IMPACTO CLÍNICO DE LA ORACIÓN EN
PACIENTES CON TRASTORNOS DEPRESIVOS, MEDIDO ENTRE JUNIO Y DICIEMBRE DE 2022 EN
DOS INSTITUCIONES HOSPITALARIAS DEL QUINDÍO
David Alberto Campos Vargas*, Ana
Ximena Murillo Mosquera**, Maria Camila Aristizábal Urina***
Resumen
La Psicoterapia Formativa tiene uno de sus fundamentos
en la vida religiosa, entendida como relación con Dios, como conexión con lo
sagrado y lo trascendente, y hecha realidad concreta en una vida espiritual
encaminada a la plenitud, la formación de una personalidad armónica y la
configuración de una conducta sana, amorosa y adaptativa. Uno de los aspectos
clave de esta religiosidad y esta religación con lo sublime y lo divino es la
oración. La Psicoterapia Formativa, al potenciar la espiritualidad y fomentar
el crecimiento en todas las dimensiones humanas, favorece la felicidad y la realización
existenciales, y con ello, configura una vida de plenitud.
Los pacientes que tienen algún padecimiento
psiquiátrico de tipo depresivo, es decir, que cumplen con los criterios
diagnósticos de alguno de los trastornos depresivos definidos como entidades
nosográficas (Trastorno Depresivo Mayor Episodio Único Leve, Trastorno
Depresivo Mayor Episodio Único Moderado, Trastorno Depresivo Mayor Episodio
Único Grave Sin Síntomas Psicóticos, Trastorno Depresivo Mayor Recurrente
Episodio Actual Leve, Trastorno Depresivo Mayor Recurrente Episodio Actual
Moderado, Trastorno Depresivo Mayor Recurrente Episodio Actual Grave, Trastorno
Depresivo Mayor Recurrente en Remisión Parcial, Otros Trastornos Depresivos
Recurrentes, Distimia, Duelo, Trastorno Adaptativo de tipo Depresivo), se
benefician de orar a diario dentro de su tratamiento. La oración les permite
tener una relación con Dios activa y eficiente, los acerca a lo sacro y favorece
la plenitud existencial; asimismo, rezar disminuye la intensidad de sus
síntomas depresivos, mejora la autoestima, incrementa la esperanza, serena el
ánimo, infunde confianza en que las cosas mejorarán en un futuro, amortigua la
severidad de los síntomas depresivos, hace que se logre la remisión clínica en
menos tiempo y aumenta la sensación de bienestar y calma en los pacientes.
Estos hallazgos aportan nueva evidencia que respalda uno
de los ejes conceptuales de la Psicoterapia Formativa: la vida religiosa como
uno de las dimensiones conducentes a la plenitud existencial, la realización
personal, la felicidad, la integración y la ecualización del psiquismo, la
reestructuración de la personalidad, la optimización del desempeño en todas las
dimensiones de la vida y la redefinición de la forma de ser en el mundo.
Palabras clave: Oración, Trastornos Depresivos, Salud Mental,
Bienestar, Esperanza, Optimismo, Autoestima, Calidad de Vida, Psicoterapia,
Psiquiatría, Psicoterapia Formativa.
Abstract
Formative Psychotherapy has
one of its foundations in religious life, understood as a relationship with
God, as a connection with the sacred and the transcendent, and made a concrete
reality in a spiritual life aimed at fulfillment, the formation of a harmonious
personality and the configuration of a healthy, loving and adaptive behavior.
One of the key aspects of this religiosity and this reconnection with the
sublime and the divine is prayer. Formative Psychotherapy, by enhancing
spirituality and promoting growth in all human dimensions, favors happiness and
existential fulfillment, and with this, shapes a life of plenitude.
Patients who have the
diagnostic criteria for any of the depressive disorders, they benefit from
praying daily within their treatment. Prayer allows them to have an active and
efficient relationship with God, brings them closer to the sacred and favors
existential plenitude; likewise, praying decreases the intensity of your
depressive symptoms, improves self-esteem, increases hope, calms your spirits,
instills confidence that things will improve in the future, softens the
severity of depressive symptoms, and leads to clinical remission in less time
and increases the feeling of well-being and calm in patients.
These findings provide new
evidence that supports one of the conceptual axes of Formative Psychotherapy:
religious life as one of the dimensions leading to existential plenitude,
personal fulfillment, happiness, integration and equalization of the psyche,
restructuring of the personality, the optimization of performance in all
dimensions of life and the redefinition of the way of being in the world.
Keywords: Prayer,
Depressive Disorders, Mental Health, Well-being, Hope, Optimism, Self-esteem,
Quality of Life, Psychotherapy, Psychiatry, Formative Psychotherapy.
Introducción
Para la Psicoterapia Formativa, la buena vida religiosa
es primordial, pues permite la realización personal y la felicidad, los dos
fundamentos de la plenitud existencial.
Al concebir la psicoterapia como un proceso total,
formativo e integrador, la Psicoterapia Formativa busca sacar provecho de todos
los aspectos de la vivencia humana que permitan un fecundo acercamiento a Dios,
con todos los beneficios que ello conlleva.
El psicoterapeuta y el paciente formativos buscan una
vida plena, el desarrollo de virtudes como la fe, la esperanza, el amor, la
sabiduría, la fortaleza psíquica, la armonía, la resiliencia, la caridad, la prudencia,
la justicia y la solidaridad, la transformación vital, la formación de
cogniciones y conductas que contribuyan a la felicidad, la reflexión y la
praxis filosófica.
En línea con lo anterior, los psicoterapeutas
formativos promovemos en nuestros pacientes la oración, la vida sacramental,
las lecturas edificantes (con énfasis especial en las Sagradas Escrituras), las
obras de misericordia, la religiosidad (entendida como relación y amistad con
el Señor), la práctica de ejercicios espirituales, el despliegue de una vida
acorde con los valores del Evangelio, la meditación (centrada en el infinito
amor del Todopoderoso, en pasajes de la Biblia o en las enseñanzas de los
doctores de la Iglesia), el despliegue de conductas altruistas y solidarias, la
aplicación de máximas y ejemplos de santos y beatos (y, en general, de todos
los seres humanos que destacaron por su servicio al prójimo, más allá de la
religión que profesaron), la asistencia a retiros espirituales y la forja de un
talante activamente bondadoso.
