jueves, 20 de febrero de 2020
PSICOTERAPIA FORMATIVA EN EL ADOLESCENTE, por David Alberto Campos Vargas
viernes, 7 de febrero de 2020
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA, por David Alberto Campos Vargas
PREHISTORIA
1. Línea del Tiempo: 2.500.000 a.C. – 10.000 a.C.
2. Contexto
Alrededor del 14.000.000 a.C. algunos primates
empezaron a combinar su vida en los árboles con la bipedestación. El Ramapithecus
(que se extinguió en el 8.000.000 a.C.) ya lograba mantenerse bastante tiempo
en posición erguida, y formaba familias y manadas. El Australopithecus (que ya
era claramente un homínido, pues su posición habitual era la erecta, y tenía
una capacidad craneana paulatinamente mayor) se fue haciendo cada vez más ágil
con sus manos, aprendió a comunicarse con múltiples fonemas de complejidad
creciente y desarrolló su corteza cerebral como ningún otro homínido.
Hacia el 5.000.000 a.C. el clima se enfrió
notablemente y se extinguieron muchos de los grandes mamíferos, por lo que el
Australopithecus tuvo que expandirse y mejorar sus técnicas de caza (y, por
tanto, de comunicación). Asimismo, su infancia y su niñez se fueron haciendo
más y más largas (pues sus crías nacían cada vez más inmaduras), con lo que fue
prolongándose progresivamente su tiempo de curiosidad y aprendizaje activo.
Hacia el 2.500.000 a.C. apareció de entre los
Australopithecus el ser humano propiamente dicho: el Homo habilis, capaz de mantener
el deseo de conocer su entorno durante toda la vida. Con dicha capacidad,
desarrolló un neocórtex similar al del hombre actual, habilidad para tallar la
piedra (y, con ello, de representar sus pensamientos, produciendo arte),
aptitud para crear herramientas (produciendo elementos para cortar, punzar,
trinchar y raspar), gran inteligencia y una especial facultad para el lenguaje.
Hacia el 2.000.000 a.C. surgió el Homo erectus, con
cerebro aún más grande y mayor inteligencia. Todo parece indicar que
Australopithecus, Homo habilis y Homo erectus se conocieron e interactuaron.
Pero las duras condiciones de vida provocadas por el frío intenso y el
congelamiento de casi todo el planeta, la escasez de frutos y animales para la
caza, y la lucha por el territorio que no estaba cubierto de hielo todo el año
pusieron en competencia a estas tres líneas de homínidos.
Las glaciaciones, el hambre y el desplazamiento
acabaron con el Australopithecus hacia el 1.000.000 a.C., y con el Homo habilis
hacia el 800.000 a.C. Fue fundamental para la supervivencia del Homo erectus el
haber aprendido a valerse del fuego (que le dio calor para hacerle frente al
clima adverso, protección frente a los felinos prehistóricos que lo devoraban y
la posibilidad de alimentarse de diversos animales que no podía digerir en
estado crudo), y el organizarse estratégicamente para la caza y la guerra.
Hacia el final de la tercera glaciación, el Homo
erectus ya poblaba África, Asia y buena parte de Europa. Había aprendido a
construir cabañas y es probable que ya tuviera rudimentos de autoconciencia y
de vida religiosa. La población humana mundial ascendía a un millón de
habitantes. Ya por ese entonces habían surgido dos líneas de humanos, a partir
del Homo erectus: el Homo neandertalis (aparecido alrededor del 200.000 a.C.) y
el Homo sapiens (hacia el 100.000 a.C.).
Cuando ocurrió la extinción del Homo erectus (cerca del
90.000 a.C.) había una cultura neandertal claramente definida. El Homo
neandertalis ya establecía vínculos familiares muy fuertes, sabía sonreír, fabricaba
flechas, tenía pensamiento abstracto y realizaba ritos funerarios.
Entre el 40.000 a.C. y el 30.000 a.C. el Homo sapiens
superó claramente al Homo neandertalis, con la creación de arte cada vez más
complejo (incisiones y marcas decorativas en huesos, conchas y piedras; pinturas
de cabezas de animales y humanos; huellas de manos pintadas; representaciones
de animales y figuras antropomórficas de cuerpo entero; estatuillas y
bajorrelieves), un lenguaje articulado sofisticado que permitía conceptualizar
al aludir (nominar) a seres y situaciones de forma unívoca y en cualquier
contexto, un pensamiento lógico-abstracto y
una organización social que incluía la agricultura y la domesticación de
algunos animales. Por esa época, el Homo sapiens se asentó en Australia y otras
islas del Pacífico.
El Homo sapiens y el Homo neandertalis se aliaron y
cruzaron en varias ocasiones; en otras, combatieron (y el Homo neandertalis,
pese a ser más robusto y fuerte, no pudo frente a la sofisticación bélica del
Homo sapiens). Hacia el 27.000 a.C. el Homo neandertalis había prácticamente
desaparecido.
Alrededor del 25.000 a.C. los Homo sapiens eran los
únicos hombres que poblaban la Tierra. Ya habían empezado a llegar a América.
En ese entonces, la población humana global alcanzó la cifra de 5.000.000.
Hacia el 19.000 a.C. surgieron los primeros
asentamientos urbanos, en Egipto, Palestina y Mesopotamia. Tres grandes ríos
(el Nilo, el Tigris y el Éufrates) delimitaban la zona más fértil del mundo
conocido hasta entonces. Aún el norte de África era rico en flora y fauna, pues
no había empezado el proceso de desertificación que daría origen al Sahara.
Todo parece indicar que hacia el 15.000 a.C. el Homo
sapiens aprendió a moler el grano de trigo, y a preparar hogazas de pan
poniendo la masa al fuego. Asimismo, encontró que encerrar y retener a los
animales para su consumo progresivo era más inteligente que darles muerte
enseguida, y aunque siguió habiendo periodos de hambruna, fueron menos severos
y provocaron menos muertes que en siglos anteriores.
3. Representantes
Como aún no había escritura (por eso no había empezado
la Historia propiamente dicha), no han llegado a nuestros días los nombres de
quienes trataron de entender el psiquismo humano en ese entonces. Lo cierto es
que la cosmovisión mágico-arcaica dominaba, y el chamanismo era el abordaje
universal e imperante.
La enfermedad mental no se entendía como en la
actualidad, sino en función de las creencias mágicas cotidianas: un estado
alterado a causa de la violación de un tabú, la posesión o la influencia de un
espíritu malévolo o el antecedente de haber irrespetado al espíritu del
ancestro tribal.
Los chamanes o hechiceros eran personas que tenían una
supuesta comunicación con el más allá, con el mundo de los espíritus, y sus
comunidades los consideraban capaces de viajar entre el mundo sensible y el
suprasensible, “diagnosticar” (en estado de trance) y “corregir” (también en
estado de trance) el problema. La “terapéutica” se efectuaba a través de
rituales que incluían danzas, música, consumo de psicotrópicos, invocación de
espíritus benignos o chantaje a los espíritus malignos (ofreciéndoles cosas a
cambio: comida, licor, orgías, sacrificios humanos, etcétera).
Aunque esas concepciones irracionales, mágicas y
animistas se consideraron aparentemente “superadas” por algunos historiadores y
eruditos (que, hay que decirlo abiertamente, estaban llenos de sesgos
positivistas y reduccionistas derivados del enfoque “científico” moderno), y
que muchos de los chamanes de antaño se han extinguido (como los druidas de las
islas británicas, los hechiceros mayas y aztecas, los adivinos babilónicos o
los escribas egipcios), lo cierto es que este enfoque aún se mantiene en todo
el orbe, especialmente en sociedades poco “occidentalizadas” y centradas aún en
cosmovisiones en las que los rituales exóticos, el consumo de sustancias
psicoactivas “para entrar en trance” y el éxtasis tribal logrado a partir de
bacanales, sacrificios (en esta época, con frecuencia más simbólicos que
reales) y borracheras, son aún considerados los mejores caminos para tratar los
padecimientos psíquicos.
EDAD ANTIGUA
1. Línea del Tiempo: 10.000 a.C. – 600 a.C.
2. Contexto
El Homo sapiens se hizo sedentario y siguió
multiplicándose (ya habían 8.000.000 de hombres). Los primeros asentamientos
urbanos propiamente dichos (en el norte de África y en la llamada “media luna
fértil” del Medio Oriente) consistían en cabañas circulares hechas de piedra,
adobe y madera. Se cosechaban trigo y cebada silvestres.
Hacia el 9.000 a.C. ya Jericó (a orillas del río
Jordán, en la actual Palestina), Ur (a orillas del río Éufrates, en el actual
Irak), Lisboa (en la desembocadura del río Tajo en el océano Atlántico, en el
actual Portugal), Benarés (a orillas del río Ganges, en la actual India) y
Luoyang (en la actual China) eran ciudades propiamente dichas. La agricultura y
la ganadería proliferaron.
Hacia el 8.500 a.C. se habían domesticado el buey y el
carnero, y hacia el 7.500 a.C., el cerdo y la cabra. Se había desarrollado la
cerámica, y las vasijas de barro sustituyeron a los pesados recipientes de
piedra. De otro lado, la piedra tallada fue cambiada por piedra pulimentada (lo
que, junto a la aparición de sociedades agrícolas y ganaderas, marcó el paso
del Paleolítico al Neolítico).
Desde el 7.000 a.C. se cultivó trigo en Jericó, y
arroz en China e India. Las cabañas circulares fueron remplazadas por casas de
planta rectangular, varias habitaciones y paredes y suelos recubiertos de
arcilla. Se organizaron los primeros ejércitos en las aldeas, con una función
de autodefensa (para repeler los ataques de los grupos nómadas que aún
quedaban, o de ejércitos de otras aldeas).
En el 6.500 a.C. se inventaron la hoz y la azada, y se
empezaron a usar presas y canales para almacenar y distribuir el agua. Las
ciudades de Ur, Uruk, Nippur y Nínive, en Mesopotamia (actual Irak) continuaron
creciendo. Los comerciantes de Ur llegaron a recorrer por mar las costas de
Arabia.
Hacia el 6.000 a.C. se empezaron a hacer casas,
santuarios y palacios usando piedras pulidas y ladrillos, y a fundir el cobre
para fabricar adornos y objetos. En Centroamérica (en los actuales México y
Guatemala) y el valle del Indo (actual Pakistán) empezaron también diversos
asentamientos agrícolas.
Entre el 5.000 y el 4.000 a.C. hubo un auge de la
cultura megalítica (caracterizada por la construcción de grandes monumentos de
piedra) en África, Asia y Europa; la población humana alcanzó los 50.000.000 y
en Suramérica (en los actuales Perú y Ecuador) se inventó un nuevo tipo de
cerámica y se empezó a tejer fibras vegetales. Por esas mismas fechas empezaron
los cultivos organizados de arroz a lo largo del río Amarillo, en la actual
China, y los comerciantes empezaron a recorrer los mares Egeo y Mediterráneo.
El ganado, el oro, la plata, el cobre, las piedras
preciosas, los cereales, la sal y algunos productos manufacturados se
comerciaban entre los actuales Egipto, Palestina, Israel, Irak, Irán y Arabia.
Frente al nuevo auge económico, se necesitaron símbolos que representaran los productos
circulantes. Los sumerios fueron los primeros en desarrollar un sistema de
escritura, hacia el 3.500 a.C. Consistía, inicialmente, en pictogramas
(representaciones gráficas, imágenes) que significaban sustantivos de uso
frecuente. Alrededor del 3.100 a.C. dicho sistema se desarrolló para expresar
conceptos más abstractos, y se hizo escritura cuneiforme.
Pronto los egipcios desarrollaron su escritura
jeroglífica (que, como el sumerio, tenía elementos tanto ideográficos como
fonéticos), y una religión bastante elaborada, con la que trataron de responder
a las eternas preguntas filosóficas (¿qué es el hombre?, ¿cuál es su origen?,
¿con qué se encuentra después de la muerte?; ¿qué es el cosmos?, ¿cómo
funciona?, ¿de dónde surgió?).
Por la misma fecha, en México se construían casas
semisubterráneas y se desarrollaba un sistema descriptivo de los astros
visibles desde la Tierra, muy similar al zodiaco de los sumerios. Mientras
tanto, en la India, se desarrollaba la religión védica (de la que tomaría
posteriormente muchos elementos la religión hinduista), y al sur de los montes
Zagros se formaba la ciudad-Estado de Elam, cuyo idioma, el elamita, perduraría
hasta el siglo XI d.C. Elam controló casi todas las rutas comerciales entre
China, India, Arabia, las costas del Golfo Pérsico y Sumeria.
A su vez, la ciudad fenicia de Biblos (actual Jubayl,
Líbano) se convirtió en un enclave estratégico entre el mundo griego, Egipto,
Palestina, Israel y Sumeria. Famosa por su madera y su papiro (del que se
hacían los rollos de papiro, los libros de la Antigüedad), sigue siendo hasta
hoy la ciudad más antigua habitada ininterrumpidamente.
Hacia el 3.000 a.C. los sumerios desarrollaron el
carro con ruedas, el rodillo cilíndrico, el año dividido en 12 meses de 30 días
y la hora dividida en 60 segundos. También desarrollaron el bronce, logrado con
la aleación de cobre y estaño. Las ciudades-Estado sumerias (Assur, Eridú,
Kish, Lagash, Mari, Nínive, Nippur, Umma, Ur, Uruk) se hicieron cada vez más
sofisticadas en lo militar.
Los fenicios poblaron la isla de Creta y la hicieron
protagónica en el comercio del Mediterráneo. Los egipcios, a su vez, empezaron
a importar lapislázuli de Somalia, cedro del Líbano e incienso y resinas de
Arabia, y construyeron pirámides, monumentos (como la Esfinge, con cuerpo de
león y una cabeza humana que representaba al faraón Kefrén) y palacios cada vez
más ostentosos.
Alrededor del 2.800 a.C. los sumerios empezaron a usar
su escritura con fines históricos y literarios (de hecho, uno de sus antiguos
reyes, Gilgamesh, fue convertido en un personaje de leyenda); los egipcios
empezarían a hacerlo en el 2.100 a.C., y los indios ocho siglos después.
En 2.300 a.C. surgió el primer imperio. La ciudad de
Acad fue ganando influencia, y sometiendo militarmente a las ciudades-Estado
vecinas. El imperio acadio terminó por quedarse con toda Sumeria y parte de las
costas fenicias. Ese mismo año también fue el periodo de esplendor de la
civilización del Indo: sus principales ciudades (como Harappa y Mohenjo-Daro) tenían
casas rectangulares de ladrillo, calles empedradas, instalaciones sanitarias,
canales, piscinas y almacenes.
Hacia el 2.193 a.C. los guti (una tribu proveniente de
los montes Zagros) invadieron Acad. Los otros pueblos (sumerios, elamitas, semitas),
hastiados de la férrea represión de los acadios, se les unieron. La destrucción
de Acad fue completa. Mientras tanto, Tebas fue ganando importancia y pronto se
convirtió en la capital del reino reunificado de Egipto.
Hacia el 2.000 a.C. los amorreos ocuparon Mesopotamia
y prácticamente se expandieron tanto como el imperio acadio. Sin embargo, su
dominio fue más económico que militar. Las ciudades más prósperas de la región
fueron Assur, Babilonia, Eridú, Eshnunna, Isin, Kish, Lagash, Larsa, Mari,
Nippur, Susa, Umma, Ur y Uruk.
Para el 1.990 a.C. se dio la edad de Oro de la
civilización egipcia. De ese periodo datan los primeros textos de ficción no
relacionados con ninguna mitología, compilaciones de refranes y proverbios, libros
de aritmética y geometría, y hasta textos sobre el arte de gobernar (como el
escrito por Amenemhat I). Entretanto, se domesticó el caballo y los hititas se
asentaron en Anatolia. Aunque Tebas siguió siendo una urbe importante, la
capital pasó a ser Lisht. Es probable que por esa época Abraham, nacido en Ur,
se estableciera en Canaán; su descendencia sería el pueblo hebreo.
Hacia 1.850 a.C. la ciudad de Babel empezó a
descollar. La ciudad de Biblos y la isla de Creta conservaron su importancia comercial,
y aparecieron en escena Beerseba, Betel, Hebrón, Salem (que posteriormente se
llamaría Jerusalén) y Siquem.
En 1.750 a.C. la cultura cretense tuvo su apogeo. En
México y Perú continuaron los avances, con una agricultura cada vez más
desarrollada. En China, la ciudad de Erlitou dominó gran parte del valle del
río Amarillo.
Para el 1.720 a.C. se hicieron fuertes los hurritas
(llamados hicsos por los egipcios y surabitas por los babilonios), procedentes
de la actual frontera entre Turquía y Armenia, quienes se establecieron en las
ciudades de Alepo, Alalakh, Arrapha (cerca de la actual Kirkurk), Kizzuwadna y
Mitani. Los hurritas hicieron incursiones en Canaán, la península del Sinaí y
Egipto. Como usaron el caballo como arma de guerra (convirtiéndolo en animal de
tiro, para sus carruajes), pudieron obtener una notoria superioridad militar. Así
llegaron a dominar el Bajo Egipto (su territorio más septentrional), el Sinaí y
Canaán. La capital de su reino fue Tanis, en el delta del Nilo.
Hacia 1.700 a.C. los hititas se apoderaron de casi
toda la península de Anatolia (actual Turquía), adaptaron la escritura
cuneiforme a su lengua y se hicieron fuertes en la ciudad de Kussara. Por esa
misma época los griegos aprovecharon que Creta había sido asolada por un
terremoto y se hicieron independientes.
En 1.610 a.C. la ciudad-Estado de Hattusa se convirtió
en un reino que prácticamente se anexionó al reino hitita del oeste de Anatolia
y a las ciudades hurritas del norte de Siria. Babilonia, en pugna con sus vecinos
hititas, hurritas y casitas (pueblos seminómadas procedentes de los montes
Zagros), terminó por caer en el 1.595 a.C. Mientras tanto, los egipcios
procedentes de Tebas (en el Alto Egipto) se repusieron y derrotaron a los
hicsos (hurritas) tanto en el norte de África como en Palestina. Sin embargo,
las ciudades hurritas de Mittani (que ocupó el área de la antigua Sumeria) y
Kadesh (en Canaán) siguieron siendo fuertes.
De otro lado, la civilización del Indo fue asolada por
los arios (persas que se autodenominaban “arya” o nobles, del actual Irán),
quienes terminaron imponiéndose a los pueblos originales (a quienes llamaron
despectivamente “dasia” o negros) y destruyeron Harappa y Mohenjo-Daro. La
civilización del Indo, que había iniciado en el 3.000 a.C. y ya había empezado
su declive en 1.900 a.C., llegó a su fin. Los invasores usaron el hierro,
desconocido en la India, dentro de su armamento, y también los carros de guerra
tirados por caballos, sembrando a su paso caos y destrucción. Impusieron su
lengua (el sánscrito), su sistema social jerárquico (racista y con clases
sociales o castas rígidamente delimitadas) y sus creencias religiosas (el
brahmanismo, que luego daría lugar al hinduismo).
Entre el 1.400 a.C. y el 1.300 a.C. las ciudades
griegas del Peloponeso, con Micenas a la cabeza, tomaron el control de Cnosos
(capital de Creta) e iniciaron su dominio en los mares Egeo y Mediterráneo. Entretanto,
los hebreos fueron formando los reinos de Amón, Edom y Moab.
En el 1.300 se logró producir el acero, a partir de la
mezcla de hierro con carbón. Dicho material permitió fabricar armas, escudos y
corazas que dieron una ventaja militar enorme a los pueblos que primero
dominaron las técnicas de fundición del hierro, como los hititas, los aqueos (habitantes
de Acaya) y los argivos (de la ciudad de Argos). Estos dos últimos se lanzaron
a la conquista del oeste de Anatolia. Una de las ciudades más importantes que
doblegaron estos griegos del Peloponeso fue Ilión (Troya). La guerra de Troya,
que pudo haber durado de 1.194 a.C. a 1.184 a.C. según Eratóstenes, o que pudo
haber consistido en una larga serie de asedios que inició en 1.250 a.C. (según
Heródoto), significó un gran triunfo para los griegos. Algunos de sus hechos y
personajes llegaron por tradición oral hasta el poeta Homero (siglo VIII a.C.),
quien los inmortalizó en la Iliada y
la Odisea.
Un numeroso grupo de hebreos residentes en el Imperio
Nuevo egipcio, durante el reinado del faraón Ramsés II, fue comandado por
Moisés en la búsqueda de la reintegración con sus parientes lejanos de Amón,
Edom y Moab. Todo indica que estos israelitas empezaron a ser mal tratados por
su condición de extranjeros, y fueron esclavizados o al menos obligados a
servir de obreros en la erección de numerosos monumentos y nuevas urbes (como
Pithom o Ramesés). Moisés entonces se encargó de abogar por ellos ante el
faraón, y después, tras las reiteradas negativas de Ramsés II, sacarlos de
Egipto y buscarles una patria nueva.
Después de Moisés, Josué lideró a dichos israelitas
fugitivos. Terminaron por asentarse en Canaán. La toma de Jericó (hacia 1.240
a.C.) fue una buena muestra de la pericia militar de Josué, quien reclutó
además buena cantidad de pastores seminómadas de la región.
Entre el 1.200 a.C. y el 1.180 a.C. surgió en México
la cultura olmeca, que destacó por su sofisticado arte sacro (que comprendió
estatuas, altares monolíticos, estelas con bajorrelieves y representaciones de
deidades zoomorfas) y por sus conocimientos astronómicos. Mientras tanto, la
cultura micénica se doblegó frente a los invasores dorios (que, sin embargo,
terminaron mezclándose con aqueos y acayos, asimilándose además a la cultura
griega.) Algunos marineros griegos y cretenses se establecieron en Palestina.
Como se autodenominaban “peleset”, sus vecinos hebreos e hititas los llamaron
“filisteos”. Establecieron cinco ciudades-Estado: Ascalón, Asdod, Ecrón, Gat y
Gaza.
Hacia 1.100 a.C. los jonios, empujados por los dorios,
migraron de la Grecia continental hacia las islas del mar Egeo. Numerosas tribus
indoeuropeas invadieron la península itálica. Por su parte, los escitas se
asentaron entre el río Danubio y Siberia. En la península de Yucatán, en la
actual Guatemala, surgieron los mayas (que terminarían asimilando a los olmecas
y convirtiéndose en sofisticados matemáticos y astrónomos, aunque también en
amigos de sacrificios sangrientos para “aplacar la ira” de sus dioses).
En 1.010 a.C., David logró unificar y ordenar varias
aldeas hebreas alrededor de la ciudad de Hebrón, y se hizo rey de Judá. Después
de varias campañas contra filisteos y cananeos, se anexionó casi todo el
territorio de Canaán y buena parte de Palestina. Para 1.006, después de
integrar a la totalidad de las tribus israelitas, y aprovechando que el reino
de Israel estaba sin rey (las fuerzas de Saúl y Jonatán habían sido aniquiladas
por los filisteos en la batalla del monte Gilboa, un año antes), maniobró
militar y diplomáticamente para hacerse también rey de Israel. Dotado de gran
capacidad organizativa, estratégica y administrativa, David logró aprovechar la
caótica situación de sus vecinos egipcios y se anexionó toda la península del
Sinaí. Hacia 990 a.C. se las arregló para derrotar a los jebuseos y tomar
Jerusalén (de gran importancia estratégica, pues estaba en medio de la bisagra
compuesta por los reinos de Israel y Judá). Así consiguió tener un reino
unificado con una capital más central, y proseguir su expansión. Venció
sucesivamente a los amalecitas, amonitas, edomitas, filisteos, moabitas y
sirios, y presionó lo suficiente a los fenicios como para hacerlos pactar con
él y pagarle tributo, con lo que en 980 a.C. ya dominaba ciudades como Aroer,
Ascalón, Beerseba, Berotai, Damasco, Elat, Gat, Gaza, Gebal (Biblos), Hamat, Jaffa,
Jericó, Jerusalén (la antigua Salem), Kadesh, Meguido, Petra, Sela, Sidón,
Tadmor, Tamar, Tiro y Titsah.
A su muerte (966 a.C.) David había organizado la
liturgia hebrea, desarrollado un sistema de escritura (con el que escribió
numerosos salmos, y gracias al cual se pusieron por escrito todas las narraciones
que se habían transmitido por vía oral de generación en generación, y que
constituirían el Pentateuco o Torá) y trasladado el Arca de la Alianza a
Jerusalén. Su hijo Salomón (988 a.C. – 928 a.C.) consolidó su reino (para
algunos historiadores llegó a ser un imperio, pues se extendió del Valle
Torrencial egipcio hasta el río Éufrates mesopotámico), y tuvo embajadas en
Saba (actual Yemen) e India.
Salomón construyó el Templo de Jerusalén según los
planos de David, y destacó también como pensador y literato. Escribió algunos
de los textos más valiosos de la literatura antigua (Cantar de los Cantares, Eclesiastés,
Proverbios) y destacó por su
sabiduría y pacifismo. Sin embargo, su descendencia no estuvo a su altura, y
muy pronto el reino de Israel o imperio davídico se dividió.
Alrededor del 900 a.C. los celtas se extendieron por
Europa occidental (llegando incluso a la isla de Erie o Irlanda), Ying Zheng
(conocido también como Qin Shihuang) formó el estado de Qin (origen de la
palabra “China”) y empezó a unificar numerosos pueblos asiáticos en su país, el
imperio asirio inició su época dorada (gracias a un ejército muy bien
adiestrado y completamente equipado con caballos grandes y armas de hierro) y
se fundó la ciudad de Shomron (Samaria), que llegaría a convertirse en la
capital de Israel (ya completamente separado, hasta en términos religiosos, del
reino de Judá).
Hacia el 830 a.C. el imperio asirio era dueño de casi
todo Medio Oriente. Egipto, Fenicia, Israel, Judá y Siria continuaron en
decadencia. Surgió la cultura zapoteca (alrededor del actual Veracruz, en
México). Los celtas, que habían estado en contacto con los arios iraníes en la
India, regresaron y se extendieron por toda Europa, esparciendo algunos
aspectos de la cultura aria (indoeuropea) por dicho continente.
Para el 800 a.C., estas ciudades fueron ganando
protagonismo en el contexto del mar Mediterráneo: Atenas, Calcis, Cartago (una
colonia fenicia en el norte de África), Corinto, Éfeso (en las costas de la
actual Turquía), Esparta y Megara. En la península itálica, los habitantes de
Lacio o latinos (probablemente arios o indoeuropeos, es decir, descendientes de
persas, aunque no se descarta que también se hubieran mezclado con
descendientes de Eneas, uno de los pocos supervivientes de la guerra de Troya)
y los etruscos (descendientes de fenicios y otros grupos de Anatolia)
conformaban los principales grupos demográficos.
En el 776 a.C. se celebraron los primeros Juegos
Olímpicos, en la ciudad de Olimpia (Grecia). En el 753 a.C. latinos y sabinos
fundaron Roma (la tradición atribuye dicha fundación a Rómulo y Remo, supuestos
descendientes de Eneas). Fue el periodo de mayor prosperidad de Frigia, en el
Asia Menor, coincidiendo con el reinado de Midas (tal vez su riqueza originó la
leyenda de que este rey transformaba lo que tocaba en oro).
Hacia el 722 a.C. cayó Samaria, desapareció el reino
de Israel y cientos de miles de judíos fueron deportados. Sin embargo,
mantuvieron su culto a Yahvé y su identidad religiosa, aunque racialmente se
mezclaron con asirios, caldeos y babilonios. Homero y Hesíodo (el autor de Los trabajos y los días) destacaron con
su obra poética: el primero con su estilo épico y grandilocuente, y el segundo
con su estilo reflexivo y sensible. Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, diseñó un
nuevo calendario, legisló y organizó Roma.
En el aspecto religioso, casi todas las sociedades
fueron politeístas, con excepción de los egipcios seguidores del faraón
Akenatón (Amenhotep, llamado también Amenofis IV), que trató de imponer (con
muy poco éxito) el culto al “dios” Sol (Atón) y del pueblo israelita,
monoteísta desde su patriarca Abraham (que había nacido en Ur, Sumeria, actual
Irak, y muerto en Mamré, cerca de Hebrón, en la actual Israel).
3. Representantes
Ánguira, Kanua, Vasishta, Vishua Mitra, Atri, Bhrigu, Kashiapa, Grisamada, Agastia y Bharatas (siglos XX a.C. al X a.C.) fueron místicos del
brahmanismo, y escribieron acerca de la primacía del alma (inmortal) sobre el
cuerpo (cambiante y perecedero), la importancia de someter los apetitos a los
valores, el entrenamiento mental y la conexión con los aspectos trascendentes
del ser.
Salomón (965 a.C. – 928 a.C.) insistió en que el buen vivir
radicaba en ser prudente, racional y ecuánime. Propuso la identificación y la
gestión de las propias emociones, la modificación de los hábitos y la búsqueda
de la sabiduría como caminos para alcanzar la paz espiritual.
Vyasa (¿siglo VIII a.C.?) retomó historias y textos del
brahmanismo y el hinduismo, recalcando la necesidad de cultivar el alma y
fortalecer la voluntad por encima de las necesidades corporales.
EDAD CLÁSICA
1. Línea del Tiempo: 600 a.C. – 476 d.C.
2. Contexto
En el reino de Lidia (las actuales provincias turcas
de Esmirna y Manisa) se acuñaron las primeras monedas. Nabucodonosor II forjó
el imperio caldeo (llamado también nuevo imperio babilónico) e hizo de
Babilonia una ciudad-Estado culta y cosmopolita (en donde estudió Tales de
Mileto, el padre de la Filosofía). Mientras tanto, al sur del mar de Aral,
surgió Zoroastro (Zaratustra), fundador del zoroastrismo o mazdeísmo, al que
pronto se convirtieron casi todos los habitantes del imperio medo (actual
Irán).
Alrededor del 590 a.C. las fuerzas de Nabucodonosor II
invadieron Jerusalén y sometieron al reino de Judá. Muchos judíos fueron
deportados, iniciando así el llamado exilio en Babilonia. El sabio Solón abolió
la esclavitud y organizó el primer intento de democracia en Atenas. En la
India, prosperaron ciudades como Kapilavattu, Vaisali y Girivraja.
Hacia el 570 a.C. el poeta Tespis inició un nuevo
género: el teatro. Atenas se convirtió en la ciudad más bella y culta del
Mediterráneo. Se instituyeron los Juegos Panhelénicos. Después de Tales de
Mileto (que insistió en usar la razón para llegar a la verdad y conocer el
universo) vinieron los llamados filósofos físicos, que a imitación suya indagaron
la Naturaleza y el arjé u origen del mundo (Anaximandro, Anaxímenes,
Anaxágoras, Empédocles, Heráclito, Parménides).
En el 550 a.C. Ciro II, cabeza del imperio persa, se
anexionó el imperio medo y prácticamente fue dueño de todo Medio Oriente.
Sometió también a lidios (546 a.C.) y caldeos (538 a.C.), y arrebató a los
griegos sus posesiones en las costas de Asia Menor. Muchos judíos agradecieron
a Ciro II el que les permitiera retornar a Jerusalén y reconstruirla. Las ricas
ciudades de Babilonia, Ecbatana y Susa, los accesos a los mares Aral, Caspio,
Mediterráneo, Negro, y el Golfo Pérsico (extensión del Océano índico), fueron
dominados por Ciro, al que empezó a llamársele “el Grande”.
Alrededor del 500 a.C. dos místicos, Kapila y
Vardhamana (posteriormente llamado Mahavira), fundaron dos corrientes
religiosas: la samkhya y el jainismo. Ambas invitaban a desidentificarse con el
cuerpo y el mundo material, a dejar de lado todo lo que fuera apasionamiento o
sensibilidad, a respetar la vida en todas sus manifestaciones, a llevar una
vida casta y a reducir al mínimo las propias posesiones.
Casi al mismo tiempo, en China, Confucio enseñó una filosofía
basada en el comportamiento honrado, solidario y altruista, y Lao - Tsé fundó
el taoísmo (para el cual la quietud, la contemplación y el dejar fluir la
existencia en un estado de imperturbabilidad e inacción constituían la clave
para descubrir la verdadera esencia de todo). Y en India, Siddhartha Gautama
estableció el budismo (enseñando en que la superación de todo deseo era la
liberación de todo sufrimiento).
Darío I se convirtió en líder del imperio persa y
permitió a los judíos construir el segundo Templo de Jerusalén. Asimismo,
extendió su dominio hasta Tracia y la desembocadura del río Danubio. El rey
Amintas II de Macedonia reconoció el poderío persa y aceptó hacerse sátrapa
(virrey) de Darío. A cambio se evitó una invasión y conservó su cargo. El
imperio persa de Darío I abarcó el vasto territorio comprendido entre Libia e
India.
Hacia el 480 a.C. ya el dramaturgo Esquilo, el poeta
Píndaro, el filósofo Pitágoras y el escultor Fidias eran ya famosos. Atenas
estaba a punto de tener su apogeo. En Persia, Jerjes I (hijo de Darío I) sofocó
las rebeliones de Egipto y Babilonia. Y Cartago, comandada por Amílcar,
arrebató completamente Sicilia a los griegos.
En el 460 a.C. Esparta, Cartago y Atenas fueron las
ciudades preponderantes en el contexto Mediterráneo. Desde ese año y hasta el 430
a.C. se dio la llamada “Edad de Oro Ateniense”; gobernada por el prudente Pericles,
motivada a pensar por los filósofos Arquelao de Mileto, Sócrates (padre de la
Antropología y del método mayéutico), Leucipo y Demócrito (padres de la teoría
atómica), dispuesta a aprender del pasado con Heródoto (padre de la Historia) y
engalanada con multitud de escultores y vates.
Autores como Zenón de Elea, Meliso, Protágoras, Pródico y Sófocles, y artistas
como Geladas, Policleto y Mirón empezaron a ser célebres.
Sin embargo, la peste (que acabó con Pericles) y la
guerra del Peloponeso (430 a.C. – 404 a.C.) causaron un desastre político y
económico en Atenas. Sin embargo, aún hubo talento ateniense de sobra. Los
dramas de Eurípides, las comedias de Aristófanes, las innovaciones
arquitectónicas de Ictino y Calícrates, los relatos magistrales del historiador
Tucídides, la sutileza de Gorgias y Aristipo, y el talento y la clarividencia
de Platón (fundador de la Academia y padre del Idealismo) siguieron haciendo de
dicha urbe el epicentro cultural del mundo.
Entre el 404 a.C. y el 371 a.C. Esparta emergió como
la ciudad-Estado griega dominante. Sin embargo, sus costumbres y su militarismo
expansionista causarían su colapso. Después de la batalla de Leuctra y la
posterior disolución de la Liga del Peloponeso, empezó el declive espartano. De
otro lado, los pensadores atenienses continuaron produciendo. Antístenes, Critias,
Jenofonte, Querefón, Euclides, Critón (todos discípulos, como Platón, de
Sócrates), Diógenes de Sinope, Filipo de Opuncio, Hermodoro, Eudoxo y
Heráclidas (formados por Platón) fueron algunos de los más destacados.
Hacia el 354 a.C. Roma había doblegado a las demás
ciudades del Lacio y se había convertido en cabeza de la Liga Latina. El reino
de Qin, mientras tanto, empezaba a ser el más importante del Lejano Oriente. Los
sármatas fueron desplazando y absorbiendo a los escitas. Filipo II, rey de
Macedonia, introdujo nuevas tácticas de guerra y fortaleció su ejército,
lanzándose a la conquista de los Balcanes.
Cuatro de los discípulos más brillantes de Platón,
Espeusipo (quien quedaría al frente de la Academia), Tírtamo (conocido también
como Teofrasto), Lisímaco y Aristóteles (padre del Realismo y creador de la
Lógica), tomaron la batuta a nivel intelectual. El budismo empezó a
fraccionarse en distintas corrientes. Nakbé, Tikal, Kaminaljuyú, Takalik Abaj,
Chocolá y Komchén fueron ciudades mayas florecientes.
En la batalla de Queronea (338 a.C.) Filipo II derrotó
la coalición entre Tebas y Atenas instigada por el orador Demóstenes (famoso
por sus Filípicas). Al año siguiente, todas las ciudades griegas estaban bajo
el dominio de Macedonia. Sin embargo, Filipo fue asesinado. Le sucedió su hijo,
Alejandro III, que sería llamado Alejandro Magno por sus conquistas: en su
vertiginosa y breve vida, llegó a someter a ilirios, persas, fenicios,
palestinos, judíos, egipcios, sirios, partos, bactrianos, gedrosios y algunos
poblados indios, a veces usando la fuerza bruta, y otras veces la diplomacia. Se
hizo coronar faraón en Egipto, trató de mezclar griegos con persas, fue el
primer occidental que navegó por el océano Índico y al parecer fue envenenado
cuando planeaba una campaña contra Cartago. A la muerte de Alejandro III el
imperio macedonio o alejandrino se dividió en provincias de sus lugartenientes
(los diádocos).
El explorador, matemático, astrónomo y geógrafo Pitias,
en el 325 a.C., partiendo de la colonia griega de Massalia (actual Marsella),
cruzó el estrecho de Gibraltar, exploró las costas de los territorios que hoy
hacen parte de Portugal, España y Francia, llegó a Inglaterra, se aventuró a
navegar hasta Islandia, retornó a Irlanda, pasó de nuevo a Inglaterra, recorrió
las islas Shettland y la península de Jutlandia y alcanzó Trondheim (Noruega).
De ahí regresó a las costas de la actual Alemania a través del mar Báltico,
comerció con los gutones (godos) y los aesti (estonios), y regresó a su ciudad.
Además de los relatos de su viaje, acuñó el término Hispania y describió el
carácter peninsular de Iberia, explicó las mareas (y su relación con la Luna),
estudió los icebergs, dividió la Tierra en paralelos, calculó con bastante
precisión la ubicación del Polo Norte y documentó fenómenos como el sol de
medianoche y las auroras boreales.
En Oriente, los filósofos Zisi y Mencio desarrollaron
el confucianismo. En el mundo griego, Zenón de Citio fundó el estoicismo, y
poco después, Epicuro también formó una escuela. En la India, el rey
Chandragupta abdicó y se hizo seguidor del místico jaimista Bhadrabahu.
En 300 a.C. la república de Roma (que había
reemplazado desde el 510 a.C. a la monarquía que se remontaba a Rómulo y Numa
Pompilio, sus primeros reyes) seguía ganando territorio y había desplazado a
samnitas, etruscos y galos. El Senado se encargaba de legislar, los magistrados
hacían lo jurídico y los cónsules tomaban las decisiones político-militares; en
caso de grave crisis o guerra los senadores podían nombrar un dictador.
Al fallecer Teofrasto (287 a.C.) la dirección del
Liceo fundado por Aristóteles pasó a manos de Estratón (el físico que explicó
por primera vez el vacío, la caída de los cuerpos y las palancas); la
biblioteca de Alejandría siguió creciendo y acogiendo a grandes pensadores y
científicos, como Euclides (325 a.C. – 265 a.C.), el padre de la geometría.
Aristarco de Samos (310 a.C. – 230 a.C.) calculó que
el diámetro del Sol era bastante mayor que el de la Tierra, y que, por ende,
era muy poco probable que orbitara alrededor de ella. En China, Qu Yuan se
consagró como poeta. Ya casi la totalidad de la península itálica estaba en
manos de Roma. Egipto fue la región más próspera del mundo helenístico, y
Ptolomeo II financió la traducción del Antiguo Testamento al griego, con la
ayuda de 70 sabios griegos y judíos. Dicha versión (llamada de Los Setenta) tuvo
mucha influencia en su época, pues el Antiguo Testamento estaba originalmente
escrito en hebreo y la realidad era que casi la totalidad de los judíos conocía
solamente el arameo.
En 256 a.C. el rey de Qin fue reconocido como
autoridad suprema en toda China. Asoka difundió el budismo fuera de las
fronteras de la India. Alejandría siguió siendo la metrópoli más culta.
Eratóstenes de Cirene, siendo ya director de la biblioteca de Alejandría,
calculó el radio de la Tierra. Otros habitantes ilustres de dicha ciudad fueron
Apolonio de Perga (que destacó por su estudio de los objetos cónicos) y
Ctesibio de Alejandría (que inventó distintas máquinas movidas por energía
hidráulica, como el reloj de agua). Otro formidable científico de esta época
fue Arquímedes de Siracusa (287 a.C. – 212 a.C.).
Para el 238 a.C. Roma le había arrebatado a Cartago
territorios como Cerdeña, Córcega y Sicilia. Al norte de Qin (China) los
Hsiung-nu (hunos) causaron tantos estragos que se empezó la construcción de la
Gran Muralla. Tito Maccio Plauto destacó como autor dramático.
Hacia el 200 a.C. los romanos habían derrotado a los
macedonios (penetrando en los Balcanes), habían doblegado a cartagineses
(convirtiéndose en dueños del norte de África) y habían desplazado a galos y
germanos (ocupando Europa central). Y en el 190 a.C. habían sometido también a
hispanos, celtíberos y lusitanos en la península ibérica. Quinto Ennio destacó
por sus dramas y poemas, y Marco Porcio Catón por su labor como historiador y
compilador de tradiciones. Gracias a escritores como ellos, el latín empezó a
imponerse como lengua literaria.
La helenización de Judea, empezada por Alejandro Magno
y continuada por el imperio seléucida, se hizo francamente intolerable cuando
Antíoco IV saqueó el Templo de Jerusalén y construyó un gimnasio. En dicho
contexto surgieron las revueltas de los Macabeos (el sacerdote judío Matatías,
y sus hijos Judas, Juan, Simón, Eleazar y Jonatán). La pericia militar de Judas
Macabeo y sus hermanos les permitió vencer en varias ocasiones al ejército
seléucida, pero fueron finalmente derrotados y asesinados en el 160 a.C.
Mientras tanto, Polibio de Megalópolis (200 a.C. – 118 a.C.) se convirtió en el
primero en escribir una Historia
Universal, a la que añadió interesantes comentarios políticos. También
destacaron los escritores Cayo Lucilio (autor de numerosas sátiras) y Publio
Terencio (dramaturgo).
Siendo el 145 a.C., Cartago fue arrasada por Roma al
finalizar la tercera Guerra Púnica, y ya no hubo quién disputara la autoridad a
los romanos. El poeta Sima Xiangru destacó en China. El imperio parto sustituyó
al imperio seléucida. En Hispania, el valeroso Viriato, a quien nunca pudieron
doblegar distintas legiones romanas, fue convertido en rey. Roma optó por
dejarlo tranquilo, siempre y cuando fuera “amigo de los romanos”.
El matemático y astrónomo Hiparco de Nicea (190 a.C. –
110 a.C.) inició la trigonometría, realizó un minucioso catálogo de los cuerpos
estelares (clasificándolos por su brillo) y describió los equinoccios. Sang
Hongyang fue el primero en promulgar que el Estado debería intervenir en la
economía de cada nación, fijando los precios para las mercancías y coordinando
su transporte, con miras a evitar tanto la sobreproducción como la escasez.
Hacia el 100 a.C. ya se había establecido la ruta de
la seda entre China y Occidente. Junto a la república de Roma y al imperio
parto, este reino era una de las tres grandes potencias mundiales. Sima Qian
fue el primer historiador chino. Lucio Licinio Lúculo hizo una biblioteca
pública y escribió una historia de las guerras en el Asia Menor. Tito Lucrecio
Caro, filósofo y poeta, escribió una obra colosal (Sobre la naturaleza de las cosas), en la que abordó el universo
desde una perspectiva racional y científica. El astrónomo Sosígenes realizó un
nuevo calendario de 365 días. Salustio Crispo escribió numerosos relatos
históricos, con un estilo similar al de Tucídides. Los romanos más
sobresalientes fueron Cayo Julio César (100 a.C. – 44 a.C.) y Marco Tulio
Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.), ambos letrados, grandes oradores, excelentes
historiadores y hábiles políticos. Cicerón destacó además como filósofo
ecléctico y sutil analista social. Espartaco, un pastor tracio que había sido
vendido como esclavo a la escuela de gladiadores, lideró una interesante revuelta
popular.
Luego aparecieron los más formidables poetas en lengua
latina, Publio Virgilio Marón (autor de la Eneida,
las Bucólicas y las Geórgicas), Lucio Vario Rufo (que escribió
la tragedia Tiestes), Plocio Tucca (poeta
épico y filósofo), Quinto Horacio Flaco (autor de las Sátiras, las Odas y las Epístolas) y Publio Ovidio Nasón
(creador de Las Metamorfosis y Arte de amar). Tito Livio destacó como
historiador.
Roma logró dominar buena parte del mundo antiguo
gracias a la fuerza de su ejército. El joven y ambicioso Cayo Octavio, con la
ayuda del prudente Cayo Mecenas (su consejero político, y notable promotor de
artistas y escritores) y del aguerrido Marco Vipsanio Agripa (su más brillante
general) venció a sus rivales y concentró todo el poder; el Senado le otorgó
posteriormente el título de César y de Augusto. De esta manera, la república de
Roma se convirtió en imperio romano.
Durante el reinado del césar Octavio Augusto sucedió
un acontecimiento central: el nacimiento de Jesucristo en Belén (Judea). De
hecho, los acontecimientos ubicados en la línea del tiempo se dividen en antes
de Cristo (a.C.) y después de Cristo (d.C.). Jesús, el Mesías, figura cumbre y
protagonista principal de la Historia, creció en Nazaret y predicó en Judea y
Galilea, y fue crucificado en Jerusalén.
Los seguidores de Jesucristo dieron a conocer Su
Evangelio en todas las latitudes. A Simón, a quien Él mismo llamó Pedro (la
piedra en la que edificaría Su Iglesia), le encargó la dirección de los otros
doce discípulos más allegados. San Pedro predicó en Judea, fue figura
principalísima (de hecho, el primer Papa u obispo de Roma) en los albores del
cristianismo y quiso morir crucificado de cabeza porque se consideró indigno de
morir como el Señor. San Juan (Su discípulo amado) vivió más de cien años,
evangelizó en Judea, Asia Menor y Grecia, fue obispo en Éfeso y escribió un Evangelio de gran envergadura teológica,
el libro del Apocalipsis y tres Cartas (todos ellos parte del Nuevo
Testamento en la Biblia). San Mateo, otro de Sus Doce, redactó también un Evangelio y difundió Su mensaje en
Judea, Siria, Antioquía, Persia y Etiopía, donde fue martirizado. San Andrés,
hermano de san Pedro, cristianizó Judea y Asia Menor, fue obispo de Bizancio y
murió crucificado en Patras (Acaya). Santiago el Mayor, hermano de san Juan,
fue decapitado en Jerusalén después de pregonar la Buena Nueva en Hispania y
Judea. San Bartolomé (también llamado Natanael) hizo misión en Armenia e India.
Santiago el Menor (llamado también Joven) escribió una Carta contenida en el Nuevo Testamento y predicó en Egipto y
Palestina. San Felipe convirtió a miles en Frigia y Escitia y murió como mártir
en Hierápolis. San Judas Tadeo misionó en Galilea y Persia, y escribió una Carta que hace también parte de la
Biblia. San Simón el Zelote predicó en Samaria, el norte de África y las islas
británicas, antes de ser crucificado cuando era obispo de Jerusalén. Santo
Tomás catequizó a partos, medos, persas, hircanios e indios, antes de ser
asesinado en la costa de Coromandel. San Matías (que reemplazó a Judas
Iscariote, el traidor) fue difusor del cristianismo en Etiopía y Medio Oriente.
San Pablo fue fundamental en el crecimiento de la
Iglesia. Sus numerosos viajes (por Judea, Galilea, Samaria, Palestina, Fenicia,
Cilicia, Capadocia, Galacia, Bitinia, Lisia, Frigia, Siria, Antioquía, Asia
Menor, Macedonia, Acaya, Creta, Sicilia, Italia, y al parecer también Hispania
y Galia), sus Cartas (de notable
profundidad filosófica y moral) y su amor a Cristo hicieron del cristianismo
una realidad plenamente católica (universal). Sus amigos san Timoteo y san
Bernabé también fueron unos apóstoles formidables.
San Marcos (secretario personal de san Pedro) y san
Lucas (un médico convertido por san Pablo) fueron los autores de los otros dos Evangelios contenidos en las Sagradas
Escrituras. San Lucas también escribió los Hechos
de los Apóstoles y fue el primero en pintar a la Virgen (a la que alcanzó a
conocer personalmente).
Lucio Anneo Séneca regresó a Roma procedente de
Alejandría, y pronto se hizo un nombre como notable orador y filósofo estoico. Los
chinos se aliaron con los hunos (quienes colaboraron con su poderosa
caballería) para extenderse por el resto de Asia. Sobresalieron los
historiadores Lucio Plutarco (que además era filósofo y pedagogo), Flavio
Josefo y Claudio (que llegó a ser emperador tras el asesinato de Calígula), quienes
además de Aulo Persio Flaco, Marco Fabio Quintiliano, Cayo Petronio, Plinio el
Viejo y Dionisio Aeropagita, fueron los escritores más sobresalientes de esta
época.
Para el 100 d.C. el cristianismo se había difundido
por todo el imperio romano, Arabia y parte de la India. El budismo seguía
extendiéndose por los territorios de las actuales China y Corea. Después de
todo tipo de intrigas palaciegas y dinastías de corta duración, el prudente y
pacífico senador Marco Coceyo Nerva fue convertido en emperador de Roma. La
represión y las persecuciones contra los cristianos (que habían sido
preocupantes durante el reinado de Nerón, y francamente brutales bajo el yugo
de Domiciano) se atenuaron. Marco Anneo Lucano, Publio Cornelio Tácito, Dión
Crisóstomo, Cayo Musonio Rufo, Marco Valerio Marcial, Décimo Junio Juvenal,
Epicteto, Flavio Arriano, Dioscórides, Herón de Alejandría (el primero en
inventar una máquina movida por vapor), Gayo Suetonio Tranquilo y Plinio el
Joven destacaron por su producción intelectual.
Al inicio del siglo II d.C. el emperador Trajano (el
sucesor elegido por el sensato Nerva) había ensanchado al máximo los límites
del poderío romano. El imperio kusana incluía los actuales Afganistán, Pakistán
e India. Los partos se debilitaron en luchas intestinas. Menandro, Cerinto y
Carpócrates de Alejandría mezclaron filosofía platónica con cristianismo.
Teotihuacán emergió como una ciudad-Estado totalmente planificada, y mantuvo un
comercio activo con pueblos mayas y zapotecas.
En el continente europeo sólo estaban por fuera del
imperio romano los caledonios (habitantes de la actual Escocia), los lombardos,
algunos germanos (en el norte de la actual Alemania), los escandinavos, los
lapones, los fineses, los godos (asentados, para ese entonces, en el territorio
correspondiente a la actual Polonia), los baltos (ancestros de estonios,
letones y lituanos), los sármatas (en la actual Rusia), los eslavos, los roxolanos,
los alanos y los escitas.
El emperador Adriano se preocupó por el bienestar de
sus súbditos. Se rodeó de excelentes asesores, recorrió todas las provincias,
buscó una política exterior pacífica y se interesó en la literatura, la
filosofía y el arte. La lectura del filósofo cristiano Justino lo convenció de
mantener una postura tolerante con el cristianismo.
