.

 

Klaus Fiedler (n. 1951) investigó los procesos de comunicación y cognición social.

 

Meinolf Peters (n. 1952) desarrolló un modelo psicodinámico de psicoterapia para los adultos mayores, con énfasis en la regulación emocional y el disfrute de la vida.

 

Sergio Strejilevich (n. 1952) estudió la caracterización psicopatológica de la variante conductual de la demencia frontotemporal, la cognición moral, el procesamiento lingüístico y las bases neurobiológicas de las funciones sociales y el lenguaje.

 

Dinesh Kumar Makhan Lal Bhugra (n. 1952) destacó por sus aportes a la psiquiatría transcultural y social.

 

Carlos Arteaga Pallares (n.1953) escribió la correlación entre el arte, la literatura, las emociones y los sentimientos, y destacó como psiquiatra clínico.

 

David Buss (n. 1953) fue un psicólogo evolucionista que estudió cómo eligen los seres humanos sus parejas sexuales, y qué estrategias de seducción y emparejamiento suelen desplegar.

 

Richard Gallagher (n. 1953) investigó acerca de fenómenos tales como la posesión y la influencia demoniaca, estableciendo con rigor los límites entre la enfermedad psiquiátrica y la verdadera situación sobrenatural.

 

Stephen Gilligan (n. 1954), discípulo de Erickson, Bandler y Grinder, ideó el Trance Generativo en la hipnoterapia, y postuló un modelo de psicoterapia breve basado en la programación neurolingüística.

 

Luis Carlos Restrepo Ramírez (n. 1954) insistió en la importancia de la ternura en las relaciones humanas sanas, y en la necesidad de desestigmatizar al paciente psiquiátrico.

 

John Markowitz (n. 1954) continuó la teorización de la Psicoterapia Interpersonal iniciada por Klerman, y realizó numerosas investigaciones sobre tratamiento combinado de psicoterapia y farmacoterapia en trastornos depresivos y ansiosos. 

 

Steven Pinker (n. 1954) destacó por sus estudios en Psicología Evolutiva y su Teoría Computacional de la Mente.

 

Thomas Dashiff Gilovich (n. 1954) hizo grandes aportes a la psicología social, definiendo distintos tipos de sesgos y malinterpretaciones de la realidad. Describió en la mayoría de las personas estas tendencias: a) rechazar la evidencia que no coincidía con sus prejuicios o ideas preconcebidas, así fuera irrefutable; b) subestimar los hechos que les resultaban desagradables o inconcebibles; c) negar la realidad, cuando esta no se acomodaba a sus expectativas; d) asumir que en el futuro se obtendría el mismo resultado obtenido la primera vez en una actividad; e) en concordancia con lo anterior, repetir conductas que en algún momento les resultaron exitosas; f) creer que la otra gente está más pendiente de sus actos y/o apariencia de lo que realmente sucede; g) identificar los sesgos ajenos con más facilidad que los propios; h) suponer que los eventos están más ligados entre ellos de lo que corresponde, restándole importancia al azar; i) focalizarse en los datos iniciales (dándoles mayor peso a la hora de tomar decisiones) descuidando el resto de la información, referente al objeto estudiado o al problema abordado; j) optar por la primera solución que aparece, así no siempre sea la más razonable o acertada.

Con respecto al comportamiento económico, determinó que las personas más sabias eran aquellas que se sentían más felices y satisfechas agradecían lo que tenían, independientemente de lo altos que fueran sus ingresos. Los que no tenían sabiduría, en cambio, eran insaciables y codiciosos, y nunca estaban contentos. También denunció cómo la inequidad económica global afectaba de forma negativa a los países menos desarrollados (poniendo a su población en riesgo de infelicidad).

También estudió los fenómenos de culpa y remordimiento, encontrando que los seres humanos se arrepentían mucho más de lo que no hicieron o no se atrevieron a decir que de lo que obraron o dijeron.

 

Thomas Leonard (1955 – 2003) ideó el Coaching Práctico, centrado en incentivar la autoestima, motivar a la acción y encontrar satisfacción en la búsqueda de nuevos desafíos.

 

Barbara Ann Oakley (n. 1955) describió la forma en la que el modo de pensamiento focalizado y el modo de pensamiento difuso contribuyen a resolver problemas y estructuran el aprendizaje. 