En caso de pacientes pertenecientes a corrientes religiosas no cristianas, o agnósticos o ateos, la Psicoterapia Formativa respeta la individualidad y las creencias individuales, y se adapta a lo que cada persona consienta y acepte. He observado que los pacientes no cristianos pero pertenecientes a otras religiones monoteístas cumplen a cabalidad con las tareas encaminadas a forjar una vida más plena propuestas por este modelo psicoterapéutico, en el marco, obviamente, de sus creencias. Los que pertenecen a religiones politeístas o misceláneas o se enmarcan dentro de la llamada Nueva Era, les fascinan las oraciones propias de sus tradiciones y la meditación. A los budistas y a quienes son creyentes pero no tienen una filiación religiosa específica, la meditación y las buenas obras les resultan sumamente útiles para alcanzar las metas terapéuticas. Los trece años de existencia de la Psicoterapia Formativa son ricos en casos de ateos que se sienten muy bien al leer textos inspiradores, al efectuar ciertos tipos de oración y meditación (aquellos que no implican una congregación o un acto devocional), y al realizar obras de caridad, actos de altruismo y todas las conductas que contribuyan a hacer de ellos mejores personas.
Del deseo de someter una variable específica del
tratamiento de la Psicoterapia Formativa (la oración) al rigor, la objetividad
y la racionalidad del método científico nació esta investigación. Quisimos
determinar si la oración en sí misma constituía una ventaja, si no tenía ningún
impacto, o si, por el contrario, resultaba perjudicial, en aquellas personas
que estaban afrontando al menos uno de los distintos trastornos depresivos que
existen como categorías diagnósticas.
El objeto de este estudio fue entonces aclarar si la
oración traía o no consecuencias claramente medibles y constatables a la salud
mental de los consultantes diagnosticados con algún trastorno depresivo. Los
autores investigaron, en consecuencia, el efecto de la oración en los pacientes
con algún tipo de trastorno depresivo del Hospital San Juan de Dios y del
Hospital Mental de Filandia, entre julio y diciembre de 2022
Antecedentes
Platón fue el primer pensador en abordar lo divino
desde una perspectiva sistemática. Señaló que Dios era el Supremo Bien, el
culmen y la perfección absoluta de la bondad, la belleza y la justicia. Dicho
Dios era un recordatorio de dichos ideales, y una invitación a buscarlos y
vivirlos. También consideró que el hombre podría asemejarse a Él en la medida
en que desarrollara dichas virtudes (en la medida en que se hiciera más
bondadoso, bello y justo). De esta forma, el tener presente al Sumo Bien en sus
vidas movería a los seres humanos a desarrollar una vida virtuosa.
Marco Tulio Cicerón entendió la religión como releer, volver,
retornar, recorrer los senderos que dan soluciones y consuelan a los hombres.
San Pablo captó que la religiosidad y la conducta debían ser una unidad
coherente para que la oración resultara agradable a Dios, y mostró la oración
en sus distintas facetas (saludo, petición, súplica, acción de gracias) como
uno de los caminos más eficientes para relacionarse con Dios, adquirir alegría
y paz espiritual, llevar una existencia armónica, crecer en gracia y actuar
conforme al Evangelio.
Lactancio comprendió la religión como religare: una
religación, una reconexión con lo trascendente, con lo que va más allá de la
realidad material. San Agustín de Hipona logró exponer con absoluta claridad
los beneficios tanto personales (introspección, moderación, equilibrio,
sabiduría, encuentro con las verdades eternas) como sociales (el triunfo de la
bondad y la justicia) de lo religioso, e incentivó la oración como uno de los
mecanismos más eficaces para el crecimiento espiritual.
Santo Tomás de Aquino, sintetizando las tradiciones
filosóficas y teológicas de numerosos pensadores neoplatónicos (Plotino),
cristianos (Tertuliano, Clemente de Alejandría, Orígenes, san Juan Damasceno,
san Gregorio Nacianceno, san Ambrosio de Milán, san Agustín de Hipona, Pedro
Abelardo, san Buenaventura), hebreos (Maimónides) y musulmanes (Avicena,
Averroes), encontró que la religión incentivaba el cultivo del espíritu, la
vida virtuosa y la conducta conducente al mayor bien a nivel individual y
colectivo. También describió los efectos positivos de los distintos tipos de
oración para el hombre: claridad mental, incremento de las virtudes, mayor
entendimiento de las situaciones de la vida, acercamiento a Dios, plenitud y
felicidad.
Iniciando la Edad Moderna, grandes místicos
escribieron extensamente sobre las bondades y los frutos de la oración. Cabe
mencionar a san Juan de Ávila, san Juan de la Cruz, santo Tomás de Villanueva,
santa Teresa de Ávila, Antonio de Molina, Luis de la Palma, beato Luis de
Granada, san Juan de Ribera, Diego de Estella, Luis de la Puente, beato
Bartolomé de los Mártires y san Pedro de Alcántara, quienes describieron además
los gozos y las delicias experimentados por quienes rezaban y meditaban a
menudo.
Personajes famosos por haber sido enfermeros y haber
narrado cómo aquellos pacientes asiduos a la oración mejoraban clínicamente,
sobrellevaban mejor el dolor crónico y hasta se curaban milagrosamente, fueron
san Ignacio de Loyola, san Juan de Dios, santa Catalina de Siena, san Camilo de
Lelis, san Martín de Porres y san Pedro Claver. Ellos mismos experimentaron, a
pesar de sus quebrantos de salud y gracias a su fervorosa vida espiritual, un
vigor, un entusiasmo y una fortaleza extraordinarios para poder socorrer a los
dolientes y necesitados que tuvieron a su cargo.