A su muerte, Adriano fue sucedido por el honrado y
benévolo Antonino Pío. Este emperador concedió generosamente la ciudadanía
romana, fue paternal con los pobres y los huérfanos y continuó la política de
tolerancia hacia el catolicismo. Basílides de Alejandría y Valentín, filósofos
cristianos, destacaron en esa época. También el pensador y escritor Lucio
Apuleyo, y el científico Claudio Ptolomeo.
En el 161 d.C. accedió al trono Marco Aurelio, un
filósofo estoico, lector voraz de Zenón de Citio y Epicteto. Aunque trató de
gobernar con moderación y justicia, fue inclemente con los cristianos y tomó
desatinadas decisiones, como nombrar césar a su disoluto y arrogante hijo
Cómodo, quien retornó a las acusaciones anónimas y las condenas caprichosas.
San Policarpo, Galeno, san Potino de Lyon, san Aniceto, san Sotero, san
Eleuterio, san Ireneo de Lyon, el general y poeta chino Cao Cao, Tertuliano,
Diógenes Laercio, san Panteno de Alejandría, Tito Flavio Clemente, Dion Casio, Yehuda
ha-Nasi y Clemente de Alejandría sobresalieron en el campo de las ideas.
En el 210 d.C. el imperio parto (que había recogido
los despojos del imperio persa) se convirtió en imperio sasánida. San Ceferino,
Orígenes de Alejandría, san Hipólito de Roma, san Urbano de Roma y otros padres
de la Iglesia llevaron la batuta en el terreno intelectual. El cristianismo
siguió expandiéndose por África, Asia y Europa. Diversas invasiones de tribus
germanas y galas pusieron en evidencia la fragilidad cada vez mayor del mundo
romano. La lista de Papas de la Iglesia ya sumaba 15 nombres (san Pedro, san
Lino, san Cleto, san Clemente I, san Evaristo, san Alejandro I, san Sixto I,
san Telésforo, san Higinio, san Pío I, san Aniceto, san Sotero, san Eleuterio,
san Víctor I y san Ceferino). El imperio romano continuó en declive.
Mani (216 d.C. – 277 d.C.) mezcló las ideas de
Zoroastro con algunos elementos del budismo y del cristianismo, creando el
maniqueísmo. Mientras tanto, Plotino se erigió como el máximo representante del
neoplatonismo. Las cosas volvieron a ponerse feas para los cristianos, con las
persecuciones de los brutales Decio y Valeriano. Hubo cientos de mártires
(entre ellos san Fabián de Roma, san Cipriano, san Lucio, santa Felicidad,
santa Perpetua, los hermanos santos Pablo y Juliana, san Geminiano, santa Lucía).
Ostrogodos, visigodos, alamanes, germanos y francos aceleraron el desgaste del
imperio romano, que ya no vivía sino del recuerdo del vasto territorio regido
por Trajano y Antonino Pío.
Los cristianos se negaban a formar parte del ejército,
tanto por su pacifismo como por su negativa a rendirle culto al emperador. Por
eso continuaron siendo perseguidos fieramente. No obstante, los eximios
teólogos y filósofos de la primera etapa de la Patrística continuaron su
fecunda actividad literaria y apologética. Destacó especialmente Dionisio el
Grande, obispo de Alejandría. En China, el genial Liu Hui escribió un
formidable libro de matemáticas aplicadas a la ingeniería, la economía y el
comercio, que incluyó no sólo fundamentos de aritmética, geometría,
arquitectura y física, sino también el cómo calcular raíces cuadradas y raíces
cúbicas. Liu Hui le asignó al número pi el valor de 3,14.
Hacia el 280 d.C. san Antonio Abad fue el primer
monje. Se retiró al desierto al concluir que ese era el camino más apropiado
para llevar una vida ascética y cercana a Cristo, tal vez apesadumbrado del
caos político y social que le tocó vivir: la corrupción, la violencia y la
depravación se habían vuelto cotidianos. Se fracturó la unidad del imperio
romano (con una zona occidental de habla latina y concentrada en Roma y Milán,
y una zona oriental de habla griega que giraba en torno a Bizancio) y los emperadores
empezaron a ignorar completamente al Senado a la hora de tomar todas sus
decisiones.
Los mazdeístas ortodoxos persiguieron tanto a
maniqueos como a gnósticos y cristianos. Muchos de estos últimos encontraron
refugio en Armenia. Ahí, el rey Tirídates II quedó fascinado con la doctrina de
la Iglesia y se convirtió en el primer gobernante cristiano. En América inició
el periodo clásico de la cultura maya. En el 304 d.C. el emperador Diocleciano
empezó la más salvaje de las persecuciones que habrían de padecer los
seguidores de Jesucristo. El Papa san Marcelino fue martirizado, los cristianos
fueron expulsados de sus empleos, se quemaron Biblias y textos de los padres de
la Iglesia, se incendiaron y derrumbaron iglesias y hasta se llegó a fomentar el
asesinato de cristianos por parte de sus vecinos.
Para el 311 d.C. los hunos penetraron en China y
apresaron al emperador. La casa imperial tuvo que refugiarse en el sur. El
tamaño de China se redujo ostensiblemente. Un año después, envuelto el imperio romano
en una guerra civil, Constantino (aspirante a emperador de Occidente) vio en el
cielo una cruz y unas palabras que decían “Bajo este signo vencerás”. Dejó de
menospreciar a los cristianos, mandó pintar cruces en los escudos de sus
soldados y se lanzó contra Magencio en la batalla del puente Milvio. Al obtener
la victoria, Constantino erigió la catedral de Letrán. En el 313 d.C.,
Constantino (en calidad de emperador de Occidente) y Licinio (como emperador de
Oriente) promulgaron el Edicto de Milán, que establecía la tolerancia religiosa
en todo el imperio.
Bajo el gobierno de los Papas san Milcíades y san
Silvestre I se organizó el clero, se construyeron las primeras basílicas y se
dio una nueva oleada de conversos. Uno de los seguidores de san Antonio Abad,
llamado san Pacomio, fundó el primer monasterio propiamente dicho, con una
regla escrita y un superior al que debían obediencia el resto de monjes. Su
idea pronto fue imitada por muchos anacoretas. Después de derrotar a Licinio en
las batallas de Adrianópolis y Cisópolis, Constantino reunificó el imperio
romano bajo su mando. Y aunque era mitraísta, continuó velando porque no
volvieran a violar los derechos de los cristianos (a quienes les atribuía su
buena suerte). Al desaparecer el imperio kusana, la India se dividió en
pequeños reinos.
El primer concilio ecuménico (325 d.C.) se realizó en
Nicea. A él asistieron casi 300 obispos de todo el orbe. Allí se dictaminó como
definitivo el dogma de la divinidad de Jesucristo, Dios encarnado, de la misma
esencia del Padre. Así coronaron con éxito todas las luchas de san Atanasio de
Alejandría (295 d.C. – 373 d.C.), firme defensor del trinitarismo, contra
distintas facciones heréticas que opinaban que Jesús había sido un simple
hombre.
Santa Elena, madre de Constantino, patrocinó varios
viajes a Medio Oriente. En ellos se recuperaron algunas reliquias, como la Vera
Cruz (en la que fue crucificado Cristo), la corona de espinas y la escalinata
por la que el Señor subió al monte Calvario. Las reliquias verdaderas pronto
obraron todo tipo de prodigios (a diferencia de las falsas, comercializadas por
embaucadores). El imperio gupta abarcó parte de la India y Nepal. El imperio
sasánida siguió dominando Persia y Mesopotamia.
Cuando Constantino I murió (algunas tradiciones
mencionan que por fin se hizo bautizar y se convirtió, en su agonía), la nueva
capital del imperio reunificado era la refinada y cosmopolita Constantinopla.
San Frumencio, discípulo de san Atanasio, fundó diversas comunidades cristianas
en Abisinia (Etiopía) y Arabia.
Hacia el 360 d.C. casi todos los habitantes del
imperio romano eran cristianos, bien fuera pertenecientes al cristianismo
original (catolicismo) o a alguna de sus sectas (gnosticismo, novacianismo,
arrianismo, donatismo). Los ritos, los templos y los sacrificios paganos se
fueron acabando paulatinamente, al igual que los combates y espectáculos
sangrientos en el circo. El emperador Juliano el Apóstata trató de reinyectarle
fuerza al paganismo, pero a su muerte (en una escaramuza contra los persas) la
antigua religión politeísta de Grecia y Roma desapareció.
Gracias al rey Hermanarico, el reino ostrogodo se
convirtió en imperio, ocupando todos los territorios comprendidos entre el mar
Negro y el mar Báltico. Los reinos del sur de la India florecieron gracias a su
comercio con Arabia. Los hunos comenzaron a migrar masivamente hacia occidente,
empujando a otras tribus bárbaras. El desastre romano estaba prácticamente
consumado. Sólo los pensadores cristianos (san Osio de Córdoba, san Atanasio de
Alejandría, san Basilio Magno, San Gregorio Nacianceno, san Juan Crisóstomo,
san Gregorio de Nisa, san Cirilo de Alejandría, san Jerónimo de Estridón, san
Ambrosio de Milán, san Agustín de Hipona) mantuvieron viva la tradición
filosófica de Occidente.
3. Representantes
Alcmeón de Crotona (siglo VI a.C.) señaló por primera vez que las
funciones psíquicas residían en el cerebro, y que el alma era inmortal.
Hipócrates de Cos (460 a.C. – 370 a.C.) es considerado el padre de la
Medicina, y fue el primero en considerar el origen somático de los fenómenos
psíquicos. Postuló cuatro tipos de personalidad (sanguíneo, melancólico,
flemático y colérico), y sugirió que dependían del predominio de uno de los
humores (sustancias corporales) en cada sujeto: sangre en la personalidad
sanguínea (alegre, optimista, segura y cariñosa), bilis negra en la
personalidad melancólica (triste, compasiva, sensible, con gran tendencia a lo
artístico), flema en la personalidad flemática (analítica, fría, racional,
calculadora) y bilis amarilla en la personalidad colérica (apasionada,
enérgica, vigorosa y fácilmente irascible). Dichos humores, creyó,
correspondían a los elementos que el filósofo Empédocles había señalado como
materias primas de todo lo existente: aire (sangre), fuego (bilis amarilla),
tierra (bilis negra) y agua (flema).
Platón (427 a.C. – 347 a.C.) fue el primero en hablar de un
alma (psique) a cargo de las funciones cognitivas de la persona; consideró que
dicha alma era tripartita.
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) estudió al hombre como animal
social y político, y profundizó en los procesos gnoseológicos y epistemológicos
del alma humana; definió también cómo debería transcurrir correctamente el
pensamiento (leyes de la Lógica).
Teofrasto (371 a.C. – 287 a.C.) se lanzó a establecer el primer
intento de tipología del carácter.
Asclepíades de Bitinia (129 a.C. – 40 a.C.) recomendó para los enfermos
mentales un régimen ambulatorio con baños, masajes, ejercicio y alimentación
saludable.
Aulo Cornelio Celso (25 a.C. – 50 d.C.) trató de sistematizar los
trastornos psíquicos conocidos hasta el momento.
Areteo de Capadocia (siglos I – II d.C.) fue el primero en describir el
Episodio Depresivo Grave y el Trastorno Afectivo Bipolar.
Galeno (129 d.C. – 216 d.C.) amplió el modelo de los humores
de Hipócrates; también destacó como neuroanatomista.
EDAD MEDIA
1. Línea del Tiempo: 476 d.C. – 1453 d.C.
2. Contexto
San Agustín de Hipona, un hombre de gran inteligencia
y cultura, fue el puente intelectual entre el mundo grecorromano y el medieval.
Sus numerosos textos (La vida feliz, Soliloquios, La inmortalidad del alma, Confesiones,
La dialéctica, La música, Retractaciones,
La Ciudad de Dios, Del libre albedrío, El maestro, Utilidad de la fe,
La Trinidad, La fe y las obras, Naturaleza
y origen del alma, La continencia,
La paciencia, El combate cristiano, Sermones,
Comentarios a las Sagradas Escrituras,
La bondad del matrimonio, Manual de fe, esperanza y caridad, Doctrina cristiana, Contra la mentira, El
matrimonio y la concupiscencia, etcétera) fueron ampliamente difundidos y
comentados. También descollaron Ancio Manlio Boecio (autor de La consolación de la filosofía, De los silogismos, Fundamentos de aritmética, Fundamentos
de música y Comentarios a Aristóteles
y Cicerón) y Aurelio Magno Casiodoro (que escribió Epístolas, Historia de los
godos, Ortografía, Del alma, De las instituciones divinas y humanas).
En Irlanda, los descendientes de Connacht Niall (los
O’Neil) se afianzaron en los reinos de Connacht, Meath y Ulster (pertenecientes
a la actual Irlanda). El declive de Teotihuacán coincidió con el auge de la
cultura zapoteca. En China destacó el poeta y filósofo Tao Qian (Tao Yuanming).
Alanos, vándalos, suevos, ostrogodos, visigodos, hérulos, germanos, alamanes, jutos,
anglos, britanos, sajones, pictos, escotos, burgundios, francos, galos, baltos,
eslavos, búlgaros, hunos y vándalos terminaron de despedazar lo que quedaba del
imperio romano.
Papas, obispos y diáconos lograron convertir
paulatinamente a los llamados pueblos bárbaros, si bien es cierto que al
comienzo la tuvieron difícil, porque la mayoría de las tribus germánicas eran
arrianas (negaban la divinidad de Jesucristo, uno de los dogmas fundamentales del
catolicismo). Mientras tanto, en Asia, los mismos hunos que se habían retirado
gracias a la firme personalidad del Papa san León Magno (que parlamentó con
Atila y lo convenció de no destruir lo que quedaba de Roma), sumieron en el
caos al imperio sasánida y llegaron a invadir parte de la India.
Rómulo Augusto (llamado burlonamente con el diminutivo
Augústulo por sus mismos ciudadanos), el último emperador, fue depuesto por el
hérulo Odoacro, el conquistador final de Roma. San Gelasio I estableció una
clara diferenciación entre los Evangelios canónicos y los apócrifos (a través
del decreto gelasiano), fue enfático en afirmar la autoridad del papado y
defendió la independencia de la Iglesia de la intromisión de reyes y
emperadores (estableciendo que las autoridades civiles no tenían ningún poder
para intervenir en los asuntos religiosos).
El sacerdote maniqueo Mazdak propugnó por un estilo de
vida comunista y ascético. Casi la totalidad de los cristianos de Egipto,
Palestina, Siria, Persia, Mesopotamia, Arabia, Yemen, India y Malasia) se
hicieron nestorianos (herejes que sostenían que en Cristo coexistían dos
naturalezas radicalmente distintas, una divina y otra humana, que correspondían
a dos personas distintas). Liu Xie escribió el primer tratado de crítica y
estudios literarios (Dragón clavado en el
corazón de la Literatura). San Benito de Nursia fundó la primera comunidad
monástica europea (la orden benedictina).
Anastasio I, Justino y Justiniano fueron unos
eficientes timoneles del Imperio Romano de Oriente, con capital en
Constantinopla. El jurista Triboniano redactó el llamado Código de Justiniano,
constituido por 4.562 leyes, que prácticamente fue la principal referencia
legal durante toda la Edad Media. Los reinos de Funán y Champa (que incluían
territorios de los actuales Vietnam y Camboya) florecieron y fueron un puente
comercial entre los reinos de Chenla (en los actuales Laos, Camboya y
Birmania), China e India. El sabio Dionisio el Exiguo determinó la fecha
aproximada del nacimiento de Jesucristo.
Los arquitectos Isidoro de Mileto y Antemio de Trales
engalanaron más aún a Constantinopla. Su obra magna fue la basílica de la
Divina Sabiduría (Santa Sofía). Japón asimiló poco a poco la cultura china, a
través de Corea. Belisario, el hábil general de Justiniano, anexionó Egipto, parte
de Italia y parte de Europa central al imperio bizantino. Hacia el 550 d.C.
cerró la Academia de Atenas (fundada por Platón), pero sus filósofos
encontraron protección en Constantinopla y otras ciudades griegas.
Los britanos se asentaron en el oeste de Inglaterra.
Los jutos, en Kent. Los sajones crearon los reinos de Essex (East Seaxe,
sajones del este), Sussex (South Seaxe, sajones del sur) y Wessex (West Seaxe,
sajones del oeste). Los anglos formaron los reinos de Anglia oriental, Deira y
Bernicia. Sobresalió en estas tierras la figura de Ambrosio Aureliano (también
llamado Arturo), un britano romano que logró mantener a raya a los invasores
sajones y reinó con sabiduría, justicia y piedad cristiana. Es altamente
probable que este personaje sea el sustrato histórico de la leyenda del rey
Arturo. San Columbano completó la tarea de san Patricio y pronto Irlanda fue totalmente
cristianizada. Por la misma época, los turcos (antiguos tributarios del reino
de Yuan Yuan, al norte de China) fueron llegando a Asia Menor.
Hacia el 570 d.C. falleció san Gildosio el Sabio,
autor de la primera Historia de
Inglaterra. El filósofo Aurelio Magno Casiodoro, antiguo discípulo de
Boecio, se hizo monje benedictino en su ancianidad. Promovió la copia de libros
antiguos en la orden de san Benito, por lo que las bibliotecas de los
monasterios benedictinos conservaron casi la totalidad de la literatura clásica
(que, de otro modo, se hubiera perdido irreparablemente). San David de Menevia
evangelizó las costas del oeste de Inglaterra (y es hoy el santo patrono del
País de Gales).
Para el 590 ya el imperio turco estuvo firmemente
establecido. San Leandro de Sevilla consiguió la conversión de los visigodos.
Él, y su hermano san Isidoro de Sevilla, fueron los eruditos y escritores de
más lustre en la Hispania de su época. Ese año se reunificó China. Mahendravarman
I unió casi todo el sur de India, y destacó como poeta y dramaturgo. El
enérgico Papa san Gregorio I fue sumamente prolífico como escritor y teólogo, reorganizó
administrativamente a la Iglesia, y alimentó a la población necesitada de Roma
durante todo su pontificado.
Alrededor del 610 d.C. Mahoma (un rico comerciante de
La Meca, ciudad árabe que conectaba las rutas comerciales entre Oriente y
Occidente) dijo haber escuchado en sueños al arcángel Gabriel y fundó su propia
religión. Llamó a Dios Alá, probablemente por influencia de los judíos
residentes en Arabia, que lo llamaban Alaha, y se dedicó a establecer su
doctrina, una mezcla de judaísmo, cristianismo y mazdeísmo muy apropiada para
la cultura predominante en su ciudad. A quienes se burlaron y rieron de él los
combatió con tenacidad, y hacia el 615 d.C. ya tenía decenas de seguidores (que
se llamaron a sí mismos musulmanes: “aquellos que entregan su alma a Alá”). Las
guerras entre los francos inspiraron la Canción de los Nibelungos (siendo
Sigfrido el personaje inspirado en Sigeberto I, y Gunther el basado en Gontran,
rey de los burgundios). Por ese entonces, san Agustín de Canterbury logró la
conversión de jutos y anglos en Inglaterra.
Con sus nueve matrimonios (realizados con finalidades
políticas, para extender su religión), y su fama de hombre creyente y estricto
en el cumplimiento de su deber, Mahoma siguió atrayendo simpatizantes. La
ciudad de Yatrib (posteriormente llamada Medina) los acogió. El líder y su
séquito, seguros de que estaban completando la misión de Abraham, expulsaron
las comunidades judías y árabes judaizadas que existían allí. Como no sabía
leer ni escribir, Mahoma tomó lo que había escuchado por tradición oral y lo
que había imaginado y meditado, y expuso sus principios fundamentales:
monoteísmo extremo (“No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta”),
fatalismo o predestinación (“Todo está escrito”), yihad o “guerra santa”
(“Matad a los no musulmanes dondequiera que los encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles!
¡Tendedles emboscadas por todas partes!”), recompensa a los devotos (“Los
justos tendrán paz eterna en el paraíso, un lugar lleno de ríos de agua, leche
y vino, rodeados de bellas vírgenes”), castigo a los impíos (“A los pecadores
les espera el fuego eterno”), ángeles buenos (jinns), ángeles malos (mensajeros
de Iblis, el demonio), preceptos (dar limosna, ayunar y abstenerse de
relaciones sexuales en Ramadán, rezar cinco veces al día, lavarse la cara, las
manos y los pies con agua o arena antes de cada oración) y prohibiciones
específicas (pintar o esculpir a cualquier ser viviente, tomar alcohol, comer
cerdo).
Desde Medina, Mahoma y sus seguidores atacaron La Meca
y la ocuparon. A todos los hombres que no se convirtieron al Islam los
asesinaron, y vendieron a las mujeres y los niños como esclavos. Algunos
preceptos se fueron modificando. Al principio los musulmanes debían orar
mirando hacia Jerusalén, pero como los judíos se mofaron de él, Mahoma decretó
después que debían hacerlo mirando hacia La Meca. Asimismo, declaró que los
árabes podían matar no sólo a extranjeros, sino también a otros árabes, si no
aceptaban volverse musulmanes.
Para el 630 d.C. los musulmanes vencieron a los
beduinos y siguieron expandiéndose. Mahoma fue coronado “rey de los árabes” y
envió embajadas a los monarcas vecinos. Después de atacar varias caravanas y
extender su religión con el asesinato de judíos, cristianos y árabes no
musulmanes, Mahoma falleció. Se rumoró que había sido envenenado por una judía.
Lo sucedió su suegro Abu Bakr, el primer califa (sucesor). Sus dichos fueron
recopilados por Zhaid ibn Thabit, configurando el Corán.
Abu Bakr se apoderó de toda la península arábiga y
arrasó con todos los “infieles”. Gracias a su pericia militar, pronto tomó
también Damasco. Y además contó con un ejército de fanáticos, muy convencidos
de la idea de un paraíso lleno de jovencitas que podía ganarse matando a
quienes tuvieran distintas creencias, y, sobretodo, muy interesados en quedarse
con el botín de las propiedades que invadían. En el 637 d.C. ocupó Jerusalén, y
luego Ctesifonte. El general Amr ibn al-As empezó las incursiones de los
guerreros musulmanes en Egipto, sometiendo la ciudad de Pelusia (640 d.C.).
Poco antes de morir, el emperador bizantino Heraclio
decretó que el griego era el idioma oficial de su imperio, y dejó que los
musulmanes se apoderaran de todo Egipto. Asimismo, permitió el uso de la barba
a sus clérigos, con lo que se fue acentuando la diferencia entre el catolicismo
occidental y oriental.
En 642 d.C. Amr ibn al-As, esta vez dirigido por el
califa Umar I, tomó Alejandría. Umar sentenció, a propósito de los libros de la
biblioteca de dicha ciudad: “Si coinciden con el Corán, son innecesarios. Si lo
contradicen, son perniciosos”. Y ordenó su destrucción. El imperio sasánida se
derrumbó frente a los ataques de las huestes de Alá. Al ser asesinado Umar I en
Medina, el nuevo califa pasó a ser Utmán. La expansión del Islam fue lograda
expulsando o pasando a cuchillo a judíos, mazdeístas, budistas, maniqueos y
cristianos. Los botines de guerra permitían además a cada musulmán hacerse rico
con facilidad, por lo que muchos se convirtieron, gustosamente, en mahometanos.
La lengua árabe sustituyó muy pronto al griego y al persa en el norte de África
y Medio Oriente.
Para el 650 d.C. las ciudades mayas habían formado una
confederación. Tenían un sistema teocrático, con una casta sacerdotal y una
nobleza hereditarias. Rendían culto a diversas deidades, muchas de ellas
zoomorfas, y ya para ese entonces tenían conocimientos astronómicos y matemáticos
bastante sofisticados: tenían dos calendarios (uno solar, más preciso aún que
el calendario usado en ese entonces en Europa, y uno ritual), y predecían con
eficacia los eclipses (solares y lunares) y las fases de la Luna y de Venus.
Sin embargo, continuaban con los sacrificios humanos.
En 656 d.C. la flota musulmana tomó la isla de Rodas y
destruyó la flota bizantina en una serie de reñidísimas batallas. Mas su
victoria no fue completa. El emperador Constante II pudo regresar a
Constantinopla y las fuerzas de Utmán I tuvieron que volver a las costas de
Asia Menor a rehacerse. Un golpe de suerte salvó de nuevo al imperio bizantino
cuando ya Utmán se disponía a atacar nuevamente: fue acusado de enriquecimiento
desaforado y nepotismo. Era algo cierto. La austeridad y el rigor de Mahoma
habían sido olvidados. Se produjo una guerra civil al interior del mundo
islámico. Utmán I fue asesinado. La facción de musulmanes que apoyaba a Alí,
uno de los yernos de Mahoma, se enfrentó a la que simpatizaba con Muawiya. Al
final, ambos fueron considerados califas por sus respectivos bandos, y el Islam
empezó a dividirse.
Cansados de los enfrentamientos, algunos musulmanes
urdieron asesinar a ambos pretendientes al trono. Alí resultó asesinado, pero
no Muawiya. Sin embargo, Hasán, el hijo de Alí, fue respaldado por sus
partidarios. Muawiya, prudentemente, vio que era imposible reunificar bajo su
dominio a todos los mahometanos, y se fortaleció en Damasco (donde fundó el
califato omeya). Mientras tanto, la Iglesia empezó la fundación de numerosos hospitales
y escuelas catedralicias y monásticas (que luego se transformarían en
universidades). San Teodoro de Tarso, enviado a Canterbury por el Papa san
Vitaliano (el mismo que había autorizado el uso del órgano en la liturgia),
realizó una impecable labor pastoral, administrativa y cultural (la copia y la
difusión de textos grecorromanos se vieron intensificadas, así como la
alfabetización y la escolarización) en Inglaterra, Escocia e Irlanda. Cadmon,
monje de la abadía benedictina de Whitby, fue el primer poeta en lengua
inglesa.
Después del 680 d.C. se había formado el primer
imperio búlgaro, China había conquistado buena parte de Corea pero había
perdido terreno frente al Tíbet, Ilteris Kagan había reunificado el imperio
turco inicial (en Turkestán, en las estepas de Asia central) y el califa Yazid
I, hijo de Muwaya, había vencido a Husayn, el hijo menor de Alí.
Alrededor del 710 d.C. se estableció la cultura mixteca
en México, los francos se consolidaron como la nación más poderosa de Europa
occidental, y los musulmanes llegaron hasta la India en oriente y hasta
Hispania (a la que llamaron Al-Andalus) en Occidente y erigieron bellas
mezquitas (con la supervisión de arquitectos bizantinos) en La Meca, Medina y
Damasco. Los partidarios de Alí en la comunidad islámica empezaron a llamarse
“chiítas” (chiat-u-Ali).
Los reinos de Bactriana, Samarcanda y Ferganá (actual
Uzbekistán) tuvieron que pedirle ayuda a Xuangzong, emperador de China, para (a
duras penas) contener a los guerreros mahometanos. En Hispania, Pelayo se
rebeló contra el dominio islámico y fundó el reino de Asturias. Se negó a pagar
tributo a los musulmanes e instó a los ibéricos a defender su fe católica. El
emir Al-Samh, designado por el califa Sulayman, prefirió entonces enfilar hacia
los montes Pirineos, con miras a entrar en el reino de los francos. Sometió a
su paso a todos los reinos visigodos, excepto el de Teodomiro.
Para el 730 d.C. había fallecido el califa Umar II, un
hombre piadoso y honrado con el que el califato omeya había llegado a su apogeo.
Su primo y sucesor, Yazid II, no fue tan eficiente ni tan virtuoso. Cuando
Al-Samh murió tratando de someter por la fuerza al ducado franco de Aquitania
(gobernado por Eudes), en la batalla de Toulouse (Tolosa), Yazid nombró emir
interino de Al-Andalus a uno de sus lugartenientes, Abd-al Rahmán, que intentó
otra invasión. En un choque dramático que definiría la suerte de los europeos (la
batalla de Poitiers, el 732 d.C.), los musulmanes fueron detenidos por el
ejército de Carlos Martel, abuelo de Carlomagno.
San Bonifacio convirtió a gran cantidad de europeos en
los territorios correspondientes en la actualidad a Alemania y Holanda. Fue el
primero en hacer un árbol de Navidad. San Beda el Venerable (672 d.C. – 735
d.C.), un erudito monje benedictino que era filósofo, teólogo, lingüista y
traductor, se consagró como historiador al publicar la Historia Eclesiástica de Inglaterra. Eudes aceptó la anexión de Aquitania
al reino franco comandado por Carlos Martel (que a la muerte del rey Thierry IV
no encontró necesario hallarle sucesor, con lo cual se acabó la dinastía
merovingia y empezó la dinastía carolingia).
Si Pelagio, Teodomiro y Carlos Martel frenaron el
avance del Islam en el occidente europeo, la heroica Constantinopla y su
emperador León III lo hicieron en reiteradas ocasiones en el oriente. Al mismo
tiempo, los malos manejos de los funcionarios del califato, la desigualdad
social y las altas cargas tributarias motivaron diversas revueltas entre los
musulmanes. Los chiítas intentaron nuevamente deponer al califa omeya (al que
consideraban descendiente de un usurpador) para entronizar a Zaid ibn Alí,
nieto de Husayn. No tuvieron éxito, pero de dichos seguidores surgió otra secta
del mahometanismo: los zaidíes.
Entre el 740 d.C. y el 770 d.C. la poesía china tuvo
su cenit; destacaron especialmente los vates Li Bo y Du Fu. Pipino el Breve
sucedió a su padre Carlos Martel, y se hizo coronar rey de los francos. En el
campo teológico destacó san Juan Damasceno. Surgió la facción de los abasíes
entre los musulmanes; desconocían al califa omeya y aseveraban ser
descendientes de al-Abbas, tío de Mahoma. Uno de ellos, Abul-Abbás, venció al
califa Marwán II e instauró una nueva dinastía: el califato abasí. El reino del
Tíbet tuvo su época de esplendor en el reinado del ilustrado
Khri-srong-Ide-btsan, aconsejado por el sabio Padma Sanbhava. El reino de
Asturias llegó a abarcar todo el norte de la península ibérica.
Carlomagno, hijo de Pipino el Breve, fue el monarca
más destacado de la dinastía carolingia. Laborioso, íntegro, devoto y valiente,
situó la capital en Aquisgrán y logró unir bajo su mando a un vasto territorio (que
incluía territorios francos, germanos y lombardos). Donó al Papa un territorio
alrededor de Roma, que configuraría los Estados Pontificios. El beato Alcuino
de York (matemático, filósofo, teólogo, poeta, gramático y pedagogo) fue una de
las mentes más luminosas de este tiempo. Alcuino inventó las letras minúsculas
y emprendió una amplia reforma educativa impulsada por Carlomagno. También
sobresalieron los escritores Pablo Diácono, Pedro de Pisa y Teodulfo de
Orleans.
Con el califa Harún al-Rashid (Aarón el Justo) llegó
la etapa de mayor prosperidad para Bagdad (que había eclipsado completamente a
Ctesifonte); hizo una administración atinada y se rodeó de buenos consejeros,
promoviendo también el arte y la literatura. Mientras tanto, los marineros
escandinavos dedicados a la piratería y el pillaje, autodenominados vikingos
(guerreros), empezaron a azotar las islas británicas. Heiankyo (actual Kyoto)
se convirtió en la capital del Japón.
En la medida en la que Carlomagno vencía a sajones,
ávaros y bretones, extendía sus zonas de influencia (ya había un imperio
carolingio propiamente dicho) y se convertía en el protagonista indiscutible
del escenario europeo. El imperio romano de Occidente había dejado de existir,
pero frente a un líder de tantas cualidades y tan fuerte personalidad, y un
imperio bizantino arrogante y cada vez más distante de Europa, hasta el Papa quiso
coronarlo emperador occidental. Y así fue como Roma tuvo nuevamente un
emperador que pudo hacerle contrapeso al de Constantinopla.
Ibrahim ibn-al-Alglab quiso hacer una dinastía propia
(pasaron a llamarse los aglabíes) y los actuales territorios de Argelia y Túnez
se apartaron definitivamente del califato. Al imperio bizantino se le empezó a
llamar imperio griego en Occidente (lo cual significaba que los europeos ya no
estaban dispuestos a considerar su emperador al de Constantinopla, sino a
Carlomagno). El imperio carolingio o franco, reviviscencia del imperio romano
occidental, llevó la batuta de las naciones europeas de ahí en adelante.
En Lejano Oriente destacaron el monje, poeta y
filósofo Saicho (llamado póstumamente Dengyo Daishi, fundador de la escuela
Tendai), el poeta, artista, erudito y teólogo Kukai (posteriormente conocido
como Kobo Daishi, padre de la secta budista shingon), y los poetas Bai Juyi, Li
Po y Du Fu (llamado también Du Shaoling). Con el dux Agnello Partecipazio se
empezó a construir sobre pilares de piedra en Venecia.
A la muerte de Harún al Rashid estalló una violenta
guerra civil por la disputa entre sus dos hijos (al-Mamún y al-Amín) y sus
partidarios, lo cual alivió la presión del Islam sobre el imperio griego o
bizantino. Grandes escritores en lengua árabe fueron Ibn al-Anaf, Bashar ibn
Burd, Abu ibn Hani al-Hakani, Abu Atahiyya y Sari al-Ghawani. Yabir ibn Hayyan
destacó como químico, y Abu ibn Musa al-Jwarizmi brilló en el terreno de las
matemáticas (con aportes como la difusión de la numeración arábiga, las reglas
del cálculo algebraico, los algoritmos y la teoría de las ecuaciones de segundo
grado).
A la muerte de Carlomagno, lo sucedió Luis el Piadoso (Ludovico
Pío), un hombre íntegro y pacífico. Entre su imperio y el del emperador de
Constantinopla se formó el imperio búlgaro. El rey Alfonso II de Asturias
repelió dos incursiones mahometanas. San Ascario de Amiens (llamado Oscar por
los escandinavos a los que evangelizó) destacó como teólogo y escritor.
Empezaron a hacerse frecuentes los sarracenos (piratas musulmanes) a lo largo y
ancho del Mediterráneo. Apareció la secta de los mutazilíes (que sostenían que
el Corán era una obra humana, y no un texto de inspiración divina, por lo que
tenía imperfecciones y anacronismos que podían ser revisados y criticados).
Para el 840 d.C. los vikingos habían fundado Dublín y
habían arrasado con las tradiciones celtas en Irlanda. El eslavo Mojmir fundó
el reino de Moravia. Polanos, silingos y vislanos constituyeron Polonia. Una
década más tarde, el científico cordobés Abbas ibn Firnas descubrió cómo hacer
cristales, y la técnica china de fabricación de papel fue conocida en
al-Andalus. En la batalla de Monte Clavijo, la aparición del apóstol Santiago
(en el cielo, montando un caballo blanco) inspiró a los cristianos comandados
por Ordoño I de Asturias, quienes vencieron a los moros (como se les llamaba a
los musulmanes en la península ibérica).
El conde Rodrigo de Castilla unió sus fuerzas a las de
Ordoño I y pudo sacar a los islámicos de Cáceres y Madrid. Como entre los
jázaros (usuales aliados de Constantinopla) había cundido el Islam, los monjes
san Cirilo y san Metodio fueron enviados a predicar entre ellos. En el este
europeo, unas tribus eslavas se fueron agrupando en torno a una tribu varega
que se autodenominaba rus y seguía a Riurik. Pronto, esos eslavos empezaron a
ser conocidos como rusos. San Remberto de Bremen, discípulo y biógrafo de san
Ascario, continuó convirtiendo escandinavos al cristianismo.
Alrededor del 870 d.C. Yaqub al-Saffar se separó del
califato abasí; así iniciaron los safáridas en Sistán (actual Afganistán). A su
vez, Ahmad ibn-Tulún fundó su dinastía (los tulúnidas) y Egipto se desmembró
también de Bagdad. Algunos clanes eslavos formaron el reino de Croacia en
territorio que antaño era bizantino. Samán Judat también hizo reino aparte (los
samánidas), con lo que el califato de los abasíes quedo limitado a Arabia y
Mesopotamia.
Alfonso III de Asturias fue llamado el Magno, tras
derrotar a varios ejércitos musulmanes enviados desde Córdoba y organizar
eficientemente a su pueblo. Oleg fundó el principado de Kiev, que se convirtió
en puente entre los rusos y los griegos. En Japón brilló el poeta y estadista
Sugawara no Michizane. El rey Alfredo de Inglaterra extendió su reino al vencer
en varias ocasiones a noruegos y daneses; fue también un sabio legislador,
fundó escuelas para alfabetizar a los ingleses y al final de su vida también
brilló como traductor y escritor.
Entre el 900 d.C. y el 920 d.C. hubo gran
inestabilidad social y anarquía en casi todo el mundo civilizado. Los mayas se
acabaron, al parecer por la conjunción de cambio climático, tendencia al
monocultivo (por una dieta centrada casi exclusivamente en el maíz) e incapacidad
para adaptar sus métodos agrícolas a los periodos de sequía. Los estados
pontificios quedaron casi a la deriva, pues se sucedieron Papas enfermizos,
débiles de carácter, controlados por la nobleza y de brevísima duración (fue la
denominada noche oscura del Papado). Los sarracenos sembraron el pánico en el
Mediterráneo. El legado de Carlomagno se diluyó y el imperio franco
(carolingio) se disolvió. El imperio bizantino (o romano oriental) se redujo
ostensiblemente. El mundo islámico también entró en crisis, y se fragmentó en
diversos emiratos. China y el Tíbet se sumieron el caos.
Sin embargo, algunos esfuerzos individuales
permitieron que la ciencia y la cultura continuaran avanzando. El matemático y
astrónomo Al-Battani hizo numerosos aportes: desarrolló la trigonometría, calculó
el año solar con precisión, determinó el momento del equinoccio, corrigió
algunos hallazgos de Claudio Ptolomeo y encontró que el apogeo solar no es
constante. El médico y filósofo Al-Razi describió numerosas enfermedades (la
neumonía, la escarlatina, la viruela y la depresión), fue el padre de la
psicoterapia y promulgó el uso de la musicoterapia y los masajes en el
tratamiento de diversas dolencias. Ki no Tsurayuki compiló gran cantidad de
poemas tradicionales japoneses.
Desde el 920 d.C. hubo cierta recuperación de
Constantinopla, así como del reino de Bulgaria (que empezó a llamar zar,
equivalente a césar, a su rey). La abadía benedictina de Cluny se convirtió en
un centro de traducción, copia y difusión literaria de primer orden. El
califato de Córdoba recuperó su esplendor con Abd al-Rahmán III; sin embargo, a
nivel estratégico siguió perdiendo terreno frente a los reinos católicos. El
imperio tolteca alcanzó su apogeo.
Otón el Grande (912 d.C. – 973 d.C.), aunque inferior
a Carlomagno en visión y en piedad, le dio un segundo aire al sacro imperio
romano-germánico, su versión del imperio carolingio. Las antiguas ciudades
mayas de Chichén Itzá y Uxmal fueron ocupadas por los chontales y los uxmales,
respectivamente. Hubo una fusión de culturas que acentuó el carácter
militarista y la tendencia a los sacrificios humanos, pero al mismo tiempo
permitió el florecimiento de construcciones monumentales en piedra. En Egipto,
un nuevo cambio de dinastía llevó a la construcción de la ciudad de al-Qahira
(El Cairo). Dinh bo Linh logró la independencia definitiva de los vietnamitas
con respecto a los chinos; su reino dejó su nombre chino (Annam) y empezó a
llamarse Dai-Viet. San Dunstan de Canterbury sobresalió por sus reformas a los
monasterios y actividad misionera.
Para el primer milenio después de Cristo, el sacro
imperio romano-germánico se había dividido en reinos y ducados, y Kiev se había
convertido en una ciudad cristiana. El intrépido Erik Thorvaldsson (apodado el
Rojo) había explorado Islandia y descubierto Groenlandia. Todo parece indicar
que la primera brújula se inventó en China después de las observaciones del
ingeniero Chen Koua, que también fabricó imanes artificiales. El Papa Silvestre
II, un formidable erudito (filósofo, teólogo, matemático, ingeniero, músico, inventor
y astrónomo), sobresalió por devolverle al Papado su independencia y su
grandeza espiritual y moral. Además de sus obras filosóficas (como Sobre lo racional o Sobre el cuerpo y la sangre de Cristo), destacó por la descripción
del movimiento pendular, la creación de un reloj de ruedas dentadas, la
invención de la primera calculadora, la modificación del monocordio y la
introducción del sistema decimal y del número cero en Europa.
Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, exploró las costas
de Norteamérica. Tras la desaparición de la cultura chavín alcanzaron su apogeo
las culturas tiahuanaco (que empezó alrededor del lago Titicaca y llegó a
conformar un imperio andino, y de la que quedan todavía misteriosos túneles y
monolitos), huari (que se asentó alrededor de Ayacucho y destacó por sus
pictogramas, tapices y tejidos), mochica (que edificó pirámides y templos de
ladrillo, acueductos y canales de regadío) y nazca (famosa por sus enormes
figuras geométricas y zoomórficas, formadas por piedrecillas y sólo visibles
desde el aire). De la mezcla de las culturas maya y tolteca en Yucatán, emergió
una civilización poderosa, que llegó a comerciar con la mayoría de indígenas de
Centroamérica y el Caribe (sus piraguas llegaban incluso a las actuales Cuba,
Jamaica y Panamá), y que usaba granos de cacao como moneda. Sus principales
urbes fueron Mayapán, Chichén Itzá y Uxmal. Dichos aborígenes vivieron en un
estado de guerra permanente con sus vecinos y esclavizaron (tanto para usarlos
como mano de obra gratuita como para emplearlos en sangrientos rituales) a los
pueblos que sometieron. En África alcanzaron su máxima extensión los reinos de
Tekrur (actual Senegal) y Ghana. En Irlanda, el rey Brian Boru empezó a repeler
a los escandinavos y desplazó del poder a la dinastía O’Neall. Sus sucesores
dinásticos fueron los O’Brien.
San Fulberto de Chartres destacó como astrónomo además
de teólogo y filósofo; difundió el uso del astrolabio e insistió en que los
miembros de la Iglesia debían ser completamente independientes de los
gobernantes de turno. El poeta Firdusi popularizó de nuevo el persa. Yaroslav
el Sabio hizo progresar al reino de Kiev, que pasó a ser cristiano ortodoxo.
Debilitados por luchas internas, los musulmanes de la península ibérica fueron
cada vez más acorralados por los monarcas y condes cristianos. Los buenos
oficios de Basilio II y Constantino VIII devolvieron a Constantinopla su
esplendor; León el Diácono escribió una monumental Historia de dicha ciudad.
Para 1.030, Canuto el Grande unificó todos los
territorios escandinavos y parte de Inglaterra bajo el dominio danés.
Al-Andalus se dividió en taifas, y perdió cada vez más terreno frente a los
distintos reinos españoles. Destacó el médico y erudito Avicena. San Esteban de
Hungría organizó y administró su país con tanta honestidad y eficiencia que los
húngaros tuvieron prácticamente el mismo orden político hasta el siglo XVIII.
Los turcos selyúcidas se fueron fortaleciendo progresivamente.
En China continuaron dándose adelantos. Bi Sheng
inventó la imprenta de tipos móviles, con lo que permitió una mayor difusión
del conocimiento. Empezaron a imprimirse tratados y enciclopedias.
Sobresalieron el poeta, filósofo y estadista Wang Anshi, el polímata Shen Kuo y
el historiador y ensayista Ouyang Xiu. Empezó la ocupación normanda del sur de
Italia. Guido d’Arezzo se consagró como tratadista de la música. El vigoroso
Papa León IX, aconsejado por los sabios san Pedro Damián, Humberto de Silva y
san Hildebrando di Soana (que llegó a ser el Papa san Gregorio VII), fue
enfático en condenar la intromisión de los poderes temporales (emperadores,
reyes, militares, aristócratas) en los asuntos eclesiásticos. Asimismo, junto a
los monjes de la abadía de Cluny, lideró un movimiento de reforma de la Iglesia
a gran escala.
La Iglesia sufrió su primer gran cisma (Cisma de
Oriente) en 1054, cuando los jerarcas bizantinos (especialmente el Patriarca de
Constantinopla, Miguel Cerulario), movidos por el segundo periodo de esplendor
del imperio romano oriental, desconocieron la autoridad del Papa León IX y
negaron de forma definitiva que el Espíritu Santo proviniera tanto del Padre
como del Hijo. Con ello, los cristianos de habla griega empezaron a llamarse a
sí mismos ortodoxos, para diferenciarse de los cristianos originales (católicos).
En la década de 1060 los almorávides se fortalecieron
en el noroeste de África; fundaron Marrakech y se expandieron por el territorio
correspondiente a Marruecos en la actualidad. El imperio de Ghana, un poco más
al sur, llegó a la cúspide con su líder Tunka Bassi. La batalla de Hastings
determinó que Inglaterra pasara del dominio danés al dominio normando. En la
península ibérica sobresalió el filólogo y lexicógrafo andaluz Ibn Sida, y empezó
sus correrías el castellano Rodrigo Díaz de Vivar (conocido también como el Cid
Campeador), un hombre íntegro, devoto y arrojado, famoso por ganar todas las
batallas que luchó, posteriormente inmortalizado en el Cantar del mío Cid.
El sajón Hereward, cuyos padres habían sido asesinados
por los normandos comandados por Guillermo el Conquistador, se convirtió en un
fugitivo y lideró un ejército de hombres que, al amparo de los bosques de Ely,
desestabilizaban el gobierno atracando a sus funcionarios (y tenían fama de
justos porque repartían su botín con los campesinos pobres). La historia de
Hereward inspiró la leyenda de Robin Hood. Ummar Jayyam destacó como poeta,
matemático y astrónomo. El Papa san Gregorio VII zanjó definitivamente el
conflicto de las investiduras con sus decretos, en los que prohibió bajo pena
de excomunión a los reyes y señores feudales que se atrevieran a nombrar
obispos o abades o a dar cualquier investidura eclesiástica, y condenó todo
tipo de intervenciones de la nobleza en sínodos o elecciones episcopales.
A partir de las escuelas públicas patrocinadas por
catedrales y monasterios (escuelas catedralicias y monásticas) surgieron los
primeros colegios y universidades. Del redescubrimiento de Aristóteles y la combinación
de los textos de Platón y los aportes de los Padres de la Iglesia surgió la
filosofía escolástica. El sabio san Anselmo de Canterbury fue el primero de
los escolásticos. San Bruno de Colonia fundó la orden contemplativa de los cartujos,
y san Roberto de Molesmes organizó la orden cisterciense.
En Norteamérica, algunas de las tribus de
cazadores-recolectores empezaron a asentarse. En Centroamérica continuaron
floreciendo los reinos tolteca, maya, mixteca y zapoteca. En Perú, el declive
del imperio huari dio paso al ascenso del reino chimú. En Europa, los
trovadores y juglares dieron máximo brillo a la poesía caballeresca. La Canción de Rolando, que exaltaba a
Carlomagno y su ideal de cristiandad, adquirió su forma definitiva. Todo parece
indicar que su autor fue Turoldo d’Envermeu, obispo de Bayeux.
Hacia el 1100 el sultán turco empezó a tener más
importancia que el califa abasí. El obispo compostelano Diego Gelmírez ordenó
erigir una magnífica catedral, digna de albergar los restos del apóstol Santiago
el Mayor, y pronto empezaron las peregrinaciones (estableciéndose el famoso
Camino de Santiago). San Esteban Harding, Pedro Abelardo, san Norberto de
Magdeburgo, Pedro el Venerable y san Bernardo de Claraval destacaron como filósofos
y teólogos escolásticos. Mesopotamia empezó a llamarse Irak. El rey de Georgia
David III el Constructor expandió al máximo sus dominios, conquistando Ani (que
era la capital armenia) y Tbilisi (que pertenecía al imperio turco); destacó
como gobernante ecuánime y hábil administrador. El fanático Muhammad ibn Tumart
fundó su propio reino (el almohade) con base en los montes Atlas (Marruecos);
sus seguidores eran tan fundamentalistas que incluso mataban a sus
correligionarios almorávides. El abad Suger de Saint-Dennis, teólogo,
historiador y arquitecto, dio un impulso definitivo al arte gótico.
Godofredo de Monmouth y Guillermo de Malmesmury
destacaron como historiadores. El supuesto interés por “recuperar Tierra Santa”
sirvió de excusa para que numerosos reyes, príncipes, señores feudales,
comerciantes, militares, nobles venidos a menos y aventureros se lanzaran a una
frenética rapiña, las tristemente célebres Cruzadas. No cabe duda que hubo
algunos cruzados devotos y bienintencionados, pero en líneas generales, fueron
sujetos movidos por el ánimo de lucro y el afán de vanagloria, sin ninguna
motivación religiosa. Luminarias como Pedro Lombardo, Jean de Salisbury y
Adelardo de Bath enriquecieron el horizonte filosófico y científico occidental.
El traductor Robert de Chester permitió la difusión de textos de matemáticos,
ingenieros y pensadores árabes en Europa.
Santo Tomás Beckett (1118 – 1170), ex canciller y
arzobispo de Canterbury, murió defendiendo la independencia de la Iglesia
frente al rey y la nobleza. Por estas fechas empezaron a asentarse en México
los aztecas, venidos del norte. Juan de Salisbury, Abentofail, san Norberto de
Xanten, Maimónides y Averroes destacaron como filósofos y teólogos. Robert Wace
y Chrétien de Troyes brillaron en lo literario.
En Japón, el erudito Yukinaga recopiló los poemas épico-históricos que
hasta el momento habían pasado oralmente de generación en generación; fue así
como surgió el Heike monogatari (Cantar de Heike). San Vicelino
evangelizó a los eslavos y san Meinhard a los livonios (letones).
Para 1200 Saxo Grammaticus se había consagrado como
historiador de los daneses. Los poetas Lamberto Le Tort, Alejandre de Bernay y
Pedro de Saint Cloud contribuyeron a darle forma definitiva al francés. Manco
Cápac fundó Cuzco e inauguró la dinastía incaica. El obispo Alberto de
Buxhövden fundó la ciudad de Riga. El pisano Leonardo Fibonacci publicó un
interesante tratado lleno de curiosidades matemáticas. San Francisco de Asís y
santo Domingo de Guzmán fundaron dos órdenes religiosas que serían fundamentales
para la cultura occidental: franciscanos y dominicanos.
San Francisco de Asís (1181 – 1226) fue extendiendo su
obra apostólica y caritativa. Sus discípulos (entre los que destacaron el beato
Bernardo de Quintavalle, santa Clara de Asís, fray Pedro de Catania, fray
Egidio de Asís, fray Rufino de Asís y el beato Felipe Longo) fueron cada vez
más numerosos. San Francisco insistía en el amor a Dios y a Su creación (por
eso se llevaba sorprendentemente bien con todo tipo de animales, incluso
fieras), la humildad, el servicio, la pobreza y la vida de contemplación y
penitencia. Santo Domingo de Guzmán (1170 – 1221), hombre virtuoso y de mente
portentosa, había estudiado en la primera universidad que hubo en España (los
Estudios Generales de Palencia) y luego se había lanzado a atraer intelectuales
de fe sólida para su orden. El abogado y filósofo Raimundo de Peñafort, el
escritor Jordán de Sajonia, el científico Alberto de Lauingen (san Alberto
Magno), el teólogo Juan de San Juliano y el sabio santo Tomás de Aquino fueron
los más brillantes de esos primeros frailes de la orden de santo Domingo,
centrada en la oración, el estudio y la predicación.