 

Robert Dilts (n. 1955), discípulo de Erickson, Bateson, Bandler y Grinder, sobresalió en el campo de la programación neurolingüística aplicada a la pedagogía y las habilidades sociales.

 

Bruno Jarrosson (n. 1955) mezcló filosofía, administración de organizaciones, estrategia militar y coaching.

 

Michael First (n. 1956) fue un gran psicopatólogo, muy interesado en definir con precisión los criterios diagnósticos de las enfermedades mentales. Acuñó el término Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal, una variante de la somatoparafrenia que observó en algunos adolescentes severamente enfermos, en la que coexisten 

 

Daniel Gilbert (n. 1957) encontró que las personas daban a los eventos futuros mayor importancia y mayor impacto emocional del que realmente tenían, tendían a interpretar eventos del pasado como predictores del futuro, solían recordar mejor los eventos atípicos, atribuían a las decisiones que tomaban una (en su concepto) exagerada importancia, y fantaseaban con que el futuro sería mucho mejor y más diferenciado del presente de lo que generalmente ocurría.

 

Robert Bilder (n. 1958) estudió la personalidad y la forma en la que la resolución de problemas permite crear nuevas conexiones neuronales y estructurar una personalidad mejor preparada para situaciones venideras. Postuló que el psiquismo de cada persona estaba determinado por cinco dimensiones básicas: apertura, conciencia, extraversión, adaptabilidad y neuroticismo.

 

Andreas Maercker (n. 1960) realizó aportes al tratamiento psicoterapéutico y la rehabilitación de los pacientes con trastorno de estrés postraumático.

 

Ariel Alarcón Prada (n. 1960) investigó sobre psicooncología, atención plena y relajación, y desarrolló una terapia de apoyo para los pacientes con cáncer, dolor crónico y enfermedades terminales.

 

James Marcia (n. 1960), discípulo de Erikson, estudió la adolescencia como una posibilidad para forjar la identidad explorando en diversos dominios de la vida (literatura, filosofía, religión, deporte, política, relaciones íntimas, amistades, roles de género, aficiones), proceso que desembocará en la búsqueda de ocupación y en la definición de quién se es. Describió cuatro Estados de Identidad: Rígido (el adolescente definió su identidad sin explorar muchas alternativas, siguiendo las ideas paternas y las normas sociales sin mayor conflicto), Difusión de Identidad (el adolescente se quedó estancado en un estado amorfo, difuso, indefinido), Moratorio (el atribulado adolescente vive en constante crisis, lleno de ansiedad, sin atreverse a dar el paso hacia la identidad que quiere) y Logrado (después de explorar distintas alternativas, se asume una identidad clara, concordante con un Self bien definido).  

 

José Antonio Garciandía Imaz (n. 1960) fue un representante de la Psicoterapia Ecléctica, a la que llegó desde el pensamiento sistémico y la cibernética.

 

Tamaki Saito (n. 1961) acuñó el término hikikimori para referirse al adolescente o adulto joven que se recluye en su casa o su cuarto llegando a tal nivel de confinamiento que altera tremendamente la forma como funciona en la vida cotidiana (llegando a niveles extremos de soledad e inactividad con respecto al mundo exterior). Describió como Retirada Social Aguda el síndrome que afecta a estas personas, muchas de las cuales no son esquizofrénicas ni autistas, sino retraídas, marcadamente ansiosas y trastornadas en su personalidad.

 

Dacher Keltner (n. 1962) propuso, retomando a Rousseau, que el hombre nacía bueno y era instintivamente compasivo y amable, y que encontraba su sentido de vida y su felicidad en la misericordia. También señaló la paradoja del poder: muchos creen que serán felices al alcanzarlo, pero en realidad terminan perdiendo el cariño sincero y la propia autoestima.

 

Yang Yongxin (n. 1962) estudió las ciberadicciones y propuso un polémico tratamiento para la adicción al internet: combinando terapia electroconvulsiva con psicofármacos. Después de su prohibición por parte del Ministerio de Salud de China, trató dicho problema con técnicas conductistas y lo que él denominó Terapia de Pulsos de Baja Frecuencia.

 

Ricardo De la Espriella Guerrero (n. 1962) investigó acerca de los procesos de toma de decisiones, el filicidio, las conductas de riesgo y los hábitos de emparejamiento de la población homosexual, y las vicisitudes de la crianza y la función parental.  