En la época de los grandes pedagogos y fundadores de
instituciones educativas (san José de Calasanz, san Juan Bautista de La Salle,
san Marcelino Champagnat, san Antonio María Claret, san Juan Bosco), se
evidenció que la religiosidad hacía que los jóvenes fueran más reflexivos,
organizados, maduros, sociables, solidarios y felices. La oración y la
meditación fueron ampliamente usadas en estos colegios, como herramientas para
formar personas éticas, felices consigo mismas y dispuestas a ayudar al
prójimo.
Con la creación de clínicas especializadas en la
atención a pacientes psiquiátricos, numerosos pedagogos, médicos, enfermeros,
consejeros y terapeutas encontraron que la religiosidad en general, y la
oración en particular, aliviaban enormemente el sufrimiento, optimizaban la
adaptación y disminuían las conductas autolesivas. Cabe citar a san Benito
Menni, Sandor Ferenczi, Alfred Adler, Maria Montessori y Franz Alexander.
Eminencias de la psiquiatría, la psicología y la
psicoterapia estudiaron los efectos positivos de la religión en el psiquismo
humano. Carl Gustav Jung fue un convencido de la religiosidad como poderoso
factor de sanación; animó a sus pacientes a tener una activa vida religiosa y a
conectarse con lo mítico y lo sacro; fue un erudito en temas teológicos e
introdujo a quienes lo consultaron en prácticas de oración y meditación, así
como en la lectura de distintos textos de corte espiritual, tanto de
tradiciones cristianas como de otras confesiones. Asimismo, Jung encontró que
los íconos religiosos eran símbolos poderosísimos, que hacían emerger
experiencias milenarias compartidas (arquetipos del inconsciente colectivo) y
permitían a los pacientes acceder a la idea de totalidad y unión de los
opuestos, y estimuló la búsqueda de experiencias religiosas como camino hacia
la individuación y maduración de la personalidad. Richard Wilhelm, Jolande
Jacobi, Barbara Hannah, Joseph Lewis Henderson, Marie-Louise von Franz y Aniela
Jaffé, que se nutrieron de la Psicología Analítica postulada por Jung, también
describieron cientos de casos en los que la oración, la meditación, la
asistencia a servicios religiosos (oraciones colectivas y sacramentos
católicos, cultos protestantes, pujas hinduistas y budistas, ofrendas
jainistas) y otros intentos de contacto con Dios y lo sagrado (romerías y
peregrinaciones, danzas religiosas, ritos de paso, actos votivos), resultaron
benéficos para la salud mental de los pacientes: redujeron sus síntomas, los
ayudaron a madurar, les dieron consuelo y fortaleza en los momentos difíciles,
fueron ocasión para encontrar su sentido de vida y les permitieron mayores
funcionalidad y adaptación al entorno.
Ludwig Wittgenstein, un filósofo que estuvo interesado
en temas psicológicos, entendió que la religión le permite al hombre valorar e
interpretar lo que considera profundo e importante. Nicholas Wosteltorff,
además de lo anterior, postuló que la creencia religiosa es muy útil
socialmente, dada su función regulativa: guía a cada quien a formarse una
imagen de cómo debería ser el mundo, y a actuar correctamente, en consonancia
con dicho ideal. Otros pensadores que abordaron la fe, la espiritualidad y la
trascendencia fueron Jacques Maritain, Max Scheller, Karl Jaspers y Gabriel
Marcel. Todos ellos encontraron que la espiritualidad cristiana animaba a
llevar una conducta amorosa, solidaria y compasiva, y que el marco religioso
promovía la calma y la confianza aún en situaciones extremas. Es más: hallaron
que la religión constituía un asidero, un apoyo de valor incalculable, allí
donde las fuerzas netamente humanas se veían limitadas o superadas (como en las
situaciones límite descritas por Jaspers, en las que se pone en jaque la misma
existencia).
Erik Erikson afirmó que las religiones son
fundamentales para el desarrollo de una identidad y una personalidad sanas,
puesto que los rituales religiosos marcan el compás de distintos momentos de la
existencia (bautismo en la niñez, confirmación en la adolescencia, matrimonio
en la adultez, unción de los enfermos en la aceptación de la enfermedad y la
preparación para la muerte) y la religión es el vehículo a través del cual su
respectiva cultura promueve en el individuo la forja de las virtudes necesarias
para cada etapa de la vida.
Joseph John Campbell ayudó a sus pacientes (y sus
numerosos lectores) alentando la religiosidad como oportunidad de
autoconocimiento, y describió de qué manera las imágenes religiosas conectaban
lo mítico, lo psíquico y lo sacro, y permitían la emergencia de lo que Jung
denominaba el arquetipo del héroe. Entretanto, Erich Neumann describió su
importancia en el desarrollo personal y la exploración de lo inconsciente
conducente al descubrimiento del sí-mismo y la conciencia plena.
Viktor Frankl evidenció que la religiosidad va de la
mano con la trascendencia y el sentido de la vida, permite aceptar los golpes
de la vida y da fuerzas para continuar adelante. Constató que la religión podía
impulsar a todos los hombres a ser mejores personas (pues forjaba en ellos el
deseo de ayuda a los demás, la caridad y la solidaridad social) y a construir
una existencia más genuina (dando autenticidad y significado).
Elizabeth Kübler-Ross señaló la importancia de las
creencias religiosas a la hora de afrontar distintos tipos de duelo (afrontar
la muerte de un ser querido, un divorcio, la aparición de una dolencia física
grave) y aceptar las enfermedades terminales y la muerte con serenidad,
esperanza e incluso alegría. También postuló que la vida espiritual debía ser parte
indispensable de los cuidados paliativos.
Posteriormente, varios representantes de la Psicología
Transpersonal (Timothy Leary, Stanislav Grof, Ken Wilber, Anthony Sutich)
describieron los provechos para la vida psíquica (integración del psiquismo, ampliación
de la conciencia, experiencia de lo sacro, estados amplificados de amor,
relajación, conocimiento interior profundo) de los distintos tipos de
experiencia religiosa.