El kan Timuyin de Mongolia, de carácter sanguinario y
belicoso, ávido de conquistas, se lanzó a dominar Eurasia. Fue llamado Gengis
Kan (“máximo gobernante universal”). Sus hordas vivían del saqueo, y dejaban a
su paso llanto y desolación. El escritor y teólogo Stephen Langton, arzobispo
de Canterbury y una de las mentes más lúcidas de su tiempo, fue el artífice de
la Carta Magna de 1215, por la cual se limitaban los poderes del monarca y se
le exigía respetar algunos derechos fundamentales de sus súbditos. Fue un logro
formidable, pues hasta ese entonces los reyes solían cometer todo tipo de
abusos y atropellos, y para rematar, creían que podían hacerlo por un supuesto
derecho divino.
La década siguiente los aztecas sometieron pueblos
vecinos, Godofredo de Estrasburgo culminó Tristán
e Isolda (un extenso poema que inspiraría otras obras a lo largo del Medioevo
y el Renacimiento), murió el historiador y poeta Jean Bodel, el rey Alfonso IX
fundó la Universidad de Salamanca y san Pedro Nolasco recibió apoyo papal para
sus frailes mercedarios. Los guerreros de Gengis Kan siguieron haciendo
estragos, esta vez en el mundo musulmán.
En 1240 el imperio almohade ya se había desmoronado.
Córdoba, que había sido capital de al-Andalus, fue recuperada por los
cristianos. El rey Jaime I dio a la liberada Valencia un código civil (los
Fueros Valencianos). Los mongoles arrasaron con Kiev y continuaron
expandiéndose. Novgorod, Pskov y Smolensk fueron las únicas ciudades rusas que
se libraron de las hordas mongolas. Jordán de Nemore publicó un tratado de
aritmética en el que por primera vez se incluían números imaginarios. Guillermo
de Lorris empezó el extenso Libro de la
Rosa, completado por Jean de Meung.
San Alberto de Lauingen, llamado el Grande (1193 –
1280) fue un polímata grandioso que indagó en prácticamente todos los campos
del saber. Sus clases en la Universidad de Paris (que a la sazón era el centro
del saber occidental) se atiborraban de tantos asistentes que tuvo que empezar
a darlas al aire libre. La reconquista española continuó, y para 1250 sólo
quedaban ejércitos invasores en los pequeños reinos musulmanes de Granada, Murcia
y Niebla. Fray Juan del Plano Carpini escribió una interesante Historia de los Mongoles. El doctor
Pedro Juliano, sacerdote, filósofo y médico, fue convertido en Papa en 1277.
Dos colosos descollaron en el panorama científico
después de san Alberto Magno: fray Roger Bacon y santo Tomás de Aquino. Dos
mentes preclaras y eruditas. El primero, padre del método inductivo, y el
segundo, el pensador más importante de toda la Edad Media (y uno de los más insignes
de todos los tiempos). Para ese entonces, los mongoles ya habían sometido al
Tíbet, a Irán, a Irak y a parte de la India. Los mamelucos (soldados de élite
del sultán, la mayoría turcos y eslavos) habían ganado importancia dentro del
Islam. El padre Robert de Sorbon había fundado una escuela de teología en
Paris, que no tardó en convertirse en una prestigiosa Universidad (la Sorbona).
Guillermo de Moerbeke se consagró como el mejor traductor de Aristóteles al
latín. El escritor Adam de la Halle triunfó como poeta y dramaturgo. Fray Pedro
Olivo insistió en la pobreza y el desprendimiento como verdadero camino a
Cristo, y brilló como teólogo y director espiritual. Teobaldo I el Trovador
destacó como rey y poeta. El rey Alfonso X el Sabio publicó una Crónica de España y una Historia Universal.
Hacia 1290 el sacerdote y poeta Gonzalo de Berceo se
consolidó como el vate más sobresaliente de España. El beato Raimundo Lulio
destacó como filósofo, teólogo, poeta y viajero; intentó encontrar elementos de
conciliación entre mahometanos y cristianos. El ingeniero Pedro de Maricourt
fundamentó las bases del método experimental, complementando las ideas de
Bacon. Guido Cavalcanti, Rinaldo de Aquino (hermano del sabio santo Tomás),
Guido Orlandi, Gianni Alfani y Guido Guinizelli fueron los primeros en escribir
poemas ya no en latín, sino en lengua romance. Nasir al-Din al-Tusi escribió
unos sobresalientes tratados de astronomía, trigonometría, filosofía y
medicina. Los mongoles se apoderaron de China.
Hacia 1300 ya había muerto Kublai Kan (el quinto y
último kan), que nunca pudo someter Dai-Viet pero mostró gran eficiencia como
gobernante del vasto imperio mongol (el segundo más grande de todos los
tiempos, detrás del británico), así como una curiosa apertura hacia el
cristianismo (de hecho, envió con los Polo un mensaje al Papa, pidiéndole
misioneros). Bernat Escrivá escribió una historia de Pedro III de Aragón y sus
antepasados. Ibn al-Nafis, médico de El Cairo, describió la circulación
pulmonar y técnicas quirúrgicas avanzadas para su época. El rey Dionisio de
Portugal, erudito y aficionado a componer trovas, fundó la Universidad de
Lisboa.
Aunque no hay más pruebas históricas que relatos y
canciones sobre su existencia, es posible que las revueltas campesinas suizas
hayan tenido como cabecilla a un tal Guillermo Tell. Ballestero de oficio,
valiente y decidido, Tell defendió la libertad de su gente frente a los abusos
de los funcionarios de Alberto de Habsburgo. Trovadores y bardos lo habrían de
convertir en un personaje legendario del folclor centroeuropeo. Fue uno de los
líderes de los habitantes del cantón de Uri que se opusieron a los atropellos
de los bailíos (jueces) de la dinastía Habsburgo, aunque también hay que decir
que muchas de sus “proezas” son adaptaciones de las aventuras narradas en la Gesta Danorum de Saxo Grammaticus. De otro
lado, Rustichello de Pisa se hizo famoso gracias a su Libro de las maravillas (o Libro
del Millón), basado en los viajes y los años en la corte de Kublai Kan del
veneciano Marco Polo (a quien conoció y escuchó en la cárcel de Génova).
Italia siguió produciendo vates de enorme talento.
Destacaron Lappo Gianni, Cino de Pistoia, Dino Frescobaldi y el llamado padre
de la lengua italiana, el genial Dante Alighieri (autor de tres grandes obras
maestras: Vida Nueva, Banquete y Divina Comedia). Raimundo Lulio fue torturado y asesinado por
fanáticos musulmanes. El escocés William Wallace lideró la lucha de su pueblo
contra el dominio de los ingleses. Los tepanecas (con capital en Azcapotzalco) florecieron.
Mayapán siguió siendo la principal ciudad maya. Chanchán continuó siendo la
capital del reino Chimú en Suramérica. Yekuno Amlak gobernó eficientemente el
reino de Abisinia. Kamal al-Farisi escribió un excelente tratado de óptica,
donde por primera vez se dio una explicación científica certera del por qué se
producen arcoiris.
Continuaron floreciendo las universidades, así como
las catedrales y abadías de estilo gótico. Descollaron los pintores Giovanni
Cimabue, Duccio de Buoninsegna y Giotto Bondone, y los escultores Nicola y
Giovanni Pisano. Lisboa, Toledo, Barcelona, Paris, Lyon, Roma, Florencia,
Milán, Brujas, Londres, Hamburgo y Novgorod fueron las principales urbes
europeas (básicamente, por su importancia cultural, política y comercial). El
imperio mongol se desintegró. Jean de Joinville terminó su biografía del rey
san Luis IX de Francia. En filosofía brilló fray Guillermo de Ockham.
Los descendientes del turco Osmán I empezaron a
acrecentar el imperio turco otomano, aprovechando que el imperio bizantino se
caía a pedazos y que el imperio mongol se había fragmentado. El padre Juan Ruiz
(más conocido como Arcipreste de Hita) y don Juan Manuel de Escalona hicieron
carrera con sus libros sapienciales en castellano. El filósofo y poeta
Francesco Petrarca creó el Humanismo Cristiano (un movimiento que aunaba
valores católicos y grecolatinos), al que no tardaron en unirse figuras cimeras
de la literatura en italiano, como Giovanni Boccaccio. San Sergio de Radonezh,
futuro patrono de Rusia, predicó la vida sencilla, casta y de oración. Entre sus
discípulos estuvo el monje Eusebio el Sabio.
Para 1350 la peste negra o bubónica (provocada por la
bacteria Yersinia pestis) se había diseminado por buena parte de Asia (donde se
originó, alrededor de 1346) y Europa. Segó la vida de casi 200 millones de
personas. El padre Guillermo de Machaut, músico y poeta, creó formas musicales
como el canon, el motete, la balada y el rondó. Eustacio Deschamps continuó su
legado, y se hizo célebre también como crítico musical y literario. Santa
Catalina de Siena logró convencer al Papa de salir de Aviñón y regresar a Roma,
que fue restablecida plenamente como sede pontificia en 1377. Godofredo de
Chaucer inauguró la literatura en inglés, y Nicolás de Oresme escribió un
tratado sobre la moneda, la inflación y la devaluación. San Vicente Ferrer sobresalió
como filósofo, teólogo y director espiritual. Bernat Metge destacó como teólogo
y poeta. Fray Francesc Eiximenis se lanzó a realizar la primera Enciclopedia. En
la medida en que el imperio chichimeca se debilitaba, tomaban fuerza aztecas y
tepanecas.
Los portugueses, liderados por Juan I el Grande,
lograron su independencia de España en 1385, tras vencer en las batallas de
Trancoso y Aljubarrota. Los turcos otomanos, que ya se habían apoderado de
buena parte de Bulgaria y de toda Anatolia, continuaron su avance por los
Balcanes. El cerco sobre Constantinopla, la capital del agonizante imperio
bizantino, se fue cerrando. En Corea hubo un cambio dinástico y Seúl se
convirtió en su ciudad principal.
En 1393 fue asesinado san Juan Nepomuceno en Praga.
Shi Naian y Luo Guanzhong escribieron Al
borde del agua, una novela histórica y psicológica. El inglés de escritores
como Godofredo Chaucer y William Langland ya había reemplazado por completo al
francés normando en Inglaterra. El padre Jean Froissart escribió una crónica
del siglo XIV. Manuel Chrysoloras y Juan Argyropoulos continuaron con la
difusión y el redescrubrimiento de la cultura griega iniciados por el humanismo
cristiano. Escultores y artistas como Lorenzo Ghiberti y Filippo Brunelleschi empezaron
a descollar. Ruy González de Clavijo escribió Embajada a Tamerlán, basado en su encuentro con dicho líder militar
de origen turco-mongol (que fue el último de los grandes conquistadores
nómadas).
Ya en 1405 había sucedido a Tamerlán su hijo Sha Ruj,
que no era un guerrero sino un sofisticado y erudito artista y escritor. Al
mismo tiempo en Italia el movimiento humanista y el renovado interés por la
antigüedad estaba consolidándose como un movimiento de largo alcance: el Renacimiento.
Donato di Niccolo Betto Bardi (conocido mundialmente como Donatello) y Giovanni
di Banco, discípulos de Ghiberti, fueron unos portentosos escultores. En
Cataluña sobresalió el poeta Jaume March. El sacerdote, teólogo y geógrafo
Pierre d’Ailly publicó un atlas universal llamado Imago Mundi.
Al poco tiempo, Mehmet I se proclamó único sultán del
imperio otomano. Los teólogos Jan Huss, Jean de Gerson y Pierre d’Ailly fueron
las figuras del Concilio de Constanza (1413); fue una verdadera estupidez y una
exageración la condena a muerte de Huss (por la que habría de pedir perdón, en
el siglo XX, el Papa san Juan Pablo II). El formidable Francesco Brunelleschi
descubrió las leyes de la perspectiva y las aplicó en sus creaciones
artísticas. El pintor Lorenzo Monaco fue pasando del estilo gótico al
renacentista. Enrique el Navegante empezó sus andanzas, con lo que Portugal se
consolidó como potencia marítima.
Los hermanos Paul, Herman y Jean de Limburgo sobresalieron
como pintores miniaturistas del gótico tardío y como iniciadores del
renacimiento en la llamada escuela flamenca, junto a Jan van Eyck. Los
marineros Joao Gonzalves Zarco y Tristao Vaz continuaron las exploraciones
portuguesas. Enrique de Villena, fray Antoni Canals, el obispo Jan Bucka, el
historiador Leonado Bruni, Jaume de Olesa, Ignacio López de Mendoza y Jordi de
Sant Jordi sobresalieron en el campo de las letras. Ulug Bed Salah Musa Pasha y
Qadi Zada brillaron como matemáticos.
Hacia 1440 brillaron como pintores y escultores
renacentistas Michelozzo di Bartolomeo Michelozzi (discípulo de Donatello),
Tommaso de Cristoforo Fini, Masaccio, Zanobi Strozzi, Hubert van Eyck, Robert
Campin, Rogier van der Weyden y el monje dominico Fra Angelico. En la
literatura se hicieron un nombre Ausias March, Carlos de Orleans, Alain
Chartier, Francesco Filelfo, Jorge de Trebosinda, Gianfrancesco Bracciolini,
Palla Strozzi, Niccolo de Niccoli y Tommaso Parentucelli. El filósofo Lorenzo
Valla destacó como continuador del humanismo cristiano. En música, Gilles
Binchois y Guillaume Dufay incursionaron en el contrapunto. Gonzalvo Velho
Cabral puso a las islas Azores dicho nombre por la cantidad de halcones que ahí
encontró.
En 1453 los turcos otomanos terminaron de acabar con
el imperio romano de oriente. La toma de Constantinopla por parte de los
guerreros del sultán Mehmet II marcó el final de la Edad Media. Los saqueos, la
destrucción de íconos bizantinos y la pérdida de reliquias (o su apresurado
traslado a Europa) fueron el pródromo de la rápida islamización que seguiría.
La ciudad comenzó a llamarse Estambul y se convirtió en la capital del imperio
otomano. En América, el imperio tepaneca también cayó, subyugado por el imperio
azteca.
La Edad Media dejó este legado: profundo desarrollo de
la filosofía y la teología, surgimiento de las universidades y colegios (a
partir de las escuelas catedralicias y monásticas), arte gótico, florecimiento
de muchas ciudades europeas, surgimiento de los burgueses (habitantes de las
ciudades) y aparición de asociaciones gremiales y comerciales. Tal vez sea la Divina Comedia, de Dante Aligheri, la
obra literaria más consumada de este período (y, para algunos, de todas las
épocas).
3. Representantes
San Agustín de Hipona (354 – 430) fue el primero en escribir un texto autobiográfico
usando la técnica de la introspección; asimismo, se destacó por sus
conceptualizaciones en torno a los hábitos de conducta, el libre albedrío y la
voluntad, el alma humana y sus emociones, y el dominio de las pasiones.
San Benito de Nursia (480 – 547) propuso un estilo de vida Cristocéntrico,
en el que la existencia apacible es el resultado de la oración, el trabajo, la
humildad, las obras de caridad y la obediencia al Evangelio.
Muhammad ibn Zakariya al-Razi (854 – 925) fue el primero en hablar de psicoterapia.
Insistió en la importancia de la consejería y el uso de la música y los baños
relajantes.
San Alberto Magno (1193 – 1280) destacó por señalar que el asiento del
alma humana era el cerebro. Marcó un hito al señalar que la investigación científica
y el acercamiento a las ciencias naturales eran perfectamente compatibles con
la espiritualidad cristiana. Fue uno de los primeros en hablar de aferencias y
eferencias en el sistema nervioso.
Giovanni de Fidanza, más conocido como san
Buenaventura (1217 – 1274), escribió acerca de la importancia de la fe, la
modestia, el amor y la contemplación para tener una vida plena.
Santo Tomás de Aquino (1224 – 1274) estableció que el fin último del hombre
es la felicidad, y que la vida contemplativa era el grado de felicidad más
perfecta. Sostuvo que las normas morales y jurídicas debían basarse en la
naturaleza humana (iusnaturalismo), y que el hombre era un ser social llamado a
participar en comunidad. Planteó, siete siglos antes que el Psicoanálisis, que
el ser humano tenía instintos, a los que definió como tendencias enraizadas en
su naturaleza, que provocaban una línea de conducta orientada a un fin
específico. Defendió, en consecuencia, una Ética de los Fines, en la que la
conducta debía regirse por los fines (objetivos) más deseables, como la
felicidad, el conocimiento de la verdad, la justicia y el bien común. Consideró
que todos los seres humanos tenían la obligación moral de buscar el bien y la
verdad, evitar el mal y respetar las exigencias de la justicia. Definió al
hombre como una sustancia de materia (cuerpo) y forma (alma) en la que ambas
funcionan como una unidad (hilemorfismo), influenciándose mutuamente; sólo con
la muerte se disociarían, pues el alma es inmortal y el cuerpo sí se descompone.
Describió el primer caso de Delirium (síndrome confusional de origen orgánico),
en el que quedó patente que lo corporal podía afectar lo psíquico. También
definió procesos cognitivos como sensación, percepción, abstracción,
imaginación y representación.
El siervo de
Dios Joan Gilabert Jofré (1350 – 1417) difundió en España el buen trato
hacia los pacientes psiquiátricos, procurándoles tratamiento médico y
condiciones dignas de alimentación y residencia; el hospital que fundó (1409)
es el asilo mental más antiguo de Occidente.
EDAD MODERNA
1. Línea del Tiempo: 1453 - 1789
2. Contexto
León Bautista Alberti fue el primer teórico en
compilar y abordar los distintos representantes y estilos del arte renacentista.
Paulo Ucello, Filippo Lippi, Domenico Veneziano, Piero della Francesca y Alessio
Baldovinetti estuvieron a la cabeza de los grandes pintores de su época. En
literatura sobresalieron Alfonso Martínez de Toledo (conocido como Arcipreste
de Talavera), Joanot Martorell, el rey Duarte de Portugal, el cardenal Juan
Bessarion, Jorge Gemisto Pletón, Marsilio Ficino, Cosme de Médicis, Vespasiano
da Vesticci y Nicolás de Cusa (el filósofo más importante de su generación).
Johannes Gutenberg fue el primer europeo en construir una imprenta de tipos
móviles. Itzcoatl y Moctezuma Ilhuicamina, aconsejados por el sabio Tlacaelel, llevaron
al imperio azteca a su apogeo.
Como Francia e Inglaterra se arruinaron por la Guerra
de los Cien Años, Portugal y España quedaron como los reinos más aventajados
económicamente. Esto, y su situación geográfica (de cara al océano Atlántico),
contribuyó a que buscaran nuevas rutas comerciales con Lejano Oriente (puesto
que la caída de Constantinopla había cerrado las vías habituales de
intercambio). El reino de Abisinia, que se había mantenido cristiano pese a los
asedios de los mahometanos, pasó del cristianismo ortodoxo al cristianismo
católico. El inca Pachacuti llevó a su imperio a su máximo brillo.
El navegante portugués Nuno Tristao llegó a Cabo
Blanco, donde finalizaba el desierto del Sahara, y de ahí pasó a explorar Mauritania
y Gambia. Los teólogos más destacados fueron el beato Tomás de Kempis (autor de
la célebre Imitación de Cristo), san Juan de Capistrano y Petr Chelcicky. Lucca
della Robbia, con su empleo de la terracota vidriada, revolucionó las artes
plásticas al poder pintar las esculturas. Konrad Witz empezó a usar el
claroscuro además de la ya conocida perspectiva.
Hacia 1460 descollaron los escultores Francesco
Squarcione y su hijastro Andrea Mantegna, y el pintor Jacopo Bellini. En
Brujas, Petrus Christus continuó el legado de Jan van Eyck. En las letras
brillaron Antoine de la Sale, Arnoul Greban, el marqués de Santillana, Juan de
Mena, Rodrigo Manrique, Pedro Manrique (hijo del anterior), Juan de Valladolid,
el obispo James Kennedy y el Papa Pío II (nacido Ennea Silvio Piccolomini), que
además era geógrafo, filósofo e historiador. El marinero Alvise de Ca’da Mosto
descubrió Cabo Verde. Los matemáticos, físicos y astrónomos Georg von Puerbach
y Johann Müller continuaron impulsando el progreso científico. Después de
Johannes Gutenberg continuaron su obra Peter Schöffer y Johan Fust, y en
cuestión de un lustro proliferaron los talleres de impresores, especialmente en
las ciudades de Maguncia y Estrasburgo.
Después llegaron los viajes de Pedro de Sintra por la
costa africana, y su descubrimiento de Guinea (todo lo situado al sur del río
Senegal), y la invasión del Mehmet II a Bosnia (sólo el ducado de Herzegovina
pudo resistirle) y su declaración de guerra a venecianos y húngaros. El imperio
inca seguía extendiéndose hacia el norte, conquistando los cacicazgos chanca y
chimú. El arzobispo Adolfo de Nassau estimuló la creación de más imprentas de
tipos móviles, y los impresores ambulantes Conrad Schweinheim y Arnold Pannartz
llegaron al monasterio de Subiaco, cerca de Roma, donde produjeron los primeros
libros impresos en Italia. Grandes artistas como Andrea di Cione, Giuliano
Verrocchi, Pietro Vannucci y Paolo dal Pozzo Toscanelli (que además era
matemático, médico y astrónomo) continuaron dando impulso al Renacimiento. En
el ámbito literario, Joanot Martorell y su seguidor Martí Joan de Galba
terminaron la novela de caballería Tirant
lo Blanc.
Alrededor de 1470 las exploraciones de la costa
africana estuvieron a cargo de Fernao Gomes, Joao Santarem, Fernando Poo, Lopo
Gonzalves y Pedro Escobar. El genial Leonardo da Vinci, el latinista Gasparín
de Bérgamo, el arzobispo Alonso de Fonseca, el gramático Elio Antonio de
Nebrija, el poeta Mateo Maria Boiardo, el historiador Jan Dlugosz, el
matemático y médico Fernao Martins (que basándose en las observaciones de
Eratóstenes y los astrónomos medievales sostuvo que la Tierra era esférica), el
arquitecto Donato di Pascuccio d’Antonio (más conocido como Bramante), el
escultor Andrea della Robbia, los humanistas Aldo Manuzio y Pico della
Mirandola, los pintores Sandro Boticelli, Lorenzo di Credi, Hugo van der Goes,
Cosimo Roselli, Domenico Bigordi, Luca Signorelli, Domenico Ghirlandaio y
Bernardino di Betto, configuraron el clímax del Renacimiento.
Continuaron las exploraciones, a cargo de Diogo de
Azambuja, Bartolomé Dias (descubridor del Cabo de la Buena Esperanza), Diogo
Cao, Pedro de Corvila, Alfonso de Paiva y Cristóbal Colón (que estuvo en
Irlanda e Islandia, donde pudo escuchar las historias sobre los descubrimientos
de Leif Erikson). A este último no le hicieron caso en Portugal cuando les
propuso llegar a la India navegando hacia el oeste, pero sí en España, donde en
el monasterio franciscano de La Rábida fray Juan Pérez y sus compañeros lo
escucharon fascinados. Pronto el almirante Colón se entrevistaría con el duque
de Medinaceli, Luis de la Cerda, y con los reyes de Aragón y Castilla. Los
tarascos les dieron dificultades a los aztecas, que seguían empeñados en
acrecentar sus dominios. El doctor Nicolás Chuquet, aficionado a las
matemáticas, revolucionó el álgebra al introducir los números exponenciales.
Michael Wogelmut y su discípulo Alberto Durero empezaron a descollar en el
mundo del arte.
En la última década del siglo XV, destacó el artista
Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel). Los exploradores Alonso Fernández de
Lugo, Martín Alfonso Yáñez Pinzón (furibundo partidario de Colón), Francisco
Yáñez Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón, Rodrigo de Escobedo (quien sería el
escribano de la famosa expedición), Pedro Gutiérrez, Rodrigo Sánchez de Segovia
y Rodrigo de Triana, al mando de Cristóbal Colón, lograron la hazaña de llegar
a la isla de Guanahani, en las Bahamas, el 12 de octubre de 1492. Los tres
meses siguientes recorrieron también las islas de Cobba (Cuba), Tortuga y Haití
(actuales Haití y República Dominicana), a la que llamaron La Española, donde
se fundó el fuerte Navidad.
Colón fue recibido como un héroe por los reyes de
España. En 1493 emprendió un segundo viaje, en el que llegó a las islas
Deseada, Maire-Galante, Guadalupe, Vírgenes, San Juan Bautista (actual Puerto
Rico) y retornó a La Española. Allí encontró el fuerte Navidad destruido, y
muertos a todos los que se habían quedado ahí hacía un año, por lo que buscó un
lugar más seguro para un nuevo emplazamiento, al que denominó La Isabela.
Después exploró Jamaica. Mientras tanto, el monje Luca Pacioli publicó un libro
pionero en el campo de la contabilidad, Rafael Sanzio empezó a brillar en el
arte, Gaspar Torelle publicó un tratado sobre la sífilis, Nicolás Copérnico
empezó a compaginar sus estudios de Leyes con Astronomía en la Universidad de
Bolonia (gracias al estímulo del matemático Domenico Maria Novara) y Giovanni
Caboto, al servicio de la Corona inglesa, descubrió Terranova en Norteamérica.
Después de la proeza de Vasco de Gama, que fue capaz de
llegar a Calcuta navegando hacia el este, Cristóbal Colón emprendió un tercer
viaje. Ahí fue cuando descubrió las islas Trinidad, Tobago, Margarita, Dominica,
Granada y San Vicente, se preguntó por primera vez si no estaría en otro
continente (pues recorrió las costas de Venezuela, y describió la desembocadura
del río Orinoco) y regresó a La Española (Haití y República Dominicana).
Mientras tanto, en Florencia se vivió una peculiar contienda entre los teólogos
Francisco de Puglia y Girolamo Savonarola (un fanático, virtuoso pero de
posiciones tan severas que llegaban a ser heréticas). Antonio Tebaldi empezó a
triunfar como poeta en italiano.
Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio
zarparon en una expedición a “las Indias”, a las que Vespucio no tardó en
reconocer, definitivamente, como un nuevo continente (que terminaría llamándose
América en su honor). Pedro Alonso Niño y los hermanos Juan y Cristóbal Guerra
también llegaron a América. Vicente Yáñez Pinzón capitaneó otra expedición, y
llegó a Santa María de la Consolación. Después Diego de Lepe exploró las costas
suramericanas correspondientes al actual Brasil. Pedro Alvares Cabral también
llegó a tierras brasileras, y no dudó en reclamarlas para el reino de Portugal.
Otro portugués, Gaspar Corte-Real, retomó la ruta de Caboto y llegó también a
Norteamérica. Bartolomeu Dias descubrió Madagascar. Rodrigo de Bastidas exploró
la costa caribe de Colombia y Venezuela.
Hacia 1500 ya eran figuras destacadas en el mundo
científico el matemático Scipione dal Ferro y el astrónomo Nicolás Copérnico. Fernando
de Rojas escribió La Celestina y los
relojeros de Nuremberg empezaron a producir relojes portátiles. Erasmo de
Rotterdam, santo Tomás Moro y Juan Colet continuaron portando el estandarte
humanista. Vasco Nuñez de Balboa, lugarteniente de Rodrigo de Bastidas, exploró
el Darién y el istmo de Panamá, y describió el océano Pacífico. Américo
Vespucio y Joao da Nova Castella recorrieron Brasil y concluyeron,
tajantemente, que no se trataba de una isla. Gaspar Corte-Real, en un segundo
viaje, llegó a la península de Labrador, donde capturó indígenas para llevarlos
como esclavos a Portugal. Su barco no regresó.
La segunda oleada de exploradores y aventureros de
América traería a personajes tan crueles y codiciosos como Hernán Cortés o
Francisco Pizarro, aunque también a varones ilustres y justos como fray
Bartolomé de Las Casas, valiente defensor de los derechos de los nativos.
Cuando un violento huracán destruyó la ciudad de Santo Domingo, el gobernador
Nicolás de Ovando ordenó su reconstrucción siguiendo el esquema de cuadrícula
(que sería la impronta de las urbes fundadas por los conquistadores españoles
en América). Cristóbal Colón emprendió un cuarto viaje, en el que pasó por las
islas de Martinica y Santa Lucía, recorrió las tierras de Honduras y Veragua y
fundó Santa María de Belén, para después encontrarse con las Islas Caimán y
llegar a Cuba.
Hacia 1510 brillaron los escritores Ludovico Ariosto,
Pietro Bembo, Johannes Reuchlin, Benedetto Gareth, Nicolás Maquiavelo y Garci
Rodríguez de Montalvo, y los pintores Giorgio da Castelfranco y Tiziano
Vecellio. El geógrafo Martin Waldseemüller publicó su Cosmographiae introductio, y fue el primero en llamar América a las
“Indias Occidentales”, en homenaje a Vespucio. Francisco de Almeida se apropió
de Calcuta y Colombo en la India, y Alfonso de Albuquerque, de Madagascar y
parte de las costas del Golfo Pérsico. Sebastiano Caboto volvió a realizar el
viaje que antaño había hecho con su padre Juan, y recorrió la costa atlántica
de los Estados Unidos. Fray Antonio de Montesinos defendió la dignidad y el
valor de la vida de los indígenas, y participó en la redacción de las Leyes de
Burgos, que reconocía a los americanos como hombres libres. Sin embargo, la
norma se ignoró y la realidad fue cada vez más fea: conquistadores y
encomenderos españoles y portugueses trataron cada vez con mayor rudeza a los
aborígenes.
Juan Díaz de Solís recorrió las costas brasileras y
uruguayas, halló el río Paraná y tuvo un desafortunado encuentro con los
charrúas. Diego de Velázquez, gobernador de Cuba, llegó a la península de
Yucatán. Los pintores Hans Holbein el Viejo y el Joven continuaron el legado de
Durero en Alemania. El obispo Johann Burchard escribió una Crónica Vaticana. Ulrico Zuinglio y Martín Lutero se apartaron de
la Iglesia y emprendieron la reforma protestante. Hubo otros teólogos que
hicieron su reforma desde adentro, fieles al cristianismo católico, como Gian
Pietro Carafa, Cayetano de Thiene, Tomasso de Vio, Johann Eck, Guillaume
Briconnet, fray Silvestre Mazzolini y Erasmo de Rotterdam. Juan Ponce de León,
gobernador de Borinquem (actual Puerto Rico) e incansable buscador de la
supuesta fuente de la eterna juventud, recorrió el norte de México y la
Florida.
En poco tiempo, el protestantismo se dividió en sectas
cada vez más numerosas y variopintas. Thomas Münzer, Andreas Karlstadt, Phillip
Schwarzerd, Guillaume Farel, Martin Kuhkorn, Olaus Petri, Jan Bakker, Jacques
Lefevre d’Espalet, Juan Calvino, Johannes Hausschein y Enrique VIII de Inglaterra
fundaron sus propias iglesias, según sus caprichosas interpretaciones de la
Biblia y los textos de Lutero y Zuinglio. La épica vuelta al mundo de Fernando de
Magallanes culminó con el propio Magallanes muerto (y casi toda su tripulación)
pero con un puñado de sobrevivientes, entre ellos Sebastián Elcano, que fueron
agasajados por el rey de España. La hipótesis de Colón (se podía llegar a la
India navegando hacia occidente) fue demostrada. La Tierra se podía
circunnavegar, y era, efectivamente, esférica. Sobresalieron los intelectuales
Juan Luis Vives, Girolamo Cardano, Pietro Bembo, Gonzalo Fernández de Oviedo,
Paracelso, Baltasar de Castiglione, Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús y
escribió unos Ejercicios Espirituales
memorables.
Las sectas luteranas, anabaptistas y zuinglianas
siguieron dividiéndose a su vez, y enemistándose entre ellas. Juan de Leiden,
Mathurin Cordier, Melchor Wolmar, Jan Matthijszoon y Menno Simonsz fundaron sus
propias iglesias, a veces con unas diferencias demasiado marcadas con el
cristianismo original (negación de la transubstanciación, desprecio por los
sacramentos distintos al bautismo, apología de la poligamia e iconoclastia). No
tardó en morir Martín Lutero. Quienes sostienen que fue suicidio se basan en
que era un hombre severamente trastornado, hipersensible e emocionalmente
inestable, de convicciones cambiantes, derrumbado por la muerte de su hija
Magdalena y desmoralizado por el uso político que les dieron los aristócratas
del norte de Alemania a él y a su movimiento reformista. Los que sospechan
homicidio señalan que esos mismos nobles “protestantes” ya no lo necesitaban
para oponerse al emperador Carlos V y al Papa León X, y que ya veían con malos
ojos sus simpatías por las revueltas campesinas. Los que insisten en una muerte
natural exponen sus múltiples achaques, su obesidad, su angina recurrente, su
fatiga crónica y los atracones de comida que padecía. Lo cierto es que después
de la muerte de Lutero, su amigo íntimo Felipe Melanchton trató de reacercar a
sus adeptos al catolicismo. Pero ya la brecha era muy profunda, y el
protestantismo continuó por la via de la atomización.
Después de 1546, Melanchton se dedicó más a la
pedagogía y a la fundación de escuelas que a las controversias teológicas. El
doctor, filósofo, teólogo, traductor y humanista Miguel Servet fue asesinado
por Calvino y sus fanáticos. Las órdenes fundadas por san Antonio María
Zaccaría continuaron creciendo. El marinero francés Jacques Cartier inició la
exploración de lo que se convertiría en Canadá. Destacaron también los
escritores Guillaume Budé y Francisco Rabelais, los pensadores fray Diego de
Astudillo, fray Luis de Granada, fray Bartolomé de Carranza, fray Francisco de
Vitoria (padre del derecho internacional) y Vicente de Valverde (el primer
obispo de Sudamérica), los matemáticos Nicolás Tartaglia y Scipione del Ferro, los
poetas Clement Marot y Bernardo Tasso, el aventurero y cronista Nicolás de
Federmann, el dramaturgo Gil Vicente y el geógrafo Regnier Gemma Frisius.
Los primeros jesuitas (san Pedro Fabro, san Francisco
Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Simón Rodríguez, Nicolás de Bobadilla,
Claudio Le Jay, Pascasio Broët, Juan Codure, Diego de Hoces y san Francisco de
Borja) siguieron a san Ignacio de Loyola en su fervor misionero y su
personalidad decidida, pero no tardaron en hacerse odiar por su autonomía y su
cercanía a los excluidos y menesterosos. Gerardus Mercator, antiguo colaborador
de Frisius, publicó el primer mapamundi con lo que se conocía de América. El
franciscano fray Marcos de Niza, explorador y arqueólogo, descubrió restos (viviendas
construidas en acantilados, cerámicas y símbolos que hasta el día de hoy
permanecen sin descifrar) de la cultura anasazi en Norteamérica. Thomas Cranmer
terminó de darle forma a la iglesia anglicana, fundada por Enrique VIII para
poderse divorciar sin el consentimiento del Papa. George Joachim Rheticus y
Johann Schöner difundieron el trabajo de Copérnico. Ludovico Ferrari, discípulo
de Cardano, encontró un método similar a los de Tartaglia y del Ferro para
resolver las ecuaciones de cuarto grado. Benvenuto Cellini empezó a brillar en
el terreno artístico.
En 1563 terminó el Concilio de Trento, que definió
puntos dogmáticos de la Iglesia frente a las corrientes protestantes, tales
como: presencia real de Cristo en la Eucaristía, conservación de los siete
sacramentos instituidos por Jesús, justificación tanto por fe como por buenas
obras, libre albedrío (y no predestinación), trinitarismo, veneración a la
Virgen y a los santos, confirmación de la obligatoriedad del celibato a
sacerdotes y religiosos (que venía desde el Concilio de Elvira, alrededor del
303 d.C.), condena del nepotismo y la simonía, prohibición de la venta de
indulgencias y obediencia al Papa como máxima autoridad cristiana en la Tierra,
y dictó también normas para la fundación de seminarios. Diego Laínez y Alfonso
Salmerón fueron fundamentales en dicho Concilio. La cultura occidental se
nutrió de los aportes de los humanistas Petrus Ramus, Jacques Amyot, Jacques
Peletier y Pierre de Ronsard, los médicos Andrés Vesalio y Ambrosio Paré, los
poetas Henry Howard, Margarita de Navarra, Joachim du Bellay y Luis de Camoes, el
geógrafo Sebastiano Caboto (que publicó un mapamundi actualizado) y el pintor Jacopo
Robusti (conocido también como Tintoretto).
El arquitecto, pintor, escultor e historiador Giorgio
Vasari escribió su formidable Vidas de
los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos, libro en el que
acuñó el término manierismo para referirse al estilo renacentista tardío, cuyos
representantes fueron Jacopo Carrucci, Rosso Fiorentino, Domenico Beccafumi,
Agnolo Tori (Bronzino), Giulio Romano, Sebastiano del Piombo, Antonio Allegri
da Correggio, Girolamo Francesco Maria Mazzola (Parmigianino), Bartolomeo
Ammannati, Giovanni Angelo Montorsoli, Baccio Bandinelli y Giovanni da Bologna.
Solimán I el Magnífico consolidó al Imperio Otomano como la mayor potencia
musulmana. España y Portugal, con sus conquistas en América, se convirtieron en
los países más ricos de Europa.
Orlando di Lasso y Giovanni Pierluigi da Palestrina
revolucionaron la música, incursionando en la polifonía. Los literatos Etienne
Jodelle, Jean Bastier, Pontus de Tyard, Jacques Peletier y Rémi Belleau
configuraron la llamada Pléyade de poetas. En el campo intelectual también
descollaron el filósofo Sebastien Castellion, los doctores Jean Fernel (que
también era matemático y astrónomo), Gabriel Falopio y Michel de Notre-Dame
(este último, más que por las ambiguas “profecías” contenidas en sus Centurias,
por sus eficaces tratamientos contra la peste negra), los escritores fray Luis
de Granada, san Juan de la Cruz, san Juan de Ávila, santa Teresa de Ávila,
Thomas Sackville, Jacques Grévin, Thomas Norton y fray Luis de León, el erudito
sultán Humayún de Delhi, el humanista Francisco Sánchez de las Brozas, el
cardenal san Carlos Borromeo, el astrónomo Tycho Brahe y los teólogos Pedro de
Soto, fray Bartolomé Carranza, John Knox, Melchor Cano y Reginald Pole.
Europa siguió avanzando a ritmo acelerado. Torquato
Tasso, hijo de Bernardo Tasso, hizo poesía de gran calidad. Los arquitectos
Juan Bautista de Toledo, Giambattista Castello y Juan de Herrera diseñaron el
palacio de El Escorial. George Gascoigne escribió la primera comedia en inglés.
Jean Bodin publicó un interesante tratado de economía. Gerardus Mercator
actualizó su mapamundi. Domenikos Theotokópoulos, conocido como el Greco, no
tardó en convertirse en el pintor más sobresaliente. En matemáticas brilló
Francisco Viete. Otros escritores destacados fueron Robert Garnier, Luis
Zapata, Pedro Mejía, Antonio de Torquemada, Juan López de Hoyos y Alonso de
Ercilla (autor de La Araucana).
Un veterano de la batalla de Lepanto (1571) llamado
Miguel de Cervantes Saavedra se hizo célebre con la publicación de su novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la
Mancha. El dramaturgo Jean de la Taille, los historiadores Juan Polo de
Ondegardo, Raphael Holinshed y Pedro Sarmiento de Gamboa, el pintor Paolo
Caliari, el filósofo Michel de Montaigne, el teólogo santo Toribio de Mogrovejo
y los poetas Phillipe Desportes, John Lily, Edmund Spenser, Diego Hurtado, Fernando
de Herrera, Johann Fischart, Cristóbal de Castillejo, Ambrosio Montesino y Luis
de Góngora y Argote fueron la crema y nata de la cultura europea a finales del
siglo XVI. Como el rey Felipe II de España fue también rey de Portugal, el
imperio español incluyó todas las colonias portuguesas (Azores, Cabo Verde,
Guinea, Congo, Angola, El Cabo, Madagascar, las costas del Golfo Pérsico y la
India, Malaca, Java, Macao y Nueva Guinea) y se convirtió en el más pujante de
su época.
El culto humanista Jean Dinemandi ingresó a La
Pléyade. Los escritores Félix Lope de Vega y Carpio (que después de enviudar se
hizo sacerdote, y con su libro Rimas
Sacras se superó a sí mismo y se convirtió en una de las mayores glorias de
la literatura universal), Francisco de Quevedo y Villegas, William Shakespeare
(considerado con Pedro Calderón de la Barca el mejor dramaturgo de todos los
tiempos) y Baltasar Gracián se convirtieron, junto a Miguel de Cervantes (que
después del Quijote había confirmado
su maestría con sus inmortales Novelas
Ejemplares), en las estrellas más rutilantes de un siglo particularmente
fecundo en el ámbito literario. Junto a ellos también destacaron Mateo Alemán,
Thomas Middleton, Ben Jonson, Philip Sidney, Thomas Kyd, George Peel,
Cristopher Marlowe, Robert Greene, Thomas Heywood, Ginés Pérez de Hita, George
Chapman, Teodoro de Aubigné, Pontus de Tyard, John Webster, Pedro de Espinosa,
Francisco Beaumont, Mathurin Regnier, John Fletcher, Thomas Dekker, Cyril
Tourneur, Juan Ruiz de Alarcón, Tirso de Molina, John Marston, san Juan
Bautista de la Concepción, los hermanos Bartolomé y Leonardo de Argensola,
Francisco de Rioja, Rodrigo Caro, Baltasar del Alcázar, Bernardo de Balbuena,
Francisco Hernández Blasco, Juan de Tassis y Peralta, Gabriel Bocángel y
Unzueta, Bernardino de Rebolledo, Francisco de Malherbe, Guillén de Castro y
Juan de Jáuregui.
El llamado “siglo de oro” también tuvo a los filósofos
Giordano Bruno, Francis Bacon y Hugo Grocio, a los teólogos san Felipe Neri,
san Francisco de Sales, Franz Gomar, Jacob Harmensz, Miguel de Molinos y Pierre
de Bérulle, a los traductores Thomas Shelton y Cesar Oudin, a los pintores Michelangelo
Merisi (Caravaggio), Rómulo Cincinnato, Francisco Pacheco, Diego Velázquez y
Pedro Pablo Rubens, el ingeniero Simon Stevin, los matemáticos Paolo Serpi,
John Neper, Edward Wright y Henry Briggs, los físicos y astrónomos Galileo
Galilei, Johannes Kepler y Prazio Grassi, el historiador Inca Garcilaso de la
Vega, el geógrafo Samuel Champlain, los exploradores Henry Hudson, William
Baffin y Robert Bylot, los compositores Claudio Monteverdi, Giovanni Gabrielli,
Gregor Aichinger, Elias Ammerbach, Thoinot Arbeau, Thomas Ashwell, Jacques
Arcadelt, Hugh Aston y Pierre Attai, y los fabricantes de instrumentos
musicales Andrea, Girolamo y Antonio Amati. El jesuita Mateo Ricci, misionero
en China, se convirtió en un excelente sinólogo y geógrafo, y trató de
inculturar el Evangelio a la realidad de dicho país. Fray Domingo de Salazar
defendió los derechos de los nativos de Filipinas que eran torturados por
conquistadores y encomenderos, y escribió Memorial
de cosas que en estas islas pasan, una interesante denuncia de las
barbaridades que los colonos españoles hacían.
Por un incidente en Bohemia (la llamada
“defenestración de Praga”, en la que unos funcionarios partidarios del
catolicismo salieron despedidos por una ventana), que fue creciendo hasta
involucrar una verdadera lucha entre reinos católicos y protestantes (la Guerra
de los Treinta Años), los europeos dieron ocasión a los otomanos para unas
nuevas intentonas de invasión. Para ese entonces se habían sumado a la movida
cultural del siglo XVII los escritores Pedro Calderón de la Barca, Matías y
Diego Duque, William Alexander, Teófilo de Viau, Joseph Pellicer de Salas y
Tovar, Francisco Mainard, Robert Burton, Luis Vélez de Guevara, Honorato de
Bueil, Antonio Mira de Amescua, Agustín Moreto y Cavana, Pierre Corneille,
Francisco de Rojas Zorrilla, Luis Quiñones de Benavente y Antonio de Solís, los
historiadores Pedro Páez, Alonso de Contreras, Pedro Gaitán, Antonio de Herrera
y Tordesillas, fray Jerónimo de Pasamonte, Domingo de Toral, sor Juana Inés de
la Cruz, Miguel de Castro, Fernando Fernández de Valenzuela, Diego Suárez Corvín,
Juan de Castellanos (autor del poema más extenso jamás escrito en lengua
española: Elegías de varones ilustres de
Indias), Juan Rodríguez Freyle y Hernando Domínguez Camargo, y los filósofos
Marino Mersenne (también un formidable matemático), Roger Williams, Thomas
Hobbes y René Descartes (genio y polímata), los científicos Pierre Gassendi,
Gerolamo Fabrizio d’Acquapendente, Gilles Roberval, Bonaventura Cavalieri, William
Harvey, Evangelista Torricelli, Jan Baptist van Helmont y Pierre de Fermat, los
músicos Carlo Farina y Biagio Marini, y los pintores Frans Hals, Phillipe de
Champaigne, Anton van Dyck y Rembrandt Harmenszoon van Rijn.
La Guerra de los Treinta Años, manipulada hábilmente
por los estadistas franceses Armand Jean du Plessis (cardenal-duque de
Richelieu) y Jules Raymond Mazarin (cardenal Mazarino), terminó por minar el
poder del imperio español; la nueva potencia mundial fue Francia, y el francés
terminó siendo el idioma de la diplomacia.
El intento del arzobispo de Canterbury de imponer el
anglicanismo en Escocia (país con gran cantidad de presbiterianos y católicos) condujo
a ahondar la ya importante fisura entre ambas naciones. Oliver Cromwell y
Thomas Fairfax, hastiados del engreimiento y la ineptitud política del rey
Carlos I de Inglaterra y Escocia, lideraron al ejército del Parlamento y
concretaron una revolución que terminó (temporalmente) con la monarquía.
Tristemente, la revolución de puritanos (el ejército
de “cabezas redondas”) dirigida por Cromwell, que supuestamente defendía la
libertad, desembocó en una dictadura espantosa; él mismo demostró ser un
fanático religioso sanguinario, gobernó haciendo caso omiso de los
parlamentarios y demás grupos antimonárquicos, disolvió el Parlamento y masacró
a miles de irlandeses (por “rebeldes y católicos”) y escoceses (porque no eran
todos puritanos), obviamente después de destituir a Fairfax por negarse a
atacar a estos últimos. Se hizo llamar Lord Protector y designó a su hijo
Richard su sucesor (a su otro hijo, Henry, ya lo había hecho gobernador de
Irlanda). Finalmente, en 1660 regresó el exiliado Carlos II a continuar con la
monarquía “oficial”.
La segunda mitad del siglo XVII tuvo como
protagonistas al matemático, filósofo e inventor Blas Pascal, al mecánico e
ingeniero Otto von Guericke, a los matemáticos John Wallis, Christopher Wren y
Samuel Fermat (hijo de Pierre), al inventor Christiaan Huygens, a los
científicos John Wilkins, Robert Hooke, Giovanni Domenico Cassini, Robert Boyle,
Edme Mariotte, Olaüs Römer, Vincenzo Viviani, los hermanos Thomas y Erasmus
Bartholin, Marcelo Malpighi, Anton van Leeuwenhoeke, Denis Papin y Jacob
Bernoulli, a los filósofos Pierre Nicole, Baruch Spinoza, Jacques Bossuet,
Bernard de Fontenelle, Jean de La Bruyere, Nicolás de Malebranche, John Locke y
Gottfried Wilhelm Leibniz(también teólogo, matemático y físico), al explorador
Abel Tasman, al astrónomo Edmund Halley, a los dramaturgos Jean-Baptiste
Poquelin (más conocido como Moliére) y Jean Racine, a los poetas John Milton,
Andrew Marvell y John Dryden, a los novelistas Hans Jacob von Grimmelshausen y
Daniel Defoe, a los cuentistas Jean de La Fontaine y Charles Perrault, a los
gramáticos Antoine Arnauld y Claude Lancelot, a los músicos Jean-Baptiste Lully,
Alessandro Scarlatti, Giuseppe Torelli, Arcangelo Corelli, Johann Pachelbel,
Henry Purcell y Dietrich Buxtehude, al físico Isaac Newton, al estadista Jean
Colbert, al historiador Richard Simon y a los pintores Johannes Vermeer,
Charles Le Brun, Pierre Mignard, Antoine Coypel y Jacinto Rigaud.
El nuevo siglo vio la consolidación de las monarquías
absolutistas, el paso del barroco al clasicismo en todas las manifestaciones
artísticas, y el encumbramiento de las filosofías racionalistas. En cuanto a la
fabricación de instrumentos musicales, el organista Gottfried Silbermann
inventó el piano y Antonio Stradivarius introdujo interesantes innovaciones en
el diseño de los violines. Sobresalieron compositores como Tomasso Albinoni,
Domenico Scarlatti, Francisco Cuperin, Jean Phillipe Rameau, Antonio Vivaldi,
George Phillip Telemann, Georg Friedrich Händel, Johann Neidhardt y Johann
Sebastian Bach. En el campo literario se inmortalizaron Pedro Solís y
Valenzuela, Jonathan Swift, Francisco Alvarez de Velasco, Joseph Addison,
Antoine Galland, Francisca Josefa del Castillo, Richard Steele, Alexander Pope,
Pierre de Chamblain de Marivaux, Antonio Caballero y Góngora, Pietro Traspassi,
Ludvig Holberg y el padre Benito Jerónimo Feijoo. En el ámbito científico
destacaron Daniel Gabriel Fahrenheit, Thomas Newcomen, Nicolaus Bernoulli,
Thomas Savery, Friedrich Hoffmann, René Ferchault de Réaumur, Daniel Bernoulli,
Leonhard Euler, Charles-Francis de Cisternay du Fay y Carl von Linneo. Y en el
terreno intelectual, los más destacados fueron George Berkeley, Pasquier
Quesnel, Charles-Luis de Secondat (barón de Montesquieu), Jean Le Rond
D’Alembert, Francisco María Arouet (Voltaire), Benjamin Franklin, Ephraim
Chambers y Christian von Wolff.