 

Jonathan Haidt (n. 1963) ha realizado aportes en varios campos (liderazgo ético, desarrollo moral, psicología social, vida política, respeto al pensamiento divergente, tolerancia, intuicionismo social, psicología positiva, justicia y factores asociados a la felicidad), influenciado por Seligman, Kohlberg y Schweder.   

 

Bárbara Lee Frederickson (n. 1964) estudió la Psicología Social, la Psicología Positiva y las emociones, sugiriendo que las emociones positivas desencadenan comportamientos novedosos, expansivos o exploratorios.

 

Simon Forstmeier (n. 1964) fue un experto de la psicoterapia en los pacientes con demencia (en especial aquellos con cuadros leves o moderados de enfermedad de Alzheimer).

 

Vikram Patel (n. 1964) abanderó diversas iniciativas para ofrecer servicios psiquiátricos de calidad y mejorar la salud mental global, después de constatar en varias investigaciones que el desarrollo social y cognitivo se veía severamente entorpecido en ciertos contextos de violencia, deprivación afectiva, difícil acceso a la alta cultura e inequidad económica.

 

Javier Auli Carrasco (n. 1965) se especializó en trastornos de la conducta y aplicación de diversos métodos de psicoterapia en el terreno de la psiquiatría de niños y adolescentes. Escribió una obra autobiográfica pionera, con la que inició el género de la “novela-rock”.

 

Scott Plous (n. 1965), discípulo de Zimbardo, investigó diversos tópicos en psicoeducación y psicología social (acción educativa, sesgos en el aprendizaje, fenómenos de discriminación en el aula, obediencia a figuras de autoridad, cooperación social y altruismo) y destacó como defensor de los derechos de los animales.  

 

María Muñoz Grandes (n. 1966) investigó en arteterapia y ética organizacional. 

 

Alejandro Rojas Urrego (n. 1966) escribió acerca del narcisismo en la adolescencia y las vicisitudes y peligros que los adolescentes enfrentan en las sociedades violentas, y trató de establecer una conexión entre el Psicoanálisis y las Neurociencias.

 

Nassir Ghaemi (n. 1966) trabajó en el tratamiento de los trastornos afectivos, esclareciendo el abordaje de la Depresión Bipolar y del Trastorno Depresivo Recurrente, y abogando por un uso crítico de la estadística y la epidemiología en la toma de decisiones clínicas.

 

James Cantor (n. 1966) estudió la hipersexualidad, las parafilias y las conductas sexuales atípicas.

 

Naotsugu Hirabayashi (n. 1967) realizó aportes a la psiquiatría forense, la terapia cognitivo-conductual y la psicoterapia de apoyo a las personas con discapacidad mental.

 

Michael Chikong Seto (n. 1967) trató de dilucidar las causas del abuso sexual, la pedofilia y el lolismo, y lideró varias iniciativas encaminadas a evitar las conductas sexuales problemáticas y abusivas.

 

Dan Ariely (n. 1968) estudió las relaciones entre neuromercadeo y comportamiento económico, y encontró que las personas tomaban decisiones económicas, usualmente, por motivos irracionales.

 

Gary Wilson (n. 1969) investigó las causas (acceso cada vez más fácil a plataformas y sitios en internet, normalización social de lo pornográfico) y las consecuencias (dificultades para focalizar la atención y concentrarse, fallas en la memoria, disfunción eréctil, eyaculación retardada, desarrollo de gustos exóticos en las relaciones sexuales, dificultad para excitarse, anorgasmia) de la adicción a la pornografía.

 

Ferran García de Palau (n. 1970) desarrolló un tipo de Atención Plena para el tratamiento de pacientes depresivos.

 

Daniel Nettle (n. 1970), discípulo de Seligman, investigó sobre la felicidad, la deprivación emocional, la psicología evolutiva y la biología comparada.

 

Jeremy Adam Smith (n. 1970) escribió acerca de la conducta misericordiosa y la gratitud como factores generadores de felicidad.

 

Todd Kennedy Shackelford (n. 1971), tal como su maestro Buss, sobresalió en el campo de la psicología evolutiva.

 

Bruce Ellis (n. 1972) estudió el impacto del estrés en las cogniciones y las conductas de afrontamiento en el hombre; postuló que el estrés (siempre y cuando fuera leve) en individuos inteligentes y batalladores podría ser benéfico (los orientaría al logro), mientras que en personas poco inteligentes, pusilánimes o evitativas podría ser muy perjudicial (en especial si se tratara de un estrés severo, o reiterado).