Más recientemente, Anselm Grün ha fusionado conceptos
junguianos, espiritualidad católica y terapia sistémica, logrando una alta tasa
de éxito en cuanto a orientación y consejería psicológica de matrimonios y
familias; dicho autor insiste en la oración, la lectura de la Biblia y el uso
de los sacramentos (especialmente Confesión, Comunión y Eucaristía) para el
logro de una vida equilibrada y de un completo bienestar corporal, mental y
espiritual. Desde la Psiquiatría y la Psicoterapia actuales, Boris Cyrulnik ha
continuado transitando el camino abierto por Jung, Jaspers y Frankl.
Conceptos fundamentales
Los trastornos depresivos son un grupo de enfermedades
psiquiátricas de origen multifactorial, que afectan especialmente la esfera
emocional de la persona. Su semiología, en consecuencia, es rica en síntomas
afectivos: tristeza, anhedonia, llanto fácil o incontrolable, labilidad
afectiva, sensaciones de fracaso, impotencia, decaimiento, culpa, derrota,
malestar o desesperanza, disforia, hipersensibilidad, nostalgia, remordimiento
(tanto por lo que se hizo como por lo que se dejó de hacer), ansiedad, dolor (moral,
psíquico y hasta físico) e inquietud psicomotora (o, por el contrario,
enlentecimiento psicomotor). También hay sintomatología cognitiva (cogniciones
negativas, ideas de minusvalía, ideas de culpa, ideas de fracaso, ideas de
desesperanza, ideas de muerte, ideas de suicidio), volitiva (desmotivación,
hipobulia, abulia), somática (cefalea, angina, dorsalgia, lumbalgia, prurito,
diarrea o estreñimiento, fibromialgia) y relacional (irritabilidad, brusquedad
en las respuestas, tendencia al aislamiento, y deterioro en el desempeño
familiar, laboral, académico y social), por lo que se puede afirmar que en todo
trastorno depresivo se da una afectación global (psíquica, física y espiritual)
de la persona.
El diagnóstico de los trastornos depresivos es eminentemente
clínico. Se llega a él a través del encuentro con el paciente y la
correspondiente entrevista clínica semiestructurada. Hay unos signos y síntomas
específicos, como los arriba mencionados, evidenciables en la entrevista
psiquiátrica.
El paciente con Trastorno Depresivo Mayor Episodio
Único Leve tiene ánimo triste, llanto ocasional, anhedonia, insomnio de
conciliación, desánimo, disminución del apetito, ligero enlentecimiento de las
funciones cognitivas, debilitamiento del juicio, ideas de minusvalía,
bradipsiquia, bradilalia y ligera bradicinesia.
En el Trastorno Depresivo Mayor Episodio Único
Moderado se encuentra la tristeza como emoción predominante (a veces en
concomitancia con ansiedad), ganas de llorar frecuentes, sensación de vacío,
anhedonia, insomnio y sueño fragmentado, hipobulia, hipodinamia,
hipersensibilidad e irritabilidad (incluso por asuntos de poca monta),
cansancio y falta de energía, falta de apetito, fallas en la atención,
problemas para concentrarse, bradipsiquia, deterioro en el juicio y la toma de
decisiones, dificultad para razonar correctamente, ideas de minusvalía, ideas
de inutilidad, ideas de muerte pasivas, bradilalia y bradicinesia.
El Trastorno Depresivo Mayor Episodio Único Grave sin
Síntomas Psicóticos exhibe una tristeza desesperada, ansiedad marcada, llanto
constante (y, con frecuencia, la sensación de sentirse peor después de haber
llorado), anhedonia, sensación de vacío y fracaso existencial, insomnio (tanto
de conciliación como de reconciliación) y sueño fragmentado, abulia, adinamia,
franca disforia, cansancio, anergia, falta de apetito, fallas gruesas en la
atención, la concentración y la memoria, bradipsiquia, juicio severamente
comprometido por el estado afectivo, raciocinio alterado, toma de decisiones
deteriorada, fijación en fracasos del pasado, autorreproches ideas de
minusvalía, ideas de inutilidad, ideas de minusvalía, ideas de culpa, ideas de
muerte activas, ideas suicidas de estructuración variable (a veces francamente
elaboradas), bradicinesia e incluso acinesia.
El Trastorno Depresivo Mayor Episodio Único Grave con
Síntomas Psicóticos suele presentarse con una tristeza y un abatimiento
profundos, signos físicos como la omega melancólica, las comisuras labiales
hacia abajo o la postura cabizbaja por tener la mirada en el suelo, anhedonia,
sensación de vacío y fracaso existencial, insomnio (tanto de conciliación como
de reconciliación), abulia, adinamia, anergia, ausencia de apetito, fallas
gruesas en la atención, la concentración y la memoria, bradipsiquia, juicio y
raciocinio abolidos, estancamiento mental, incapacidad para tomar decisiones,
fijación en tropiezos y pérdidas del pasado, vivencia del presente como un
fracaso, autorreproches constantes y muchas veces injustos (por lo desmedidos y
exagerados), ideas de minusvalía, ideas de inutilidad, ideas de minusvalía,
ideas de culpa, ideas de muerte activas, ideas suicidas estructuradas y
acinesia. Pueden presentarse alucinaciones egodistónicas e ideas delirantes de
corte depresivo.
En el Trastorno Depresivo Mayor Recurrente Episodio
Actual Leve se encuentran dos o más episodios depresivos, mostrando el episodio
actual ánimo triste, llanto ocasional, anhedonia, insomnio de conciliación,
desánimo, disminución del apetito, ligero enlentecimiento de las funciones
cognitivas, debilitamiento del juicio, ideas de minusvalía, bradipsiquia, bradilalia
y ligera bradicinesia.