En la medida en que transcurrió el siglo XVIII, los
que idolatraban la razón empezaron a autodenominarse “ilustrados”, y a
considerar que todo lo pasado era “oscurantista”, desconociendo los logros
culturales y científicos de los siglos anteriores. Dentro de esta corriente,
conocida como iluminismo, además de los enciclopedistas franceses (Denis
Diderot, Louis Daubenton, Paul Henri d’Holbach, Louis de Jaucourt, Paul
Barthez, Jacques Blondel, Jean le Rond d’Alembert, André Le Breton, Jean-Jacques
Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Jacques Turgot, Nicolas Beauzée, Francisco
Quesnay, Charles Pinot Duclos, Etienne-Maurice Falconet, Johann Samuel Formey,
Jean de La Chapelle, Urbain de Vandenesse, Pierre Willermoz, Paul Landois,
Louis Guillaume Le Monnier, Charles y Jean-Baptiste Le Roy, Claude Yvon, Paul
Malouin, Jean Marmontel, Joseph Menuret, Kazimierz Oginski, Jean-Michel Papillon,
Antoine Allut, Didier de Vaugondy, Jean Romilly, Pierre Tarin, Jean de
Saint-Lambert, Vincent Toussaint, Gabriel Venel, Theodore Tronchin y Claude
Watelet) cabe destacar a los intelectuales Carlos de Sigüenza y Góngora, José
Celestino Mutis, Francisco Javier Clavijero, Manuel Abad y Queipo, John Peter
Zenger, Thomas Jefferson, Manuel del Socorro Rodríguez, José Ángel Manrique,
Antonio Nariño, José Miguel Montalvo, Gotthold Lessing, Johann Herder,
Christian Ehrmann, Francisco de Miranda, Gaspar Melchor de Jovellanos, Samuel
Johnson, Antioj Kantemir, Thomas Abbt, Ignacy Krasicki, Rafael de Amat, Jose de
Santa Rita Durao, Horace Walpole, José Cadalso, Félix María Samaniego, Tomás de
Iriarte, Lorenzo Hervás, Friedrich von Gentz, Jan Potocki, Thomas Paine,
Immanuel Kant y Antonio Eximeno.
Durante el siglo XVIII hubo un crecimiento económico
general en Europa Occidental. La población aumentó gracias a las mejores
condiciones de vida. En esta situación, los pensadores buscaron la base de la
riqueza de los estados. Surgieron entonces dos grandes teorías económicas: la
fisiocracia (defendida por Francisco Quesnay), que consideraba que la tierra
era la única fuente de riqueza y lo fundamental era el desarrollo de la agricultura,
y el liberalismo (liderada por Adam Smith y John Locke), que se oponía a la
intervención del estado en la economía y defendía las libertades de producción,
circulación y venta, así como el derecho de propiedad individual.
En el mundo artístico brillaron los músicos Giovanni
Battista Pergolesi, Karl Friedrich, Carl Phillip Emanuel Bach, George Friedrich
Händel, Johann Christian Bach, Cristoph Willibald Gluck, Giovanni Battista
Sammartini, Domenico Cimarosa, Carl von Ditters, Wilhelm Friedemann Bach, Johann
Schobert, Leopold Mozart, Frantisek Richter, Christian Neefe, Vicente Martín y
Soler, Johann Cristoph Friedrich Bach, Antonio Sacchini, Johann Stamitz, Niccolo
Piccinni, Luigi Boccherini, Christian Cannabich, Carl Stamitz, Ferdinando
Carulli, Michael Haydn, Antonio Salieri, Johann Albrechtsberger, Franz Joseph
Haydn, Luigi Cherubini, Johann Hummel, Muzio Clementi, Wolfgang Amadeus Mozart,
Wilhelm Friedrich Ernst Bach, Franz Xaver Sussmayr, Gaspare Spontini, Andrea
Luchesi, Fernando Sor, Domenico Dragonetti, Franz Danzi, Juan de Arriaga,
Ignace Pleyel, Carl Maria von Weber y Giovanni Paisiello, los pintores Jacopo
Amigoni, Sebastiano Conca, Giovanni Pannini, Adam Mányoki, Jean Fragonard,
George Knapton, Jean Liotard, Alexei Antropov, Andrea Appiani, Francesco
Solimena, Francois Boucher, Pierre Gobert, Dimitri Levitsky, Anton Losenko,
Marie Bouliard, Miguel Mateo Maldonado y Cabrera, Joshua Reynolds, Hubert
Robert, Adolf Vertmüller, Vigée Le Brun, Antoine Pesne y Jean Lagrenée, y los
escultores Johann Pinsel, Bernardo de Legarda, Luka Mislej, Giovanni y Pietro
Baratta, Giuseppe Bernardi, Luigi Acquisti, Pietro Balestra, Antonio Canova,
Giovanni Battista Foggini, Pierre Monnot, Domenico Vaccaro, José Gricci,
Gaetano Gandolfi, Antonio Corradini y Pierre Legros.
Dos consecuencias de la Ilustración fueron las guerras
de emancipación en Norteamérica y la Revolución Francesa. Los deseos de
independencia de las Trece Colonias estadounidenses fueron avivados por las
medidas impositivas y monopolistas de los ingleses. En 1775, con el incidente
de Lexington, comenzó la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Se
reunió un Congreso Continental como gobierno provisional. El 4 de julio de
1776, el Congreso Continental firmó la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos, redactada por Thomas Jefferson y firmada, entre otros, por
George Washington y Benjamin Franklin.
Gracias a las victorias en Saratoga (1777) y Yorktown
(1781), el ejército liderado por Washington provocó la rendición definitiva del
general británico Charles Cornwallis. En 1783 se firmó el Tratado de París, que
puso fin a la contienda. Esta es considerada la primera de las revoluciones
liberales burguesas (remoquete puesto por académicos marxistas, para quienes
todo lo que no es comunista es burgués), y fue inspiración para los líderes de
las guerras de independencia libradas en Latinoamérica dos décadas más tarde.
La Edad Moderna cerró con la revolución francesa
iniciada en 1789. Dicha revolución provocó el colapso del llamado antiguo régimen
(caracterizado por la sociedad estamental y la monarquía absoluta) en Francia,
y su debilitamiento en todo Occidente. La sociedad estamental consistía en
tener grupos sociales con un estatus jurídico que les otorgaba privilegios.
Existían estamentos como la nobleza (ocupaba los cargos de gobierno y no pagaba
impuestos) y el clero (clase terrateniente con amplia influencia en las
decisiones del gobierno).
Diversas razones provocaron la revuelta: a)
descontento social (la burguesía educada quería terminar con los privilegios de
los nobles, y reclamaba el derecho a ocupar cargos públicos; los campesinos
querían suprimir los trabajos obligatorios que debían realizar a los
aristócratas); b) crisis económica (malas cosechas, carestía, desempleo, gastos
generados por la participación de Francia en la guerra de independencia de los
Estados Unidos y en otros conflictos bélicos a lo largo del siglo XVIII); c)
influencia de la Ilustración (ideas de igualdad entre ciudadanos, soberanía
popular, obsolescencia de la monarquía absoluta y necesidad de la división de
poderes) y d) la ineptitud del monarca y sus “nobles” para gobernar.
3. Representantes
San Ignacio de Loyola (1496 – 1556) amplió los horizontes de la
introspección y la representación mental, conceptualizando el deseo de cambio y
la toma de conciencia; escribió unos Ejercicios Espirituales sumamente útiles
para quienes desean transformarse y encontrar paz interior.
Antonio de Montesinos (1475 – 1540) insistió en que los nativos americanos
eran plenamente humanos, y debían gozar de los mismos derechos de los
conquistadores europeos, en una época (la Conquista) en la que muchos
consideraban inferiores a los amerindios.
Juan Luis Vives (1492 - 1540) estudió las emociones, el juicio, el
raciocinio, la percepción, la memoria y el aprendizaje. Después de entrevistar
a cientos de personas, encontró una relación entre el afecto que exhibían y
ciertas palabras que tendían a usar más que las demás. Estuvo a favor de
integrar Medicina y Psicología. Escribió también un ensayo en el que argumentó
que el Estado debía ayudar a la Iglesia a cuidar y sostener a los enfermos
mentales y a las personas pobres y desempleadas, esbozando la primera ley en
salud mental (adoptada por la ciudad de Brujas en 1557). También fue un
defensor de la educación de los niños.
Teofrasto de Hohenheim, más conocido como Paracelso (1493 – 1541), además de ser el padre de la Toxicología,
insistió en la observación y la palpación para establecer adecuados
diagnósticos, y entendió la salud como un equilibrio entre el microcosmos (el
paciente) y el macrocosmos (la naturaleza). Fue el primero en sugerir que ciertas
fantasías o ideas pueden influir en la salud física.
San Juan de Dios (1495 – 1550) humanizó la atención a los pacientes
psiquiátricos. Insistió en que merecían un trato amoroso, caritativo y
profesional.
Jean Francois Fernel (1497 – 1558) fue el padre de la Fisiología;
estableció definitivamente al cerebro como el asiento de la actividad mental, y
postuló que entre más grande y complejo fuera el cerebro de un organismo, mayor
sería el rango de sus habilidades.
San Juan de Ávila (1500 – 1569) dejó a la posteridad textos sublimes, en
los que propone el camino del autoconocimiento y la autoobservación como
posibilidades para la mejoría de la personalidad.
El siervo de
Dios Bernardino Álvarez Herrera (1512 – 1584) fundó la Orden de san Hipólito,
dedicada a los enfermos mentales, y fundó el primer hospital psiquiátrico de
América, el de San Juan de Ulúa (1567). Destacó por su calidez y entrega como
enfermero.
Santa Teresa de Ávila (1515 – 1582) legó unas interesantes descripciones de
sus procesos mentales cuando tenía éxtasis místicos y transverberaciones.
Johann Weyer (1515 – 1588) describió la irritabilidad y la
agresividad en algunos pacientes bipolares, y se burló de quienes creían
poseídos o embrujados a los pacientes mentales que no lo estaban, delimitando
unos criterios específicos para diferenciar una enfermedad psiquiátrica de una
posesión demoniaca verdadera.
San Juan de la Cruz (1542 – 1591) escribió sobre la forma en que el
psiquismo se fortalece y entusiasma al vivir una buena relación con Dios.
Miguel de Cervantes Saavedra (1547 – 1616) describió de manera magistral la
Demencia Senil en su novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
San José de Calasanz (1557 – 1648) fue el primero en interesarse en la
educación de los niños. Fundó numerosos colegios gratuitos, y legó un modelo
pedagógico basado en la motivación y el apoyo afectuoso.
William Shakespeare (1564 – 1616) realizó magistrales descripciones de los
delirios celotípicos (llamados Síndrome de Otelo en honor a Otelo, uno de los
dramas que escribió), los trastornos narcisísticos, los trastornos
sociopáticos, los trastornos histriónicos y, en general, la conducta humana
típica, con todas sus grandezas y miserias, en su prolífica obra.
San Martín de Porres (1579 – 1639) destacó por su compromiso con los pobres
y excluidos (especialmente los enfermos mentales) en la sociedad colonial en la
que le tocó vivir.
San Pedro Claver (1580 – 1654) fue célebre por su compromiso con los
enfermos mentales, dando un ejemplo de atención cariñosa y servicial. También
defendió la dignidad de las personas de raza negra, condenando la esclavitud y
apoyando la educación y la integración social de los afrodescendientes.
René Descartes (1596 – 1650) fue el primero en describir el acto reflejo,
definió las funciones superiores, sostuvo la existencia de ideas innatas,
postuló la actividad eléctrica en los nervios (idea que corroboraría
experimentalmente Galvani en 1790), estudió la glándula pineal y estudió las
emociones.
Thomas Willis (1621 – 1675) estudió la circulación cerebral, especialmente
el polígono vascular que lleva su nombre, y sugirió una relación entre las
anomalías cerebrales y/o nerviosas y los desórdenes anímicos.
Thomas Sydenham (1624 – 1689) investigó las secuelas de las encefalitis;
entre ellas, la corea que lleva su nombre. También realizó los primeros
estudios histológicos cerebrales y explicó la Histeria como un trastorno
derivado del inadecuado funcionamiento cerebral, y no de las anomalías uterinas
como antes se pensaba.
John Locke (1632 – 1704) describió cómo se estructuraba el
conocimiento humano, descartando la posibilidad de la existencia de ideas
innatas y postulando que la mente del recién nacido era una tabula rasa, un tablero en blanco, que
iba llenando de ideas y conceptos a partir de la experiencia sensorial. Por
ello es considerado el padre del Empirismo. Asimismo, estudió fenómenos
sociales y políticos y escribió acerca de la democracia, la libertad humana, la
noción de propiedad privada y otros derechos individuales.
San Juan Bautista de La Salle (1651 – 1719) fue un pedagogo y fundador de escuelas
consagrado, plenamente convencido de que la educación era un buen antídoto
contra la corrupción y la delincuencia.
William Battie (1703 – 1776) insistió en que a los pacientes de los
hospitales psiquiátricos debía dárseles buena comida, aire fresco,
instalaciones limpias, aire fresco, visitas de familiares y amigos,
psicoterapia (llamada en ese entonces Tratamiento Moral) y terapia ocupacional.
Postuló que no todos los trastornos psiquiátricos eran incurables.
William Cullen (1710 – 1791) postuló que la depresión, la
irritabilidad y la hipersensibilidad eran consecuencias de alteraciones en los
nervios (por exceso o por deficiencia de excitabilidad), acuñando el término
neurosis para describir un amplio rango de padecimientos neurológicos y
mentales. Categorizó dichas neurosis en neurosis comatosas, neurosis
adinámicas, neurosis espásticas y neurosis vesánicas.
David Hume (1711 – 1776) consideró que todo conocimiento
descansa en la sensopercepción, en lo que se experimenta a través de los
sentidos, al sostener (como Locke) que las ideas se creaban siempre a partir de
la experiencia sensible.
Immanuel Kant (1724 – 1804) aclaró que el estudio del alma humana
jamás podría reducirse a las ciencias naturales, dada la imposibilidad de
cuantificar todos los procesos psíquicos. De otro lado, estableció la
existencia tanto de ideas innatas como de ideas adquiridas, situándose a medio
camino entre el racionalismo y el empirismo. También aclaró que los procesos
mentales humanos estaban limitados de forma innata por los juicios sintéticos y
a priori (el marco a través del cual la mente categoriza e integra los datos de
la experiencia sensible). Advirtió que el mundo nouménico o de las cosas-en-sí
no puede ser conocido directamente, porque tan pronto es percibido por la mente
humana pasa a formar parte del mundo fenoménico (interno), pues la mente humana
crea la realidad en la medida en que la percibe, interpretando la experiencia
sensible dentro de sus juicios sintéticos a priori.
John Moore (1761 – 1809) describió de manera perspicaz la
personalidad de los personajes que conoció (como Alexander Hamilton, Napoleón
Bonaparte, William Pitt, Charles James Fox, Vicente Osorio Moscoso) y la
psicología de masas detrás de los eventos más relevantes (la Revolución
Francesa, el Consulado, el Imperio Napoleónico, la invasión de la península
ibérica por parte del ejército francés) de los que pudo ser que testigo directo.
Philippe Pinel (1745 – 1826) fue el padre de la Psiquiatría
propiamente dicha (en tanto especialidad médica), velando porque los hospitales
mentales alcanzaran altos niveles de profesionalismo, rigor científico y
calidad en la atención. También escribió sobre temas de salud pública, y se
esmeró en que al paciente psiquiátrico se le tratara con respeto y amorosa
diligencia.
Benjamin Rush (1746 – 1813) fue un discípulo de Cullen que trató de
implementar en los Estados Unidos las políticas de atención humanizada que
difundió Pinel en Francia.
Joseph Adams (1756 – 1818) propuso que algunas enfermedades
mentales podrían ser hereditarias, y describió los síntomas cognitivos en el
hipotiroidismo congénito no tratado.
EDAD CONTEMPORÁNEA
1. Línea del Tiempo: 1789 – 1945
2. Contexto
Francia era el centro de la vida cultural occidental cuando
estalló la revolución. De ahí que la tormenta que vivió tuviera repercusiones
en todo el mundo. Después de un inicio relativamente acorde con el ideario
ilustrado y de pasar por una etapa de monarquía constitucional (de 1789 a 1791),
vino la creación de la primera república francesa (1792 - 1794) a partir de la
Convención Nacional elegida por sufragio universal. Pero el ímpetu popular
provocó que el proceso se saliera de su cauce. Se desató el Terror. El rencor,
el deseo de venganza, el narcisismo y el fanatismo político provocaron la
muerte de al menos 17.000 personas (los datos extraoficiales hablan de 41.000);
fueron guillotinados personajes como el químico Antoine Lavoisier, el
enciclopedista Antoine Allut, el astrónomo Jean Bailly, el abogado
George-Jacques Danton, el historiador y poeta Barnabé Farmian Durosoy, los
beatos Guillermo Repin, Ana María Erraux, Marie Lhuillier, Constanza de Jesús y
Marie Lievin, los escritores Jacques Pierre Brissot, André Marie Chenier, Phillipe
Fabre d’Eglantine, Camille Desmoulins, Louis Quentin de Richebourg y Jacques
Cazotte, el teólogo Claude Fauchet, la pintora Anne-Rosalie Filleul, el
profesor y periodista Louis-David Collenot d’Angrement, la cantante Marie de
Grandmaison, los carmelitas mártires de Compiegne, y los arquitectos Pierre
Moreau-Desproux y Richard Mique. Al final, los propios líderes sedientos de
sangre (Jean-Paul Marat, Maximilien Robespierre y Louis de Saint Just) también
terminaron muertos en esa vorágine de odio. Luego vino la creación del
Directorio y el retorno de la alta burguesía al poder (1794-1799). Se crearon
dos cámaras legislativas y se estableció un sufragio no universal. Preocupadas
por la suerte de los monarcas y aristócratas franceses, las casas reales del
resto de Europa le declararon la guerra a Francia. En ese clima de dificultades
ascendió Napoleón Bonaparte, un inteligente y carismático general de origen
corso.
Envalentonado por sus victorias contra las fuerzas monárquicas
europeas, en 1799 Napoleón dio un golpe de Estado que terminó con el Directorio
y estableció el Consulado. En 1804 se destapó completamente y se hizo proclamar
emperador. Su imperio duro diez años. Napoleón logró el apoyo de la burguesía
comercial e industrial y de las clases populares urbanas y campesinas. Sus
medidas económicas favorecieron en gran parte a estos sectores, debido a que
protegió la industria, entregó la propiedad de la tierra a los campesinos y
estableció salarios elevados. Asimismo, su Código Civil fue un adelanto en
materia legislativa. En el ámbito filosófico y literario destacaron los
representantes del movimiento Sturm und Drang (Johann Georg Hamman, Jacob
Michael Reinhold Lenz, Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Maximilian
Klinger, Heinrich Leopold Wagner, Johann Anton Leisewitz, Friedrich Schiller, Johann
Heinse, Justus Möser, Gottfried August Bürger, Abel Seyler y Heinrich von
Gerstenberg).
Mientras tanto, en las colonias españolas de América
se vivió un frenesí emancipador. Antonio Nariño tradujo los Derechos del Hombre y el Ciudadano de
Thomas Paine, y se convirtió, junto con Francisco Miranda (veterano de la
guerra de independencia de los Estados Unidos y de las guerras napoleónicas),
en el precursor de la Independencia en Suramérica. En Centroamérica, el
sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla agitó también las masas. En 1808 algunas
ciudades de América Latina hicieron juntas y cabildos abiertos y se amotinaron
contra las autoridades españolas. Aunque dichas revueltas sólo pretendían un
cambio de gobierno, y darles participación política a los criollos (blancos
nacidos en América, que no podían acceder a los cargos públicos), y no una
verdadera rebelión contra el monarca Carlos IV, la invasión de Napoleón a
España dio la ocasión perfecta para que los ecos de la ilustración francesa
(igualitarista y antimonárquica) y el ejemplo de los Estados Unidos provocaran
un verdadero furor independentista.
Se organizaron Juntas de Gobierno en 1808 en La Habana
(destacándose Francisco de Arango y Parreño y Salvador José Muro y Salazar),
Ciudad de México (liderada por fray Melchor de Talamantes, Francisco Primo de
Verdad y José Joaquín de Iturrigaray), Montevideo (alentada por Francisco
Javier de Elio, José Manuel Pérez y fray Francisco Carvallo) y Caracas (con
José Félix Ribas, Francisco Rodríguez del Toro, José Tovar Ponte, Luis López
Méndez y Mariano Montilla a la cabeza). Para ese entonces, el mundo cultural
estaba virando del neoclasicismo al romanticismo, sobresaliendo en el campo musical
Ludwig van Beethoven, Niccolo Paganini y Franz Schubert, en el artístico Louis
David, Eugene Delacroix, William Turner, John Constable, George Stubbs, Theodore
Géricault, Phillip Otto Runge, Orest Kiprenski, Juan Luna, Caspar David
Friedrich y Francisco José de Goya, en el literario William Blake, John Keats, George
Gordon Byron, José Joaquín Fernández de Lizardi y Percy Bysshe Shelley, y en el
filosófico Friedrich Herbart y Johann Gottlieb Fichte.
Aprovechando que José Bonaparte fue convertido en rey
de España, en 1809 se organizaron Juntas de Gobierno en Buenos Aires (comandada
por Martín Álzaga), Chuquisaca (conducida por Bernardo José de Monteagudo y
Jaime de Zudáñez), La Paz (dirigida por Pedro Murillo), Quito (protagonizada
por Juan Pío Montúfar) y Lima (encabezada por Juan Sánchez Silva, Antonio María
Pardo y los hermanos Mateo y Remigio Silva). Para ese entonces, destacaron como
escritores Leandro Fernández de Moratín, Etienne de Senancour, Alberto Lista y
Aragón, Joseph Blaise de Chénier, María Gálvez, Ugo Foscolo, Etienne de Jouy,
Anne-Louise Germaine Necker, René de Chateaubriand y José Joaquín de Olmedo.
En 1810 se dieron Juntas de Gobierno en Caracas (con
José de las Llamozas, Martín Tovar Ponte, Feliciano Palacios y Blanco, Nicolás
de Castro, José Tomás Santana, Casiano Bezares, Dionisio Palacios, José María
Blanco, Fernando Key Muñoz, los hermanos José Félix y Francisco José Ribas,
Juan Pablo Ayala, José Cortés de Madariaga, José Félix Sosa, Juan Germán
Roscio, Juan de Ascanio, Isidoro Antonio López, los hermanos José Vicente y
Simón Bolívar, José Rafael Revenga, José Hilario Mora, Francisco Rodríguez del
Toro, Telésforo Orea, Vicente Salias y Andrés Bello), en Cumaná (donde brilló
la familia Sucre, heroicamente comprometida con la independencia), en San
Carlos (dirigida por José Cortés Madariaga y Rafael Monasterios), en Guayana
(conducida por José Tomás de Heres y Juan Crisóstomo Roscio), en Barinas (animada
por Miguel del Pumar y Cristóbal Mendoza), en Cartagena de Indias (liderada por
Jose María García de Toledo), en Buenos Aires (que tuvo por protagonistas a
Cornelio Saavedra, Mariano Moreno y Manuel Belgrano), en Santiago de Chile
(alentada por Juan Antonio Ovalle, José Antonio de Rojas y Bernardo de Vera),
Mendoza (encabezada por Isidro Sáenz y Bernardo Ortiz), Santiago de Cali
(comandada por Joaquín de Caycedo y Cuero) y Santafé de Bogotá (protagonizada
por Camilo Torres Tenorio, Antonio Nariño Álvarez, Francisco José de Caldas,
Luis de Rubio, José María Carbonell, Francisco y Antonio Morales, José Joaquín
Camacho y José Acevedo y Gómez). Los haitianos Francois Dominique Tossant Louverture,
Jean-Jacques Dessalines y Alexandre Pétion ya habían dado el ejemplo al aprovechar
la crisis del gobierno francés, a finales del siglo XVIII e inicios del XIX.
En el mundo intelectual
despuntaron Friedrich Schelling, Samuel Coleridge, William Wordsworth, George
von Hardenberg (mejor conocido como Novalis), Georg Wilhelm Friedrich Hegel,
Bernard Bolzano, William Godwin y Alexander von Humboldt, y en el científico,
Carl Friedrich Gauss, Robert Fulton, Heinrich Olbers, Giuseppe Piazzi,
Jean-Baptiste Lamarck, André Ampere, Thomas Young, John Dalton, Jacob
Berzelius, William Wollastorn, Smithson Tennant, Richard Trevithick, Karl
Harding, Albrecht Winzer, Friedrich Sedtürner y Humphry Davy.
Acosado continuamente por los defensores de las
monarquías europeas (y por ello, enemigos naturales de la revolución francesa y
del imperio francés), Napoleón Bonaparte tuvo en ello un pretexto para hacer la
guerra y llegó a conquistar gran parte de Europa, pero al final fue derrotado
por una coalición europea en 1814 y desterrado a la isla de Elba. En 1815
regresó a Paris y fue aclamado nuevamente emperador, pero su segundo gobierno
duró solo cien días, al ser definitivamente vencido por ingleses y prusianos en
la batalla de Waterloo.
Tras la derrota de Napoleón, los reyes europeos
decidieron recuperar la autoridad de las monarquías en Europa y América. Sin
embargo, dicha Restauración triunfó apenas parcialmente. Los esfuerzos de los
líderes e ideólogos de la emancipación americana (como Andrés Bello, Simón
Rodríguez, Antonio Nariño, Francisco de Miranda y Simón Bolívar), el
empoderamiento (político y económico) de la burguesía, las transformaciones
económicas y sociales derivadas de la creciente industrialización, el
desprestigio de los valores y las jerarquías del Antiguo Régimen, y la
popularización de las ideas liberales y democráticas, hicieron que el mundo
cambiara inevitablemente. Incluso Napoleón fue considerado un tirano, porque
había traicionado los ideales de la revolución francesa y había terminado
comportándose como un monarca ordinario. Muchas naciones europeas conservaron
sus reyes, pero ya estos tuvieron un poder mucho más limitado.
Continuó con fuerza el romanticismo, con figuras como Víctor
Hugo, Alfonso de Lamartine, José Zorrilla, Gustavo Adolfo Bécquer, José de
Espronceda, Aleksandr Pushkin, Giacomo Leopardi, Vasili Zhukovsky, Joseph von
Eichendorff, Edgar Allan Poe, Mary Shelley (viuda de Percy Shelley), Walter
Scott, Heinrich Heine, Mariano José de Larra, Alfred de Vigny, Alessandro
Manzoni, Achim von Arnim, Clemens Brentano, Alfred de Musset, Emily Brontë,
Friedrich Schlegel, Adam Mickiewicz, Gertrudis Gómez, Juliusz Slowacki, Robert
Burns, Antonio de Castro, Karel Hynek Mácha, Fiodor Tiutchev, Erik Stagnelius,
Adam Oehlenschläger, Paul Verlaine, Zigmunt Krasinski, Henry Wadsworth
Longfellow, Arthur Rimbaud, Robert Southey, Juan Antonio Pérez Bonalde, Charles
Baudelaire y Mihai Eminescu en el mundo de las letras. Los músicos Frederic
Chopin, Franz Liszt, Hector Berlioz, Robert y Clara Schumann, Felix
Mendelssohn, Gioachino Rossini, Giacomo Mayerbeer, Vincenzo Bellini, John
Field, Carl Otto Nicolai y Heinrich Marschner tomaron la senda abierta por Beethoven
y Schubert. Dentro de los artistas románticos cabe mencionar a Francisco Hayez,
Iván Aivazovsky, Christen Kobke, Vasili Tropinin, Gustave Doré, Camille Corot,
Johann Heinrich Füsli, Thomas Gainsborough, Carl Spitzweg, Lawrence
Alma-Tadema, Karl Briulov, Raden Saleh, John Martin, Samuel Palmer, Thomas
Lawrence, Johann Christian Dahl, Francois Rude, Antoine-Louis Barye, Teophile
Bra, Antoine Wiertz. Antoine-Jean Gros y Jean Auguste Dominique Ingres.
La Restauración se vivió en América Latina con una
ofensiva militar española que hizo trizas los nacientes gobiernos republicanos.
En España se le llamó “pacificación” a lo que en realidad fue una sangrienta
represalia. Muchos patriotas fueron asesinados por los realistas, como Miguel
Hidalgo y Costilla, José Mariano Jiménez, José María Morelos, Francisco José de
Caldas, Camilo Torres, Antonio Baraya, José Ramón de Leyva, José María Cabal, Policarpa
Salavarrieta, los hermanos Vicente y Pedro de Sucre (hijos de don Vicente y
hermanos de Antonio José), José Félix Ribas, Maria Antonia Santos, José María
Arrubla, Miguel de Pombo, Jorge Tadeo Lozano, José Joaquín Camacho, Custodio
García Rovira y José María Carbonell. Otros encarcelados o enviados al exilio, como
Francisco de Miranda, Antonio Arboleda, Lino de Pombo y Antonio Nariño. Los
logros de las juntas de gobierno surgidas entre 1808 y 1811 estuvieron a punto
de perderse. Sin embargo, Simón Bolívar, Jose Antonio Anzoátegui, Santiago
Mariño, Antonio José de Sucre, Vicente de Sucre y Urbaneja, Carlos Soublette, Francisco
de Paula Santander, José de San Martín, José Miguel y Luis Carrera, Manuel
Rodríguez, Bernardo O’Higgins y José Gervasio Artigas continuaron su lucha por
la independencia.
Venciendo todo tipo de dificultades, el Libertador logró
la definitiva independencia de los territorios que hoy corresponden a Colombia,
Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. También redactó las constituciones
que dieron forma a La Gran Colombia (que incluyó los actuales Colombia,
Venezuela, Ecuador y Panamá) y a la propia Bolivia (llamada así en su honor, y
presidida por su colaborador y amigo Antonio José de Sucre, el mariscal de
Ayacucho), y convocó al primer intento de unión de las repúblicas de América,
el Congreso Anfictiónico de Panamá. Su vida, breve pero intensa, encarnó la
idea del héroe romántico, y entre cartas, proclamas, ensayos y batallas se
convirtió en leyenda.
Otra victoria de Bolívar fue la diplomática, a la hora
de movilizar a otros libertadores de América (como Bernardo O’Higgins, Alexandre
Petion y Agustín de Itúrbide) y a los intelectuales y líderes de las nacientes
repúblicas americanas (como José Faustino Sánchez Carrión, Pedro I de Brasil,
John Quincy Adams, Richard Anderson, Manuel Lorenzo de Vidaurre, José
Domínguez, Manuel Pérez de Tudela, Antonio Larrazábal y Pedro Gual) hacia la
conciencia de una necesidad de unión confederada entre los pueblos de América
Latina. Su ideario (llamado Sueño Bolivariano) sentó las bases para lo que
posteriormente sería la Organización de Estados Americanos, e instituyó
perennemente la determinación de los países de América a no permitir nuevas
injerencias o intentos de reconquista por parte de las potencias europeas.
Otro fenómeno que tomó fuerza en el siglo XIX fue la
revolución industrial, una transformación que condujo al mundo de una economía
agrícola tradicional a una economía fabril de producción a gran escala, usando
máquinas para producir bienes en cantidad cada vez mayor. Inglaterra fue el
primer abanderado de dicho proceso; luego se sumaron los demás países de Europa
occidental (aunque España, Irlanda, Islandia y Portugal lo hicieron más
lentamente), Estados Unidos y Japón. Aumentó la fabricación
de bienes elaborados por máquinas y la economía dejó de centrarse en los
sectores primarios (ganadería, agricultura, minería), el número de productos
industriales creció de forma espectacular, hubo mejoras técnicas y avances
tecnológicos, y se crearon empresas por doquier. Pero también hubo un aspecto
horrible: el de la explotación del hombre por el hombre llevada a niveles
incompatibles con la dignidad humana. Jornadas laborales extenuantes, trabajo
infantil, garantías laborales casi nulas y salarios miserables, que aumentaron
la brecha entre el proletariado y las clases acomodadas. Frente a esa triste
realidad, surgieron voces sensatas y ecuánimes como las de Robert Owen (padre
del cooperativismo), William King, Henri de Saint-Simon, Charles Fourier, Pillipe
Buchez, Pierre-Joseph Proudhon, Louis Blanc y san Juan Bosco, hombres buenos y
justos que lastimosamente los socialistas posteriores minusvaloraron.
En la lucha contra el racismo destacaron Túpac Amaru, Jacques
Pierre Brissot (que abanderó la lucha contra la trata de africanos y fundó la
Sociedad de Amigos de los Negros), Alexandre Pétion, Miguel Hidalgo y Costilla,
Ignacio López Rayón, Manuel de Salas y Corbalán, Jorge Luis Sánchez, José
Miguel Infante, Ramón Freire, Antonio Arboleda y Arrachea, José Miguel de la
Calle, Frederic Douglass, José Félix de Restrepo, Pedro Arrubla, José Antonio
Benítez, Dred Scott, Abraham Lincoln, Ramón Castilla, Harriet Tubman, José
Hilario López, Manuel Murillo Toro, Julio Vizcarrondo, William Lloyd Garrison y
José Antonio Saco.
Con la llamada primera revolución industrial
(1790-1850) surgió el capitalismo industrial. Y con la llamada segunda
revolución industrial (1850-1900) se consolidó el capitalismo financiero. James
Watt, Edmund Cartwright, Joseph Niépce, Nicolas Cugnot, James Hargreaves,
Andrew Meikle, Samuel Crompton y Eli Whitney dieron paso a inventores de la
talla de George Stephenson, Aloys Senefelder, Louis Daguerre, William Murdoch,
Jean Joseph Lenoir, William Austin Burt, Samuel Morse, Charles Goodyear, Elisha
Graves Otis, Henry Bessemer, William Sturgeon, Nicolaus Otto, James Nasmyth,
Joseph Aspdin, Christopher Sholes, Cyrus McCormick, Richard March Hoe, Robert
Stephenson, Antonio Meucci, Alexander Graham Bell, Thomas Alva Edison y Werner
von Siemens. La revolución industrial
tuvo estas consecuencias: aceleración de la urbanización, especialización
laboral y división del trabajo, sustitución de pequeños talleres (domésticos y
artesanales) por grandes empresas, aparición de nuevas máquinas y herramientas
de trabajo, cambios en la estructura socio-económica (con el surgimiento de
capitalistas cada vez más ricos y obreros cada vez más pauperizados).
Con el poeta y periodista Rubén Darío (1867 – 1916)
las letras latinoamericanas se pusieron definitivamente a la vanguardia. Su
movimiento, el modernismo, tuvo un impacto enorme. Otros escritores destacados
(e influenciados por él) fueron: José Asunción Silva, Guillermo Valencia, Amado
Nervo, Leopoldo Lugones, Antonio Machado, José Martí (que también jugó un papel
clave en la independencia de Cuba), Manuel Gutiérrez Nájera, Julián del Casal, Julio
Herrera y Reissig, Carlos Pezoa Véliz, Clemente Palma, Manuel Reina, Delmira
Agustini, José Santos Chocano, Manuel González Prada, Francisco Villaespesa,
Enrique Gómez Carrillo, Eduardo Marquina, Rafael Núñez, Salvador Rueda, Medardo
Ángel Silva, Abraham Valdelomar, Ramón del Valle-Inclán, Ventura García
Calderón, Rafael Ángel Troyo, Alberto Álvarez de Cienfuegos, Luis Urbina,
Manuel de Jesús Galván, Guillaume Apollinaire, Aurora Cáceres, Pío Baroja,
Porfirio Barba Jacob, José Martínez Ruiz (Azorín), Tomás Morales Castellano, Gabriela
Mistral, Ricardo Gullón, Fernando Fortún, Manuel Díaz Rodríguez, Ernesto Noboa,
Salvador Rueda, José Enrique Rodó, Eduardo Marquina, José Juan Tablada, Ricardo
Jaimes Freyre, Alonso Quesada y César Vallejo.
El capitalismo de los siglos XIX y XX se caracterizó
por la búsqueda ilimitada de ganancias, la producción en masa, la integración
de la economía mundial a través del comercio y la inversión de capitales, el
desarrollo constante de la tecnología, la propiedad privada de los medios de
producción, la libertad económica casi absoluta, el trabajo asalariado y los
acuerdos entre industriales para establecer precios comunes. Empresarios como Henry
Ford fueron íconos del empuje occidental hacia la industrialización acelerada.
La industrialización fue uno de los factores que
impulsó una nueva expansión colonialista: el imperialismo. De ese modo, países
como Inglaterra (que llegó a ser el núcleo del imperio más vasto de la Historia),
Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Estados Unidos y Japón se
“repartieron” infamemente buena parte de África, Asia, Oceanía y el Caribe. Los
objetivos de estos países industrializados en esta nueva conquista de colonias
fueron: la búsqueda de nuevos mercados para sus productos; la necesidad de usar
otras naciones para la inversión de sus capitales y la obtención de materias
primas; la consecución de lugares a los que pudiera emigrar su población
excedente (verdaderos “puntos estratégicos” para la guerra que estaban
esperando, así de manera hipócrita negaran esta competencia tóxica ante la
comunidad internacional); y el acaparamiento de mano de obra barata, recursos
naturales y vías comerciales.
Dicho afán imperialista hizo que se crearan agencias y
redes de espionaje, que iniciara una loca carrera armamentista y que cundiera
la paranoia en los gobiernos de las potencias mundiales. El imperialismo
ocasionó la esclavización y la muerte de millares de africanos y asiáticos, la
destrucción de las culturas nativas y la imposición, muchas veces brutal, de
valores, creencias, sistemas políticos, productos culturales y dinámicas
económicas ajenos a las poblaciones autóctonas. Fue un saqueo literal, una
usurpación de territorios encaminada a satisfacer la codicia de los países más
ricos, a costa de la vulneración de la soberanía y el sufrimiento de los países
explotados.
El progreso material de las potencias imperialistas favoreció
que se diera un clima de beligerancia y autosuficiencia que empeoró la ya enfermiza
competencia entre las potencias occidentales. Todo esto constituiría el caldo
de cultivo para las tragedias del siglo XX.
Por fortuna, no todo fue neocolonialismo. Floreció
también el modernismo en las artes, con genios como Alfons Mucha, Gustav Klimt,
Charles Rennie Mackintosh, Henri de Toulousse-Lautrec, Hector Guimard, Aubrey
Beardsley, Stanislaw Wyspianski, Echo Chernik, Louis Majorelle, Georg Jensen,
Koloman Moser y Mijaíl Vruber. Destacaron literatos como Ángel Ganivet, Benito
Pérez Galdós, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez, Oscar Wilde, Ramiro de
Maeztu, Manuel Gómez-Moreno, Charles Dickens, Mark Twain, Carlos Arniches, Walt
Whitman, Vicente Blasco Ibáñez, James Joyce, José María Gabriel y Galán, George
Bernard Shaw, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Robert Louis
Stevenson, Arthur Conan Doyle, Julio Verne, Bram Stoker, Manuel Machado, Jack
London, Thomas Hardy, José Vasconcelos y George Orwell. El ambiente intelectual
estuvo animado por autores como Vincenzo Gioberti, Lucas Alamán, Andrés Bello
(que en su ancianidad se convirtió en un verdadero faro intelectual para
Latinoamérica), Eugenio María de Hostos, los hermanos Jan y Jedrzej Sniadecki, Francesco
Bonatelli, Ludwig Feuerbach, Rudolf Goldscheid, Theodor Gomperz, Ernst
Reinhold, Kazimierz Twardowski, Augusto Comte, Carlo Ravizza, Esteban
Echeverría, Jerzy Zulawski, Soren Kierkegaard, Francesco De Sanctis, Arthur
Schopenhauer, August von Cieszkowski, Karl Marx, beato Antonio Rosmini, Georg
Simmel, Friedrich Engels, Domingo Faustino Sarmiento, Friedrich Nietzsche,
Henri Bergson, John Stuart Mill, Juan Bautista Alberdi, Carl von Rokitansky,
Augusto Vera, Rudolf Steiner, Benito Juárez, Friedrich Büchner, Gabino Barreda,
Bruno Bauer, Ferdinand Tönnies y Theodor Ziehen.
Desgraciadamente, como los europeos estaban coronando
una etapa de progreso y prosperidad (que les dio la falsa idea de ser los “modelos”
para el resto del mundo, “destinados” a “civilizar” a quienes consideraban
inferiores), la conflagración se hizo inminente. La arrogancia, el racismo, un
absurdo sentido de la propia importancia, el militarismo y el nacionalismo
llevados a extremos ridículos llevaron a las naciones europeas industrializadas
(Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia) o en procura de
industrializarse (Rusia, Imperio Austro-Húngaro) a creerse con el derecho de
repartirse el mundo y a amenazar a sus rivales, en un juego imperialista de
mezquindades y ausencia de escrúpulos que condujo a la formación de alianzas
militares y bloques rivales (la llamada “paz armada”), tensa situación que
obviamente desembocó en la Primera Guerra Mundial.
Dicha contienda fue una carnicería que duró entre 1914
y 1918. Veintiocho de los países
beligerantes, llamados "aliados" (entre las que se encontraban el
imperio británico y el francés, Rusia, Italia y Estados Unidos), lucharon
contra la coalición de los llamados "imperios centrales" (imperio
alemán, imperio austro-húngaro, imperio otomano). La causa inmediata del inicio
de la guerra fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo en
Sarajevo. No obstante, las causas profundas fueron el nacionalismo, el
imperialismo (la competencia neocolonialista), el conflicto de intereses
políticos y económicos de las potencias occidentales, el expansionismo militar
y la carrera armamentista, y el antecedente de guerras locales que habían dejado
“asuntos pendientes” entre estos países europeos.
Dentro de los 21 millones de muertos en dicha guerra
estuvieron los pintores Henri Gaudier y Franz Marc, los escritores Charles
Pierre Péguy, Wilfred Owen, William Hope, Henri Alban Fournier, Rupert Brooke,
Leslie Coulson, Edward Thomas, William Noel Hodgson e Isaac Rosenberg, el
músico Enrique Granados, y los atletas Jean Bouin, Lucien Mazan, Leon Hourlier,
Octave Lapize, Roland Garros, Leon Comes, Walter Tull y Francois Faber.
Intelectuales como Stefan Zweig, Heinrich Mann, Jean Norton Cru y Romain
Rolland se opusieron vehementemente a la lucha, pero no fueron escuchados.
Las consecuencias de dicha salvajada (en la que, con
un altísimo costo en todos los sentidos, triunfaron los aliados) fueron la firma
del Tratado de Versalles (que impuso durísimas condiciones a las potencias
vencidas, incluyendo costosas indemnizaciones, pérdida de territorios
continentales y de ultramar, y drásticas condiciones en términos militares… que
fueron caldo de cultivo para el surgimiento del nacionalsocialismo y otros
movimientos extremistas), la pérdida de millones de combatientes y civiles, la
desaparición de viejas y poderosas dinastías europeas (y un debilitamiento
general de todas las monarquías y todas las naciones de dicho continente), el
desmembramiento y desaparición de los imperios otomano y austro-húngaro, el
afianzamiento de los Estados Unidos como nueva gran potencia, la aparición de
regímenes democráticos en los países derrotados y la proliferación de partidos
socialistas y comunistas en Europa (que deseaban emular la revolución
encabezada por Vladimir Lenin en Rusia).
Después vino el periodo de entreguerras (1918 – 1939),
en el que sobresalieron las vanguardias tanto en el arte como en la literatura:
el surrealismo de André Bretón y
Salvador Dalí, el futurismo de Filippo Marinetti, el creacionismo de Vicente
Huidobro, el dadaísmo de Tristán Tzara y Hugo Ball, el ultraísmo de Jorge Luis
Borges, el realismo mágico de Alejo Carpentier, William Faulkner y Miguel Ángel
Asturias, el impresionismo de Pierre Renoir, Edouard Manet y Camille Pisarro, y
el cubismo de Pablo Picasso, Juan Gris y George Braque. Escritores como Franz
Kafka, Henry James, Thomas Mann, Fernando Pessoa, Thomas Stearns Eliot, Joseph
Conrad y Constantino Cavafis también dejaron una huella imborrable. En filosofía
fueron trascendentales los aportes a la lógica de Bertrand Russell y Alfred
Whitehead, la fenomenología de Edmund Husserl, Karl Jaspers y Martin Heidegger,
el vitalismo de Miguel de Unamuno, Oswald Spengler y Wilhelm Dilthey, el perspectivismo
de José Ortega y Gasset, la filosofía analítica de John Austin, George Edward
Moore y Friedrich Ludwig Frege, el neopositivismo de Rudolpf Carnap y Otto
Neurath y la filosofía del lenguaje de Ludwig Wittgenstein y Mijaíl Bajtín.
Hubo un crecimiento económico sin precedentes en
Estados Unidos y Japón (en América Latina varios países también vivieron una
relativa bonanza), mientras que las naciones europeas que habían participado en
la Primera Guerra Mundial debieron afrontar una grave situación económica y
recurrir a préstamos internacionales. El crecimiento económico condujo
paradójicamente a la crisis más grave que ha tenido el capitalismo: la Gran
Depresión. Esta crisis económica duró de 1929 a 1932 y afectó muy profundamente
a Estados Unidos, Italia y Alemania (donde contribuyó también al resurgimiento
de tendencias nacionalistas y militaristas).
Desgraciadamente, en las décadas de 1920 y 1930 se
pusieron de moda tres ideologías totalitarias: el fascismo, el nacionalsocialismo
y el comunismo. Dichas espantosas corrientes concebían al Estado como valor
absoluto, no contemplaban las libertades individuales ni la división de
poderes, violaban sistemáticamente el Estado de Derecho y tenían la noción de
un liderazgo único, centralizado y absoluto, teñido de mesianismo. Sujetos mediocres
como Benito Mussolini, Francisco Franco, Adolfo Hitler y José Stalin fueron, en
sus respectivos países, idealizados e idolatrados (y quienes se les opusieron
terminaron encarcelados o condenados a muerte).
La Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) superó todos
los conflictos anteriores en brutalidad, estupidez y sevicia. Se extendió hasta
afectar a la mayoría de las naciones del planeta y mostró lo peor de la
condición humana, por los ataques lanzados por ambos bandos contra la población
civil y el genocidio y otras violaciones al derecho internacional cometidos
especialmente por Alemania (que se ensañó en el exterminio de judíos, eslavos,
gitanos, disidentes, católicos, socialistas, demócratas, disidentes,
discapacitados y pacientes neurológicos y psiquiátricos) y la Unión Soviética (que
hizo salvajadas contra ucranianos, letones, polacos, checos y alemanes), pero
también por Inglaterra (que bombardeó inmisericordemente objetivos civiles en
Alemania) y Estados Unidos (que lanzó bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki).
Diversos factores condujeron a dicha hecatombe: a) el
fracaso de los esfuerzos de paz (Sociedad de Naciones, Conferencia de
Washington, Tratados de Locarno, Pacto
de París); b) el revanchismo de las naciones derrotadas en la Primera Guerra;
c) la doctrina nacionalista del “espacio vital” y los intereses imperialistas
de Alemania, Italia, Japón e Inglaterra; d) el militarismo y el armamentismo,
que habían vuelto a ponerse de moda; e) la política de anexión de supuestos
territorios “arios” (un pretexto burdo, sin fundamento étnico real), con la que
Alemania invadió Austria, Checoslovaquia y Polonia y f) la mezquindad y la
estrechez de miras de los estadistas de los países beligerantes, que pusieron
por encima de la Humanidad sus pequeños y obtusos intereses. La causa inmediata
del estallido de la guerra fue justamente el ataque alemán a Polonia, el 1º de
septiembre de 1939.
Hasta 1942 las potencias del Eje (Alemania, Italia,
Japón) habían alcanzado su apogeo y dominaban la mayor parte de Europa y África
en Occidente, y en Oriente parte de China, Indochina, Birmania, Filipinas e
Indonesia. Pero a partir de ese año sufrieron una serie de derrotas
(Stalingrado, primera y segunda batallas de El Alamein), y la balanza se fue
inclinando en contra de Hitler y sus secuaces. La superioridad material de los
aliados y el poderío industrial de Estados Unidos, además de los movimientos de
resistencia de los pueblos invadidos por los alemanes. Dentro de los héroes de
la resistencia al nazismo estuvieron los integrantes de la Francia Libre
liderada por Charles de Gaulle, la Resistencia Francesa de Jean Moulin, Pierre
Meunier, Robert Chambeiron, Pierre Villon, Alexandre Parodi, Roger Coquoin,
Jacques Lecompte-Boinet, Charles Laurent, Pascal Copeau, Jacques-Henri Simon,
Claude Bourdet, Eugene Claudius-Petit y Georges Bidault, los partisanos
yugoslavos comandados por Josip Broz Tito, Alexander Rankovic, Svetozar
Vukmanovic, Vladimir Bakaric, Ivan Milutinovic, Milovan Dilas y Edvard
Kardelij, el Armia Krajowa polaco dirigido por Tadeusz Komorowski, Stefan
Rowecki, Leopold Okulicki, August Fieldorf y Antoni Chrusciel, los partisanos
italianos de Ivanoe Bonomi, Alcide De Gasperi, Pietro Nenni, Palmiro Togliatti,
Ugo La Malfa y Ferruccio Parri, y los ejércitos griegos de Napoleón Servas y
Demetrios Psaros.
En 1943 fue liberada Italia. En 1944 se realizó el
desembarco más grande de la historia (Normandía, Día D) y se concretó la
liberación de Francia. En 1945 los aliados invadieron Alemania. Algunos
jerarcas nazis se suicidaron, otros se entregaron y la mayoría fueron
capturados. Con la rendición alemana, firmada por Karl Dönitz, los esfuerzos de
Estados Unidos y Australia estuvieron encaminados a acabar con el imperio
japonés.
Vale destacar el coraje de personas como el objetor de
conciencia beato Franz Jägerstatter, el geógrafo Albrecht Haushofer, el
economista Rudolf Hilferding, el pedagogo Janusz Korczak, el pintor Bruno
Schultz, el director de cine Vladislav Vancura, los teólogos san Maximiliano
Kolbe, santa Edith Stein, beato Titus Brandsma, Dietrich Bonhoeffer, beato
Johannes Prassek, Paul Schneider, beato Jacobo Gapp, beato Omelian Kovch y
beato Bernhard Lichtenberg, los filósofos Karl Jaspers y Walter Benjamin, los
sacerdotes Alfred Delp, beato Clemens August von Galen, beato Rupert Mayer,
Jean Bernard y beato Richard Henkes, los periodistas Felix Fechenbach, Anton de
Kom, Mijaíl Koltsov, Milena Jesenska, Erich Mühsam, Yevgueni Petrov y Julius
Fucik, los escritores Isaak Bábel, André Malraux, Itzhak Katzenelson, Jakob van
Hoddis, Max Jacob, Boris Pasternak, Tadeusz Boy-Zelenski, Bruno Frank, Carl
Einstein, Arnold Zweig, Alfred Döblin, René Schikele, Franz Blei, Stefan Zweg,
los hermanos Thomas y Heinrich Mann (y el hijo de este, Klaus Mann), Irene
Nemirovsky, Mijaíl Bulgakov, Friedrich Reck-Malleczewen, Mordechaj Gebirtig, Jean-Paul
Sartre, Franz Hessel, Else Ury, David Vogel, Berthold Brecht, Anna Ajmátova, Theodor
Wolff, Walter Lindenbaum, Fritz Löhner-Beda, Paul Kornfeld, Adam Kuckhoff,
Alfred Andersch y Boris Pilniak. Todos ellos se enfrentaron a los regímenes
totalitarios de esos años trágicos.
En la matanza de la Segunda Guerra Mundial se
perdieron más de 60 millones de vidas humanas. Gran Bretaña, Francia, Japón y
Alemania dejaron de ser grandes potencias. Hubo un casi completo aniquilamiento
de la población masculina en muchos países de Europa. La crisis de identidad,
la sensación de desolación, el deseo de trascendencia frente a la cruda
realidad y el hastío que dejó la guerra, especialmente en los europeos, se
puede rastrear en las obras de autores como Albert Camus, Friedrich Dürrenmatt,
Camilo José Cela, Nicola Abbagnano, Miguel Delibes, Hermann Hesse, Emil Cioran,
Albert Caraco y Vasili Grossman. La derrota y la reconfiguración personal y
nacional fueron exploradas por Osamu Dazai, Günter Grass, Heinrich Böll, Günter
Eich, Martin Walser, Johannes Konrad Bobrowski y Yukio Mishima.