 

Toshihiko Matsumoto (n. 1972) investigó la comorbilidad entre conducta suicida y drogodependencia en los adolescentes, y describió el Síndrome por Uso de Benzodiacepinas.

 

Brian Jackson (n. 1972) fue un experto en terrorismo y contraterrorismo que abordó diversos mecanismos por los cuales las personas podrían afrontar diversas formas de ataque terrorista (incluido el ciberataque) minimizando las secuelas psicológicas.

 

Jose Mario Gómez Lizarazo (n. 1973) integró psicología humanista, teoterapia y psicoterapia sistémica en el tratamiento de las drogodependencias.

 

Arnaud Delorme (n. 1974) brilló por sus aportes a las neurociencias, en especial en el análisis electroencefalográfico de personas en meditación, en actividades creativas o en experiencias religiosas.

 

Kimberly Hepner (n. 1974) estudió las barreras de acceso a la psicoterapia en la población general, y propuso un modelo de optimización de los recursos para ofrecer tratamientos psiquiátricos de calidad.

 

Christian Haass (n. 1974) destacó por sus estudios de las enfermedades neurodegenerativas.

 

Joshua Breslau (n. 1974) investigó la correlación entre ciertos patrones culturales y la tendencia a sufrir determinadas enfermedades mentales, y postuló diversas soluciones en el campo de las políticas de salud pública.

 

Héctor Andrés Sánchez Guerrero (n. 1975) sobresalió por sus estudios sobre la empatía, la intencionalidad afectiva colectiva y la regulación de los afectos en el marco de la pertenencia a lo que denominó comunidades de respeto, así como en la relación entre el afecto y el sometimiento a la norma. Insistió en el abordaje de la enfermedad mental desde lo transdisciplinario y transcultural, y batalló contra la farmacologización del quehacer psiquiátrico.

 

David Vance Herin (1976 – 2011) investigó acerca de la impulsividad en los trastornos de la conducta alimentaria.

 

Dionne Barnes (n. 1977) escribió acerca del acceso real al tratamiento psiquiátrico integral en los sistemas de salud anglosajones, evidenciando todo tipo de discriminaciones y barreras.

 

Rajeev Ramchand (n. 1977) describió la prevalencia de trastornos psiquiátricos en las llamadas “minorías” estadounidenses, y abanderó diversas iniciativas de prevención de violencia y consumo de psicotóxicos en los adolescentes y adultos jóvenes.

 

Alvaro Camacho Roldán (1977 – 2019) sobresalió por su trabajo en psiquiatría clínica y de enlace.

 

Ana Joao Rodrigues (n. 1978) estudió el neurodesarrollo, los aspectos moleculares de los circuitos de motivación y recompensa, la modificación epigenética de los receptores de dopamina y la exposición prenatal a glucocorticoides como predictor de comportamiento maladaptativo en la adolescencia.

 

Zirui Huang (n. 1981) investigó sobre las bases neurobiológicas de la conciencia psicológica, estableciendo la existencia de dos redes neuronales: la Red de Actividad Libre o DMN (Default Mode Network), que se activa cuando el cerebro se encuentra descansando o sin concentrarse en una actividad mental específica (y que tiene que ver con la autorreflexión, la toma de conciencia de los propios procesos mentales, la formación de memorias autobiográficas y la anticipación cognitiva a eventos futuros) y la Red de Atención Dorsal o DAN (Dorsal Attention Network), que se activa cuando el cerebro está ejercitándose en una actividad mental específica, o resolviendo un problema determinado (por ejemplo, tomando una decisión). Estas dos redes se complementarían de forma recíproca y a la vez competitiva: cuando una está activa, la otra deja de estarlo. Del juego complementario entre ambas depende la conciencia; cuando la conexión entre ellas se interrumpe, se entra en la inconciencia.