El Trastorno Depresivo Mayor Recurrente con Episodio
Actual Moderado es un trastorno depresivo recurrente (ya se trata de más de dos
episodios depresivos) que está presentando un episodio depresivo actual
consistente en ánimo triste, anhedonia, llanto fácilmente provocado y/o
frecuente, sensación de vacío, insomnio y sueño fragmentado, hipobulia,
hipodinamia, hipersensibilidad e irritabilidad (incluso por asuntos de poca
monta), cansancio y falta de energía, falta de apetito, fallas en la atención,
problemas para concentrarse, bradipsiquia, deterioro en el juicio y la toma de
decisiones, dificultad para razonar correctamente, ideas de minusvalía, ideas
de inutilidad, ideas de muerte pasivas, bradilalia y bradicinesia.
Trastorno Depresivo Mayor Recurrente con Episodio
Actual Grave es el trastorno depresivo recurrente que está cursando en el
momento de la evaluación con ánimo triste, anhedonia, llanto espontáneo y
frecuente, ideas de minusvalía, ideas de culpa, ideas de desesperanza, ideas de
muerte, ideas de suicidio, insomnio marcado (usualmente de tipo mixto: tanto de
conciliación como de reconciliación), bradipsiquia, bradilalia, bradicinesia,
facies francamente depresiva con omega melancólica, astenia, abulia y adinamia.
Puede también acompañarse de ideas delirantes, usualmente de corte nihilista o
hipocondríaco, alucinaciones egodistónicas y en ocasiones inquietud o agitación
psicomotora.
El Trastorno Depresivo Mayor Recurrente en Remisión es
aquel trastorno depresivo recurrente adecuadamente controlado, y por lo tanto
asintomático al momento de ocurrir la entrevista.
Otros Trastornos Depresivos Recurrentes es la categoría
diagnóstica utilizada para aquellos trastornos depresivos recurrentes que no
cumplen con la totalidad de los criterios de los trastornos depresivos
recurrentes anteriormente expuestos.
La Distimia es un trastorno depresivo consistente en
tener ánimo triste la mayor parte del día, la mayor parte de los días, durante
más de dos años (por lo que lleva al establecimiento de una personalidad
neurótica de corte depresivo, con marcado pesimismo y una forma negativa de ver
la vida y el mundo).
El Duelo es un trastorno depresivo reactivo,
secundario a una pérdida (y, por lo tanto, resulta normal y esperable la
mayoría de las veces). Constituye una Reacción de Ajuste. Se habla de Duelo
Patológico cuando es de una intensidad, una duración y una presentación clínica
desmedidas.
El Trastorno Adaptativo de tipo Depresivo es un
trastorno depresivo resultante de un estrés significativamente intenso o
prolongado, que aparece dentro de los tres primeros meses de exposición a dicho
factor estresante, con elevado malestar subjetivo y deterioro clínico
evidenciable en una alteración del desempeño en las esferas personal, conyugal,
familiar, laboral y/o social.
La oración, por otra parte, se ha definido como una
experiencia privilegiada, en la que se da una conversación amistosa con Dios
(un diálogo del hombre con el Creador), la cual consolida la buena relación con
Él. Orar es estar en unión con el Señor dentro de las peculiaridades de cada
uno (el Todopoderoso que ama a su criatura predilecta, y el ser humano débil
pero esperanzado, que gracias a su fe sabe o al menos intuye que será
escuchado).
Se han dado varias definiciones sobre la oración: la
petición a Dios de bienes convenientes (san Juan Damasceno), un coloquio al mismo
tiempo amistoso y humilde con el Señor (san Gregorio Nacianceno), una oportunidad
de acercarse a quien es el Todopoderoso (san Juan Crisóstomo), un pensar en
Dios con piedad y afecto humilde (san Agustín de Hipona), el piadoso afecto de
la mente que piensa en Dios (san Buenaventura), la elevación de la mente a Dios
para alabarlo y pedirle las cosas convenientes para la salvación eterna (santo
Tomás de Aquino), un encuentro de amor con el Amado (san Juan de la Cruz), un
abandono en los brazos de Dios (san Juan Pablo II), una oportunidad para
renovar y revigorizar la fe (Benedicto XVI).
Es muy ilustrativa la comprensión (nítida y acertada,
al mismo tiempo psicológica, antropológica y teológica) que tenía Benedicto XVI
sobre la oración. Desde cuando era profesor de Teología. Joseph Ratzinger se
centró en la vivencia del hombre orante. Algunos de sus hallazgos han sido
estos: a) la oración es un estilo de vida que enseña a escuchar y acatar la
palabra y la voluntad del Señor (a confiar en Él y a dejarnos conducir por Él);
b) orar es hacer lo que Cristo ha querido enseñarnos: conectarnos con el Padre;
c) la oración es un encuentro personal, íntimo y profundo, con un Dios amoroso
que siempre está a la espera de poder amar a Su criatura; d) cuando la persona
ora, entra en comunión con el Amor pleno, y aprende a amar; e) la oración como
encuentro no la podemos circunscribir a una técnica, a un método o a una
ceremonia: es la sintonía, en el pensamiento y en la voluntad, entre el ser
humano y su Señor; f) orar no puede ser un acto interesado en el que a cambio
de cumplir una serie de rituales se puedan esperar ciertos resultados, pues
Dios no es manipulable ni comprable, y siempre están en juego la libertad y la
gracia; g) rezar es un medio para acrecentar la unión con el Todopoderoso, que
fortifica la fe y renueva la esperanza; h) aunque la criatura nunca podrá
poseer por entero a su Creador, sí puede participar de la vida del Creador,
conocerlo mejor y familiarizarse con Él a través de la oración; i) mediante la
oración el corazón del hombre logra deshacerse de las preocupaciones del mundo;
j) el cristiano que reza no pretende cambiar los planes de Dios o corregir lo
que Dios ha previsto: busca más bien el encuentro con el Padre de Jesucristo,
pidiendo que esté presente, con el consuelo de su Espíritu, en todos los
momentos de su vida; k) orar con fe y deseo de seguir la voluntad del
Todopoderoso impide la degradación del hombre, le permite vivir con la mirada
fija en Él, y lo salva de la esclavitud de doctrinas fanáticas y terroristas;
l) rezar es un medio para avivar el deseo de estar cerca de Dios y vivir
genuinamente los valores del Evangelio; m) la oración es una escuela de fe,
esperanza y caridad; n) el que ora se transforma: le da cada vez más cabida al
Señor en su vida, y aprende qué es lo que verdaderamente puede pedirle; o)
rezar alivia el sufrimiento, nos alegra y nos hace libres ante la seducción de
los falsos ídolos que han encandilado al mundo; p) la oración nos transforma en
una permanente confesión de fe; q) cuando oramos asiduamente aprendemos a no
anteponer nada al Amor; r) orar es alimentar la vida interior y aumentar la
pertenencia al Señor; s) el que reza encuentra sostén en las situaciones
difíciles de la vida.