El mundo de la posguerra fue organizado por Winston
Churchill (Inglaterra), Franklin Delano Roosevelt (Estados Unidos) y José
Stalin (Unión Soviética) en las reuniones de Casablanca y Yalta, y confirmado
en la conferencia de Postdam por José Stalin, Clement Atlee y Harry Truman
(Roosevelt, cinco veces elegido presidente, había fallecido, y Churchill había
perdido las elecciones de 1945). Dicho nuevo orden mundial mostró dos claras
superpotencias: Estados Unidos (con un régimen democrático y liberal,
organizado como República bipartidista) y la Unión Soviética (con un régimen
comunista, manejado con puño de hierro por Stalin).
3. Representantes
James Parkinson (1755 – 1824) escribió sobre salud pública y fue un
abanderado de la protección legal de los pacientes mentalmente enfermos.
Asimismo, describió la Parálisis Agitante (condición a la que Charcot denominaría
Enfermedad de Parkinson), consistente en enlentecimiento motor (bradicinesia), rigidez
muscular, postura encorvada, anteropulsión, temblor distal (que inicia
usualmente en una de las manos), pérdida del balanceo de los brazos, marcha
festinante, facies en máscara, micrografía y habla suave e incomprensible.
Johan Cristian Reil (1759 – 1813) acuñó el término Psiquiatría (1808)
para referirse a la especialidad médica centrada en los desórdenes nerviosos
con sintomatología psicológica. Describió el área de la corteza cerebral que
lleva su nombre (ínsula de Reil), así como el fascículo arqueado.
Johann Christian August Heinroth (1773 – 1843) fue el primero en hablar de enfermedades
psicosomáticas para referirse a aquellas enfermedades físicas detonadas por
factores psíquicos (usualmente emocionales) y a la naturaleza psicosomática propia
del ser humano, en la que cuerpo y alma se influencian mutuamente. Se adelantó
a Freud al describir que la mente humana tenía Uberuns (conciencia moral), Ego
y Fleish (instintos básicos).
Jean-Étienne Dominique Esquirol (1772 – 1840) fue un estudiante de Pinel que buscó,
tal como su maestro, mejorar las condiciones de los hospitales psiquiátricos.
También señaló que ciertos padecimientos mentales no generaban locura o alteración
de la razón, sino solamente alteración en las emociones.
Johann Friedrich Herbart (1776 – 1841) discípulo de Kant, fundó la Pedagogía y
remarcó que esta disciplina debe permitir a cada persona no solamente su
formación académica, sino también el desarrollo de sus potencialidades, su
estructuración moral (en valores como la libertad, la benevolencia, el civismo,
la justicia y la equidad), el encuentro de su vocación, el despertar de su
conciencia social y su direccionamiento hacia la responsabilidad social (y las
consecuentes contribuciones sociales que pueda hacer).
San Marcelino José Champagnat
Chirat (1789 – 1840) impulsó
la educación de los jóvenes campesinos y de escasos recursos, creando un modelo
pedagógico en el que el amor y la paciencia son fundamentales.
John Conolly (1794 – 1866) reformó muchas prácticas de los
hospitales psiquiátricos que subsistían desde hacía siglos, procurando
disminuir al mínimo el uso de la fuerza, las inmovilizaciones y otras medidas
coercitivas.
San Antonio María Claret (1804 – 1870) defendió la escolarización de los niños
como una estrategia eficaz para mejorar las condiciones de vida de ellos y sus
familias. Igual que Calasanz, Champagnat y Bosco, destacó como fundador de
instituciones educativas.
Robert Gardiner Hill (1811 – 1878) abolió el uso del encadenamiento en los
asilos psiquiátricos, y procuró introducir la consejería moral y en hábitos de
vida saludable en el tratamiento.
San Juan Bosco (1815 – 1888) fue un gran educador y protector de la
juventud. Además de fundar colegios e institutos para ofrecer educación,
vivienda, comida y trabajo a jóvenes excluidos y necesitados, ideó un método aún
vigente en pedagogía, el Sistema Preventivo. Dicho modelo busca, por medio del
acercamiento permanente y amable con los estudiantes, prevenir antes que
castigar, además de forjar en ellos un sentido de autonomía, laboriosidad,
responsabilidad y emprendimiento, en un marco ético definido (“buenos
cristianos y honestos ciudadanos”).
Wilhelm Griesinger (1817 – 1868) definió que los trastornos mentales,
igual que el resto de enfermedades, tenían una etiología, un pródromo, una
fisiopatología y una terapéutica definibles. Postuló que las patologías
psiquiátricas tenían su origen en las anomalías cerebrales, y que cuando no se
evidenciaban patologías anatómicas era porque había trastornos fisiológicos.
Señaló el papel de la represión de las emociones como una de las causas de los
trastornos mentales. Trabajó por la mejoría de las condiciones de los
hospitales psiquiátricos en Alemania. También introdujo los peritajes
médico-legales de los criminales, iniciando el concepto de inimputabilidad por
enfermedad mental grave.
John Charles Bucknill (1817 – 1897) insistió en que la enfermedad mental
era consecuencia de disturbios cerebrales, por lo que requería manejo
farmacológico y psicoterapéutico. Abogó, igual que su mentor Conolly, por los
derechos civiles de los pacientes psiquiátricos, y por el uso de medicación en
vez de medidas restrictivas o inmovilizaciones para los pacientes.
Hermann Ludwig von Helmholtz (1821 – 1894) midió la velocidad del impulso nervioso
y exploró la fisiología de la audición y la visión. Encontró que la realidad
psicológica y la realidad física no eran idénticas.
Paul Pierre Broca (1824 – 1880) demostró que los pacientes con afasia
presentaban lesiones en un área (región ventroposterior, tercera circunvolución)
de la corteza frontal que ahora lleva su nombre. También contribuyó a la
Antropología Física, encontrando que, más allá de la raza o la nacionalidad,
las personas suelen tener su área de producción del lenguaje en la misma
localización (tercera circunvolución frontal del hemisferio izquierdo).
Jean Martin Charcot (1825 – 1893) fue el padre de la Neurología moderna,
estableció el Examen Neurológico como una indagación clínica sistemática dentro
del Examen Físico, profundizó en el tratamiento de las neurosis (para las que
empleaba la hipnosis, especialmente en los pacientes histéricos), describió la
Esclerosis Lateral Amiotrófica y fue profesor de ilustres neurocientíficos,
tales como Joseph Babinski, William James, Sigmund Freud, Pierre Janet, Albert
Londe, Pierre Marie, Charles-Joseph Bouchard, Georges Gilles de la Tourette,
Alfred Binet, Jean Leguirec y Albert Pitres.
Daniel Hack Tuke (1827 – 1895) escribió, junto con Bucknill, un Manual
de Psicología Médica, y junto con Charcot, el Diccionario de Psicología Médica.
Su bisabuelo (William Tuke), su abuelo (Henry Tuke), su padre (Samuel Tuke) y
su hermano mayor (James Tuke) lo precedieron en la dirección del hospital
mental de El Retiro, en la ciudad de York (Inglaterra), pionero en la
instauración del Tratamiento Moral como apoyo psicoterapéutico.
Karl Ludwig Kahlbaum (1828 – 1899) describió la diastrefia (un subtipo de
paranoia), la catatonía (síndrome psicomotor caracterizado por la permanencia
por largo tiempo en posiciones y posturas antianatómicas típico de algunos
pacientes esquizofrénicos, asociado también a negativismo, oposición,
catalepsia, rigidez, flexibilidad cérea, estereotipias gestuales y furor
catatónico), la ciclotimia, la distimia, la Esquizofrenia Catatónica y el
Trastorno Depresivo Recurrente.
Wilhelm Maximilian Wundt (1832 – 1920) abordó el psiquismo humano con lo que
él entendía por rigor científico, en un laboratorio especialmente diseñado para
medir y cuantificar las respuestas corporales frente a determinados estímulos.
Fue el primero en llamarse a sí mismo psicólogo, y en sus escritos delimitó
claramente a la Psicología como una disciplina independiente de la Medicina, la
Biología y la Filosofía. Investigó sobre anatomía, fisiología, neurofisiología,
neuropsiquiatría, óptica, tiempos de reacción (lo que él llamó Cronometría
Mental), e histología. Fundó la Psicología Experimental. Se le reconoce como
uno de los padres de la Psicología Moderna, al lado de William James y Eugen
Bleuler.
Cesare Lombroso (1835 – 1909) fue uno de los pioneros de la
Criminología, y el padre de la Criminología Antropológica, postulando que
ciertos delincuentes no se hacían sino que nacían, y que podían ser
identificados por lo que él denominó atavismos criminales (varones de cráneo y
rostro asimétricos, arcos ciliares grandes, orejas grandes, prognatismo, brazos
muy largos), idea en la actualidad muy discutible, pues la evidencia ha mostrado
que también las mujeres y los varones de apariencia armónica pueden verse
involucrados en conductas delictivas. Siguen vigentes, en cambio, sus
observaciones acerca de los factores sociales asociados con el crimen
(deprivación afectiva, hogares sin padre, pobreza, desempleo, discriminación,
baja escolaridad, condiciones de insalubres de vivienda) y de cómo algunas
personas con epilepsia o retraso mental podían tener dificultad para controlar
sus impulsos y, sin tratamiento psiquiátrico, incurrir en conductas delictivas
ocasionales.
Franz Brentano (1838 – 1917) realizó estudios sobre la conciencia y
la intencionalidad (a la que consideró una de las características centrales del
fenómeno psíquico). Distinguió seres vivos de seres inertes según el criterio
de intencionalidad, de la que carecen los segundos. Al establecer las
diferencias entre Psicología Genética y Psicología Descriptiva, y al postular
su Teoría de la Percepción (según la cual lo percibido no es lo real, sino lo
que la mente se representa de esa realidad), sentó las bases para la
Fenomenología de Husserl. Definió también el Objeto Intencional (aquél hacia el
que se dirigen los deseos humanos, y que provoca unos procesos cognitivos y
motores que se perciben como conducta).
San Benito Menni (1841 - 1914) se esforzó por superar los estigmas y la
exclusión de las que seguían siendo víctimas los pacientes mentales. Junto a
las venerables María
Josefa Recio (1846 - 1883) y María Angustias Giménez Vera (1849 -
1897) fundó las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, cuyo
carisma es la atención en Psiquiatría.
William James (1842 – 1910) fundó el Pragmatismo y la Psicología
Funcional, basándose en lo que denominó empirismo radical. Sus investigaciones
versaron sobre los instintos, las sensaciones, las emociones, la estética, la
espiritualidad, la telepatía, la identidad y la voluntad. Dividió el Self en
material, social, espiritual y yoico (al que llamó Ego Puro). Es considerado,
junto a Wilhelm Wundt y Eugen Bleuler, el padre de la Psicología Moderna.
Josef Breuer (1842 – 1925) fue el creador del método catártico en
psicoterapia. Escribió, junto a su discípulo Sigmund Freud, los primeros
reportes de caso de pacientes histriónicas manejadas a través de la terapia
hablada.
Ewald Hecker (1843 – 1909), discípulo y amigo de Kahlbaum,
describió junto a él la Esquizofrenia Hebefrénica.
Carl Wernicke (1848 – 1905) describió algunas secuelas
neuropsiquiátricas de las encefalopatías; la encefalopatía que lleva su nombre
es la causada por la depleción de las reservas de vitamina B, particularmente
la B1 (tiamina), se suele presentar con oftalmoplejia, ataxia y confusión
mental, y mejora y resuelve (muchas veces por completo) con la reposición
nutricional de tiamina. De otro lado, describió la afasia que lleva su nombre
(también llamada afasia receptiva o sensorial), en la que se conservan la
fluidez verbal y la escritura, pero éstas, frecuentemente, ilógicas o carentes
de sentido, con una alteración en la comprensión de lo que se lee o escucha.
Los pacientes con afasia de este tipo por lo general tienen afectada el giro
superior del lóbulo temporal del hemisferio dominante (el cual es el hemisferio
izquierdo en la mayoría de los sujetos).
Sergei Korsakoff (1854 – 1900) introdujo los conceptos de Paranoia,
Psicosis Alcohólica y Polineuropatía Alcohólica. Describió el síndrome amnésico
asociado a deficiencia de tiamina (vitamina B1) que lleva su nombre.
George Stanley Hall (1846 – 1924) investigó sobre el desarrollo del niño,
en el que vio el reflejo de la evolución humana, desde lo que él consideró el
predominio de los instintos y la barbarie de los primeros años, hasta la
adquisición de la cultura y la civilización de la entrada a la adultez.
Advirtió también que el marcado individualismo, el materialismo hedonista y la
insolidaridad de la sociedad estadounidense iban a traer grandes dificultades a
dicho país.
Ivan Petrovich Pavlov (1849 – 1936) postuló los principios del
Condicionamiento Clásico (en el que se da la asociación entre un estímulo condicionado
y uno incondicionado), que tuvo tenido una gran influencia en las terapias
conductistas y en la desensibilización sistemática.
Arnold Pick (1851 – 1924) estudió las amnesias y los Síndromes de
Demencia, categorizando un tipo de deterioro cognitivo asociado a la enfermedad
que lleva su nombre, consistente en una degeneración de los lóbulos frontales y
parietales, con la consiguiente sintomatología (dificultad para el habla que
puede llegar a la afasia no fluente, dificultad para el pensamiento que puede
llegar a la incapacidad para argumentar y pensar racionalmente, marcado cambio
en la conducta con gran alteración del funcionamiento previo, pérdida del tacto
social, comportamiento errático, ansiedad y temores irracionales, desinhibición
social, y en ocasiones hostilidad y franca agresividad), que puede terminar en
una franca Demencia Semántica.
Santiago Ramón y Cajal (1852 – 1934) fue el padre de la Neurociencia.
Describió la fisiología retiniana, los distintos tipos de neuronas, los conos
neuronales, la transmisión del impulso nervioso, las hendiduras sinápticas, las
espinas dendríticas, y las células intersticiales que llevan su nombre.
Emil Kräpelin (1856 – 1926) creó la Psicofarmacología y la
Psiquiatría Genética, fue un abanderado de la Psiquiatría Biológica y dio un
gran empuje a la Psiquiatría Clínica al categorizar y ordenar los trastornos
mentales descritos hasta el momento. Denominó varios trastornos mentales usando
epónimos (homenajeando a quienes habían sido los primeros en estudiar determinadas
dolencias), desarrolló la Psicopatología al dar un abordaje semiológico y
sindromático de las enfermedades, y estableció claramente la diferencia entre
las dos Psicosis mayores: la Esquizofrenia (a la que llamó Demencia Precoz) y
el Trastorno Afectivo Bipolar (al que llamó Psicosis Maniaco-Depresiva).
Estudió los Trastornos del Humor y clasificó los distintos Episodios
Depresivos. Basándose en las descripciones de Lombroso, creó el diagnóstico de
Trastorno Psicopático de la Personalidad para aquellos criminales que no tenían
un sentido moral ni sentían remordimiento alguno, y que disfrutaban engañando,
robando, dañando y haciendo sufrir al prójimo. Vivió convencido de que, algún
día, se encontrarían patrones genéticos específicos y biomarcadores para
facilitar el diagnóstico de los padecimientos mentales.
Enrico Ferri (1856 - 1929), escritor, criminalista y sociólogo que
había estudiado con Lombroso, postuló que en todos los delitos había una
condición psicológica o una enfermedad psiquiátrica subyacente.
Sigmund Freud (1856 – 1939) fue el padre del Psicoanálisis, una
terapia hablada basada en la asociación libre y la exploración del
inconsciente. Explorando junto a Breuer distintos abordajes para el tratamiento
de la Histeria, postuló que el origen de las neurosis histéricas estaba en la
represión sexual (tanto en la propia vida sexual insatisfecha, como en el deseo
de olvidar o reprimir ciertos impulsos o recuerdos egodistónicos). Definió
ideas clave como transferencia, contratransferencia, resistencia, pulsión,
libido, equivalente somático, símbolo, funciones yoicas, mecanismos de defensa
(que describió casi en su totalidad), envidia del pene, fijación, gratificación
y frustración.
Cuando Jung describió los complejos, propuso el
Complejo de Edipo (el deseo de aniquilar al padre del mismo sexo, y de entablar
relaciones sexuales con el progenitor del sexo opuesto) como una realidad
universal. Tomó el concepto platónico del alma tripartita para proponer su
modelo topográfico del psiquismo, que concibió con tres estratos: Consciente
(el de más fácil acceso, pero también el más pequeño, que abarca todos los
datos de los que el sujeto se está percatando fácilmente en ese instante),
preconsciente (al que se llega tras un ejercicio de introspección simple, y
abarca aquellos contenidos de los que el sujeto no es consciente en el momento,
pero podría darse cuenta fácilmente) e Inconsciente (la zona más profunda, y
también más grande, en la que se encuentran todos aquellos elementos de los que
el sujeto sólo puede tener pistas o trazas a través de sus sueños, sus actos
fallidos, sus producciones artísticas y, en general, en sus actividades más
creativas y libres, además, claro está, de un tratamiento psicoanalítico). Ya
antes había propuesto el modelo telescópico (que ponía a la psique como un
agente central, organizador de todas las aferencias o estímulos, y ejecutor de
todas las eferencias o descargas), y después, al final de su vida, añadió el
modelo estructural, en el que describió al psiquismo como una entidad dividida
en tres estructuras: Superyo (la conciencia moral, lo que se establece como “el
deber ser de las cosas”, la normatividad, las exigencias personales, sociales y
jurídicas que limitan la libertad en aras de conseguir la adecuación social),
Ello (el aspecto más animal e instintivo de la personalidad, guiado por el
principio del placer, siempre buscando satisfacción y descarga pulsional) y Yo
(el mediador entre las exigencias del Superyo y las exigencias del Ello,
favorecedor de la adaptación al entorno y la supervivencia, guiado por el
principio de realidad).
En sus trabajos antropológicos, hipotetizó que las
sociedades primitivas se organizaron alrededor de la prohibición (el tabú) del
incesto y la culpa por el asesinato del patriarca original (fundador de la
tribu e instaurador original de dicha prohibición, que sería luego representado
en el tótem) a manos de sus propios descendientes. Postuló que los instintos
más fuertes en el hombre eran el Eros (sexo) y el Tánatos (agresión).
Estableció también las Etapas del Desarrollo Psicosexual (Oral, Anal,
Fálico-Edípica, Latencia, Sexualidad Adulta) y dio los criterios para
diferenciar la sexualidad sana (madura) de la sexualidad patológica (infantil,
polimorfoperversa).
Alfred Binet (1857 – 1911) realizó investigaciones sobre
automatismo psíquico, psicodesarrollo y aprendizaje, y desarrolló con Théodore Simon (1872 – 1961) el primer
test de inteligencia.
Eugen Bleuler (1857 – 1939) destacó por su acercamiento integral a
los pacientes mentales, acuñó el término Esquizofrenia y sugirió, atinadamente,
que era un síndrome que incluía varios subtipos. Asimismo, describió la
ambivalencia, la alogia, la abulia, el aplanamiento afectivo, el autismo, y la
alteración de la vivencia subjetiva de la personalidad (despersonalización)
como síntomas patognomónicos de la misma. Fue partidario de favorecer la rápida
reintegración de los pacientes a sus familias, trabajos y comunidades, como
estrategia para prevenir la institucionalización. Estudió el sentimiento de
culpa como trasfondo de los Trastornos de Ansiedad, y describió los rápidos
cambios que experimentan los pacientes limítrofes en cuanto a sus seres
queridos (pasando del amor al odio con facilidad). También fue el primero en
escribir con precisión acerca del Trastorno Mental Secundario a
Lesión/Disfunción Cerebral y del Delirium.
Julius Wagner Ritter von Jauregg (1857 – 1940) investigó las psicosis debidas a
patología tiroidea, describió las consecuencias psiquiátricas del
hipotiroidismo congénito y postuló un tratamiento del bocio consistente en
administración de yodo. Tras observar que los pacientes con parálisis general
progresiva asociada a neurosífilis mejoraban con los cuadros febriles, creó la
piroterapia (el uso de los cuadros febriles como tratamiento) y la
malarioterapia (el uso del paludismo para el tratamiento de las parálisis
generales).
Domingo Felipe Cabred (1859 – 1929) realizó aportes a la psiquiatría forense
y la criminalística, señaló los efectos neurodegenerativos del alcohol y sostuvo
que los enfermos mentales que hubieran cometido delitos no debían ir a las
cárceles sino a hospicios psiquiátricos. También creó el primer hospital mental
de puertas abiertas de Latinoamérica.
Pierre Marie Felix Janet (1859 – 1947) fue considerado, junto a William James
y Wilhelm Wundt, uno de los padres de la Psicología. Estudió el fenómeno de la
transferencia (al que llamó “pasión magnética”), la conciencia, el movimiento y
la voluntad (definiendo Psicastenia y Adinamia), las obsesiones, los síndromes
confusionales, la disociación ideo-afectiva, la jerarquía de las funciones
superiores (señalando, atinadamente, a la conciencia como el fundamento del
funcionamiento mental), el sonambulismo, la doble personalidad, los síntomas
histéricos, los automatismos motores y el psicodesarrollo.
Estableció el Análisis Psicológico como psicoterapia,
diferente del Psicoanálisis (de hecho, antecediendo al Psicoanálisis), aunque
partiendo del mismo punto de partida: el psiquismo no consciente (aunque en vez
de usar el término Inconsciente que usó Freud, habló de Subconsciente).
Investigó sobre el Sentimiento de Incompletud, citado por Adler como una de las
características del Complejo de Inferioridad. A diferencia de Freud, que
postuló la represión sexual como el origen de las neurosis, sostuvo que ellas
se debían a fallas en la integración y a la regresión a tendencias más arcaicas
del psicodesarrollo (idea que tomaría prestada Freud para hablar de la
regresión).
James McKeen Cattell (1860 – 1944) estudió con Wundt y fue un psicólogo
funcionalista, centrado en las actividades de la mente, que hizo aportes al
estudio de la personalidad y se interesó en las diferencias individuales en las
funciones cognitivas, para cuya detección diseñó test de inteligencia.
James Mark Baldwin (1861 – 1934) aplicó la Teoría Evolucionista a la
Psicología y a la Filosofía de la Mente, explorando conceptos como el de la
selección natural funcional y la epigenética. Sostuvo que los factores
ambientales podían mitigar, reforzar o detonar la expresión de algunos genes.
También postuló que ciertas prácticas culturales pueden ser internalizadas a
tal punto que se terminan convirtiendo en instintivas, como la prohibición del
incesto. A esto se le llamó después Efecto Baldwin (o Evolución Baldwiniana).
Hugo Munsterberg (1863 – 1916) aplicó los test de inteligencia a las
actividades de selección de empleados.
Alois Alzheimer (1864 – 1915) descubrió los ovillos neurofibrilares
presentes en los cerebros de los pacientes que habían muerto con diagnóstico de
Demencia Senil (Fischer describió las placas de amiloide), e hizo hincapié en
el deterioro lento, progresivo e irreversible de las funciones cognitivas,
especialmente la memoria, que experimentaron dichos pacientes. Dicha enfermedad
hoy lleva su nombre, gracias a su colega Kräpelin. Estuvo también interesado en
la sintomatología psiquiátrica de los tumores cerebrales y las epilepsias.
George Walther Groddeck (1866 – 1934) fue el padre de la Medicina
Psicosomática, insistió en la necesidad de abordar a los pacientes de forma
integral (considerando sus aspectos emocionales como algo tan relevante como
sus antecedentes patológicos o quirúrgicos) y señaló que los conflictos
inconscientes alteran hasta la fisiología del organismo.
Adolf Meyer (1866 – 1950) fue el padre de la Ergasiología, una
propuesta que enlazaba los factores biológicos, psicológicos y sociales a la
hora de definir las enfermedades mentales. Toda su vida luchó por el
reconocimiento de la Salud Mental como un todo derivado tanto de los genes como
del cerebro, la crianza, el ambiente y la cultura. Asimismo, sus abordajes
terapéuticos fueron siempre integrales. Apoyó el uso de la Terapia Ocupacional,
de la Psicoterapia de Grupo y de las actividades comunitarias dentro de los
planes de tratamiento de los pacientes psiquiátricos.
Christfried Jakob (1866 – 1956) consideró al cerebro humano un producto
histórico, a través de un proceso que denominó Encefalogonía Biológica (la
evolución del córtex cerebral, desde las células neuroepiteliales de los
celentéreos hasta la neocorteza de los mamíferos más evolucionados); también
postuló la función cronotrópica cerebral (la concatenación de gnosias y praxias
que permiten la elaboración de la experiencia y la construcción de objetos
internos).
Henry Herbert Goddard (1866 – 1957) tradujo al inglés el test de Binet y
difundió el uso de pruebas de inteligencia para la selección de personal;
realizó estudios sobre retraso mental y defendió la limitación de la
responsabilidad penal en los pacientes con inteligencia inferior al promedio.
Edward Bradford Titchener (1867 - 1927), discípulo de Wundt, fue un abanderado
de la Psicología Experimental y el Estructuralismo (centrado en los contenidos
de la mente).
Lightner Witmer (1867 – 1958), discípulo de Wundt y Cattell, acuñó el
término Psicología Clínica para la rama de la Psicología más relacionada con la
Psiquiatría, encargada de usar los hallazgos de otras ramas de la Psicología en
el tratamiento de las personas, buscando su salud mental.
Alfred Adler (1870 – 1937) fue el padre de la Psicología
Individual, un modelo antropológico, sociológico y psicoterapéutico. Trabajó en
conceptos como psicodesarrollo, personalidad, autoestima, adicción, sentimiento
de culpa, sentimiento de inferioridad y sentimiento de superioridad. Procuró
que trabajadores sociales, líderes políticos, profesores y familiares de los
pacientes se interesaran en conocer y asimilar los fundamentos de la
Psiquiatría, para que pudieran cooperar eficazmente en el tratamiento de los
enfermos mentales. Introdujo en la psicoterapia la definición de metas y
objetivos, el método mayéutico de Sócrates y la interpretación del síntoma.
Describió el mecanismo de defensa llamado Compensación (el desarrollo de
habilidades intelectuales o morales para reforzar una autoestima amenazada por
una lesión orgánica o un defecto corporal), el Complejo de Inferioridad (dado
por la carencia o el defecto físico, la exclusión social o la sensación de
haber sido humillado o maltratado) y el Complejo de Superioridad (que
desarrollan quienes han tenido previamente un complejo de inferioridad, pero
han compensado sus taras o defectos con el desarrollo de otras habilidades y un
estilo arrogante y engreído que creen que los protege de la crítica o la
desaprobación).
Adler señaló los problemas psicológicos derivados de
nacer en determinado orden (el neuroticismo y el excesivo sentimiento de
responsabilidad en los hermanos mayores, que los hace más proclives a la
enfermedad mental; la tendencia a la rebeldía de los hermanos medios; el riesgo
de inacción e infantilismo en los hermanos menores), las ventajas de la
religiosidad y la actividad creativa para la salud mental, la necesidad de una
educación personalizada y la necesidad de abordajes pragmáticos y razonables en
los pacientes con adicciones. Estableció también una Tipología del Carácter,
con estas categorías: Necesitados (personas sensibles, buscadoras de ayuda y
apoyo externos, psíquicamente vulnerables, faltas de energía y dependientes),
Evitativos (personas a las que no les gusta fracasar o ser derrotadas, y
pretenden ser exitosas sin arriesgarse nunca, por lo que suelen ser pasivas y
poco sociables, y tener carreras mediocres), Dominantes (personas egoístas,
ávidas de poder, manipuladoras, maquiavélicas y desconsideradas, tendientes a
la sociopatía y a buscar puestos de mando) y Socialmente Útiles (optimistas,
activas, enérgicas, solidarias, espirituales, generosas y dadas a hacer el bien
a la comunidad).
María Montessori (1870 – 1952) ideó un método educativo aún vigente,
influenciado por Pestalozzi, que promueve la exploración sensorial, la libertad
curricular, el aprendizaje activo, la manipulación y el contacto con el
entorno. Anticipándose a Lorenz y Chomsky, encontró que la actividad espontánea
de los niños (muchas veces independiente de lo que les proponga el entorno)
revelaba una programación interna de desarrollo. En consecuencia, concluyó que
las labores del educador eran: remover los obstáculos al desarrollo natural del
infante, promover y estimular el florecimiento de sus potencialidades, y
presentar escenarios prácticos para integrar los nuevos conocimientos.
Walter Bradford Cannon (1875 – 1945) describió el Sistema Nervioso Autónomo y
aplicó sus hallazgos fisiológicos a la conducta humana, postulando junto a Phillip Bard (1898 – 1977) la Teoría
Biopsicológica de las Emociones.
Joseph Hersey Pratt (1872 – 1956) fue un pionero de la Psicoterapia de
Grupo, estableciendo una terapia de grupo psicoeducativa, encaminada a aportar
a sus miembros (que eran pacientes tuberculosos) información sobre la
enfermedad y el tratamiento, y apoyo en los momentos de desánimo.
Sandor Ferenczi (1873 – 1933) introdujo modificaciones en el
tratamiento psicoanalítico, dando una participación más activa al terapeuta
(permitiéndole salir de la neutralidad y la abstinencia freudianas) con el
objetivo de animar, señalar, aconsejar, confrontar, clarificar o motivar al
paciente. Instituyó una técnica llamada Activación Conductual. Profundizó en el
estudio de las transferencias, la empatía y los Trastornos del Desarrollo
(sugiriendo que muchos de ellos se debían a sobreestimulación o deprivación
sensorial, falta de empatía, confusión de roles y fallas en la comunicación).
Franz Karl Heinrich Wilmanns (1873 – 1945) fundó la Escuela de Psicopatología de
Heidelberg, y contribuyó con sus observaciones a la modernización de la
semiología psiquiátrica.
Edward Lee Thorndike (1874 – 1949) fue uno de los pioneros de la Psicología
Comparativa, la Psicología del Aprendizaje y la Psicología de la Educación.
Ideó pruebas de inteligencia y exámenes de selección de trabajadores.
Antonio Caetano Egas Moniz (1874 – 1955) desarrolló la angiografía cerebral, la
leucotomía (que hoy en día sólo se utiliza en muy contados casos de epilepsias
refractarias al manejo farmacológico), el tratamiento quirúrgico de los tumores
cerebrales y la fisiopatología de la conducta sexual.
Nicholas Trigant Burrow (1875 – 1950) fundamentó la Psicoterapia Analítica de
Grupo, centrada en la expresión emocional, e inventó el concepto de
Neurodinamismo.
Carl Gustav Jung (1875 – 1961) fundó la Psicología Analítica,
describió los principios de Individuación (la evolución, que dura toda la vida,
hacia la diferenciación entre la conciencia propia y los contenidos del
inconsciente personal y del inconsciente colectivo), Integración (captación, en
la conciencia, de elementos que antes eran inconscientes, seguida de un
ensanchamiento del Yo y del surgimiento de una personalidad más sana, en la que
los opuestos quedan conectados) y Maduración (descubrimiento progresivo de las
propias tendencias, y de la manera en que pueden ponerse al servicio de un
autoconocimiento y de un fortalecimiento yoico cada vez mayores). Desarrolló,
junto con el físico Wolfgang Pauli, el concepto de Sincronicidad (la relación o
el paralelismo no causal entre distintos eventos, que producen una sumatoria de
eventos llamativos que van más allá, estadísticamente, del puro azar).
Definió los Arquetipos (ideas ancestrales, derivadas
de fenómenos y vivencias milenarias, que como especie los seres humanos fueron
introyectando hasta hacerlas parte de su acervo evolutivo y de su forma de ser,
presentes en el Inconsciente Colectivo y expresadas en todo tipo de
manifestaciones culturales, desde mitos y relatos hasta símbolos e ideogramas
que se repiten en diversas culturas y sociedades), las Imágenes Arquetípicas
(símbolos universales que representan arquetipos del inconsciente colectivo,
presentes en la iconografía y el arte religioso), los Complejos (conjunto de
elementos inconscientes, adquiridos por experiencias vividas en la infancia,
que influyen en la personalidad), el Inconsciente Colectivo (en el que se
archivan las más intensas o frecuentes experiencias psíquicas que ha tenido la
Humanidad a lo largo de su evolución), el Inconsciente Personal (acopio de las
experiencias psíquicas que ha tenido el individuo a lo largo de su vida), el
Self (la imagen arquetípica que conduce a la unión del sistema psíquico
consciente con el sistema psíquico inconsciente, y que configura, en
consecuencia, lo que se es), la Sombra (los aspectos reprimidos y desconocidos
de la personalidad), el Ego (el centro del campo de conciencia, que permite al
hombre la sensación de existencia, identidad y realidad), el Anima (la
contraparte sexual del psiquismo masculino consciente, de naturaleza femenina,
a la que el varón debe conocer para lograr una personalidad equilibrada), el
Animus (la contraparte sexual del psiquismo femenino consciente, de naturaleza
masculina, a la que la mujer debe conocer para lograr una personalidad
equilibrada), las Personas (elementos de la personalidad que aparecen por
razones de adaptación o conveniencia personal, las máscaras que el sujeto se
pone en determinadas situaciones) y la Personalidad (la forma en la que el sujeto
se relaciona con los demás, la máscara que más suele usar, en diversas
situaciones). Entendió a los sexos masculino y femenino como dos realidades
complementarias, igual de valiosas, que en armonía y unión (lo que llamó boda
alquímica) producen la Conjunción de los Opuestos (la unidad, la totalidad);
por dicho motivo, los hombres tienen mucho que aprender de las mujeres, y las
mujeres tienen mucho que aprender de los hombres.
En cuanto a la personalidad, Jung presentó cuatro
funciones psicológicas básicas: pensar, sentir, intuir y percibir. En cada
sujeto, destacan peculiarmente una o varias de estas funciones. En cuanto al
carácter, consideró que existían dos grandes categorías: Extraversión (interés
en el mundo externo, toma de decisiones según su impacto en la realidad
externa, acciones llevadas a cabo según lo que los demás pensarían de ellas,
ética construida según la opinión mayoritaria, sugestionabilidad,
influenciabilidad, necesidad de hacerse notar por los demás) e Introversión
(interés por el mundo interno, atención enfocada en los propios sentimientos y
pensamientos, orientación de la conducta según los propios ideales y no según
la opinión de la mayoría, acciones coherentes con los propios valores, toma de
decisiones según su preferencia, creatividad, dificultades para acomodarse al
entorno). A partir de las funciones psicológicas básicas y de los dos tipos de
carácter fundamentales, se producen ocho tipos de personalidad: Reflexivo
Extravertido (racional, objetivo, regido por principios inamovibles que trata
de imponer a los demás), Reflexivo Introvertido (intelectual, imaginativo,
creativo, con frecuencia desconectado del mundo exterior), Sentimental
Extravertido (con gran habilidad para entender a los otros y establecer
relaciones sociales, buen comunicador y empático), Sentimental Introvertido
(dado a ayudar a los demás, silencioso, a gusto cuando pasa desapercibido),
Perceptivo Extravertido (buscador de nuevas experiencias, es alegre y vivaz, se
aburre fácilmente, ansía el placer y la estimulación constantemente),
Perceptivo Introvertido (artístico, vive con intensidad sus experiencias
sensoriales, da gran valor al color, la forma y la textura de las cosas),
Intuitivo Extravertido (aventurero, emprendedor, activo, inquieto, con
frecuencia en conflicto con una sociedad que percibe carente de dinamismo),
Intuitivo Introvertido (imaginativo, soñador, idealista, dado a experiencias
místicas).
Jung fue partidario de utilizar la religión a favor de
los pacientes, como una forma de darle propósito y sentido a sus vidas. Fue un
gran conocedor tanto de la tradición judeocristiana como del taoísmo, el
hinduismo, el budismo, el taoísmo y el gnosticismo, aunque él mismo fuese un
panteísta. Siempre estuvo convencido de la necesidad de unir oración, meditación,
interpretación de los sueños, psicoterapia, baile y actividades artísticas
(siendo precursor de la Arteterapia) al tratamiento psiquiátrico básico. Con su
énfasis en la espiritualidad, influyó en la filosofía de Alcohólicos Anónimos.
También destacó por sus estudios en Historia del Arte, Mitología, Antropología,
Literatura, Alquimia, Sociología, Mecánica Cuántica y Parapsicología.
Oskar Fischer (1876 – 1942) describió las placas seniles como
patognomónicas de la Demencia Senil, junto con los ovillos neurofibrilares que
el propio Alzheimer había encontrado.
Karl Abraham (1877 – 1925) construyó, junto con Sigmund Freud, las
subetapas de la etapa Oral del desarrollo psicosexual: incorporativa (con deseo
de absorber y nutrirse del seno materno, de características introyectivas,
durante el primer año de vida) y canibalística (con voracidad y deseo de
morder, agredir y destruir al seno materno, entre el primer y el segundo año de
vida).
Lewis Terman (1877 – 1956) fue un pionero de la Psicología
Educativa; estudió la inteligencia y diseñó pruebas para medirla.
Ugo Cerletti (1877 – 1963) y Lucio
Bini (1908 – 1964) encontraron que la terapia electroconvulsiva podía ser
útil en pacientes con trastorno depresivo mayor, esquizofrenia o trastorno
afectivo bipolar en crisis.
John Broadus Watson (1878 – 1958) fundó el Conductismo como escuela
psicológica y antropológica, y estableció los principios de la Terapia
Conductual. Consideró que sólo eran válidos los datos puramente objetivos y
experimentales, como en las ciencias naturales. En ese orden de ideas, no
estableció diferencias entre el psiquismo humano y el psiquismo de otros
mamíferos, y buscó un esquema universal de respuesta animal. El conductismo
puso su énfasis en la conducta externa, objetivamente captable y mensurable, y
sostuvo que sólo el análisis de las conductas y las reacciones podría dar una
idea clara de cómo funciona el psiquismo. Insistió en que la Psicología no
debía enfocarse en la mente, ni en la consciencia, ni mucho menos en lo
inconsciente, sino en las conductas observables.
Encontró que cuando se repetían los mismos estímulos,
se solía repetir la misma respuesta (o una acción motora, o un recuerdo). Por
eso en su terapia el objetivo central era encontrar la conducta no deseada (que
entendía como respuesta conductual) y disminuir, inhibir y en lo posible
suprimir dicha respuesta, modificando los estímulos que la provocaban.
Describió el lenguaje como un hábito manipulativo (que usa los órganos
fonatorios como instrumentos) e imitativo (se aprende escuchando a otro), y a
las palabras como simples sustitutos de objetos y situaciones. La lectura,
asimismo, sería un aprender a articular determinados sonidos frente a ciertas
letras, de forma imitativa, tal como lo hace quien enseña al niño a leer. Y
estos primeros ejercicios lingüísticos serían para el niño sus primeros
recuerdos, la base de su memoria.
También se interesó en el estudio de las emociones (y
sus condicionamientos), a las que estudió meras respuestas físicas. Con
respecto al miedo, hipotetizó que sólo dos estímulos evocadores de miedo eran
no condicionados: el ruido súbito y la sensación de caída por pérdida del
soporte físico. Ambos provocaban llanto, incremento de la frecuencia cardiaca y
respiratoria, cierre ocular y sobresalto. Los otros miedos serían aprendidos
(condicionados). En cuanto a la rabia, postuló que era una respuesta innata a
la sensación de constreñimiento corporal. Las situaciones que provocan rabia en
animales y personas serían entonces aquellas que se asociaran con las
sensaciones corporales de restricción y compresión. El amor como tal no
existiría, sino las respuestas de placer frente a estímulos sensitivos como las
caricias y las cosquillas; el ser humano aprendería a querer, para Watson, en
la medida en que asociara dichos estímulos con determinado rostro. Al final de
su vida incursionó en la publicidad y el neuromercadeo, llamando la atención de
los potenciales consumidores con estrategias que apelaban a los instintos más
fuertes.
Kurt Goldstein (1878 – 1965) describió el principio de
Autoactualización (idea que influiría enormemente en Maslow y Rogers), la
fuerza que mueve a los seres humanos a buscar siempre más, a crecer y aprender,
para desarrollar plenamente sus potencialidades. Encontró que los pacientes esquizofrénicos
presentaban un daño severo en su capacidad de abstracción, similar al de los
pacientes con trauma cerebral severo, pero hipotetizó que en el caso de los
primeros tal deterioro cognitivo sería un mecanismo protector frente a la
tremenda angustia que resultaría de ser plenamente consciente de tener la
enfermedad. También se esforzó en rehabilitar a los pacientes que tenían
traumas de guerra (muchos de ellos, soldados sobrevivientes de las dos
espantosas Guerras Mundiales), utilizando un abordaje novedoso para su época:
un equipo interdisciplinario (conformado por psiquiatras, ortopedistas,
neurólogos, fisiatras, kinesiólogos, pedagogos, fisioterapeutas, terapeutas
ocupacionales y psicólogos) y enfocado en la recuperación de las habilidades
cognitivas y la capacidad de trabajo, que tuvo gran éxito.
Alfred Ernest Jones (1879 – 1958) describió el narcisismo fálico y
realizó estudios sobre sexualidad infantil.
Max Eitingon (1881 – 1943) escribió sobre el desarrollo
psicosexual, las personalidades geniales y los parámetros para el entrenamiento
de los futuros psicoanalistas.
Hanns Sachs (1881 – 1947) describió la actividad artística como
una sublimación de los sentimientos de culpa, la configuración del superyó
femenino y la relación entre las personalidades trastornadas y el antecedente
de identificaciones fugaces inestables en la infancia.
Pierre Teilhard de Chardin (1881 – 1955) sostuvo que la educación (a la que
entendía como vehículo para la cultura) era necesaria para la evolución del ser
humano, pues le permitía acceder a productos culturales (como conocimientos y
tecnologías) que de otra manera, por sí mismo, tal vez no llegaría nunca a
descubrir. Asimismo, gracias a esos saberes previos podía crear nuevas
herramientas o postular nuevas hipótesis sobre sí mismo o el mundo. También
asumió el Universo como un todo interconectado, con un sentido finalístico
determinado por su Creador, que al final de su evolución natural (que
incluiría, además de cambios físicos como la encefalización, cambios mentales y
espirituales) culminaría en un supuesto Punto Omega en el que el ser humano
llegaría a una conciencia plena, en sintonía con Dios y en armonía con todo lo
creado.
Ludwig Binswanger (1881 – 1966) fue el padre de la Psicología
Evolutiva, escribió sobre la realización humana (una necesidad y una meta), el
existir como algo que trasciende al estar, la enfermedad mental (a la que
consideró una confluencia de distintas alteraciones a nivel corporal, emocional
y relacional, así como en la percepción del espacio y el tiempo), el
ser-en-el-mundo, la necesidad de analizar en profundidad el contenido
manifiesto de los sueños (más allá del énfasis dado por Freud y Jung al
contenido latente de los mismos), y la importancia del mutuo reconocimiento y
el diálogo reflexivo en la psicoterapia.
Pío del Río Hortega (1882 – 1945) descubrió la microglía (también llamada
“células de Hortega”) y describió en profundidad las células de la glía
(microglía, astrocitos, oligodendrocitos).
Melanie Klein (1882 – 1960) estableció la Teoría de las Relaciones
Objetales. Sugirió que la angustia existencial preverbal de la infancia
catalizaría la formación del inconsciente y permitiría que el niño dividiera su
mundo en objetos buenos y objetos malos (siendo el objeto la imagen mental que
el hombre hace de los seres, vivos o no); el predominio de objetos buenos y de
gratificaciones en la infancia produciría personas sanas, el predominio de
objetos malos y de frustraciones sería el antecedente de los trastornos
mentales. Introdujo innovaciones técnicas al psicoanálisis (uso de plastilina y
juguetes con los niños, interacciones más constantes entre paciente y
terapeuta), sostuvo que el Tánatos (Pulsión de Muerte) era más fuerte que el
Eros (Pulsión de Vida) y que consistía no sólo en la agresión, sino en la
tendencia de todos los seres vivos hacia la desintegración, lo entrópico y lo
inorgánico.
Postuló que la relación entre el niño y la madre era
la más importante de todas, y que determinaría el comportamiento social (las
relaciones objetales) de ese sujeto en su adultez. También, que la primera
relación no se establecería con el rostro de la madre, sino con el pecho
materno. El pecho bueno (gratificador) estaría presente para alimentar y calmar
la ansiedad. El pecho malo (no gratificador) se ausentaría, pese a los reclamos
del bebé. Al crecer, el bebé notaría que no se trata sólo de un pecho, sino de
todo un objeto: la madre (una buena madre si gratificó más de lo que frustró,
una mala madre si ocurrió al contrario). Este paso del objeto parcial (pecho)
al objeto total (madre) le permite al niño asimilar que todo objeto tiene
cualidades y defectos; dicho aprendizaje continuaría dándose a lo largo de toda
la vida (por ejemplo, al entender que aún quienes se aman pueden a veces
herirse, o que una persona buena puede tener aspectos desagradables en su
personalidad).
Observó que los niños de más de dos años trataban de
satisfacer a sus madres mostrándoles las habilidades que iban adquiriendo
progresivamente en su desarrollo, tratando de hacerlas sonreír o enternecerse,
pues descubrían que provocar en ellas reacciones amorosas era más útil que
hacer berrinches o lloriqueos. Descubrió que los niños aparentemente fáciles de
criar (extremadamente dóciles e indiferentes, apáticos, conformistas) se solían
convertir en adultos muy neuróticos, ansiosos, con intereses muy restringidos,
perezosos, pusilánimes, tímidos e inhibidos socialmente. A propósito de las
primeras relaciones objetales, creyó que las personas con predominio del Eros
asumían ante la vida lo que ella llamó Posición Depresiva (realista, en la que
se percibiría a todos los objetos como objetos totales, con sus bondades y sus
defectos); por el contrario, las personas con predominio del Tánatos mostrarían
en su existencia una Posición Esquizo-Paranoide (desconfiada, enfocada sólo en
los aspectos negativos, las taras y las falsedades de los objetos). También
sostuvo que el Complejo de Edipo jamás se resolvía y que por eso discurría a lo
largo de toda la vida la configuración del Superyo.
Karl Ritter von Frisch (1886 - 1982) estudió sobre ciertas conductas innatas
en los animales, como el deseo de exploración (que en el hombre se sofisticó al
convertirse en deseo epistemofílico) y el movimiento ritual y organizado en el
marco de ciertas conductas encaminadas a la supervivencia.
Linus Cody Marsh (1883 – 1949) ideó una Psicoterapia de Grupo usando
conceptos de Freud, Moreno, Lazell, Le Bon y McDougall y estrategias
espirituales del cristianismo católico para favorecer la catarsis y la autoestima
de los pacientes, y allanarles la adaptación al ambiente hospitalario e
inspirarles un estado de ánimo feliz a pesar de las adversidades. Además,
indicó tareas complementarias (lecturas, trabajos en casa, ejercicios,
testimonios, juegos de roles y conferencias) y fue un promotor de los
encuentros comunitarios para favorecer la integración entre los pacientes, el
personal sanitario y la ciudadanía.
Karl Jaspers (1883 – 1969) fue partidario de unir Fenomenología y
Psiquiatría, argumentando que la mejor manera de llegar a un diagnóstico
certero era la de realizar una descripción concienzuda, descriptiva y
sindromática del cuadro clínico del paciente. Ideó el Método Biográfico (animar
a los pacientes a que escribieran diarios, relatos autobiográficos, reflexiones
y notas acerca de cómo se sentían) y abogó por un acercamiento humano y
racional al enfermo mental.
Diferenció entre el Contenido (el fenómeno que está
experimentando el paciente) y la Forma (los detalles de cómo se presenta dicho
fenómeno), la Explicación (lo que trataba de hacer el Psicoanálisis, frente al
que tuvo siempre reservas) y la Comprensión (la aproximación detallada y sin
sesgos teóricos de los signos y los síntomas del paciente), la Medición
(pretensión del Conductismo, del que también fue escéptico) y la Aprehensión
(más acorde con las ciencias humanas como la Psiquiatría, en la que nada es
completamente exacto, ni objetivable, ni predecible), y fue claro en la
categorización de las enfermedades acorde con su sintomatología, estableciendo
una Psicopatología exhaustivamente semiológica que definió toda la nosografía
psiquiátrica de las décadas posteriores.
Aclaró en qué consistían las alucinaciones
(percepciones sin objeto ubicadas fuera del cuerpo del paciente, siempre
patológicas y distorsionadoras de la personalidad) y cuáles eran sus subtipos
(encontrando que las más frecuentes eran las auditivas, seguidas por las
visuales), las pseudoalucinaciones (que cumplían los mismos criterios clínicos
de las alucinaciones, pero que el paciente experimentaba dentro de su cuerpo) y
las alucinosis (percepciones sin objeto reversibles, usualmente debidas a
intoxicación o lesión orgánica, que no modifican la personalidad), y estableció
los criterios diagnósticos del Delirio (idea errónea, sólo creída por el
paciente, sin respaldo en el mundo objetivo, no explicable por la pertenencia a
un grupo cultural, irreal, incomprensible, irracional, irreductible,
irreversible, inmodificable). También delimitó los conceptos de Idea Fija (cuya
recurrencia es de corta duración), Idea Sobrevalorada (con amplio respaldo
afectivo, asociada con una fanática adhesión), Idea Obsesiva (egodistónica,
intrusiva, generalmente asociada a compulsiones y rituales), Idea Deliroide (a
medio camino entre la obsesiva y la delirante) e Idea Delirante (Delirio), a la
que dividió en Primaria (con un origen interno en el paciente, no asociada a
ninguna vivencia o estímulo externo) y Secundaria (derivada de una vivencia o
un estímulo externo, por ejemplo, una alucinación).
Definió Situación Límite (vivencia coyuntural
conmocionante e inevitable, vivida como un desgarro, paradójica en cuanto a que
parece no tener salida pero contiene en sí misma la solución), Angustia
(sensación de opresión toráxica asociada a la ansiedad), Ansiedad (estado
mental caracterizado por una emoción desagradable o egodistónica de gran
inquietud, malestar e inseguridad) y Angustia Existencial (la surgida ante las
situaciones límite que escenifican el marco de la vida espiritual del hombre).
Insistió en que las atrocidades del nazismo, y de los sistemas totalitarios en
general, no podían ser olvidadas (para no ser repetidas), dado que la
naturaleza humana era muy proclive a la barbarie. Encontró también que ante a
las limitaciones de la vida, la desesperación y la angustia existencial, la fe
y la trascendencia pueden asegurar una libertad sin límites y una auténtica
existencia. La vida religiosa, según Jaspers, permite ir más allá del tiempo y
el espacio.
Hermann Rorschach (1884 – 1922) acuñó el término Psicodiagnóstico,
comparó pinturas de pacientes neuróticos con pinturas de pacientes psicóticos y
se interesó en las relaciones entre arte y psiquiatría. Su prueba proyectiva de
inspiración psicoanalítica (llamada Test de Rorschach en su honor) es aún muy
utilizada para evaluar la personalidad.