 

David Alberto Campos Vargas (n. 1982) creó la Psicoterapia Formativa (basada en la redefinición y reconstrucción de la personalidad, en aras de un psiquismo armónico, ético y equilibrado), desarrolló la psicohistoria y usó de forma sistemática la literatura, la filosofía y la teología en psicoterapia. Insistió en la sinergia entre paciente y terapeuta ( a los que definió como dos seres imperfectos, formadores y en formación, que se respetan y apoyan en la aventura de la mutua estructuración, transformación y re-estructuración de la personalidad), la relación terapéutica como una alianza y al mismo tiempo un juego maduro y encaminado a la felicidad, la plenitud y la formación de una personalidad armónica y ecualizada, la psicoterapia como un proceso agradable y placentero (que no implica dolor, como otros han sostenido) con repercusiones positivas.

Definió conceptos como neoposmodernidad, cultura light, totalitarismo de género, formatividad, plenitud existencial, sinergia paciente-psicoterapeuta y praxis terapéutica. Observó cómo se relacionaban y comportaban los seres humanos en diversas situaciones sociales, tanto a nivel personal (amistades, derrotero vocacional y laboral, estrategias de emparejamiento, noviazgo y matrimonio) como a nivel sistémico (acciones comunitarias, elecciones, revoluciones, movimientos sociales y políticos, cambios de época). También investigó las manifestaciones del sexismo totalitario (feminismo, masculinismo, hembrismo y machismo), el uso de los íconos y las experiencias religiosas en psicoterapia, la bioética, la comunicación asertiva frente al chantaje emocional, y los efectos positivos del amor, la espiritualidad, la autonomía, la responsabilidad y la solidaridad en la conducta humana. 

 

Yasuhiko Chiba (n. 1983) estudió el comportamiento juvenil, especialmente los fenómenos de autolesión (especialmente auto-corte) para disminuir el dolor tanto a nivel psicológico como físico. También propuso un modelo de tratamiento en casa para adolescentes con riesgo suicida leve a moderado y antecedentes penales.

 

Fernando Espí Forcén (n. 1983) destacó por sus aportes a la neuropsicofarmacología, la medicina psicosomática y la psiquiatría aplicada (con análisis de la psicopatía y las fantasías agresivas en el cine de terror).

 

Sarah Tashjian (n. 1983) y Adriana Galván (n. 1985) estudiaron las estructuras cerebrales relacionadas con el circuito de recompensa (núcleo accumbens, corteza prefrontal medial), y de cómo se afectaban en enfermedades como la depresión o en situaciones vividas como derrotas personales. También investigaron la neurobiología relacionada con la impulsividad de los adolescentes.

 

Danny Rahal (n. 1986) estudió la correlación entre el estatus social percibido y el estrés experimentado en los adolescentes.


David Alberto Campos Vargas  © 2020, 2021

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Berrios, G.E., Porter, R. (1995) A History of Clinical Psychiatry. London: Athlone Press
Boring, E.G. (1950) Historia de la Psicología Experimental. México: Trillas
Campos, D.A. (2020) Historia de la Psiquiatría, 1a edición. Armenia: SPF Ediciones
Campos, D.A. (2017) Historia Universal: una síntesis didáctica. Armenia: SPF Ediciones.
Cárdenas, L.A. (2008) Historia de la Psiquiatría. Bogotá: Panamericana
Leahey, T. (2005) Historia de la Psicología. Madrid: Pearson
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Micale, M. (1994) Discovering the History of Psychiatry. New York: Oxford University Press.
Shorter, E. (1998) A History of Psychiatry. Toronto: Wiley
Wallace, E., Gach, J. (2008) History of Psychiatry and Medical Psychology. New York: Springer 


*
David Alberto Campos Vargas

Médico y Cirujano, Pontificia Universidad Javeriana
Especialista en Psiquiatría, Pontificia Universidad Javeriana
Neuropsicólogo, Universidad de Valparaíso
Neuropsiquiatra, Pontificia Universidad Católica de Chile
Filósofo, Universidad Santo Tomás de Aquino
Teólogo, Obispado Castrense de Colombia
Profesor de Psiquiatría y Salud Mental, Universidad del Quindío
Contacto: dalbcampos@hotmail.com


Cómo citar este artículo: Campos Vargas, D.A. (2021) Historia de la Psiquiatría. Revista Virtual de Psicoterapia Formativa. Febrero de 2021

EN BUSCA DE UN LENGUAJE VERDADERAMENTE INCLUSIVO E INCLUYENTE, por David Alberto Campos Vargas

EN BUSCA DE UN LENGUAJE VERDADERAMENTE INCLUSIVO E INCLUYENTE   David Alberto Campos Vargas, MD*   Introducción   Felizmente, y ...