Las finalidades y los tipos de oración pueden
abarcarse en estos grupos: adoración, acción de gracias, petición, perdón y
ofrecimiento. Todas las religiones presentes en el planeta fomentan al menos
una de estas modalidades de contacto con lo sagrado. Las oraciones pueden ser
novedosas, espontáneas, improvisadas y producto de la inspiración personal, o
antiguas (como el Padre Nuestro, creada por el propio Jesucristo), inspiradas
por el Espíritu Santo a los devotos especialmente cercanos a Dios, recitadas
con fervor a lo largo de los siglos y constituyentes del tesoro de una
tradición que nunca pasa de moda. En el cristianismo original (católico) ambas
maneras de rezar son válidas. En el cristianismo ortodoxo, casi totalmente
compatible con el catolicismo en cuanto al dogma, también. En las corrientes
iniciales del protestantismo (luteranismo, calvinismo, anglicanismo), oraciones
como el Padre Nuestro o el Gloria son claramente aceptadas. Dentro de los
adeptos de las variopintas sectas derivadas de aquellas, muchos se resisten a
las oraciones tradicionales; sin embargo, tan pronto conocen el origen bíblico
de ellas, su resistencia cede un poco.
En el contexto colombiano, quienes se definen como
creyentes son casi todos cristianos. El cristianismo católico, con 9 de cada 10
personas (90%), es dominante por amplia mayoría. Y casi la totalidad del 10%
restante se divide entre las cada vez más numerosas ofertas del cristianismo
protestante. Un pequeño porcentaje se identifica con algunas religiones de
Lejano Oriente (especialmente budismo, taoísmo e hinduismo), pero son realmente
escasos los colombianos que están oficialmente afiliados a ellas. Pensando en
ello, entraron al estudio cuatro oraciones: el Padre Nuestro, el Alma de
Cristo, la Coronilla de la Divina Misericordia y el Gloria.
Diseño del Estudio
Del universo estudiado (pacientes del Hospital Mental
de Filandia y del Hospital San Juan de Dios) y la población seleccionada (aquellos
pacientes que entre junio y diciembre de 2022 fueron atendidos por los autores
del estudio, en el servicio de hospitalización de Medicina Interna del Hospital
San Juan de Dios o en el servicio de consulta externa de Psiquiatría del
Hospital Mental de Filandia), la muestra elegida (los pacientes mayores de edad
que quisieron ingresar al estudio, dieron su consentimiento y cumplieron con
los criterios de inclusión) tuvo la oportunidad de ser evaluada en al menos dos
oportunidades, durante el semestre en el que se realizó la investigación.
Tipo de Estudio
Se realizó una investigación cualitativa, con un
modelo de estudio descriptivo tipo cohorte, evaluando durante 6 meses la
evolución de cada paciente a través de entrevista clínica semiestructurada
mensual, en mínimo 2 y máximo 6 entrevistas.
Cada entrevista tuvo una duración de al menos veinte
minutos, y constó de los siguientes momentos: a) saludo; b) recolección de
datos subjetivos (lo referido por el paciente y sus acompañantes) y objetivos
(examen mental del consultante); c) confirmación (triangulada con sus
acudientes) de que se estuvieran haciendo a diario todas las oraciones
evaluadas en el estudio; d) redacción de la nota de control en la Historia
Clínica; e) indicaciones, recomendaciones y signos de alarma.
Población
El Quindío llega ya a los 575.000 habitantes; la
mayoría son de raza mestiza (57%) y blanca (28%), y el resto de raza mulata
(10%), negra (4%) e indígena (1%). Se destaca como centro turístico y cafetero
de Colombia. Sus municipios son: Armenia (ciudad capital), Calarcá, Filandia,
Salento, Montenegro, Quimbaya, La Tebaida, Pijao, Génova, Córdoba, Buenavista y
Circasia.
El Hospital Mental de Filandia es el principal
hospital psiquiátrico del Quindío; cuenta con cuatro sedes (dos de las cuales
están ubicadas en Armenia, y dos en Filandia), ofrece los servicios de consulta
externa y hospitalización por Psiquiatría, fue fundada en 1969 y desde 2021
atiende alrededor de 4.500 pacientes al año.
El Hospital San Juan de Dios es el hospital general más
grande del Quindío; se encuentra entre los límites de los barrios El Nogal y El
Retiro en la ciudad de Armenia, es una institución de tercer nivel de
complejidad y cuenta con servicios de Urgencias, Hospitalización, Unidad de
Cuidado Intensivo y Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal, fue fundado en 1911 y
desde 2021 atiende aproximadamente 30.000 pacientes al año.
En este estudio participaron 620 pacientes, pertenecientes
al servicio de hospitalización en Medicina Interna del Hospital San Juan de
Dios o al servicio de consulta externa del Hospital Mental de Filandia. Todos
ellos fueron pacientes procedentes de Armenia (ciudad capital), Calarcá,
Filandia, Salento, Montenegro, Quimbaya, La Tebaida, Pijao, Génova, Córdoba,
Buenavista o Circasia (es decir, todos ellos tienen su domicilio en el
departamento del Quindío).