Otto Rank (1884 – 1939) propuso que la relación terapéutica
debe permitir al paciente pensar más creativamente, disfrutar más el aquí y el
ahora, desaprender pensamientos autodestructivos y sentirse más a gusto con lo
que es. Consideró las neurosis como patrones destructivos derivados del
estancamiento de la creatividad. Investigó acerca de la personalidad de los
artistas, el psicoanálisis del arte, el aprender-haciendo, las restricciones
sociales a la vida creativa (y el cómo superarlas), los mitos sobre héroes y el
trauma del nacimiento.
Luis López de Mesa (1884 – 1967) estudió la importancia de los factores
culturales y de crianza en la personalidad de los individuos, señalando que en
ciertas regiones o países se estimulaban más ciertas actitudes o conductas que
otras (y que ello producía las diferencias de comportamiento, y aún de
temperamento, vistas en distintos grupos culturales pertenecientes a la misma
raza y a la misma nación).
Karen Horney (1885 – 1952) destacó por situar el origen de la
neurosis en la indiferencia parental, lo que genera en el niño un sentimiento
de falta de calidez y lo lleva a desarrollar unos patrones anómalos de
comportamiento (a los que llamó Necesidades Neuróticas): necesidad de afecto y aprobación,
necesidad de alguien (o algo, como un gobernante, un partido político o un
movimiento social) que le solucione los problemas, necesidad de reconocimiento
y prestigio, necesidad de admiración, necesidad de poder, necesidad de dominio,
necesidad de manipulación (querer usar a los demás), necesidad de éxito
personal, necesidad de perfección (con pavor al fracaso).
Hans Prinzhorn (1886 – 1933) fue el padre de la Arteterapia, indagó
sobre los procesos de creación artística en los enfermos mentales, y amplió la
colección (iniciada por Kräpelin) de pinturas realizadas por pacientes de
diversos hospitales psiquiátricos alemanes.
Frederic Charles Bartlett (1886 – 1969) fue el precursor de la Psicología
Cognitiva. Estudió exhaustivamente las funciones superiores, en especial la
memoria y el pensamiento. Abordó la religión como experiencia, creencia y
acción. También investigó fenómenos sociales como los ritos de iniciación, la
psicología de masas y la propaganda política. En su Teoría de la Memoria sostuvo
que los recuerdos no son procesos mentales productivos, sino procesos mentales
reconstructivos que mezclan los datos reales con esquemas mentales propios del
sujeto (y, en consecuencia, distorsionados por su cultura, sus ideales, sus
valores, su estado emocional y sus intereses).
Max Wertheimer (1880 - 1943),
Kurt Koffka (1886 - 1941), Wolfgang
Kohler (1887 - 1967) y Kurt Lewin (1890
- 1947) estructuraron la Psicología de la Gestalt con sus aportes a los campos
de la percepción y el aprendizaje. Sostuvieron el principio de que “el todo es
más que la suma de las partes”: estudiar el todo de la experiencia es más
fecundo que estudiar aspectos aislados de la experiencia, pues la mente
usualmente procesa información simultáneamente, mucho más que secuencialmente.
Gregorio Marañón y Posadillo (1887 – 1960) inventó la Psicohistoria como un
intento de acercamiento clínico a los grandes personajes de la Historia,
concluyendo que los líderes políticos en realidad no actúan movidos por las
ideas, sino por motivaciones egoístas, emociones e instintos.
Kurt Schneider (1887 - 1967) estableció la diferencia entre
Depresión Endógena (de origen biológico) y Depresión Reactiva (secundaria a una
pérdida o dificultad existencial), definió el Trastorno Delirante Crónico y estableció
las diferencias entre la psicosis esquizofrénica y otras psicosis. Encontró los
síntomas de primer rango de la Esquizofrenia: alucinaciones auditivas complejas
(consistentes en voces que repiten los pensamientos del paciente, o que hablan
entre ellas sobre los pensamientos, las emociones o la conducta del paciente, o
que discuten entre ellas los pensamientos del paciente antes de que ocurran),
la experiencia subjetiva de ideas o pensamientos ajenos insertados en el propio
pensamiento (inserción de pensamiento), la experiencia subjetiva de que el
propio pensamiento puede ser escuchado por los demás (radiodifusión del
pensamiento), la experiencia subjetiva de que los propios pensamientos son
robados por otra persona o entidad (robo de pensamiento), la experiencia
subjetiva de que los pensamientos, las emociones, las sensaciones corporales y
aún los movimientos son generados por una persona o entidad ajena (experiencias
de pasividad), la presencia de ideas delirantes primarias (tal como las definió
Jaspers, el otro eminente investigador de la Escuela de Heidelberg) y la
percepción delirante (la creencia de que la percepción normal tiene un
significado especial, oculto a los demás).
Ahondó en la caracterización de los síntomas positivos
(delirios, alucinaciones) y los síntomas negativos (aplanamiento afectivo,
anhedonia, deterioro cognitivo, hipobulia o abulia, aislamiento social) de la
Esquizofrenia. Definió con claridad el Trastorno de Personalidad Psicopático,
Sociopático o Antisocial: inmoralidad o amoralidad, desprecio por el prójimo,
desdén por las leyes y las normas, ausencia de culpa o remordimiento frente a
los delitos cometidos, incapacidad para sentir compasión o misericordia,
impulsividad y conservación del juicio de la realidad (con lo que se distanció
de Bleuler, que consideró a la psicopatía un tipo de psicosis).
René Árpád Spitz (1887 – 1974) encontró que la deprivación afectiva
provocaba marasmo y muerte en los neonatos, así los hospitales y las Unidades
de Cuidado Neonatal tuvieran profesionales idóneos y contaran con instalaciones
y tecnología de primera calidad. Con un método experimental, y apoyándose en
cámaras de video, comparó niños con sus madres presentes, recibiendo caricias y
otros cuidados maternos permanentemente, con niños huérfanos o abandonados que
sólo interactuaban con el personal sanitario unos pocos segundos. Encontró que
los primeros se recuperaban más rápidamente y se volvían más fuertes y
vigorosos, mientras que aquellos carentes de afecto primero lloraban inconsolable
y ruidosamente, tratando de atraer la atención de los adultos, luego exhibían
movimientos cefálicos de balanceo y a final caían en un estado de apatía e
indiferencia que los llevaba a la muerte. Llamó a este fenómeno Depresión
Anaclítica (Hospitalismo en su grado más extremo), y propuso que era debido a
la sensación de pérdida del objeto amado (la madre), puesto que al asignarles a
estos niños enfermeras entrenadas para interactuar amorosamente con ellos no
sólo se evitaba su muerte, sino que también se lograban sorprendentes
recuperaciones. También notó que había un período crítico de tres a cinco
meses, a partir del cual la deprivación afectiva resultaba en un deterioro
rápido y usualmente fatal.
En otros estudios, halló que las fallas en la
nutrición y el afecto afectaban a los niños abandonados por sus madres,
disminuyendo su inteligencia y su iniciativa. En cambio, niños bien nutridos y
tratados con cariño por sus cuidadores en los orfanatos desarrollaban bien sus
funciones cognitivas. A raíz de esto, y de sus estudios sobre depresión
anaclítica, fomentó en hospitales, orfanatos y hogares de paso el trato
afectuoso y el contacto físico amable, el entrenamiento de médicos y enfermeros
en patrones de comunicación amorosa (que incluían que se alimentara directamente
a los bebés, cargándolos y hablándoles), el uso de fórmulas nutricionales
completas y de juegos y decoración adecuada en las habitaciones de cuidados
neonatales y pediátricos.
Spitz también contribuyó a una mayor comprensión del
psicodesarrollo, describiendo unos Organizadores Psíquicos universales: la
sonrisa del tercer mes de edad (todo niño sano responde con una sonrisa a
cualquier persona que le sonría, incluso al dibujo de un rostro humano), la
angustia frente a los extraños del octavo mes (que demuestra que ya identifica
plenamente a sus padres y familiares más cercanos) y la comunicación semántica,
específicamente la aparición del NO, entre los nueve y los doce meses (que
protege al bebé, ayudándolo a poner
límites). Alrededor de dichos organizadores se desarrollan las Etapas del
Desarrollo Afectivo: Pre-Objetal (0 a 3 meses; el niño no sabe diferenciar su
cuerpo de otros seres externos; termina con la aparición del primer
organizador), Objeto Precursor (3 a 7 meses; identifica ya al rostro materno
como algo diferente de él; termina con el surgimiento el segundo organizador) y
Objeto Real (8 a 12 meses; ya diferencia a la madre como un ser que lo
alimenta, lo ama y lo protege, y empieza a sentir el temor de perderla; termina
con el uso del no, el tercer organizador).
Ernst Kretschmer (1888 – 1964) describió el Estado Vegetativo
Persistente (llamado Síndrome de Kretschmer en su honor), los temperamentos
Hiperestésico (sensible, hiperreactivo) y Anestésico (frío, hiporreactivo), y
los Tipos de Carácter Asténico (delgado, pequeño, débil, de poco peso,
tendiente a la esquizofrenia, la esquizoidia y la esquizotipia), Atlético
(musculoso, grande, débil, de peso medio, irascible) y Pícnico (gordo,
circular, con sobrepeso, tendiente a la ciclotimia y la bipolaridad).
Theodor Reik (1888 – 1969), tras atender muchos hombres
aterrorizados y devastados tras su reclutamiento obligatorio durante la Primera
Guerra Mundial, investigó la neurosis de guerra inicialmente descrita por su
maestro Freud, describiendo las reviviscencias y la hipervigilancia (dos
criterios semiológicos para el diagnóstico del Trastorno por Estrés
Postraumático, como se le conoce en la actualidad a dicha patología). Después
abordó síntomas como el tartamudeo y el rubor como expresión y al mismo tiempo
autocastigo de impulsos inconscientes reprimidos, la culpa, el masoquismo y las
lesiones autoinfligidas (a las que consideró una “victoria a través de la
derrota, al permitirle al paciente mostrar algo de fuerza emocional y de capacidad
para provocar culpa en sus familias).
William Ronald Dodds Fairbairn (1889 – 1964) consideró que la libido estaba en busca
de objeto (y no en busca de placer, como creían muchos de sus contemporáneos),
y que los primeros objetos investidos de libido por el niño son sus padres. La
relación con ellos determinará en el futuro la forma en la que se relacione con
el resto de la gente. Si los padres son mentalmente sanos, se orientará con
realismo hacia los demás (que serán objetos reales), buscando contactos
genuinos. Si los padres son patológicos y no satisfacen las necesidades del
niño, se relacionará de forma poco realista (más influenciada por sus objetos
internos que por la realidad) con los demás (que serán objetos no reales,
fantaseados y distorsionados), vivenciados como Objetos Malos o Rechazadores.
Postuló que el Yo del infante se disociaría frente a las actitudes inadecuadas
de los padres (abuso, maltrato, indiferencia o abandono), y que se
acostumbraría a disociarse, incluso en la edad adulta, ante situaciones
estresantes.
En la génesis del Trastorno Esquizoide, Fairbairn
señaló la vivencia de un mundo hostil y aburrido (en el niño carente de afecto
y/o expuesto a ataques) concurrente con un mundo interior rico, tranquilo y
poblado de objetos internos agradables o al menos más manejables. Eso, y cierta
actitud de omnipotencia ante el mundo, daría la tendencia esquizoide a vivir
aislado de los demás y sumido en su mundo. También estudió el Trastorno por
Estrés Postraumático.
Edward Lazell utilizó entre 1918 y 1921 la Psicoterapia de Grupo
para pacientes psicóticos y con Trastorno por Estrés Postraumático que
regresaban de la carnicería y los horrores de la Primera Guerra Mundial,
brindando un modelo que brindaba consejos sensatos, apoyaba en las crisis, y
permitía que los pacientes se identificaran unos con otros de manera espontánea
y amable.
Jakob Levy Moreno (1889 – 1974) creó el Psicodrama, un modelo
terapéutico que busca despertar la creatividad, la espontaneidad y el
empoderamiento de los pacientes, realizable en formato individual o grupal.
Desarrolló conceptos como Encuentro Terapéutico (confluencia de voluntades en
busca de un objetivo común: la salud mental, vivida como superación de
barreras, atascos e inhibiciones emocionales), Análisis de la Red de Apoyo
Social (lazos comunitarios que sirven de soporte genuino a la persona),
Sociograma (esquemas gráficos de las redes sociales de cada sujeto) y
Sociometría (cuantificación de las interacciones sociales entre el paciente y
sus redes de apoyo). Además, muchas de las técnicas ideadas por él (silla
vacía, monólogo, tienda mágica, autopresentación, autorrealización, doble
múltiple, espejo, juego de roles, inversión de roles, proyección al futuro,
técnica onírica, expresión total, psicodrama analítico, paciente in absentia,
improvisación espontánea, dramatización de cuentos de hadas) son ampliamente
utilizadas por miles de psicoterapeutas de distintas escuelas alrededor del
mundo.
Franz Gabriel Alexander (1891 – 1964) fue uno de los fundadores de la
Psiquiatría de Enlace, e hizo valiosos aportes a la Medicina Psicosomática y la
Criminología Psicoanalítica. Describió cómo puede estructurarse un Superyo
corruptible (estricto en las minucias y flojo en lo esencial, con una falsa
moral automática), y cómo dicha peculiaridad era muy frecuente en personas
aparentemente honorables y cumplidoras de la ley (apegadas a la ley de forma
farisaica, pero dispuestas a acomodar la moral según lo que les conviene),
trabajó en la relación entre el Complejo de Castración (al final de la Etapa
Fálico-Edípica) en la formación del Carácter (al que concibió como un resultado
de la relación entre natura y nurtura, entre biología y educación, entre
fuerzas dinámicas internas y ambiento social y crianza), definió el Carácter
Neurótico (movido por lo inconsciente, frecuentemente irracional y desfasado de
las necesidades reales de la persona) y estableció el Paso al Acto (Acting Out)
como un conjunto de acciones neuróticas encadenadas que no se adaptan a la
realidad pero cumplen la función de aliviar tensiones inconscientes.
Hizo hincapié en la relación entre el psiquismo y el
resto del organismo, señalando que muchas enfermedades corporales se asocian
(como causas, como consecuencias y como comorbilidades frecuentes) con
enfermedades mentales: hipotiroidismo con trastornos depresivos,
hipertiroidismo con trastornos de ansiedad, síndrome de intestino irritable y
úlcera gastroduodenal con el trastorno obsesivo de personalidad, obesidad con
trastorno afectivo bipolar y trastornos del control de los impulsos, cefaleas y
lumbagos tanto con trastornos depresivos como ansiosos, hipertensión arterial
esencial con personalidades obsesiva y narcisista, psoriasis y urticaria con
personalidades ansiosas, alopecia en parches con estrés, tendencia a
desarrollar cáncer con rencores y odios, etcétera.
Siguiendo a Freud y Groddeck, trató de contribuir al
tratamiento de las enfermedades orgánicas con una psicoterapia psicoanalítica
que desarrolló especialmente para el ámbito hospitalario, siendo con ello uno
de los pioneros de la Psicoterapia de Apoyo. Se dio cuenta que dicha terapia
tenía que ser más corta, focalizada en los aspectos actuales (la vivencia de la
enfermedad) y centrada en el alivio del dolor, el rescate de la autoestima y la
adecuada adaptación del paciente a su nueva realidad (el diagnóstico, el
tratamiento, las posibles deformidades o secuelas, los reajustes laborales y
familiares). Consideró que todas las psicoterapias bien hechas eran
experiencias emocionalmente correctivas, pues permitían al paciente entender y
superar sus taras y afrentar con nuevas herramientas las situaciones difíciles
que lo habían hecho sufrir en el pasado.
En equipo con Freud y Ferenczi definió los conceptos
de Adaptación Autoplástica (el sujeto trata de cambiar y ajustarse él mismo,
modificando su ambiente interno) y Adaptación Aloplástica (el sujeto trata de
cambiar la situación, modificando el ambiente externo) como dos formas en las
que el organismo reacciona frente a las situaciones estresantes. En esa misma
vía, Alexander trató de dilucidar los sutiles mecanismos por medio de los
cuales la persona experimenta adaptaciones de ambos tipos en el continuo
salud-enfermedad, adelantándose varias décadas a la
Psiconeuroinmunoendocrinología.
Herbert Stack Sullivan (1892 – 1949) fue el padre de la Psicoterapia
Interpersonal. En este modelo las relaciones interpersonales y las influencias
culturales, políticas, económicas y sociales tienen tanto peso como las
tendencias genéticas, los instintos y los conflictos no resueltos. Insistió en
que los psiquiatras debían prestar tanta atención a las interacciones como a
los fenómenos intrapsíquicos, porque la soledad y la ausencia de relaciones
significativas eran las más dolorosas de las experiencias humanas. Postuló que
el Self se desarrollaba en la niñez y se fortalecía a lo largo de la vida
gracias a las relaciones humanas cálidas y aseguradoras, las afirmaciones
positivas y los actos que le mostraran al psiquismo sus capacidades y
aumentaran la autoestima. También creyó que en las relaciones humanas existían
Interacciones Sanas, alimentadoras del Self, e Interacciones Paratáxicas
(rígidas, patológicas, en ocasiones hostiles, limitadas a un esquema de
acción-reacción). Estas últimas producirían Distorsiones Paratáxicas,
alteraciones en la percepción y la evaluación de los demás (teñidas de
desconfianza y enmarcadas en patrones patológicos de interacción). Se aventuró
a efectuar tratamientos psicoanalíticos en pacientes esquizofrénicos, con
resultados mixtos (les fue mejor a los pacientes con alto funcionamiento y sin
marcado deterioro cognitivo).
Siegfried Bernfeld (1892 – 1953) fue un pionero en la atención
psicológica y pedagógica a la población infantil víctima del desplazamiento
forzado durante la Primera Guerra Mundial, y estudió las aplicaciones del
psicoanálisis a la pedagogía, la pulsión de muerte y los detonantes sociales de
la neurosis. También describió cinco distintos tipos de interpretación en el
proceso analítico: intencional, funcional, diagnóstica, de traducción simbólica
y existencial.
James Wenceslas Papez (1883 - 1958) describió el circuito cerebral que
forma parte del sistema límbico y está relacionado con el control y la
expresión de las emociones, retomando los trabajos de Broca.
Honorio Ramón Delgado Espinoza (1892 – 1969) escribió sobre la necesidad de
rehumanizar la ciencia, la ecología, la formación espiritual del individuo, la
semiología psiquiátrica y la personalidad y sus trastornos. Estudió sobre los
desórdenes cognitivos de los pacientes esquizofrénicos, señalando su atelesis
(ausencia de actividad finalística) y la escisión entre su Yo y sus contenidos
de conciencia.
Friedrich Salomon Perls (1893 – 1970) creó la Terapia Gestalt, encaminada a
que el paciente identifique, asuma y viva intensamente el presente, el momento
actual (con sus sensaciones, percepciones, reacciones corporales y respuestas
conductuales), se conecte consigo mismo y se disponga a una apertura libre,
desinhibida y amable hacia los demás. Lo que aprendió de Goldstein, Reich,
Moreno y Smuts lo condensó en un abordaje psicoterapéutico espontáneo, fresco y
muy singular, que enfatiza la responsabilidad personal, la autorregulación y la
búsqueda honesta de la realización personal.
Henry Alexander Murray (1893 – 1988) desarrolló la Personología, una teoría
sobre el desarrollo de la personalidad basada en las necesidades y las
presiones (lo instintivo y lo social). Para él, el sujeto responde
dinámicamente a los distintos estímulos de su ambiente, su personalidad no es
fija (puede cambiar y progresar, pues sigue desarrollándose a lo largo de la
vida) y siempre estará inmerso en un ciclo de búsqueda de novedad y excitación
(en el que se suceden indefinidamente la tensión psicológica y los actos
destinados a relajar dicha tensión). Desarrolló el Test de Apercepción Temática
(TAT).
Karl Augustus Menninger (1893 - 1990) fundó la primera clínica psicoanalítica
del mundo, fue crítico con el sistema carcelario estadounidense de su época
(abogando por mayores posibilidades de reeducación y readaptación de los
presos) y estudió nuevas posibilidades de psicoterapia breve de orientación
psicodinámica.
Alfred Charles Kinsey (1894 – 1956) fundó la Sexología e hizo de ella una
disciplina científica y respetable. Contradijo la idea de Freud de que el
orgasmo vaginal era superior al orgasmo clitoridiano, concibió la
homosexualidad pura y la heterosexualidad pura como dos polos de un mismo
espectro en el que caben todo tipo de variaciones, y encontró que muchas
mujeres eran frígidas por culpa de una educación prejuiciosa que les inculcaba
el miedo a los hombres y al sexo.
Heinz Hartmann (1894 - 1970) fue uno de los fundadores de la
Psicología del Yo, enfatizó en que muchas de las funciones yoicas podían
mantenerse aún a salvo en las psicosis esquizofrénicas, y que por ello se podía
hacer en esos pacientes un tipo de psicoterapia enfocada en la adaptación, la
mejoría de las relaciones interpersonales y la recuperación de la funcionalidad
y la autoestima.
Gregorio Bermann (1894 – 1972) analizó los factores sociales,
antropológicos y económicos subyacentes a los trastornos psiquiátricos,
reconceptualizó la psiquiatría social y describió las peculiaridades de los
adolescentes y adultos jóvenes en Occidente.
William Griffith Wilson (1895 – 1971) y
Robert Holbrook Smith (1879 – 1950) fundaron Alcohólicos Anónimos, un
modelo de comunidad terapéutica de apoyo que sigue siendo exitoso en la
actualidad.
Adrian Keith Graham Hill (1895 – 1977) creó la Arteterapia, alentando a los
enfermos mentales a sentirse mejor (y, a veces, sanarse) con el uso de la
pintura y la escultura.
Anna Freud (1895 – 1982), hija de Sigmund Freud, describió el
ascetismo como mecanismo de defensa; realizó investigaciones en psiquiatría
infantil y fue una gran difusora de la obra de su padre.
Lev Vigotsky (1896 – 1934), con su Teoría Sociocultural,
estableció que la adquisición del lenguaje y el psicodesarrollo en general
sucedían gracias a la interacción social, en la que el sujeto lo recibía todo
de parte de la cultura en la que nacía: lengua, valores, criterios morales,
normas de conducta y otros productos culturales. El individuo, así concebido,
era un mero producto social, y la sociedad podía absorberlo, modelarlo y
disponer de él a su antojo. Por tal motivo, la doctrina de Vigotsky fue
considerada la única escuela psicológica válida en la Unión Soviética, mientras
esta duró (1922-1991).
Michael Balint (1896 - 1970) fue el padre de la Psicoterapia Focal,
describió a la madre como el primer objeto de amor y señaló que buena parte de
los abandonos e impases en los procesos terapéuticos se daban porque el
terapeuta no captaba las peticiones silenciosas (las necesidades no
verbalizadas) del analizado. Junto con su esposa Enid Balint (1903 - 1994) creó
un tipo de psicoterapia de grupo para el personal de salud (Grupo Balint), muy
útil para prevenir el desgaste clínico y mejorar el clima laboral.
Donald Woods Winnicott (1896 – 1971) estudió las Funciones Maternas
(nutrición, sostén, acicalamiento, satisfacción de necesidades y otros cuidados
maternos), a las que definió como el fundamento del vínculo madre-bebé, y de la
salud mental posterior. Señaló las cualidades de la buena madre (capaz de
entregarse a su hijo sin egoísmo, estableciéndolo como su prioridad vital, y al
mismo tiempo lo suficientemente sensata como para no excluir al padre,
aceptando la sana triangulación), insistiendo en que no había madres perfectas,
pero que bastaba ser una madre suficientemente buena (sin narcisismos
patológicos, fiel a su deber, dispuesta a hacer sacrificios en aras del
bienestar de su hijo). Hizo una interesante analogía entre el maternaje y la
psicoterapia: el terapeuta, como una buena madre, debe ser paciente y cuidar,
sostener en los momentos difíciles, identificar las necesidades del paciente y
satisfacerlas, soportar algunas de sus inmadureces y niñadas, saber cuándo
intervenir (con una interpretación) en el momento justo.
Con respecto a las conductas disociales menores de la
infancia (robos de juguetes u objetos de escaso valor material, oposicionismo,
desafío a las figuras de autoridad), identificó que la mayoría de ellas eran
una petición de ayuda: o es un niño deprimido y/o excluido pidiendo a gritos
atención, o es un niño en una situación de ruptura y dolor psíquicos (necesitado
de un ambiente seguro y del genuino interés por parte de los adultos). Eso sí,
tuvo la claridad suficiente como para señalar ciertas conductas como
francamente psicopáticas (robos mayores, daños a la propiedad privada, maltrato
y crueldad con animales u otros niños, mentiras graves y delitos cometidos con
plena consciencia de la inmoralidad del acto). Hipotetizó que los niños y
adolescentes delincuentes desaparecerían el día en que en el mundo no hubiera
matrimonios rotos, ni familias fragmentadas, ni situaciones socio-económicas
difíciles (desempleo de los padres, falta de vivienda propia, desnutrición,
escasez de oportunidades), ni limitaciones o discriminaciones en el sistema
educativo.
Determinó que una de los logros más importantes de la
niñez era el de llegar a ser, a sentirse alguien real. Ser, más que hacer o
tener. Sobre dicho sentimiento se estructura el Verdadero Self, que permite
conservar la identidad y la coherencia de valores, e interactuar de forma
asertiva, espontánea y genuina desde que se es pequeño (en el juego compartido
con otros niños) y, obviamente, en el resto de interacciones sociales de la
adultez. Por el contrario, si el niño no logra la sensación de ser y existir
realmente, y sufre la tragedia de ser definido por lo que tiene o hace, crece
creyendo que es más importante poseer o hacer que ser, y terminará
estructurando un Falso Self: su vida terminará siendo una falsa actuación en la
que no tendrá ni ideas ni criterios propios, una farsa en la que tratará de
quedar bien con todos pero no amará a nadie, una constante hipocresía en la que
la sensación de futilidad y vacío existencial terminará por estructurar una
personalidad corruptible, camaleónica, mentirosa, de valores y posturas
fácilmente cambiables, impredecible e infeliz.
Winnicott siempre fue un convencido de que el juego
era clave para el bienestar emocional y la estructuración del psiquismo:
jugando se aprende, se hacen amigos, se va definiendo la propia identidad (en
la interacción con el mundo y con los otros). El juego es una especie de
Espacio Transicional que permite volver al gozo de las primeras semanas de vida
junto a una madre suficientemente buena. Y gracias al juego, en la adultez, la
vida sigue siendo interesante y sabrosa, real, digna de ser vivida. Sostuvo que
el hombre sano nunca para de jugar: la creación literaria o artística, los
viajes, el buen humor, el deporte, la exploración y el deseo de conocer la
naturaleza son tipos de juego adulto (maduro, sano y deseable). En cambio, el
sujeto enfermo deja de jugar, se niega a conocer, se vuelve acartonado y
aburrido, ve la vida pasar por la ventana mientras está esclavo de sus
rutinas.
Descubrió que los niños sanos tendían a preferir
ciertos juguetes (blandos, abrigadores, manipulables, usualmente felpudos) que
funcionan como Objetos Transicionales (recreadores de los primeros momentos de
la relación entre el niño y su madre, y por lo tanto, reaseguradores y
tranquilizadores), mientras que los niños psicóticos (especialmente aquellos
del espectro autista) prefieren juguetes duros, fríos y metálicos, con los que
no juegan en realidad (los Objetos Autísticos). También usó el juego en su
técnica psicoanalítica: animaba a sus pacientes a pintar, garabatear y
colorear, consciente del aspecto proyectivo de la expresión artística.
Describió que los niños eran más propensos a revelar sus fantasías, conflictos
y experiencias traumáticas a través de juguetes y dibujos (y no tanto
verbalmente).
Jean Piaget (1896 – 1980) creó la Epistemología Genética y fue el
padre del Constructivismo como teoría del conocimiento. Después de trabajar con
Binet y Simon, se dio cuenta que los niños tendían a contestar sistemáticamente
de la misma manera a ciertas preguntas del test de inteligencia en determinados
rangos de edad, de lo que concluyó que en cada momento de su psicodesarrollo el
niño tenía cierta forma de razonar y representarse el mundo. Describió los
procesos de asimilación (introyección de datos, incorporación de conocimientos
nuevos) y acomodación (organización de dichos conocimientos dentro de la
estructura de conocimientos previos, que a su vez produce una modificación de
dicha estructura), y señaló que el conocer es un espiral en ascenso, lleno de
nuevas asimilaciones y acomodaciones, proceso de nunca acabar que permite al
mismo tiempo madurar mentalmente y profundizar en el dominio del mundo.
Siguiendo a Kant, indicó que el hombre conoce (y
organiza sus conocimientos) a través de esquemas (grupos de conceptos en los
que se combinan representaciones, escenarios y secuencias, categorizados de
manera innata). Dichos esquemas se van complejizando en la medida en que
transcurre el psicodesarrollo (por lo que las estructuras cognitivas van
evolucionando con el paso del tiempo), iniciando como Esquemas Conductuales (patrones
organizados de conducta que responden a ciertos objetos y experiencias),
Esquemas Simbólicos (codificación de objetos en imágenes o códigos verbales,
que los convierten en símbolos mentales) y Esquemas Operacionales (actividad
mental en la que se concatenan los datos, símbolos y saberes para producir
nuevos conocimientos y solucionar problemas de complejidad creciente).
También postuló cuatro Estadíos del Conocimiento:
Sensoriomotor (0 a 2 años), en el que el niño es egocéntrico (no es capaz de percibir
el punto de vista del otro), adquiere reacciones circulares primarias y
secundarias y conoce el mundo a través de sus sentidos y su conducta motora;
Preoperacional (2 a 7 años), en el que aún no puede manipular mentalmente la
información ni acceder a la lógica concreta pero ya tiene internalizados
ciertos esquemas mentales simples (que puede combinar y recombinar), entiende
el concepto de permanencia de objeto, coordina reacciones circulares
terciarias, tiene un pensamiento mágico e intuitivo, es capaz de armar
conceptos y ya accede a la función simbólica (es capaz de imaginar,
representar, recordar y pintar distintos seres en su mente, sin tenerlos a la
vista); Operacional Concreto (7 a 11 años), en el que puede hacer operaciones
complejas mentalmente, pensar lógicamente y entender conceptos como el de
reversibilidad o irreversibilidad, y realizar categorizaciones y
clasificaciones sofisticadas; Operacional Abstracto o De Operaciones Formales
(de los 12 años en adelante), cuando ya desarrolla el pensamiento abstracto,
forma esquemas complejos, hace metacogniciones, es capaz de entender la lógica
aristotélica y la lógica matemática, y puede resolver problemas de complejidad
cada vez mayor (en la medida en que va madurando).
Otto Fenichel (1897 - 1946) estudió las vicisitudes del tratamiento
psicoanalítico, la sexualidad femenina, el Complejo de Edipo y el Complejo de
Electra, el sentimiento de triunfo (con el que la persona logra remover ciertas
ansiedades e inhibiciones neuróticas) y el trofeo (un derivado superyoico que
simboliza el reconocimiento parental).
Wilhelm Reich (1897 – 1957) fue partidario de conocer el hogar y la
familia del paciente, y encontró que muchas de las neurosis estaban asociadas
con la pobreza, la violencia y los estilos de crianza tiránicos. Estudió sobre
la formación del carácter, los trastornos de personalidad, la psicología de
masas, los sistemas totalitarios y la interacción entre vida psíquica y
realidad sociopolítica. Acuñó el término Revolución Sexual, y fue uno de sus principales
promotores.
Wilfred Ruprecht Bion (1897 - 1979) estudió exhaustivamente el fenómeno de
Contratransferencia y describió los conceptos de Contaminación (el acercamiento
prejuicioso y sesgado al paciente y al proceso analítico, derivado de otras fuentes
de información distintas del psicoanalista), Aparato de Pensar Pensamientos
(estructura mental encargada de asimilar la información del entorno, muchas
veces caótica y difícil de elaborar, y convertirla en ideas, categorías y
conceptos organizados y más sencillos de manejar), Función de Ensueño o Reverie
(capacidad para entender e identificar qué es lo que necesita el bebé en un
momento dado, típica de las buenas madres, que permite interpretar
adecuadamente sus señales, tales como ciertos tipos de llanto; asimismo,
capacidad del terapeuta para organizar los elementos dispersos y desorganizados
del paciente, y habilidad para devolvérselos mejor digeridos, más claros y más
manejables por parte de su psiquismo), Elementos Beta (ideas, sentimientos, gestos,
gritos, lloriqueos y otros productos psíquicos del paciente, que éste arroja al
analista durante la sesión, a la espera de la debida elaboración y digestión de
su parte, y de la retroalimentación respectiva), Elementos Alfa (los mismos
elementos beta que el psicoterapeuta devuelve al paciente, debidamente
organizados y metabolizados, verbalmente codificados, listos para ser
pensados), Emergencia de la Verdad (el encuentro con la realidad pura,
objetiva, libre de prejuicios, que permite el autoconocimiento y el
crecimiento), Función Alfa (uno de los aspectos de la Función de Reverie del
terapeuta, consistente en cambiar las experiencias psíquicas, somáticas o
afectivas del paciente que funcionan como elementos proto-mentales, a palabras
y conceptos claros y trabajables, que ya son elementos mentales), Conocimiento
o Función K (la capacidad de aprender de la experiencia, propia o ajena, que
incluye aceptar las interpretaciones del analista que pueden ser un
conocimiento útil), Ataque al Vínculo (vicisitudes, acciones o actitudes del
paciente que ponen en riesgo la relación y la alianza terapéuticas) y Función
-K (todo lo que impida aprender de la experiencia, propia o ajena, y que se
puede ver como una devaluación de la persona o del conocimiento del terapeuta).
En cuanto a su experiencia como terapeuta de grupo,
Bion definió la triada relacional L (Love, Amor), H (Hate, Odio) y K
(Knowledge, Conocimiento), siendo las dos primeras las clases de relaciones que
constituyen los escenarios más usuales (y más básicos) de las transferencias y
contratransferencias. La tercera clase de relación (K) permite la Función K (el
aprendizaje) en el grupo, que asume con madurez que el analista no es para amar
ni odiar, sino para trabajar, y que de su experiencia de vida, y de la
psicoterapia en sí, se puede extraer conocimiento útil. En cambio, las
situaciones como la Reversión de la Perspectiva (la incapacidad para ver
determinado problema desde otros puntos de vista distintos al propio, una
severa rigidez del pensamiento que imposibilita el abordaje racional de la
situación) provocan un escenario –K. También describió la Proyección de Grupo
(todo lo que un miembro del grupo diga o haga ilumina lo que dicho miembro
piensa del grupo, y su propia personalidad), la Desindividuación (fenómeno de
los grupos consistente en la evasión inconsciente y la fusión con la masa, con
los consiguientes fenómenos de negación, difusión de identidad y anonimato), la
Elección del Líder de Grupo (señalando la triste tendencia de los seres humanos
a seguir a los líderes con características histriónicas malignas,
narcisísticas, paranoides y/o psicopáticas), el Trabajo de Grupo (en el que
todos los miembros del grupo llegan a lo que vinieron, buscando conocimiento y
mejoría), los Supuestos Básicos del Grupo (Dependencia, Lucha o Huída,
Emparejamiento) y la Identificación Proyectiva (en la que un miembro del grupo
asume pensamientos, fantasías o actitudes de otro miembro, y que son parte del
self de ese otro miembro proyectadas para dañarlo, poseerlo y/o controlarlo).
Margaret Mahler (1897 – 1985) estudió la Psicosis Simbiótica
Infantil, a la que definió como una perturbación muy grave de la individuación
en la que el niño regresa a esa especie de simbiosis que tenía con su madre
antes de los cuatro o cinco meses de vida, no la diferencia como un objeto
externo, se siente fusionado a ella y la trata como una prolongación de su yo.
También postuló la Teoría de Separación-Individuación con respecto al
psicodesarrollo infantil, describiendo una Fase Autística Normal (primeras
semanas de vida) en la que el niño estaría absorto en sí mismo, una Fase
Simbiótica Normal (hasta los cinco meses) en la que el niño no tiene aún
sentido de individualidad y se percibe unido a su madre, y una Fase de
Separación-Individuación (de los cinco meses a los dos años) en la que se
empieza a percibir como individuo, se diferencia claramente de las otras
personas y empieza a explorar el mundo (y que, de fallar, genera individuos
incapaces de mantener su identidad individual en la adultez).
Mario Montessori (1898 – 1982) continuó el legado de Maria Montessori,
de quien fue hijo y estrecho colaborador; realizó grandes aportes a la
psicopedagogía y sostuvo la existencia de ciertas conductas humanas universales
e innatas, como la de organizar y categorizar las cosas de su entorno.
Henry Ey (1900 - 1977) fue neurólogo, psiquiatra, filósofo y
psicoanalista. Fue el padre de la Psicología Organodinámica, buscando unificar
Neurología, Psiquiatría Biológica, Psicodinamia y Psicología. Destacó como
semiólogo y psicopatólogo. Organizó el primer Congreso Mundial de Psiquiatría.
Erich Seligmann Fromm (1900 -1980) fundó la Psicología Política y realizó
aportes en la definición del amor, la libertad, la creatividad, las necesidades
básicas, las orientaciones del carácter, la alienación y los peligros de los
sistemas políticos autoritarios.
Harry James Samuel Guntrip (1901 – 1975) señaló que en el Trastorno Esquizoide
de la Personalidad habría una regresión del yo, una sensación de vacío en el ambiente
(en contraste con el deleite en el propio mundo, que se vive como rico y
variado), una falta de energía y una incapacidad para establecer relaciones
humanas significativas.
Milton Hyland Erickson (1901 – 1980) destacó por la manera ingeniosa y creativa
con que abordó a sus pacientes, apuntando siempre a la solución estratégica de
sus problemas y a cambios duraderos en sus formas de afrontar la vida. Para
muchos, fue el psicoterapeuta más original y efectivo de todos los tiempos.
Mezclando estrategias hipnoterapéuticas, cognitivistas y lingüísticas, y sobre
una base teórica (teórica, no técnica) psicoanalítica, estableció un modelo de
terapia directo, cálido, novedoso en sus intervenciones (ordalía, ilusión de
las alternativas, metáforas, parábolas, empoderamiento, sugestión,
confrontación, actuación, prescripción del síntoma, amplificación de la
desviación, siembra de ideas, uso de la paradoja, trabajo de campo) y en el uso
de técnicas descritas por otros (Moreno, Perls, White) pero modificadas por él
para enfatizar lo positivo, sacudir los pensamientos y hábitos maladaptativos,
y provocar una reformulación de las ideas y una reorganización de la
conducta.
Jacques Lacan (1901 - 1981), representante del Postestructuralismo,
aportó al Psicoanálisis conceptos como el de Estadío del Espejo (periodo de la
infancia formativo de la función del Yo, en el que a partir de la experiencia
visual y emocional de mirarse al espejo se establece una relación libidinal con
la propia imagen corporal reflejada), la Función Paterna (educar, enseñar las
normas y dar a conocer el mundo al infante, además de protegerlos a él y a la
madre), la Ley del Padre (el sentido de lo lícito y lo ilícito, de lo bueno y
de lo malo, que el padre inculca en el niño ayudándole en la conformación de su
Superyo), el Otro (la formación de la alteridad y de la capacidad de reconocer
al prójimo, dada por la triangulación Padre-Madre-Hijo y por la presentación
del mundo efectuada por el padre), el Orden Simbólico (el universo lingüístico
de significados y significantes que el ser humano va adquiriendo desde que
empieza a vivir), el Imaginario (las fantasías y los relatos, muchas veces
imaginarios, que hacen parte de la sociedad), lo Real (lo ontológicamente
absoluto), el Deseo (que implica un reconocimiento por parte del otro y una
subversión del sujeto, en la que el otro es visto como deseable en la medida en
que es deseable también por otros) y la Castración (todo lo que mutila y
constriñe al psiquismo, desde las primeras normas hasta la muerte, que él
consideró la gran castración). Investigó también en torno a los instintos, el
narcisismo, los mecanismos de defensa (añadiendo a ellos la forclusión) y la
homosexualidad. En cuanto a la práctica psicoanalítica, postuló el tiempo
variable de la sesión y el aprovechamiento de los momentos críticos durante la
cita.
Leon Joseph Saul (1901 - 1983) introdujo varias innovaciones dentro
del psicoanálisis, con modificaciones en el encuadre clásico tales como las
visitas domiciliarias y el apoyo telefónico. También desarrolló cuestionarios
para medir el funcionamiento yoico, y un interesante modelo de aproximación
biológica al comportamiento humano.
Alexander Luria (1902 – 1977) fue el padre de la Neuropsicología y la
Psicosemántica. Describió las funciones corticales, los principales síndromes
neuropsicológicos y los abordajes clínicos para localizar la lesión cerebral
subyacente a cada síntoma. Muchas de sus pruebas siguen siendo utilizadas.
Carl Rogers (1902 - 1987) forjó la Terapia Centrada en el Cliente,
un tipo de psicoterapia humanista basada en estos principios: todo individuo
vive en un mundo en constante cambio, reacciona según lo que experimenta y
percibe del mundo (y que se convierte en su realidad), diferencia su self en la
medida en que se va diferenciando de dicho entorno, aprende a evaluar a los
demás y a interactuar con ellos, se encamina a buscar, actualizar o adquirir
nuevas experiencias (para conservarse y para mejorar), de eso que experimenta
en el mundo puede simbolizar algunos datos (y organizarlos en relación con su
self) mientras que a otros los ignora (si no son significativos) y a otros les
niega la simbolización (o les asigna una simbolización distorsionada, al ser
significativos pero inconsistentes con la estructura del self), establece una
escala de valores y la mayoría de sus conductas son consistentes con los
valores de su self.
El ajuste psicológico es la asimilación (simbolización
y organización) de las experiencias tanto viscerales como sensoriales en un
nivel simbólico coherentemente relacionado con el self. El desajuste
psicológico se produce cuando las experiencias viscerales o sensoriales
significativas son consideradas incompatibles con los valores (y, por tanto,
por el self), y se les niega la simbolización y la organización, con lo que
adquieren una connotación generadora de tensión y conflicto. El individuo sano
es capaz de aceptar, simbolizar y comprender aún ese tipo de experiencias
desagradables, así nunca las incorpore a su self. De otro lado, en la medida en
que la estructura del self va nutriéndose y creciendo con la incorporación de
nuevas experiencias simbolizadas, va reemplazando sus antiguos valores por unos
nuevos, o los va ampliando, en un proceso de re-evaluación y re-conocimiento
indefinidos.
Con respecto al desarrollo de la personalidad, Rogers
estableció principios en vez de estadíos; consideró que el principal suceso del
psicodesarrollo era el logro del self bien estructurado (el paso del self
indiferenciado al self plenamente diferenciado). Quienes se desenvuelven en un
ambiente lleno de experiencias positivas no condicionadas tienen la oportunidad
de actualizar (y diferenciar) plenamente su self. Quienes lo hagan en un
ambiente de experiencias positivas condicionadas se acostumbrarán a actualizar
su self (y sentirse bien) solamente si se sienten dignos de ello. A quienes les
va peor es a aquellos que crecen en un ambiente de experiencias negativas, en
quienes hay gran riesgo de una pobre diferenciación del self.
En cuanto a la salud mental, postuló el concepto de
Persona Plenamente Funcional: continuamente en busca de desarrollar su
potencial, abierta a la experiencia, con un estilo relacional maduro, dispuesta
a vivir plenamente cada momento, congruente, adaptable, espontánea, tolerante,
sincera, sin prejuicios ni bloqueos mentales, espiritual, libre en sus
elecciones, creativa, dispuesta a aprender y a recibir críticas constructivas,
respetuosa de las normas sociales pero no cohibida por ellas, lista para
disfrutar todo lo que venga de la vida (el amor y el desamor, el placer y el
dolor, el miedo y el coraje, etcétera). En cambio, la Persona Disfuncional
destaca por su hipocresía, su rigidez, su incongruencia, su incapacidad para
vivir la vida tal como es, la brecha entre sus ideales y su conducta. El extremo
de dicha disfunción estaría escenificado en la enfermedad mental, la
irracionalidad, la desorganización psíquica y la violencia.
Rogers también destacó por su compromiso con la
defensa de las libertades individuales y los ideales democráticos; criticó
duramente las dictaduras (como la soviética, de la que siempre fue un
detractor) y los sistemas totalitarios que se disfrazan de democracias, a los
que consideró contrarias al desarrollo de una sana personalidad.
Erik Homburger Erikson (1902 - 1994) fue uno de los fundadores de la
Psicología del Yo, e investigó acerca de las crisis de identidad y los momentos
coyunturales de las distintas etapas de la vida, desarrollando una bien
cimentada Teoría del Desarrollo Psicológico. Según su modelo, el hombre estructura
su psiquismo en la medida en que se desenvuelve en relación con su entorno,
crece, aprende, asume nuevos roles y responsabilidades y va definiendo su
identidad.
En la infancia temprana, entre los 0 y 18 meses, el
conflicto básico se da entre confianza y desconfianza. Una buena madre se
asegura de cuidar, nutrir y dar muestras constantes de ternura al bebé, con lo
que en él irá cimentándose la sensación de que puede confiar en el otro. Una
mala madre, en cambio, le transmitirá que el mundo es inconsistente e
impredecible, y provocará que no pueda entablar relaciones de confianza en el
prójimo.
En la infancia tardía, de los 18 meses a los 3 años de
edad, el conflicto está entre la autonomía y la duda, y entre la autonomía y la
vergüenza. Unos buenos padres se aseguran de apoyarlo en sus primeras muestras
de independencia, y de facilitarle las sensaciones de logro y autoeficacia cada
vez que haga las cosas bien por sí mismo. Unos malos padres, por el contrario,
lo harán dudar de sus capacidades y lo harán sentir incompetente y necesitado
de ayuda en todo.
En la edad preescolar (3-5 años) el conflicto es
iniciativa versus culpa. El niño interactúa con otros niños de su edad y crea
sus primeros juegos y actividades grupales. Si los padres son buenos, le
permitirán tomar decisiones, y él desarrollará confianza en su habilidad para
liderar a otros. Si no lo son, no lo dejarán tomar decisiones, y el niño
sentirá culpa cuando quiera tomarlas, y preferirá ser un seguidor en lugar de
un líder.
En la edad escolar (6-11 años) se da un conflicto
entre la laboriosidad y la inferioridad. El niño está comparándose con otros
niños, tanto en las reuniones familiares como en el vecindario o el colegio, y
capta la disparidad en las habilidades y los talentos. Un buen profesor (o un
buen padre) se asegura de que ningún niño se sienta inferior, ayudándole a
encontrar aquellas situaciones en las que puede sobresalir, y direccionando
adecuadamente aquellas cualidades con las que puede destacar. Un mal profesor
(o un mal padre) insistirá en sus errores e incapacidades, cuestionará las
actividades que emprenda, y lo hará sentirse menos que los demás.
En la adolescencia (12-18 años) el conflicto será
identidad contra confusión de roles. El adolescente se pregunta sobre sí mismo,
qué hará en la vida, cuál es su lugar en el mundo. Empezará a definir sus
creencias, metas y valores. Un buen profesor (y un buen padre) le permitirá
explorar, conocer y dar sus primeros pasos hacia la singularidad de su
carácter. Un mal profesor (y un mal padre) le impondrá sus puntos de vista y le
prohibirá dar muestras de independencia, ridiculizará sus intentos de
diferenciación, o peor aún, lo empujará hacia la confusión de roles (o no le
ayudará a despejar sus dudas al respecto) y el adolescente no tendrá claro si
es hombre o mujer, si es creyente o ateo, si es de cierta confesión o de otra,
si simpatiza por un movimiento político o por otro, si se identifica con cierta
persona o con otra, si quiere imitar a tal ídolo juvenil o a tal otro, etcétera,
y al final terminará siendo un sujeto sin identidad, sin autonomía y sin
criterio, sugestionable y cambiante, fácilmente arrastrable por la presión de
grupo y muy probable víctima de los manipuladores (que lo usarán como idiota
útil).
En la adultez temprana (18-40 años) el conflicto será
intimidad versus aislamiento. El adulto sano debe aprender a amar, y realizar
las acciones pertinentes (invitar a salir a quien desea, cortejar, establecer
un noviazgo serio, comprometerse y casarse). De su capacidad para formar
relaciones sanas con otras personas, podrá intimar y establecer un vínculo
verdadero. Por el contrario, el adulto que no pudo obtener los logros de los
anteriores estadíos, será muy temeroso a la hora de generar lazos con los
demás, no se atreverá a manifestarle su amor a alguien, o peor, no aprenderá a
amar: se relacionará de manera hostil y/o egoísta, sin pensar en las
necesidades de su pareja, maltratando y dañando a quienes encuentre a su paso.
En la adultez intermedia (40-65 años) habrá conflicto
entre generatividad y estancamiento. El adulto sano trabajará con gusto en lo
que eligió, buscará aprender y perfeccionarse en su profesión, contribuirá a la
sociedad con sus habilidades, disfrutará de su matrimonio y su familia, vivirá
la vida con un propósito. El adulto patológico, por el contrario, será infeliz,
mediocre e improductivo en su carrera, se encerrará en sí mismo, será incapaz
de sacar adelante su matrimonio y su familia, y vivirá con la sensación de ser
un inútil.
En la madurez (65 años en adelante) el conflicto será
entre la integridad y la desesperación. El adulto sano vivirá optimista y lleno
de esperanza, aceptará las dificultades inevitables y aprovechará las cosas
buenas de la vejez, recordará con gusto las victorias y se reirá de las
derrotas, buscará dejar un legado a las siguientes generaciones, disfrutará de
sus amigos y familiares, conservará la calma frente a la realidad del paso de
la vida terrena a la vida eterna. El enfermo, en cambio, derrochará pesimismo y
desesperanza, se entristecerá por los cambios inherentes al envejecimiento,
rumiará rencores y buscará pleitos con todo el mundo, será incapaz de dejar un
legado, será un desastre en su vida familiar, y se sentirá aterrado ante la
cercanía de la muerte.
David John Impastato (1903 – 1986) y Renato
Almansi (1909 – 2000) demostraron clínicamente y a gran escala la utilidad
de aplicar choques eléctricos a los cerebros que se mantenían estancados en la
sintomatología psiquiátrica activa, corroborando las observaciones de Cerletti
y Bini. Sin embargo, los abusos y atropellos cometidos utilizando dicha técnica
(incluso en torturas perpetradas por regímenes tiránicos alrededor del mundo)
sembraron bastantes dudas sobre ella en el ámbito académico. En la actualidad,
dicho tratamiento sólo es ético cuando se hayan agotado previamente todas las
estrategias farmacológicas y psicoterapéuticas, se cumplan los criterios
clínicos que lo indiquen y se realice con anestesia y miorrelajación con
supervisión de un anestesiólogo en un pabellón quirúrgico bien equipado.