Criterios de Inclusión
Entraron a la investigación los pacientes que tuvieran
estas características: a) estar en el servicio de hospitalización de Medicina
Interna del Hospital San Juan de Dios, o en el servicio de consulta externa de
Psiquiatría del Hospital Mental de Filandia; b) no estar tomando ningún tipo de
psicofármaco (para que los resultados clínicos fueran claramente achacables a
la intervención investigada, y no a otras intervenciones o tratamientos); c) no
estar recibiendo ningún tipo de psicoterapia diferente a Psicoterapia Formativa,
por Psiquiatría o por Psicología (también con el objetivo de que los resultados
clínicos fueran claramente derivados de la intervención investigada, y no a
otras intervenciones o tratamientos); d) no estar recibiendo ningún tipo de tratamiento
por terapia ocupacional por algún profesional de esta profesión (con el fin de
evitar que otras intervenciones pudieran alterar el resultado); e) tener más de
18 años (ser mayor de edad en la República de Colombia); f) no tener algún tipo
de retraso mental, discapacidad cognitiva o trastorno del desarrollo
(condiciones que podrían alterar el curso clínico o los resultados); g) no tener
algún tipo de enfermedad psiquiátrica grave como Esquizofrenia, Trastorno mental
y del comportamiento secundario a lesión/disfunción cerebral, Demencia,
Trastorno de Esquizoafectivo, Trastorno Afectivo Bipolar, y Trastorno mental y
del comportamiento secundario a uso de sustancias psicoactivas (condiciones que
podrían alterar el curso clínico, los resultados o el seguimiento de cada
paciente a lo largo del año de estudio); h) haber asistido a alguno de los dos
hospitales entre el primero de junio de 2022 y el 31 de diciembre de 2022; i)
haber dado su consentimiento para hacer parte del estudio.
Criterios de Exclusión
No entraron a la investigación los pacientes que
tuvieran estas características: a) tener citas con otros profesionales de la
Salud Mental; b) recibir cualquier tipo de psicofármaco; c) recibir cualquier
tipo de psicoterapia diferente a la Psicoterapia Formativa, por Psiquiatría o
por Psicología; d) recibir cualquier tipo de terapia ocupacional por algún
profesional de esta profesión; e) tener menos de 18 años (ser menor de edad en
la República de Colombia); f) tener algún tipo de retraso mental, discapacidad
cognitiva o trastorno del desarrollo; g) tener algún tipo de enfermedad
psiquiátrica grave como Esquizofrenia, Trastorno mental y del comportamiento
secundario a lesión/disfunción cerebral, Demencia, Trastorno de
Esquizoafectivo, Trastorno Afectivo Bipolar, y Trastorno mental y del
comportamiento secundario a uso de sustancias psicoactivas.
Intervención
Los 620 pacientes que quisieron participar en el
estudio tenían estas características: a) 471 eran de raza mestiza, 109 de raza
blanca, 32 mulatos y 8 de raza negra; b) todos tenían edades comprendidas entre
los 18 y los 69 años; c) eran 290 de sexo masculino y 330 de sexo femenino; d) 16
de ellos pertenecían al estrato socioeconómico 6 (clase alta), 54 al estrato
socioeconómico 5 (clase acomodada), 210 al estrato socioeconómico 4 (clase
media), 203 al estrato socioeconómico 3 (clase media), 120 al estrato socioeconómico
2 (clase baja) y 33 eran de estrato socioeconómico 1 (población muy
vulnerable); e) todos ellos tenían al menos un diagnóstico de trastorno
depresivo. En cuanto a la filiación religiosa, 501 eran cristianos católicos,
109 eran cristianos protestantes (de variadas denominaciones), 4 eran agnósticos
y 6 eran ateos.
A los 620 pacientes que quisieron participar en el
estudio, dieron su consentimiento y cumplieron con los criterios de inclusión,
se les dijo que implementaran estas oraciones todos los días: a) en la mañana,
al despertar, el Alma de Cristo; b) a las tres de la tarde, la Coronilla de la
Misericordia; c) antes de acostarse a dormir, un Padre Nuestro y un Gloria.
Con dicho esquema se logró el objetivo de no herir
susceptibilidades ni violentar la fe de los pacientes que participaron del
estudio, pues se eligieron cuatro oraciones antiguas compatibles con todos los
subtipos de cristianismo (el Alma de Cristo, el Padre Nuestro, la Coronilla de
la Divina Misericordia y el Gloria). Con respecto a las formas tradicionales de
oración, se les explicó a todos los pacientes el por qué el Alma de Cristo y la
Coronilla de la Divina Misericordia eran claramente cristocéntricas; asimismo,
se les señaló el Padre Nuestro como la oración enseñada por Cristo como ejemplo
perfecto para acercarse al Padre, y el Gloria como un reconocimiento a las tres
Sagradas Personas: Padre, Hijo (Jesucristo) y Espíritu Santo. Al mostrarles el
fundamento bíblico de todas las oraciones, la totalidad de los pacientes
cristianos no católicos aceptó hacerlas, aunque sin mayor entusiasmo y sin
esperar mayor cosa de ellas. Los pacientes agnósticos y ateos no tuvieron
problema con realizarlas, pues dijeron que se habían enrolado en el estudio por
curiosidad y estaban completamente abiertos a lo hacer lo que se les indicara.
A aquellos pacientes que no conocían alguna(s) de
estas oraciones, se les entregó un modelo impreso con cada una de dichas
oraciones.
Se monitoreó a lo largo del semestre al menos en dos
ocasiones a cada uno de los pacientes, a través de entrevista presencial o
telefónica (control por teleasistencia o teleexperticia), para cerciorarnos de
que los creyentes no católicos o los no creyentes no se fueran a sentir
incómodos o molestos en ningún momento de la investigación, por tener que
realizar oraciones católicas, y para constatar que sí estuvieran haciendo la
totalidad de las oraciones a lo largo del día, todas las semanas.
El hecho de que 119 de los 620 enrolados en el estudio
hicieran oraciones tradicionales del catolicismo sin pertenecer a dicha
confesión religiosa resultó ser interesante para la investigación, puesto que
permitió escudriñar si la oración en sí misma era útil para los pacientes con
trastornos depresivos, aún sin el respaldo afectivo, sin la congruencia
ideológica y sin la sugestión como motores de mejoría sintomática.