Konrad Zacharias Lorenz (1903 - 1989) fue, junto a Nikolaas Tinbergen y Karl
von Frisch, el fundador de la Etología. Describió ciertos aprendizajes
ocurridos en un periodo crítico de la vida, detrás de los cuales hay una base
instintiva (innata): las improntas. Señaló que la mayoría de las improntas
tienen que ver con el apego. Desarrolló la idea de que existen patrones de
acción fijos, también de naturaleza innata, que se traducen en mecanismos
instintivos de conducta. Encontró también que los estímulos supernormales (por
ejemplo, de un tamaño mayor que el natural) tienden a disparar dichos patrones
de acción más poderosamente que los estímulos naturales de dichos
comportamientos.
Bruno Bettelheim (1903 – 1990) realizó aportes a la psicoterapia de
los niños (insistiendo en un abordaje horizontal, respetuoso, franco y
comprensivo), describió el antecedente de madres emocionalmente frías e
inexpresivas en los niños autistas, escribió sobre el comportamiento de los
individuos y los grupos en situaciones extremas (basado en su experiencia como
prisionero en un campo de concentración) y realizó un interesante análisis de
los cuentos de hadas europeos.
Henri Caffarel (1903 – 1996) trabajó toda su vida con matrimonios y
familias, dando diversas estrategias para fortalecer la comunicación (diálogo
conyugal) y superar los diversos obstáculos a los que se enfrentan los esposos
a lo largo de sus ciclos vitales personal y familiar.
Gregory Bateson (1904 – 1980) desarrolló la Teoría Sistémica y
estableció la teoría del doble vínculo para explicar el cómo se hacen
esquizofrénicas las personas que ya traen una tendencia biológica. Dicho doble
vínculo consiste en un patrón patológico de comunicación al interior de ciertos
sistemas familiares: el futuro paciente recibe, cuando es niño, mensajes
contradictorios (o mensajes cargados de ironía y excesivas posibilidades de
interpretación) que le generan estrés y conflicto.
Burrhus Frederic Skinner (1904 – 1990) fue uno de los representantes del
Conductismo Radical, en el que se asumen todos los actos humanos como simples
respuestas conductuales y se niega la existencia de conceptos como el libre
albedrío. Describió conceptos como Refuerzo Positivo, Refuerzo Negativo y
Condicionamiento Operante. Insistió en la necesidad de ofrecer a los pacientes
con adicciones otro tipo de ambientes distintos a los asociados al consumo
(ámbitos en los que el paciente estaba ya condicionado a consumir, pues en
ellos abundaban los estímulos detonantes de dicha conducta). Sobresalió además
como inventor, con artefactos como la Cámara de Condicionamiento Operante
(llamada también Caja de Skinner), la Cuna de Aire (con la que buscaba dar a
los bebés un ambiente con temperatura y humedad controladas, y a las madres un
mueble fácil de limpiar) y la Máquina de Enseñanza con preguntas y respuestas
acerca de su modelo terapéutico.
Angel Garma Zubizarreta (1904 – 1993), discípulo de Eitingon y Reik, estudió
la transferencia y los procesos subyacentes a la sanación en el tratamiento
analítico, los orígenes sociales de la neurosis y el sadomasoquismo en la
conducta.
Emmanuel Mounier (1905 – 1950) creó el Personalismo como escuela
filosófica y psicológica abanderada de la solidaridad y el pacifismo, cuyo
objetivo es el testimonio del amor cristiano (más allá de la fama o el éxito
material).
George Alexander Kelly (1905 – 1967) fue el padre de la Psicología Cognitiva
Clínica y el creador de la Teoría Constructivista de la Personalidad, en la que
definió que los sujetos eran como eran a partir de sus constructos o esquemas
(percepciones, formas de ver la vida y el mundo).
Viktor Emil Frankl (1905 – 1997) fundó la Logoterapia y el Análisis
Existencial; el concepto clave en su modelo fue el del sentido de la vida.
Creyó que la búsqueda de sentido era la principal fuerza motivadora en el
hombre, y que la ausencia de sentido era un factor de riesgo para los
trastornos mentales, especialmente las adicciones y los trastornos depresivos.
Se basó en la voluntad de significado expuesta por
Kierkegaard, en oposición a la voluntad de poder expuesta por Nietzsche y la
voluntad de placer respaldada por Freud. Estableció estos principios de la
logoterapia: la búsqueda de sentido es el instinto más fuerte; la vida puede
tener sentido y significado en todas las circunstancias, aún en las más
difíciles y/o miserables; es lícito, válido y posible vivir una vida con
sentido; toda persona tiene libertad para encontrar sentido en la actividad que
le plazca, siempre y cuando sea ética y responsable.
Con respecto a la cultura occidental, Frankl señaló
que lo ganado en cuanto a Libertad no había sido suficiente, porque aún faltaba
mucho con respecto a la Responsabilidad. La libertad irresponsable, desde su
punto de vista, había degenerado en arbitrariedad, hedonismo, indiferencia y
caos. Como superviviente de los campos de exterminio nazis, insistió en que
ningún sistema político o económico tenía derecho a desconocer los derechos del
individuo. Asimismo, fue crítico de los regímenes de izquierda, que además de
asfixiar la individualidad trataban de aniquilar uno de los mayores dones de la
especie humana: su espiritualidad.
Definió la Neurosis Noogénica como la sensación de
vacuidad y ausencia de significación asociada a aburrimiento, apatía y estancamiento
vital, producto de la frustración existencial que se produce en el hombre
cuando desconoce o reprime su dimensión nooética (religiosa), y encontró que su
prevalencia había aumentado desde el auge de las distintas doctrinas ateas de
finales del siglo XIX.
Enrique Pichon-Riviere (1907 – 1977) creó la terapia de grupo llamada Grupo
Operativo, en la que aunó los conceptos de homeostasis, cibernética y
dialéctica.
Nikolaas Tinbergen (1907 - 1988) estudió los comportamientos de
organización, elicitación y jerarquización social entre animales. Observó que
en los animales aterrorizados se daban las mismas posturas catatónicas
descritas por Kahlbaum, y que el estrés provocaba hipersexualidad,
hipercinesia, agresividad y comportamientos estereotipados. Encontró que en los
mamíferos superiores, incluidos los humanos, la sobreestimulación sensorial en
la infancia puede causar Trastornos de Ansiedad y Trastornos por Déficit de
Atención.
John Bowlby (1907 – 1990) se interesó en el desarrollo del niño y
estructuró una Teoría del Apego desde una perspectiva biológica, etológica y
evolutiva. Definió conceptos como Base Segura (el lugar, no necesariamente
físico, al que se regresa cuando hay necesidad de protección y apoyo, y en el
que se encuentran los padres, las figuras de apego primordiales, que cuidan,
ayudan y nutren), Cuidados Paternos (las conductas desplegadas por los buenos
madres, y que garantizan la supervivencia y la salud mental del bebé),
Estabilidad y Labilidad Ambiental (cada especie tiene su carga genética y su
diseño, y se estresa y enferma, o se fortalece y sana, en determinados
ambientes), Vínculo (lazo entre el niño y sus padres, innato e instintivo),
Ansiedad de Separación (la experiencia angustiosa de verse separado de sus
cuidadores a una edad en la que aún el psiquismo no es capaz de soportarlo),
Patrón de Apego (estado de seguridad, ansiedad o temor de la persona en sus
relaciones con los demás, determinado en gran parte por la accesibilidad y
capacidad de respuesta de sus principales figuras de afecto), Apego Seguro
(vínculo sereno, efectivo y gratificante con los padres, que permite tolerar
después la distancia y otros tipos de separación), Apego Inseguro (vínculo
ansioso, inestable y dañino, que forma adultos con graves problemas para relacionarse
de forma madura) y Modelos Internalizados (patrones de apego introyectados por
el niño en su interacción con sus padres, que luego guiarán sus sentimientos,
pensamientos y expectativas a la hora de establecer relaciones de pareja y
otros tipos de interacciones).
Para clasificar los distintos tipos de apego, Bowlby
diseñó la Situación Extraña, una coyuntura artificialmente creada para analizar
el comportamiento del niño. Si hubo un apego seguro entre él y sus padres,
mantendrá la calma y desplegará estrategias racionales para resolver dicha
situación. Si hubo un apego ansioso, se desmoronará emocionalmente, o se
aterrorizará. También encontró que en quienes se comportan de forma agresiva y
sociopática existen serios trastornos del apego, que en la interacción entre
los padres y los hijos es más importante la calidad que la cantidad del tiempo
compartido, y que el proceso de apego no es específico para determinado sexo:
los niños se apegan a un cuidador amoroso, responsable o sensible, sea hombre o
mujer, sea su padre o su madre (en los hogares sanos, son ellos dos unas
adecuadas figuras de apego, y generan un apego seguro).
Arnaldo Rascovsky (1907 - 1995) estudió el filicidio y las distintas
formas de violencia perpetradas contra el niño y el adolescente, educó a los
padres de familia con respecto a las adecuadas formas de crianza, postuló una
teoría del psiquismo fetal e indagó en los fenómenos de la guerra, el servicio
militar y el aborto como derivados culturales del impulso filicida universal.
Jean Delay (1907 – 1987), Henri
Laborit (1914 – 1995) y Pierre
Deniker (1917 – 1998) marcaron una época, al realizar estudios clínicos y
establecer la clorpromazina (un neuroléptico típico) como el primer tratamiento
farmacológico eficaz de las psicosis esquizofrénicas. Con ello, dieron inicio a
la Psicofarmacología propiamente dicha.
Abraham Harold Maslow (1908 – 1960) postuló una jerarquía de necesidades
(llamada hoy Pirámide de Maslow) según la cual la salud mental dependería de ir
en ascenso, satisfaciendo primero las necesidades instintivas y llegando al
final a las más sublimes (el autoconocimiento y la trascendencia). También fue
el padre de la Psicología Humanista, centrada en el valor intrínseco de la
persona humana, los aspectos positivos de la personalidad, el aquí y el ahora,
la toma de responsabilidad del paciente con respecto a sus actos y la búsqueda
del autoconocimiento y el crecimiento personal. De ese modo, la psicoterapia
dejó de centrarse en los aspectos negativos y patológicos para centrarse en los
aspectos positivos y saludables de los consultantes.
Maurice Merleau-Ponty (1908 – 1961) realizó aportes a la Fenomenología y la
Semiología Psiquiátrica con sus estudios sobre la conciencia, la corporalidad y
la percepción. Consideró al cuerpo como la encarnación de la subjetividad
intencional, primera instancia a través de la cual el hombre conoce el mundo.
Alexander Mitscherlich (1908 – 1982) desarrolló la medicina psicosomática y
también sobresalió como historiador del arte, pero su principal aporte estuvo
en el análisis de los médicos que se prestaron a realizar torturas y
experimentos claramente inmorales con prisioneros de los campos de
concentración nazis. Con respecto a los motivos de la mayoría de la sociedad
alemana para seguir dócilmente los malvados designios de Hitler, encontró que
el nacionalismo, la soberbia de creerse un pueblo superior, la tendencia a
obedecer ciegamente a los superiores, la escasa hospitalidad con el foráneo, la
rígida disciplina y la incapacidad para sentir culpa o remordimiento fueron la
perdición para su país.
Rita Levi-Montalcini (1909 – 2012) investigó las neuropatías periféricas y
la relación entre los fenómenos inflamatorios y la neurodegeneración, y
descubrió, junto a Stanley Cohen
(1922 - 2020), el Factor de Crecimiento Neuronal.
Eric Berne (1910 – 1970) fue el padre del Análisis
Transaccional, y sostuvo que la terapia psicoanalítica, más que hacer
consciente lo inconsciente, debía conocer las transacciones sociales del
paciente. Utilizó la escritura de guiones y otras técnicas narrativas para que
el paciente pudiera identificar sus formas insanas de interacción. Aplicó la
Teoría del Juego a las relaciones humanas, encontrando que muchas personas
establecen relaciones patológicas tipo Juego de Suma Cero en las que una parte
gana todo a expensas de la otra (que pierde todo), o tipo Juego de Todos Ganan
en las que el paciente, aunque aparentemente se beneficia, en realidad se
cohíbe socialmente y se perpetúa en su rol de enfermo. Señaló que las personas
interactúan en tres modalidades o facetas de la personalidad a las que llamó
Estados del Ego: Padre (Estado Heteropsíquico, en el que no se tiene un
criterio propio y se funciona según lo aprendido de los padres), Niño (Estado
Arqueopsíquico, en el que se actúa infantilmente, con gran libertad aunque
también de forma inmadura y atolondrada) y Adulto (Estado Neopsíquico, en el
que se adquieren una autonomía, una madurez y una racionalidad
adaptativas).
Joseph Gaither Pratt (1910 – 1979) fue un psicólogo interesado en estudiar
científica y cuantitativamente fenómenos tales como la percepción
extrasensorial, la telepatía y la psicoquinesis.
Otto Allen Will (1910 – 1993) fue un abanderado del uso de las
comunidades terapéuticas de apoyo, la psicoterapia de grupo y la psicoterapia
individual en pacientes esquizofrénicos y bipolares, siguiendo el modelo
Interpersonal de su maestro Sullivan.
David Rapaport (1911 – 1960) desarrolló la Psicología del Yo.
Postuló que la personalidad del individuo explica tanto su comportamiento como
sus respuestas en las distintas pruebas psicométricas. Fue el primero en hablar
de estilos cognitivos, estilos de afrontamiento y percepción subliminal.
Julián De Ajuriaguerra Ochandiano (1911 - 1993) fue un estudioso de la interacción
entre los factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales implicados
en el psiquismo de los niños.
Heinz Kohut (1913 – 1981) fue el gran teórico del Trastorno
Narcisista de la Personalidad. Definió conceptos como empatía (participación
afectiva del terapeuta en la realidad personal del paciente, dada por la
capacidad de sentir las sensaciones que el otro está sintiendo), narcisismo
sano (autoestima saludable con aceptación de los propios defectos, el proceso
natural de envejecimiento y la realidad de la muerte), transferencia narcisista
(situación en la que el paciente intenta inconscientemente rivalizar con el
terapeuta, o imitarlo, o ser superior a él, al sentirse amenazado al revelar
asuntos que considera no son coherentes con la imagen grandiosa que se ha
construido de sí mismo) y narcisismo patológico (comportarse de manera egoísta
y desconsiderada, ser incapaz de reconocer los propios errores, interactuar con
las personas sólo en términos de dominancia y jerarquía, asumir que se es digno
de tener privilegios y un trato especial, creerse más talentoso o más
importante o más valioso de lo que realmente se es, sentirse superior a todos
los demás, sentir celos del éxito ajeno, explotar y manipular a los otros de
forma sistemática, tener baja autoestima pero aparentar una personalidad
arrolladora y situarse en posiciones de mando para disimular el sentimiento de
incapacidad).
Al desarrollar la Psicología del Self, rechazó el
modelo estructural (Superyo, Yo, Ello) de Freud y propuso que las diferencias
entre dichas estructuras no eran más que tres modalidades funcionales del
propio Self (al que consideró, en consecuencia, un Self tripartito),
evidenciables en la relación con los demás. En vez de focalizarse en los
instintos, los conflictos internos o los contenidos inconscientes, Kohut
insistió en el aspecto relacional de la vida psíquica, postulando que si los
psicoanalistas querían sanar de verdad, debían enfocarse más en las vicisitudes
relacionales de sus consultantes. También realizó estudios sobre psicoanálisis
aplicado y se opuso a la Guerra de Vietnam (1955–1975).
Adam Limentani (1913 – 1994) buscó conciliar los modelos
psicoanalíticos freudiano y kleiniano, y lanzó una teoría de la experiencia
infantil.
Roger Wolcott Sperry (1913 – 1994) describió la importancia del cuerpo
calloso y los fenómenos de lateralización y especialización de las funciones
cerebrales
Albert Ellis (1913 – 2007) desarrolló la Terapia Racional Emotiva,
precursora de la Terapia Cognitivo-Conductual. Abogó por un estilo de
psicoterapia activo y directivo, presto a detectar y corregir las creencias del
paciente que lo llevan al sufrimiento o al autosabotaje. También sostuvo que
buena parte de los errores y las malas decisiones que toman las personas se
deben a la irracionalidad, la rigidez y el pobre concepto de sí mismas, y que
la terapia debía hacerlas más racionales, flexibles y seguras.
Elias Hull Porter (1914 - 1987)
desarrolló las ideas de Fromm y Rogers, buscando aproximaciones no directivas y
una actitud empática del terapeuta para favorecer la construcción del
pensamiento en psicoterapia. Creó la Teoría de la Conciencia Relacional, según
la cual la conducta está determinada por la suma de motivaciones, oposiciones,
fortalezas, debilidades, relaciones, experiencias, cogniciones, conciencia
situacional y habilidades comunicativas. También hizo aportes a la psicología
organizacional y a la evaluación psicológica y psicométrica.
Joseph Wolpe (1915 – 1997) formuló el principio de Inhibición
Recíproca (complementariedad tensión-distensión simultánea entre dos reacciones
psicológicas) y determinó que la respuesta ansiosa frente a ciertos estímulos
puede ser rivalizada e inhibida por una nueva respuesta antagónica, como la
relajación. Propuso el método de Desensibilización Sistemática para el
tratamiento de las fobias.
William Masters (1915 - 2001) y Virginia
Johnson (1925 - 2013) hicieron un abordaje de laboratorio de la sexualidad
humana, describiendo las fases del Ciclo de Respuesta Sexual Humana
(Excitación, Meseta, Orgasmo y Resolución) y teorizando acerca del diagnóstico
y el tratamiento de las disfunciones sexuales.
Jerome Seymour Bruner (1915 – 2016) brilló por sus aportes a la psicología
cognitiva y la psicología de la educación, haciendo hincapié en la necesidad de
empoderar a los estudiantes y hacerlos protagonistas de sus procesos de
aprendizaje (sacándolos de su rol pasivo tradicional). Insistió en que aprender
era conceptualizar caracterizar con el fin de simplificar la interacción con la
realidad y facilitar la acción sobre ella. Dicha conceptualización iba unida,
según él, a procesos de categorización, selección de información,
simplificación de realidades, asociación, comparación, generación de
proposiciones, y generación y verificación de hipótesis. Tal como Piaget,
entendió que los saberes se iban construyendo progresivamente, en un proceso
dinámico de creación de nuevas categorías y modificación de categorías
preexistentes. E igual que Kant, señaló que la estructura cognitiva previa del
aprendiz moldeaba en cierta medida sus nuevos conocimientos: postuló que los
modelos mentales (a los que llamó Esquemas) organizaban las nuevas experiencias
y contextualizaban cada actualización de la información.
Virginia Satir (1916 – 1988) fue una de las pioneras de la
psicoterapia familiar, abordando dichos sistemas como un microcosmos necesitado
de patrones pacíficos y claros de comunicación. Ayudó a cientos de familias en
proceso de reconstrucción.
Hans Jürgen Eysenck (1916 – 1997) estableció que las diferencias
interraciales en los resultados de las pruebas de inteligencia aplicadas de
forma no científica en Inglaterra y Estados Unidos a inicios del siglo XX se
debían a factores ambientales (muchas eran pruebas diseñadas para personas
anglosajonas blancas de clase alta, y tenían ítems que no entendían bien las
personas de otros grupos sociales) y no a situaciones reales de inferioridad o
superioridad racial. Encontró que las personalidades del grupo C tendían a
desarrollar cáncer, y señaló abiertamente que el cigarrillo era cancerígeno en
una época en la que la industria tabacalera hacía sobornos para que las
autoridades políticas no consideraran el tabaquismo como un problema de salud
pública. Creó una Teoría Dimensional de la Personalidad, en la que los niveles de
Extraversión (grado de desinhibición, impulsividad y vitalidad), Neuroticismo
(grado de inestabilidad emocional y tendencia a la depresión y la ansiedad) y
Psicoticismo (grado de extravagancia y vulnerabilidad a las psicosis),
determinan los distintos tipos. Asimismo, consideró los rasgos genéticos como
fundamentos o unidades básicas de la personalidad, aunque tampoco negó la
influencia de los padres, la crianza y el ambiente social.
Francis Crick (1916 - 2004) destacó como investigador y genetista
al inicio de su carrera (fue, junto a James Watson, el que postuló la
estructura en doble hélice de la molécula ADN humano). Estableció que muchos de
los padecimientos mentales tenían, además de causas sociales, culturales,
biográficos y de crianza, un origen genético. Al final de su vida realizó
importantes aportes en el campo de la Filosofía de la Mente, la Epistemología y
la Neurofilosofía.
Mauricio Goldenberg (1916 - 2006) desarrolló un modelo interdisciplinario
de psiquiatría comunitaria adaptado a las realidades culturales
latinoamericanas, en el que se integraban conceptos psicoanalíticos y
sistémicos.
Thomas Gordon (1918 – 2002) investigó las estrategias de
comunicación y resolución de conflictos que permitían mejorar las relaciones
entre padres e hijos. Usando la escucha activa de su maestro Rogers, y con una
filosofía de evitar cualquier tipo de coerción y permitir ganar a ambas partes
en conflicto, creó una estrategia (el Método Gordon) que luego fue muy usada en
todo tipo de negociaciones. También fundó una de las primeras Escuelas de
Padres, el Entrenamiento en Efectividad Parental.
Henri Tajfel (1919 – 1982) sobresalió por sus investigaciones
sobre los aspectos cognitivos de los prejuicios y la identidad social, que
según él nacían de la tendencia humana a categorizar y asignar identidades
según dichas categorías. Junto a John Turner (1947 - 2011) desarrolló la Teoría
de la Identidad Social (la tendencia humana a agruparse, de forma innata, según
categorías y clases sociales que conforman grupos excluyentes, construyendo una
parte de su identidad sobre la base de su membrecía, y de sus barreras frente a
quienes consideran “ajenos” o no pertenecientes a su colectividad).
Leon Festinger (1919 - 1989) describió la Disonancia Cognitiva
(sentir tensión, disconfort y malestar cuando se tienen cogniciones en
conflicto, o cuando la persona está teniendo un comportamiento que entra en
conflicto con sus creencias) y la respuesta usual frente a ella (generar nuevas
ideas y creencias con el objetivo de reducir el conflicto, con lo cual se
reduce la disonancia y se logra un sistema de ideas más coherente entre las
distintas cogniciones y conductas).
Ricardo Horacio Etchegoyen (1919 – 2016) fue un estudioso de la teoría y la
técnica del Psicoanálisis, la homosexualidad femenina, las perversiones de la
transferencia y los estilos de interpretación.
San Juan Pablo II (nacido Karol
Wojtyla, 1920 - 2005) aportó conceptos sociológicos y filosóficos claves
para entender al ser humano en la neoposmodernidad: Cultura de la Vida
(pacifismo, tolerancia, caridad y amor por el prójimo), Cultura de la Muerte
(terrorismo, belicismo, intolerancia, abortismo), Amor Responsable (solidario,
respetuoso, favorecedor del crecimiento personal), Objetalización del Otro
(instrumentalización del prójimo: usarlo para luego desecharlo, acercarse a él
sólo con fines egoístas), Antropología Cristiana (ver al hombre como criatura
encaminada a Dios y a los más nobles ideales) y Teología del Cuerpo (rescate
del cuerpo como posibilidad de ser y estar en el mundo, con una dignidad que le
es propia).
George Armitage Miller (1920 – 2012) encontró la capacidad de procesamiento
de información promedio en los seres humanos (5 a 9 bloques de información) y
acuñó el término “memoria de trabajo” para el tipo de memoria que va
íntimamente ligado con la atención (y por ende, con el lóbulo frontal).
León Grinberg (1921 – 2007) describió la Contraidentificación
Proyectiva (fenómeno contratransferencial del analista acaecido por una
identificación proyectiva masiva que supera las barreras sanas de su psiquismo,
consistente en que el terapeuta termina actuando como si fuera alguien
completamente ajeno, respondiendo a la propia identificación proyectiva
provocada por el paciente excesivamente perturbado), y aclaró que este fenómeno
sólo podía ser establecido si varios tratantes experimentaban la misma
respuesta contratransferencial con dicho paciente.
Paul Watzlawick (1921 - 2007), representante del Constructivismo
Radical y de la Teoría de la Comunicación, realizó numerosos aportes a la
Psicoterapia de Pareja y la Psicoterapia de Familia como miembro del Grupo de
Palo Alto (California). Describió cómo interactuaban los miembros de numerosas
familias enfermas, encontrando que suele haber muchos errores en la comunicación,
por varias causas (no se escuchan atentamente, no hablan el mismo lenguaje, no
tienen el mismo punto de vista sobre determinados términos, no retroalimentan
lo comunicado), y cómo estos patrones alterados de comunicación influyen
negativamente en el psicodesarrollo, generando diversas patologías mentales.
También evidenció que el paciente psiquiátrico es
muchas veces el síntoma de una familia disfuncional, y que a veces juega un rol
funcional en la homeostasis familiar (actuando de chivo expiatorio de todos los
trastornos al interior del sistema). Estableció, junto con Janet Beavin Bavelas (n. 1940) y Donald de Ávila Jackson (1920 – 1968), los Cinco Axiomas Básicos de
la Comunicación: toda conducta es una forma de comunicación, toda comunicación
tiene una metacomunicación (comunica más de lo simplemente manifiesto en el
discurso, y permite nuevas comunicaciones acerca de lo comunicado), la
naturaleza de una relación depende de los acentos y las interpretaciones que
ambos miembros de la relación den a lo comunicado, la comunicación incluye
modalidades digital y analógica, la comunicación entre humanos es siempre o
simétrica (si es entre iguales) o complementaria (si hay diferencias de
jerarquía o poder).
Aaron Temkin Beck (n. 1921) creó la Terapia Cognitiva y la Terapia
Cognitivo-Conductual, dos modelos de psicoterapia sumamente eficaces en el
tratamiento de los Trastornos Depresivos, los Trastornos de Ansiedad, los
Trastornos de la Conducta Alimentaria y los Trastornos del Control de los
Impulsos. En su trabajo con pacientes depresivos, encontró que ellos necesitan
consejería y apoyo activo de parte del terapeuta, algo diferente del enfoque
psicoanalítico freudiano. Definió conceptos como cognición negativa,
pensamiento automático, creencia central y reestructuración cognitiva. También
desarrolló las escalas autoaplicadas para depresión y ansiedad que llevan su
nombre.
José Bleger (1922 – 1972) fue el primero en hablar de Simbiosis, a
la que definió como una estrecha interdependencia entre dos personas (no
necesariamente la madre y el niño) en la que ambas unen las partes más
inmaduras de su psiquismo, se conciben como una unidad fusionada, se inhiben
mutuamente y se alían para funcionar de forma casi psicótica.
Stanley Schachter (1922 – 1997), un autor e investigador prolífico,
hizo grandes contribuciones a la psicología social y la psicología cognitiva. Describió
fenómenos comunicativos al interior de los grupos como la construcción de la
identidad, el liderazgo, la persuasión, la presión, la transmisión de rumores y
la cohesión. En cuanto a la obesidad, encontró que por lo general se asociaba a
deseos insatisfechos de inclusión y compañía, autoimagen distorsionada y
dificultad para satisfacerse. Con respecto al comportamiento criminal,
evidenció que los delincuentes neuróticos solían tener buen pronóstico y podían
cambiar y corregir el rumbo de sus vidas, mientras que los psicópatas
(antisociales) tenían la tendencia a reincidir y a no sentir remordimiento ni
deseo de cambio.
Después de acompañar a cientos de familias, dedujo
ciertas problemáticas asociadas al orden de nacimiento de los hijos: a) los
hermanos mayores tendían a asumir un rol de adultos más temprano, tendían más a
los trastornos depresivos y solían sentirse muy presionados en cuanto al logro
del éxito económico y social; b) los hermanos de la mitad corrían el riesgo de
estancarse, tener poca iniciativa y no lograr una identidad definida; c) los
hermanos menores podían prolongar demasiado su adolescencia, ser más promiscuos
que el resto, quedarse solteros por el miedo a asumir compromisos a largo plazo
y desarrollar más fácilmente algunas adicciones.
Con gran coraje intelectual demostró el enorme poder
adictivo de la nicotina y describió la dependencia al tabaco y al cigarrillo
magistralmente, en una época en la que la industria tabacalera negaba dicha
adicción, y no se amilanó frente a los diversos ataques que dichas empresas
urdieron contra él y su obra. También señaló el síndrome de abstinencia que
enfrentaban quienes trataban de dejar de fumar, e ideó algunas estrategias para
superarlo. Asimismo, estudió cómo las compañías solían manipular y engañar al
consumidor, y cómo funcionaban los mercados y se tomaban decisiones económicas
de forma claramente emocional.
Junto a Jerome
Everett Singer (1934 – 2010), Schachter postuló la Teoría de los Dos
Factores de las Emociones. En dicha teoría, toda emoción implica cierto grado
de activación fisiológica y determinada atribución (etiqueta) cognitiva. Las
respuestas del organismo no serían siempre provocadas por determinadas
cogniciones (resultado de la evaluación cognitiva de la situación), sino que
las cogniciones serían también el resultado de las interpretaciones que las
personas hacen de las respuestas de su cuerpo. La intensidad de las emociones
sería baja, media o alta. La cualidad de las emociones estaría dada por el tipo
de emoción (alegría, ira, miedo, tristeza) o por la combinación de ellas.
Jay Douglas Haley (1923 – 2007), discípulo de Erickson, desarrolló la
Psicoterapia Estratégica y sobresalió como terapeuta de matrimonios y familias.
En su modelo el terapeuta toma directa responsabilidad del proceso, y no teme
influir en el consultante; de hecho, esclarece problemas bien delimitados y
despliega una estrategia específica para cada uno de ellos. Partidario de las
terapias breves, señaló estas claves para una intervención exitosa:
identificación de problemas solucionables, definición de metas (a corto,
mediano y largo plazo), diseño de intervenciones para lograr dichos objetivos, evaluación
de las respuestas y de los resultados.
Robert Boleslaw Zajonc (1923 – 2008) descubrió el Efecto de la Simple
Exposición (las personas suelen sentir simpatía o atracción por aquellas a las
que conocen, así no sean las idóneas: las personas suelen querer más fácil a
quienes más veces han visto, por ese simple hecho), la Facilitación Social (la
gente suele mejorar su desempeño y a desplegar mejor su talento en presencia de
otros), el principio de que las preferencias no necesitan inferencias (los seres
humanos tienden a hacer juicios de manera afectiva, mucho más frecuentemente
que de manera cognitiva) y el hecho de que las expresiones faciales que denotan
alegría producen, en efecto, el fortalecimiento de emociones positivas.
Humberto Roselli Quijano (1923 - 2009) estuvo muy interesado en la psiquiatría
social y trató de utilizar terapias de orientación psicodinámica en población
vulnerable.
Arvid Carlsson (1923 - 2018) investigó los sistemas dopaminérgicos y
permitió el avance del tratamiento de la enfermedad de Parkinson.
Franco Basaglia (1924 – 1980) reformuló los conceptos de salud mental
y tratamiento psiquiátrico, fundó la Psiquiatría Democrática y luchó contra la
discriminación de los pacientes mentales.
Roger William Brown (1925 - 1997) encontró que muchas conductas eran
controladas por eventos y estímulos externos sin relación con la conciencia.
Posteriormente investigó en psicolingüística.
Ernest Barratt (1925 – 2005) fue un experto en trastornos del
control de los impulsos, que ideó la Escala de Impulsividad que lleva su
nombre.
Bert Hellinger (1925 – 2019) desarrolló el método llamado
Constelaciones Familiares. Dicha terapia busca revelar dinámicas ocultas que se
han heredado y han pasado desapercibidas de generación en generación en las
familias, causando bloqueos, temores y otros problemas emocionales, con el fin
de ayudar a que el paciente y todo su sistema familiar se reinventen y logren
una vida mejor.
Albert Bandura (n. 1925) hizo grandes contribuciones en los campos
de la teoría cognitiva, la psicoterapia y la sociología. Fue el padre de la
Teoría del Aprendizaje Social y definió conceptos como autoeficacia,
autorregulación, aprendizaje observacional y determinismo recíproco.
Juan Antonio Vallejo Nájera (1926 - 1990) investigó sobre las neurosis
infantiles, la depresión, la crisis de la familia y otros grandes problemas
psicológicos de su tiempo. También cultivó la psicohistoria.
Elisabeth Kübler-Ross (1926 – 2004) estudió el fenómeno de las experiencias
cercanas a la muerte, recopilando evidencia de una realidad espiritual
ultraterrena. También describió las Fases del Duelo: Negación (no aceptar la
realidad dolorosa, como el diagnóstico de una enfermedad grave), Ira (sentir y
expresar rabia ante la situación), Negociación (jugar a hacer trueques con la
vida, para sentir que se puede tener algún control), Depresión (percatarse de
la inevitabilidad del suceso) y Aceptación (reorganizar los esquemas mentales
para adaptarse de forma realista y madura a la experiencia).
Lawrence Kohlberg (1927 - 1987) exploró conceptos como el de
razonamiento moral (la capacidad de reflexionar acerca de la bondad o maldad,
la significación, los alcances y las consecuencias de determinados actos),
dilema moral (la situación que plantea una encrucijada ética) y el
psicodesarrollo. Definió los Estadíos del Desarrollo Moral, que van desde la
Moral Preconvencional (actuar por temor al castigo, o buscando ganancias) a la
Moral Convencional (actuar sólo por apego a la ley o la norma), y de ahí a la Moral
Posconvencional (actuar según principios éticos universales).
Harold Irwin Kaplan (1927 - 1998) se empeñó en sistematizar y sintetizar,
para la difusión a públicos más amplios, los principales aportes en el terreno
de la psiquiatría clínica.
Joseph Sandler (1927 – 1998) concilió las corrientes psicoanalíticas
ortodoxa, objetalista y del Yo, estudió la responsabilidad del rol del
analista, concibió la psicoterapia como un acercamiento entre las partes
luminosas (o aceptables) y las partes oscuras (o inaceptables) de la
personalidad, y enfatizó la importancia de la sensación de seguridad en la
configuración del narcisismo primario y en el fortalecimiento de la alianza
terapéutica.
André Green (1927 – 2012) escribió sobre psicoanálisis
post-freudiano, crítica literaria, estética, análisis social, patologías
límite, estructuras no neuróticas de la personalidad, técnica psicoanalítica
contemporánea, complejo de castración en mujeres, psicología del adolescente y
pulsión de muerte.
Santiago Martínez-Fornés (1927 - 2016), discípulo de Marañón, destacó por su
abordaje clínico de las pacientes con anorexia nerviosa y bulimia, y por sus
textos de psicoeducación.
Luis Alejandro Cárdenas Reyes (1927 – 2016) aportó a la psiquiatría forense y a la
educación médica, sobresaliendo además en la implementación del modelo de
“puertas abiertas” y “hospital día” en las instituciones en las que trabajó.
Endel Tulving (n. 1927) diferenció los dos subtipos de memoria
declarativa: memoria semántica (almacenamiento de conocimientos no
autobiográficos y cultura general) y memoria episódica (datos relacionados con
la propia experiencia o memoria autobiográfica).
Gerald Klerman (1928 – 1992), basado en la teoría interpersonal de
Sullivan, diseñó un modelo psicoterapéutico de inspiración psicoanalítica
breve, eficaz y orientado a conseguir objetivos claros y medibles, llamado
Terapia Interpersonal. Junto a Myrna
Weissman (n. 1935) usó dicho tratamiento en pacientes depresivos,
focalizándose en cuatro aspectos clínicos de los trastornos depresivos: duelo,
conflictos interpersonales, transiciones de rol y déficits relacionales.
Robert Paul Abelson (1928 – 2005) realizó aportes en el campo de la
ciencia política, la cognición social, el comportamiento de los electores y la
psicología organizacional.
Javier Mariátegui Chiappe (1928 – 2008) destacó por sus trabajos en
psicopatología, epidemiología y políticas públicas en salud mental.
Jimmie Coker Holland (1928 - 2017) fundó la Psicooncología, como una
disciplina que permitió dar apoyo psicoterapéutico específico a los pacientes
con cáncer.
Humberto Augusto Maturana Romesín (n. 1928) trabajó desde la biología y las ciencias cognitivas
para ampliar conceptos como autopoyesis, cibernética, cognición e inteligencia
artificial. También propuso estrategias educativas para formar personas más
tolerantes, racionales y pacíficas.
Otto Kernberg (n. 1928) fue una autoridad mundial en la
conceptualización y el tratamiento psicoanalítico del Trastorno Límite de
Personalidad. Integró la Psicología del Yo con las teorías de Klein y Bion,
produciendo una interesante Teoría de las Relaciones Objetales.
Noah Chomsky (n. 1928) fue uno de los pioneros de la
biolingüística y el nativismo lingüistico (que sostienen que el lenguaje y sus
estructuras son hereditarios, biológica e inevitablemente presentes en el
hombre, y que no dependen del aprendizaje ni de las interacciones con otros).
Postuló la Teoría de la Gramática Transformativa, la Teoría de la Gramática
Generativa y la Teoría de la Gramática Universal. Fue especialmente crítico con
el conductismo de Skinner, y con el empirismo de Locke y Hume, al encontrar que
ciertas cualidades humanas no dependen de estímulos externos.
Robert Coles (n. 1929), influenciado por Erikson, se interesó en
las estrategias pedagógicas y sociales para superar el racismo e incrementar la
sensibilidad social y el deseo de ayudar al prójimo tanto en niños como en
adultos.
Eric Kandel (n. 1929) demostró que la psicoterapia producía
cambios a corto y largo término en las redes neuronales, encontrando que en los
procesos de aprendizaje (como la terapia) se producen cambios a nivel
eléctrico, bioquímico (producción de AMP cíclico, un segundo mensajero),
molecular (producción de proteincinasa A, regulación de distintos sistemas de
neurotransmisión) y sináptico (con cambios tanto cuantitativos como
cualitativos, en el número y en la forma de las sinapsis) que permiten que los
datos codificados como memoria a corto plazo pasen a ser datos de memoria a
largo plazo.
Walter Mischel (1930 – 2018) se destacó en el estudio de la
personalidad y la psicología social.
David Graham Cooper (1931 – 1986),
Ronald David Laing (1927 – 1989) y
Thomas Stephen Szasz (1920 – 2012) abogaron por una comprensión de la
sintomatología psiquiátrica como descripciones válidas de la experiencia vivida
y no solamente como señal de enfermedad mental, dentro de un movimiento
erróneamente llamado Antipsiquiatría.
Richard Alan Gardner (1931 - 2003) describió el Síndrome de Alienación
Parental (conductas distintivas de los niños manipulados psicológicamente por
uno de sus progenitores para actuar en contra del otro, incluso afirmando
calumnias, en el marco de una disputa legal por su custodia).
William Meissner (1931 – 2010) fue el creador de la Teoterapia,
basándose en los ejercicios espirituales y otras enseñanzas de san Ignacio de
Loyola.
Stanley Keleman (1931 – 2018) fue un pionero de la Psicoterapia
Corporal, una aproximación terapéutica basada en la conexión entre musculatura
voluntaria, postura corporal y conflicto emocional, en la que usaba el
movimiento y la corrección del sistema músculo-esquelético como vías para la
adquisición de la salud mental. Describió conceptos como el de anatomía
emocional, modelo somático-cortical y estado físico-emocional.
Stanislav Grof (n. 1931) postuló la Psicología Transpersonal,
después de estudiar los estados alterados de conciencia (por ejemplo, las
experiencias religiosas) como oportunidades para la exploración, el
conocimiento de sí mismo y del mundo, la sanación, la maduración y el
crecimiento psíquico.
Irvin Yalom (n. 1931) desarrolló la Psicología Existencial a
partir de lo que él consideró las cuatro situaciones ineludibles de la
condición humana: soledad, ausencia de significado, mortalidad y libertad.
Arnold Allan Lazarus (1932 – 2013) creó la Terapia Multimodal, con la que
abordó la vida humana como una interacción de diversas modalidades y
dimensiones (sensación, afecto, cognición, imaginación, biología, relaciones
interpersonales, conducta), a partir de un Cuestionario Multimodal también
diseñado por él.
Gordon Bower (1932 – 2020) fue un psicólogo cognitivista que
investigó acerca de la memoria humana, las emociones, y la modificación de la
conducta. Destacó por su Teoría del Aprendizaje.
Stanley Milgram (1933 – 1984) estudió los mecanismos de obediencia de
la gente frente a figuras de autoridad, encontrando que las sociedades en las
que las personas se acostumbran a obedecer sin cuestionar a sus líderes son
propensas a cometer actos inhumanos por el simple hecho de recibir órdenes.
Oliver Wolf Sacks (1933 - 2015) fue un neurólogo, historiador y
escritor que recreó de forma novelada algunos de sus reportes de caso, para
difundir las neurociencias y poner al alcance de las masas conceptos neuropsicológicos
y neuropsiquiátricos.
David McNeill (n.1933) investigó las relaciones entre lenguaje
verbal, lenguaje no verbal y pensamiento.
Phillip George Zimbardo (n. 1933) describió cómo la personalidad juega un rol
en cuanto a qué tan violento o sumiso es un sujeto en circunstancias
estresantes, y estableció que no es tan simple diferenciar entre buenas y malas
personas, puesto que todos los hombres pueden optar por actuar de uno u otro
modo en una situación extrema. Llamó Efecto Lucifer al modo en que una persona
buena puede terminar portándose mal, o irracionalmente, o autodestructivamente,
o estúpidamente, cuando está inmersa en situaciones límite (en las que se ven
desafiadas la propia identidad, la estabilidad, la personalidad y aún la
moralidad). Identificó siete procesos sociales favorecedores del Efecto
Lucifer: empezar a hacer maldades que se consideran “menores” o “sin
importancia”, deshumanizar al prójimo, sentirse anónimo (tener la sensación de
desindividuación del self), experimentar la difusión de la propia
responsabilidad (escudándose en el grupo), obedecer ciegamente las figuras de
autoridad, someterse a las normas del grupo de forma conformista y acrítica, y
ser pasivo (o inactivo, o indiferente) frente a los actos de maldad. Frente a
dicha realidad, estudió la forma en la que se podrían promover el heroísmo y la
solidaridad en la vida cotidiana. Al final de sus días, investigó sobre la
percepción del tiempo y el Síndrome de Intensidad Social (la forma en que la
cultura militar re-socializa, re-programa y altera la forma en la que los
soldados se relacionan con los demás).
Daniel Stern (1934 – 2012) estudió el neurodesarrollo y el
psicodesarrollo del niño, el maternaje y el aprendizaje, enlazando
Psicoanálisis y Neurociencias. Profundizó en el concepto de self dado por Jung
y ampliado por Winnicott y Kohut, explicando de qué manera un desarrollo
adecuado permite el paso del self pobremente cohesionado al self bien integrado
y cohesionado (que es el hallazgo en las personas mentalmente sanas y
equilibradas). Resaltó que las experiencias vividas entre el segundo y el
séptimo mes permiten al infante ir creando la sensación subjetiva de sí mismo
(self nuclear), en la interacción con los padres (que actúan como reguladores
de ese self nuclear del infante); después del segundo año, gracias al lenguaje,
el infante ya empezará a crear un self narrativo (una representación mental de
sí mismo); de ahí en adelante, en la interacción social, aprendiendo, imitando
e introyectando, el niño ya tendrá los primordios de un self cohesionado (que
seguirá cohesionándose en la medida en que establezcan relaciones sanas y
fructíferas, y amplíen el repertorio de habilidades e interacciones), base de
la identidad y del sentido autobiográfico.
Marshall Bertram Rosenberg (1934 – 2015), discípulo de Rogers, desarrolló la
Comunicación No Violenta, un método para resolver problemas de manera pacífica
en diversas situaciones de tensión social.
Paul Ekman (n. 1934) se hizo famoso por el estudio de la
relación entre las emociones y las expresiones faciales.
Daniel Kahneman (n. 1934) profundizó en la psicología de la toma de
decisiones, así como las conductas de las personas en el terreno de la
Economía.
Rodolfo Llinás (n. 1934) estudió la electrofisiología del cerebelo,
el tálamo, las cortezas entorrinal y cerebral, el hipocampo y la médula
espinal. Describió la inhibición dendrítica en las motoneuronas, la
organización funcional de los circuitos neuronales en la corteza cerebelosa,
los canales de calcio de las células de Purkinje, los microdominios de calcio
en las zonas presinápticas activas, la magnetoencefalografía en la
investigación clínica y las oscilaciones del potencial de membrana en la oliva
inferior, el tálamo y la corteza entorrinal. Fue también el padre del término
Disrritmia Talamo-Cortical y de la Ley de Llinás (la no intercambiabilidad de
neuronas).
Hartmut Radebold (n. 1935) postuló un modelo de psicoterapia
psicoanalítica para la tercera edad.
Frederic King Goodwin (1936 – 2020) describió la Depresión Estacional
(relacionada con el invierno) y fue un defensor del uso de la terapia lumínica
en su tratamiento. También lideró iniciativas sociales para prevenir la
violencia juvenil y fue un notable divulgador científico.
Johannes Kipp (n. 1936) estudió las posibilidades de la
psicoterapia de grupo en pacientes jubilados, viudos o enfrentados a
enfermedades crónicas no transmisibles.
Otto Dörr Zegers (n. 1936) investigó las relaciones entre el
psicoanálisis, la cultura y el arte, y describió la importancia de la figura
paterna en la consolidación de las familias sanas.
Giovanni Battista Cassano (n. 1936) sobresalió por sus estudios sobre distimia
y trastornos depresivos recurrentes.
Amos Nathan Tversky (1937 – 1996) contribuyó a la Psicología Matemática y
la Psicología Cognitiva en los campos de los sesgos cognitivos y la percepción
del riesgo.
Giacomo Rizzolatti (n. 1937) descubrió las neuronas en espejo y
estableció la importancia que tienen en la empatía.
Timothy Gallwey (n. 1938) y John
Whitmore (1937 – 2017) estructuraron el Coaching Humanista, influenciado
por Rogers y Maslow, poniendo énfasis en el desarrollo de las propias
potencialidades, la asertividad y la propia capacidad de elección.
Mikhail Litvak (1938 – 2020) creó el Aikido Psicológico, un abordaje
psicoterapéutico que permite a las personas empoderarse y entender mejor la
naturaleza de la vida.
Timothy Crow (n. 1938) fue un experto en Esquizofrenia, que
encontró dos subtipos tipos de este síndrome: el tipo I (Crow I) presenta un
predominio de síntomas positivos (delirios, alucinaciones), aparece de forma
aguda (brote psicótico), responde bien a los neurolépticos típicos (como el
haloperidol), se exacerba con la administración de anfetaminas, presenta
hiperdopaminergia en circuitos mesolímbico y mesocortical, no afecta la
inteligencia, no presenta alteraciones estructurales (tomografía y resonancia
magnética cerebrales sin ensanchamiento ventricular ni otros signos de
reducción cortical) y tiene buen pronóstico (permitiendo un funcionamiento adecuado
del paciente tan pronto se controlan los síntomas); el tipo II (Crow II) tiene
predominio de síntomas negativos (aplanamiento afectivo, apatía, abulia,
anhedonia, enlentecimiento cognitivo), la respuesta a neurolépticos típicos es
pobre, la respuesta a anfetaminas es escasa, hay pérdida neuronal y daño
estructural (evidenciables en neuroimágenes), tiende a estancarse en un estado
crónico, afecta la inteligencia y las funciones cognitivas, y tiene un mal
pronóstico (empeora el funcionamiento del paciente). También encontró que los
pacientes esquizofrénicos tienen una asimetría cerebral muy marcada, y
presentan menor dominancia del hemisferio izquierdo para el lenguaje.
Gary Chapman (n.1938) aportó a la psicoterapia de pareja y la
consejería matrimonial con su modelo de los Lenguajes del Amor, y realizó una
interesante integración entre religión y psicología.
Nancy Coover Andreasen (n. 1938) estudió la Esquizofrenia, y concluyó que la
presencia de síntomas negativos estaba asociada a mayor deterioro cognitivo y
efectos más devastadores en la funcionalidad del paciente, respaldando la
teoría de Crow. Postuló que los síntomas positivos de la esquizofrenia
(delirios y alucinaciones) son una exageración del funcionamiento cerebral,
mientras que los síntomas negativos representan una disminución del
funcionamiento cerebral: la alogia expresa el deterioro de la habilidad de
pensar y hablar fluidamente, el aplanamiento afectivo muestra la pérdida de la
habilidad de expresar emociones, la abulia refleja el entorpecimiento de la
habilidad para iniciar actividades con propósito (dirigidas a metas), y la
anhedonia es la consecuencia del daño de la habilidad para experimentar
emociones. Creó también escalas para medir síntomas positivos y síntomas
negativos en pacientes esquizofrénicos.
Simón Brainsky Lerer (1939 – 2005) destacó por sus textos de psicoanálisis
aplicado, en los que interpretó desde una óptica freudiana obras literarias,
musicales, pictóricas y cinematográficas.
Héctor Juan Fiorini (n. 1939) estudió la posibilidad de terapias breves
de orientación psicoanalítica, e integró Psicología, Antropología y
Epistemología.
Michael Gazzaniga (n. 1939) investigó la lateralización de las funciones
cerebrales, y de qué manera se produce la comunicación interhemisférica.
James William Fowler (1940 – 2015), basándose en los trabajos de Piaget,
Kohlberg y Meissner, estudió el desarrollo de la fe y la madurez espiritual en
el hombre.
Richard Eugene Nisbett (n. 1941) contribuyó al entendimiento de la cognición
social, la identificación con determinada cultura o clase y el envejecimiento.
Norbert Müller (n. 1942) investigó los mecanismos inflamatorios e
inmunológicos en la patogénesis de los trastornos depresivos, los trastornos
ansiosos y la esquizofrenia.
Martin Seligman (n. 1942) fue el padre de la Psicología Positiva y un
defensor de la búsqueda de bienestar en la atención psicoterapéutica. También
postuló el concepto de Desesperanza Aprendida (comportamiento adquirido por
quienes padecen repetidamente la exposición a estímulos aversivos, que después
de cierto tiempo quedan en cierta situación de indefensión, victimización,
estancamiento emocional y pusilanimidad, con la sensación de no poder hacer
nada para salir de la situación dolorosa).
Allen Frances (n. 1942) trató de dar precisión fenomenológica al
diagnóstico clínico psiquiátrico, buscando la objetividad por encima de los
juicios subjetivos, y señaló la tendencia al sobrediagnóstico y la
patologización de muchas conductas normales.
Paul Churchland (n. 1942) y Patricia
Churchland (n. 1943) realizaron sus investigaciones en Filosofía Analítica,
Filosofía de la Mente y Neurofilosofía, buscando la unificación de los
conceptos Mente y Cuerpo. Estudiaron el psiquismo desde una perspectiva
materialista, cientifista y reduccionista que denominaron “Materialismo
Eliminativo”, para el que no cabían ideas como conciencia, pensamiento o libre
albedrío.
Lee David Ross (n. 1942) y su colaborador Mark Lepper (n. 1944) desarrollaron el concepto de Error
Fundamental de Atribución (consistente en sobreestimar las explicaciones de la
conducta del prójimo en términos de personalidad y disposiciones, mientras de
otro lado se subestiman los factores contextuales y ambientales que lo llevan a
actuar así), así como los distintos tipos de sesgos y “cortocircuitos” en la
toma de decisiones.
Vincent Lenhardt (n. 1942) fusionó análisis transaccional y coaching, y
acuñó el término de Inteligencia Colectiva.