Resultados
De los 620 pacientes que participaron en el estudio,
617 evidenciaron una ostensible mejoría clínica, tanto a nivel subjetivo como a
nivel objetivo (entrevista clínica semiestructurada); dentro de ellos
estuvieron todos los no creyentes (pacientes agnósticos y ateos).
Sólo 3 de los participantes manifestaron que no
observaron una mejoría sustancial, pero tampoco exacerbación o recrudecimiento
de sus síntomas. Expresaron que lograron sentirse mejor, más esperanzados, y
que definitivamente, la oración alejó las ideas tanáticas pasivas (el quererse
morir, pero no por suicidio sino presentando una muerte repentina,
preferiblemente al dormir). Se trató de tres pacientes femeninas, de 19, 24 y
28 años de edad, dos de ellas de confesión cristiana católica y una de ellas de
confesión cristiana protestante, que presentaban múltiples estresores psicosociales
(disfunción de pareja, disfunción familiar, desempleo y diagnóstico médico
reciente) concomitantes con su cuadro clínico.
Ningún paciente señaló un retroceso clínico o
empeoramiento de su sintomatología con la intervención estudiada (oración).
Todos los pacientes manifestaron que orar los hizo
sentir mejor, más calmados y serenos. Asimismo, relataron que rezar a diario disminuyó
en menos de una semana la intensidad de sus síntomas depresivos, mejoró su
autoestima, incrementó su esperanza, infundió confianza en que las cosas mejorarán
en un futuro, amortiguó la severidad de los síntomas depresivos, hizo que lograran
la remisión clínica en menos de una semana, y aumentó la sensación de bienestar
en todos ellos.
En sólo tres de los participantes no cambió el
diagnóstico, porque no se redujeron ostensiblemente los síntomas tras seis
meses de intervención (oración). En todos los demás, se vio un cambio clínico
tan notorio que se vio un descenso en la severidad de la categorización
nosográfica: 496 de los 620 pacientes pasaron de tener Episodio Depresivo
Moderado a Episodio Depresivo Leve, y 124 pacientes dejaron de tener criterios
diagnósticos compatibles con Distimia al finalizar el estudio.
Conclusiones
1. En esta investigación, se encontró que la oración
es útil para disminuir ostensiblemente la sintomatología depresiva en la casi
totalidad (617 de 620) de los pacientes estudiados.
2. Se evidenció que la oración aumenta la autoestima y hace sentir muy bien a la casi totalidad de los pacientes estudiados.
3. El estudio mostró que la oración disminuye la
severidad del cuadro clínico en los distintos trastornos depresivos.
4. En línea con lo anterior (disminución de la
sintomatología depresiva, aumento de la autoestima, sensación de bienestar,
disminución de la severidad del cuadro clínico), es también posible que la
oración disminuya la posibilidad de que las personas que tengan algún trastorno
depresivo cometan suicidio. Sin embargo, se requiere de un ulterior estudio con
una muestra más grande y con población más comprometida a nivel clínico (con
trastornos depresivos graves y con ideación suicida activa) para constatar esta
hipótesis. El asunto es que, en estos escenarios, el uso concomitante de
psicofármacos será inevitable, por lo que sería apropiado un diseño que cubra
dicha contingencia.
5. Este trabajo constató algo que muchos investigadores
ya habían conceptualizado en años anteriores: que la oración es un factor
decisivo para optimizar la salud mental, la autoestima, el bienestar y la
calidad de vida. También corroboró los hallazgos que uno los autores había publicado
en 2021.
6. Esta investigación corroboró lo que otras
investigaciones similares habían encontrado: rezar es, en líneas generales, un
hábito benéfico para la salud.
7. Esta exploración demostró que los efectos benéficos
de la oración son independientes de las creencias religiosas o la filiación
religiosa del paciente.
8. Resultó interesante que aún los pacientes
agnósticos o ateos puedan sacar provecho de la oración, al menos en términos de
reducción de la severidad de los síntomas depresivos. Deberán realizarse estudios
posteriores, con muestras mayores, para esclarecer este fenómeno.
9. La oración demostró ser un factor positivo y
saludable en la población estudiada (asistentes a la consulta externa de
Psiquiatría del Hospital Mental de Filandia u hospitalizados en el servicio de
Medicina Interna del Hospital San Juan de Dios de Armenia, en los meses
comprendidos entre junio de 2022 y diciembre de 2022, que cumplieran con los
criterios de inclusión). Será muy interesante realizar otros estudios similares
en otros sectores poblacionales para observar el impacto de dicha intervención
(la oración diaria y constante) en la salud mental de la población general.
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David Alberto Campos Vargas
Médico cirujano, Pontificia Universidad Javeriana
Especialista en Psiquiatría, Pontificia Universidad
Javeriana
Neuropsicólogo, Universidad de Valparaíso
Neuropsiquiatra, Pontificia Universidad Católica de
Chile
Psicoterapeuta, Sociedad de Psicoterapia Formativa
Filósofo, Universidad Santo Tomás de Aquino
Teólogo, Obispado Castrense de Colombia
Fundador de la Psicoterapia Formativa
Profesor, Universidad del Quindío – VitalCare
Ana
Ximena Murillo Mosquera
Médica cirujana, Universidad del Quindío
Especialista en Psiquiatría, Universidad Militar Nueva
Granada
Psiquiatra de Enlace, Pontificia Universidad Javeriana
Psicoterapeuta, Sociedad de Psicoterapia Formativa
Profesora, Universidad del Quindío
Maria
Camila Aristizábal Urina
Médica, Universidad Alexander von Humboldt
Estudiante – Sociedad de Psicoterapia Formativa
Cómo citar este artículo: Campos
Vargas, D.A., Murillo Mosquera A.X., Aristizábal Urina, M.C. (2023) Impacto
clínico de la oración en pacientes con trastornos depresivos, medido entre
junio y diciembre de 2022 en dos instituciones hospitalarias del Quindío. Revista
Virtual de Psicoterapia Formativa, enero de 2023.