Simon LeVay (n. 1943) realizó estudios sobre la relación entre
ciertas estructuras cerebrales y la orientación sexual, evidenciando que además
de factores psicológicos, culturales y de crianza, también había elementos
biológicos que influían en la conducta sexual. Encontró que uno de estos
elementos era el conglomerado de núcleos (cuatro en total) de la región
intersticial del hipotálamo anterior. La conformación de los núcleos de los
varones homosexuales se asemejaba a la de las mujeres heterosexuales (con el
núcleo número 3 de menor tamaño), determinando biológicamente la atracción
hacia el sexo masculino. En cambio, en los varones heterosexuales describió la
presencia de los cuatro núcleos y el núcleo número 3 con un tamaño mayor que en
las mujeres y los homosexuales, lo que sería el sustrato biológico de la
atracción de los varones heterosexuales hacia las mujeres.
Howard Gardner (n. 1943) propuso la existencia de Inteligencias
Múltiples, es decir, ocho tipos distintos de inteligencia (lingüístico-verbal,
lógico-matemática, viso-espacial, musical, corporal-cinestésica, intrapersonal,
interpersonal y naturalista), en oposición a la concepción tradicional de
inteligencia, que la define como una función cognitiva única y evidenciable en
diversas actividades humanas.
David Elliot Orlinsky (n. 1943) creó el Modelo Genérico de Psicoterapia, en
el que establece que toda terapia debe tener estas dimensiones: formal
(contrato terapéutico), técnico (operaciones terapéuticas), interpersonal
(vínculo terapéutico), intrapersonal (la relación del paciente consigo mismo),
clínico (impactos dentro de la sesión) y temporal (proceso secuencial) del
tratamiento psicoterapéutico.
Martin Shirran (n. 1943) desarrolló variantes de la hipnosis
(Terapia de Pausar el Botón, Banda Gástrica Mental) para el manejo de pacientes
con ansiedad y trastornos de la conducta alimentaria.
Luis Rojas Marcos (n. 1943) destacó como experto en políticas públicas
en Salud Mental.
Jon Kabat-Zinn (n. 1944) desarrolló la Atención Plena (Mindfulness)
como psicoterapia para ayudar a las personas a disminuir el estrés, la ansiedad
y el dolor. Posteriormente investigó sobre otras aplicaciones de la Atención
Plena (aumento de la productividad, mejoría de las funciones cognitivas,
tratamiento complementario de la hipertensión arterial esencial) y los
beneficios de la oración diaria.
Brian Weiss (n. 1944) aportó técnicas de relajación, meditación e
hipnosis, en el contexto de su controvertida Terapia de Regresión.
Hagop Souren Akiskal (n. 1944) estudió en profundidad los Trastornos del
Humor. Encontró relaciones entre la enfermedad bipolar y los trastornos de
personalidad, el consumo de sustancias psicotóxicas, las depresiones
refractarias, las depresiones atípicas y los trastornos de ansiedad,
estableciendo distintas categorías dentro del Espectro Bipolar.
Armando Sharovsky (n. 1944), en concordancia con los trabajos de
Shirran, ideó un tipo de hipnosis para el tratamiento de la obesidad.
Hernán Santacruz Oleas (n. 1944) trabajó en terapia de grupo de orientación
psicoanalítica, especialmente en atención a víctimas de desastres naturales y
traumas generados por secuestro y otras formas de violencia.
Julio Vallejo Ruiloba (1945 – 2019) estableció que el tratamiento de la
depresión no podía ser único, ya que cada subtipo de depresión requiere de
cierto abordaje terapéutico específico. En este campo, encontró que el uso de
antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoaminooxidasa eran excelentes
para las depresiones endógenas y atípicas, y que los inhibidores selectivos de
la recaptación de serotonina eran más útiles en las depresiones reactivas.
También realizó estudios para esclarecer la naturaleza del Trastorno Obsesivo
Compulsivo.
Anselm Grün (n. 1945), integrando Psicología Analítica y
Consejería Espiritual, realizó invaluables aportes en el campo de la
psicoterapia individual y de pareja.
Ariel Liberman Isod (n. 1945) y Augusto
Abello Blanco (n. 1.946), inspirados en Winnicott, desarrollaron la
Psicoterapia Relacional y la psicoterapia de grupo de inspiración relacional y
objetalista.
Alvin Rosenfeld (n. 1945), discípulo de Bettelheim, fue uno de los
primeros clínicos en alertar sobre la alta prevalencia de abuso sexual entre
los niños que desarrollaron trastornos psiquiátricos en su adolescencia o
adultez. También escribió acerca de las familias sobreprotectoras y sobrecontroladoras,
y sobre los efectos devastadores del cine violento y de terror en el psiquismo
infantil.
Rafael Echeverría (n. 1945) y Julio
Olalla Mayor (n. 1951) estructuraron el Coaching Ontológico, basado en el
uso del lenguaje.
Richard Allan Schweder (n. 1945) estudió la correlación entre psicología,
cultura y evolución, fue un defensor del pluralismo cultural y criticó la
tendencia humana a considerar inferior al prójimo que es simplemente distinto.
POSMODERNIDAD
1. Línea del Tiempo: 1945 – Presente
2. Contexto
La desconfianza mutua entre rusos y estadounidenses
aumentó cuando ambas partes rompieron los acuerdos firmados (José Stalin no
cumplió el compromiso de permitir la realización de elecciones libres en los
países de Europa Oriental que cayeron bajo el dominio soviético, y Harry Truman
se negó a enviar indemnizaciones desde Alemania para ayudar a la reconstrucción
de la Unión Soviética). El tirano ruso, que ya se había consolidado como un
gobernante aún más asesino que Hitler, dio un discurso en 1946 declarando la
guerra ideológica a Occidente.
En 1947 el presidente de los Estados Unidos propuso
enviar ayuda a las fuerzas anticomunistas de Grecia y Turquía, y creó un
consenso público por el cual los estadounidenses estarían dispuestos a combatir
en un supuesto conflicto contra los rusos. Cuando Stalin respondió aumentando
su control sobre la parte de Europa que tenía atenazada (lo que incluyó el
asesinato de miles de letones, lituanos, polacos, ucranianos y checos que
habían sido héroes de la resistencia contra el nazismo), Truman ayudó a crear
una alianza militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y
a establecer una Alemania Occidental independiente (que se convirtió en la
República Federal de Alemania).
La respuesta soviética fue el Pacto de Varsovia, por
el cual todos los países del bloque comunista se comprometían a ayudarse
militarmente. La tensión aumentó en los años 1949 y 1950, cuando los soviéticos
llevaron a cabo su primera explosión de una bomba atómica y firmaron una
alianza con Mao Tse Tung y sus seguidores comunistas, que habían terminado
quedándose con toda la zona continental del país (forzando a los leales a
Chiang Kai-shek a refugiarse en Taiwán, que desde ese entonces existe como una
república independiente). Estados Unidos se negó a reconocer al cruel régimen
de Mao, que era aún más brutal y sanguinario que el de los soviéticos (de
hecho, ha sido ha sido la dictadura más asesina de toda la Historia hasta el
momento, con 78 millones de muertos).
En Japón, entonces bajo control estadounidense, se
aceleró el desarrollo económico para hacerle contrapeso a la China totalitaria.
La disciplina, la capacidad de trabajo y el sentido del deber de los japoneses hicieron
que se produjera una recuperación portentosa en dicho país. Winston Churchill,
que había profetizado el incumplimiento de los acuerdos por la dictadura
comunista, la polarización Este-Oeste y la creación del telón de acero, volvió
al poder en 1951. Desenmascaró entonces la política expansionista de Stalin y
sus secuaces, que aduciendo “internacionalismo del movimiento obrero” estaban
violando sistemáticamente fronteras nacionales en Asia y Europa.
Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma
(alma grande) Gandhi, hizo un hito en la historia al encabezar una revolución
pacífica y lograr la independencia de la India (subyugada por Inglaterra) sin
un disparo. Su apuesta por la “no-violencia” y su estrategia (desobediencia
civil y resistencia pacífica) dejaron una huella imborrable. Fue una tragedia
su asesinato a manos de un fanático en 1948.
Como después de la Segunda Guerra Mundial las
potencias coloniales quedaron tan debilitadas, la independencia progresiva de
los países africanos y asiáticos fue inevitable. Tal como lo había soñado el
escritor, diplomático, agente secreto y aventurero Thomas Edward Lawrence (conocido
también como Lawrence de Arabia), que no vivió para verlo, muchas de las
naciones árabes que después de 1919 se habían librado del imperio turco otomano
sólo para caer en las garras de Inglaterra y Francia, pudieron al fin tener la
oportunidad de ser completamente autónomas.
En 1953 Egipto obtuvo su independencia y se organizó
como República, gracias a los buenos oficios de Muhamad Naguib y Gamal Abdel
Nasser. En 1956 lo hizo Sudán. De ahí en adelante, y con cierta tendencia (las
naciones de mayoría musulmana y del Norte del Africa a la vanguardia), todo el
continente lo logró. En unos pocos países se dieron movimientos nacionales
populares que llegaron al poder de manera limpia y no fueron derrocados por
golpes de Estado militares; lastimosamente, en la mayoría se libraron cruentas
guerras civiles y miles de casos de violación a los derechos humanos. Aún hoy
ocurren tragedias, la mayoría de las veces las causas son la intolerancia
religiosa, el terrorismo islámico y el tribalismo.
En Lejano Oriente se dio un proceso similar. En la
década de 1950 casi todas las colonias británicas adquirieron su independencia;
las francesas, en la década de 1960. Muchos de los países antaño colonizados
son ahora potencias económicas, a excepción de los que vivieron bajo dictaduras
comunistas (como Camboya durante el genocida régimen de los Jemeres Rojos) o
están aún sometidas a ellas (como Corea del Norte). China es un caso curioso,
pues pasó a ser una dictadura mixta (comunista en lo político pero capitalista
en el plano económico).
Aconsejado por el diplomático George Kennan, Harry Truman
desplegó la doctrina de contención, que partía de la base de que la Unión
Soviética y su gobierno comunista intentaban expandirse a países que eran
capitalistas (como efectivamente sucedió en Europa del Este), y proponía que
para evitarlo lo único que se podía hacer era contener el comunismo dentro de
las fronteras de los países que eran comunistas en ese momento. También con el
fin de evitar el desempleo y la pobreza (caldo de cultivo para el surgimiento
de movimientos socialistas, fascistas y comunistas), Truman apoyó el Plan
Marshall (European Recovery Plan, ERP) ideado por George Marshall, George
Kennan y William Clayton, consistente en una significativa ayuda económica en
pro de la reconstrucción europea, especialmente de Alemania, buscando paliar
las condiciones sociales adversas.
Hubo otras estrategias anticomunistas menos
inteligentes. El macartismo (periodo comprendido entre 1947 y 1954), que debió
su nombre al furibundo senador republicano Joseph McCarthy, fue una paranoia
que se diseminó por los Estados Unidos, provocando la persecución (y, muchas
veces, la ruina) de individuos y organizaciones acusados (la mayoría de las
veces injustamente) de simpatizar con el comunismo. Y la doctrina Eisenhower o
doctrina de represalias masivas, elaborada por el general Dwight Eisenhower
(artífice de los desembarcos en el norte de Africa y en Normandía durante la
Segunda Guerra Mundial, y presidente de los Estados Unidos de 1953 a 1961) y su
asesor John Dulles, que postulaba el uso disuasivo de las armas nucleares y la
intervención en cualquier parte del mundo donde se notase influencia soviética.
También a Eisenhower le corresponde el dudoso honor de ser el primero en
enunciar la teoría de dominó (si un país en una determinada región se hacía
comunista, los demás que conformaban la región también acabarían cayendo bajo
el influjo comunista: no se perdería sólo un país, sino toda una región…por lo
cual era necesario intervenir militarmente dondequiera que hubiera movimientos
comunistas o simpatías pro-soviéticas).
Medio Oriente se convirtió en una de las zonas de
mayor valor estratégico mundial (por su abundancia de petróleo), y también en
un foco de conflictos, en especial a partir de la creación del Estado de Israel
en 1948. Los palestinos, con apoyo del mundo árabe en general, nunca se
convencieron completamente de la necesidad que tenía la nación hebrea de un
lugar concreto para vivir. Aunque la verdad es que los judíos vivieron muchas
persecuciones fuera de su tierra (dado que el antisemitismo no fue un fenómeno
exclusivo de la Alemania nazi), y ambos pueblos podrían compartir el
territorio, desdichadamente continúan enzarzados en un triste conflicto. A partir
de la crisis del petróleo (1973 - 1974) generada a raíz del intento de
manipulación de los países árabes a Estados Unidos y Europa occidental (varios
productores petroleros del Golfo Pérsico acordaron no exportarles crudo, en
represalia por la derrota sufrida por Egipto y Siria frente a Israel, en la
llamada guerra del Yom Kippur), y especialmente después de varios desastres
ecológicos, se evidenció la necesidad de buscar otras fuentes de energía (menos
contaminantes y menos dependientes de los vaivenes políticos y militares).
Con el paso de apenas dos décadas, el mundo terminaría
alineándose con una las dos superpotencias (Estados Unidos o Rusia), según su
tradición cultural, su ubicación geográfica y sus simpatías políticas. Australia,
Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwán, Japón, Israel y Europa Occidental se afianzarían
como aliados del “coloso del Norte”; Cuba y otras dictaduras comunistas, las
naciones musulmanas y los países brutalmente invadidos por los rusos (como
Polonia, Hungría y Checoslovaquia) harían parte de la órbita soviética. El
resto de países (en especial los latinoamericanos, y países emergentes como la
India) buscarían llamarse a sí mismos “No Alineados”, pero esto no demostraría
sino ser otra falacia retórica. De hecho, Centro y Suramérica (en especial
naciones como México, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, Colombia y
Perú) han sido siempre un enclave estratégico para los intereses geopolíticos
de los Estados Unidos de América, y la Cuba de Fidel Castro, una marioneta de
la Unión Soviética.
Guerra Fría (1946 - 1991) fue el nombre dado a esas
tensas relaciones entre el bloque de Estados Unidos y el de la Unión Soviética.
Las hostilidades veladas, el espionaje y el contraespionaje estuvieron a la
orden del día. Se le llamó así (los primeros en hacerlo fueron el escritor
George Orwell, el periodista Walter Lippman y el politólogo Bernard Baruch)
porque los Estados Unidos y la Unión Soviética nunca se enfrentaron
directamente desde el punto de vista militar (afortunadamente, pues por su
arsenal nuclear tenían la capacidad de provocar la aniquilación de la
humanidad, evento frente al que alertaron pensadores como Karl Jaspers,
Bertrand Russell y Jean Paul Sartre).
El enfrentamiento bélico/estratégico ruso-estadounidense
se hizo indirectamente, a través de movimientos revolucionarios,
contrarrevolucionarios y guerrillas bajo la influencia de un bloque o el otro.
Los conflictos más destacados fueron el Bloqueo de Berlín (1948 - 1949), la
guerra de Corea (1950 - 1953), la crisis del Canal de Suez (1956), la
construcción del Muro de Berlín (1961), la crisis de los misiles en Cuba
(1962), la guerra de Vietnam (1959 - 1975), la ya mencionada guerra del Yom
Kippur (1973) y la invasión rusa a Afganistán (1979 - 1989).
En medio de dicha rivalidad se dio el “boom”
latinoamericano: frente a una cultura europea agotada por las guerras y en
plena crisis de identidad, la intelectualidad de América Latina que ya se había
asomado al panorama cultural con Rubén Darío un siglo antes pudo al fin
hablarle al mundo sin timidez y con claridad. Destacaron filósofos como José
Vasconcelos Calderón, Augusto Salazar Bondy, Samuel Ramos, Enrique Dussel, Emilio
Uranga, Jorge Portilla, Luis Villoro, Mario Bunge, Juan Carlos Scannone, Mario
Casalla, Carlos Cullen, Joaquín Sánchez McGregor, Alberto Caturelli, Ernesto
Mayz Vallenilla, Osvaldo Adelmo Ardiles, Rodolfo Kusch, Horacio Cerruti, Félix
Schwartzmann, Antenor Orrego, Victor Raúl Haya de la Torre, Arturo Andrés Roig,
Abelardo Villegas, Edmundo O’Gorman, Orlando Fals Borda, Julio de Zan,
Alejandro Korn, Francisco Romero, Leopoldo Zea, Fernando González Ochoa, Francisco
Luna Arroyo, Jaime Rubio Angulo, Arturo Ardao, Yamandú Acosta, Joao Cruz Costa,
Roberto Salazar Ramos, Luis José González, Bolívar Echeverría, Raúl Betancourt,
Santiago Castro Gómez, Juan Luis Segundo y Eudoro Rodríguez Albarracín,
teólogos como Camilo Torres Restrepo, san Alberto Hurtado Cruchaga, Gustavo
Gutiérrez Merino, Hélder Cámara, Lucio Gera, Héctor Mandrioni, Jerónimo
Podestá, Carmelo Juan Giaquinta, Carlos Mugica Echagüe, Alejandro Alberto
Mayol, Jorge Luis Brunetti, Héctor Botán, Rubén Dri, Jorge Adur, Domingo
Antonio Bresci, Miguel Ramondetti, Paulo Evaristo Arns, Joaquín López, Rafael
Yacuzzi, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes, Luis Angel Farinello, Alberto
Devoto, Guillermo Bolatti, Enrique Angelelli, beato Carlos de Dios Murias, Leonardo
Boff, Jaime Francisco de Nevares, Vicente Zaspe, Gerardo Valencia Cano, Rafael
Tello, Hugo Assmann, Segundo Galilea, Adolfo Tortolo y Juan José Gerardi,
pedagogos como Paulo Freire, Fernando Cardenal y Humberto Maturana, y escritores
como Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Adolfo Bioy, Ernesto
Sábato, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, José Donoso, Luis
Harss, Mario Vargas Llosa, Jorge Amado, Gabriel García Márquez, Augusto Roa
Bastos, Arturo Uslar Pietri, Miguel Angel Asturias, Augusto Monterroso, Juan
Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes Macías, Guillermo Cabrera Infante, Ernesto
Cardenal y José Lezama Lima.
La Guerra Fría se acabó por la derrota económica y
política y el posterior desmantelamiento de la Unión Soviética en 1991. El
monstruo soviético demostró ser, al final de su existencia, un tigre de papel.
El buen tino de su líder, Mijaíl Gorbachov, consistió en adelantarse a los
hechos y evitar un derrumbe todavía más dramático del que ocurrió. Gorbachov
introdujo los conceptos de reforma (perestroika) y apertura (glasnost) y se
esforzó decididamente en hacer posible una distensión genuina entre Occidente y
Oriente. Sus acercamientos con el gobierno de Ronald Reagan (que, en línea con
la paranoia anticomunista típica de su país, había destinado buena parte del
presupuesto estadounidense a establecer satélites y sistemas de defensa espaciales,
en lo que se denominó proyecto Guerra de las Galaxias), con el Papa san Juan
Pablo II y con los integrantes de la OTAN hicieron que la transición se lograra
sin un derramamiento de sangre.
Aunque para finales del siglo XX la mayor parte de las
colonias africanas y asiáticas habían ganado su independencia, aún queda mucho
por hacer, pues varias islas del Caribe y del Pacífico todavía hacen parte de
Holanda, Inglaterra y Estados Unidos. Se mantienen sin resolver los asuntos de
las islas Malvinas y Gibraltar. Gran cantidad de naciones que estaban bajo el
dominio europeo quedaron en relación de dependencia económica con sus antiguos
opresores.
En cuanto a la segregación racial, basada en las
falacias de la superioridad de la raza blanca y de la cultura europea, vale la
pena recordar que la lucha continúa. Aún hay mucho racismo, y aunque los
afrodescendientes, los mestizos y los orientales pueden alcanzar hoy la misma
calidad de vida de los caucásicos (blancos), son todavía numerosos los techos
de cristal y las sutiles discriminaciones que impiden una real igualdad de
condiciones. La lucha por los derechos de las minorías fue liderada en el siglo
XX por John Herrera, César Estrada Chávez, Martin Luther King, Malik El-Shabazz
(Malcolm X), Héctor Flores, Dolores Huerta, Rodolfo Gonzales, Luis Rodríguez, Ernesto
Galarza, Oscar Zeta Acosta, Thurgood Marshall, Gary Soto, Jesse Louis Jackson,
Rolando Hinojosa, Harry Gamboa, Ella Baker, Chinua Achebe, Nelson Mandela, Desmond
Tutu y Maynard Jackson, entre otros.
Gracias a la crítica de muchos intelectuales (muchos
de ellos hechos prisioneros, asesinados o exiliados simplemente por no plegarse
ante el régimen), la desaceleración económica, la progresiva toma de conciencia
con respecto a la imposibilidad de seguir compitiendo con los Estados Unidos y
la censura de buena parte de la opinión pública mundial, la Unión Soviética y
el mito de las bondades del socialismo habían empezado a derrumbarse a mediados
de la década de 1980. Se produjeron entonces las revoluciones de 1989 (llamadas
“el Otoño de las Naciones” por producirse en el otoño de dicho año), en las que
los países de Europa central y oriental (a las que el yugo soviético les había
impuesto un estilo socialista de gobierno, y un estilo de vida asfixiante) se
liberaron. El deseo ciudadano de libertad y democracia pudo más que la tiranía
de los partidos comunistas de estos pueblos. Bastante impopular por su corrupción,
el gobierno de la República Democrática Alemana cayó en 1989 y los propios
ciudadanos alemanes empezaron a tumbar de a pedacitos el Muro de Berlín (acto
cargado de un tremendo simbolismo, pues dicho muro fue el ícono de la Guerra
Fría). La reunificación alemana se completó en 1990, gracias a los buenos
oficios de Helmut Kohl. Entre 1989 y 1990 los polacos Tadeusz Mazowiecki y Lech
Walesa (con el apoyo del omnipresente san Juan Pablo II), líderes del
movimiento Solidaridad, fueron los primeros presidentes de una Polonia libre. Jozsef
Antall en Hungría y el escritor Vaclav Havel en Checoslovaquia hicieron lo
propio. En Bulgaria accedió al poder el reformista Petar Mladenov. En Rumania,
un pueblo cansado de atropellos tumbó y ajustició a los tiranos comunistas (los
esposos Ceausescu); Ion Iliescu, Dumitru Mazilu y Petre Roman lideraron la
transición hacia la democracia. En 1991 el propio Gorbachov firmó la
fragmentación de la Unión Soviética en 15 repúblicas independientes, y se quedó
sin cargo. Boris Yeltsin asumió la presidencia de Rusia.
El fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS fue
una certeza cuando las recién liberadas naciones de Europa Oriental eligieron
gobiernos democráticos, los berlineses terminaron de echar abajo el infame muro
que los dividía y entró en vigor la reunificación de Alemania, se detuvo la
carrera armamentista entre Rusia y Estados Unidos y cesó la competencia
ideológica entre Este y Oeste. Todo ello ocurrió durante la primera mitad de la
década de 1990.
Durante este periodo destacaron las obras de los
filósofos estructuralistas y deconstruccionistas, y en general los partidarios
de las sociedades abiertas (antitotalitarias) como Karl Popper, Milton Friedman,
Friedrich von Hayek, Isaiah Berlin, Raymond Aron, Jean Revel, Mario Vargas
Llosa y Hernando de Soto. El neoliberalismo estuvo en boga y muchos países del
Tercer Mundo le apostaron a la apertura económica y la globalización (definida
por Marshall McLuhan, Rüdiger Safranski y Francis Fukuyama como un verdadero
cambio de paradigma mundial).
El comienzo del siglo XXI vivió una acelerada
transformación en todos los ámbitos, y se caracterizó por: a) mundialización de
las relaciones entre los pueblos, b) gran progreso científico y técnico, c)
revolución de las comunicaciones, d) crisis planetaria en términos ecológicos,
e) democratización del acceso a la información (a través de Internet), f)
homogenización de la cultura y g) universalización de las democracias liberales
occidentales (acelerada por el intervencionismo estadounidense, como en Irak y
Afganistán).
Dentro de los pensadores de los albores del siglo XXI
cabe señalar a Jean-Luc Nancy, Jürgen Habermas, Thomas Pikkety, Yanis
Varoufakis, Paul Krugman, John Gray, Niall Ferguson, Emmanuel Saez, Carmelo
Zammit, Kwasi Wiredu, Gabriel Zucman, Cornel West, Ngugui wa Thiong’o, Miguel
Angel Giusti, Anthony Downs, Kojin Karatani, Sidney Tarrow, Byung Chul Han,
Martín Hopenhayn, Antonio Negri y Yukiari Segawa.
La soberanía de los Estados se ha venido debilitando
para darle paso al individuo libre y cosmopolita que no se deja limitar por
fronteras nacionales. Europa aprendió la lección y le apuesta todavía a la
cooperación y la integración socio-económica y política. Estados Unidos cedió
su liderazgo en lo económico frente a China, Japón y la Unión Europea. En el
llamado Tercer Mundo, algunos países le apostaron a la industrialización y el
comercio exterior mientras otros siguen un camino mixto entre la demagogia y la
socialdemocracia.
3. Representantes
Francisco Javier Varela García (1946 - 2001) creó la Neurofenomenología, uniendo la
neurofisiología (como realidad biológica) con la fenomenología (como método
intuitivo de conocimiento), postulando que el funcionamiento nervioso produce
la conciencia y la subjetividad. También postuló, junto con Thompson y Rosch,
los conceptos de enactivismo (la cognición aparece en la interacción entre un
organismo activo y su entorno) y enacción (la manera como un organismo vivo,
dotado de subjetividad, pasa de la percepción a la producción de acciones que
encajan adecuadamente con los requerimientos de cada situación). Introdujo
también, con Maturana, el concepto de autopoyesis (la capacidad de un sistema,
vivo o inerte, para mantenerse y reproducirse).
Jaime Ramiro Vengoechea Oquendo (1946 - 2019) fue un difusor de la
psicoeneuroinmunoendocrinología en América Latina, y realizó aportes en los
campos de la psicofarmacología y la psiquiatría comunitaria.
Deepak Chopra (n. 1946), a pesar de sus controvertidas y a veces poco
científicas afirmaciones, dejó un extenso material, muy útil para la
meditación, la autohipnosis y la imaginación guiada.
Andreas Marneros (n. 1946) sobresalió por sus investigaciones de los
trastornos psicóticos, las situaciones de inimputabilidad en esquizofrénicos y
la fenomenología de los trastornos bipolares, esquizofreniformes y
esquizoafectivos.
Alain Cardon (n. 1946) y Ángel
Lope (n. 1949) fundamentaron el Coaching Sistémico, influenciados por
Bateson y Hellinger.
James Rundell (n. 1947) y Michael
Wise (n. 1949) fueron expertos en Psiquiatría de Enlace y Medicina
Psicosomática, y contribuyeron a la difusión de dicha subespecialidad en todo
el mundo.
Terrence Sejnowski (n. 1947) destacó por sus estudios sobre memoria y
aprendizaje, y encontró, junto a Fred
Gage (n. 1950), que un ambiente enriquecido (distintos contextos,
diferentes estímulos, interrelación con otras personas) y el ejercicio
favorecen a las neuronas (alargando su vida y fortaleciendo sus sinapsis).
Joseph Paul Forgas (n. 1947) creó el Modelo de Infusión del Afecto, en el
que explicó de qué manera las emociones y los afectos influían en cada
individuo a la hora de procesar la información, juzgar las situaciones y tomar
decisiones. Encontró que en situaciones de alta exigencia de procesamiento
cognitivo (escenarios difíciles, imprevistos y complejos), paradójicamente, las
respuestas eran más determinadas por el estado del humor que por el raciocinio.
Michael White (1948 – 2008) y David
Epston (n. 1944) crearon la Terapia Narrativa, un tipo de psicoterapia en
el que la narrativa juega un papel central, siendo el terapeuta un colaborador
con el paciente en el proceso de enriquecimiento y ensanchamiento de sus
narrativas (que incluyen con frecuencia acontecimientos de la vida felices, no
incluidos dentro de la historia problemática). Animaron a sus pacientes a
externalizar sus dificultades, a identificar que el problema era el problema y
no las personas, a fortalecer puntos fuertes (atributos positivos), y a
realizar descripciones vívidas de su existencia.
Francine Shapiro (1948 – 2019) ideó el método de Desensibilización y
Reprocesamiento por Movimientos Oculares (Eye Movement Desensitization and
Reprocessing, EMDR) para ayudar a pacientes con experiencias traumáticas,
estresores vitales, adicciones y cuadros depresivos o ansiosos. Influyó en
Ignacio Jarero, Julieta Aristizábal, Lyda Marcela Lozano, Cristina Bluthgen y
Pablo Beccaria.
Alain Prochiantz (n. 1948) realizó aportes a la neurobiología,
especialmente en el campo de la morfogénesis y la diferenciación celular de las
neuronas.
Bruce Rousanville (1949 – 2011) dio fundamentación epidemiológica al
modelo de Psicoterapia Interpersonal ideado por Klerman, y lo aplicó al
tratamiento de las drogodependencias.
Charles Nemeroff (n. 1949) fue un experto psicofarmacólogo y autor de
textos educativos en su disciplina; su trabajo aclaró conceptos como depresión
resistente, depresión refractaria y depresión bipolar.
Slavoj Zizek (n. 1949) aplicó el psicoanálisis lacaniano a la
realidad política del siglo XXI, usando las categorías de lo real, lo simbólico
y lo imaginario para abordar fenómenos como el anticapitalismo, el
fundamentalismo y el neomarxismo.
Maurice Corcos (n. 1950) realizó aportes en los campos de la
psiquiatría infantil, la terapia familiar, las conductas suicidas y los
trastornos de la conducta alimentaria en los adolescentes.
Guillermo Fabián Dorado (n. 1950) realizó estudios en psicofarmacología y
abordaje integral de adicciones.
Richard Wayne Bandler (n. 1950) creó la Programación Neurolingüística junto
a John Thomas Grinder (n. 1940).
También acuñó los términos Ingeniería del Diseño Humano y Reprocesamiento
Neurohipnótico. En todos esos modelos, se acercó a los patrones más frecuentes
de conducta humana, con la intención de conocerlos y modificarlos (usando lo
que llamó la gramática transformacional).
Keith James Holyoak (n. 1950) trabajó
en los mecanismos de cognición, juicio y raciocinio humanos. Estableció que la
analogía (transferencia de información y significado de una situación
particular a otra) era uno de los mecanismos de inferencia más útiles a la hora
de construir conocimiento, tanto en niños como en adultos, y uno de los
primeros en deteriorarse en caso de injuria cerebral.
Francisco Javier Lopera Restrepo (n. 1951) investigó sobre la influencia de la
genética en la enfermedad de Alzheimer, la relación entre estrés y trastornos
depresivos y ansiosos en los cuidadores de los pacientes dementes, la demencia
tipo Alzheimer con agregación familiar en poblaciones tendientes a la endogamia
genética, la importancia de las zonas verdes en la salud mental y los factores
protectores de la memoria y las demás capacidades cognitivas en la población
general.
Thomas Roland Insel (n. 1951) describió las interacciones sociales en
sociedades individualistas y sociedades colectivistas.
Vilayanur Ramachandran (n. 1951) fue un experto en neurociencias, teórico de
la Neurología Comportamental y la Psicofísica. Sus estudios sobre el Síndrome
de Miembro Fantasma le permitieron crear la Terapia del Espejo en pacientes amputados
o con secuelas de accidente cerebrovascular.
Tomás Ortiz Alonso (n. 1951) hizo aportes en neuropsicología,
neuropsiquiatría y psicopedagogía, desarrollando unos ingeniosos Programas
Neuroeducativos para activar las que llamó autopistas neuronales de
aprendizaje.
Harold Alan Pincus (n. 1951) estuvo muy interesado en la clasificación
nosográfica y psicopatológica, y fue un abanderado de la descripción
fenomenológica exhaustiva de los trastornos psiquiátricos para lograr la máxima
precisión diagnóstica. También lideró iniciativas para acercar a los médicos
generales y de otras especialidades a la Psiquiatría, y para mejorar la calidad
de los servicios de psicoterapia y psicofarmacología en las instituciones
psiquiátricas.
Klaus Fiedler (n. 1951) investigó los procesos de comunicación y
cognición social.
Meinolf Peters (n. 1952) desarrolló un modelo psicodinámico de
psicoterapia para los adultos mayores, con énfasis en la regulación emocional y
el disfrute de la vida.
Sergio Strejilevich (n. 1952) estudió la caracterización psicopatológica
de la variante conductual de la demencia frontotemporal, la cognición moral, el
procesamiento lingüístico y las bases neurobiológicas de las funciones sociales
y el lenguaje.
Dinesh Kumar Makhan Lal Bhugra (n. 1952) destacó por sus aportes a la psiquiatría
transcultural y social.
Carlos Arteaga Pallares (n.1953) escribió la correlación entre el arte, la
literatura, las emociones y los sentimientos, y destacó como psiquiatra
clínico.
David Buss (n. 1953) fue un psicólogo evolucionista que estudió
cómo eligen los seres humanos sus parejas sexuales, y qué estrategias de
seducción y emparejamiento suelen desplegar.
Richard Gallagher (n. 1953) investigó acerca de fenómenos tales como la
posesión y la influencia demoniaca, estableciendo con rigor los límites entre
la enfermedad psiquiátrica y la verdadera situación sobrenatural.
Stephen Gilligan (n. 1954), discípulo de Erickson, Bandler y Grinder,
ideó el Trance Generativo en la hipnoterapia, y postuló un modelo de psicoterapia
breve basado en la programación neurolingüística.
Luis Carlos Restrepo Ramírez (n. 1954) insistió en la importancia de la ternura en
las relaciones humanas sanas, y en la necesidad de desestigmatizar al paciente
psiquiátrico.
John Markowitz (n. 1954) continuó la teorización de la Psicoterapia
Interpersonal iniciada por Klerman, y realizó numerosas investigaciones sobre
tratamiento combinado de psicoterapia y farmacoterapia en trastornos depresivos
y ansiosos.
Steven Pinker (n. 1954) destacó por sus estudios en Psicología
Evolutiva y su Teoría Computacional de la Mente.
Thomas Dashiff Gilovich (n. 1954) hizo grandes aportes a la psicología social,
definiendo distintos tipos de sesgos y malinterpretaciones de la realidad.
Describió en la mayoría de las personas estas tendencias: a) rechazar la
evidencia que no coincidía con sus prejuicios o ideas preconcebidas, así fuera
irrefutable; b) subestimar los hechos que les resultaban desagradables o
inconcebibles; c) negar la realidad, cuando esta no se acomodaba a sus
expectativas; d) asumir que en el futuro se obtendría el mismo resultado
obtenido la primera vez en una actividad; e) en concordancia con lo anterior, repetir
conductas que en algún momento les resultaron exitosas; f) creer que la otra
gente está más pendiente de sus actos y/o apariencia de lo que realmente
sucede; g) identificar los sesgos ajenos con más facilidad que los propios; h)
suponer que los eventos están más ligados entre ellos de lo que corresponde,
restándole importancia al azar; i) focalizarse en los datos iniciales (dándoles
mayor peso a la hora de tomar decisiones) descuidando el resto de la
información, referente al objeto estudiado o al problema abordado; j) optar por
la primera solución que aparece, así no siempre sea la más razonable o acertada.
Con respecto al comportamiento económico, determinó
que las personas más sabias eran aquellas que se sentían más felices y
satisfechas agradecían lo que tenían, independientemente de lo altos que fueran
sus ingresos. Los que no tenían sabiduría, en cambio, eran insaciables y codiciosos,
y nunca estaban contentos. También denunció cómo la inequidad económica global
afectaba de forma negativa a los países menos desarrollados (poniendo a su
población en riesgo de infelicidad).
También estudió los fenómenos de culpa y
remordimiento, encontrando que los seres humanos se arrepentían mucho más de lo
que no hicieron o no se atrevieron a decir que de lo que obraron o dijeron.
Thomas Leonard (1955 – 2003) ideó el Coaching Práctico, centrado en
incentivar la autoestima, motivar a la acción y encontrar satisfacción en la
búsqueda de nuevos desafíos.
Barbara Ann Oakley (n. 1955) describió la forma en la que el modo de
pensamiento focalizado y el modo de pensamiento difuso contribuyen a resolver
problemas y estructuran el aprendizaje.
Robert Dilts (n. 1955), discípulo de Erickson, Bateson, Bandler y
Grinder, sobresalió en el campo de la programación neurolingüística aplicada a
la pedagogía y las habilidades sociales.
Bruno Jarrosson (n. 1955) mezcló filosofía, administración de
organizaciones, estrategia militar y coaching.
Michael First (n. 1956) fue un gran psicopatólogo, muy interesado en
definir con precisión los criterios diagnósticos de las enfermedades mentales.
Acuñó el término Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal, una variante
de la somatoparafrenia que observó en algunos adolescentes severamente
enfermos, en la que coexisten
Daniel Gilbert (n. 1957) encontró que las personas daban a los
eventos futuros mayor importancia y mayor impacto emocional del que realmente
tenían, tendían a interpretar eventos del pasado como predictores del futuro,
solían recordar mejor los eventos atípicos, atribuían a las decisiones que
tomaban una (en su concepto) exagerada importancia, y fantaseaban con que el
futuro sería mucho mejor y más diferenciado del presente de lo que generalmente
ocurría.
Robert Bilder (n. 1958) estudió la personalidad y la forma en la
que la resolución de problemas permite crear nuevas conexiones neuronales y estructurar
una personalidad mejor preparada para situaciones venideras. Postuló que el
psiquismo de cada persona estaba determinado por cinco dimensiones básicas:
apertura, conciencia, extraversión, adaptabilidad y neuroticismo.
Andreas Maercker (n. 1960) realizó aportes al tratamiento
psicoterapéutico y la rehabilitación de los pacientes con trastorno de estrés
postraumático.
Ariel Alarcón Prada (n. 1960) investigó sobre psicooncología, atención
plena y relajación, y desarrolló una terapia de apoyo para los pacientes con
cáncer, dolor crónico y enfermedades terminales.
James Marcia (n. 1960), discípulo de Erikson, estudió la
adolescencia como una posibilidad para forjar la identidad explorando en
diversos dominios de la vida (literatura, filosofía, religión, deporte,
política, relaciones íntimas, amistades, roles de género, aficiones), proceso
que desembocará en la búsqueda de ocupación y en la definición de quién se es.
Describió cuatro Estados de Identidad: Rígido (el adolescente definió su
identidad sin explorar muchas alternativas, siguiendo las ideas paternas y las
normas sociales sin mayor conflicto), Difusión de Identidad (el adolescente se
quedó estancado en un estado amorfo, difuso, indefinido), Moratorio (el
atribulado adolescente vive en constante crisis, lleno de ansiedad, sin
atreverse a dar el paso hacia la identidad que quiere) y Logrado (después de
explorar distintas alternativas, se asume una identidad clara, concordante con
un Self bien definido).
José Antonio Garciandía Imaz (n. 1960) fue un representante de la Psicoterapia
Ecléctica, a la que llegó desde el pensamiento sistémico y la cibernética.
Tamaki Saito (n. 1961) acuñó el término hikikimori para referirse
al adolescente o adulto joven que se recluye en su casa o su cuarto llegando a
tal nivel de confinamiento que altera tremendamente la forma como funciona en
la vida cotidiana (llegando a niveles extremos de soledad e inactividad con
respecto al mundo exterior). Describió como Retirada Social Aguda el síndrome
que afecta a estas personas, muchas de las cuales no son esquizofrénicas ni
autistas, sino retraídas, marcadamente ansiosas y trastornadas en su
personalidad.
Dacher Keltner (n. 1962) propuso, retomando a Rousseau, que el hombre
nacía bueno y era instintivamente compasivo y amable, y que encontraba su
sentido de vida y su felicidad en la misericordia. También señaló la paradoja
del poder: muchos creen que serán felices al alcanzarlo, pero en realidad
terminan perdiendo el cariño sincero y la propia autoestima.
Yang Yongxin (n. 1962) estudió las ciberadicciones y propuso un
polémico tratamiento para la adicción al internet: combinando terapia
electroconvulsiva con psicofármacos. Después de su prohibición por parte del
Ministerio de Salud de China, trató dicho problema con técnicas conductistas y
lo que él denominó Terapia de Pulsos de Baja Frecuencia.
Ricardo De la Espriella Guerrero (n. 1962) investigó acerca de los procesos de toma de
decisiones, el filicidio, las conductas de riesgo y los hábitos de
emparejamiento de la población homosexual, y las vicisitudes de la crianza y la
función parental.
Jonathan Haidt (n. 1963) ha realizado aportes en varios campos
(liderazgo ético, desarrollo moral, psicología social, vida política, respeto
al pensamiento divergente, tolerancia, intuicionismo social, psicología
positiva, justicia y factores asociados a la felicidad), influenciado por
Seligman, Kohlberg y Schweder.
Bárbara Lee Frederickson (n. 1964) estudió la Psicología Social, la Psicología
Positiva y las emociones, sugiriendo que las emociones positivas desencadenan
comportamientos novedosos, expansivos o exploratorios.
Simon Forstmeier (n. 1964) fue un experto de la psicoterapia en los
pacientes con demencia (en especial aquellos con cuadros leves o moderados de
enfermedad de Alzheimer).
Vikram Patel (n. 1964) abanderó diversas iniciativas para ofrecer
servicios psiquiátricos de calidad y mejorar la salud mental global, después de
constatar en varias investigaciones que el desarrollo social y cognitivo se
veía severamente entorpecido en ciertos contextos de violencia, deprivación
afectiva, difícil acceso a la alta cultura e inequidad económica.
Javier Auli Carrasco (n. 1965) se especializó en trastornos de la conducta
y aplicación de diversos métodos de psicoterapia en el terreno de la
psiquiatría de niños y adolescentes. Escribió una obra autobiográfica pionera,
con la que inició el género de la “novela-rock”.
Scott Plous (n. 1965), discípulo de Zimbardo, investigó diversos
tópicos en psicoeducación y psicología social (acción educativa, sesgos en el
aprendizaje, fenómenos de discriminación en el aula, obediencia a figuras de
autoridad, cooperación social y altruismo) y destacó como defensor de los
derechos de los animales.
María Muñoz Grandes (n. 1966) investigó en arteterapia y ética
organizacional.
Alejandro Rojas Urrego (n. 1966) escribió acerca del narcisismo en la
adolescencia y las vicisitudes y peligros que los adolescentes enfrentan en las
sociedades violentas, y trató de establecer una conexión entre el Psicoanálisis
y las Neurociencias.
Nassir Ghaemi (n. 1966) trabajó en el tratamiento de los trastornos
afectivos, esclareciendo el abordaje de la Depresión Bipolar y del Trastorno
Depresivo Recurrente, y abogando por un uso crítico de la estadística y la
epidemiología en la toma de decisiones clínicas.
James Cantor (n. 1966) estudió la hipersexualidad, las parafilias
y las conductas sexuales atípicas.
Naotsugu Hirabayashi (n. 1967) realizó aportes a la psiquiatría forense,
la terapia cognitivo-conductual y la psicoterapia de apoyo a las personas con
discapacidad mental.
Michael Chikong Seto (n. 1967) trató de dilucidar las causas del abuso
sexual, la pedofilia y el lolismo, y lideró varias iniciativas encaminadas a
evitar las conductas sexuales problemáticas y abusivas.
Dan Ariely (n. 1968) estudió las relaciones entre neuromercadeo
y comportamiento económico, y encontró que las personas tomaban decisiones
económicas, usualmente, por motivos irracionales.
Gary Wilson (n. 1969) investigó las causas (acceso cada vez más
fácil a plataformas y sitios en internet, normalización social de lo
pornográfico) y las consecuencias (dificultades para focalizar la atención y
concentrarse, fallas en la memoria, disfunción eréctil, eyaculación retardada,
desarrollo de gustos exóticos en las relaciones sexuales, dificultad para
excitarse, anorgasmia) de la adicción a la pornografía.
Ferran García de Palau (n. 1970) desarrolló un tipo de Atención Plena para
el tratamiento de pacientes depresivos.
Daniel Nettle (n. 1970), discípulo de Seligman, investigó sobre la
felicidad, la deprivación emocional, la psicología evolutiva y la biología
comparada.
Jeremy Adam Smith (n. 1970) escribió acerca de la conducta
misericordiosa y la gratitud como factores generadores de felicidad.
Todd Kennedy Shackelford (n. 1971), tal como su maestro Buss, sobresalió en el
campo de la psicología evolutiva.
Bruce Ellis (n. 1972) estudió el impacto del estrés en las
cogniciones y las conductas de afrontamiento en el hombre; postuló que el estrés
(siempre y cuando fuera leve) en individuos inteligentes y batalladores podría
ser benéfico (los orientaría al logro), mientras que en personas poco
inteligentes, pusilánimes o evitativas podría ser muy perjudicial (en especial
si se tratara de un estrés severo, o reiterado).
Toshihiko Matsumoto (n. 1972) investigó la comorbilidad entre conducta
suicida y drogodependencia en los adolescentes, y describió el Síndrome por Uso
de Benzodiacepinas.
Brian Jackson (n. 1972) fue un experto en terrorismo y contraterrorismo
que abordó diversos mecanismos por los cuales las personas podrían afrontar
diversas formas de ataque terrorista (incluido el ciberataque) minimizando las
secuelas psicológicas.
Jose Mario Gómez Lizarazo (n. 1973) integró psicología humanista, teoterapia y
psicoterapia sistémica en el tratamiento de las drogodependencias.
Arnaud Delorme (n. 1974) brilló por sus aportes a las neurociencias,
en especial en el análisis electroencefalográfico de personas en meditación, en
actividades creativas o en experiencias religiosas.
Kimberly Hepner (n. 1974) estudió las barreras de acceso a la
psicoterapia en la población general, y propuso un modelo de optimización de
los recursos para ofrecer tratamientos psiquiátricos de calidad.
Christian Haass (n. 1974) destacó por sus estudios de las enfermedades
neurodegenerativas.
Joshua Breslau (n. 1974) investigó la correlación entre ciertos
patrones culturales y la tendencia a sufrir determinadas enfermedades mentales,
y postuló diversas soluciones en el campo de las políticas de salud pública.
Héctor Andrés Sánchez Guerrero (n. 1975) sobresalió por sus estudios sobre la
empatía, la intencionalidad afectiva colectiva y la regulación de los afectos
en el marco de la pertenencia a lo que denominó comunidades de respeto, así
como en la relación entre el afecto y el sometimiento a la norma. Insistió en
el abordaje de la enfermedad mental desde lo transdisciplinario y
transcultural, y batalló contra la farmacologización del quehacer psiquiátrico.
David Vance Herin (1976 – 2011) investigó acerca de la impulsividad en
los trastornos de la conducta alimentaria.
Dionne Barnes (n. 1977) escribió acerca del acceso real al
tratamiento psiquiátrico integral en los sistemas de salud anglosajones,
evidenciando todo tipo de discriminaciones y barreras.
Rajeev Ramchand (n. 1977) describió la prevalencia de trastornos
psiquiátricos en las llamadas “minorías” estadounidenses, y abanderó diversas
iniciativas de prevención de violencia y consumo de psicotóxicos en los
adolescentes y adultos jóvenes.
Alvaro Camacho Roldán (1977 – 2019) sobresalió por su trabajo en
psiquiatría clínica y de enlace.
Ana Joao Rodrigues (n. 1978) estudió el neurodesarrollo, los aspectos
moleculares de los circuitos de motivación y recompensa, la modificación
epigenética de los receptores de dopamina y la exposición prenatal a
glucocorticoides como predictor de comportamiento maladaptativo en la
adolescencia.
Zirui Huang (n. 1981) investigó sobre las bases neurobiológicas de
la conciencia psicológica, estableciendo la existencia de dos redes neuronales:
la Red de Actividad Libre o DMN (Default Mode Network), que se activa cuando el
cerebro se encuentra descansando o sin concentrarse en una actividad mental
específica (y que tiene que ver con la autorreflexión, la toma de conciencia de
los propios procesos mentales, la formación de memorias autobiográficas y la
anticipación cognitiva a eventos futuros) y la Red de Atención Dorsal o DAN
(Dorsal Attention Network), que se activa cuando el cerebro está ejercitándose
en una actividad mental específica, o resolviendo un problema determinado (por
ejemplo, tomando una decisión). Estas dos redes se complementarían de forma
recíproca y a la vez competitiva: cuando una está activa, la otra deja de
estarlo. Del juego complementario entre ambas depende la conciencia; cuando la
conexión entre ellas se interrumpe, se entra en la inconciencia.
David Alberto Campos Vargas (n. 1982) creó la Psicoterapia Formativa (basada en
la redefinición y reconstrucción de la personalidad, en aras de un psiquismo
armónico, ético y equilibrado), desarrolló la psicohistoria y usó de forma
sistemática la literatura, la filosofía y la teología en psicoterapia. Insistió
en la sinergia entre paciente y terapeuta ( a los que definió como dos seres
imperfectos, formadores y en formación, que se respetan y apoyan en la aventura
de la mutua estructuración, transformación y re-estructuración de la
personalidad), la relación terapéutica como una alianza y al mismo tiempo un
juego maduro y encaminado a la felicidad, la plenitud y la formación de una
personalidad armónica y ecualizada, la psicoterapia como un proceso agradable y
placentero (que no implica dolor, como otros han sostenido) con repercusiones
positivas.
Definió conceptos como neoposmodernidad, cultura light,
totalitarismo de género, formatividad, plenitud existencial, sinergia paciente-psicoterapeuta y praxis terapéutica.
Observó cómo se relacionaban y comportaban los seres humanos en diversas
situaciones sociales, tanto a nivel personal (amistades, derrotero vocacional y
laboral, estrategias de emparejamiento, noviazgo y matrimonio) como a nivel sistémico
(acciones comunitarias, elecciones, revoluciones, movimientos sociales y
políticos, cambios de época). También investigó las manifestaciones del sexismo
totalitario (feminismo, masculinismo, hembrismo y machismo), el uso de los
íconos y las experiencias religiosas en psicoterapia, la bioética, la comunicación
asertiva frente al chantaje emocional, y los efectos positivos del amor, la
espiritualidad, la autonomía, la responsabilidad y la solidaridad en la
conducta humana.
Yasuhiko Chiba (n. 1983) estudió el comportamiento juvenil,
especialmente los fenómenos de autolesión (especialmente auto-corte) para disminuir
el dolor tanto a nivel psicológico como físico. También propuso un modelo de
tratamiento en casa para adolescentes con riesgo suicida leve a moderado y
antecedentes penales.
Fernando Espí Forcén (n. 1983) destacó por sus aportes a la
neuropsicofarmacología, la medicina psicosomática y la psiquiatría aplicada
(con análisis de la psicopatía y las fantasías agresivas en el cine de terror).
Sarah Tashjian (n. 1983) y Adriana
Galván (n. 1985) estudiaron las estructuras cerebrales relacionadas con el
circuito de recompensa (núcleo accumbens, corteza prefrontal medial), y de cómo
se afectaban en enfermedades como la depresión o en situaciones vividas como
derrotas personales. También investigaron la neurobiología relacionada con la
impulsividad de los adolescentes.
Danny Rahal (n. 1986) estudió la correlación entre el estatus
social percibido y el estrés experimentado en los adolescentes.
David Alberto Campos Vargas © 2020, 2021
EN BUSCA DE UN LENGUAJE VERDADERAMENTE INCLUSIVO E INCLUYENTE, por David Alberto Campos Vargas
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